2013/09/27

La vía nabarra

La vía nabarra
Iñigo Saldise Alda

Diferentes agentes culturales y políticos de nuestro País, Nabarra, incluso estando entre ellos algunos que podemos considerar como referentes de nuestra Nación, se encuentran embobados y embelesados por el movimiento Nacional que está viviendo Catalunya. La última Diada celebrada el 11 de septiembre, fue masiva; indiscutiblemente. Hubo una gran diversidad de actos y cientos de miles de personas de diferentes edades salieron a la calle reivindicando la independencia del Reino de España, ensalzando especialmente su personal lengua, cultura y folklore, símbolos ideológicos del nacionalismo catalán surgido a finales del siglo XIX.

Estoy convencido que dicho embobamiento le viene dado a estas personas, incluidas las que algunos consideran como referentes de nuestro País, por una interiorizada ideología política conocida como nacionalista vasca, la cual, también, surgió a finales del siglo XIX, contando con similares símbolos ideológicos a los del nacionalismo catalán. Es decir, lengua y cultura diferenciada, además de grandes matices en su origen racial y que hoy mejor dicho debemos considerar étnicos.

Bien, solidarizándome con el movimiento independentista y soberanista catalán, y a su vez deseándoles que logren sus patrióticos objetivos, nosotros debemos saber y considerar que nuestro País no se parece en nada a Catalunya; originaria y sencillamente porque a diferencia de los catalanes, los nabarros si hemos poseído un Estado libre y soberano, el cual debemos siempre recordar que fue ilegal y violentamente invadido, ocupado, conquistado con genocidio y colonizado, por españoles y franceses.

Así pues, observando desde fuera el proceso de la vía catalana por la independencia, debemos interiorizar políticamente nuestro actual estatus de ser una colonia francesa y española, por muy doloroso y lamentable que ello sea, pues… esta es nuestra nefasta realidad.

Estamos oprimidos, sojuzgados, sometidos y subyugados, así de simple. Y para poder romper con esas cadenas que nos impiden vivir como hombres libres, tenemos que organizarnos en independencia de las instituciones coloniales y colonialistas, pues de lo contrario seguiremos legitimando nuestra propia esclavitud al sufrir el síndrome del Tío Tom junto al del síndrome del colonizado, juntos.

Pese a todo, ya sean dado avances desde la vía nabarra. Realmente hay proposiciones serias para formar una Asamblea Nacional Nabarra con vistas a una Unidad Nacional. Incluso hay una firme propuesta para la creación de una Mesa por la Descolonización de nuestro Estado, las cuales han sido reiteradamente ignoradas.

Estas fórmulas, personalmente no me opondría a otras siempre y cuando reine la no censura y con ello el respeto mutuo, el Pueblo-Nación de Nabarra debe saber que han sido ocultados tanto por los negacionismos imperialistas españoles y franceses, como por el negacionismo complaciente y pesebrero de diversos agentes políticos dados de alta en el sistema constitucional español y/o francés como partidos políticos, como por diversos agentes culturales interesados más en subvenciones y migajas de las instituciones coloniales y colonialistas impuestas en nuestro País, que de buscar una vía nabarra por la independencia.

Así bien, para que la noble y legítima causa patriótica de nuestro Pueblo-Nación, el cual pese a todo mantiene vivo el sueño de recuperar la libertad, ha de llevarse tras una obligada auto-descolonización mental de toda nuestra sociedad, tanto política como cultural pero especialmente de aquellos que mantienen un idilio con esa política de índole romántico, ciertamente folklórica y sin sustento histórico alguno que conocemos como aranista o abertzale, indiferentemente de su ideología sociopolítica de derechas, centro o izquierdas.  

Nuestra lucha tiene que ser pacífica, eso sí, dentro de la realidad violenta que es en sí la propia política en la denominada correlación de fuerzas, de ahí la importancia de una unidad entorno a nuestra Patria, nuestro Estado, Nabarra, debe, inicialmente, estar encuadrada exclusivamente en el ámbito propio o Nacional, para posteriormente extrapolarla al obligado marco internacional, tanto en Europa como en el resto del mundo.