Unidad, paso obligado hacia la libertad
Iñigo Saldise Alda
"La unidad es la variedad, y la variedad en la unidad es la ley suprema del universo”. Isaac Newton
-¿Cómo podemos lograr una unidad Nacional vasconabarra, para lograr el objetivo primordial, que no puede ser otro más que la liberación de nuestro propio Estado?
Esta pregunta, que a primera vista puede parecer simple y sencilla, lleva una complejidad algo más que relativa, ya que depende y mucho, de los esfuerzos y pasos que estemos dispuestos a dar todos y todas dentro de los diferentes ámbitos de la sociedad vasconabarra.
Esta pregunta nos la deberíamos repetir las veces que sean necesarias, todos los que poseemos la inquietud de gozar de nuestro propio Estado, hasta conseguir lograr la o las respuestas apropiadas, siempre sin perder nunca el referente que nos mueve en nuestro interior, es decir, el objetivo final de nuestra noble causa, la cual es y debe de ser hasta lograrlo, la independencia.
Como punto de partida y algo esencial para el proyecto unitario, es que los diferentes colectivos e individuos tenemos que analizar cual es el patrón ideal a seguir, el más ajustado de cara a nuestro interés político fundamental. Para ello tenemos, al menos, tres diferentes paradigmas que examinar, estudiar y considerar, quedándonos única y exclusivamente con un de ellos. Este debe de ser el que contenga mayor peso político y sirva así, de proyecto básico en nuestra estrategia.
Estos tres paradigmas serían en un primer momento el denominado modelo foral, basado en las supuestas y primitivas relaciones entre la Corona de Castilla y la provincias Vascongadas, actualmente C.A.V. y de una simulada y falsificada incorporación de igual a igual, también supuestamente pactada, del residual y reducido Reino de Navarra al sur del Pirineo, que se denomina hoy en día C.F.N.
Mirándolo desde el punto de vista de las provincias Vascongadas, ya en el siglo XVI encontramos una defensa de este modelo, concretamente llevada a cabo por un historiador de la monarquía española de los Austrias, llamado Esteban de Garibay. Posteriormente, en el siglo XVIII, también nos hallamos una defensa de este paradigma, esta vez llevada a cabo por Manuel Larramendi, siendo tal vez la última vez que se defendió este planteamiento en los siglos XIX y XX, por el pensamiento carlista.
Al analizar exhaustivamente este paradigma, llegamos por varios motivos rápidamente a la conclusión de lo inapropiado de este modelo a la hora de alcanzar nuestro vital objetivo. Para empezar, en este planteamiento los vascos continuaríamos divididos, pues en ningún momento se cuenta con los vascos del norte del Pirineo en este proyecto, basado, recordémoslo, en unos supuestos pactos con el Reino de España, el cual, no se nos olvide, no permitirá nunca la legislación de nuestro Estado propio en el ámbito actual europeo, infringiéndonos además entre otras imposiciones, las pesadas cargas forales referentes a materia económica, como son el cupo para la C.A.V. y el tributo para la C.F.N.
Como segundo paradigma nos encontramos al denominado modelo bizkaitarra o aranista, el cual fue planteado por los hermanos Luis y Sabino Arana Goiri a finales del siglo XIX. Los hermanos Arana conscientes de los diferentes movimientos nacionales que en su época surcaban por Europa y sin llegar de desechar del todo el modelo foral anteriormente explicado, incorporándolo incluso a su particular visión nacional basada exclusivamente, lanzaron un grito de independencia desde una perspectiva totalmente bizkaitarra. Esto fue debido, principalmente, por no haber realizado una reflexión profunda sobre nuestra realidad histórica y por tanto geopolítica de la totalidad de nuestra amada Vasconia.
Sin embargo, no se nos puede pasar por alto, el paso de gigante que ejecutaron los hermanos Arana Goiri, al afirmar sin tapujos, ni complejo alguno, el que los vascos no somos ni españoles, ni franceses, y que por lo tanto, tenemos derecho a nuestra propia independencia, es decir, a poseer nuestro propio Estado, pero la falta de conocimiento de una realidad política propia, basada en la historia del Estado que ha tenido este Pueblo, les llevó no solo a inventarse un nombre para nuestro Estado, Euzkadi, sino también propusieron unos territorios para conformarlo, realmente inferiores a los que efectivamente nos dice la historia geopolítica de nuestro Estado.
Pero los hermanos Arana Goiri, mediante la exposición de su paradigma, buscaron una respuesta a la pregunta planteada más de un siglo después en Gasteiz-Vitoria, Euskadi o Comunidad Autónoma Vasca. Indudablemente sus esfuerzos se dirigieron en gran medida a buscar la unidad de los vascos, fuera de la República de Francia y del Reino de España, algo que no debe olvidársenos a ningún soberanista vasconabarro, calando muy hondo su mensaje en la inmensa mayoría del Pueblo vasco, incentivando con un sentimiento nacional propio para los vascos.
La dificultad de estos planteamientos radicaba por el contrario, en que estaban basados en un imaginario poco, por no decir nada, apropiado en el objetivo final, ya que estaban asentados en una visión histórica ciertamente falsa y a la postre, contraproducente para el objetivo político primordial que se persigue, que no era otro más que el de lograr conseguir la independencia, con respecto a los imperios español y francés.
Así que llegamos al último patrón, el paradigma nabarro. Éste está basado principalmente en la centralidad política que nos otorga el Reino de Nabarra, el cual fue creado por los vascones libres a principios del siglo IX y que mantuvo una estructura política propia, con leyes genuinas, los fueros, y que nos representó en diferentes congresos internaciones, contando así con pleno Derecho internacional al poseer una soberanía e independencia propia y que además sirvió para salvaguardar la cultura y lengua propia de los vasco(ne)s, manteniéndose independiente hasta el primer tercio del siglo XVII.
Por tanto, como punto inevitable con el cual buscar una unidad entre las fuerzas independentistas de este hermoso País, debemos aceptar la fuerza política y cultural que nos da el paradigma nabarro, adecuándole en su justa media el mensaje lanzado por los hermanos Arana Goiri, haciendo así que sea el pilar básico de nuestra singular unidad, diciendo alto y claro al resto del mundo lo siguiente:
“Los vascos no somos españoles, tampoco franceses. Sencillamente, los vascos somos nabarros”
 

