Iñigo Saldise Alda
El Renacimiento en el Reino de Navarra
Soberania de Navarra
El Renacimiento fue un movimiento cultural, que los historiadores sitúan entre el siglo XV y XVI. La difusión de las ideas humanistas, sirvieron para dar por finalizada la Edad Media y el Resurgimiento de las Artes y de las Ciencias y por supuesto de la Política, basada en una marcada conciencia histórica.
Esta nueva conciencia nacional, abrió nuevas perspectivas en lo social y lo político, además de favorecer a las ciencias, la filosofía y al arte, imitando paradójicamente, pero adecuando al momento, a los clásicos griegos y romanos.
El concepto humanista del Renacimiento, era muy apropiado a los intereses políticos del Reino de Navarra, que comenzaba a proyectar la creación o mejor dicho resturación, de un Reino Pirenaico, bajo las ideas humanistas, que abarcaría a todos los territorios euskaldunes, además de la Gascuña, el Alto Aragón y otros condados como Foix, alcanzando de nuevo, la territorialidad primitiva y propia, que se puede demostrar mediante los reyes de Pamplona, Alfonso I el Batallador y Sancho III el Mayor o incluso, con el príncipe de Vasconia, Eudón el Grande.
El Humanismo podríamos afirmar, que entra en el Estado de Navarra durante el reinado de Carlos III el Noble, debido principalmente por las conexiones italianas de su hija Blanca, teniendo su debida continuidad con el hijo de ésta, Carlos, primer príncipe de Viana. Este prerrenacimiento hacía del Reino de Navarra el centro de una nueva nacionalidad, ante las amenazas provenientes del génesis de los imperios español y francés.
Incluso nuestro Estado, contó con Cesar Borgia, condestable o generalísimo de los ejércitos de Navarra y máximo representante del ideal príncipe renacentista, el cual sería capaz de expulsar a los bárbaros o extranjeros de Italia, según Maquiavelo. Cesar Borgia encontró la muerte en el año 1507 cerca de Viana, defendiendo los derechos de los soberanos de navarros, Catalina I de Foix y Juan III de Albret.
Tras la total invasión y ocupación por parte española, de la tierras pertenecientes al Reino de Navarra situadas al sur del Pirineo, la corte y con ello la capital del Reino, se sitúa en Pau, donde como en Florencia, se crearon numerosos cenáculos y academias de simbología cabalística y de hermenéutica, donde se enseñaron las artes y la filosofía neoplatónica, gracias principalmente a Margarita de Navarra, esposa de Enrique II el Sangüesino.
Mientras que la Navarra ocupada había sufrido la destrucción de todos sus magníficos castillos por orden del cardenal Cisneros y la represión de la impuesta inquisición española, la Navarra soberana veía como sus formidables fortalezas se transformaban en auténticos palacios Renacentistas, además de ser un Estado donde se acogía a todos los refujiados humanistas y reformistas, que eran perseguidos en el resto de Europa.
La corte humanista de Pau se llenó de escritores, filósofos, pensadores, artistas y arquitectos, siendo Margarita de Navarra la mayor inspiración posible del movimiento evangelista que se había asentado firmemente en el Reino de Navarra. Incluso la propia Reina de Navarra, considerada por muchos la primera mujer moderna, escribió numerosas obras literarias, entre ellas Las soledades de Margarita de Navarra, obra de teatro que se desarrolla en un contexto íntegramente pirenaico, el magistral poema Las prisiones de la Reina de Navarra o la inacabada Heptameron, obra erótica femenina, donde incluso llega a mofarse de los defectos del macho.
Es precisamente durante el reinado de Enrique II de Albret y Margarita de Navarra, cuando se escribe el primer libro en euskara, concretamente en el año 1545, y que lleva por título Linguae Vasconum Primitiae, siendo su autor el navarro Bernart Etxepare, elevándose así el idioma propio de Navarra, al rango de literario.
La entrada de la Reforma en el Reino Pirenaico de Navarra, donde ya se había formulado un tipo de Estado moderno, con su lengua propia y basadas sus instituciones políticas y jurídicas, en el derecho pirenaico, fue de una manera muy equilibrada, buscando con ello principalmente, acabar con el despotismos eclesiástico, que tenía de máximo exponente al emperador del estado Vaticano de Roma.
Esto ocurre durante el reinado de la gran Juana III de Albret, que a pesar de ser educada a la francesa, tras el secuestro llevado a cabo por su tío Francisco I de Francia, continuo y acentuó aún más si cabe, la labor Navarrista de su madre.
Durante el reinado Juana III, el Estado de Navarra continuó con la obra de modernización de las fortalezas, introduciéndose definitivamente la Reforma en el Estado Pirenaico, tras fracasar unas negociaciones con el estado Vaticano, donde la soberana navarra buscaba la total restitución al Reino de Navarra, de las tierras del sur del Pirineo, ocupadas por los españoles.
Así Pau, capital del Estado Pirenaico, se convertiría en uno de los principales centros de reformistas exiliados, que se sumaban a humanistas y a renacentistas, mientras que inquisidores y jesuitas tenían prohibida la entrada al Reino de Navarra. Incluso se realiza la traducción de la Biblia al euskara por el navarro Joannes de Lizarraga tras mandato de mismísima Juana III de Albret, siendo editado en el año 1571.
Este periodo de Renacimiento en el Estado Pirenaico, donde los navarros libres cultivaron el humanismo, la igualdad y el amor por la libertad, se podría definir con la frase de un famoso autor inglés, cuyo nombre es William Shakespeare. Dicho escritor, en una de sus magistrales obras, concretamente en una del año 1594, que lleva por título Trabajos de amor perdidos , donde nos dejó la siguiente frase para la posteridad:
“Navarra será la admiración del Mundo”
BIBLIOGRAFÍA
ADOT, Álvaro. Juan de Albret y Catalina de Foix o la defensa del Estado navarro, 2005
ARBELOA, V M, La Corte protestante de Navarra (1527-1563), 1992
ORIA, Jon. Navarra es una colonia española y francesa, 1994
SERRANO, B. Navarra. Las tramas de la historia, 2006
SORAUREN, M. Historia de Navarra, el Estado Vasco, 1999
URZAINQUI, T. Navarra Estado europeo, 2003
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2008/08/23
2008/08/19
Iruinea, Agosto de 2008

Iñigo Saldise Alda
Lo importante es participar
Soberanía de Navarra
Pierre de Frédy, barón de Coubertin, es conocido como el padre de los Juegos Olímpicos Modernos, que dieron comienzo, oficialmente, en el año 1896 en la hermosa y clásica ciudad de Grecia, Athína. Con ello se cumplía el sueño de este noble francés, que consistía en unir en una extraordinaria competición, a todos los deportistas del mundo, bajo el código de la unión y la hermandad, sin ningún ánimo de lucro y sólo por el deseo de alcanzar la gloria. El competir por el competir y con una frase que dejó para la posteridad:
“Lo importante es participar”
En este año 2008, se han realizado los juegos número XXIX en Beijing, república popular de China. Ni en ella, ni en ninguna de las anteriores, el Estado de Navarra ha podido participar y todo por ser una colonia española y francesa, tras las diferentes ocupaciones militares realizada por ambos estados imperialistas, a lo largo de la historia del Estado de los vasco(ne)s, anteriores a la creación de los Juegos Olímpicos Modernos.
Por el contrario, han sido numerosos los atletas vasco(ne)s a lo largo de la historia de estos JJ.OO., que han participado en ellos, incluso los hay, que han ganando medallas. Dejando a un lado a los vascos de la diáspora y mirándolo fríamente y desde una relativa distancia, a parte de ser unas medallas que provocan una gran admiración hacia sus personas por parte del resto del pueblo vasco(n), debido a su gran trabajo y esfuerzo, son también contraproducentes ese mismo pueblo, debido a que son medallas de esos imperios extranjeros que nos niegan la libertad y facilitan además, la colonización que sufrimos los naturales del país.
Es posible que muchos de esos vasco(ne)s, se sientan y sean realmente españoles y/o franceses, pero también es cierto, que si dichos deportistas se niegan a competir por esos imperios extranjeros que ocupan el Estado navarro, son automáticamente sancionados por sus respectivas federaciones, siendo éstas debidamente reafirmadas por los organismos internaciones pertinentes.
Es cierto que el sueño de todos los deportistas es participar, competir e incluso ganar, incluido en ese sueño a los vasco(ne)s de esta parte de Europa, en los Juegos Olímpicos, por ser el mayor exponente en la competición deportiva mundial. Por ello, estoy convencido además, que nuestros atletas se guardan muy mucho, de realizar actos soberanistas o independentistas, ya sean ondeando las banderas de su Estado ocupado o realizando unas declaraciones de política soberanista, debido a las represalias que sufrirían provenientes del reino de España y de la república de Francia, que serían ratificadas por los organismos internacionales, del que está excluido nuestro Estado.
Así por tanto, debemos seguir trabajando para que en un futuro próximo, concretamente durante los Juegos Olímpicos de London 2012, nuestros atletas entren por fin orgullosos y orgullosas al estadio olímpico en el día de la inauguración, marchando sonrientes tras la bandera roja de nuestro Estado, Navarra.
2008/08/13
Iruinea, Agosto de 2008

Iñigo Saldise Alda
Juana de Albret, reina de Navarra
Soberanía de Navarra
“No pidas a una mujer el imposible. Es capaz de darlo”
Valeriu Butulescu
La vida de esta mujer estuvo marcada por la política, especialmente religiosa. Nacida en el año 1528, hija de otra gran mujer existente en la historia del Estado de Navarra, Margarita de Valois, nacida en Angulema y conocida como Margarita de Navarra. A Margarita se puede consideran, sin ninguna duda, como la mujer que impulsó el Navarrismo, con bases profundas bases humanistas, desde la corte del Reino de Navarra existente en Pau y como centro humanista en Nerac.
La corte española le llamó de forma despectiva oveja, la cual había nacido de una vaca, metáfora despectiva en referencia a su gran madre, Margarita de Navarra, haciendo con ello una reseña al escudo del Vizcondado del Bearne, formado por dos vacas pirenaicas, el cual estaba incorporado al Reino de Navarra, desde que lo ordenaran los soberanos navarros, Catalina I Foix y Juan III de Albret desde 1494.
Su tío Francisco I de Francia, antiguo aliado del Reino de Navarra, aprovechó una visita de la joven Princesa de Viana a la corte francesa, para retenerla en Paris, para que así no se contaminara con el nuevo veneno navarrista y obligándola a ser educada a la francesa. La indignación de su madre, digna de poseer la famosa frase de Goethe, el eterno femenino nos impulsa hacia arriba, junto a la indignación de las cortes navarras de Pau, realmente no sirvieron para que la joven princesa pirenaica, retornara al Reino de Navarra.
Por suerte para Navarra, su madre Margarita se las apañó para que contará con un poeta humanista, Nicolás Boubon, como un de sus tutores, el cual le introdujo en los estudios de los clásicos y de los renacentistas italianos. El rey de Francia prohibió que se le enseñara la lengua bearnesa y el euskara, al ser consideras, ya entonces por los franceses, como lenguas de campesinos.
Cuando apenas contaba trece años, sin el consentimiento de la propia Juana y menos aún de los reyes de Navarra, Margarita y Enrique II, ni que decir tiene que tampoco de las Cortes de Navarra, su tío Francisco I de Francia, le casa con un noble francés, Guillermo de Cleves. Tras esta imposición por parte del monarca francés, Juana volvió al Reino de Navarra, recibiendo una bienvenida apoteósica a su entrada en Pau.
Juana continuó con el lema de su madre Margarita, Navarrismo integral, y finalmente hizo valer sus derechos de elegir marido, sueño de toda mujer de su época, consiguiendo la nulidad para su matrimonio con el duque de Cleves, forzado desde el incipiente imperio francés e incluso, por parte de Pablo III, emperador de Roma, sumado a imposibilidad trato matrimonial, propuesto por su madre, con el hijo del emperador Carlos I de España, su futuro enemigo Felipe II.
Así, Juana de Albret, Princesa de Viana, contrae matrimonio con su enamorado Antonio de Borbón, duque de Vedôme, en el año 1548, un matrimonio bien visto por el nuevo monarca francés, Enrique II. Como contrapartida Carlos I de España, hizo coronar por sus cortes imperiales, a su hijo, como rey de Navarra en la ocupada Iruñea.
Juana fue una mujer de gran talento, extraordinaria cultura, firme carácter, inquebrantables energías, elevadas ideas y bondadosos sentimientos, accediendo al trono del Reino de Navarra en el año 1555, tras la muerte de su padre, Enrique II de Navarra, llamado el Sangüesino.
La reina Juana III junto a su amante marido, Antonio de Borbón, continúa reclamando la restitución de las tierras al sur de Pirineo, las cuales permanecían ocupadas por tropas españolas. Incluso la reina de Navarra llegó a presentarse junto a su marido y varios caballeros navarros, en la frontera que habían impuesto los españoles, los cuales niegan el paso al séquito real navarro.
La reina de Navarra realizó la modernización de los castillos medievales del Reino pirenaico, siendo el más significativo el de Bidache, de la familia Agramont. Antonio de Agramont había acogido a Juana y Antonio desde el primer momento que mostraron su enamoramiento, lo que le valió que sería nombrado por Juana III de Navarra como Lugarteniente General de todas las tierras del Reino de Navarra, incluidas Bearn, Foix, Bigorre, Albret, Gabardan y Nebouzan.
Antes de introducir realmente la Reforma protestante en el Reino Pirenaico, la reina de Navarra junto a su marido, enviaron una carta de adhesión al nuevo papa Pío IV, con la cual buscaban principalmente, la restauración de todas las tierras ocupadas por los españoles. Ante la negativa vaticana, por orden de Juana III de Navarra, el calvinismo fue divulgado en el Reino Pirenaico un año después, e incluso el propio Príncipe de Viana junto a con su hermana, fueron educados conforme a las nuevas creencias religiosas de Juana III de Navarra, teniendo incluso como institutor a Antonio del Corro, reputado reformador y exiliado español.
Al igual que durante el reinado de su madre la reina Margarita de Navarra, la Corte de Navarra fue un lugar de hospitalario para humanistas, renacentistas y reformadores, estos últimos especialmente.
Juana III de Navarra, a parte de ser una gran defensora de la legitimidad histórica de Navarra, fue también una devota protestante y por ello se embarcó en las denominadas guerras de religión, sin que la primera de ellas, llegue a afectar al Reino Pirenaico. Las inquisiciones española y francesa, realizaron un sumario de herejía contra la reina de Navarra, exigiendo que Juana de Albret sea quemada en la hoguera, contando con la colaboración de los jesuitas.
Por ello, Juana III de Navarra, se opuso firmemente a que jesuitas e inquisidores, provenientes del Reino de España, se establecieran en el Estado navarro, conocedora de sus oscuros planes y de las atrocidades sobrellevadas por los navarros que sufrían la ocupación española al sur del Pirineo.
Juana III de Navarra ordenó la traducción del nuevo testamento al euskara en el año 1571, siendo Joannes de Lizarraga el delegado para esta misión, intentando con ello que la palabra de Dios fuera accesible al pueblo de Reino de Navarra. Esto le valió la enemistad, aún mayor si cabe, de los reinos de España, Francia y Roma.
El emperador de Roma, Pío IV, exigió a la reina de Navarra que se personara en Roma, con el pretexto de dar explicaciones por utilizar el Euskara en detrimento del latín. Realmente fue una nueva artimaña organizada junto a su aliado el emperador español, buscando capturar a la reina de Navarra y así, ser llevada al fin a la hoguera, por la terrible inquisición española.
También tuvo que combatir al señor de Luxe, miembro de la familia de los Beaumont, partidarios de España, el cual contó con el apoyó militar de los clérigos católicos que estaban en el Reino Pirenaico y de tropas imperiales españolas. El señor de Luxe se había alzado contra la reina de Navarra durante las guerras de religión, con el pretexto defender la religión católica. Una vez más, una reina de Navarra contó con el mejor aliado del Reino, el señor de Agramont, que había aceptado la Reforma, al igual que la soberana navarra.
Tras innumerables combates la reina Juana III de Navarra otorga el perdón a los rebeldes, proclamando la libertad de conciencia mediante el Manifiesto de los Gentileshombres y del pueblo de Navarra. Pese a todo, las guerras de religión continuaron afectando al Reino Pirenaico, lo cual no impidió que la religión católica permaneciera en el mismo, gracias sobretodo al ejercicio de libertad y tolerancia que promovía la reina Juana III, la cual seguía el consejo en la Corte celebrada en La Rochelle, firmando una demanda de libre culto religioso, realizada en el año 1571 por los Estados de Navarra.
La reina Juana III de Navarra buscó una paz duradera con el reino cristiano de Francia, promoviendo un matrimonio entre el príncipe de Viana y Margarita de Valois, hermana del rey francés Carlos IX, a lo que en un principio se opuso el joven Enrique, Príncipe de Navarra. En 1572 la reina de Navarra fue envenenada en París, por mandato de su archienemiga la católica Catalina de Médicis, madre de la futura mujer de Enrique III de Navarra.
Bibliografía
ARBELOA, V M, La Corte protestante de Navarra (1527-1563), 1992
JOUANNA, A. Historia y diccionario de guerras de religión, 1559–1598, Robert Laffont, colección "Bouquins", 1998
ORIA, Jon. Navarra es una colonia española y francesa, 1994
SAN MARTÍN, P J. Juana III de Albret (1528-1572).La fuerza de una mujer y la Biblia, 2003
SERRANO, B. Navarra. Las tramas de la historia, 2006
SORAUREN, M. Historia de Navarra, el Estado Vasco, 1999
URZAINQUI, T. Navarra Estado europeo, 2003
WIKIPEDIA. Juana III de Navarra, http://es.wikipedia.org/wiki/Juana_III_de_Navarra
2008/08/11
Iruinea, Agosto de 2008

Iñigo Saldise Alda
Arrano: Animal, símbolo y sentimiento
Soberanía de Navarra
El águila real (Aquila chrysaetos) es una de las aves de presa más extendida por el mundo y por lo tanto conocida por los pueblos que lo habitan. Debido a su vuelo, porte, fuerza y precisión impecable en la caza, está considerada como el ave más poderosa de la tierra, reina entre las de su especie. Las águilas reales son monógamas, es decir fieles a su pareja durante toda su vida, criando siempre en el mismo territorio, pero alternado cada año el lugar del nido.
Este poderoso ave rapáz, desde tiempos remotos, se ha identificado siempre como símbolo de grandes señores de la Tierra y del cielo, para convertirse después, en símbolo de guerreros, emperadores, reyes, dictadores, dioses, naciones, entre otros.
Por su asociación con dioses, el águila se ha convertido en la representación solar en forma de ave. Ejemplo de ello lo podemos encontrar en la cultura de la antigua Siria, donde el águila era identificado con el dios del Sol, pero también aparece en rituales de los nativos americanos, donde empleaban las plumas de este bello ave rapaz, par conseguir el poder del astro rey.
El águila representaba al dios griego Zeus, en la Biblia simboliza el poder de Dios y en el islamismo lo empleó como alegoría de la soberanía de Alá. En la India se asoció al águila con el dios Visnú, mientras que debido a la fuerza y el poder de esta majestuosa ave, dejó de ser un símbolo religioso y fue asociado a guerreros y emperadores en la antigua China. Por ello el águila apareció posteriormente en los estandartes aqueménidas persas y más tarde en los lábaros de las legiones del imperio romano y también el símbolo del Cesar.
De Roma pasó a Bizancio, donde la representación del águila comenzó a ser bicéfala. Carlomagno adoptó al águila bicéfala como símbolo para su Sacro Imperio Germánico. La caída de Constantinopla en 1453, provocó que varias casas reales de Europa oriental adoptaran el águila real bizantina como emblema, intentando con ello ser considerados los herederos del caído Imperio Romano de Oriente. Por esta razón, el águila bizantina fue también el emblema del Imperio Ruso, recuperado para el escudo de Rusia tras la desaparición de la URSS, e incluso hoy en día aparece en el centro de la bandera de Albania.
Los Habsburgo también adoptaron como distintivo el águila bicéfala. Algo que los navarros pudieron comprobar en las banderas de las tropas invasoras españolas de Carlos I de España y V de Alemania, en la batalla de Noain de año 1521, eso si, el águila real ya había pasado a ser imperial.
El águila de una sola cabeza volvió a ser utilizada como distintivo por Napoleón durante el efímero Primer Imperio Francés. Pero antes de eso, los padres de la independencia de los Estados Unidos, con el fin de hacer ver la llegada de un nuevo Imperio Americano, cogieron como escudo de su país un águila, pero no real, ya que fue sustituida por el águila de cabeza blanca, autóctona de América del Norte.
En cambio, el águila que aparece en la bandera nacional de México, no tiene nada que ver con las insignias imperiales europeas o incluso el origen de la estadounidense, sino que es heredera de la leyenda de los mexicas o aztecas, que nos habla de la fundación de Tenochtitlan, y por ello no aparece en pose heráldica sino devorando una serpiente.
Los nazis alemanes, encabezados por Adolf Hitler, también tomaron como símbolo un águila imperial de una sola cabeza que apoyaba sus garras sobre la esvástica. Tras la derrota del III Reich, la República Federal de Alemania mantuvo como escudo un águila real, diferente al imperial nazi, que se mantiene en la actualidad tras la unificación alemana.
Otro dictador, Francisco Franco, volvió a introducir el águila real en el estado español, rescatándolo del escudo de los reyes católicos, que lo añadieron al escudo español en el año 1496, tras el consentimiento de Alejandro VI. Éste águila que representa en la religión católica al aposto San Juan, fue suprimido después de que los españoles realizaran su constitución en el año 1978.
Algunos países islámicos como Egipto e Irak, han incluido la llamada águila de Al-Nāsir Salāh ad-Dīn Yūsuf ibn Ayyūb, más conocido en occidente como Saladino, emblema usado por este gran sultán musulmán, durante las Cruzadas del siglo XII. Este símbolo está asociado en la actualidad, a un movimiento denominado panarabista, que ambiciona lo que consiguió Saladino, es decir, retornar Jerusalén a manos de los musulmanes y unificar Oriente Próximo en un solo estado.
Los vasco(ne)s también hemos utilizado el símbolo de águila en nuestra historia. Tal vez el más conocido sea un águila negra, sello y escudo heráldico del rey de Navarra, Sancho VII el Fuerte. El águila también aparece en tumbas de familiares directos del rey navarro, e incluso en estelas funerarias que no tiene nada que ver con la familia real vascona.
En los últimos años, aparece un arrano beltza en una bandera amarilla, en actos realizados por un grupo fascista español, la falange. Los miembros fascistas de ese grupo, en su desconocimiento y manipulación de la historia del Estado vasco(n) de Navarra, atribuyen dicha bandera a Sancho III el Mayor, al cual la historiografía nacional española le atribuye erróneamente ser el primer emperador de España, negando parte de su propia historia con ello.
Realmente fue un independentista vasco(n), concretamente Telesforo Monzón, quien con una interpretación muy personal, crea la actual bandera del Arrano Beltza sobre fondo amarillo, el cual sustituye al tradicional color rojo de los vascones independientes o navarros. Esta bandera amarilla con el arrano beltza en el centro, ha calado muy hondo en el sentimiento del movimiento independentista vasco(n) y así la podemos encontrar en la mayoría de actos realizados por este pueblo, los cuales están encaminados para recuperar la independencia del Estado de Navarra.
2008/08/05
Iruinea, Agosto de 2008
Iñigo Saldise Alda
No son águilas, son buitres
Soberanía de Navarra
El pasado día 4 de agosto del año 2008, en el Diario de Navarra, apareció una carta al director titulada: No son galgos, son podencos la cual estaba firmada por el señor Rafael Doria. En dicho escrito le parecía penoso que se desplegara una bandera del Estado de Navarra en lo alto del monte Urgull, concretamente en el castillo de la Mota, un castillo construido en tiempos del rey navarro, Sancho III el Mayor.
A pesar de lo dice el señor Doria, realmente fue una iniciativa ciudadana navarra, concretamente promovida por habitantes de esa hermosa ciudad costera vasc(on)a, fundada con el fuero marítimo navarro que le otorgó otro gran rey de Navarra, Sancho VI el Sabio.
El señor Doria mezcla el tocino con la velocidad, ya que los ciudadanos navarros presentes en la izada de la bandera roja, como en el puesto informativo existente en el paseo de la Kontxa, o incluso en el acto con el que se concluyó la jornada en la denominada plaza de la constitución, tenían muy claro que la bandera colorada en lo alto del monte Urgull, es la bandera del Estado de Navarra.
El colocar nuestra bandera en el castillo de La Mota, no era un acto simbólico para recordar con ello la navarridad de Donostia exclusivamente, sino realmente era un acto más encaminado para volver alcanzar de nuevo, la soberanía plena de nuestro Estado, que es Navarra.
Recordemos que muchos navarros fueron expulsados en el año 1498 del Reino de Navarra, debido a las presiones extranjeras de los llamados reyes católicos, que amenazaban con una inminente invasión del Estado reducido de los navarros y todo porque eran de religión judía. Cuatro años después de la invasión y ocupación sufrida por los navarros en el año 1512, otros ciudadanos de Navarra, esta vez musulmanes, fueron expulsados de la tierra en la que crecieron y amaban con todo su ser, tras el asentamiento de la inquisición española en territorio navarro, una inquisición impuesta por un monarca español, conocido por los navarros como el Falsario.
La elección del día de Santiago matamoros, para izar nuestra bandera colorada, no fue hecha al azar. Se realiza precisamente el 25 de julio, por ser el día que eligió el jefe de las tropas invasoras españolas, el duque de Alba, para entrar y ocupar Iruñea, capital del Estado de Navarra.
En Donostia, todos los que estuvimos amparando la bandera roja y/o informando a los transeúntes en la Kontxa y/o cantando el himno nacional de Navarra, al son de la música de txistu, en la plaza anteriormente comentada, nos unía una sola cosa, la más sencilla de todas, el ser navarros.
Incluso estábamos bastantes que no creemos en ningún partido que se presente o lo intente, a las elecciones de los estados español y francés, porque nosotros somos navarros y hasta que no tengamos un Estado propio no creemos en el partidismos, ya sean de izquierdas, derechas o centro.
La falsedad española de unión voluntaria de la comarca navarra de Gipuzkoa, al reino de Castilla, está basada en la ocultación de la defensa llevada a cabo por los naturales del país contra el invasor castellano. Concretamente en esa villa costera de Navarra, la defensa fue llevada a cabo por Juan de Bidaurre, tenente o funcionario del Reino, en tiempos de Sancho VII el Fuerte.
La población donostiarra presentó una dura defensa contra el ataque de las tropas invasoras castellanas, que finalmente se apoderaron de la villa por la fuerza de las armas, al igual que de su puerto marítimo, el principal del Estado navarro de aquella época.
Para concluir, decirle a usted, señor Doria, y a los demás como vos, que el escudo del último rey navarro que tuvo Donostia, Sancho VII el Fuerte, era un águila. No conozco cual es su escudo personal si lo tiene, pero de tenerlo le recomiendo que le añada un buitre que lo abarque, como deben de tenerlo el resto de desertores como usted, que no solo reniegan de la condición política de navarro, sino que nos la niega a los que realmente queremos ser navarros.
Con ello, ustedes han pasado a formar parte de las filas de las fieras españolas y francesas que atacaron al Estado navarro y continúan ocupándolo, pero como meros animales carroñeros, acaparando los pocos despojos que os dejan e impidiendo junto a ellos, que los navarros volvamos a recuperar un Estado propio navarro y con ello alcanzar por fin, la libertad.
2008/08/02
Iruinea, Agosto de 2008
Iñigo Saldise Alda
Nuestro Estado, Navarra
Nabarralde, Estado Propio Navarro, Nabarrako Herritarren Ekhimena,...
Nosotros los vasco(ne)s de principios del siglo XXI, seguimos trabajando para recuperar la independencia, mediante la recuperación de un Estado propio, el cual ya existió en la historia Europa. Nuestro Estado estaba estructurado en forma de Reino, como todos los de la época, ni más ni menos, pero a su vez era diferente a todos ellos, manifestado en una división clara y concreta, entre las posesiones del Estado y del monarca.
Mientras el sistema feudal era el utilizado en el resto de Europa, en nuestro Estado, Navarra, existía la figura del tenente o funcionario, el cual podía ser destituido o cambiado de puesto a lo largo y ancho de todo el Reino, para beneficio del mismo. Además, no se nos olvide, el cargo no era hereditario.
Tras la victoria de la batalla de Orreaga en el año 778, los vasco(ne)s independientes o navarros, realizaron una organización política a semejanza de los demás estados europeos, y para ello eligieron un rey propio. El elegido en el año 824, fue Eneko Aritza, primer rey o jefe de gobierno de los navarros.
Con los años, las tradiciones se convirtieron en leyes, pasando a la posteridad con el nombre de Fueros. Unos Fueros que tuvieron que ser corroborados incluso por los invasores, para no se nos olvide, luego incumplirlos. Esos ocupantes eran castellanos o españoles. Esa fue su forma de asentar la ocupación, realizada por la fuerza de las armas durante siglos de invasiones que sufrieron, los diferentes territorios o comarcas pertenecientes al Estado propio de los vasco(ne)s.
Pero, unas de las muchas particularidades igualitarias existentes en la historia del Reino vasco(n), era que existían otros habitantes en el Reino vasco(n), no pertenecían al pueblo de los vasco(ne)s o autóctono de este país, a los cuales se les otorgaba los mismos derechos, mediante la extensión de nuevos Fueros, semejantes o mejores que el existente para los autóctonos del país, fundadores reales del Estado de Navarra.
Los monarcas del Reino vasco(n), entendieron el beneficio que ocasionaba al Estado de Navarra, la presencia e ínter actuación en el Reino, de otros pueblos diferente al vasco(n). Estos beneficios eran principalmente económicos y mercantiles, pero también aportaron nuevos adelantos en ingeniería, arquitectura, más la aportación de sus respectivas culturas.
Para más inri, algunos de estos pueblos, tuvieron que sufrir la represión por parte de algunos monarcas navarros. Algo debido realmente a la presión internacional, concretamente de los llamados reyes católicos. Este es el caso del pueblo navarro-judío, el cual tuvo que abandonar el Reino de Navarra en el año 1498, por mandato de Catalina I de Foix y Juan III de Albret. Un mandato debido a la amenaza de una inminente invasión del Estado navarro, proveniente del incipiente reino de España.
Tras la invasión y ocupación de la Navarra reducida, el pueblo navarro-musulmán se vio obligado a abandonar la tierra que quería y amaba, sucedió en el año 1516, tras varios siglos de cohabitación pacífica con el pueblo autóctono, el vasco(n). Esto fue debido a la legislación de la inquisición española, impuesta por el invasor, auténticos extranjeros en esta tierra.
Pero no solo el Estado vasco(n) es al sur del Pirineo. Al norte, pese a resistir nuestro Estado soberano durante un siglo más, sufrió la imposición francesa, con la cual nuestro pueblo y otros pertenecientes al mismo Estado, Navarra, sufrieron la total aniquilación de los estamentos propios, tras la llamada revolución francesa del año 1789.
Una aniquilación ya comenzada, realmente, tras el edicto de Luís XIII de Francia, en el cual anexionaba ilegítimamente el Reino de Navarra al reino de Francia, tras disolver las Cortes de Pau, tras una visita a la capital del Estado Pirenaico. Pese a todo ello, el monarca francés, también se auto tituló rey de Navarra.
En el año 1714, los reyes de Francia y de España, son de la familia, la Borbón. Durante las negociaciones que mantuvieron en el tratado de Utrecht, decidieron rewpartirse definitivamente los territorios pertenecientes al Estado Pirenaico de Navarra. Para Francia los territorios del norte del Pirineo y para España los del sur del mismo.
Pese a la imposición de la revolución francesa, los vasco(ne)s del norte del Pirineo continuaron buscando una vía para recuperar la independencia. Claro ejemplo de ello es el senador bayonés Garat, que en el año 1811, pondera la formación de un "Estado Nacional Vasco", eso si, bajo el mandato del emperador Napoleón Bonaparte, abarcando los territorios de ambos lados de los Pirineos, siendo su bandera y su escudo, los de Navarra, pero extrañamente el nombre elegido para dicho Estado, sería Nueva Fenicia.
Garat no es el primero en cambiar el nombre de nuestro Estado. Esto ya fue realizado por el Padre Larramendi (1690-1766) y sus seguidores, los cuales defendían el proyecto de las Provincias Unidas del Pirineo, expuesto en el Fuero, heredado del Reino de Navarra, todo hay que decirlo, existente en la pro-vinci de Gipuzkoa.
Es un sevillano de nacimiento, Serafín Olave, miembro de la Asociación Euskara y fundador del Partido Republicano Federal de Navarra, quien en el año 1883 recupera el nombre de nuestro Estado, como quedó patente tras la aprobación de la constitución de la República de Navarra, que estaba inspirada en los Fueros navarros y en las constituciones de otras repúblicas, como la del cantón de Valois, de Friburgo y de la Confederación Helvética, y teniendo como territorios, no solo las cinco merindades, sino también a las comarcas Vascongadas, La Rioja y las Tierras de Vascos, estas últimas en Ultrapuertos.
Los hermanos Arana, Luís y Sabino, fundan el partido nacionalista vasco en el año 1885. Un partido que interpreta un nacionalismo romántico, con un profundo sentimiento católico. Sus movimientos políticos van encaminados a conseguir la independencia de la pro-vinci de Bizkaia, en un principio, pero tras comprobar que los vascos no solo están en esa comarca, se inventan un nombre para el Estado vasco, Euzkadi, adecuando la que en un principio era la bandera bizkaitarra a los otros seis “territorios históricos” que conformarían dicho Estado.
El bilbaíno Anacleto Ortueta, intentó que el nacionalismo vasco asumiera de una vez por todas, que el Estado político de Vasconia es Nabarra y que no había que inventarse ningún nombre para un Estado propio, pues ya existía. Para ello participó activamente en la política del P.N.V., hasta fundar A.N.V. en el año 1930. Esto era debido no solo por unos motivos principales, los históricos, sino también por motivos políticos, facilitando así la recuperación de la libertad para el pueblo vasco(n), mediante la recuperación de la soberanía del Estado de Navarra.
Nuestro Estado, Navarra
Nabarralde, Estado Propio Navarro, Nabarrako Herritarren Ekhimena,...
Nosotros los vasco(ne)s de principios del siglo XXI, seguimos trabajando para recuperar la independencia, mediante la recuperación de un Estado propio, el cual ya existió en la historia Europa. Nuestro Estado estaba estructurado en forma de Reino, como todos los de la época, ni más ni menos, pero a su vez era diferente a todos ellos, manifestado en una división clara y concreta, entre las posesiones del Estado y del monarca.
Mientras el sistema feudal era el utilizado en el resto de Europa, en nuestro Estado, Navarra, existía la figura del tenente o funcionario, el cual podía ser destituido o cambiado de puesto a lo largo y ancho de todo el Reino, para beneficio del mismo. Además, no se nos olvide, el cargo no era hereditario.
Tras la victoria de la batalla de Orreaga en el año 778, los vasco(ne)s independientes o navarros, realizaron una organización política a semejanza de los demás estados europeos, y para ello eligieron un rey propio. El elegido en el año 824, fue Eneko Aritza, primer rey o jefe de gobierno de los navarros.
Con los años, las tradiciones se convirtieron en leyes, pasando a la posteridad con el nombre de Fueros. Unos Fueros que tuvieron que ser corroborados incluso por los invasores, para no se nos olvide, luego incumplirlos. Esos ocupantes eran castellanos o españoles. Esa fue su forma de asentar la ocupación, realizada por la fuerza de las armas durante siglos de invasiones que sufrieron, los diferentes territorios o comarcas pertenecientes al Estado propio de los vasco(ne)s.
Pero, unas de las muchas particularidades igualitarias existentes en la historia del Reino vasco(n), era que existían otros habitantes en el Reino vasco(n), no pertenecían al pueblo de los vasco(ne)s o autóctono de este país, a los cuales se les otorgaba los mismos derechos, mediante la extensión de nuevos Fueros, semejantes o mejores que el existente para los autóctonos del país, fundadores reales del Estado de Navarra.
Los monarcas del Reino vasco(n), entendieron el beneficio que ocasionaba al Estado de Navarra, la presencia e ínter actuación en el Reino, de otros pueblos diferente al vasco(n). Estos beneficios eran principalmente económicos y mercantiles, pero también aportaron nuevos adelantos en ingeniería, arquitectura, más la aportación de sus respectivas culturas.
Para más inri, algunos de estos pueblos, tuvieron que sufrir la represión por parte de algunos monarcas navarros. Algo debido realmente a la presión internacional, concretamente de los llamados reyes católicos. Este es el caso del pueblo navarro-judío, el cual tuvo que abandonar el Reino de Navarra en el año 1498, por mandato de Catalina I de Foix y Juan III de Albret. Un mandato debido a la amenaza de una inminente invasión del Estado navarro, proveniente del incipiente reino de España.
Tras la invasión y ocupación de la Navarra reducida, el pueblo navarro-musulmán se vio obligado a abandonar la tierra que quería y amaba, sucedió en el año 1516, tras varios siglos de cohabitación pacífica con el pueblo autóctono, el vasco(n). Esto fue debido a la legislación de la inquisición española, impuesta por el invasor, auténticos extranjeros en esta tierra.
Pero no solo el Estado vasco(n) es al sur del Pirineo. Al norte, pese a resistir nuestro Estado soberano durante un siglo más, sufrió la imposición francesa, con la cual nuestro pueblo y otros pertenecientes al mismo Estado, Navarra, sufrieron la total aniquilación de los estamentos propios, tras la llamada revolución francesa del año 1789.
Una aniquilación ya comenzada, realmente, tras el edicto de Luís XIII de Francia, en el cual anexionaba ilegítimamente el Reino de Navarra al reino de Francia, tras disolver las Cortes de Pau, tras una visita a la capital del Estado Pirenaico. Pese a todo ello, el monarca francés, también se auto tituló rey de Navarra.
En el año 1714, los reyes de Francia y de España, son de la familia, la Borbón. Durante las negociaciones que mantuvieron en el tratado de Utrecht, decidieron rewpartirse definitivamente los territorios pertenecientes al Estado Pirenaico de Navarra. Para Francia los territorios del norte del Pirineo y para España los del sur del mismo.
Pese a la imposición de la revolución francesa, los vasco(ne)s del norte del Pirineo continuaron buscando una vía para recuperar la independencia. Claro ejemplo de ello es el senador bayonés Garat, que en el año 1811, pondera la formación de un "Estado Nacional Vasco", eso si, bajo el mandato del emperador Napoleón Bonaparte, abarcando los territorios de ambos lados de los Pirineos, siendo su bandera y su escudo, los de Navarra, pero extrañamente el nombre elegido para dicho Estado, sería Nueva Fenicia.
Garat no es el primero en cambiar el nombre de nuestro Estado. Esto ya fue realizado por el Padre Larramendi (1690-1766) y sus seguidores, los cuales defendían el proyecto de las Provincias Unidas del Pirineo, expuesto en el Fuero, heredado del Reino de Navarra, todo hay que decirlo, existente en la pro-vinci de Gipuzkoa.
Es un sevillano de nacimiento, Serafín Olave, miembro de la Asociación Euskara y fundador del Partido Republicano Federal de Navarra, quien en el año 1883 recupera el nombre de nuestro Estado, como quedó patente tras la aprobación de la constitución de la República de Navarra, que estaba inspirada en los Fueros navarros y en las constituciones de otras repúblicas, como la del cantón de Valois, de Friburgo y de la Confederación Helvética, y teniendo como territorios, no solo las cinco merindades, sino también a las comarcas Vascongadas, La Rioja y las Tierras de Vascos, estas últimas en Ultrapuertos.
Los hermanos Arana, Luís y Sabino, fundan el partido nacionalista vasco en el año 1885. Un partido que interpreta un nacionalismo romántico, con un profundo sentimiento católico. Sus movimientos políticos van encaminados a conseguir la independencia de la pro-vinci de Bizkaia, en un principio, pero tras comprobar que los vascos no solo están en esa comarca, se inventan un nombre para el Estado vasco, Euzkadi, adecuando la que en un principio era la bandera bizkaitarra a los otros seis “territorios históricos” que conformarían dicho Estado.
El bilbaíno Anacleto Ortueta, intentó que el nacionalismo vasco asumiera de una vez por todas, que el Estado político de Vasconia es Nabarra y que no había que inventarse ningún nombre para un Estado propio, pues ya existía. Para ello participó activamente en la política del P.N.V., hasta fundar A.N.V. en el año 1930. Esto era debido no solo por unos motivos principales, los históricos, sino también por motivos políticos, facilitando así la recuperación de la libertad para el pueblo vasco(n), mediante la recuperación de la soberanía del Estado de Navarra.
2008/07/29
Iruinea, Julio de 2008
Iñigo Saldise Alda
Orreaga 778: baskoien nazioaren garaitza, eta nafar Estatuaren kimua
Berria
Munduaren historiako mugarri izan zen 778ko abuztuaren 15a. Orduan pairatu zuen Karlomagnoren Inperioaren edo frankoen armadak, garai hartako armadarik onenak, inoizko porrot bakarra; baskoien herriaren ekintza erabakigarria ere izan zen, ordea, bere askatasunaren zaintzaile arretatsua izaki, gerora Estatu subirano bihurtu zena nafar edo baskoi independente zeritzenentzat.
Iruñea, baskoien hiria, suntsitzeko agindu zuen Karlomagnok, musulmanen Zaragozako gotorlekua menderatu ezinean geratu zelarik. Zapalkuntza ekintza bat izan zen, nafarrek neutraltasunez jokatu zutelako frankoek Ebroren ibaiertzeko gotorleku musulmanen kontra hasitako ekintza militarrari aurre egiterakoan. Iruñearen aurkako ekintza militar hark inoiz izan ez bezalako batasuna ekarri zuen baskoien herrira, zeinean alde batera utzi baitzituzten elkarren sinesmenak eta erlijio desberdintasunak -askotarikoak izaki: kristaua, musulmana eta bertakoa edo paganoa-, eta guztiek elkar hartuta aurpegi eman baitzioten arerio komunari, frankoen armadari.
Estrategikoki, taktika ezin hobea erabili zuten baskoiek. Nafarren tropak, ongi antolatu eta Orreaga inguruko Astobizkar iraganbide naturalaren ingurumarian bildu ziren. Karolingiarren zalditeriaren gailentasunaz jakitun, etekina atera zioten inguruneaz zuten ezagutzari eta beste zenbait alderditan zuten gailentasunari -hala nola egun artilleriako erregimentua deritzonean, arma arinagoak baitzituzten, baina haienak bezain hilgarriak-; ezin hobeto gertatu zuten gudua eta, ezinbestean, nafarrek nabarmen garaitu zituzten frankoak.
Guduaren aurrekariak
Karlomagnok Franciacum gotorlekua eraiki zuen Bordele ondoan 769an, handixe sendotu nahi baitzuen gero Vasconiaren konkista. Baskoien buruzagi batek aurpegi eman zion aldi batean. Otsoa edo Lupo, dusx Vasconum, zeritzon baskoien buruzagi hark. Urte hartan bereganatu zuten frankoen tropek Pirinio iparraldeko Baskonia. Ez hala, ordea, mendilerroaren hegoaldeko Baskonia zatia, Karlomagnoren kronikari Eginardok honela idatzita jaso zuenez:
«Ohartarazirik, agindua bete ezean, gudu asmo erabatekoz sartuko zela Baskonian, eta ez zuela handik alde egingo, harik eta bere agindua bete arte. Erregeren mandatariek izututa, Lupok berehala entregatu zizkien Hunaldo eta bere emaztea, eta haien bidez hitzeman zien bere agindu oro betearaziko zuela.
Zinez... handitu egin zuen frankoen erresuma... Izan ere, lehen batean Galiako zati batera mugatzen zen, Rhin eta Loira ibaien eremura, Sartaldearen eta Balearretako itsasoaren artekora, eta Germaniako zati bateraino... Eta hark, aipaturiko gerra horiek zirela bitarteko, Akitania eta Baskonia, eta Pirinioetako goi mendiak batzea lortu zuen, Ebro ibaira arte, zeinak nafarren lurrean sortu eta Hispaniako lur ezin emankorretatik barrena joanda, Balearretako itsasoan isurtzen baititu bere urak, Tortosa hiriko harresipean; hurrena Italia osoa...»
Hurrengo, 778ko udan, Karlomagnoren tropak, Zaragozaraino iritsi ziren, behin Sulaiman Al Arabi valiarekin aliatu ostean; Ebro ibaiertzeko gotorlekua emango ziola hitzeman zion, frankoekin aliatu eta, hala, Kordobako kalifaldiarekiko independentzia lortzearen truke.
Baskoien aurkako inolako borroka ekintzarik egin gabe iragan ziren frankoen tropak nafarren lurretik; soldadu talde bat ere utzi zuen baskoien hiriburuan. Banu Kuasi-en edo Tutera inguruan kokaturiko baskoi musulmanduen aurka, baina, hainbat borroka izan zituzten.
Ondoren, Zaragoza hiriko ate aurrean agertu zen Karlomagno, zeina itxita aurkitu baitzuen Husain vali berriaren aginduz. Hiri musulmanaren setio luze batek ekar ziezazkiokeen eragozpenak kontuan harturik, eta saxoiek Rhin ibaian zehar egindako sarraldien berri jakinik, frankoen inperioko lurraldeetara itzularazi zituen tropak.
Sulaiman Al Arabi bahitu zuen eta harekin itzuli zen, Zaragozako musulmanen balizko erasoei aurre egin behar bazien ere. Karlomagnok hala agindurik, Iruñeko harresiak eraitsi zituen frankoen armadak, eta errauts bihurtzeraino suntsitu zuten nafarren hiriburua, ezin menderatuko zituen jakitun.
Orreagako gudua
Behin Nafarroako hiriburua suntsituta, iparralderantz jo zuten frankoek, Orreaga inguruko Astobizkar iraganbide naturalaren bila. Bitartean, nafarrak antolatzen hasi ziren. Baskoi guztiak deitu zituzten gerrara, ez soilik independentistak edo nafarrak, baita Pirinio iparraldeko baskoiak ere, aspaldi ez zuela hasi baitziren pairatzen frankoen inposizioa. Haiekin bat egin zuten Banu Kuasi edo baskoi musulmanduek ere.
Frankoen zalditeriaren gailentasunaz jabetuta, Pirinioetako Astobizkar iraganbidean kokatu ziren nafarrak. Estrategia bikaina eta borroka ahalmen izugarria baliatuta, frankoen armadako atzealdeari eraso zioten nafarrek Orreaga inguruan, 778ko abuztuaren 15ean; huraxe izan zen Karlomagnoren tropa ahaltsuek inoiz pairatu behar izan zuten porrot bakarra.
Frankoen armadaren atzealdeko ia soldadu guztiak hil zituzten nafarrek: besteak beste, Errolan, Bretainia eskualdeko kondea, eta haren bizigaiez jabetu ziren. Nafarren estrategia gailentasuna zela eta, frankoek ez zuten inolako aukerarik izan.
Garaitzaren ondorioak
Nafarrek borrokari eutsi zioten, frankoen eta kordobarren eragin bikoitzarekiko independente izateko. 800. urtetik aurrera, frankoen presentzia sendotu zen Pirinioetan, eta horrek liskarrak sortu zituen berriro ere nafar eta kordobarren artean.
Lurraldea kontrolatzeko borroka bizitu zen, harik eta azkenean Eneko Aritzak boterea bereganatu zuen arte 816. urtean, Banu Kuasien laguntzari esker. Iruñeko errege izendatu zuten nafarrek 824an, eta hor hasi zen baskoi independentisten edo nafarren Estatuaren historia.
Iñigo Saldise Alda
ORREAGA 778
Nabarrako Herritarren Ekhimena
Victoria de la nación vascona, germen del Estado navarro
El 15 de agosto del año 778, supuso para la historia mundial, no solo significó la única derrota del ejército carolingio o franco, el “mejor” existente en la época, sino un acto de determinación de un pueblo como el vascon, celoso de su libertad, que a la postre significo la creación de un Estado soberano para los denominados navarros o vascones independientes.
Carlomagno mandó arrasar la ciudad de los vascones, Iruñea, tras no poder rendir la plaza musulmana de Zaragoza. Acción represiva debida Todo debido a la neutralidad mostrada por los navarros, ante la acción militar emprendida por los francos, contra los musulmanes de la plaza a orillas del Ebro. Esta acción militar contra Iruñea, provocó una unidad jamás conocida hasta entonces entre el pueblo vascón, que dejaron a un lado sus creencias religiosas, que iban desde la cristiana, pasando por la musulmana y acabando por la propia o pagana, uniéndose todos ellos contra el enemigo común, el ejército franco.
La táctica desarrollada por los vascones fue perfecta, estratégicamente hablando. Las tropas navarras, bien organizadas, se reunieron en las proximidades del paso natural de Astorbizkar, cercano a Orreaga. Sabedores de la superioridad de la caballería carolingia, los vascones sacaron partida a su conocimiento del terreno y de la superioridad en otros aspectos existentes en un ejército, lo que actualmente llamaríamos regimientos de artillería, con un armamento más ligero, no por ello menos letal, disponiendo la batalla de forma perfecta, pues la victoria de los navarros fue irremediable por parte franca.
Antecedentes de la batalla
En el año 769, Carlomagno construyó junto a Burdeos la fortaleza de Franciacum, desde donde pretende afianzar la conquista de Vasconia. Pero un jefe vascón le hizo frente durante algún tiempo. Este jefe vascón era Otsoa o Lupo, dux Vasconum. Las tropas francas, consiguen ese mismo año controlar la Vasconia del norte del Pirineo, no en cambio así la Vasconia existente al sur de la cordillera, como dejó patente por escrito Eginardo, cronista del emperador Carlomagno, y que nos dice lo siguiente:
"Con la advertencia de que, si no se atenía a lo mandado, tuviera por cierto que penetraría por Vasconia en son de guerra y no se retiraría de ella hasta que se pudiese un término a su desobediencia. Aterrado Lupo por los emisarios del rey, entregó sin dilación a Hunaldo y su mujer, prometiendo sobre eso que ejecutaría cuando mandase".
"Amplió...ciertamente el reino de los Francos... Ya que, sin anteriormente este se limitaba a la parte de la Galia que se extiende entre el Rhin y el Loira, y el Pontiente y el mar baleárico, y parte de Germania..., él, mediante las guerras referidas, se anexionó Aquitania y Vasconia y toda la altura del monte Pirineo, y hasta el rio Ebro, el que naciendo en territorio de los Navarros y tras discurrir por los fertilísimos campos de Hispania, se derrama en el mar baleárico bajo las murallas de la ciudad de Tortosa; luego toda la Italia…".
Carlomagno en verano del año 778, comanda a sus tropas y se dirige a Zaragoza tras aliarse con el vali Sulayman Al-Arabi, el cual prometía entregar la plaza a orillas del Ebro, a cambio de conseguir la alianza con los francos y alcanzar así la independencia con respecto al califato de Córdoba.
Las tropas francas pasaron por la tierra de los navarros sin realizar ningún acto bélico contra los vascones, dejando incluso una guarnición en la capital vascona. Si en cambio, mantiene numerosos enfrentamientos con los Banu-Qasi, vascones musulmanizados asentados entorno a la ciudad de Tutera.
Tras ello se presenta a las puertas de ciudad de Zaragoza, las cuales encuentra cerradas por la orden del nuevo valí de Zaragoza, Husayn. Ante la complejidad de un largo asedio a la ciudad musulmana y las noticias de unas incursiones realizadas por los sajones a través del Rhin, ordena la vuelta de sus tropas a las tierras del imperio franco.
A su regreso con Sulayman Al Arabi como rehén ante posibles represalias provenientes de los musulmanes de Zaragoza, el ejército franco por mandato del mismísimo Carlomagno, destruye las murallas y reduce a las ruinas Iruñea, capital de los navarros, ante la imposibilidad manifiesta de someterlos.
La batalla de Orreaga
Las tropas francas, tras arrasar la ciudad de los navarros, toman rumbo al norte, buscando el paso natural de Astobiskar, cercano a Orreaga. Mientras los navarros comienzan a organizarse: El llamamiento a la guerra alcanza a todos los vascones, no solo a los independientes o navarros, sino también a los vascones del norte del Pirineo, que llevaban sufriendo desde hacía pocos años la imposición franca. También se les unen los vascones musulmanizados o Banu Qasi.
Ante la superioridad de la caballería franca, los navarros se sitúan en el paso pirenaico de Astobiskar. Los navarros atacan con una gran estrategia y un alto poder bélico, la retaguardia del ejército franco en las proximidades de Orreaga el 15 de agosto del año 778, asestando así la única derrota conocida a las poderosas tropas del emperador Carlomagno.
Los navarros matan a casi todos los componentes de la retaguardia franca, siendo el más conocido Roldán, conde de la marca de Bretaña, y se apoderan de sus víveres. Los francos no tuvieron ninguna opción de alcanzar la victoria, debido a la superioridad estratégica de los navarros.
Consecuencias de la victoria
Los navarros tras derrotar a los francos, prosiguieron en su lucha por mantener la independencia ante la doble influencia de francos y cordobeses. A partir del año 800, la presencia franca se hace más firme en el Pirineo, lo que provoca nuevos enfrentamientos entre navarros y francos.
La lucha por el control del territorio se hace intensa, hasta que finalmente Eneko Aritza, logra hacerse con el poder en el año 816, con el apoyo de los Banu-Qasi, siendo nombrado rey de Pamplona por los navarros en el año 824, arrancando en ese instante la historia del Estado de los vascones independientes o navarros.
2008/07/22
Iruinea, Julio de 2008

Iñigo Saldise Alda
Donostia, puerto navarro
Nabarrako Herritarren Ekhimena
En el año 1014, el rey navarro, Sancho III el Mayor, pone el monasterio de Donostia en manos del abad de Leire y obispo de Iruñea. Casi un siglo después, concretamente en el año 1101, otro monarca navarro, Pedro I, confirmaba dicho documento. Durante esos siglos, dicho monasterio se convierte no solo en centro espiritual, sino también administrativa ante la naciente vida social de la población navarra de la zona.
La carta fundacional para la villa de Donostia, es otorgada por el rey de Navarra, Sancho VI el Sabio en torno al año 1180, basándose en los fueros navarros de Jaca y Lizarra, siendo el fuero de Donostia, el fuero marítimo de Navarra. El núcleo de la población se sitúa a los pies del monte Urgull, convirtiéndose así en el principal puerto navarro, ante la imposibilidad de utilizar el otro puerto, el de Baiona, el cual se encontraba inutilizado por las arenas provenientes de las playas de Las Landas. Esto posibilitó que muchos armadores y comerciantes gascones de Baiona, se instalen en la villa de Donostia.
Sancho VII el Fuerte, ordena amurallar la villa donostiarra en el año 1194 y realizar nuevas defensas para el castillo de Santa Cruz de la Mota, situado en la posición estratégica y privilegiada en lo alto del monte Urgull, defensa natural de los navarros de la zona, desde los tiempos de Sancho III el Mayor.
Las tropas castellanas de Alfonso VIII, invaden la comarca navarra de Gipuzkoa en el año 1200. La defensa de la villa costera de Navarra, es realizada por el tenente o funcionario navarro, Juan de Bidaurre. La población de Donostia presenta una dura defensa a las tropas castellanas, que finalmente se apoderan de la villa, junto al principal puerto navarro.
Alfonso X de Castilla y León, mostrando un cierto arrepentimiento, permite la utilización por parte del reino de Navarra de su antiguo puerto situado en Donostia. Se cree que en el año 1245 ese rey de Castilla y León habría devuelto la hermosa villa costera, al rey de Navarra, Teobaldo II el Joven.
Carlos II de Navarra entra en el año 1350 en Gipuzkoa, con la ayuda del levantamiento de los leales a la soberanía navarra, siendo el señor de Oñate, Beltrán Belaz de Guevara, el más representativo de los mismos. Con ello, los vascos de la villa de Donostia recuperan la independencia, al formar de nuevo parte del Estado vasco(n) de Navarra, aunque fue por un corto espacio de tiempo.
A pesar de la larga imposición española, en la actualidad aún existen navarros en esa bella ciudad costera. La Sociedad Cultural Motako Gaztelua, nos han invitado al resto de navarros a acudir a un nuevo acto, el día 25 de Julio, con el que se continuará con la segunda Era navarra de Donostia, a la que realmente debemos, una vez más, asistir todos los navarros y navarras de la Navarra Plena.
BIBLIOGRAFÍA
CLAVERÍA, Carlos. Historia del Reino de Navarra, 1971
GARCÍA ARANCÓN, Mª Raquel. Teobaldo II de Navarra (1253-1270). Gobierno, Monarquía y R. Fin, 1985
JIMENO, José Mº. Historia de Navarra. Desde los orígenes hasta nuestros días, 1980
LACARRA, José Mª. Historia política del Reino de Navarra desde sus orígenes hasta su incorporación a Castilla, 1972
MEXIA, Fernando. Guía del Castillo de Santa Cruz de la Mota, 1963
MORET Y ALESON. Annales del Reyno de Navarra, 1980
NARBAITZ, Pierre. Navarra o cuando los vascos tenían reyes, 2007
OLAVIDE CARRERAS, Juan. San Sebastián: historia de sus fortificaciones, 1963
ORELLA UNZUE, José Luís. El fuero de San Sebastián y su entorno histórico, http://www.ingeba.euskalnet.net/liburua/donostia/43fuero/43fuero.htm
SADA, Asier y Javier. Historia de San Sebastián, 1999
SAGREDO, Iñaki. Navarra. Castillo que defendieron el Reino, Tomo III, 2007
SERRANO, Bixente. Navarra. Las tramas de la historia, 2006
SORAUREN, Mikel. Historia de Navarra, el Estado Vasco, 1999
URZAINQUI, Tomás y OLAIZOLA, Juan Mª. La Navarra marítima, 1998
Enlace de interés
http://www.nabarralde.com/orriak/eu/interesgarriak/int14.htm
http://www.nabarrakoherritarrenekhimena.blogspot.com
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