Restablecer memoria, recuperar soberanía
Iñigo Saldise Alda
Desde hace ya algunos años, el movimiento cultural vasco está encaminado a la recuperación de nuestra memoria política histórica, a la par de la lengua y la cultura, a pesar de las dificultades que plantean las instituciones actuales, herederas de la dictadura franquista, dificultades en principio económicas, que frenan el rápido avance de asociaciones y fundaciones, un avance que busca la divulgación de cuál debería ser nuestro Estado, una divulgación con la que se continúa haciendo camino, pasos lentos, pero seguros mirando hacia delante, sin retroceder. En definitiva: pasico a pasico.
La tarea es difícil y no solo por motivos económicos que limitan la información y divulgación, sino porque la propia memoria del ser humano es selectiva. Esta selección muchas veces nos es inconsciente. Tenemos ejemplos en nosotros mismos, por estereotipo en el recordar cómo era una población por la que pasábamos cuando íbamos a la playa o a recolectar setas a uno de nuestro valles o montañas, por aquella carretera anterior a la variante o autovía, donde veíamos las casas, la evolución demográfica y a los habitantes de esos bellos pueblos.
Aún es más difícil recordar cuál era el Estado que nos representaba ante Europa o el Mundo conocido en otros siglos. El desconocimiento de las continuas invasiones militares a lo largo de nuestra historia realizadas por muchos pueblos, la extensión territorial donde en un principio se asentaron nuestros antepasados… es algo que desconoce la inmensa mayoría de nuestra comunidad. Siendo promovida ésta por quienes nos someten, por el impedimento a acceder a muchos datos y documentos que ocultan. Por la negación continua de nuestra existencia a través de los años, de los siglos, a lo largo de la historia de la humanidad.
La negativa de ayudas y subvenciones es permanente por parte de las diferentes instituciones, tanto francesas como españolas, intentando frenar la información de nuestra historia, para impedir que conozcamos quiénes somos y cuál es nuestra Patria. Mantienen las divisiones que ocasionaron sus continuas agresiones militares, imponiendo sus leyes y su historia política, negando y ocultando la nuestra.
De la Vasconia histórica a lo que muchos consideran la Euskal Herria actual hay mucha diferencia. La más evidente es la del territorio que abarcan las gentes que hablaban el euskera. Pero el elemento principal de organización política que han tenido los vascones, término con el que se designaron los visigodos a nuestro pueblo, fue un Reino, primero con el nombre de Pamplona y después con el nombre de Nabarra.
El Reino de Nabarra fue la expresión política de los vasco(ne)s ante el resto de Europa. Ese Reino no sólo acogía a los vasco(ne)s, fundadores del mismo, sino que integraba otros pueblos o naciones, que también defendían dicho Estado, donde por los avatares de la historia se encontraban. Todos estos pueblos o naciones eran lo que ahora nosotros somos; eran sencillamente nabarros.
Lo que debemos hacer desde los medios que poseemos las diferentes asociaciones culturales es informar de cuál debería ser nuestro estatus político. Para ello tendremos que trabajar muchas veces con delicadeza, con pedagogía, tratando no herir los sentimientos de otros compatriotas, que desconocen que todos los vascos de esta parte de Europa somos nabarros.
Este desconocimiento de que los vascos son nabarros se debe a la labor propagandística de los Estados que nos someten. Existen entre nosotros opiniones que curiosamente se repiten, de unos lugares a otros, entre personas en principio no informadas, pero que coinciden. Algunos de nuestros compatriotas llegan a afirmar que consiguieron liberarse del yugo de los reyes nabarros. La verdad es que cayeron en el yugo de los reyes españoles, a causa de las invasiones militares de Castilla y la colaboración de funcionarios nabarros que facilitaron dichas agresiones; por supuesto, estos matices históricos desaparecen en la historia oficial del Reino de España. La poca presencia del euskara o lingua navarrorum en la actual Nabarra reducida y residual, hace pensar a algunos vascos que las autoridades nabarras (los reyes, se dice) no cuidaron su lengua. Lo cierto es que el primer libro en euskera lo mandó escribir una reina de Nabarra, de la Nabarra soberana del norte de los Pirineos.
Conociendo y difundiendo la historia de nuestro país, recuperaremos el término político para la palabra nabarro. Con ello sabremos que la soberanía de los vascos pasa por recuperar el Estado de Nabarra. Un Estado del siglo XXI, donde las monarquías están abocadas a su desaparición. Donde el pueblo coja las riendas de la economía, de la política, de la cultura y los idiomas... En nuestro caso, saber y reivindicar que somos nabarros y que nuestro Estado es Nabarra.







