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2013/04/29

¿Voluntaria? entrega

¿Voluntaria? entrega
Gasteiz, Fernando Sánchez Aranaz; Gasteiz-Nabarra
 
No se trata de un pacto entre los alaveses y el rey de Castilla sino de la renuncia a sus derechos jurisdiccionales de los señores en 1332
 
EL 'NEGOCIO' DE LOS SEÑORES ALAVESES CON CASTILLA
 
Para muchos vecinos de Vitoria-Gasteiz, la descripción de Voluntaria Entrega no pasa de ser el nombre de una calle de su ciudad, en el barrio de Lakua-Arriaga, que une la actual avenida de Portal de Foronda, con el núcleo de la antigua aldea de Arriaga, entre las calles paralelas de Árbol de Gernika y Juntas Generales. El nombre de esta calle se impuso en el momento de su apertura, cuando se inicia la construcción de estos polígonos de viviendas, allá por el año 1970, siendo alcalde de la ciudad Manuel Lejarreta Allende. Quien luego fuera presidente de la Diputación de Álava, entre 1972 y 1977, fue también procurador en las Cortes franquistas por el tercio municipal, desde 1967 hasta su autodisolución en 1977, y director general de Administración Local con el Gobierno de la Unión de Centro Democrático (UCD) del presidente Adolfo Suárez.
 
En aquel año, la capital alavesa tenía 136.873 habitantes, 85.000 más que en 1950 y 100.000 menos que en la actualidad. Lejarreta prologó en 1974 la obra del historiador Gonzalo Martínez Díez -sacerdote jesuita, catedrático de historia del derecho-, Álava Medieval, editada por la Diputación Foral de Álava. En dicho prólogo, el entonces diputado general comentaba cómo "se trata también en esta obra del origen y naturaleza jurídica de la Cofradía de Arriaga, su carácter señorial y los vínculos que unían a la ahora provincia de Álava con los reyes de Castilla, antes y después de 1332". El citado año es, precisamente, el de la Voluntaria Entrega.
 
Existe en el territorio histórico de Álava la idea, en sectores a menudo dispares, de que el citado hecho histórico es el pacto, real para algunos, ficticio para otros, por el que los alaveses pasarían a formar parte del reino de Castilla durante el año 1200. En otras palabras, se trataría de apuntalar la idea de que la incorporación de la provincia, así como del resto de los territorios occidentales del Reino de Navarra en aquella época, a Castilla, fue por pacto y no por conquista militar. En esto, como en tantas otras cosas, los opositores a esa idea han acogido los argumentos de sus adversarios. Resulta chocante observar como los defensores de la soberanía vasca, desde el carlismo al nacionalismo, han coincidido en hacer suya la versión histórica del enemigo, es decir, la unión pactada entre las provincias vascongadas y Castilla.
 
Sin embargo, es preciso reconocer que hay un nexo de relación entre los acontecimientos de 1200 -la conquista castellana de la parte occidental de Navarra, y los de 1332- y la entrega de sus derechos jurisdiccionales al rey de Castilla por parte de los señores alaveses, coaligados en la Cofradía de Arriaga. Esta contingencia reside en la continuidad de la rapacidad y actitud oligárquica de los señores alaveses, extensiva al resto de sus homónimos vascongados, quienes en 1200 traicionaron a su reino, el de Navarra, a cambio de la obtención de privilegios feudales en sus señoríos. Tal cosa era inviable en el Reino de Navarra, regido por el derecho pirenaico, sobre todo tras su reestructuración, a partir del reinado de Sancho VI, con la fundación de villas y el desarrollo del régimen de tenencias.
 
En suma, los señoríos navarros no eran hereditarios ni implicaban jurisdicción sobre el territorio, es decir, recaudación de impuestos, administración de justicia y servidumbre. En Navarra la jurisdicción pertenecía al Reino. No hay conquista ni anexión sin connivencia de algún sector dirigente de los conquistados con los conquistadores. Navarra no ha sido una excepción a esta regla.
 
La cofradía de Arriaga Tras la conquista y anexión del territorio de Álava por parte de Castilla, los señores alaveses, una vez feudalizados sus señoríos, se agruparon en la llamada Cofradía de Arriaga. Toda Álava quedó como tierra de señorío, restando como territorios de realengo los de las villas -Vitoria, Bernedo, Antoñana, Labraza, Arganzón y Treviño-, que ya lo eran con el rey de Navarra, villas que, por cierto, presentaron grandísima resistencia a su conquista por los castellanos.
 
La crónica de Alfonso XI, el rey castellano al que los señores alaveses hacen la Voluntaria Entrega, escrita durante el reinado de Enrique II de Trastámara (1369-1379), dice que "desque fue conquistada la tierra de Álava et tomada a los navarros, siempre ovo señorío apartado", de donde se deduce que antes no lo tenía. Tras la conquista, los señores alaveses se esfuerzan por demostrar su poderío frente al del rey castellano, agrupándose en la llamada Cofradía de Arriaga.
 
Aunque algunos se empeñen en ver en dicha institución señorial un trasunto de una supuesta independencia original de los alaveses, lo cierto es que no hay noticias de ella hasta 1258. Efectivamente, la Cofradía fue una creación de los señores alaveses tras la conquista castellana de 1200 para defender sus intereses. La prueba de su sumisión a la corona castellana está en que su máximo representante era siempre un personaje de la monarquía castellana como lo manifiesta la antedicha crónica. "Et a las veces tomaban por Señor alguno de los fijos de los Reyes, et a las veces al Señor de Vizcaya; et a las veces al de Lara, et a las veces al Señor de los Cameros".
 
Curiosamente, la Cofradía conserva la costumbre, heredada del derecho pirenaico, que ya tenía el antiguo condado de Álava, de elegir a su cabeza, aunque la elección en este caso se limite a los prohombres castellanos. Una vez conquistado y anexionado el territorio alavés, Alfonso VIII de Castilla mantiene los fueros navarros de las villas, como resulta lógico, pues quería tener capacidad de contrarrestar el poder de los señores, que él mismo les había otorgado para llevar a cabo la conquista. Sus sucesores van más allá, creando nuevas villas y, sobre todo, favoreciendo a Vitoria, que adquiere la centralidad política y económica del territorio histórico. Tanto es así que, en 1332, Vitoria se hace, mediante una sentencia arbitral, con cuarenta y un aldeas, las "aldeas nuevas", que completan el territorio de la Hermandad de Vitoria tal como la conoceremos posteriormente. La riqueza de una villa estribaba en su capacidad para recaudar tributos. Estos eran numerosos y, en su mayor parte, indirectos, como las alcabalas, que gravaban las operaciones de compra-venta que tenían lugar durante aquellos años. En esas circunstancias, los señores alaveses se dan cuenta de que su status nobiliario, que les privaba del ejercicio del comercio y del gobierno de las villas, era contraproducente para sus intereses.
 
Traslado a la capital Los representantes de los señores de la Cofradía de Arriaga se presentarán en Burgos ante el rey Alfonso XI, "Fijos-dalgo et labradores", lo que nos dice claramente cómo contraponían los intereses de la Álava señorial y rural a los de las villas mercantiles. La crónica informa de que "dixieron al Rey que le querían dar el señorío de toda la tierra de Álava". En los días siguientes el rey se trasladará a Vitoria y, en el campo de Arriaga, "do ellos acostumbran facer junta", hicieron entrega al rey de sus derechos jurisdiccionales. Esto y no otra cosa es la llamada Voluntaria Entrega. A cambio de renunciar a la jurisdicción, los señores alaveses conservaron sus privilegios fiscales y la propiedad de sus señoríos, lo que resultó para ellos un negocio redondo.
 
A continuación, muchos señores rurales se trasladarán a vivir a Vitoria. Son los Iruña, Maturana, Eskibel, Álava, Adurza, entre otros. La irrupción de estos nuevos habitantes hidalgos, agrupados en el bando de los Calleja, creó conflictos con los antiguos, burgueses o villanos, protegidos por los Ayala, quienes no eran estrictu sensu alaveses, por lo que no habían pertenecido a la Cofradía de Arriaga, que se materializarán en las llamadas Guerras de Bandos, pero ésa es ya otra historia.

2013/04/22

Las fronteras de Vasconia

Las fronteras de Vasconia
Fernando Sánchez Aranaz; Gasteiz-Nabarra
La arqueología desvela paso a paso que en Álava se estableció la frontera entre el reino visigodo de Hispania y el Ducado de Vasconia
 
La historiografía oficial ha defendido que esta tierra, Álava, cuando se extinguió el Imperio romano, quedó deshabitada para ser poblada luego por no sé sabe quiénes, gentes que constituirían una especie de república independiente que pactaría, unas veces con el Reino de León, otras con el de Navarra. Nada más lejos de la realidad. Ya lo decía en 1808 el académico de la historia Juan Antonio Llorente en su libro Noticias de las Tres Provincias Vascongadas, que es una recopilación comentada de documentación de los reinos de Navarra y Castilla del siglo XII, a propósito del tratado del 15 de abril de 1179, entre Sancho VI de Navarra y Alfonso VIII de Castilla. "Esta escritura cierra todas las puertas de la cavilación, y demuestra con evidencia que entre los estados de Castilla y Navarra no había otros intermedios, y por consiguiente ninguna de las tres repúblicas imaginarias del país vascongado".
 
En Álava, el trabajo de los arqueólogos demuestra la continuidad entre la población tardorromana y la altomedieval. Ahí están los hallazgos del basurero tardorromano de Heredia, publicados por Idoia Filloy; las excavaciones en los despoblados de Aistra y Zornostegi, realizadas por Juan Antonio Quirós y su equipo; los materiales encontrados en la colina de San Pelayo, en Alegría-Dulantzi, no suficientemente estudiados; la necrópolis de Aldaieta, en Langraitz Ganboa, ampliamente investigada por Agustín Azkarate; así como los recientes hallazgos de Miguel Loza y Javier Niso en San Martín de Dulantzi. Unido todo ello a los estudios acerca de la delimitación de un espacio de frontera militar entre Vasconia y la Hispania visigoda, llevados a cabo por Iñaki Martín Viso, Juan Plazaola y Aitzol Altuna, entre otros, estructura el panorama de una realidad histórica hasta hace poco escamoteada, cuando no negada.
 
Los vascones son un pueblo antiguo, cuyos integrantes que probablemente se llamaban a sí mismos eusko, fueron denominados uasci y ausci por los romanos, lo que originó las denominaciones gentilicias vascón y auskitano o aquitano, así como los nombres de las poblaciones de Auski, actual Auch, Euska/Oska (Huesca) o Viroueska (Briviesca), capital de los autrigones, entre otras. Es de resaltar que es en Aquitania donde se encuentran las manifestaciones escritas más antiguas de la lengua vasca o, por mejor decirlo, protovasca. Actualmente se considera que los distintos pueblos de esta área citados por los cronistas de la antigüedad, entre ellos, Sertorio, Crispo, Varrón, Plinio, Ptolomeo y Estrabón, pertenecían a un tronco común con influencias más o menos grandes de sus vecinos celtas. Todos ellos experimentaron bajo la administración de Roma un proceso aglutinador de cohesión.
 
La adaptación de estas informaciones de la antigüedad a circunstancias marcadas por el foralismo provocó que no se considerasen relacionados con los vascones más que a aquellos pueblos que encajaban en el marco geográfico de Euskal Herria, es decir, los territorios donde entonces, siglos XVIII-XIX, se hablaba la lengua vasca. Éstos serían los vascones propiamente dichos, los bárdulos, los caristios y los autrigones y los berones. Sin embargo, al margen de que algunos de estos pueblos rebasaban el mapa de Euskal Herria, debe considerarse como pertenecientes al mismo grupo que los vascones -el pirenaico occidental-, a otros pueblos, como los iaketani, los suessetani, los arenosi o los andosinos, así como los de la Novempopulania, es decir, los tarbelii, con capital en Akize/Aquae Tarbellicae/Dax, en las Landas, el Bearn y lo que llamamos Iparralde; los auscii, con capital en Elimberrum (Ilunberri)/Euska/Auch, en el actual departamento de Gers; los bigerrii, con capital en Turba/Tarbes, en Bigorra; los convenae, con capital en Lugdumum/Saint-Bertrand-de- Comminges, en la región de Comminges (Alto Garona); los consorani, en torno a Saint-Lizier, en la comarca del Couserans (Arièja); los lactorates, en torno a Lactura/Lectoure, que ocuparían las comarcas de Lomagne, al norte de Gers, y el Agénois; los elusatii, con capital en Elusa/Eauze, en el Bajo Armagnac; los vassei o vocates, con capital en Cossium/Bazas, en el sudeste de la Gironde; y los boii, con capital en Lamothe/Teich, en el País de Bug, en el suroeste de la Gironde. El emperador Diocleciano dividió a finales del siglo III la provincia de la Galia Aquitania en otras tres, Aquitania Primera, Aquitania Secunda y Novempopulania. Esta última se corresponde con la Gascogne, el actual nombre francés de la antigua Uasconia o Vasconia, Wasconia para los francos.
 
Antes de acabar el siglo V, ya había desaparecido el Imperio romano. El territorio europeo se dividía en múltiples estados, la mayoría originados por distintos pueblos germánicos, asentados sobre una base demográfica y administrativa romana. Hubo excepciones, la más notable, la Vasconia homogeneizada con el catalizador político de la romanidad, que una vez desaparecida la realidad imperial se constituyó como ducado en su territorio ancestral tras la expulsión de los germanos visigodos, quienes establecieron un reino en Hispania, de Aquitania en el año 507 por los francos merovingios y los vascones.
 
Tras la expulsión de los visigodos, el río Garona se constituyó como la frontera entre el Ducado de Vasconia y el reino de los francos merovingios. Sin embargo, por el sur la situación era diferente, ya que el nuevo reino visigodo de Hispania pretendía reconstruir los límites de las provincias romanas. Se oponían a esta pretensión los vascones. En suma, no sólo se enfrentaban dos pueblos, uno indígena y otro invasor, por el territorio y la soberanía, sino dos formas políticas contrapuestas, las representadas por el derecho pirenaico y el derecho germánico.
 
Los francos merovingios llamaron Wasconia al territorio de la antigua Novempopulania. Así figura en el mapa del Beato de Saint-Sever, copia del siglo XI de un original del siglo VIII. Las crónicas francas admiten que el territorio del Ducado de Vasconia comprendía no sólo la Novempopulania, sino también la Vasconia al sur de los Pirineos.
 
En el año 660 se habla de la unión de Vasconia y Aquitania con el gobierno de un duque llamado Félix, al que sucedería en 670 otro llamado Otsoa, Lupo en las crónicas latinas. El gobierno del duque Otsoa debió ser prolongado, ya que hasta el año 710 no hay noticias de un nuevo duque, de nombre Eudón, al parecer, hijo del primero. Las crónicas francas dicen que el duque vascón Eudón, nada más empezar su reinado, tuvo que defender la Vasconia transpirenaica del ataque del rey godo Roderico. Esta circunstancia coincide con las crónicas andalusís, donde se informa de que "cuando Roderico recibió noticia de la invasión [de los musulmanes], estaba en territorio de Pamplona luchando contra los vascones". Aquello aconteció en el año 711.
 
La frontera Hasta ese momento el ducado de Vasconia y el reino godo de Hispania habían mantenido una oscilante frontera militar, cuya retaguardia, según revela la arqueología, se determina por la presencia de necrópolis de claro carácter guerrero, relacionadas con tipologías aquitanas, que marcan una línea entre Buzaga (Elorz), Pamplona, San Pelayo (Alegría-Dulantzi), Aldaieta (Langraitz Ganboa), en la Llanada Alavesa, y Finaga, en Basauri (Bizkaia). Más al sur se encuentra una zona de complicada orografía, en la que abundan los eremitorios troglodíticos, que podría corresponder a una tierra de nadie, habitada por vascones pero sometida a las incursiones tanto visigóticas, primero, como astures y musulmanas más tarde. Juan Plazaola se pregunta (RIEV 45/2/2000), "¿habrá que pensar que eran precisamente esos eremitorios los que marcaban el limes que quisieron mantener y garantizar los vascones?".
 
Justamente en Alegría-Dulantzi, en el transcurso de unas excavaciones desarrolladas entre noviembre de 2009 y mayo de 2010, dirigidas por los arqueólogos Miguel Loza Uriarte y Javier Niso Lorenzo, se realizó el hallazgo de los restos de una gran edificación, datada entre los siglos VI y VII, con trazas de haber sufrido saqueos y arrasamientos posteriores. Este edificio sería contemporáneo de los yacimientos citados, perdurando como tal hasta finales del siglo VIII, época en que la Llanada fue objeto de ataques por parte del emirato de Córdoba, y siendo usado como almacén hasta el siglo X. Este hallazgo, en opinión de los arqueólogos, deja constancia de cómo "una vez más ha quedado claro que los habitantes de los pueblos históricos alaveses son la herencia directa de sus antepasados premedievales".
 
Cambio de tornas Carlos Martel, mayordomo de palacio del reino de Austrasia, acabó con la dinastía merovingia, ejerciendo ilegítimamente como rey de los francos, legando el poder a sus hijos Carlomán y Pipino a su muerte en 741. Antes, en 732, el emir de Córdoba, Abd-el-Rahman, pretendió la conquista de Vasconia-Aquitania y del reino franco. Eudón se vio obligado a pedir ayuda a Carlos Martel y ambos ejércitos vencieron a los musulmanes en las cercanías de Poitiers. A partir de ese momento, las relaciones de Vasconia con los francos fueron cada vez más difíciles, hasta que Carlomagno, hijo de Pipino, quien desde 747 era el único rey de los francos, rebasó el Garona en 769, venciendo al nuevo duque Hunaldo II. Carlomagno intentará también la conquista de la Vasconia surpirenaica, pero será vencido por los vascones en Orreaga en 778.
 
Los vascones se rebelaron contra los carolingios, una vez más, en 787, encabezados por el duque Adeleriko, pero fueron vencidos en 790. El nuevo rey franco, Ludovico Pío, intentará nuevamente conquistar la Vasconia transpirenaica, siendo derrotado otra vez por los vascones en Orreraga en 823. Esta victoria sería el detonante para la transformación de lo que quedaba del Ducado de Vasconia en reino, bajo el gobierno de Eneko Arista.
 
La crónica de Eginardo, titulada Vita Karoli Magni, escrita entre 829 y 836, describe los dominios de Carlomagno. "Él mismo [Carlomagno] en memorable guerra sometió primero a Aquitania y a Vasconia y todos los montes Pirineos y hasta el río Ebro, que nace junto a [las tierras de] los navarros". De lo que se deduce que los carolingios consideraban el área descrita como un todo, como un solo país que iba del Garona al Ebro y desde las fuentes de ese río, hasta las del otro en los montes Pirineos y, en segundo lugar, que los vascones rebeldes al poder carolingio, aglutinados en torno a la Iruña de Pamplona, se denominaban a sí mismos navarros.
 
La crónica de Alfonso III, redactada en la segunda mitad del siglo IX, pero que remite a los hechos del reinado de Alfonso I (739-757), informa de que "Álava, Bizkaia, Alaon (¿Ayala?) y Orduña, ocurre que están poseídas por los suyos, del mismo modo que Pamplona, Deio y la Berrueza". Junto a esa constatación de la independencia y la unidad de los vascones, queda en evidencia la constante presión del reino astur sobre Vasconia a lo largo de todo el siglo VIII, continuadora de la de los visigodos.
 
En resumen, no es posible entender la historia de las sucesivas entidades estatales navarras, reino de Pamplona, reino de Pamplona y Aragón, reino de Navarra y Corona de Navarra, sin remitirnos a la realidad previa del Ducado de Vasconia, tal como se desarrolla su historia entre los siglos VI y principios del IX.
 
Así lo entendía Ricardo Corazón de León, duque de Aquitania y rey de Inglaterra, cuando en su testamento, fechado en 1191, legaba a su esposa Berenguela, hija de Sancho VI y hermana de Sancho VII, reyes de Navarra, todas sus posesiones "en Vasconia más allá del Garona".

2013/04/16

La insuficiencia del nacionalismo lingüístico

La insuficiencia del nacionalismo lingüístico
Tomás Urzainqui Mina
 
“La polémica lingüística no va a servir en la política, no como un elemento central, y podemos encontrarnos ejemplos [en Europa] tanto al Oeste... como al Este.... Durante la Edad Media la lengua [fue] convertida en importante componente de la identidad, pero el criteri...o primario era el que se relacionaba con el estado y sus instituciones políticas” (según señala Miroslav Hroch “La naturalesa de la nació” p. 71). Es sobre todo a partir de 1.789 cuando los Estados jacobinos se revistieron de sus nacionalidades lingüísticas respectivas, y a continuación trataron de emularles ciertas naciones que habían visto sus propios Estados conquistados. Algunas vanguardias de estos últimos pensaron que lo correcto y más directo era desarrollar su correspondiente nacionalismo lingüístico, para hacer frente a la agresión lingüística del Estado conquistador que había tomado el aspecto de una nacionalidad cultural; cayendo en el error de ignorar que la contradicción principal es la de conquistador/conquistado, que su propio Estado se halla conquistado a manos del Estado conquistador dominante y que además supone la consecuente subordinación de la sociedad conquistada. Luego las ramas no dejan ver el bosque, quedándose en la superficie del espeso follaje cultural dominante que ahoga la cultura minorizada, sin ver el tronco de la conquista que es la causa de la subordinación y de la negación jurídico-política de todos los derechos de los conquistados, incluidos los lingüísticos.

 No es lo mismo favorecer y priorizar la recuperación y expansión del euskara -discriminación positiva- que sustentar sobre la misma lengua lo que no es de por sí propio de ella, como la liberación de la sociedad conquistada y subordinada. El nacionalismo cultural es propenso a descansar indebidamente sobre la lengua nacional el peso del movimiento patriótico, situando al idioma propio en el centro casi exclusivo de su actividad. “En este tipo de movimiento nacional “lingüístico” la lengua hacía una función sustitucional para expresar conflictos de intereses relevantes en el ámbito nacional” (Ob. cit. p. 101). Lo que ha originado un balance de resultados escasos y muy lento en la consecución de verdaderos objetivos políticos, como se deduce de la comparación y estudio entre los diferentes movimientos de emancipación nacional en la Europa de los dos últimos siglos.


 Siguen con el nacionalismo lingüístico, ocultando inconscientemente la existencia de la sociedad política diferenciada y subordinada. Sin tener en cuenta que la sociedad o ciudadanía política, que configura a la nación dominada, agrupa a todos los ciudadanos y ciudadanas, cuyos derechos individuales (civiles, políticos, sociales, económicos y culturales) solo pueden ser protegidos, garantizados, defendidos y regulados mediante el reconocimiento de los derechos colectivos, ahora también negados. Los derechos sólo los tienen los ciudadanos y ciudadanas que individual y colectivamente conseguirán su reconocimiento. Ciudadanas y ciudadanos, que poseen al euskara como lengua propia y nacional, y en ese sentido sí se puede hablar del derecho lingüístico de Euskal Herria. Es precisamente el hacer posible el ejercicio de todos los derechos, lo que hace imprescindible el ámbito colectivo de la sociedad subordinada, por haber sufrido la conquista y la continuada negación y suplantación de su soberanía. Por lo que la reivindicación de los derechos individuales pasa en este caso por la de los derechos colectivos a la soberanía e independencia. El tema fundamental es que se oculta o niega la existencia de una sociedad nacional conquistada por España y Francia. Pero, además de ese negacionismo externo, español y francés, encima nos hallamos también ante la sorpresa de que el mismo tiene una valiosa ayuda en un negacionismo interno, que le resulta a la sociedad dominada todavía más paralizante a la hora de poder reivindicar sus derechos.


 “La nación no se va a formar como una construcción de comunidades “inventadas” sin ningún pasado ni relacionada con ningún proceso previo. Más al contrario, va a resultar de un proceso de larga duración en la evolución de las relaciones étnicas, políticas, económicas, culturales y religiosas” (Ob. cit. p. 171). “Resulta evidente que la correlación entre el conflicto lingüístico y la formación de una nación no es común en todos los casos y, por consiguiente, en pocas ocasiones se puede considerar como una causa y una fuente directa” (Ob. cit. p. 69). “Una agitación mantenida bajo el estandarte exclusivo de la lengua..., no podía por sí misma mover los estratos populares de la nación hacia la causa patriótica” (Ob. cit. p. 24). “Ahora bien parece exagerado suponer que el significado simbólico de la lengua prevalece en general por encima del uso real” (Ob. cit. p. 99).


 Es más, la muy justificada voluntad de los miembros de la cultura minorizada, que pretende emular a la cultura dominante, puede convertirse inconscientemente, en la práctica, en un imperativo subordinador, por el que la sociedad verdaderamente dominada, queda en permanente relación de dependencia jerárquica, pues deja a un lado el necesario interés por ejercer el poder político, que así es monopolizado por los miembros de las elites de la nación conquistadora gobernante. Entonces las meras reivindicaciones lingüísticas por parte de la sociedad conquistada no amenazan el poder de los representantes políticos del Estado conquistador, estos pueden y usan dichas legítimas exigencias de la sociedad minorizada, manipulándolas para ajustarlas a sus propios intereses de poder. No obstante, en esa situación la lucha por el poder político, en el caso de haberla, se ve dificultada por la inevitable falta de confianza mutua entre la sociedad dominante y la dominada a la hora de participar en el poder político.

El balance libertador de las luchas nacionalistas vascas del postrero siglo es muy escaso -estatutos de autonomía y división territorial- si se compara con el referente de la existencia del Estado europeo propio, cuyo imborrable e irrefutado testimonio está vivo hoy en Europa. Único Estado el propio de Navarra que engloba, integra y garantiza la supervivencia de Euskal Herria. Romper y dilapidar el insustituible, e irreemplazable, acervo nacional de Navarra nos lleva a un callejón del que cada vez es más difícil encontrar la salida. Una solución a la minorización de nuestra lengua vasca no la hallaremos en un nacionalismo lingüístico que en la práctica no cuestiona la hegemonía política de los idiomas español y francés. Sólo desde la soberanía nacional y social, ejercida en el propio Estado de Navarra recuperado, podremos hacer frente definitivamente a la continua agresión, incluida la lingüística, de los dos estados conquistadores. Zenbat eta gehiago Nafarroa, orduan eta gehiago Euskal Herria.

Héroe olvidado

Héroe olvidado
 
La asociación Martin Ttipia, tenente de la vitoria navarra a finales de la primavera de 1199, busca reivindicar su figura. Agurain-Nabarra, Fernando Sánchez Aranaz.
 
Hace algunas fechas, DIARIO DE NOTICIAS DE ÁLAVA daba a conocer la presentación de una nueva asociación cultural, dedicada al estudio y la divulgación de la historia y el patrimonio de Álava, particularmente en su relación con la historia de Navarra. Esta asociación ha sido denominada por sus promotores como Martin Ttipia Kultur Elkartea y, lógicamente, la primera pregunta que surge es la del porqué de ese nombre. ¿Quién era Martin Ttipia?
 
Martin Ttipia era el tenente de Vitoria a finales de la primavera de 1199, cuando el rey de Castilla, Alfonso VIII, decidió violar los pactos firmados veinte años antes con el rey Sancho VI de Navarra, conocido por sus súbditos como El Sabio. Este rey había emprendido una labor de reconstrucción y de reorganización del reino, tras su elección en 1150 como sucesor de su padre, García V Ramírez. Este personaje había sido elegido rey por los navarros tras la división del reino pirenaico, debida a una conjura entre el conde de Barcelona, Ramón Berenguer, y el rey de Castilla, Alfonso VII, que eran cuñados, a la muerte sin descendencia de Alfonso I en 1134. Pero eso es otra historia.
 
Sancho VI, consciente de que la estabilidad del estado navarro pasaba por el control de la nobleza, dio fuero a distintas localidades, entre ellas, en 1181, la de Nova Victoria sobre la aldea de Gasteiz. Paralelamente distribuyó el territorio en tenencias, una de las cuales fue precisamente Vitoria. Esta organización del estado venía de lejos. El historiador Aitor Pescador, que ha realizado un estudio sobre este tema, afirma que aparece ya en la documentación del reinado de Sancho I Garcés, entre los años 905 y 925.
 
Así pues, las tenencias eran una especie de gobiernos comarcales, a cuyo frente estaban los tenentes, cuyo cargo no era ni vitalicio ni, mucho menos, hereditario. Eran funcionarios del estado. Antes el gobierno, concretamente en lo que se refiere a Álava, estaba en manos del Conde de Álava, un cargo que tampoco era hereditario, sino electivo, como corresponde al derecho pirenaico, por el que se regía el Reino. El último Conde de Álava fue Ioan López de Gebara, al que sucedió en 1177 Diego López, ya como tenente. La tenencia de Álava, que llegaba hasta la costa, fue luego subdividida en otras, creándose las de Zaitegi, Atxorrotz, Arluzea, Portilla y Vitoria, encomendada en 1181 a Pedro Ramírez.
 
Encontramos a Martin Ttipia como tenente de Vitoria en 1198. No se sabe mucho sobre él, su mismo apellido, Ttipia, el pequeño, parece más un apodo que un auténtico apellido. Al parecer era natural de Sangüesa y tras la toma de Vitoria fue tenente en Mendigorria, Azagra, Miranda de Arga y Milagro. Algunas fuentes lo sitúan también en Donibane Garazi. Lo cierto es que su nombre deja de aparecer en la documentación a partir de marzo de 1211.
 
el asedio de Vitoria El eximio historiador estellés José María Lacarra (1907-1987) relata los acontecimientos que condujeron a la caída de Vitoria y del resto de la Navarra occidental en 1200.
Antes, cabe que aclarar que en 1177 el rey de Inglaterra, Enrique II Plantagenet, emitió un Laudo Arbitral, después de escuchar las argumentaciones de los embajadores de los reinos de Navarra y de Castilla. Resulta oportuno resaltar que los embajadores navarros habían basado sus reclamaciones territoriales no en batallas ni en conquistas, como los castellanos, sino en la "fidelidad probada de sus moradores naturales".
 
El Laudo que, por naturaleza, era de obligado cumplimiento, no satisfizo a ninguna de las dos partes, pero sirvió para acordar un tratado posterior, en abril de 1179, en el que pueden leerse estas palabras: "Yo mismo, Alfonso, rey de Castilla, dejo a vos Sancho, rey de Navarra y a vuestros sucesores, Álava a perpetuidad para vuestro Reino, a saber, desde Itziar y desde Durango, dentro de las actuales [fronteras], exceptuando el castillo de Malvecín ,que pertenece al rey de Castilla; y también Zuvarrutia (Zuia) y Badaia, tal cual el agua cae hacia Navarra, excepto Morillas, que pertenece al rey de Castilla; y también a partir de ahí hasta Oka y desde Oka según divide el Zadorra hasta que desemboca en el Ebro". El original está en latín.
 
A pesar de todo ello, José María Lacarra cuenta que en la primavera de 1199 Alfonso VIII, rompiendo el pacto, remontó el valle del Zadorra y puso sitio a Vitoria. Mientras la villa resistía el cerco, los castellanos sometían a otras poblaciones de Álava y Gipuzkoa. El rey de Navarra, entonces Sancho VII el Fuerte, se trasladó a al-Andalus para pedir ayuda al sultán al-Nasir. Nueve meses después, en enero de 1200, los vitorianos no podían más y, con la mediación del arzobispo de Pamplona, llegaron a una tregua para poder entrevistarse con el rey Sancho VII, quien ante la imposibilidad de socorrerles, les dio permiso para capitular.
 
Otros autores sitúan la presencia de Sancho VII en al-Andalus e, incluso, en Marruecos, en el contexto de una alianza de ayuda mutua con el sultán, aunque otros creen que ofrecía su apoyo militar a cambio de caudales para las arcas de su Reino.
 
En la literatura
 
Estos acontecimientos han sido novelados por el escritor Pello Guerra en su obra Vitoria, asedio al Reino de Navarra. En ella, destaca el heroico papel desempeñado por el tenente Martin Ttipia y por todos los vitorianos, resaltando que su resistencia, durante nueve meses, al mayor ejército de la península Ibérica supuso una impresionante demostración de lealtad hacia el Reino de Navarra.
 
A Pello Guerra, por ejemplo, le causa asombro que esa muestra de heroísmo sea olvidada de forma tan sistemática, ya que, en sus palabras, "por una parte, recuerda el titánico esfuerzo de los vitorianos por seguir siendo navarros y, por otra, pone en evidencia de una manera dramática que hubo una conquista a sangre y fuego por parte de Castilla".
 
Otro escritor, Javier Díaz Húder hace a Martin Ttipia protagonista de su novela, Un rey de extraña nación, en la que le sitúa hacia el año 1215 en la corte del duque Teobaldo de Champagne, en el contexto de la cruzada contra los cátaros y la sucesión del reino de Navarra. En este libro se insinúa una desavenencia de Martin Ttipia con su rey Sancho VII, en el sentido de que éste no habría querido auxiliar a los vitorianos. Tanto la documentación existente acerca de la postura del rey ante la invasión castellana, así como el hecho de que tras la toma de Vitoria fuese nombrado tenente en otros lugares, desmienten esa versión.
 
Como puede comprobarse, la información acerca de Martin Ttipia no es abundante. Por ello, la asociación que lleva su nombre se ha propuesto como objetivo la investigación sobre este personaje. No sólo eso, sino que además consideran que Vitoria-Gasteiz está en deuda con él, por lo que mantienen el propósito de plantear al ayuntamiento de la ciudad la dedicatoria de algún entorno en la antigua Villa Suso, la villa navarra de Nova Victoria, a su memoria.

2013/04/10

Aberri Eguna: Orreaga Abuztuaren 15a

Aberri Eguna: Orreaga Abuztuaren 15a - Roncesvalles 15 de Agosto

 
 "Se debería de fijar en un día que se celebra la victoria de Vasconia. En mi opinión, una fecha así, histórica en Vasconia, ha sido el 15 de Agosto, donde los vascos reventaron el ejército de Francia en Roncesvalles. Esta victoria de los vascos se conoce en todo el mundo. Y así, en vez de estar lloriqueando por la muerte y resurrecc...ión de un dios extranjero, los vascos antes de que a su pueblo viniese un Dios extranjero, podrían celebrar las acciones principales y conocidas que en su Historia han realizado. Tal como los flamencos tienen su día nacional la celebración de la victoria de "la batalla de las espuelas de oro" contra los franceses en Kortijk y los patriotas alemanes tienen el día nacional el día que los germanos bajo la dirección del jefe Arminius destruyeron las legiones de Varus." F. C. Krutwig Sagredo

"Euskalherriaren garhaipen historiko bat hospatzen den egun batetan finkatu behar lizateke. Neure aburuz hunelako fetxa historikoa Euskalherrian, Orstaroaren (Abuztuaren) 15/a izan da, noiz euskaldunek Frantziaren harmada Orreagan suntsitu bait zuten. Euskaldunen viktoria hau mundu osoan ezagutzen da. Eta hunela kanpotar iainko baten heriotza ta phizteaz xinta-mintaka egoitearen ordez, euskaldunek, beren herrirat kanpotar iainko hori ethorri baino lehen, beren Historian iaraietsi duten ekhintza nabusiena ta ezagutuena hospa lezakete. Hunen araura flamenkoek bere nazional jaiaz, Kortijken frantsesen kontra irabazi zuten "urrhezko ezporen bataila" hospatzen dute, eta Alemaniko patriotek beren nazional jaia bezala germanoek Arminius buruzagiaren manupean Varusen legioneak deuseztu zituzten eguna dute."  F. C. Krutwig Sagredo


 

 Aberri-Egunaren erran-nahia orain eta lehen

1. Izakaria

1936/ko gerlaren aintzinean, PNV/k euskal jai nazional bat organizatzeko asmoaz, bere izpiritu klerikalaz, Jahve-iainkoaren Jesu Khristo alegia-semearen pasionean pentsatzen zuela, Pazko iudu-iai zaharraren fetxa hautatu zuen. Hunela ere, Syrian eta bertze lurralde asiatikoetan sorthu mytho massokhistak euskal politikan sar-araziak ziren. Hortakotz erraz enthelega diteken nola bertze herrietan ia bethi herriaren verthute militariak pizteko eta hospatzeko diren nazional-jaiak, Euskalherrian massokhismuaren haziaz sorthu zen Erlisionearen eta Politikaren nahasmendua, herri primitivuetan ekhandua izaiten ohi da, bainan batera-ioaite hau bethi kultu ethnikoez egiten den bitartean "euzko" aberzaleek batera ioaite hau Euskalherria menperatzailea bezala ethorri zen kultu iuduaz egina zen. Halakotz, egiazko euskal tradizionean bethi ikhus genezakean nola euskal buruzagi autentikoek kanpotar kultu semitikoa sartu zenetik, bethi erlisione ta politikaren artean oso berezgo garbia egiten ohi zuten. Bainan Euskalherrian bigarren Karlotar gerla danik sartu ziren espainolkeria, ta klerikalismo errotikako espainola ere, geroagoko euskal Politikan agertzekoak ziren, Hunela ere PNV./aren slogan klerikala enthelega behar dugu, "Nosotros para Euzkadi y Euzkadi para Dios" erraiten zutena. Horrela ere Aita Iberok bere "Ami Vascoan" ethorkizuneko linea politiko bat argi-ta-garbi finkatzen zuen, euskal Politikak Vatikaneko linea politikoaren araura ioan behar zuela pentsatzen bait zuen. Bainan Euskalherria bezala, menperatuta dagoen herri batek, bere egokera sozio-politikoaz konszientzia hartzen duen guztietan, Vatikanu bezalako erakunde mundutiar batez, hau da: bere politika menperatzaileen interessen anzora agitzen dituen systema ideologikoaz, konfliktuan sartzen da. Gerlaren aintzinean euskal "jelkideen" mentalitate klerikalean enthelega, bai eta batzuetan ere desenkusa, dezakegunak ez diroke eduk ethorkizunik egokera osasuntsu batetan.

Lehen-lehenik zergatik Pazko eguna? Giristinoentzat Pazko-iaiak ez zuen phesta hunek iuduetan zedukan signifikantza politikorik. Iuduen mythologian Iahve-iainkoak bere herria, Pharaonen menpetzatiko iaregintza hospatzen zen. Huni aitzi, giristino guztiek egun huntan, orain hospatu nahi lukete nola beren iainko-semea den Jesu Khristok bere heriotz violenta massokhistaki bere iainko-aita sadikoari, Gizarte guztiaren redempzionearen gurariaz, eskaintzen dioen. Hunelako sentimendu perversoak eta izpiritu bihurriak Asia Hurbilean eta bertze lekhuetan ere izanik dira, bainan, ala Jainko! Politikatik at utzi behar genituzke mundu moderno batetan. Hunela ere "Aberri"-egunak bere baitan masokhismuaren hazia eramaiten zuen, eta euskal Politikan sar-arazi.

1937/an euskal tropak Españaren kontrako gerlan derrotatuak zirenean, Zumalakarregik Xahoren liburuan egiten zuenaren orde, hau da zanpatzailearen kontra gorrotoa phredikatzearen orde, "Iahve-iainkoari, Munduak egiten zituen pekatu guztiak xahutzeko, Euskalherriak sufritzen zuen pairamendua", irantzi gixaskilen gogoaz, eskaintzen zerauzkioten. Massokhismoaren massokhismoa ta guztia massokhismoa! Irantzien vizioak verthuteak bilhakarazten!

"Aberri" egunaren berpiztea, 1963/n Itxasuan gerthatu zen, Iphar-Euskalherrian sortzen zen "Enbata" izeneko taldearen lehen bilkurean. Berpizte huntan ere ba dadukagu "genus loci" delakoaren ondorioa. Ipharraldeko euskaldunek "ekhaitz" bat sortzearen orde, "enbata" gozo bat baizik ez bait zuten phizten. Bainan Hegoaldeko Euskalherrian, lehenago zurezko ezpataz antholatzen ziren gudulari folkloristen maskaraden orde... eta batez ere euzko politikari zaharren elhe-melhezko iarkitzaren, erresistentzia verbalaren orde, gazte batzu bertze moduetako iarkitzaren, pentsatzen hasi ziren, hortakotz ere euzkotarreroen politika vascongadoaren orde, gathazkalarien nazional politika batetan pentsatzen zuten euskaldun batzuek. Eta baldin Euskalherriko nazional batasunaren erakhustekotz, zubi batez bildurik eta muga antinatural batez bereizirik dagozen Hendaia ta Irun-Irantzu hiri biritsietan euskal batasunaren Aberri-eguna aphailatzen ba zen, Politika vascongadoaren iarraitunek bertze lekhu batetan beren phesta anti-nazionala aphailatzen zuten.

Bigarren epokhan huntako "aberri" egunen importantzia zertan zetzan batez ere? Urthean behin organizatzen ziren giza-oldeen mobilizakuneak ziren... Dena dela, urthean behin izanagatik, ba zegoen hobeki ta urthean behin lehenago ethorten ohi zen "Gaboneko" messaddea baino gehixeago zen, batez ere hunekin euskal iarkitzaren izpiritu berria hedatzenago zatekean.

Francoren heriotza danik orain, frankismo berri bat sorthu da, frankismo kamuflatua alegia, UCD-aren izenaz. Hunelako egokeraren aintzinean zer egin? Berriro elhe-melhezko iarkitzari itzuliko dire euzko politikari kalakazaleak-a? Ala Madrileko Gubernuaren fedetzarra ikhusten eta nabari den bitartean bertzelako methoduei euskal gathazkalariak iarraikiko zaizte?

Bainan nola gauza guztietan beharrezkoena dena "izpiritua" bait da, halatan ere euskal gathazkan garhaitzeko gogoak, massokhistez bertze prinzipiotan bere phutza hartu behar luke; gathazkalari herri maskulinetan gerthatzen ohi den araura, euskaldunek ere, beren nazional-jaia... Euskalherriaren garhaipen historiko bat hospatzen den egun batetan finkatu behar lizateke. Neure aburuz hunelako fetxa historikoa Euskalherrian, Orstaroaren 15/a izan da, noiz euskaldunek Frantziaren harmada Orreagan suntsitu bait zuten. Euskaldunen viktoria hau mundu osoan ezagutzen da. Eta hunela kanpotar iainko baten heriotza ta phizteaz xinta-mintaka egoitearen ordez, euskaldunek, beren herrirat kanpotar iainko hori ethorri baino lehen, beren Historian iaraietsi duten ekhintza nabusiena ta ezagutuena hospa lezakete. Hunen araura flamenkoek bere nazional jaiaz, Kortijken frantsesen kontra irabazi zuten "urrhezko ezporen bataila" hospatzen dute, eta Alemaniko patriotek beren nazional jaia bezala germanoek Arminius buruzagiaren manupean Varusen legioneak deuseztu zituzten eguna dute.

2. Politika ta hizkuntza

Orain, "Aberri" egun delakoa, Euskalherriaren etsaiek berentzat rekuperatzen dutelarik, hiltzen denean, PNV/ganik UCD/gana iragaiten delarik... eta gure aburuz egiazko Euskalherriaren nazional jaia hospatzekotz bertze egite historiko bat bilhatu behar dela pentsatzen bait dugu; halatan ere, jai hunen izena egian errotikako euskaraz denz hauteman behar genduke. Lehen lehenik "aberri" hitza "patria" delakoa ahal da? Euskal garbizaleek, beren kultura españolaz, euskarazko hitzak eratu nahi zituzten guztietan, pentsatzeko kriterion bat baizik ez bait zuten, halatan ere kanpoko janzkiaz "euzkerazkoa" zen hitz garbia, bere barnako egituretan bethi español ziren hitzak ekhoizten zituzten. Inglesez ez dago "patria" graikarazko elhearen hitzez-hitzezko itzulpenik. Graikaraz patria (patriá) h itzak erran nahi zuen zera zen: familia, leinu, hatz, ias, ethorki. Hortakotz, sentzuan: gurasoen ganik semeak gana ethorten den gauza, belhaunez-belhaun observatzen den ohidura da. Haren adjektivua patrioj (patrios) zen. Beraz... euskaraz "patria" erraiteko zentzuan aski da: herria... edo zigurtatzenago delarik: sortherria.

Euskarazko "herri" hitza, hitz biziduna bait da... mytho batetaz bethea dago, ezen hitz bizi guztiak bethi nahi-eta-ez mythozkoa bait dira, eta mythorik ez dutenetan bethi hilak bait dira. Hunelako hitz mythiko baten aurkhaz-aurk hitz logiko batek... materializatu kontenutu bat daduka... ezin-aldatuzkoa,... bainan nola bizia aldakuntzetan bait datza, halatan ere... jakintzazko hitzak bethi momiak dira:... momiek dudarik gabe aldatzeke mendez-mende irauten dute,... bainan bizigabeak dira.

Euskaraz "Euskalherria" diogunean,... euskaraz mintzo den giza-hatz bizi batetan pentsatzen dugu... Beraz euskaldunen iasa, "herri" bat direla erraiten dugunean, Itsasaldeko Europa zaharrean: "arraza", —eta terminologi berrian: "ethnia"—, erraiten den zeran pentsatzen dugu... eta "herria" gure begien aintzinean bizirik dagoen zera da. Zera hunek, gorphutz bizi bat bait da, bere burua bai ba daduka, german hizkuntzetan "volk, folk" hitzarekin gerthatzen den araura, eta hizkuntza romanikoetan gerthatzen ez den araura, zeinetan "populus, peuple, pueblo, popolo... eta." erraiten den guztietan bethi, politiko gizarte systema baten gizateli beheraz, gizartearen buruzagiei aurkaz-aurk, kulturgabeak kulturdunei aurkaz-aurk, pentsatzen bait da. Beraz herria, "nazioneari" hurbil dagokion hitza da, graikarazko eqnoj (ethnos) hitzari hurbil ere bai; bainan "populua" "statu" hitzaren askazigoari hurbil dagokio, graikarazko dhmoj (dêmos) hitzari bezala.

Eta nola herri guztiak, herri biziak bethi mythoan bizi bait dira, halatan ere herrien nazional jaiez bethi bataila mythikoetan pentsatzen da... eta herri batek bere jaregintza ardietsi duenean, herriaren statugintzaren eguna, herriaren askatasunaren proklamakuntza hospatzen du.

Statu gabe bizi diren herri menperatuek bai ba dute iazargo bat... eta iazargo hau, Maok ere, ongi ikhusi zuen bezala... ez da herriaren barnako iazargorik, baizik eta menperatzailearen kontrako iazargoa. Hunen araura iai mythiko baten bidez symbolizatzen dena ait litz... helburua!, menperatu klassietan, "sozialismua" ere, hunelako helburua den bezala. Herriak bere askatasuna ardietsi duen mementuan danik... helburu hori ez da aldatzen bainan egikortasun berri batetan fitsatzen da: statuaren egikortasunean. Herri guztiarentzat dudarik gabe "statuaren" lortzea... oso harma importanta da... herriak bere izpiritua dadukan ber.

Hunela Statuarekin nahiz Statuarengabe... herri batbederak bere buruari daronsan mytho bat daduka... Mytho huntaz, helburu bat aurkezten da... eta bethi egunoroko egikortasunenean egon gabe... mytho nazionalak ethorkizunaren kreatzaileak dira... ezen izaikari oro... egikortasunean egon baino lehen gizonen izpirituetan bait dago... Herrien ethorkizuna... mythodun gizonen bidez eratzen dira... eta mythorik ez dutenak... bizkarroiak baizik ez bait dira. Hortakotz euskal nazional jaia bezala egun bat mythiko kontenutuaz haukeratu behar dugu, lizen gure ethorkizuneko egia.

F. C. Krutwig Sagredo

TESTAR A LA NABARRA

TESTAR A LA NABARRA
Aitzol Altuna Enzunza, Galdakao-Nabarra

Ley española 1/1973, compilatoria del derecho sucesorio del Estado baskón de Nabarra, aún vigente en Alta Navarra:

LEY 1. Compilación. Esta Compilación del Derecho privado foral, o Fuero Nuevo de Navarra, recoge el vigente Derecho civil del antiguo Reino, conforme a la tradición y a la observancia práctica de sus costumbres, fueros y leyes.
LEY 2. Prela...ción de fuentes. En Navarra la prelación de fuentes de Derecho es la siguiente:
1. La costumbre.
2. Las leyes de la presente Compilación.
3. Los principios generales del Derecho navarro.
4. El Derecho supletorio (el Código Civil español).
LEY 3. Costumbre:
La costumbre que no se oponga a la moral o al orden público, aunque sea contra ley, prevalece sobre el Derecho escrito. La costumbre local tiene preferencia respecto a la general.
La costumbre que no sea notoria deberá ser alegada y probada ante los Tribunales ”.

El Fuero familiar nabarro es muy rico y extenso, como peculiaridad propia más destacada frente al Derecho Romano que se aplicaba en el reino de Castilla y está vigente hoy en día en el reino de España o la República de Francia, es la no-división de la herencia, pudiendo elegir el padre y la madre a qué hijo o hija dejarle el mayorazgo (e incluso a una tercera persona), lo que se denomina “testar a la nabarra”.

Según Julio Caro Baroja, en el Fuero nabarro había libertad de testar y las mujeres tenían el mismo derecho a heredar que los hombres a diferencia del Derecho Romano . El ilustre antropólogo español lo explicaba así en su libro “Ser o no ser Vasco”: “la ley de estricta primogenitura o la de libre elección de heredero por parte de los padres se explican porque en cualquier caso el mayor de los hermano, o uno de ellos, sea hombre o mujer, está en situación de regentar la casa y hacienda, pues las mujeres y los hombres trabajan de modo análogo.”

La indivisibilidad del caserío era un elemento incardinado dentro de una visión mucho más global de la familia y de la vida. La baionesa Maite Lafourcade (1934), licenciada en Derecho por la Universidad de Burdeos : “El centro de la sociedad era la casa y la concepción era colectiva; no conocían la propiedad privada como nosotros actualmente o como la reconoce el Derecho Romano. En realidad, el Derecho Romano no había penetrado en el País Vasco. La propiedad era siempre colectiva. Existían tierras no cultivadas que eran propiedad de todos los habitantes de la comunidad. El patrimonio familiar era propiedad de toda la familia, no de un sólo hombre. Por eso era inalienable -no se podía vender-, e indivisible -no se podía partir-. Pero para la gestión y la transmisión a la generación siguiente se necesitaba un responsable, un régent [regente habilitado para administrar], y aquí en Iparralde el regente era el primer hijo o hija de la familia, no había ningún tipo de distinción entre el hombre y la mujer. Por eso los contratos matrimoniales son muy importantes (…).

(El baserri o caserío ) era el centro de todo, tanto en el derecho privado como en el público también porque había una democracia total (el voto por “fuegos” o casas de las Juntas Vecinales y Juntas Generales). El poder pertenecía a las casas y a sus representantes, a los que se llamaba «maestros». Ellos eran los que tenían el poder de decidir. No había un único poder. No había nobles ni clérigos en las asambleas; sólo los maestros de las casas.

Aquí había un tipo de igualdad entre las dos parejas que habitaban la casa: la pareja de los padres y la pareja del hijo casado; se llamaba la «co-señoría», y sus señores se llamaban en las actas «maestros viejos» y «maestros jóvenes». Había igualdad total. La patria potestad romana, -la autoridad del padre-, no penetró hasta la Revolución Francesa (1789)”.

Origen del Fuero de “testar a la nabarra”

El historiador español Luis Javier Fortún y Pérez de Ciriza en su libro “Sancho VII El Fuerte” (Colección Reyes de Navarra), sitúa el derecho del primogénito a heredar todo el patrimonio familiar en la Edad Bajo Medieval, entre los siglos XI-XII. Alberto Santana en el libro “Baserria” (“Colección Bertan” de la Diputación Foral de Gipuzkoa) da la misma fecha y comenta al respecto: “Desde que en los siglos XII-XIII comenzaron a fundarse los primeros caseríos familiares se había instituido la tradición de seleccionar a uno solo de los hijos para que sucediera al padre al frente de la explotación agrícola, desheredando al resto de los hermanos. Sobre esta base de herencia indivisible, que protegía la viabilidad económica de la casa por encima del bienestar individual de sus ocupantes, se formó la clase de pequeños propietarios que ha constituido la médula histórica de los caseríos”.

La invasión castellana paulatina de toda la parte occidental del reino baskón de Nabarra (siglos XI-XV), trajo consigo un choque entre los Fueros o las dos leyes de los dos reinos. Queriendo el vencedor castellano imponer el suyo, el llamado Fuero Real Castellano de 1348 se quiso implantar en la Nabarra Occidental, ante lo que reaccionaron las instituciones propias aún vivas. Estas leyes castellanas siguen hoy vigentes de manera desigual por territorios como veremos y defienden el derecho de todos los hijos a recibir su parte de los bienes paternos, y a lo sumo consienten que al favorito se le beneficie con otros 2/3 del total. El primer tercio de la herencia se llama la legitima estricta (a repartir entre todos los hijos por igual), el siguiente 1/3 es la mejora (que puede ser para uno o varios hijos) y sólo 1/3 es de libre disposición (para cualquier persona, normalmente el cónyuge). Esta forma de reparto suponía la atomización de caserío y la miseria para toda la familia, por lo que los nabarros occidentales buscaron cómo saltarse esta imposición.

Sique Alberto Santana en el libro mencionado: “La solución adoptada desde principios del siglo XVI a fines del XIX fue la de donar el caserío al hijo designado como sucesor en el mismo momento en que éste contraía matrimonio. Mediante un pacto que se redactaba por escrito el hijo y su nueva esposa se convertían así en propietarios, pero a cambio se comprometían a seguir tratando con respeto a los padres, a cederles en usufructo la mitad de los bienes recibidos y, llegado el momento, a pagarles unos funerales dignos. A los demás hermanos se les apartaba dándoles algún dinero, un arca y una cama con muda nueva”.

Los hermanos se quedaban como peones en el caserío a cambio de cama y alimentos o añadían a la casa un habitáculo adosado (arnaga) donde vivirían con su familia, pero, muchos de los hermanos y hermanas que no podían ser mantenidos por la explotación familiar del caserío, buscaron salidas en la mar, en las empresas ferronas, como escribanos, en la Iglesia católica como curas-monjas, partieron de sirvientes a otras explotaciones agrarias, al ejército castellano-español o comenzaron una nueva vida lejos de nuestro país, especialmente en América, volviendo muchos con cierta fortuna con la que comprarán tierras y construirán nuevas edificaciones, serán los llamados “indianos”.

El matrimonio y el cambio de dueño o "donativo propter nupcias"

El cambio de dueño se representaba de diferente manera en cada lugar. En Bera, por ejemplo (Alta Navarra), recibía la nuera o la hija el día de la boda como símbolo de traspaso un cucharón o “burruntzale”, en Zuberoa se entregaba una “makullu” o pértiga y se iba a ver el ganado, en Arratia (Bizkaia) el día de la boda se visitaba la sepultura familiar.

Los dueños del caserío eran, lógicamente, remisos a aprobar un casamiento al verse ellos desplazados, al pasar el mayorazgo a la nueva pareja el día de la boda, el "donativo propter nupcias", lo que provocaba numerosos nacimientos fuera del matrimonio. Muchos se amancebaban y sólo se casaba tras ver que tenían descendencia, asegurándose la continuidad de la hacienda (a veces ni entonces), siguiendo incluso en las bodas las antiguas tradiciones vascas precristianas hasta que la Iglesia católica les obligó a practicar su rito. Nos dice el historiador Jimeno Jurio que, durante la Edad Media, hubo en el reino baskón dos maneras de celebrar el matrimonio: el hecho a “fuero de iglesia” y el “leal coniugio”, acto civil, celebrado sin asistencia de sacerdote, ante dos o más testigos, legal a todos los efectos, rescindible por ruptura de contrato y que posibilitaba casamiento posterior.

Para que se diese el matrimonio en la Edad Media bastaba en Europa el simple consentimiento de ambos contrayentes, ni tan siquiera requería de testigos. Según Leah Otis-Cour y Alac McFarlane el matrimonio medieval tenía una naturaleza increíblemente “moderna”, eran por amor en su mayoría (sobre todo entre estamentos medios-bajos de la sociedad) o de libre consentimiento, monogamia, igualdad, indisolubilidad, neolocalidad y relatividad de la importancia de los hijos, aplicables también a todo el territorio de Nabarra.

Jose Mari Esparza comentaba la fórmula empleada , la cual observamos en 1547 cuando “Juana, cándida moza de Uterga (Valdeizarbe Alta Navarra), de la que un mozo del pueblo de Adios consiguió favores carnales después de haberle dado la mano y las fes, y luego se llamó andana. La fórmula del casorio había sido similar: se tomaron las dos manos derechas y él le dijo en amoroso hika: "Nic Martín y Joanna arçenaut neure alaroçaát / eta hic arnaçan yre esposoçat / eta prometaçen dinat” ("Yo Martín te tomo a tí, Joanna, como mi esposa, y tómame tú a mi por tu esposo; y te prometo que mientra yo viva no tendré otra esposa; y que te guardaré lealtad; lo prometo, lo prometo, lo prometo". Y la moza repitió la misma fórmula al marido)

En Zufía en 1552, se conserva gracias a un juicio posterior en la que los testigos afirman que la pareja "se tomaron las manos derechas y el dicho Diego de Zufía dijo estas palabras: Nic Diego de Zufia ematen drauzut neure fedea zuri María Miguel ez verçe senarric egiteco. Y luego la dicha Mari-Miguel, estando así tomada de las manos dixo: Alaver nic Mari-Miguel ematen drauzut zuri Diego neure fedea ene senarçat eta ez verçe senarric egitecoz zu bayci" (Yo, Diego Zufia te doy a ti mi fe María Miguel de que no tomaré otra esposa (y viceversa)”.

La Iglesia persiguió este tipo de casamientos civiles bajo pena de excomunión durante siglos, pero no lo consiguió hasta 1563 tras el Concilio de Trento, año en el que se celebró el último en Azpeitia.

El Fuero preveía la posibilidad de viudez de uno de los cónyuges en mejor medida que el Derecho Romano aplicado en la ley castellana. En el matrimonio foral, según relata Adrián Celaya Ibarra (Barakaldo 1917) catedrático de Derecho Foral en la universidad de Deusto y considerado el máximo conocedor del derecho foral bizkaíno: “los bienes de ambos cónyuges, de cualquier clase y origen, se hacen comunes a medias, se llama comunicación foral de bienes y se queda con la mitad al quedarse viudo/a pudiendo dejar la otra mitad al hijo que se quiera. Si no hay hijos al viudo se va con lo que aportó y la otra mitad de lo adquirido, el resto es para los padres o la familia del fallecido. Pero, normalmente, se nombran mutuamente comisionarios y se quedaba con todo el usufructo siendo alkarpoderoso hasta la mayoría de edad de todos los hijos para poder elegir al heredero más apto, que al final quedaba así hasta su muerte. El marido no podía disponer de los bienes sin el consentimiento de la mujer, se llama hermandad y compañía”.

Esta “hermandad” era común a todo el derecho nabarro, así hoy en día en Alta Navarra también se conserva este usufructo universal de viudedad o “fidelidad” para el cónyuge sobreviviente, el cual se pierde en caso de segundo matrimonio.

Realidad actual: Coexistencia de dos derechos, el español y el nabarro propio

El Fuero nabarro se encuentra aún hoy en vigor en temas testamentarios en diferentes regiones del reino baskón de Nabarra, pese a la ocupación continuada en siglos de los mismos y las Guerras Forales de los siglos XVII-XIX (matxinadas y Guerras Carlistas) en el sur y la llamada Revolución Francesa de 1789 en su parte continental.

En la Nabarra peninsular, aunque la abolición de los Fueros fue casi total tras perder la Segunda Guerra Carlista en 1876, el Código Civil español de 1888 en su artículo 12 siguió reconociendo el Derecho Pirenaico en la Tierra Llana de Bizkaia. Incluso hoy en día, el Fuero de Bizkaia imbricado en el Fuero del reino de Nabarra, es aplicable en todas las localidades bizkaínas de la Tierra Llana o anteiglesias y en los territorios alabeses de Aiala y Aramaiona (que fueron bizkaínos dentro del reino de Nabarra).

En el caso bizkaíno, según explica el Adrián Celaya, en las 23 villas bizkaínas se aplica, en general, el Código Civil español. Las excepciones son las villas de Mungia, Errigoiti, Markina, Gerrikaiz y Larrabetzu, donde se aplica el Derecho Foral nabarro y no la Ordenanza de Alcalá o el Fuero Real castellano de 1348 en la transmisión de bienes inmuebles, por haber casas “censuarias” o propiedad del señor de Bizkaia que las tenía alquiladas y que no quería que se dividiera el alquiler entre los hijos, lo que quedó en una pragmática de los Reyes Católicos de 1494 y que pasó al Fuero Nuevo de Bizkaia de 1526 y a la que después se acogieron Elorrio (1712), algunas casas de Villaro-Artea (1825-29) y Otxandiano (1819), así como las antiguas anteiglesias incorporadas a Bermeo de San Pelayo (hoy Bakio), Albóniga y Zubiaur. En la Compilación de 1959 se determinó que se siguiera aplicando en estas villas el Fuero General de Bizkaia en asuntos testamentarios, salvo en Markina.

Según comenta Adrián Celaya, en el caso del Fuero bizkaíno: “El Derecho Civil que se aplica depende, por tanto, del vecindario civil de los ciudadanos, un principio que al igual que todo lo que rodea a esta cuestión tiene su complicación. En términos generales, se puede decir que uno accede al vecindario civil en una localidad si al menos lleva diez años empadronado, aunque solo son necesarios dos si la persona interesada en ser vecino de un determinado municipio lo solicita explícitamente en el Registro Civil”.

El Código Civil español se aplica en el resto del territorio de Alaba fuera de los mencionados valles de Aramaiona y Aiala y en toda Gipuzkoa. Pero en el territorio gipuzkoano se puede “testar a la nabarra” en para la herencia del caserío.

En Alta Navarra o la Nabarra reducida y conquistada en 1512, es donde mejor se conserva este Fuero de “testar a la nabarra” por el que se puede disponer de los bienes a favor de quien se quiera, incluso aunque haya hijos, basta con darles la llamada “legítima foral” que consiste en algo simbólico, aún descrito en monedas de Carlos II (s. XIV) y al modo que se hacía en el Estado baskón libre; legítima foral: “cinco sueldos febles o carlines por bienes muebles y una robada de tierra en los montes comunes por inmueble”.

El Fuero nabarro es parte del Derecho Pirenaico común al menos a la corona de Aragón y al Estado de Bearne, pero incluso se percibe en otras regiones de Baskonia. Eugene Goyheneche (Ustaritz 1915-1989), historiador y Doctor Honoris Causa por la UPV-EHU: “La comparación de las actuales regiones del País Vasco de ultra Bidasoa, con los valle pirenaicos del Bearn y Bigorre, hasta Toulouse, tal vez con el Alto Aragón y, en cierto aspecto Gascuña –comparación reforzada con el estudio del derecho privado-, nos lleva a creer en un derecho y unas instituciones semejantes en toda la antigua área vasca”.

El Derecho Pirenaico es el propio de los baskones, los cuales poseemos una historia común e incluso aún hoy, una mentalidad social, económica, cultural y política diametralmente opuesta a la de los gobernantes de los Estados que conquistaron el Estado baskón de Nabarra y cuyas consecuencias sociales, económicas, culturales y políticas arrastramos irremediablemente ante la falta de una verdadera estrategia soberanista cimentada en el Pueblo baskón.

2013/04/08

La persecución sistemática del euskera por Francia y el Vaticano

La persecución sistemática del euskera por Francia y el Vaticano
Alots Gezuraga, Errigoiti (Nabarra)
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“Out particulierment pour objet de substituir la langue française au basque” perfecto francés en el País Vasco, año 1846.

... “El pueblo vasco-navarro, tiene derecho perfecto e indiscutible a su lengua (…) si el hombre no le ha de ser dado hablar su idiomas materno, preciso será confesar que carece de derechos” Diputación Foral de Alta Navarra, año 1896.

Además de España, los otros dos Estados causantes del menosprecio, exclusión y persecución sistemática del euskera, son el imperio francés y el Estado Vaticano.

En el territorio del actual Estado francés, la fuerte conflictividad bélica entre Francia-Inglaterra durante toda la Edad Media, sobre todo entre 1337-1453, guerra conocida como “la de los Cien años” (aunque su origen realmente se remonta al siglo XII), hizo que el euskera se perdiera en tres cuartas partes de su territorio de habla natural de la Baskonia continental por el gascón, guerras que terminaron por configurar Francia entorno a su rey frente a los pequeños Estados feudales anteriores. Tanto Normandía como Akitania compartían corona con Inglaterra desde el siglo XII. Dentro de Akitania estaba integrada por la fuerza de las armas toda la Baskonia Continental: Gaskuña -donde poco a poco se impondrá el romance gascón, uno de los romances euskaros-, como la Baskonia que seguía hablando preferentemente el idioma baskón o nabarro -el euskera-, territorio que terminará llamándose País Vasco (Pays Basque en francés, traducible como “tierras del euskera”) o Iparralde, al unírseles Baja Navarra, tras la pérdida foral, a Lapurdi y Zuberoa. Los idiomas gascón y su dialecto bearnés son fruto de la sobre posición sobre todo del celta, latín y del euskera, idioma éste del que derivarían el 20% de las palabras en gascón. Como los propios gaskones señalan con orgullo, ellos son “vascos romanzados”. Sobre la pérdida del euskera en Akitania (que abarcaba toda la Baskonia continental como hemos comentado), dice Julio Caro Baroja en su libro “Sobre la lengua vasca y el vasco-iberismo”: “no hay razón para dejar de admitir que en Aquitania se habló vasco hasta la Edad Media”.

El mismo temprano desprecio que se dio en España hacia los idiomas de las naciones invadidas, se observa también en la Francia imperialista, donde en 1539 su rey Francisco I impuso la Ley “Villers Cotterêts”, por la cual la lengua francesa se convertía en única en la vida oficial y en los tribunales de todo el imperio francés –lengua hablada originariamente tan solo en la pequeña isla de Francia sobre el río Sena-, desbancando al latín, pero sobre todo, menospreciando las “lenguas provinciales”. Por suerte para los nabarros, manteníamos libre una pequeña porción de nuestro Estado en lo que se llamará, a partir de la invasión francesa en el siglo XVII, “Baja” Navarra, no así Lapurdi y Zuberoa, que sin embargo rendían doble vasallaje a su reino originario de Nabarra y a Francia .

Desde el Imperio Romano se produjo una fuerte implantación como lengua escrita del latín en todo acto oficial, tanto en la administración como en la religión. Tras la caída del Imperio Romano se impuso en toda Europa la transmisión del latín como lengua de una elite frente al iletrado pueblo que no lo entendía. Pero en la Edad Media los romances euskaros, como lo eran el romance navarro o el gascón-bearnés, fueron sustituyendo al latín en la administración dentro de nuestro reino, frente al idioma del pueblo nabarro, la “lingua navarrorum”. El euskera tuvo dificultades con la grafía al ser una lengua no latina -ni siquiera indoeuropea, siendo la única lengua nativa europea conservada-, pero no es una cuestión de relevancia, pues desde el siglo XVI es una lengua literaria.

La imprenta -empleada por primera vez en 1455 por Gutemberg-, llegó al País Vasco en 1489, pero hasta 1495 no se imprimió el primer libro en Pamplona –por tanto cuando aún era libre-, pero su introducción y uso fue muy paulatino. En España, por ejemplo, la primera obra impresa fue "Sinodal de Aguilafuente" de Juan Párix de Heidelberg en 1472 en Segovia y el primer libro impreso en inglés fue “Recuyell of the Historyes of Troye”, elaborado en 1475.

Hasta entonces, casi todos los libros se publicaban en latín, después, gracias a la imprenta y el abaratamiento de costes que supuso (aunque seguían siendo muy caros), se pudo sacar la literatura de debajo de las sotanas. Pero todavía, por ejemplo, los filósofos Spinoza (Holanda 1632-77), Leibniz (Alemania 1646-76) o Hobbes (Inglaterra 1588-1679) y matemáticos y científicos como Copérnico (Polonia 1473-1543), Kepler (Alemania 1571-1630), Linneo (Suecia 1707-1778) o Newton (Inglaterra 1647-1727), escribieron sus obras en latín, pues consideraban sus lenguas vernáculas de plebeyos, irreductibles a las reglas del latín y de las ciencias, incluidos los idiomas romances, los cuales se veían superiores a otros idiomas por su proximidad al latín; así Inglaterra, por ejemplo, dejó de usar en sus tribunales el francés en 1362 por el inglés -durante la mencionada Guerra de los 100 años contra Francia-, hablado hasta entonces por el pueblo y menospreciado por su clase dirigente.

Por tanto, la imprenta, la apertura de ideas del renacimiento y la aparición del protestantismo, hicieron que se empezaran a escribir algunos libros en los idiomas romances por su parecido con el latín, para así poder llevar el conocimiento al pueblo, luego les tocó a los idiomas con Estado propio como era el euskera en la parte libre de su territorio y después al resto de culturas minorizadas, como era el caso del euskera en la parte ocupada de Nabarra.

No es baladí observar que los primeros libros escritos en euskera sean dentro del reino de Nabarra que sigue libre en Baja Navarra y el Beárn, es decir, en el Estado vasco o baskón que amparó el nacimiento de la literatura vasca. Un bajo navarro libre, el cura Bernard Etxepare escribió "Linguae vasconum primitiae", primer libro escrito en euskera, que vio la luz en 1545 y que contó con la ayuda del rey de Nabarra Enrique II, “el sangüesino”. El primer libro impreso en ruso e irlandés datan de 1564 y en eslavo de 1587, por ejemplo.

“Los Albret (o Labrit), señalaron que el primogénito (Enrique II “el sangüesino”) sería criado en el idioma del reino de Navarra “en la lengua de aquel” ”, Peio Esarte, historiador nabarro.

En 1571, el también cura, el labortano de Beraskoitz Joanes Leizarraga, por mandato de la reina nabarra Juana III de Albert y el sínodo de Pau, tradujo el Nuevo Testamento al euskera, tomando para su traducción la versión griega de Erasmo de Rotterdam y publicándolo en la Rochelle; tampoco es baladí constatar que reina y cura eran protestantes (calvinistas hugonotes tras abjurar de la religión católica en 1559). La primera Biblia en alemán, por ejemplo, es del año 1522 traducida del griego por Lutero –usando como base también a Erasmo-, en realidad, como en el caso de Leizarraga, sólo tradujo el Nuevo Testamento.

Aunque reducido al campo religioso, la escuela de Sara (Lapurdi) supuso un movimiento literario importante dentro del siglo XVII. Los curas de Sara, Donibane Lohitzune (San Juan de Luz) y Ziburu, bajo el amparo que les daba el rey Enrique III el bearnés, rey de Nabarra y después también Francia (donde era llamando “el navarro”), se juntaban en un convento franciscano para criticarse mutuamente los trabajos que escribían antes de publicarlos, formando un círculo de autores que trabajó en estrecha colaboración. En torno a ella se agruparon hombres tan capaces como Harizmendi, Joannes Haramboure (Haramburu), Joannes Haraneder, Joannes Etxeberri de Ziburu, P. Argainaratz, Silvain Pouvreau, Hirigoiti, Klaberia, Guillentena Heguy y Votoire, todos dentro del reino nabarro, en el momento que está luchando por su independencia frente a Francia. Etienne Materre, franciscano, francés y euskaldun-berri, escribió “Doctrina Cristiana” en 1617, primer libro en prosa en euskera.

Pero la Escuela de Sara tuvo sus imitadores y el euskera llegó a otro tipo de libros. El protestante Jackes Belakoa (1586-1667) escribió el primer libro de gramática en euskera en Sahüta (Zuberoa), además de numerosos trabajos como diccionarios o enciclopedias, pero se perdieron en las represiones religiosas, lo mismo que los escritos de Beltrán Zalgise de Zuberoa, del que sólo se han salvado 196 versos en euskera por el mismo motivo seguramente.

Siguiendo en Zuberoa, el sacerdote Athanase de Belapeyre, teólogo y vicario mayor de la diócesis, ordenó a sus párrocos abrir escuelas que enseñaran en euskera. Este sacerdote escribió en euskera suletino o zuberotarra la doctrina cristiana “Catechima laburra” (Pau, 1696), ya invadido el reino nabarro en su totalidad en la parte continental, y fue miembro de la mencionada “Escuela de Sara”, primer intento de unificar el euskera y primer movimiento literario en euskera, el primer verdadero “Euskal Pizkundea”, que no tuvo continuidad por la invasión del ejército francés de Donapaleu (Saint Palais) y de Pau, donde se reunían las Cortes de Nabarra y los estados del Beárn respectivamente, por mandato del rey Luis XIII –el hijo de Enrique el bearnés y contraviniendo lo que dejó dispuesto su padre-.

Los idiomas no romances sin Estado, tomaron importancia en la literatura y en cualquier escrito en general como idiomas hablados por el pueblo -“el volks”- sobre todo a partir del siglo XIX con el romanticismo alemán, para entonces los euskaldunes teníamos la totalidad de nuestro Estado ocupado militarmente. Por tanto, la pérdida definitiva del reino de Nabarra provocó un parón de siglos en la publicación de libros en euskera, los cuales se pueden contar con los dedos de las manos frente al gran número y materias iniciales, lo que alejará al idioma nabarro del mundo literario y científico.

De todos modos, mientras mantuvimos y defendimos el derecho pirenaico plasmado en nuestras leyes forales o Fueros: “Las instituciones propias, mientras existían, le fueron favorables (al euskera) al menos por omisión”, así lo explicaba el ilustre filólogo Koldo Mitxelena en “Historia de la literatura vasca”.

El gran cambio vino con “La Revolución Francesa”, con la cual llegó al poder una nueva clase social: la burguesía; burguesía asentada en las ciudades y que basada su riqueza en el comercio, frente a otra en decadencia: los terratenientes y señores que vivían de sus tierras, pero además supuso un cambio en Francia como Estado, que pasó del despotismo, monárquico, totalitario y obsoleto, al totalitarismo de los Estado-nación, ejerciendo para ello una limpieza política de las naciones (y sus lenguas) y Estados ocupados en los siglos anteriores, comenzando hacia el exterior un nuevo ciclo de nacionalismo imperialista.

La propia Revolución Francesa fue la que cortó brutalmente la continuidad de las incipientes escuelas en euskera, eliminó los Fueros -que habían ejercido de colchón frente al idioma francés- y pasó a perseguir todos los idiomas del Imperio que no fueran el francés con quemas masivas de publicaciones (los 90 libros escritos hasta entonces en euskera fueron quemados), además se convirtieron en habituales los castigos físicos y las multas, llegando incluso a dictaminar deportaciones masivas de población euskaldun con acusaciones tan graves como no hablar francés (4.000 vascos acabaron en las Landas durante el etnocidio, sobre 1.600 murieron). El juez de Ezpeleta, por ejemplo, fue guillotinado por mandar una carta a un amigo suyo exiliado, la carta no decía nada en especial, el delito punible con la pena máxima era que estaba escrita en euskera, convertido un idioma en enemigo de la patria francesa, todo ello tras los informes de Grégorie y Barére.

Grégorie y Barére consideraban en su informe el euskera como "un idioma de personas proclives al fanatismo y un obstáculo para la propagación de las luces". Barére, jacobino, en 1794 advertía a la Convención Nacional: “¡Ciudadano! El lenguaje de un pueblo libre debe de ser el mismo para todos. Hemos visto cómo el dialecto bretón (sic), el dialecto que se llama vasco (sic), y las lenguas alemanas e italianas perpetúan el dominio del fanatismo y la superstición, que apoyan el mando de los sacerdotes y los aristócratas favorecen a los enemigos de Francia…Es una traición contra la patria dejar a los ciudadanos en la ignorancia del idioma nacional”.

Según el propio Grégoire, sobre 8 millones de “franceses”-uno de cada cuatro- cometían el delito de no saber francés y se expresaban en 30 variedades lingüísticas sobre una población de 29 millones -el país más poblado de Europa-: “Ni en Europa ni en ninguna parte del globo que yo sepa sucede que la lengua nacional no sea universalmente usada por la nación. Francia tiene en su seno quizás 8 millones de personas, de las cuales algunas apenas pueden balbucear unas palabras mal dichas en nuestro idioma: los otros lo ignoran completamente”, por lo que proponía directamente el “aniquilamiento de las lengua locales”. Para imponer el francés la mejor arma era la educación, y así, Barére propuso nombrar un instructor de la lengua francesa para cada pueblo que enseñase las leyes, los decretos y los mandatos de la Convención.

Los informes de Grégorie y Barére, además de una férrea educación, establecían que para conseguir una Francia monolingüe, era necesaria la creación de las sociedades patrióticas y el control absoluto de la prensa escrita en exclusiva en el idioma del Imperio, los llamados "rapports", cuyos nombres eran "Le Journal Universel" y "Le Journal des Hommes Libres", que buscaban lo contrario a lo que sus pomposos títulos decían.

En Francia empezaron a construirse escuelas con cierta continuidad en el siglo XVIII, el siglo de la ilustración, pero en 1848 todavía no estaban extendidas del todo. Durante la 3ª República francesa (1852-70) se sistematizó la apertura de colegios, sobre todo de primera enseñanza, y en Baiona apareció el Liceo de enseñanzas medias, todos íntegramente en francés. La 3ª República consideraba de nuevo vital la eliminación de lo que llamaba "lenguas étnicas", por lo que la enseñanza en euskera siguió proscrita. Algunas de esas escuelas se abrieron al amparo de la Iglesia, como en el caso de Ustaritze, según explica Eukeni Goyheneche.

También fueron nefastas para el euskera todas las guerras de los siglos XVIII y XIX (la Revolución Francesa, Guerra de la Confederación, las Guerras del Imperio o “guerras napoleónicas” etc.) que supusieron un gran trajín de tropas extranjeras en suelo vasco, guerras provocadas y causadas por los ocupantes y sus ejércitos, de las que salimos mal parados los vascos, y que buscaban la uniformización, en todos los ámbitos, del Imperio francés o la invasión de nuevas tierras. Guerras que fueron el arranque para la creación de la actual nación francesa, así como para la imposición definitiva del idioma francés, continuando la labor inacabada que comenzó con la persecución en nombre de la “libertad, fraternidad e igualdad” de todo lo que no fuera francés, entendiendo este término como monolingüe y uninacional; proceso que no ha terminado pues seguimos vivos al igual que el euskera, pero sí se ha conseguido la imposición del idioma francés en todo su Imperio.

La negativa a la enseñanza del euskera mostrada desde siempre por la administración gala y una meditada ruralización de la zona que ha obligando a emigrar por razones económicas a los vascos a Francia o a otras de sus colonias, tuvo como consecuencia que la cada vez más escasa población sí conservara el euskera en su entorno familiar, pero nada más (ni en la escuela, ni en la administración…), tras quedar el pueblo mediante la represión armada-judicial-educacional sin fuerza para poder defenderse. Bretaña, Córcega, el Rosellón catalán y el País Vasco (incluso Gascuña-Occitania) son las naciones más marcadas de Francia junto con la francesa y son, en general, las regiones menos desarrolladas, condenadas a vivir básicamente del turismo.

Durante la Primera y la Segunda Guerra Mundial (1914-18 y 1939-1944) murieron millones de seres humanos, muchos jóvenes vascos de Iparralde fueron obligados a defender Francia al ser obligatorio el servicio militar desde la pérdida foral durante la Revolución Francesa, lo que llevó a cimentarse un sentimiento francés en este territorio vasco, pero fueron más los que decidieron no ir a luchar y tuvieron que desterrarse para nunca más volver; a los caídos, Francia se preocupó de hacerles vistosas tumbas, pero la mayoría de los vascos murieron en América en su destierro, considerados traidores a Francia, traidores a los que intentaban eliminarlos como nación como hicieron primero con su Estado, así durante el siglo XIX la mitad de los desertores del ejército galo eran vascos, siendo éstos tan solo el 1% de la población de Francia. En Zuberoa la influencia de gascón-bearnés es medieval sin desplazar al euskera, el francés no se introdujo hasta las mencionadas dos Guerras Mundiales.

El escritor vasco Etienne Salaberri (Baja Navarra 1903-1981), escolarizado y educado como francés, acudió a la Segunda Guerra Mundial, fue hecho prisionero por los alemanes y comentaba en sus memorias: “Gerla aintzinean ez nekien euskalduna nintzala. Alemania zolan ohartu naiz odolez eta mintzairez euskaldun nintzala, Euskal Herriari zorretan nere izaitearen itxura bereziaz” (Antes de la guerra no sabía que era vasco. En tierra alemana me he dado cuenta de que de sangre e idioma era vasco, deudor al País Vasco de mi forma de ser diferente).

“Es bien sabido que los pueblos que han sido conquistados y colonizados, se caracterizan psicológicamente por una serie de rasgos personales y pautas de comportamiento, que pueden ser agrupadas dentro de la etiqueta, Síndrome del Colonizado”. José Tomás Bethencourt Benítez.

NORA ZOAZ ESKUAL SEMEA

“Nora zoaz eskual semea,
arma hori eskutan?
Armen hartzera deitzen naute
frantsen aldera.

Eskualerritik urrunduz,
ta atzerrira joanak,
a ze negarra entzunen duzu
Eskualerrietan!

Morts pour la patrie,
eskuara baizik
etzakiten haiek
morts pour la patir...”
Gorka Khnör


En el siglo XX el turismo y la llegada de jubilados franceses a las costas de Lapurdi, supusieron el último gran retroceso del euskera en Iparralde. En la zona Biarritz-Baiona-Angelu, donde se concentra la mayor parte de la población de Iparralde, el 64% de sus habitantes no ha nacido allí, proviene de otras partes del Imperio francés, sobre todo de la zona de París, su integración en la cultura vasca y conocimiento del idioma nativo es prácticamente nulo, por lo que su forma de actuar responde al modelo colonialista, ya que los vascos no tenemos forma de controlar el número de los llegados ni podemos exigir que aprendan el idioma de la tierra de acogida, básicamente por no tener ninguna de las armas para defender nuestra idiosincrasia que da un Estado propio (leyes, escuelas, policía, medios de comunicación etc.), y estar lejos el Estado imperialista francés de ser democrático y por tanto de reconocer ningún otro idioma o cultura que no sea el de la nación central francesa, entendida ésta como una nación monolingüe y por tanto lingüicida.

En Francia no se puede hablar siquiera de diglosia o del uso del idioma imperialista en todos los ámbitos públicos de la vida de forma casi única, sino que en Francia, en pleno siglo XXI, el linguicidio continúa, en el país de las “libertades” no cabe más que hablar el francés; es más, todas las demás pluralidades ya sean étnicas, religiosas, sexuales etc. sí se respetan y salvaguardan con gran ahínco, en el caso del idioma sin embargo no, qué vamos a decir de aceptar la realidad de una Francia plurinacional o siquiera de “nacionalidades” a la española, por tanto, como España, Francia no existe, es sólo un proyecto que va en el buen camino pero que no ha llegado a su meta: un Estado, una nación, un idioma, el cómo lograrlo o costa de qué o quiénes, es secundario para Francia como lo es para España.

El Vaticano

A nivel individual la Iglesia Católica y Protestante ha dado grandes escritores e impulsadores del euskera, un listado sería casi interminable como impagables sus aportaciones: B. Etxepare, Pedro Agerre “Axular”, J. Leizarraga y casi todos los miembros de la escuela de Sara, además de A. Mogel, Aita Larramendi, A.Kardaberaz, S.Mendiburu, J.Aristimuño “Aitzol”, Esteban Urkiaga “Lauxeta”, Txomin Agirre, M.R. Azkue, o más recientemente, Bitoriano Gandiaga o Luis Villasante entre muchos otros.

A nivel de enseñanza de la Biblia, los franciscanos de Zarautz predicaban en un “vascuence inteligible, limpio y bien ordenado” según comenta Aita Larramendi –jesuita del s.XVII-, sin embargo los poderosos jesuitas predicaban en euskera pero enseñaban en sus colegios en castellano.

Pero como Estado, el Vaticano casi nunca fue favorable al euskera, otra cosa ha sido la actuación de la Iglesia parroquial –desoyendo a su jerarquía o evitándola-. La Iglesia Católica zonificó Alta Navarra o Alaba según el porcentaje de hablantes del romance navarro o castellano (daba igual que fueran bilingües), barriendo para los romanzados, despreciando el euskera y predicando en romance, tratando demasiadas veces al idioma ancestral de los nabarros como un idioma de incultos, primitivo, de ignorantes y retrasado.

En general, se puede decir que a la represión escolar se unió la Iglesia Católica oficial o vaticanista, salvo cuando tuvo que combatir el protestantismo, así, el obispo de Calahorra, el alabés Juan Bernal Díaz de Lupo, fue el primero en mandar predicar en euskera (1544-1555). La Iglesia vaticanista contribuyó de forma clara y definitiva a la ocupación militar del reino de Nabarra (tanto la Nabarra Occidental en el siglo XII como la Nabarra medular en el siglo XVI), por tanto y desde el principio, siempre se posicionó a favor del idioma del imperialismo (del que tenía el poder) y contra del idioma natural del reino.

En siglo XII, la Iglesia ya intentó dar una imagen de gente primitiva y mal cristiano de los nabarros con el “Codex Calistinus” o “Liber Peregrinationis” de Aymeric Picaud, así, Tomás Urzainqui, como hicieran otros historiadores antes, señala: “Aimeric Picaud –seudónimo que parece ocultar a personales de la aristocracia eclesiástica- con su obra-libelo Codex Calixtinus preparó a la opinión europea, al modo de las actuales campañas de intoxicación mediática, para una agresión definitiva contra Navarra”. La Inquisición que introdujo el rey aragonés Fernando el Falsario en Nabarra tras la invasión en el siglo XVI, contribuyó a dar de nuevo una imagen de “primitivización” de la gente euskaldun o vasco parlante.

 Algo similar ocurrió con la Inquisición en Francia. Se mandaron quemar en la hoguera a 40 personas en Lapurdi en 1575 y hubo otras sentencias de brujas en Iparralde en 1575 y 1576, pero el comienzo de siglo XVII fue un auténtico reguero de sangre en estas tierras vascas gracias a la Iglesia Católica Vaticana y su Inquisición. Pierre Lancre se hizo jesuita en Turín, en 1582 lo nombraron consejero del Parlamento de Burdeos y en 1609 aceptó mediar en un conflicto secular, el de los Urtubia con los vecinos de Donibane Lohitzune. Se lo pidió el rey Enrique III de Navarra (IV de Francia) poco antes de ser asesinado por un sicario del Vaticano y de los jesuitas, recomendado así por su capellán Bertrand Echauz, de Baigorri, bajo-navarro también. Los Urtubia de Urruña, originarios de Alzate en Bera (Alta Navarra), reclamaban los derechos de un puente. En principio sería un episodio más de las Guerras de Banderizos, pero Lancre fue más allá de su cometido inicial.

 Comenzó su investigación sobre la brujería en el País Vasco con la ayuda de una joven vidente de 17 años, llamada Morguy, la cual lograba identificar, gracias a la coloración de la piel, a los humanos que habían sido ungidos por el demonio, el stigma diaboli, la marca del diablo, marca que las brujas llevaban en lugares «muy secretos». 

 Mediante este infalible procedimiento, en 1610 Pierre Lancre quemó en Lapurdi 600 mujeres, niñas/os de corta edad y sacerdotes en sólo 4 meses, acusados todos de brujería. La locura o el genocidio, sólo fue detenido por los hombres que volvían de pescar en Terranova. La falta de maridos, alegaba el Inquisidor francés, era lo que provocaba estos casos de brujería entre las mujeres que quedaban en puerto y practicaban la brujería para tener noticias de sus maridos y mantener relaciones sexuales. 

 Otro elemento que empujaba a la herejía a los vascos, según Lancre, era la tendencia de los naturales a los bailes y fiestas, en los que también participaban los curas. Lancre llegaba en su paranoia a argumentar que la abundancia de hechiceros y brujas en el País Vasco era porque en las misiones católicas de las Indias y del Japón los habían expulsado previamente de esas tierras y, por razones desconocidas, se habían refugiado en el país de los vascos. Lo curioso del caso es que el que había comenzado la predicación católica y el misionado en esas lejanas tierras de Asia en el siglo anterior era el nabarro agramontés Francisco de Xabierr (tal y como firmaba él), miembro destacado de una de las familias rebeldes principales al ocupante español. 

 Lancre dejó escrito que en el País Vasco “hay más brujas que en toda Francia”. Lo mismo ocurría en el sur, donde había más brujas que en todo el Imperio castellano como en Zugarramurdi. Para Lancre el hecho probatorio de la culpabilidad de los vascos era aplastante: “Los vascos no se sienten franceses, ni tampoco españoles. Por tanto, no pueden ser cristianos”.

Morguy y Lancre lograron “desenmascarar” a 3.000 brujos y brujas vascas. Lancre creía que en un akelarre se habían reunido en Hendaia 12.000 personas. De Terranova llegaron entre 5.000-6.000 hombres de la caza de la Ballena y lograron parar la masacre expulsando al fanático genocida.

Tal y como afirma el antropólogo español Caro Baroja en su libro “Los vascos”: “es posible que en las persecuciones sistemáticas de un seglar como Pierre Lancre, hubiera intención política, más o menos velada, de espíritu centralizador”. Los motivos políticos son muy evidentes. La entrada definitiva de la inquisición y sus peores años (incluida la excomunión), coincide con la conquista de Alta Navarra (1512-24) y de Baja Navarra-Beárn-Foix, la cual que se plasmó definitivamente con la invasión de las tropas francesas de 1620.

La influencia de la Iglesia Católica en aquella sociedad es mayor de lo que la gente puede percibir hoy en día. Koldo Zuazo en su libro “euskalkiak, herriaren lekukoak”, relata como en el valle del alto Deba (Bergara, Arrasate-Mondragón, Aretxabaleta, Eskoriatza y Leintz-Gatzaga), el obispado de Vitoria del que dependía toda Gipuzkoa incluido este valle anteriormente bizkaino, mandaba en el siglo XIX curas nativos, pero sin respetar el euskera bizkaino que se habla en la zona. La consecuencia fue que los naturales de ese valle se acostumbraron al euskera gipuzkoano el cual se convirtió en el euskera de relación entre las clases altas y el euskera de escritura y lectura habituales, considerando a aquellos que sólo hablaban bizkaino como gente iletrada y el dialecto bizkaino como inferior al dialecto gipuzkoano.

Es representativo de la persecución que sufre el euskera, el hecho que desde el siglo XVI (el de la conquista de Alta Navarra) hasta 1904, no se pudiera inscribir nombre alguno en euskera en registro alguno, consintiendo ese año la Iglesia Católica en hacerlo, no pudiendo inscribir el nombre en los registros civiles españoles hasta 1930, cambiados después por nombres que "no ofendieran" a la gran nación española en 1936, año del alzamiento militar de la derecha española y posterior nueva represión sobre el pueblo vasco, prohibiéndose de nuevo la inscripción de nombres en euskera e incluso el uso del euskera en cualquier ámbito durante toda la dictadura nacional-española.

CONCLUSIÓN

Las naciones francesa y española son el fruto de centurias de violencia armada ejercida sobre todos los territorios y naciones conquistados y sometidos a sus mortales ejércitos y su posterior administración, educación y jueces colonialistas. La imposición cultural y nacional se hizo con la fuerza que tiene el conquistador sobre el conquistado (lingüicidio) y para lograr más poder, el que da una nación superior en número y más violenta (nacionicidio), que además se creía tenía la obligación de dominar a las demás para que estas se “ilustraran” también.

“Al morir el último rey carolingio de los francos en el 987, fue elegido rey Hugo Capeto. Se le corona como rey de los galos, de los bretones, los daneses, los godos, los habitantes de la Marca Hispánica y de los wascones. En otros territorios –que componen hoy Francia- ni siquiera le reconocían formalmente como rey. Muchos eran, pues, los pueblos que habitaban e suelo “francés”, no había ejército ni armada nacionales, ni administración, o ley común, ni cuerpo de funcionarios nacionales. Uno tras otro todos estos pueblos han sido suprimidos o incorporados e integrados contra su voluntad en la grande y única nación sin piedad alguna, por la fuerza de las armas.
Recordemos brevemente algunos destacados ejemplos: la cruzada contra los albigenses hasta la radical extirpación de la herejía por los Capetos y el proceso que culmina con las matanzas, derrota y posterior expulsión de los hugonotes, todo ello antes de 1789. A partir de esa fecha y ya bajo bandera republicana las guerras sin cuartel contra las antiguas “provincias” (“pueblos genuinos, con cultura y leyes propias”) hasta sustituirlos por departamentos a fin de hacer más fácil la penetración y la dominación estatal de la mano de funcionarios eficientes. Luego la escolarización obligatoria y gratuita (en francés por supuesto) y el servicio militar obligatorio. Con esta y otras medidas semejantes culmina el proceso de afrancesamiento y se consuma una forzosa política de uniformización: lenguas tradicionales acusadas como dialectos de atrasados, vida y cultura de pueblos rebajados a espectáculo folklórico para disfrute y consumo del civilizado turista parisino. De las entrañas del estado, como Minerva de la cabeza de Júpiter, ha surgido a sangre y fuego la nación francesa (…)” Joseba Ariznabarreta “Pueblo y Poder” pág 219-220.

Ortega y Gasset (Madrid 1883-1955) explicaba así como se crean los Estados nacionales actuales de Francia y España en su libro “La rebelión de las masas”: “No ha sido la previa comunidad de sangre, porque cada uno de esos cuerpos colectivos está regado por torrentes cruentos muy heterogéneos. No ha sido tampoco la unidad lingüística, porque los pueblos hoy reunidos en un Estado hablaban, o hablan todavía, idiomas distintos. La relativa homogeneidad de raza y de idiomas que hoy gozan - suponiendo que ello sea un gozo -, es resultado de la previa unificación política. Por lo tanto, ni la sangre ni los idiomas hacen al Estado nacional, antes bien, es el Estado nacional quien nivela las diferencias originarias, mediante la violencia institucionalizada previa, conquista de un ejército y bajo su constante “tutela” mientras los conquistados mantengan su conciencia, de una forma u otra, de pertenencia a otro Estado”.

Conviene recordar también lo que decía el lingüista J. Garrido Medina para el castellano, pero que vale perfectamente para el idioma francés: “No se trata, entonces, de una lengua del pueblo elevada a lengua de Estado, sino de un Estado que impone su lengua. En ese sentido transcurre la historia: primero se diferencia el castellano (o el francés) como variedad románica, luego se difunde hasta llegar a ser el idioma general de la nación”.

España y Francia quieren ser Estados-nación, por tanto son creados de arriba a bajo, es el gobierno imperialista quien impone a los pueblos sometidos sus intereses, “a partir de ahí se justifica el estado por ser una nación, pero ésta fue brutalmente creada primero” (Joseba Ariznabarreta), frente a Nabarra, un pueblo o nación que se da un Estado: naciones-Estado, de abajo a arriba, un pueblo que se constituye en sujeto político para darse un Estado democrático con el que defender sus intereses económicos e idiosincrásicos (culturales, idiomáticos, administrativo-legales etc.).

El latín fue el idioma oficial y lengua franca de comunicación durante siglos en tres continentes. Según cayó el Imperio Romano, el Estado que lo sostenía, fue retrocediendo su uso pasando a ser básicamente mero idioma litúrgico de la Iglesia, hasta hablarse en la actualidad sólo en…¡el Vaticano!, es decir, allá donde es idioma de Estado, ni tan siguiera la Iglesia ha podido mantener su uso fuera de las columnas vaticanas. El caso del latín es paradigmático de la imposibilidad de un idioma para sobrevivir a largo plazo sin ser idioma de Estado.

Por último, es una obviedad histórica, que los Estados español y francés (descabalgado del poder el Vaticano, convertido en mero comparsa), seguirán poniendo todos los medios posibles para la desaparición de cualquier idioma que no sean los del imperio: el francés y el castellano.

“El imperialismo es: genocidio/etnocidio, expolio y explotación” Joseba Ariznabarreta “Pueblo y Poder”.

Beñi Agirre, 10/06/2010: “Franko-espainiarrek gure herria okupatu eta gure lanaren errenta beretu ondoren, identitate euskalduna erabat ezabatzeko erasoan datoz”.

NABARRAKO ERESERKIA

Nabarra, reflexiones de un Patriota

Reflexiones de un Patriota by Iñigo Saldise Alda

ASKATASUNA = Baskoinak x Nafar Paradigma

"PRO LIBERTATE PATRIA GENS LIBERA STATE"

"Aberri askearen alde jende librea jaiki"

"De pie la gente libre a favor de la libertad de la patria"

Navarre shall be the wonder of the world

by WILLIAM SHAKESPEARE

EUSKARA-LINGUA NAVARRORUM

EUSKARA-LINGUA NAVARRORUM

©NABARTZALE BILDUMA 2011

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