Garçea Semenonis, el señor del Pirineo
Iñigo Saldise Alda
En el año 711, el último monarca visigodo, Ruderico, se encontraba en Iruinea-Pampelune combatiendo la perpetua rebeldía de los vascones ante la monarquía visigótica. Fue durante esta campaña, cuando al rey visigodo le informaron del desembarco de Tarik con sus bereberes, noticia que le hizo olvidar la campaña contra los vascones o nabarros, para ir a hacer frente a la seria amenaza musulmana. Ruderico presentó batalla y fue completamente derrotado, muriendo seguramente en el transcurso de la misma. Los visigodos supervivientes se refugiaron en montes de Asturias y Cantabria.
Aquellos que siempre
fueron hostiles al régimen visigótico, los vascones, encontraron un líder entre
ellos a quien proclamaron rey. Un hombre que guerreó contra visigodos y que se
comprometería a contener el feroz empuje militar musulmán, que se extendió
rápidamente por toda la península. Ese jefe vascón era Garçea Semenonis o
Garcia Ximenez, que se le cree y considera primer rey de Vasconia Nabarra,
proclamado en una ermita consagrada a San Pedro en las inmediaciones de Altsasu.
Según dicta la leyenda,
fue coronado el día 20 de enero del año 717 y aun hoy, en la ermita de San
Pedro, en el dintel de la entrada se puede leer:
"Año de setecientos y diezisiete, a veinte de henero,
en esta iglle / de San Pedro de la valle de Burunda fue electo i ungido por /
primer rei de Navarra Garcia Ximenez, y esta eleccion confirmo / el mesmo año
el papa Gregorio Segundo, como parece por su bu/la que la tiene la dicha valle
en su archivo. Fue reedifi/cada esta yglesia el año 1647".
La actividad de este rey no estuvo ligada solo a la Vasconia nuclear, sino que también se trasladó a las montañas de Jaca, en la Vasconia oriental, donde organizó la resistencia contra los musulmanes. En estas montañas se recuerda también la aclamación de este rey en una cueva de la montaña Oroel, rodeado por 300 caballeros, que lo aclamaban como jefe. Las actividades de los montañeses consiguieron recuperar varios territorios pirenaicos, de la zona de Jaca y el Sobrarbe.
En esa zona Garçea
Semenonis es citado como Garci Ximeno. De todas formas, sabemos poco de este
jefe de los vascones o nabarros. Es un personaje oscuro, donde la tradición y
la leyenda son ricas con él, pero la historia es verdaderamente pobre. Tras él
no conocemos un líder vascón propiamente dicho hasta llegar a Ximeno, que debió
de nacer por la época en la que Garçea Semenonis fue proclamado. Se ha
intentado unir a estos dos líderes mediante lazos sanguíneos, aunque no hay nada
con seguridad. Tras la batalla de Roncesvalles y sus posteriores consecuencias
empiezan a moverse diferentes caudillos en los Pirineos occidentales.
Garçea Semenonis, es personaje oscuro en nuestra historia, pero a su vez de gran trascendencia para el Estado de Nabarra, ya que de él se cree que descienden las dos primeras dinastías reinantes en Iruinea-Pamplona, la dinastía Iñiga y la dinastía Ximena. Es el primer dirigente reconocido de la independencia vascona. Se supone que su fortaleza y sus tierras estarían entre Usún, Aibar, Sangüesa y Leyre, muy cerca de la frontera con los territorios de Galindo Belascotenes en el territorio de Jaca, antigua ciudad vascona, que, sería cuna del primitivo condado de Aragón.
Los historiadores se ponen de acuerdo en decir que Ximeno no fue ni franco ni gascón, sino un vascón de gran influencia en sus tierras y valles. Se ha debatido también mucho sobre el significado que puede tener Ximeno en la lengua vascona. Según los linguistas, Ximeno bien podría derivar de Semenona (buen hijo) o Semeño (hijo pequeño). Algunos, como Marcial en su Historia del Bearne, escriben que este caudillo se llamó Eneco Semenona y la traducción que hace del nombre es "el buen hijo de aquí". Otros, como I. Lopez-Mendizabal afirman que el nombre o apellido Ximeno proviene de la palabra vascona ima o uma, que significa mimbre.
Lo único seguro que podemos decir de Garçea Semenonis es que se hizo fuerte en el área comprendida entre el curso de los ríos Irati y Aragón -quizás también el Onsella- hasta el valle de Hecho, que pertenecía a Galindo Belascotenes. Su territorio central era el valle de Salazar, con Aézcoa y Urraúl a occidente, el de Roncal y Ansó a oriente y el almiradío de Navascués al sur. Desde Zangotza-Sangüesa hasta Berdún había una línea de fortificaciones, entre los ríos Aragón y Onsella, que defendían los valles de posibles ataques.
A este Ximeno o Semenona, apodado el Fuerte, se le cree antecesor de los primeros monarcas pamploneses. Se cree que tuvo un hijo llamado Enneco Semenones (Iñigo Ximenes), quien casó con una mujer llamada Onneca y tuvo a su vez a Enneco Ennecones (Iñigo Iñiguez), que más tarde recibiría el apodo de Arista y se convertiría en el primer rey "oficial" de Iruinea-Pamplona.
Bulla del Papa Gregorio II, contemporáneo de Garçea
Semenonis
“Gregorio Obispo, Siervo de los Sierbos de Dios, para
perpetua memoria de esto. El cuidado de el Don Apostólico, que nos a impuesto
por disposición Divina, aunque sin merecimiento alguno nuestro pide que con
mucha diligencia cuidemos acerca del estado de los Reynos como nos parece
convenir saludablemente; pues como a Nos y a Nuestra Sede Apostólica aia
llegado una cierta y no dudosa fama que en aquellas partes de los Reynos y
Provincias de España, que se dicen y nombran de Nabarra o Zeltiberia y Basconia
y Asturias, (después que en este nuestro tiempo cargado de males y desastres de
los Sarracenos y Libios, haviendo pasado el Estrecho de el mar Atlántico,
ocuparon la maior y más principal parte de los Reynos, regiones y provincias de
España tiránicamente y sojuzgaron y a su dominio y molestísimo iugo redugeron),
muchos y mui esclarecidos nobles barones, juntamente con nuestros ermanos los
obispos de Pamplona y Obiedo y también con otros Abades y Presvíteros de las
dichas Provincias y regiones se llegaron y juntaron en uno; a saber es cada uno
de ellos en cada una de sus Provincias y regiones, en Nabarra y Zeltiberia y
Basconia en número de seiscientos en cierta yglesia o ermita de el nombre de
San Pedro en la Balle de Burunda, y en Obiedo y Asturias en número de
quinientos y diez y nuebe en la basílica de San Salbador de Obiedo, y cada uno
de ellos como está dicho en cada una de sus regiones y Provincias separados y
apartados, poniendo la fee y esperanza en Nuestro Señor y Salbador Jesuchristo,
(que es el Rey de los Reyes y Señor de los Señores, y por quien los Reyes y
poderosos reynan), concordes y de un parecer y boluntad nombraron y eligieron
(según nos fue referido), por Duques o Reyes de las dichas Provincias o
Regiones, a saber es, los Nabarros o Zeltiberios y Bascones en la dicha yglesia
o ermita a nuestro amado hijo García Jiménez, Señor de Améscoa y Abárzuza, y
aquel nombramiento y elección de nuestro amado hijo García Jiménez para Rey de
Nabarra o Zeltiberia y Basconia fue echo por los mismos seiscientos hombres así
eclesiásticos como seglares nobles de las dichas Regiones y Provincias de
Nabarra o Zeltiberia y Basconia en la dicha yglesia o ermita de San Pedro de la
Balle de Burunda beinteno día del mes de henero del año de setezientos y diez y
siete, y los asturianos y gentes de Obiedo a nuestro amado hijo Pelagio Ordóñez
Señor de Cangas de Tineo en la yglesia de San Salvador de la ciudad de Obiedo,
y también esta elección y nombramiento de nuestro amado hijo Pelagio Ordóñez
para Rey de las Asturias y de Obiedo por los mismos quinientos y diez y nueve
ombres así eclesiásticos como seglares nobles de las Asturias y Obiedo a beinte
y seis del mes de marzo del sobre dicho año de setezientos y diez y siete y los
mismos así eligieron y nombraron para Duques y Reyes así en Nabarra o
Zeltiberia y Basconia, como en Asturias y Obiedo y por los dichos nuestros
ermanos los obispos de Pamplona y Obiedo y por otros barones nobles, Abades y
Presvíteros de las dichas Provincias y Regiones de Nabarra o Zeltiberia y
Basconia, Asturias y Obiedo, a saber es a García y Pelagio por sus oradores y
legacía haviendo embiado a Nos y a Nuestra Sede Apostólica especialmente a
nuestros amados hijos Nuño Jiménez y Álbaro Ibáñez, nos hicieron humildemente
súplica que las dichas sus elecciones para Duques, y Reyes de las dichas
Provincias o Regiones, por Autoridad Apostólica confirmásemos Nos con benigno
amor y paternal benebolencia sus súplicas admitiendo, por tenor de las
presentes, no obstante las cosas contrarias, por Autoridad Apostólica, quanto
en esta parte podemos husando de ella, por nuestra cierta ciencia y motu
propio, y madura deliberación, haviéndola tenido especialmente sobre esto, y
también por consejo de nuestros ermanos los Obispos, Albanense, Savinense y Prenestinense,
confirmamos las dichas elecciones de los amados hijos García Jiménez para Rey
de Nabarra o Zeltiberia y Basconia, y Pelayo Ordóñez para Rey de Asturias y de
Obiedo, y si es necesario para perpetuo confirmamos, corroboramos, rebalidamos,
y si es necesario consolidamos y establecemos las dichas elecciones y
nombramientos de Reyes, de nuebo a saber es a cada uno de ellos para Rey de su
Región y Provincia, y esto sin perjuicio de alguna parte; y a vosotros nuestros
amados hijos García Jiménez y Pelayo como a berdaderos Reyes elegidos y
nombrados canónica, legítima y rectamente y sin fraude alguno cada uno de
bosotros en buestras Provincias y Tierra y por Nos y en estas Nuestras Letras
Apostólicas, confirmados, corroborados, perpetuos y establecidos embiamos con
nuestro amado hijo Epifanio, clérigo de nuestra Cámara Apostólica las santas
benditas espadas, para que con ellas y con la lumbre del Zielo, derribéis y
echéis por tierra, destruiais y aniquiléis a todos los moros, Sarracenos y
Livios y agáis guerra contra todos los rebeldes, y enemigos de esta nuestra
Madre Iglesia, y a ti nuestro amado hijo Epifanio te damos en virtud de santa y
saludable obediencia, que a nuestros amados hijos García Rey de Nabarra o
Zeltiberia y Basconia, y Pelayo de Asturias y Obiedo, como a berdaderos Reyes
los hunjáis solemnemente con el óleo santo y en nuestro nombre y de esta
nuestra Sede Apostólica, los bendigas en el nombre del Padre, y del Hijo y del
Espíritu Santo, amén; a ninguno pues de los hombres les sea lícito romper esta
plana de nuestra confirmación, rebalidación, fortalecimiento y conzesión, o
contrabenir a ello con temerario atrevimiento, pero si alguno presumiere
intentar esto, entienda que ha de caer en la indignación de el Omnipotente Dios
y de los Bienabenturados sus Apóstoles San Pedro y San Pablo. Dado en Roma en
San Juan Lateranense a treinta del mes de agosto del año de setezientos y diez
y siete, y en el año nono de nuestro pontificado: Yo Gregorio Obispo de la
Iglesia Católica: Yo Ascanio Obispo Albanense: Yo Alejandro Obispo Savinense:
Yo Estéfano Obispo Prenestino: Yo Guido Presvítero Cardenal de San Cosme y San
Damián: Yo Agustín Presvítero Cardenal de San Laurencio en Lucina: Yo Nicolás
Diácono Cardenal de San Theodoro Refrendario y Secretario de nuestro Muy Santo
Padre el Papa”.