Iñigo Saldise Alda
Unidad, primer paso hacia la libertad
Soberanía de Navarra
"La unidad es la variedad, y la variedad en la unidad es la ley suprema del universo”.
Isaac Newton
El 4 de diciembre de 2008, casi al final de una jornada de trabajo en post de la recuperación del Estado de los vascos, en esta ocasión realizada en Gasteiz, dentro del marco organizativo que está realizando Orreaga Iritzi Taldea a lo largo de la geografía de Vasconia y que llevan por título: “La reconstrucción de la razón política, un arma para la libertad”, me pareció interesante la pregunta que dejó en el aire, uno de los asistentes, dirigida a los ponentes que nos encontrábamos allí, que éramos en esa ocasión, Joseba Ariznabarreta, Kepa Anabitarte y yo.
La cuestión planteada por este preocupado compatriota, venía a decir más o menos lo siguiente:-¿Cómo podemos lograr una unidad nacional vasca, para lograr el objetivo primordial, que no puede ser otro más que la liberación de nuestro propio Estado?
Esta consulta, que a primera vista puede parecer simple y sencilla, lleva una complejidad algo más que relativa, ya que depende y mucho, de los esfuerzos que estemos dispuestos a dar todos y todas, dentro de los diferentes ámbitos de esta sociedad.
Esta pregunta nos la deberíamos repetir todos los que poseemos la inquietud de gozar nuestro propio Estado, hasta conseguir lograr la o las, respuestas apropiadas, siempre sin perder nunca el referente que nos mueve en nuestro interior, es decir, objetivo final de nuestra noble causa, el cual es y debe de ser hasta logarlo, la independencia.
Como punto de partida y algo esencial para el proyecto unitario, es que los diferentes colectivos e individuos, tenemos que analizar cual es el patrón ideal a seguir más ajustado de cara a nuestro interés fundamental. Para ello tenemos, al menos, tres diferentes paradigmas que examinar, estudiar y considerar, quedándonos única y exclusivamente con un de ellos, el que contenga mayor peso político y sirva así, de proyecto básico en nuestra estrategia.
Estos tres paradigmas, como nos dice Luís Mª Mtz Garate, serían en un primer momento el denominado modelo foral, basado en las supuestas y primitivas relaciones entre la corona de Castilla y la provincias Vascongadas, actualmente C.A.V. y de una simulada incorporación de igual a igual, también supuestamente pactada con los restos del Reino de Navarra al sur del Pirineo, que es hoy en día la C.F.N.
Mirándolo desde el punto de vista de las provincias Vascongadas, ya en el siglo XVI encontramos una defensa de este modelo, concretamente llevada a cabo por un historiador de la monarquía española de los Austrias, llamado Esteban de Garibay. Posteriormente en el siglo XVIII, también nos hallamos una defensa de este paradigma, esta vez, llevada a cabo por Manuel Larramendi, siendo tal vez la última vez que se defendió este planteamiento en los siglos XIX y XX, por el pensamiento carlista.
Al analizar exhaustivamente este paradigma, llegamos por varios motivos, rápidamente a la conclusión de lo inapropiado de este modelo a la hora de alcanzar nuestro vital objetivo. Para empezar, en este planteamiento los vascos continuaríamos divididos, pues en ningún momento se cuenta con los vascos del norte del Pirineo en este proyecto, basado, recordémoslo, en unos supuestos pactos con el reino de España, el cual, no se nos olvide, no permitirá nunca la constitución de nuestro Estado propio en el ámbito actual europeo, infringiéndonos además entre otras imposiciones, las pesadas cargas forales referentes a materia económica, como son el cupo para la C.A.V. y el tributo para la C.F.N.
Como segundo paradigma, nos encontramos al denominado modelo bizkaitarra o aranista, el cual fue planteado por los hermanos Arana, Sabino y Luís, a finales del siglo XIX. Los hermanos Arana conscientes de los diferentes movimientos nacionales que en su época surcaban Europa y sin llegar de desechar del todo, el modelo foral anteriormente explicado, incorporándolo a su particular visión nacional basada exclusivamente en una perspectiva totalmente bizkaitarra. Esto fue debido, principalmente, po no haber realizado una reflexión profunda sobre nuestra realidad histórica y por tanto política, de la totalidad de nuestra amada Vasconia.
Sin embargo, no se nos puede pasar por alto, el paso de gigante que ejecutaron los hermanos Arana, al afirmar sin tapujos, ni complejos, el que los vascos no somos ni españoles, ni franceses, y que por lo tanto, tenemos derecho a nuestra propia independencia, es decir, a poseer nuestro propio Estado, pero la falta de conocimiento de una realidad política propia, basada en la historia del Estado que ha tenido este pueblo, les llevó no solo a inventarse un nombre para nuestro Estado, sino también propusieron unos territorios para conformarlo, inferiores a los realmente son de nuestro Estado.
Pero los hermanos Arana, mediante la exposición de su paradigma, buscaron una respuesta a pregunta planteada más de un siglo después en Gasteiz. Sus esfuerzos se dirigieron a buscar la unidad de los vascos, fuera de la república de Francia y del reino de España, algo que no debe olvidársenos a ningún soberanista, calando muy hondo su mensaje en la inmensa mayoría del pueblo vasco, incentivando con el, un sentimiento nacional propio para los vascos.
La dificultad de estos planteamientos radicaba por el contrario, en que estaban basados en un imaginario poco, por no decir nada, apropiado en el objetivo final, ya que estaban asentados en una visión histórica ciertamente falsa y a la postre, contraproducente para el objetivo político primordial que perseguían, que no era otro más que el de lograr conseguir la independencia, con respecto a los imperios español y francés.
Así que llegamos al último patrón, el paradigma navarro, el cual está basado principalmente en la centralidad política que nos otorga el Estado de Navarra, el cual fue creado por los vascones a principios del siglo IX, que mantuvo una estructura política propia, con leyes propias, los fueros, y que nos representó en diferentes congresos internaciones, contando así con pleno derecho internacional al poseer una soberanía propia y que además sirvió para salvaguardar la cultura y lengua propia de los vasco(ne)s, manteniéndose independiente hasta el primer tercio del siglo XVII.
Por tanto, como punto inevitable con el cual buscar una unidad entre las fuerzas independentistas de este hermoso país, debemos aceptar la fuerza política y cultural que nos da el paradigma navarro, adecuándole en su justa media el mensaje lanzado por los hermanos Arana, haciendo así, que sea el pilar básico de nuestra unidad y decir alto y claro al resto del mundo lo siguiente:
“Los vascos no somos españoles, tampoco franceses. Sencillamente, los vascos somos navarros”
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"De pie la gente libre a favor de la libertad de la patria"
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