Iñigo Saldise Alda
Al contrario, el colonialismo explotador que nos impone el Reino de España
desde hace cientos de años, casi miles en algunos de nuestro legítimos
territorios, arrasa con el poco capital que podemos crear en estas duras
condiciones derivadas del sojuzgamiento económico a la par de político, de
nuestra sociedad. Todos los buenos planes, los buenos propósitos y los buenos
argumentos para mejorar se estrellan contra una realidad manchada de
ineficacia. No nos referimos solo a la ineficiencia que nos llega desde la
metrópoli, sino también de la derivada de las diferentes autonomías que soporta
nuestra Baskonia surpirenaica, innegablemente supeditada por la estructuración impositiva
territorial y colonial española.
Seguimos atascados con el mismo sistema que nos han impuesto. Con las
mismas ideas que no han logrado ningún progreso independentista en los últimos
siglos. Pero también con la misma pasividad y pasotismo de un Pueblo que ya
debería haber salido a la calle, pacíficamente, a exigir su libertad.
A su vez, entre nosotros, seguimos presos de los mismos odios, rencores, cerrazones
e incluso, hasta de las mismos gozos y alegrías.
Todo esto tiene que cambiar con una nueva estructura política y social que
solo puede proporcionarla la recuperación de la plena soberanía del Estado de
Nabarra.
Debemos olvidarnos del oprimente Estado español y de aquellos agentes que
trabajan a favor de esa maquinaria imperial y colonial, ya sea de forma
consciente o inconsciente. Hemos de quitarnos de encima su explotador
colonialismo.
La independencia mediante la recuperación de nuestro histórico Estado,
Nabarra, nos dará los medios necesarios para superar nuestros problemas
actuales, que ciertamente son muchos, y así encarar el futuro con el mismo optimismo
existente en los muchos Países que ya han superado la actual crisis mundial, u
otras pasadas.
Estamos colonizados por un País decadente y económicamente desahuciado, de
donde jamás saldremos del pozo negro en el que estamos sino logramos
desconquistarnos mediante la descolonización mental y física, es decir, haciendo nuestra
propia política soberana.
Constituidos de nuevo en forma de Nación soberana, tendremos nuestra propia
Constitución, nuestras propias leyes basadas en el Derecho Pirenaico, junto a un
Parlamento digno de ese nombre. En definitiva, nuestras propias instituciones,
que serán las menos posibles y debidamente vigiladas, pues así será más difícil la
corrupción política enquistada e históricamente española.
La independencia, la soberanía, tiene que llegar porque es imprescindible.
Además de ser un Derecho innato que poseemos, no podemos ni debemos, seguir
durante más tiempo dándole de comer al mismo “águila imperial”; a la misma
metrópoli. La independencia, la soberanía, nos hará finalmente libres y también
más felices, porque disfrutaremos de un bienestar del cual carecemos ahora. La
independencia, la soberanía, nos permitirá recuperar nuestra propia identidad,
que es la de nabarros y no la de españoles.
La Baskonia surpirenaica no pueden salir adelante mientras tengan más de 300.000
parados, aproximadamente. No podemos prosperar si nuestra juventud, que desde mi
punto de vista es la mejor preparada de toda nuestra historia, tiene que
emigrar en busca de trabajo.
En definitiva, no tenemos futuro mientras sigamos colonizados por el Reino
de España; algo que debemos hacer extensible a las tierras de la Baskonia norpirenaica con
respecto a la República de Francia.