Frantzes de
Jaso y Azpilcueta
Iñigo Saldise Alda
Dedicado al patriota nabarro Xabi
Itoitz Elizalde, el cual me comentó y convenció para realizar este trabajo
histórico sobre un mito de nuestro Estado de Nabarra.
Agradecimiento especial al
historiador nabarro Pedro Esarte Muniain y al filósofo nabarro Aitor Pescador
Medrano, ya que sin sus dos importantes trabajos sobre este mito del Estado de
Nabarra, me habría sido imposible si quiera, comenzar el presente trabajo.
Heráldica: Escudo cuartelado en cruz. 1º de
plata árbol de sinople con un jabalí de sable pasante sobre el mismo que es de
Jaso. 2º ajedrezado de plata y sable que es de Azpilcueta. 3º de azur dos
bandas de oro con dos lunas en menguante de oro entre ellas que son de Atondo.
4º de gules una
faja jaquelada doble de oro y negro, en la parte superior del campo un
menguante de plata sobrepuesto a otro mayor jaquelado doble de oro y negro, con
las puntas hacia abajo; campaña de plata con un ceñidor o divisa superior de una
fila de jaqueles de negro y oro opuestos a los de la faja que son de Aznarez de
Sada.
Frantzes nació el día 7 de abril
del año 1507 en el castillo de Xabier, en el seno de una familia noble de las
de mayor importancia dentro del independiente Reino de Nabarra, siendo el sexto
y último hijo de la señora de Xabier y Azpilcueta, además de señora consorte de
Idocin Maria de Azpilcueta y Aznarez de Sada, y del presidente del Consejo
Real de Nabarra, alcalde de la Corte Mayor de Nabarra, maestre de las Finanzas
del Reino de Nabarra, embajador de los reyes de Nabarra, señor de Idocin, señor
consorte de Xabier y de Azpilcueta, el doctor en Derecho Canónico Juan de Jaso
y Atondo.
Dicho nacimiento tuvo lugar en el piso alto del
castillo o palacio nuevo, estando presente su padre. Tras el parto fue
entregado a una nodriza, la cual se encargó de darle de mamar.
Fue bautizado en la iglesia parroquial próxima
al castillo de Xabier.
Su madre le dio toda clase de mimos y caprichos,
por ello Frantzes de Jaso y Azpilcueta fue un niño travieso y antojadizo,
estando alejado de sus hermanos y de su padre, o lo que es lo mismo, entre las
faldas de su madre. Fue esta la que se encargó de enseñarle a leer y escribir.
Tras dicho aprendizaje inicial, fueron los curas
de la parroquia de Xabier, los que continuaron con las enseñanzas del niño
euskaldun Frantzes de Jaso y Azpilcueta. Entre ellas estaba la instrucción en la
lengua del Lazio y de la variante del castellano, con patentes dosis del
romance nabarro, que se hablaba en el Reino de Nabarra, junto a algo semejante
con la lengua de los franceses, el gascón y el occitano.
Esto fue debido a que ya desde el año 1509, se
habían empezado a producir las primeras agresiones militares españolas en las
tierras de Zangotza-Sangüesa.
Frantzes de Jaso y Azpilicueta, junto a su madre
la triste Maria, tuvieron que
abandonar el castillo tras la invasión y ocupación militar española del neutral
Estado de Nabarra. Por ello se refugiaron en el valle del Baztan, donde
Frantzes de Jaso y Azpilcueta continuo sus estudios en los monasterios de
Urdazubi-Urdax y en el monasterio de Bidarrai en el país de Baigorri en la Tierra
de Ultrapuertos, escondido de los ojos de los ocupantes españoles, ante el
temor de ser apresado y utilizado como rehén contra el legitimismo patriótico
nabarro de su familia.
Durante su estancia estudiantil, a caballo entre
el Baztan y Baigorri, no todo fueron estudios, sino también como cualquier
joven noble nabarro, se ejercitó en el arte de la espada o esgrima, la monta
del caballo o equitación, junto a diversos deportes más, prestando especial
interés en el juego de los vascos, la pelota mano.
En el año
1515 murió su padre, año que volvió junto a su madre al castillo de Xabier,
debido a la que situación era más favorable para su integridad física. Al año
siguiente y contando Frantzes de Jaso y Azpilcueta apenas 10 años, sus hermanos
Miguel y Juan participaron de forma activa en la sublevación patriótica nabarra
contra la ocupación militar española. La derrota de los nabarros significó el
paso de sus hermanos al vizcondado del Bearno, quedan Frantzes de Jaso y
Azpilcueta al cargo del señorío de Xabier.
Frantzes
de Jaso y Azpilicueta, como “señor del castillo”, el registro del mismo por
parte de las tropas imperiales españolas, en busca de documentos patrióticos
nabarros. Es más, también estuvo presente el día que las tropas invasoras del
Reino de España, derribaron las defensas del castillo de Xabier.
Con 15
años, Frantzes de Jaso y Azpilcueta y su madre la triste Maria de Azpilcueta, permanecieron en sus viviendas del
señorío de Xabier, tras la derrota nabarra de Noain y el encastillamiento de
sus hermanos en el castillo de Amaiur. Eso fue con una clara intención, la de
defender a ultranza de la propiedad familiar.
Ya en el
año 1524, con la vuelta de sus hermanos que habían acatado el “perdón” del
emperador Carlos I de España y V de Alemania, Frantzes de Jaso y Azpilcueta
trató con ellos de organizar el patrimonio familiar, llegando a perseguir, a
caballo y con espada en mano junto a sus hermanos, a aquellos que trataron de
aprovecharse de los pastos del señorío de Xabier, sin realizar los pagos
pertinentes. También acudió a algunos pleitos en los que estaba metido su
linaje.
En ese
tiempo, para ser más exactos el día 1 de febrero del año 1525, Frantzes de Jaso
y Azpilcueta realizó su única administración personal con respecto de los
bienes familiares, consignando la mitad del arrendamiento del molino de Auritz,
al carpintero Joanot de Orbaiceta, por la suma anual de 10 cahíces de trigo, pagaderos
siempre el día de San Martin, según la tradición arraigada en Iruinea-Pamplona.
A pesar
de llevar durante esos años una vida de señor y caballero, su madre que tenía
planes para Frantzes de Jaso y Azpilcueta. El pequeño de la familia era el
elegido para seguir los pasos de su padre y de su abuelo. Debía ir a la
universidad, conseguir el título de Doctor, para así poder entrar en los
cargos, altos a ser posible, de la administración de la región de Navarra, ya
totalmente colonizada por los españoles. O si los españoles le negaban dicha
opción, que era lo más probable, poder optar a algún cargo eclesiástico, de
importancia a ser posible. Por esto último fue tonsurado poco antes de su
marcha a la universidad en verano del año 1525.
La
universidad elegida fue la una francesa, concretamente la Sorbona de Paris.
Dicha elección fue más por razones políticas que por motivos docentes, ya que
las universidades de Alcalá de Henares y de Salamanca también eran excelente,
pero eran españolas.
Al llegar
a caballo a la ciudad cosmopolita de Paris a finales de septiembre de ese año,
Frantzes de Jaso y Azpilcueta se dirigió al Barrio Latino y se estableció en el
colegio privado de Santa Bárbara, bajo la condición de cantaber. El lugar estaba regentado por un portugués llamado Diego
de Gouvea. Las clases las empezó el día 1 de octubre.
Frantzes
de Jaso y Azpilcueta rápidamente se aclimató al ambiente del colegio, gracias
su carácter abierto y amistoso, adaptándose a las normas y a la forma especial
de vestir, con una túnica negra ceñida a la cintura mediante un cincho también
de color negro. En dicho colegio no solo se realizaban las clases, sino que
también disponía de jardines, capillas, comedores, etc.
Las clase
acababan el 25 de agosto y ya desde el primer año, Frantzes de Jaso y
Azpilcueta participó en las competiciones dialécticas y en los discursos que se
daban tras finalizar el curso lectivo.
No se
estudiaba todo el año lectivo, ya que todas las fiestas católicas estipuladas
en el calendario se seguían escrupulosamente, sirva como ejemplo las fiestas de
la Natividad de Jesús, que comenzaban el 15 de diciembre y acababan el 6 de
enero.
Los días
marcados para las confesiones también eran días festivos al suspenderse las
clases.
Desde su
ingreso en la universidad, tuvo la obligación de hablar exclusivamente en
latín, bajo castigo de ser azotado si era pillado hablando otra lengua, bien romance
o bien la suya materna, el euskara o lingua
navarrorum.
En el año
1526, Frantzes de Jaso y Azpilcueta ya finalizado el curso previo o de
iniciación llamado de Humanidades, comenzó las clases de Filosofía, centrándose
concretamente en la lógica. Tuvo como profesor al español de Sigüenza Juan
Peña. Este sería la persona que aleccionaría y guiaría en los estudios al
nabarro en los siguientes años, llegando a compartir la habitación en el piso
llamado “el Paraiso”.
Durante el curso tenía la obligación de levantarse a las 4:00 para
ordenar su habitación y después ir a misa. A las 7:00 iba a desayunar un
mendrugo de pan del día anterior, con un vaso de agua, a veces mezclado con
vino. Tras ello clases y debates hasta las 10:00, seguido de una hora de repaso
de estudio para almorzar a las 11:00 mientras escuchaba las Sagradas Escrituras
leídas por otro estudiante, si es que no le toca a él. La comida era pobre,
alguna verdura, un casco de carne o algún pescadico ahumado. A continuación
varias horas de repaso y de ejercicios dialecticos, volviendo a las clases a
las 15:00 hasta las 17:00, nuevamente una hora de
repaso y a las 18:00 a cenar, con un menú más pobre que el de la comida. Nueva
tanda de repaso de estudios hasta las 20:00. Tras ello a misa a rezar y a las
21:00 se hacia el silencio en el colegio. Salir por la noche estaba totalmente
prohibido y severamente castigado… en teoría.
Pero ante
el conocimiento por parte de la familia de la revolución de ideas y pensamiento
existentes en Paris, tanto políticos como religiosos, gracias exclusivamente a
las cartas enviadas por el propio benjamín de los Jaso a su madre, Maria de
Azpilcueta y Aznarez de Sada intentó que su pequeño volviese a la casa
familiar. Algo que finalmente no ocurrió debido a la intervención de su
hermana, la abadesa del monasterio de las Clarisas de Gandía Magdalena de Jaso
y Azpilcueta.
El
colegio donde se encontraba Frantzes de Jaso y Azpilcueta, esta próximo al
colegio de Monteagudo, lo que les hacía “enemigos”. A veces la rivalidad llega
al extremo de provocar disturbios y trifulcas callejeras. Los del colegio de
Santa Bárbara era “progresistas” los de colegio de Monteagudo era “medievales”.
El enfrentamiento surgió por las heces y las aguas fecales, que los de Monteagudo tiraban en la calleja
anexa a los de Santa Bárbara, cuyo inquilinos quedaron a meced de los olores y de
las enfermedades.
La
venganza de los de Santa Bárbara fue un ataque con piedras a la cristalería del
colegio de Monteagudo, además de destrozar la vegetación de uno de sus
jardines. Rápidamente los de Monteagudo contestaron rompiendo el horno de pan del
colegio de Santa Bárbara. Finalmente, los superiores de ambas escuelas llegaron
a un acuerdo por el bien del prestigio de ambos colegios.
En este
curso, tercero en Paris y segundo en la materia de Filosofía, Frantzes de Jaso
y Azpilcueta, estudio más intensamente a los filósofos clásicos.
El día 14
de abril del año 1527, Frantzes de Jaso y Azpilcueta pudo ver en Paris al rey
Enrique II de Nabarra, el sangüesino,
entre la multitud. Esto fue con motivos
de las celebraciones que se estaban llevando a cabo tras su matrimonio con la
infanta del Reino de France Marguerite de Angulema-Orléans y Savoué-Savoie-Saboya.
No cabe
duda de que fue un estudiante brillante, asiduo a bibliotecas y librerías,
incluso acudiendo regularmente a la iglesia. Pero a su vez, Frantzes de Jaso y
Azpilcueta, para entonces, ya era un juerguista sin igual, adicto a las noches
parisinas.
Desde su
primer año en Paris, Frantzes de Jaso y Azpilcueta había entrado en un grupo
formado por unos compañeros y un profesor. Todos ellos dedicaban gran número de
sus noches a la búsqueda de la juerga, el alcohol y las mujeres.
Más
concretamente en las sucias calles, llenas de tabernas, casas de juego y
prostíbulos, del Barrio Latino, en medio de un ambiente caótico, libertino y
desenfrenado. El propio maestro que les guiaba y acompañaba en esa vida
nocturna, murió de sífilis.
Pero no
solo en los estudios y la juerga dedicó su tiempo Frantzes de Jaso y
Azpilcueta, sino que también sacaba siempre tiempo para una de sus mayores
aficiones, el deporte. Martes y jueves, junto a otros compañeros, marchaba a la
isla de Notre-Dame, donde practicaba esgrima, tiro de jabalina, atletismo
destacando en salto y siendo admirado por ello por sus compañeros. Pero aunque
no era el mejor, lo que más le gustaba era jugar a pelota vasca.
Además de todo eso, si es
que era poco, en la universidad parisina comenzaron a surgir controversias a raíz de las nuevas
corrientes de pensamiento que estaban surgiendo en toda Europa, llegando los
pensamientos de Martin Luder-Luther, pero especialmente de Geert Geertsen o Desiderius Erasmus Rotterodamus.
Frantzes de Jaso y
Azpilcueta, sin entrar mucho en las polémicas que surgieron dentro de la
Universidad, siguió con sus estudios formalizando, en el año 1528, su tercer
año de carrera en Filosofía. Concretamente en la rama de lo físico, al
centrarse en el estudio de los libros de Aristóteles. Por ello también trabajó
las Matemáticas y la Meteorología.
A principios del año
1529 aprobó el examen del título de bachiller en Filosofía. Pero entonces, en
el verano de ese año, recibió la noticia de la muerte de su
madre, la triste Maria de Azpilcueta.
Al conocer el fallecimiento de su madre y que el señor de Xabier, Idocin y
Azpilcueta, su hermano Miguel de Jaso y Azpilcueta, que ante la situación
crítica familiar provocada por la persecución española, se negaba a continuar
sufragando sus gastos universitarios, al menos en su totalidad, Frantzes de
Jaso y Azpilcueta cesó en su correspondencia con la casa familiar sita en el
señorío de Xabier.
Por otro
lado, Frantzes de Jaso y Azpilcueta, en un tiempo en el
cual estaba ya inmerso en la preparación de su examen de licenciatura, conoció ese mismo año a un supuesto nuevo estudiante de
Santa Bárbara, el cual venía del colegio de Monteagudo tras protagonizar un
gran escándalo.
Éste individuo
fue un español de 37 años, natural de Azpeitia y llamado Iñigo López de Loyola-Yánez
de Oñaz y Sáenz de Licona, el cual utilizaba ya el nombre de Ignacio de Loyola.
Mucho mayor en edad que el resto de estudiantes, había conseguido convencerles
para hacer “ejercicios espirituales” a otros tres estudiantes de Monteagudo,
nobles españoles como él, para que regalasen todo lo que tenían a los pobres y
se retirasen como mendigos al asilo de los desamparados. El doctor Ortiz
denunció al español natural de Azpeitia ante el Inquisidor de los dominicos,
por haber seducido a uno de ellos, el toledano Pedro Peralta y también por
herejía. Por ello, el resto de estudiantes del Barrio Latino apodaron al azpeitarra,
el seductor de estudiantes.
Así pues, el día 1 de
octubre ingresaba el español en el colegio de Santa Bárbara, dándose la
casualidad, divina providencia dirán otros, de que le pusieran el mismo tutor
que Frantzes de Jaso y Azpilcueta, el mencionado Juan Peña, lo que significó
que compartiera con ellos y Pierre Favre la habitación.
El nabarro continuo a
lo suyo, con especial dedicación al estudio, sin hacer mucho caso a ese español
que pudo haber matado a uno de sus hermanos. Pero el español prosiguió a lo
suyo, pero sin dejar de lado el estudio, se dedicó pelma e incesantemente, a intentar seducir a más jóvenes estudiantes
con los cuales meditar y realizar “ejercicios espirituales”.
Cada noche que el
nabarro entraba en la habitación, desde el sillón donde estaba sentado el
español, debido a la cojera producida por las heridas cuando combatió a los
patriotas nabarras, venían siempre estas palabras sacadas del evangelio de
Mateo (16, 26):
"-De qué le sirve al hombre ganar todo el mundo si
pierde su alma"
El 3 de
febrero del año 1530 comenzaron los exámenes para la licenciatura de Filosofía
o Maestro de Artes. Frantzes de Jaso y Azpilcueta logró tan deseado título
siendo el número 22 de su promoción. Como era tradición, montó un buen banquete
de celebración, gracias al dinero familiar, esta vez del señor de Sotés, Aós y
Pozuelo, palaciano de Undiano y Muruzabal, su hermano Juan de Azpilcueta y
Jaso.
Tras
ello, Frantzes de Jaso y Azpilcueta se centró en tres objetivos:
1º En los
estudios para doctorarse en Teología, junto a su amigo del ducado de
Savoué-Savoie-Saboya Pierre Favre.
2º En comenzar
a dar clases para así poderse pagar la carrera de Teología que duraba 12 años.
3º
Conseguir ser reconocido como un noble navarro de alta cuna, para así poder
aspirar a los más altos cargos de la jerarquía eclesiástica de la región de
Navarra, bajo ocupación española.
Rápidamente
encontró trabajo como profesor en el colegio de Beauvais, en Filosofía y en
latín con el título de Regente para tres años y medio, cambiando su
indumentaria de estudiante por la de maestro, que consistía en un largo traje
sin mangas y en el hombro izquierdo portó la insignia de su rango.
De nuevo, como todos
los días, cuando el nabarro entraba en la habitación, bien de dar clases,
estudiar o jugar a pelota vasca, desde el sillón donde estaba sentado el
español, venían estas palabras:
"-De qué le sirve al hombre ganar todo el mundo si
pierde su alma"
Entonces
comenzaron los problemas económicos de Frantzes de Jaso y Azpilcueta. Ni
siquiera las siete horas que ejercía de profesor con su sueldo correspondiente,
servían para pagar sus estudios de Teología. Por otro lado, su amigo Pierre
Favre caía bajo el embrujo del español, dedicándose a rezar, confesándose todos
los días e interiorizando los dogmas del de Azpeitia, yendo con otros amigos a
meditar a la Cartuja de Paris.
El
español además, cuando se veía en apuros marchaba a los Paises Bajos, que
estaban bajo control imperial español, consiguiendo dinero fácilmente de
antiguos compañeros de armas, amigos y familiares. Dinero que utilizaba para
ganarse la amistad de aquellos que le escuchaban sus doctrinas y dogmas.
"-De qué le sirve al hombre ganar todo el mundo
si pierde su alma"
Pero
Frantzes de Jaso y Azpilcueta seguía firme en sus objetivos. Además los
hermanos de éste recibieron un poder notarial por su parte, para que se
iniciase el proceso de hidalguía en los tribunales coloniales y españoles de la
región de Navarra, que le permitiesen usar en Derecho las armas de familiares
de Xabier.
Heráldica señorío de Xabier:
Escudo de gules una faja jaquelada doble de oro y negro, en la parte superior
del campo un menguante de plata sobrepuesto a otro mayor jaquelado doble de oro
y negro, con las puntas hacia abajo; campaña de plata con un ceñidor o divisa superior
de una fila de jaqueles de negro y oro opuestos a los de la faja que son de
Aznarez de Sada.
Dicha
acta notarial quedó datada el día 13 de febrero del año 1531. Su familiar Remiro
de Goyni y Gurpide, ese mismo año, comenzó a trabajar, intercediendo e
influyendo por Frantzes de Jaso y Azpilcueta, para que éste obtuviera una
canonjía en la sede episcopal de Iruinea-Pamplona.
Pero el asunto se
paralizo por la dejadez y desidia de sus hermanos y por el freno burocrático de
los españoles gobernadores de la región de Navarra; pero por otro lado, los
estudios iban bien.
Mientras como cada
tarde-noche, Frantzes de Jaso y Azpilcueta escuchaba al entrar en la
habitación:
"-De qué le sirve al hombre ganar todo el mundo si
pierde su alma"
Tras la aparición de
la peste en Paris, las cosas comenzaron a cambiar. Frantzes de Jaso y
Azpilcueta no sufrió ninguna medida restrictiva, mientras que Iñigo López de
Loyola-Yánez de Oñaz y Sáenz de Licona sí, por haber visitado a un apestado.
Para más inri, la
universidad estaba agitada debido a la imposición de unos profesores realizada
de forma directa por el rey François I de France. Estos maestros se expresaban
con mayor libertad sobre las doctrinas de Martin Luder-Luther y de Geert
Geertsen- Desiderius Erasmus Rotterodamus.
Como cada atardecer:
"-De qué le sirve al hombre ganar todo el mundo si
pierde su alma"
Uno de los más famosos
de estos profesores fue Pierre Danés, que impartía clases de griego. A sus lecciones fueron Pierre Favre, Ignacio
de Loyola y también Frantzes de Jaso y Azpilcueta. Junto al nabarro, algunos
días se sentó un individuo joven, físicamente poco atractivo, llamado Jean
Cauvin-Calvinus.
Cuando oscurecía, un
día más:
"-De qué le sirve al hombre ganar todo el mundo si
pierde su alma"
Frantzes de Jaso y
Azpilcueta, pese a sus problemas económicos, seguía resistiéndose a entrar en
el grupo de seguidores de Ignacio de Loyola, algo que el español no podía
permitir, ya que veían en la terquedad del nabarro, ese alma necesaria para la
consecución de sus objetivos.
"-De qué le sirve al hombre ganar todo el mundo si
pierde su alma"
Pero el problema del
dinero se agravó considerablemente para el nabarro, al llevar una vida por
encima de sus posibilidades, manteniendo a un estudiante pobre, el nabarro
Miguel de Landibar, que le hacía las funciones de criado, como requería su
prestigio de noble de alta alcurnia. Esto sumado a que el precio de las cosas
en Paris estaba por las nubes, significó en definitiva un endeudamiento supremo
de Frantzes de Jaso y Azpilcueta.
"-De qué le sirve al hombre ganar todo el mundo si
pierde su alma"
Esta fue la ocasión
que espera pacientemente el español Iñigo López de Loyola-Yánez de Oñaz y Sáenz
de Licona, prestando dinero de forma ocasional al nabarro para que solucionara
sus problemas económicos. Incluso lo postulo a Frantzes de Jaso y Azpilcueta
como profesor particular para amigos de su círculo teológico, con lo que poco a
poco, de manera inconsciente, el nabarro fue introduciéndose en el grupo de
amistades del español, del cual no se cansaban de hablar, pues el capitán
español que tenía manchadas las manos con la sangre de los nabarros era su
referente moral, al que tenían por un hombre sabio.
"-De qué le sirve al hombre ganar todo el mundo si
pierde su alma"
Con el paso de los
meses la influencia del vasco-español sobre el vasco-nabarro se incrementó.
Pierre Lavre e Ignacio de Loyola , en la habitación, hablan incansablemente de
sus proyectos, de la vida y de la espiritualidad necesaria para ser soldados de
Dios.
"-De qué le sirve al hombre ganar todo el mundo si
pierde su alma"
Ignacio de Loyola prestó
dinero en reiteradas veces a Frantzes de Jaso y Azpilcueta, dándole solo consejos
de los peligros que las nuevas corrientes religiosas dentro de la cristiandad,
que habían llegado a Paris. Pero nunca le pidió que le devolviera el dinero.
"-De qué le sirve al hombre ganar todo el mundo si
pierde su alma"
El vasco-nabarro
Miguel de Landibar vio con gran preocupación el acercamiento de su señor al
vasco-español. Aunque a veces Frantzes de Jaso y Azpilcueta se ría a la cara de
Ignacio de Loyola, por sus alocados proyectos.
Pero como cada vez que
se ponía el sol:
"-De qué le sirve al hombre ganar todo el mundo si
pierde su alma"
En la primavera del
año 1533, a Frantzes de Jaso y Azpilicueta le llegó la triste noticia de la
muerte entre terribles sufrimientos de su hermana, la abadesa del convento de
las Clarisas de Gandía Magdalena de Jaso y Azpilcueta.
En junio y por la
marcha de Pierre Lavre al ducado de Savoué-Savoie-Saboya
para solventar unos asuntos familiares, lo que propició que el vasco-nabarro se
quedar a solas con el vasco-español.
"-De qué le sirve al hombre ganar todo el mundo si
pierde su alma"
El lavado del cerebro,
por parte del español al nabarro, ya había surtido efecto casi en su totalidad
para entonces. Así, entrado ya el verano, Frantzes de Jaso y Azpilcueta aceptó
los planteamiento teológicos deIgnacio de Loyola, uniéndose a aquellos que iban
a la Cartuja a confesarse.
Tras ello, Frantzes de
Jaso y Azpilcueta renunció a su estatus de nobleza, dejando tirado en la calle
al pobre Miguel de Landibar, que viéndose en la más absoluta de las ruinas, se
dirigió al colegio de Santa Bárbara con la intención de asesinar a aquel que le
había robado a su señor, es decir, matar a Ignacio de Loyola. Pero ciertamente eso
no era lo suyo y cuando estuvo ante el vasco-español se arrepintió, llegando incluso
a ponerse de rodillas frente a él y pedirle perdón tras manifestarle sus
intenciones.
Inicialmente, el que
Frantzes de Jaso y Azpilcueta aceptase a Ignacio de Loyola como su guía
espiritual, no significó que abandonase su carrera universitaria. Pero el grupo
de gente que iba todos los domingos a la Cartuja a confesarse era cada vez
mayor.
Pero el círculo más
íntimo de Ignacio de Loyola, eran Pierre Lavre y Frantzes de Jaso y Azpilcueta,
que compartían la idea de ser soldados de Dios y peregrinar a Tierra Santa.
No pasó mucho tiempo
para cuando entró a formar parte de tal selecto grupo el portugués Simão
Rodrigues de Azevedo. Justo en el preciso instante en el cual los proyectos
universitarios se le estaban empezando a complicar para Frantzes de Jaso y
Azpilcueta. Fue en noviembre del año 1533, coincidiendo con el discurso dado
por el rector que a su vez, había sido escrito por Jean Cauvin-Calvinus.
Pese a ello, Frantzes
de Jaso y Azpilcueta se dedicó con más ganas a sus clases universitarias y su
docencia como profesor en el colegio de Beauvais. Eso sí, el resto del tiempo
lo consagraba exclusivamente a la meditación y las conversaciones teológicas
con su nuevo amigo, “mejor amigo”, Ignacio de Loyola.
En verano del año
1534, Fratzes de Jaso y Azpilcueta acudió, como profesor o maestro que era, a
la Asamblea General de la Universidad de Paris.
Por esa época, se
unieron al círculo íntimo de Ignacio de Loyola, los españoles Diego Laynez, Alfonso
Salmerón, junto a Nicolás Alonso y Pérez, más conocido Nicolás de Bobadilla.
Así pues, ya eran siete los que deseaban seguir los ideales de pobreza,
búsqueda de la voluntad divina y ayuda al prójimo.
Pero llegó un momento
en el que todos los miembros de ese reducido grupo ya habían hecho los
“ejercicios espirituales” salvo Frantzes de Jaso y Azpilcueta, porque siempre
estaba muy ocupado con las clases para su doctorado y su trabajo de maestro.
Entre todos
establecieron una serie de puntos que les debían de servir de guía en su nueva
vida como soldados de Dios. Pobreza, castidad, dedicación a la salvación de las
almas, peregrinar a Tierra Santa para ordenarse sacerdotes, a la curación de
los enfermos, a predicar la doctrina de la República Católica Romana, …
Pero para empezar, la
promesa de pobreza, como no, la dejaron para más tarde, concretamente hasta
terminar sus estudios y tras la realización del viaje a Tierra Santa.
Finalmente, tras
varios días de meditación y penitencia, el día 15 de agosto del año 1534
emitieron en Montmartre, sus votos para servir a Dios desde la pobreza y el
sacrificio.
Frantzes de Jaso y
Azpilcueta seguía por aquel entonces, sin hacer todavía los dichosos
“ejercicios espirituales”. Algo que hizo al mes siguiente. Cogió el nabarro y
se encerró en una casa solitaria de las afueras de Paris, para pasar solo 30
días. Su maestro de ejercicios lógicamente fue Ignacio de Loyola. Este aparecía
de vez en cuando a presentarle diversos temas sobre los que debía meditar,
aconsejándole en las dudas que le podían haber surgido, guiando a Frantzes de
Jaso y Azpilcueta en todos los aspecto morales y espirituales que la
experiencia requería.
Durante el transcurso
de estos 30 días, el nabarro Frantzes de Jaso y Azpilcueta murió. En su lugar salió
un soldado de Dios llamado Francés de Xavier. Para saber su creador no hay más
que mirar como llamó desde entonces a Ignacio de Loyola: Padre de mi alma.
Una
de las primeras versiones del sello de la Compañía de Jesús (Iglesia del Gesù,
Roma). El trigrama "IHS",
comprendido por las tres primeras letras griegas de "IHΣOYΣ" (Jesús).
WIKIPEDIA.
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A finales de marzo del
año 1535, Ignacio de Loyola abandonó Paris, tomando rumbo a Azpeita por motivos
de salud. En su equipaje llevó una carta de Francisco de Xabier, la cual iba
dirigida a su hermano Juan de Azpilcueta y Jaso, quien residía en Obanos. La
decisión irrevocable de Francés de Xavier estaba en dicha misiva. Algo que fue muy
mal recibido por los familiares de Frantzes de Jaso y Azpilcueta, pues era la
confirmación de su pérdida definitiva, tras haber recibido tiempo atrás
noticias de las malas compañías del benjamín de los Jaso.
Incluso en un lenguaje
vengativo, Francés de Xavier le dijo en la carta a su hermano lo siguiente:
“(…) Y lo mucho que, Señor, en esta parte sentía era
considerarlas muchas penas que V. Merced recibía por informaciones de algunos
malos hombres de ruin porte; a los cuales a las claras desseo mucho conocer
para darles el pago que merescen. Y porque acá se me hazen todos muy amigos,
esme difícil saber quién es; y Dios save la pena que passo en diferirles el
pago de la pena que merescen; más solo me da consuelo que quod differtur non
aufertur. (…)”
Es decir, las últimas
palabras escritas en latín lo dejaba claro “ni olvido ni perdono” dijo Francés
de Xavier sobre aquellos que habían informado a su familia de su integración en
la “secta” de Ignacio de Loyola, aquel soldado español que combatió contra los
nabarros, incluido Miguel y Juan, hermanos suyos.
Incluso, Francés de
Xavier dejaba muy bien en la carta a Ignacio de Loyola, no solo con la misión
de facilitar la entregar de la misma, sino también con la idea de recaudar
fondos para su causa, pero argumentando que estaba necesitado. Es decir,
mediante mensajes oscuros, engaños y embustes.
Pero no consiguió
mucho, solo algún dinero para auxilios.
Intentando un vuelco
en la situación del hermano pequeño, la familia Jaso-Azpilcueta puso en marcha
el día 13 de agosto del año 1535, el procedimiento por el cual, los tribunales
colonizadores de los gobernantes de la región de Navarra, reconociesen a
Frantzes de Jaso y Azpilcueta como varón de noble cuna. Un proceso que se había
vuelto bastante por culpa de la ocupación militar española.
En agosto del año
1536, se hizo pública la sentencia que reconocía a Frantzes de Jaso y
Azpilcueta como un hidalgo del Reyno de Navarra. Pero ya era tarde, el benjamín
de los Jaso había muerto y en su lugar estaba un desconocido, Francés de
Xavier.
Por otro lado, nunca
se le otorgó a Frantzes de Jaso y Azpilcueta la canonjía en la sede episcopal
de Iruinea-Pamplona, sencillamente por la frontal oposición y el veto directo de
los españoles.
La guerra entre los
Reinos de France y España, trastocó los planes del soldado de Dios Francés de
Xavier y de sus compañeros, los cuales habían quedado con Ignacio de Loyola en la
ciudad de Venessia-Venezia en marzo del año 1537. Salieron antes de lo previsto
y además, por causas de la guerra se dividieron en dos grupos, estando en cada
uno de ellos un español y un francés. Así, si se encontraban con tropas de uno
u otro bando, hablaría el de la nacionalidad correspondiente. Para más
seguridad, todos fueron vestidos de estudiantes.
Hay que decir, que los
últimos en unirse al grupo fueron los franceses Pascasio Bröet y Jean Codure.
También se unió un compatriota de Pierre Favre, llamado Claudio Jayo. Así eran
ya una compañía de 10 miembros.
Fueron a pie,
mendigando por los caminos hasta llegar a Meaux. Después tomaron rumbo hacia
Metz, Nancy, bordearon el rio Rhin-Rain y cruzaron la frontera por Schwyz-Suiza,
de donde pasaron a Trento, para dirigirse finalmente hasta la ciudad de Venessia-Venezia,
donde llegaron el 8 de enero del año 1537.
Allí se encontraron los
viajeros con su guía espiritual Ignacio de Loyola, el cual llevaba ya un año en
la ciudad de los canales, haciendo nuevo adeptos para su particular dogma de
fe. Este presentó a Francés de Xavier y al resto del grupo a dos españoles. Uno,
un sacerdote andaluz llamado Diego Hozes, y el otro un vascongado, cónsul en la
República de Venessia-Venezia del emperador Carlos I de España y V de Alemania,
llamado Martín de Zornoza.
Francés de Xavier
prestó especial interés a éste último por consejo de Ignacio de Loyola. El
cónsul español en la República de Venessia-Venezia había estado en contacto con
los clérigos regulares de los Teatinos, cuya fundación databa del año 1524,
teniendo casi los mismos planteamientos ideológicos y espirituales que el grupo
de Ignacio de Loyola. Después incluso, de que el carácter autoritario y los
aires de superioridad del de Azpeitia, le supuso la ruptura total de relaciones
con el fundador de dicha orden, el cardenal Gian Pietro Carafa, natural del
Reino de Napoli.
También le presentó a
dos españoles de la región de Navarra, que realmente eran familiares lejanos
suyos, pues el abuelo de estos, el Notario Mayor del Reino de Nabarra,
Consejero del Rey de Nabarra y Oidor de Comptos en la Cámara Real de Nabarra Bernart
Peritz de Jatsu, era el hermano del abuelo paterno de Francés de Xavier, el
Maestro de Finanzas del Reino de Nabarra, Diputado en las Cortes del Reino de
Nabarra, Oidor y Maestre de Comptos en la Cámara Real de Nabarra y Contador
Mayor de la Casa del príncipe Carlos de Biana Arnalt Peritz de Jatsu.
Tras la euforia del
reencuentro, todos ellos se dieron cuenta que tenían que esperar hasta el
verano para ir a Tierra Santa.
Pero no estuvieron
parados. Francés de Xavier y el resto del grupo, se dedicaron a dar de comer y
limpiar a los enfermos, de hacer las camas y de fregar los suelos, además de
recoger las heces en un hospital, creando en torno suyo una importante fama.
Francés de Xavier fue
llamado por un enfermo de sífilis, el cual le pidió que le rascara la espalda.
Una espalda llena de heridas con pus debido a la enfermedad de los franceses,
según los ingleses; de los españoles, según los franceses; o de los napolitanos,
según los españoles. El soldado de Dios no dudó en sacarle la pus de toda la espalda
e incluso introducirse tras ello los dedos en la boca, con los restos de las
heridas pegados en sus manos. Un ejemplo del fanatismo existente en el grupo al
que pertenecía tras ser convencido mediante con una constante colonización
ideológica de carácter religioso, por el enemigo de su Patria natal de Nabarra,
Ignacio de Loyola.
Tras continuar con sus
buenas obras, junto a esos fanáticos y antihigiénicos actos perjudiciales para
su salud, ya en Semana Santa, rancés de Xavier y el resto del grupo, decidieron
ir en peregrinación a la Ciudad Eterna, Roma.
Fueron todos salvo
Ignacio de Loyola, ya que en Roma tenía a dos poderosos enemigos, el cardenal
Gian Pietro Carafa y el doctor Ortiz. Al resto, ya de camino a la Ciudad Eterna
se les unieron el español Antonio Arias y el que había sido el criado de
Frantzes de Jaso y Azpilcueta, el atormentado nabarro Miguel de Landibar.
La peregrinación la
realizaron sin dinero, obteniendo los recursos necesarios para vivir mediante
la petición de limosna. Empapados, mal alimentados y peor vestidos, el día 25
de marzo del año 1537, Francés de Xavier y sus compañeros llegaron a Roma.
Tras buscar
alojamiento gratuito en los hospitales de cada Nación, su objeto fue el de
visitar las siete iglesias. Después contemplaron el lienzo de tela donde los
creyentes creen ven impreso el rostro de Cristo. Todo en post de conseguir
indulgencias para sus almas.
Ya en Roma, la Curia
Romana tenían conocimiento de los compañeros de Ignacio de Loyola y Francés de
Xavier. No era de extrañar, ya que sus actos fanáticos eran rápidamente
trasmitidos de boca en boca en todas las direcciones, y ya se sabe, todos los
caminos llevan a Roma.
Fue el doctor Ortiz
quien llamó a su presencia a Francés de Xavier y al resto de sus compañeros. El
español los recibió amablemente, siendo amistoso con todos ellos, ofreciéndoles
incluso una entrevista con el Jefe de la República Católica y Apostólica de
Roma, el papa Paulo III.
El papa los recibió.
Ante él, los peregrinos parisinos demostraron sus grandes conocimientos en
Filosofía y Teología, dejando los eruditos del grupo de Francés de Xavier muy
contenta a su santidad.
Paulo III les ofreció
su ayuda, a lo que Francés de Xavier, en nombre de todos, solo le pidió su
bendición, permiso para ir a Tierra Santa y licencia para recibir las órdenes
mayores y menores de manos de cualquier obispo, y en cualquier momento si así
lo decidía.
A finales de abril,
todos contaban con los permisos especiales “obligatorios” para ir a Tierra
Santa, además de las licencias necesarias para ordenarse como sacerdotes.
También recibieron una importante cantidad de dinero de manos del papa, para que
así no pasar penurias en su viaje. Esa cantidad se incrementó de forma
exponencial cuando los cardenales, especialmente los españoles, imitaron el
gesto de su jefe Paulo III.
En mayo ya estaban de
vuelta en La ciudad de Venessia-Venezia, para compartir lo vivido junto a
Ignacio de Loyola. Pero por el camino Antonio Arias y Miguel de Landibar se
dieron a la fuga y abandonaron por completo a Francés de Xavier y al resto de
fanáticos.
Para el 24 de junio
del año 1537, todo el grupo se había ordenado ya como sacerdotes. Estaba todo
preparado para partir a Tierra Santa, pero ya para entonces, la República de
Venessia-Venezia había entrado en guerra contra دولت
عالیه عثمانیه-Devlet-i
Âliye-i Osmâniyye-el Imperio Otomano.
Así pues, vuelta al
cuidado de los enfermos. Francés de Xavier fue a la población de Monsélice,
junto a su compañero Alfonso Salmeron. Tras cuarenta días de penitencia de uno
y después del otro, se dedicaron a pedir limosna, a hablar en las plazas de los
pueblos de alrededores, en un idioma donde se mezclaba el latín, el castellano
y el italiano.
Si completar los tres
meses de retiro acordados, fueron llamados por Ignacio de Loyola para reunirse
con él en la ciudad de Vincenza, donde les comunicó el recrudecimiento en la guerra
entre venecianos y otomanos. Al poco de llegar y de dar su primera misa,
Francés de Xavier se vio atacado por unas fuertes fiebres, postergándolo en la
cama durante un largo periodo.
En la reunión se
tomaron nuevas decisiones y en ellas a Francés de Xavier le tocó ir a la ciudad
de Bulåggna-Bologna-Bolonia, ciudad donde su padre Juan de Jaso y Atondo, en su
tiempo, se graduó en Derechos. Una vez “recuperado” le acompañó Nicolás de
Bobadilla, pero antes de partir aceptaron el nombre propuesto por Ignacio de
Loyola para su congregación: la Compañía
de Jesús.
Ciertamente las
fiebres que sufrió Francés de Xavier completaron el cambio que le faltaba. Tras
muerte ideológica de Frantzes de Jaso y Azpilueta, siguió la desaparición del
físico que tuvo aquel atleta y jugador de pelota vasca. Ahora, debido a su
fanatismo antihigiénico por el cual
había enfermando, ya no era más que un esqueleto descarnado andante, siervo de
Cristo y soldado de Dios.
La Compañía de Jesús
volvió a reunirse en Roma por petición nuevamente de Ignacio de Loyola. Allí
acudió nuevamente de forma sumisa Francés de Xavier, a predicar en calles y
plazas, dar misa y confesar a los habitantes de la ciudad.
Francés de Xavier, al
igual que sus compañeros, tuvieron varios enfrentamientos ideológicos con otros
predicadores, los cuales acusaron a los miembros de la Compañía de Jesús de ser
luteranos, cuyo objetivo era ganar adeptos mediante los denominados “ejercicios
espirituales”. La ciudadanía trató a Francés de Xavier y a todos sus compañeros
como apestados. El principal acusador fue el nabarro Miguel de Landibar.
Incluso, entre los
círculos de poder Romano, donde el jefe de la compañía Ignacio de Loyola había
ganado muchos adeptos entre las altas esferas de la Curia Romana, comenzaron a
separase de ellos para no verse salpicados por ese escándalo de tal magnitud
para la fe. Ignacio de Loyola, Francés de Xavier y el resto de la compañía, tomaron
el toro por los cuernos y denunciaron a todos aquellos que les difamaron.
Gracias al proceso pudieron recuperar el prestigio y siguieron con su labor de
predicar, aquí y allá.
En
octubre del año 1538, la compañía se instaló cerca del Capitolio, concretamente
en el palacio de Frangipani. La salud de Francés de Xavier continuaba delicada,
llegando algún día a gritar de dolor mientras escupía
sangre por nariz y boca. Además, el viaje a Tierra Santa se antojaba casi
imposible.
Así pues, Ignacio de Loyola,
un enfermo Francés de Xavier y el resto de la compañía, pidieron audiencia a
Paulo III, mostrándole nuevamente subordinación y obediencia, poniéndose a su
disposición para ser enviados a predicar a cualquier parte del Mundo o
cualquier otra misión donde el sumo pontífice lo viera y creyera conveniente.
Mientras Francés de
Xavier se dedicó a predicar, cuando su enfermedad se lo permitía eso sí,
Ignacio de Loyola realizó las gestiones pertinentes para legitimar en la
administración vaticana a la Compañía de Jesús. También se fueron preparando
diversos viajes, aunque inicialmente Francés de Xavier no iba a ir en ninguno, sencillamente
por su delicado estado de salud.
Uno de esos viajes
tenía fijada la fecha para el día 15 de marzo del año 1540. Su destino el Reino
de Portugal y una de las obligaciones contraídas con el embajador portugués
Pedro Mascarenhas, era la de que tenían que ir dos maestro de la Compañía de
Jesús con él. Pero el día anterior solo podía ir uno, Simão Rodrigues de
Azevedo. Ignacio de Loyola supuestamente enfermo, le ofreció el otro puesto a
Francés de Xavier, que ni lo dudó ni un instante y acepto inmediatamente la
misión.
Justo dejó una carta
donde aceptaba las constituciones de la orden, la cual, todavía no había sido
aprobada por Paulo III. También dejó escrito que su candidato para superior de
la compañía era Ignacio de Loyola, siendo ese su voto para el día en que se
celebrasen las elecciones.
El viaje a Lisboa llegó
a durar 3 meses y medio. En el plan de viaje estaba el pasar por la provincia
española de Guipúzcoa-Gipuzkoa. La primera parada de importancia fue en la
ciudad de Bulåggna-Bologna-Bolonia, donde Francés de Xavier recibió dos cartas
de Ignacio de Loyola. En una recibía órdenes a modo de recomendación, de que
escribiese regularmente a Roma, de donde no pensaba moverse el español de
Azpeitia. Además le instruía de como tenía que escribirle, utilizando una hoja
diferente para los “asuntos secretos” de la Compañía de Jesús, de otro folio
con los asuntos oficiales, para que así Ignacio de Loyola se los pudiera
mostrar al resto de compañeros.
Francés de Xavier se
llevó muy bien con el embajador portugués, gracias a su sumisión y a la
continua labor del cuidado del resto de viajeros. Debido a las órdenes
recibidas, cuando pararon en Parma, no se acercó hasta Brèsa-Brescia para
ayudar a su amigo y compañero de orden Pierre Favre.
Tras pasar por
Liyon-Lyon se encaminaron hasta la costa labortana. De la ciudad de Baiona fueron
a Donibane Lohizune y después se presentaron en Hendaia. Una vez entraron en el
Reino de España, Francés de Xavier se acercó hasta Azpeitia tras pasar por
Hondarribia-Fuenterrabía. Concretamente su objetivo era la casa solariega de
Ignacio de Loyola, para entregar unas cartas al sobrino de éste, llamado
Beltrán.
En la carta, Ignacio
de Loyola presentó de una forma muy respetuosa a Francés de Xavier:
“Francisco de Xabier, nabarro, hijo del señor de Xabier, uno
de nuestra Compañía. (…)”
Al parecer, el español
Ignacio de Loyola todavía veía algo del nabarro aquel que conoció en la ciudad
de Paris, y que convenció tras un importante lavado de cerebro, realizado
sistemáticamente, para ser soldado de Dios.
Tras su estancia en
Azpeitia, el grupo tomó rumbo a Vitoria-Gasteiz. De allí fueron hasta la ciudad
de Burgos, después las ciudades de Valladolid y Ciudad Rodrigo. Finalmente, en el mes de junio del año 1540,
la comitiva llegó a la ciudad de Lisboa, la gran capital del imperio portugués.
Simão Rodrigues de
Azevedo y Francisco de Xabier fueron llamados a la Corte del rey de Juan III de
Portugal. El y su mujer Catalina de Austria, salieron muy contentos de la
entrevista, viendo que eran los hombres apropiados para la misión de
evangelizar a los indios. Así pues, mientras llegaba la documentación papal con
la cual poder viajar a las tierras e islas de las Indias Orientales, los dos
miembros de la Compañía de Jesús se dedicaron, por orden del monarca portugués,
al cuidado espiritual de los niños que trabajaban como pajes en su Corte.
Pero pronto el volumen
de trabajo les superó tras ser elegidos como confesores y guías espirituales de
la Corte lisboeta, requeridos sus servicios por muchos nobles de la capital del
Reino de Portugal. Tanta fama no fue buena para sus objetivos, ya que el rey
Juan III de Portugal se planteó retener a Francisco de Xabier y a su compañero
a su lado. Además la flota para la India ya había partido antes de su llegada a
la ciudad de Lisboa, por lo que los dos miembros de la Compañía de Jesús debían
esperar un año para poder embarcarse.
La nueva misión de los
hermanos de la orden, fue la de acudir diariamente a atender a todos los
prisioneros encarcelados la Inquisición portuguesa, enseñarles doctrina y
confesarlos. Algo que hicieron gustosamente.
Martin de Azpilcueta y
Jaureguizar el joven, conocido como Doctor navarrus, familiar de Francisco
de Xabier, le escribió una carta para saludarlo, pues el ilustre canonista e
intelectual, impartía clase en la Universidad de Coimbra. Además le comunicaba
que se había enterado por otro nabarro, el mercader Francisco de Mutiloa.
El de Barasoain tuvo
que escribirle dos veces más, para que Francisco de Xabier reaccionara. El Doctor navarrus le preguntó por su vida
y a ver si podía acudir hasta la Universidad, para hablar y saber más de cómo
funcionaba la Compañía de Jesús.
Francisco de Xabier le
contestó el 28 de septiembre del año 1540, agradeciéndole el trato mostrado en
sus cartas y que le parecía adecuado reunirse para hablar sobre la Compañía de
Jesús. Para finalizar, le pidió que cogiera como alumno al portador de la
carta.
En noviembre,
nuevamente Francisco de Xabier escribió al Doctor
navarrus, comprometiéndose a escribir al prior de Orreaga-Roncesvalles
Francisco de Nabarra y Hualde.
Simão Rodrigues de
Azevedo y Francisco de Xabier acompañaron a los reyes de Portugal a su retiro
invernal a finales de noviembre. Desde allí escribieron nuevamente a Roma
contando sus aventuras y solicitando los documentos papales que les acreditasen
como embajadores en tierras de la India.
Finalmente, tras las
gestinones de Ignacio de Loyola en la ciudad de Roma y las del Doctor navarrus desde la Universidad de
Coimbra, se tomó la decisión de dejar a Simão
Rodrigues de Azevedo en el Reino de Portugal, ya que como era portugués le
sería más sencillo montar una escuela. Por otro lado, Francisco de Xabier lograba
su objetivo, marcharía a las Indias Orientales.
La última carta que
escribió en suelo portugués fue el día 18 de marzo del año 1541. Por supuesto,
su destinatario fue Ignacio de Loyola.
El 7 de abril,
casualmente cuando cumplía 35 años, Francisco de Xabier partió hacia las
tierras de la India, en una flota formada por cuatro grandes naos. Él fue en el
bautizado como Santiago. Era la nave más grande de todas, en la cual se encontraban
casi 500 hombres. El comandante de la expedición era el propio gobernador
portugués para las Indias Orientales, capitán del mar de las Indias y duque de
Bragança Martim Afonso de Sousa.
A los diez días de su
partida, Ignacio de Loyola aceptaba el cargo de general de la Orden, después de
haber rechazado por dos veces el voto unánime de sus hermanos. En Europa, la
Compañía de Jesús quedó totalmente establecida. Francisco de Xabier sería el
encargado de lanzarla al Mundo.
El día 22 de
septiembre llegaron a Mozambique-Moçambique, tras un viaje nada agradable.
Tormentas y calmas se sucedieron durante la travesía. Es más, la talma fue
total a su paso por las Islas de Cabo Verde, quedando las naves completamente
paradas durante más de cuarenta días. Hasta llegar a Mozambique-Moçambique, los
días de Francisco de Xabier fueron un trajín de idas y venidas, al cuidado de
los cuerpos y de las almas de los marineros.
Durante su estancia en
esa isla, Francisco de Xabier se fue a ayudar al pequeño hospital que se
encontraba allí, el cual estaba lleno de casos de escorbuto y disentería. Su
labor se convirtió en imprescindible, hasta que cayó enfermo por fiebres. Llegó
a ser sangrado hasta nueve veces, además deliró durante tres días y sus
correspondientes noches.
Una vez restablecido,
nunca del todo, partió de Mozambique-Moçambique dirección Goa, en los últimos
días del mes de febrero del año 1542, deteniéndose primero en Melinde, donde
Francisco de Xabier debatió con unos musulmanes. También paro en la isla de
Sokotora, donde musulmanes y cristianos convivían, repitiendo incluso una
fórmula religiosa que ni ellos entendían. Francisco de Xabier se aburrió de
impartir el sacramento del bautismo en los manejables habitantes.
Finalmente, Francisco
de Xabier llegó al puerto de Goa el día 6 de mayo de ese mismo año. Como
delegado personal del rey de Portugal, Francisco de Xabier debía conocer todos
los territorios bajo control del imperio portugués, y comprobar el estado de
los nativos cristianizados.
También tenía la orden
de inspeccionar y controlar, la labor realizada en esas tierras por clérigos y
de las diversas órdenes religiosas que se encontraban allí. Esta orden venía de
lo más alto de la cristiandad occidental, es decir, del papa.
Y luego estaba su
propio objetivo, como soldado de Dios debía predicar su palabra entre los
pobres, cuidar de los enfermos y si era posible, montar una escuela. Para
finales de mayo ya había hecho un librico donde estaba escrito el catecismo.
Ya sin pisar tierra,
se puso a trabajar en el hospital Real de Goa, asistiendo y cuidando de los
enfermos. También escuchó sus confesiones en sus últimos momentos para salvar
sus almas. Visitó a los presos de las cárceles y las leproserías, donde ofició
misas.
Enseñó en el colegio de San Pablo, también llamado de
Santa Fe, con la intención de expandir la religión Cristiana y Católica de
Roma, además de abrir nuevas vías al comercio del imperial Reino de Portugal.
A pesar que ni grandes
ni pequeños le entendían a Francisco de Xabier que les hablaba en portugués,
este se ponía a cantar con ellos el Credo para que así lo memorizasen.
Rechazó vestir con
unos ropajes de seda, que todos los sacerdotes lo llevan por las altas
temperaturas y la gran humedad. Francisco de Xabier siguió vistiendo algodón.
Bautizar, confesar,
predicar por las calles y leer el Credo a los menos favorecidos, fueron sus
principales tareas durante los diez años siguientes. Algo que adoraba y le
gustaba hacer.
El gobernador
portugués para las Indias Occidentales, un día decidió que Francisco de Xabier
debía ir a una importante zona, que los portugueses llamaban Costa de la
Pesquería, en la भारत-India enfrente de ශ්රී
ලංකාව-Sri Lanka-Isla de
Ceilán. Sin problema alguno y con las espaldas bien cubiertas, Francisco de
Xabier fue a evangelizar la zona, es decir, a colonizar de la religión Cristiana
y Católica de Roma a los habitantes de la zona.
“(…) En esta tierra conquistada por las fuerzas portuguesas
la cruz de los predicadores del Evangelio ha de ir siempre precedida y
respaldada por la espada de los capitanes. (…)”
En aquellas idílicas
playas con arenas claras y cocoteros, bajo un incesante sol, fueron los pavaras
el Pueblo que más se benefició de la labor de Francisco de Xabier. En la distribución de castas existentes en la
भारत-India, eran lo más bajo de lo bajo,
considerados como parias por el resto. Ellos se encargaban de los peores y más
peligrosos trabajos, como el de ser pescadores de perlas. Además estaban
dominados desde mucho tiempo atrás por musulmanes. Así que la llegada de
Francisco de Xabier y los portugueses les vino de perlas, nunca mejor dicho.
El enfrentamiento
comercial entre portugués y musulmanes, estando en medio los inocentes pavaras,
no podía resolverse exclusivamente por las armas. Así que para facilitar las
cosas para los portugueses, Francisco de Xabier comenzó a convertir a los
pavaras al cristianismo, bueno hacia 8 años que eran cristianos pero sin conocimiento
de que suponía eso. También se dedicó a cuidar de los enfermos, siendo especialmente
bueno en el cuidado de las fracturas, de los esguinces y toda lesión en el
aparato locomotor [¡mano de Santo oiga!] y de todas las demás tareas habituales
que realizaba en Goa. Mientras que los portugueses les bajaron los impuestos a
lo pavaras, por debajo de los que les habían impuesto los musulmanes.
Francisco de Xabier
trató de traducir los evangelios del latín a la lengua nativa, algo que desde
la Curia Romana era considerado una herejía. Pero esto lo hacía para que los
pavaras comprendieses el Evangelio y así, aplicárselo diariamente en sus vidas.
Francisco de Xabier
trató siempre con cariño, cordialidad y respeto a los niños y niñas que se le
acercaban, para conocer a ese extraño hombre llegado de tierras lejanas y
lengua desconocida.
Francisco de Xabier
quedó maravillado con la pesca de las perlas. Un trabajo duro y arriesgado, no
solo por los tiburones que acechaban, sino por los problemas pulmonares que
causaban las continuas inmersiones.
Francisco de Xabier se
deshizo en cuidados con el Pueblo de los pavaras, mientras que aborrecía a los musulmanes
y a los brahmanes o casta sacerdotal hindú. Las llevas de San Pedro para unos y
la espada de San Pablo para los otros.
Visitó todos los
poblados de la costa, tras duras travesía a pie a lo largo de unas playas
ardientes por el sol. Francisco de Xabier estuvo con los pavaras un año,
concretamente hasta septiembre del año 1543, momento en el cual se presentó el
gobernador portugués de las Indias Occidentales, así que vuelta a Goa.
En enero del año 1544,
Francisco de Xabier volvió a la Costa de la Pesquería. Pero por petición y/o mandato
del rey de Portugal, fue primero a ශ්රී
ලංකාව-Sri Lanka-Isla de
Ceilán. Su misión era bautizar al rey soberano de la isla, pero Francisco de
Xabier tuvo que retirarse junto a las tropas portuguesas, sin conseguir ni un
mísero bautizo.
Ya por marzo,
Francisco de Xabier comenzó a mostrar su enfado por el trato que sufrían los
nativos, mayoritariamente nuevos cristianos, por parte de los soldados y
mercantes portugueses. Y así se lo hizo saber a Ignacio de Loyola por carta.
De todas formas, la
fama ganada por Francisco de Xabier, tanto entre algunos de los reyes de los
nativos, como en los mercaderes portugueses, hizo que lo vieran como un
negociador adecuado para sus tejemanejes.
Pero a partir de junio
del año 1544, la cosa cambió. Las tribus enemigas de los nuevos cristianos y de
los egoístas portugueses, atacaron de improvisto la costa donde residían las
poblaciones pacíficas, arrasando poblados y secuestrando a sus gentes. Los que
se salvaron huyeron hasta una isla en el cabo de Comorín. Allí fue Francisco de
Xabier para ayudar a los perseguidos jugándose la vida en ello. Intentó mediar
ante el rey que había atacado, pero el asunto sobrepasaba sus cualidades de
negociador. Aún y todo, Francisco de Xabier consiguió la retirada de las tropas
atacantes.
Pero otro de los reyes
de la zona, receloso y temeroso de Francisco de Xabier y con más razón de los
portugueses, se levantó en armas, al creer que se habían aliado con el otro
rey, enemigo suyo. Así pues, eran los cristianos de Tuticorín los perseguidos
ahora.
Otro de los reyes de ශ්රී
ලංකාව-Sri Lanka-Isla de
Ceilán, también atacó las islas circundantes, ante la ausencia de las tropas
portuguesas. Francisco de Xabier clamó venganza por las persecuciones que este
rey produjo entre los isleños cristianos y los portugueses prepararon una flota
de castigo.
El propio Francisco de
Xabier se ofreció a formar parte de las tropas portuguesas. Marchó a Goa para
conseguir el apoyo del gobernador portugués de las Indias Orientales, llegando
en la festividad cristiana de la Natividad de Jesús. Aprovechó su estancia en
Goa para redactar un buen número de cartas, incluida una al rey de Portugal,
para llamarle de la actitud de sus súbditos portugueses con respecto a los
nativos cristianizados. Entre tanto, la expedición de castigo por la cual
estaba dispuesto a coger las armas Francisco de Xabier, fue finalmente
cancelada por el gobernador de los portugueses en las Indias Orientales, por
asuntos relacionados con el naufragio de un barco de la marina Real portuguesa,
cuya carga había caído en las manos de ese rey de ශ්රී
ලංකාව-Sri Lanka-Isla de
Ceilán, por lo que ahora se priorizaba la negociación.
Francisco de Xabier
viajó a São Thomé, donde visitó la tumba del apóstol Santo Tomás. Allí dedicó
un tiempo al descanso y a la meditación, cuando tras varios meses recibió la
noticia de que unos reyes de Melaka-Malaca querían convertirse al cristianismo.
Estuvo hasta agosto del año 1545, momento en el cual partió haca
Masacar-Indonesia.
Esas costas eran
peligrosas, pues eran el centro neurálgico del comercio de todas las islas de
Indonesia y también de las costas de donde llegaba Francisco de Xabier. Una vez
en Melaka-Malaca, el trabajo que realizo fue el habitual al realizado en los
otros lugares.
En enero del año 1546,
Francisco de Xabier se embarcó rumbo a las Islas de Amboinio-Molucas. Durante
el mes y medio de viaje marítimo, se dedicó a predicar en la cubierta del barco
y confesar a los marineros. En esas islas el control militar portugués era
menor, lo que le dio más libertad de acción a Francisco de Xabier. Acompañado
de un intérprete tras no conseguir aprender el malayo, las labores de
conversión al cristianismo de las gentes de las islas le resultaron más
fáciles. Tampoco olvidó las demás tareas que hacía con igual ilusión.
Visito con las mismas
tareas la isla de Seram-Serang-Ceram, donde vivían la tribu de los cazadores de
cabezas. Allí el trabajo de Francisco de Xabier no sirvió de nada. Suerte tuvo
que no cazaran su cabeza. Por ello navego por las islas pequeñas que rodean a
la isla de los famosos cazadores de cabezas, a los cuales Francisco de Xabier
no mostró aprecio alguno. En dicha travesía en barco sufrieron varias tormentas.
Pero este viaje le dio
la oportunidad de relacionarse con otros europeos, además de los portugueses.
Lo hizo con unos españoles de una expedición que había salido de Nueva
España-México. Gracias a éstos, Francisco de Xabier se enteró de la existencia
de unos islotes llamados las Islas del Moro.
A Francisco de Xabier
le llamó la mala situación que tenían los cristianos de esa zona, los cuales
estaban abandonados a su suerte según contaron los españoles. Por ello decidió
partir de inmediato a esas tierras donde los musulmanes impedían la entrada de
cualquier cristiano.
Antes de partir
redactó varias cartas para Roma, India, Costa de la Pesquería, Melaka-Malaca,
etc. Incluso para el rey de Portugal informándole de su obligado destino por el
bien de la fe, recordándole además al monarca portugués, que debía tener mano
dura e inquisitorial con los judíos y los moriscos del Reino luso.
Por aquellas islas
estuvo viajando Francisco de Xabier hasta mayo del año 1547, visitando las 29
poblaciones cristianas que aún había. Siempre con el mismo plan de trabajo…
Con tanto viajar su
fama fue aumentada exponencialmente.
Pero Francisco de
Xabier utilizaba todo lo que tenía a su alcance para convertir a los nativos al
cristianismo. En unas islas volcánicas los naturales de las mismas le
preguntaron por qué las erupciones que llenaban todo de cenizas mataban a los
peces. A lo que Francisco de Xabier les contestó:
“-(…) eso es el infierno, adonde van todos los que adoran en
ídolos. (…)”
Por esa zona estuvo
Francisco de Xabier mayo del año 1547. Dos meses después se llegó a
Melaka-Malaca, donde se encontró con tres miembros de la Compañía de Jesús, que
habían sido enviados para ayudarle en la cruzada. Por supuesto le entregaron un
montón de cartas, tanto de la India como de Europa. En ellas estaba la triste
noticia de la muerte de su amigo Pierre Lavre ocurrida el 1 de agosto del año
1546.
Al comenzar el año
1548, Francisco de Xabier llegó a Cochín. Tras estar por un periodo breve tomó
rumbo a la Costa de la Pesquería, donde tras visitar a sus amigos dio órdenes,
en forma de reglamento, a los jesuitas que se encontraban en la zona costera.
En la mente de Francisco de Xabier estaba 日本国-Japón.
Pero antes, volvió a
Goa en marzo del año 1548. Francisco de Xabier quería dejar todo atado antes de
partir a Japón. De facto ya había nombrado a su sustituto como Superior de la
Orden de la Compañía de Jesús en las Indias Orientales a Antonio Criminali.
Ante la ausencia del
nuevo gobernador portugués de las Indias Orientas, con quien debía hablar,
Francisco de Xabier reanudó su labor por la costa de la India, donde la
relación de los portugueses los nativos, era ya bastante complicada.
El 9 de octubre del
año 1548, seis nuevos jesuitas llegaron a Goa. Estaban encabezados por el
famoso teólogo Antonio Gomes, quien llegaba con el cargo de rector del colegio
existente en dicha ciudad. Esto fue bien
visto por los portugueses, pues traía la idea de fundar mediante la
cristiandad, un nuevo Portugal.
Hasta febrero del año
1549 estuvo de aquí para allá, en esas costas, Francisco de Xabier, coordinando
todo con sus colaboradores. Escribió cartas para Europa, donde a Ignacio de
Loyola le indicó su proyecto de ir al Japón. Al mes siguiente, Fran cisco de
Xabier puso todas las cartas sobre la mesa, el viaje no podía esperar. Pidió a
los portugueses los permisos necesarios, junto a una buena cantidad de regalos
para ganarse así a los nipones.
Pero
las cosas en la Compañía de Jesús en las Indias Orientales no iban bien.
Francisco de Xabier decidió, sin consultar con ninguno de sus hermanos, enviar
a chulesco, altanero y realmente beligerante Antonio Gomes a la distante fortaleza
de Ormuz, en el golfo Pérsico. Pere este se enteró de la jugada y saltándose
todas las reglas de la orden acudió a las faldas del gobernador portugués para
las Islas Orientales y a todos los contactos que en Goa tenía. Finalmente, por
las presiones de los portugueses, Antonio Gomes consiguió salirse con la suya. Francisco
de Xabier tomó rumbo al Japón a mediados de abril del año 1549.
El viaje le llevaba de
nuevo a Melaka-Malaca. Volvió a embarcase en una chalupa oriental capitaneada
por un chino apodado el pirata. Pasó
por el estrecho de Singapur, bordeó la costa de Vietnam llegando el 15 de
agosto del año 1549 a la ciudad japonesa de Kagoshima.
Francisco de Xabier
bajo del barco enfurruñado. Esto fue debido a que tuvo que soportar los ritos
religiosos de los chinos, paganos para el cristiano. Incluso les culpó por ello
de algunos problemas durante la travesía. Pero al fin, estaba en Japón y el
gozo se apoderó de él, había trabajo que hacer.
No estuvo solo
Francisco de Xabier, ya que le acompañado por el japonés cristina Anjiró o
Pablo, quien como era habitual le hacía de traductor, junto a otros dos nipones
cristianos, Antonio y Joane. También estaban dos españoles Cosme de Torres y Juan
Fernández. Además de tres siervos, el chino Manuel, el malabar Amador y el
mestizo Domingo Dias.
Inicialmente, tanto
Francisco de Xabier como los otros europeos, sufrieron un fuerte impacto mental
debido a la cultura japonesa y por la estructuración política del Pueblo nipón.
La guerra continua entre las regiones vecinas, los bonzos-monjes y demás fueron
unos de los aspectos que relató Francisco de Xabier en sus cartas.
En septiembre ya obtuvieron
permiso de un daimyo-señor para predicar, incluso este dio autorización a sus súbdito
para convertirse al cristianismo. Nuevamente Francisco de Xabier intentó
aprender el idioma del lugar. Las cosas le fueron bien hasta que iniciara una
campaña contra unos bonzos-monjes de varios templos de la comarca. El daimyio-señor
prohibió a Francisco de Xabier predicar y le instó a buscarse otro sitio donde
vivir, por lo que tranquilamente abandonó la ciudad japonesa de Kagoshima.
Pese a querer ir a la
capital de Japón, Miyako, se encaminó hacia el puerto de Hirado, donde podría
contar con el apoyo de los portugueses, y enviar cartas a sus hermanos jesuitas.
En Hirado fueron recibidos con salvas de cañón y las banderas al viento,
desplegadas en un navío portugués. Ya era el mes de septiembre del año 1550.
El daimyio-señor de
Hirado recibió gustoso a los soldados de Dios y les permitió predicar su
religión en absoluta libertad. Pero Francisco de Xabier no había llegado para
quedarse. A finales del año 1550, Francisco de Xabier ya estaba preparado para
ir a Miyako, acompañado de Juan Fernández y otro japonés recientemente
cristianizado.
El viaje era largo, por
eso Francisco de Xabier tenía previsto para en Yamaguchi. El recorrido fue por
tierra y por mar. Los misioneros, vestidos con harapos, sufrieron las
inclemencias de la lluvia y de las nieves, unido al desprecio de la población
natural. Finalmente en noviembre del año 1550 llegaron a Yamaguchi. Tras
alojarse en una modesta casa de las afueras de la ciudad, comenzaron a predicar
por las calles de los diferentes barrios. Un rato por la mañana, otro rato por
la tarde.
Pasaron los día y el
existo fue mínimo. A pesar que los nobles de la ciudad los llaman, no sacaban
nada de ellos, ni en lo espiritual, ni en lo material. En definitiva, el
trabajo de Francisco de Xabier y de sus compañeros era inútil. Pero eso sí,
estaban en boca de todos.
Esto despertó el
interés del daimyio-señor, quien llamó a Francisco de Xabier y a Juan Fernández
a palacio. Este les estaba escuchando educadamente la lectura del libro que
había preparado Anjiró o Pablo, cuando el relato llego a Sodoma y el tema de la
sodomía. Cuando los misioneros llamaron cerdos y más viles que los perros a
aquellos quienes la practicaban, el daimyio-señor cambió 180º su actitud, ya
que la sodomía era una práctica habitual en Japón, por ello fueron expulsados
violentamente de palacio.
Ahora, sin el apoyo de
los poderos y con el más absoluto desprecio por parte de la población, ya no
tenían nada que hacer los soldados de Dios en Yamaguchi.
En enero del año 1551
Francisco de Xabier y sus compañeros llegaron a Miyako. Se encontraron una
ciudad completamente arruinada por la guerra. El Ô-emperador vivía encerrado en
su palacio y debido a la delicada situación económica, los misioneros no serían
recibidos sin valiosos presentes y Francisco de Xabier había dejado todos los
regalos en Hirado. Su acceso a palacio fue prohibido.
A nuevo fracaso, nuevas
tácticas pensó Francisco de Xabier. Era el momento de vestir lujosas ropas, de
agitar al aire los permisos y de presentarse en las Cortes de los daimyio-señores
como embajadores del rey de Portugal y especialmente, del Jefe de la República Cristiana
y Católica de Roma, el papa.
Con esa idea llegaron
los soldados de Dios a Hirado en marzo del año 1551. Una vez cambias sus
vestimentas y recogidos los permisos volvieron a Yamaguchi. La titulación de
Francisco de Xabier fue nuncio del papa y embajador del rey Juan III de
Portugal.
Cargado de regalos se
presentó ante el sodomita que les había echado de su palacio. Era ya abril y la
reunión fue muy positiva para los objetivos de los misioneros. El daimyio-señor
de Yamaguchi les permitió predicar en la ciudad. Incluso les entregó un
monasterio para que vivieran en paz. Las conversiones al cristianismo empezaron
a tomar un ritmo prometedor ante el enfado de los bonzos-monjes.
Pasado el verano
Francisco de Xabier recibió la noticia de que un barco portugués había llegado
al puerto de la ciudad de Bungo. El propio daimyio-señor de dicha ciudad
requirió los servicios del jesuita. Al visionar a Francisco de Xabier desde el
barco, los portugueses nuevamente la emprendieron a cañonazos y agitaron sus
banderas.
Tras hacer de
embajador portugués y mediador, Francisco de Xabier preguntó por correspondencia.
Desde el año 1549 no recibía carta alguna de la India y por su mente estaba el
presentimiento de que las cosas no iban bien, más después de la actitud de Antonio
Gomes. Por ello decidió volver a las Indias en ese navío portugués.
Partieron en noviembre
del año 1551, dejando atrás a sus colaboradores y a su hermano de orden Juan
Fernández. Junto a Francisco de Xabier viajaron otros tres colaboradores,
japoneses cristianizados, además del cónsul del daimyio-señor de Bungo, para
firmar este una alianza con el rey de Portugal.
La primera escala en
el viaje es rápida, fondeando en la isla de Sang Chuan-Sancián. Allí, Francisco
de Xabier y sus acompañantes quedaron en espera, hasta la llegada de una nave
que les lleve a Melaka-Malaca.
No esperaron muchos
los viajes, ya que una nao portuguesa de un amigo de Francisco de Xabier
llamado Diogo Pereira, fondeo a los pocos días. Recibió de este la noticia de
que varios marineros portugueses habían sido apresados por contrabando en 中国-China. También
Melaka-Malaca había sido atacada y estaba sufriendo un fuerte asedio.
Francisco de Xabier
quería ir a中国-China,
pero las antiguas leyes de imperio de Asia no permitían la entrada a
extranjeros, salvo que tuvieran algún tipo de permiso especial. Por otro lado,
los viajeros tuvieron suerte al encontrase Melaka-Malaca liberada del bloqueo.
Allí Francisco de
Xabier se encontró con una gran cantidad de cartas enviadas por sus hermanos de
la India y de Roma. En una de ellas esta su nombramiento como Provincial de la
Compañía en Oriente, lo cual le otorgaba un poder de decisión absoluto de la orden
en Oriente.
Antes de volver a la
India, acordó con su amigo Diego Pereira un viaje a China para el año
siguiente. Uno como nuncio del papa y el otro como embajador del rey de
Portugal. En el trascurso de viaje lo único que hizo Francisco de Xabier, a
parte de las necesidades básicas y dormir, fue leer y leer. Así se enteró de
todos los asuntos de la orden. Incluida la noticia de la muerte por asesinato
de Antonio Criminali, primer mártir jesuita. Y también la de un segundo mártir
jesuita, asesinado por envenenamiento.
A su llegada a Goa,
Francisco de Xabier se encontró todo manga por hombro. Antonio Gomes había
destrozado todo el buen trabajo realizado por Francisco de Xabier, pero éste
era ya, de forma oficial el Provincial de la Compañía en Oriente, al cual, todos
sus hermanos tenían que acatar sus órdenes cual general. Así pues, Antonio
Gomes recibió la orden de ir a la retirada y dificultosa plaza Diu.
Esto no lo aceptó
Antonio Gomes y nuevamente se revolvió contra Francisco de Xabier, buscando la
ayuda de los portugueses más destacado de Goa. Alegó estar enfermo y que no
podía viajar tan lejos, etc. Esto provocaría que la decisión de Francisco de
Xabier fuera más dura, obligando a Antonio Gomes a marchar a la lejana
fortaleza bajo castigo de expulsión de la orden, algo que ya había dejado por
escrito en secreto, pues fue expulsado de la orden cuando ya se había instalado
en la fortaleza de Diu.
El 17 de abril del año
1552 partió en barco por última vez de Goa, Francisco de Xabier; una vez dejado
en buenas condiciones el hospital, a sus hermanos instruidos en el gobierno de
la orden y en cómo debía de ser las relaciones con los portugueses.
Al llegar a
Melaka-Malaca se encontró la ciudad con una epidemia de peste. Ni corto ni
perezosos, Francisco de Xabier de forma
inmediata se puso a atender a los enfermos, mientras esperaba a su amigo Diego
Pereira. No esperó mucho ya que este llegó en la segunda quincena de junio, con
pimienta para comerciar con los chinos. Así pues, para partir a China solo
faltaba el permiso del encargado del tráfico marítimo portugués Álvaro Ataide, celoso
de no ser él, el elegido por Francisco de Xabier para ir a las tierras del
mayor imperio de Asia.
Por ello, Álvaro Ataide
mandó secuestrar el timón del barco de Diego Pereira, bajo una excusa de
necesidad militar. Francisco de Xabier y su propio amigo comenzaron a presionar,
mostrando las credenciales de nuncio papal y embajador portugués, para así
partir sin problemas. Álvaro Ataide incluso acusó de falsificador a Francisco
de Xabier. La confrontación aumentaba en enteros cada semana. Francisco de
Xabier recurrió a todos los contactos que tenía en la zona, pero cuanto más
presionado estaba Álvaro Ataide, menos cedía en su dictatorial postura.
Francisco de Xabier
amenazó con excomulgar a Álvaro Ataide. Este no reconoció la autoridad del
jesuita como nuncio papal. Francisco de Xabier finalmente lo excomulgó, pero
nadie se atrevió a hacer pública la sentencia del nuncio papal por temor a la
autoridad portuaria.
Todo estaba perdido. Pero
Francisco de Xabier no se dio por vencido y buscó una embarcación china o
indonesia, ya que no rendían cuentas a los portugueses; y con ella poder llegar
a la isla de Sang Chuan-Sancián, de donde cualquier barco podría llevarle a
China de forma ilegal.
Pero finalmente
Francisco de Xabier encontró un navío portugués que le llevó hasta la isla de Sang
Chuan-Sancián, casi de manera furtiva, con el hermano Ferreira y el chino Antonio
Santa Fe. Eso sí, sin los ricos regalos destinados para la Corte de China.
Llegaría a esa isla a primeros del mes de septiembre del año 1552.
Mientras esperaba la
llegada de un barco que le llevase a China, Francisco de Xabier no paró de
predicar en la isla, dar misa en una iglesia de paja, además de realizar las
tareas que el mismo se había impuesto y normalizado en su vida, como cuidar a los enfermos,…
Los días pasaban y no había de momento ningún
valiente que quisiera llevar a un enfermo Francisco de Xabier, y a sus dos
acompañantes a las costas de China. Finalmente, mediante un soborno, Francisco
de Xabier consiguió que un capitán-marinero chino se comprometiera a llevar a
él y a sus dos acompañantes.
El hermano jesuita Ferreira
desertó de la misión y se fue el día 12 o el día 13 de noviembre del año 1552,
en uno de los últimos barcos portugueses. El día 19 todavía el capitán-marinero
chino no había aparecido. Para colmo llegaba el frío. Las casetas de paja
habían sido quemadas por los portugueses para esconder su presencia. Entonces
llegó el hambre y con todo ello, se agravó la enfermedad de Francisco de Xabier,
que realmente tenía un horroroso estado.
Francisco de Xabier
fue purgado y sangrado varias veces, llegando a perder la consciencia. La
fiebre estaba muy alta. A partir del día 26 de noviembre empeoraba por
momentos. No reconocía a nadie, ni a su fiel acompañante el chino Antonio Santa
Fe.
Finalmente y en la única
compañía de Antonio Santa Fe, Francisco de Xabier murió el día 3 de diciembre
del año 1552. Sus únicas pertenencias eran un hábito desgastado y rasgado por
varios sitios, un relicario txikito colgado al cuello de Santo Tomás, el
pequeño papel que acreditaba su ingreso en la Compañía de Jesús y una firma de
Ignacio de Loyola, la cual había recortado de una de sus cartas.
Su cuerpo fue
trasladado por los portugueses hasta la ciudad de Goa, siendo enterrado allí en
el año 1554.
BIBLIOGRAFÍA
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