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2015/04/22

Frantzes de Jaso y Azpilcueta

Frantzes de Jaso y Azpilcueta
Iñigo Saldise Alda

Dedicado al patriota nabarro Xabi Itoitz Elizalde, el cual me comentó y convenció para realizar este trabajo histórico sobre un mito de nuestro Estado de Nabarra.

Agradecimiento especial al historiador nabarro Pedro Esarte Muniain y al filósofo nabarro Aitor Pescador Medrano, ya que sin sus dos importantes trabajos sobre este mito del Estado de Nabarra, me habría sido imposible si quiera, comenzar el presente trabajo.

Heráldica: Escudo cuartelado en cruz. de plata árbol de sinople con un jabalí de sable pasante sobre el mismo que es de Jaso. 2º ajedrezado de plata y sable que es de Azpilcueta. 3º de azur dos bandas de oro con dos lunas en menguante de oro entre ellas que son de Atondo. 4º de gules una faja jaquelada doble de oro y negro, en la parte superior del campo un menguante de plata sobrepuesto a otro mayor jaquelado doble de oro y negro, con las puntas hacia abajo; campaña de plata con un ceñidor o divisa superior de una fila de jaqueles de negro y oro opuestos a los de la faja que son de Aznarez de Sada.

Frantzes nació el día 7 de abril del año 1507 en el castillo de Xabier, en el seno de una familia noble de las de mayor importancia dentro del independiente Reino de Nabarra, siendo el sexto y último hijo de la señora de Xabier y Azpilcueta, además de señora consorte de Idocin Maria de Azpilcueta y Aznarez de Sada, y del presidente del Consejo Real de Nabarra, alcalde de la Corte Mayor de Nabarra, maestre de las Finanzas del Reino de Nabarra, embajador de los reyes de Nabarra, señor de Idocin, señor consorte de Xabier y de Azpilcueta, el doctor en Derecho Canónico Juan de Jaso y Atondo.

Dicho nacimiento tuvo lugar en el piso alto del castillo o palacio nuevo, estando presente su padre. Tras el parto fue entregado a una nodriza, la cual se encargó de darle de mamar.

Fue bautizado en la iglesia parroquial próxima al castillo de Xabier.

Su madre le dio toda clase de mimos y caprichos, por ello Frantzes de Jaso y Azpilcueta fue un niño travieso y antojadizo, estando alejado de sus hermanos y de su padre, o lo que es lo mismo, entre las faldas de su madre. Fue esta la que se encargó de enseñarle a leer y escribir.

Tras dicho aprendizaje inicial, fueron los curas de la parroquia de Xabier, los que continuaron con las enseñanzas del niño euskaldun Frantzes de Jaso y Azpilcueta. Entre ellas estaba la instrucción en la lengua del Lazio y de la variante del castellano, con patentes dosis del romance nabarro, que se hablaba en el Reino de Nabarra, junto a algo semejante con la lengua de los franceses, el gascón y el occitano.

Esto fue debido a que ya desde el año 1509, se habían empezado a producir las primeras agresiones militares españolas en las tierras de Zangotza-Sangüesa.

Frantzes de Jaso y Azpilicueta, junto a su madre la triste Maria, tuvieron que abandonar el castillo tras la invasión y ocupación militar española del neutral Estado de Nabarra. Por ello se refugiaron en el valle del Baztan, donde Frantzes de Jaso y Azpilcueta continuo sus estudios en los monasterios de Urdazubi-Urdax y en el monasterio de Bidarrai en el país de Baigorri en la Tierra de Ultrapuertos, escondido de los ojos de los ocupantes españoles, ante el temor de ser apresado y utilizado como rehén contra el legitimismo patriótico nabarro de su familia.

Durante su estancia estudiantil, a caballo entre el Baztan y Baigorri, no todo fueron estudios, sino también como cualquier joven noble nabarro, se ejercitó en el arte de la espada o esgrima, la monta del caballo o equitación, junto a diversos deportes más, prestando especial interés en el juego de los vascos, la pelota mano.

En el año 1515 murió su padre, año que volvió junto a su madre al castillo de Xabier, debido a la que situación era más favorable para su integridad física. Al año siguiente y contando Frantzes de Jaso y Azpilcueta apenas 10 años, sus hermanos Miguel y Juan participaron de forma activa en la sublevación patriótica nabarra contra la ocupación militar española. La derrota de los nabarros significó el paso de sus hermanos al vizcondado del Bearno, quedan Frantzes de Jaso y Azpilcueta al cargo del señorío de Xabier.

Frantzes de Jaso y Azpilicueta, como “señor del castillo”, el registro del mismo por parte de las tropas imperiales españolas, en busca de documentos patrióticos nabarros. Es más, también estuvo presente el día que las tropas invasoras del Reino de España, derribaron las defensas del castillo de Xabier.

Con 15 años, Frantzes de Jaso y Azpilcueta y su madre la triste Maria de Azpilcueta, permanecieron en sus viviendas del señorío de Xabier, tras la derrota nabarra de Noain y el encastillamiento de sus hermanos en el castillo de Amaiur. Eso fue con una clara intención, la de defender a ultranza de la propiedad familiar.

Ya en el año 1524, con la vuelta de sus hermanos que habían acatado el “perdón” del emperador Carlos I de España y V de Alemania, Frantzes de Jaso y Azpilcueta trató con ellos de organizar el patrimonio familiar, llegando a perseguir, a caballo y con espada en mano junto a sus hermanos, a aquellos que trataron de aprovecharse de los pastos del señorío de Xabier, sin realizar los pagos pertinentes. También acudió a algunos pleitos en los que estaba metido su linaje.

En ese tiempo, para ser más exactos el día 1 de febrero del año 1525, Frantzes de Jaso y Azpilcueta realizó su única administración personal con respecto de los bienes familiares, consignando la mitad del arrendamiento del molino de Auritz, al carpintero Joanot de Orbaiceta, por la suma anual de 10 cahíces de trigo, pagaderos siempre el día de San Martin, según la tradición arraigada en Iruinea-Pamplona.

A pesar de llevar durante esos años una vida de señor y caballero, su madre que tenía planes para Frantzes de Jaso y Azpilcueta. El pequeño de la familia era el elegido para seguir los pasos de su padre y de su abuelo. Debía ir a la universidad, conseguir el título de Doctor, para así poder entrar en los cargos, altos a ser posible, de la administración de la región de Navarra, ya totalmente colonizada por los españoles. O si los españoles le negaban dicha opción, que era lo más probable, poder optar a algún cargo eclesiástico, de importancia a ser posible. Por esto último fue tonsurado poco antes de su marcha a la universidad en verano del año 1525.

La universidad elegida fue la una francesa, concretamente la Sorbona de Paris. Dicha elección fue más por razones políticas que por motivos docentes, ya que las universidades de Alcalá de Henares y de Salamanca también eran excelente, pero eran españolas.

Al llegar a caballo a la ciudad cosmopolita de Paris a finales de septiembre de ese año, Frantzes de Jaso y Azpilcueta se dirigió al Barrio Latino y se estableció en el colegio privado de Santa Bárbara, bajo la condición de cantaber. El lugar estaba regentado por un portugués llamado Diego de Gouvea. Las clases las empezó el día 1 de octubre.

Frantzes de Jaso y Azpilcueta rápidamente se aclimató al ambiente del colegio, gracias su carácter abierto y amistoso, adaptándose a las normas y a la forma especial de vestir, con una túnica negra ceñida a la cintura mediante un cincho también de color negro. En dicho colegio no solo se realizaban las clases, sino que también disponía de jardines, capillas, comedores, etc.

Las clase acababan el 25 de agosto y ya desde el primer año, Frantzes de Jaso y Azpilcueta participó en las competiciones dialécticas y en los discursos que se daban tras finalizar el curso lectivo.

No se estudiaba todo el año lectivo, ya que todas las fiestas católicas estipuladas en el calendario se seguían escrupulosamente, sirva como ejemplo las fiestas de la Natividad de Jesús, que comenzaban el 15 de diciembre y acababan el 6 de enero.

Los días marcados para las confesiones también eran días festivos al suspenderse las clases.

Desde su ingreso en la universidad, tuvo la obligación de hablar exclusivamente en latín, bajo castigo de ser azotado si era pillado hablando otra lengua, bien romance o bien la suya materna, el euskara o lingua navarrorum.

En el año 1526, Frantzes de Jaso y Azpilcueta ya finalizado el curso previo o de iniciación llamado de Humanidades, comenzó las clases de Filosofía, centrándose concretamente en la lógica. Tuvo como profesor al español de Sigüenza Juan Peña. Este sería la persona que aleccionaría y guiaría en los estudios al nabarro en los siguientes años, llegando a compartir la habitación en el piso llamado “el Paraiso”.

Durante el curso tenía la obligación de levantarse a las 4:00 para ordenar su habitación y después ir a misa. A las 7:00 iba a desayunar un mendrugo de pan del día anterior, con un vaso de agua, a veces mezclado con vino. Tras ello clases y debates hasta las 10:00, seguido de una hora de repaso de estudio para almorzar a las 11:00 mientras escuchaba las Sagradas Escrituras leídas por otro estudiante, si es que no le toca a él. La comida era pobre, alguna verdura, un casco de carne o algún pescadico ahumado. A continuación varias horas de repaso y de ejercicios dialecticos, volviendo a las clases a las 15:00 hasta las 17:00, nuevamente una hora de repaso y a las 18:00 a cenar, con un menú más pobre que el de la comida. Nueva tanda de repaso de estudios hasta las 20:00. Tras ello a misa a rezar y a las 21:00 se hacia el silencio en el colegio. Salir por la noche estaba totalmente prohibido y severamente castigado… en teoría.

Pero ante el conocimiento por parte de la familia de la revolución de ideas y pensamiento existentes en Paris, tanto políticos como religiosos, gracias exclusivamente a las cartas enviadas por el propio benjamín de los Jaso a su madre, Maria de Azpilcueta y Aznarez de Sada intentó que su pequeño volviese a la casa familiar. Algo que finalmente no ocurrió debido a la intervención de su hermana, la abadesa del monasterio de las Clarisas de Gandía Magdalena de Jaso y Azpilcueta.

El colegio donde se encontraba Frantzes de Jaso y Azpilcueta, esta próximo al colegio de Monteagudo, lo que les hacía “enemigos”. A veces la rivalidad llega al extremo de provocar disturbios y trifulcas callejeras. Los del colegio de Santa Bárbara era “progresistas” los de colegio de Monteagudo era “medievales”. El enfrentamiento surgió por las heces y las aguas fecales,  que los de Monteagudo tiraban en la calleja anexa a los de Santa Bárbara, cuyo inquilinos quedaron a meced de los olores y de las enfermedades.

La venganza de los de Santa Bárbara fue un ataque con piedras a la cristalería del colegio de Monteagudo, además de destrozar la vegetación de uno de sus jardines. Rápidamente los de Monteagudo contestaron rompiendo el horno de pan del colegio de Santa Bárbara. Finalmente, los superiores de ambas escuelas llegaron a un acuerdo por el bien del prestigio de ambos colegios.

En este curso, tercero en Paris y segundo en la materia de Filosofía, Frantzes de Jaso y Azpilcueta, estudio más intensamente a los filósofos clásicos.

El día 14 de abril del año 1527, Frantzes de Jaso y Azpilcueta pudo ver en Paris al rey Enrique II de Nabarra, el sangüesino, entre la multitud.  Esto fue con motivos de las celebraciones que se estaban llevando a cabo tras su matrimonio con la infanta del Reino de France Marguerite de Angulema-Orléans y Savoué-Savoie-Saboya.

No cabe duda de que fue un estudiante brillante, asiduo a bibliotecas y librerías, incluso acudiendo regularmente a la iglesia. Pero a su vez, Frantzes de Jaso y Azpilcueta, para entonces, ya era un juerguista sin igual, adicto a las noches parisinas.

Desde su primer año en Paris, Frantzes de Jaso y Azpilcueta había entrado en un grupo formado por unos compañeros y un profesor. Todos ellos dedicaban gran número de sus noches a la búsqueda de la juerga, el alcohol y las mujeres.

Más concretamente en las sucias calles, llenas de tabernas, casas de juego y prostíbulos, del Barrio Latino, en medio de un ambiente caótico, libertino y desenfrenado. El propio maestro que les guiaba y acompañaba en esa vida nocturna, murió de sífilis.

Pero no solo en los estudios y la juerga dedicó su tiempo Frantzes de Jaso y Azpilcueta, sino que también sacaba siempre tiempo para una de sus mayores aficiones, el deporte. Martes y jueves, junto a otros compañeros, marchaba a la isla de Notre-Dame, donde practicaba esgrima, tiro de jabalina, atletismo destacando en salto y siendo admirado por ello por sus compañeros. Pero aunque no era el mejor, lo que más le gustaba era jugar a pelota vasca.

Además de todo eso, si es que era poco, en la universidad parisina comenzaron a surgir controversias a raíz de las nuevas corrientes de pensamiento que estaban surgiendo en toda Europa, llegando los pensamientos de Martin Luder-Luther, pero especialmente de Geert Geertsen  o Desiderius Erasmus Rotterodamus.

Frantzes de Jaso y Azpilcueta, sin entrar mucho en las polémicas que surgieron dentro de la Universidad, siguió con sus estudios formalizando, en el año 1528, su tercer año de carrera en Filosofía. Concretamente en la rama de lo físico, al centrarse en el estudio de los libros de Aristóteles. Por ello también trabajó las Matemáticas y la Meteorología.

A principios del año 1529 aprobó el examen del título de bachiller en Filosofía. Pero entonces, en el verano de ese año, recibió la noticia de la muerte de su madre, la triste Maria de Azpilcueta. Al conocer el fallecimiento de su madre y que el señor de Xabier, Idocin y Azpilcueta, su hermano Miguel de Jaso y Azpilcueta, que ante la situación crítica familiar provocada por la persecución española, se negaba a continuar sufragando sus gastos universitarios, al menos en su totalidad, Frantzes de Jaso y Azpilcueta cesó en su correspondencia con la casa familiar sita en el señorío de Xabier.

Por otro lado, Frantzes de Jaso y Azpilcueta, en un tiempo en el cual estaba ya inmerso en la preparación de su examen de licenciatura, conoció ese mismo año a un supuesto nuevo estudiante de Santa Bárbara, el cual venía del colegio de Monteagudo tras protagonizar un gran escándalo.

Éste individuo fue un español de 37 años, natural de Azpeitia y llamado Iñigo López de Loyola-Yánez de Oñaz y Sáenz de Licona, el cual utilizaba ya el nombre de Ignacio de Loyola. Mucho mayor en edad que el resto de estudiantes, había conseguido convencerles para hacer “ejercicios espirituales” a otros tres estudiantes de Monteagudo, nobles españoles como él, para que regalasen todo lo que tenían a los pobres y se retirasen como mendigos al asilo de los desamparados. El doctor Ortiz denunció al español natural de Azpeitia ante el Inquisidor de los dominicos, por haber seducido a uno de ellos, el toledano Pedro Peralta y también por herejía. Por ello, el resto de estudiantes del Barrio Latino apodaron al azpeitarra, el seductor de estudiantes.

Así pues, el día 1 de octubre ingresaba el español en el colegio de Santa Bárbara, dándose la casualidad, divina providencia dirán otros, de que le pusieran el mismo tutor que Frantzes de Jaso y Azpilcueta, el mencionado Juan Peña, lo que significó que compartiera con ellos y Pierre Favre la habitación.

El nabarro continuo a lo suyo, con especial dedicación al estudio, sin hacer mucho caso a ese español que pudo haber matado a uno de sus hermanos. Pero el español prosiguió a lo suyo, pero sin dejar de lado el estudio, se dedicó pelma e incesantemente,  a intentar seducir a más jóvenes estudiantes con los cuales meditar y realizar “ejercicios espirituales”.

Cada noche que el nabarro entraba en la habitación, desde el sillón donde estaba sentado el español, debido a la cojera producida por las heridas cuando combatió a los patriotas nabarras, venían siempre estas palabras sacadas del evangelio de Mateo (16, 26):

"-De qué le sirve al hombre ganar todo el mundo si pierde su alma"

El 3 de febrero del año 1530 comenzaron los exámenes para la licenciatura de Filosofía o Maestro de Artes. Frantzes de Jaso y Azpilcueta logró tan deseado título siendo el número 22 de su promoción. Como era tradición, montó un buen banquete de celebración, gracias al dinero familiar, esta vez del señor de Sotés, Aós y Pozuelo, palaciano de Undiano y Muruzabal, su hermano Juan de Azpilcueta y Jaso.

Tras ello, Frantzes de Jaso y Azpilcueta se centró en tres objetivos:

1º En los estudios para doctorarse en Teología, junto a su amigo del ducado de Savoué-Savoie-Saboya Pierre Favre.

2º En comenzar a dar clases para así poderse pagar la carrera de Teología que duraba 12 años.

3º Conseguir ser reconocido como un noble navarro de alta cuna, para así poder aspirar a los más altos cargos de la jerarquía eclesiástica de la región de Navarra, bajo ocupación española.

Rápidamente encontró trabajo como profesor en el colegio de Beauvais, en Filosofía y en latín con el título de Regente para tres años y medio, cambiando su indumentaria de estudiante por la de maestro, que consistía en un largo traje sin mangas y en el hombro izquierdo portó la insignia de su rango.

De nuevo, como todos los días, cuando el nabarro entraba en la habitación, bien de dar clases, estudiar o jugar a pelota vasca, desde el sillón donde estaba sentado el español, venían estas palabras:

"-De qué le sirve al hombre ganar todo el mundo si pierde su alma"

Entonces comenzaron los problemas económicos de Frantzes de Jaso y Azpilcueta. Ni siquiera las siete horas que ejercía de profesor con su sueldo correspondiente, servían para pagar sus estudios de Teología. Por otro lado, su amigo Pierre Favre caía bajo el embrujo del español, dedicándose a rezar, confesándose todos los días e interiorizando los dogmas del de Azpeitia, yendo con otros amigos a meditar a la Cartuja de Paris.

El español además, cuando se veía en apuros marchaba a los Paises Bajos, que estaban bajo control imperial español, consiguiendo dinero fácilmente de antiguos compañeros de armas, amigos y familiares. Dinero que utilizaba para ganarse la amistad de aquellos que le escuchaban sus doctrinas y dogmas.

"-De qué le sirve al hombre ganar todo el mundo si pierde su alma"

Pero Frantzes de Jaso y Azpilcueta seguía firme en sus objetivos. Además los hermanos de éste recibieron un poder notarial por su parte, para que se iniciase el proceso de hidalguía en los tribunales coloniales y españoles de la región de Navarra, que le permitiesen usar en Derecho las armas de familiares de Xabier.

Heráldica señorío de Xabier: Escudo de gules una faja jaquelada doble de oro y negro, en la parte superior del campo un menguante de plata sobrepuesto a otro mayor jaquelado doble de oro y negro, con las puntas hacia abajo; campaña de plata con un ceñidor o divisa superior de una fila de jaqueles de negro y oro opuestos a los de la faja que son de Aznarez de Sada.

Dicha acta notarial quedó datada el día 13 de febrero del año 1531. Su familiar Remiro de Goyni y Gurpide, ese mismo año, comenzó a trabajar, intercediendo e influyendo por Frantzes de Jaso y Azpilcueta, para que éste obtuviera una canonjía en la sede episcopal de Iruinea-Pamplona.

Pero el asunto se paralizo por la dejadez y desidia de sus hermanos y por el freno burocrático de los españoles gobernadores de la región de Navarra; pero por otro lado, los estudios iban bien.

Mientras como cada tarde-noche, Frantzes de Jaso y Azpilcueta escuchaba al entrar en la habitación:

"-De qué le sirve al hombre ganar todo el mundo si pierde su alma"

Tras la aparición de la peste en Paris, las cosas comenzaron a cambiar. Frantzes de Jaso y Azpilcueta no sufrió ninguna medida restrictiva, mientras que Iñigo López de Loyola-Yánez de Oñaz y Sáenz de Licona sí, por haber visitado a un apestado.

Para más inri, la universidad estaba agitada debido a la imposición de unos profesores realizada de forma directa por el rey François I de France. Estos maestros se expresaban con mayor libertad sobre las doctrinas de Martin Luder-Luther y de Geert Geertsen- Desiderius Erasmus Rotterodamus.

Como cada atardecer:

"-De qué le sirve al hombre ganar todo el mundo si pierde su alma"

Uno de los más famosos de estos profesores fue Pierre Danés, que impartía clases de griego.  A sus lecciones fueron Pierre Favre, Ignacio de Loyola y también Frantzes de Jaso y Azpilcueta. Junto al nabarro, algunos días se sentó un individuo joven, físicamente poco atractivo, llamado Jean Cauvin-Calvinus.

Cuando oscurecía, un día más:

"-De qué le sirve al hombre ganar todo el mundo si pierde su alma"

Frantzes de Jaso y Azpilcueta, pese a sus problemas económicos, seguía resistiéndose a entrar en el grupo de seguidores de Ignacio de Loyola, algo que el español no podía permitir, ya que veían en la terquedad del nabarro, ese alma necesaria para la consecución de sus objetivos.

"-De qué le sirve al hombre ganar todo el mundo si pierde su alma"

Pero el problema del dinero se agravó considerablemente para el nabarro, al llevar una vida por encima de sus posibilidades, manteniendo a un estudiante pobre, el nabarro Miguel de Landibar, que le hacía las funciones de criado, como requería su prestigio de noble de alta alcurnia. Esto sumado a que el precio de las cosas en Paris estaba por las nubes, significó en definitiva un endeudamiento supremo de Frantzes de Jaso y Azpilcueta.

"-De qué le sirve al hombre ganar todo el mundo si pierde su alma"

Esta fue la ocasión que espera pacientemente el español Iñigo López de Loyola-Yánez de Oñaz y Sáenz de Licona, prestando dinero de forma ocasional al nabarro para que solucionara sus problemas económicos. Incluso lo postulo a Frantzes de Jaso y Azpilcueta como profesor particular para amigos de su círculo teológico, con lo que poco a poco, de manera inconsciente, el nabarro fue introduciéndose en el grupo de amistades del español, del cual no se cansaban de hablar, pues el capitán español que tenía manchadas las manos con la sangre de los nabarros era su referente moral, al que tenían por un hombre sabio.

"-De qué le sirve al hombre ganar todo el mundo si pierde su alma"

Con el paso de los meses la influencia del vasco-español sobre el vasco-nabarro se incrementó. Pierre Lavre e Ignacio de Loyola , en la habitación, hablan incansablemente de sus proyectos, de la vida y de la espiritualidad necesaria para ser soldados de Dios.

"-De qué le sirve al hombre ganar todo el mundo si pierde su alma"

Ignacio de Loyola prestó dinero en reiteradas veces a Frantzes de Jaso y Azpilcueta, dándole solo consejos de los peligros que las nuevas corrientes religiosas dentro de la cristiandad, que habían llegado a Paris. Pero nunca le pidió que le devolviera el dinero.

"-De qué le sirve al hombre ganar todo el mundo si pierde su alma"

El vasco-nabarro Miguel de Landibar vio con gran preocupación el acercamiento de su señor al vasco-español. Aunque a veces Frantzes de Jaso y Azpilcueta se ría a la cara de Ignacio de Loyola, por sus alocados proyectos.

Pero como cada vez que se ponía el sol:

"-De qué le sirve al hombre ganar todo el mundo si pierde su alma"

En la primavera del año 1533, a Frantzes de Jaso y Azpilicueta le llegó la triste noticia de la muerte entre terribles sufrimientos de su hermana, la abadesa del convento de las Clarisas de Gandía Magdalena de Jaso y Azpilcueta.

En junio y por la marcha de Pierre Lavre al ducado de Savoué-Savoie-Saboya para solventar unos asuntos familiares, lo que propició que el vasco-nabarro se quedar a solas con el vasco-español.

"-De qué le sirve al hombre ganar todo el mundo si pierde su alma"

El lavado del cerebro, por parte del español al nabarro, ya había surtido efecto casi en su totalidad para entonces. Así, entrado ya el verano, Frantzes de Jaso y Azpilcueta aceptó los planteamiento teológicos deIgnacio de Loyola, uniéndose a aquellos que iban a la Cartuja a confesarse.

Tras ello, Frantzes de Jaso y Azpilcueta renunció a su estatus de nobleza, dejando tirado en la calle al pobre Miguel de Landibar, que viéndose en la más absoluta de las ruinas, se dirigió al colegio de Santa Bárbara con la intención de asesinar a aquel que le había robado a su señor, es decir, matar a Ignacio de Loyola. Pero ciertamente eso no era lo suyo y cuando estuvo ante el vasco-español se arrepintió, llegando incluso a ponerse de rodillas frente a él y pedirle perdón tras manifestarle sus intenciones.

Inicialmente, el que Frantzes de Jaso y Azpilcueta aceptase a Ignacio de Loyola como su guía espiritual, no significó que abandonase su carrera universitaria. Pero el grupo de gente que iba todos los domingos a la Cartuja a confesarse era cada vez mayor.

Pero el círculo más íntimo de Ignacio de Loyola, eran Pierre Lavre y Frantzes de Jaso y Azpilcueta, que compartían la idea de ser soldados de Dios y peregrinar a Tierra Santa.

No pasó mucho tiempo para cuando entró a formar parte de tal selecto grupo el portugués Simão Rodrigues de Azevedo. Justo en el preciso instante en el cual los proyectos universitarios se le estaban empezando a complicar para Frantzes de Jaso y Azpilcueta. Fue en noviembre del año 1533, coincidiendo con el discurso dado por el rector que a su vez, había sido escrito por Jean Cauvin-Calvinus.

Pese a ello, Frantzes de Jaso y Azpilcueta se dedicó con más ganas a sus clases universitarias y su docencia como profesor en el colegio de Beauvais. Eso sí, el resto del tiempo lo consagraba exclusivamente a la meditación y las conversaciones teológicas con su nuevo amigo, “mejor amigo”, Ignacio de Loyola.

En verano del año 1534, Fratzes de Jaso y Azpilcueta acudió, como profesor o maestro que era, a la Asamblea General de la Universidad de Paris.

Por esa época, se unieron al círculo íntimo de Ignacio de Loyola, los españoles Diego Laynez, Alfonso Salmerón, junto a Nicolás Alonso y Pérez, más conocido Nicolás de Bobadilla. Así pues, ya eran siete los que deseaban seguir los ideales de pobreza, búsqueda de la voluntad divina y ayuda al prójimo.

Pero llegó un momento en el que todos los miembros de ese reducido grupo ya habían hecho los “ejercicios espirituales” salvo Frantzes de Jaso y Azpilcueta, porque siempre estaba muy ocupado con las clases para su doctorado y su trabajo de maestro.

Entre todos establecieron una serie de puntos que les debían de servir de guía en su nueva vida como soldados de Dios. Pobreza, castidad, dedicación a la salvación de las almas, peregrinar a Tierra Santa para ordenarse sacerdotes, a la curación de los enfermos, a predicar la doctrina de la República Católica Romana, …

Pero para empezar, la promesa de pobreza, como no, la dejaron para más tarde, concretamente hasta terminar sus estudios y tras la realización del viaje a Tierra Santa.

Finalmente, tras varios días de meditación y penitencia, el día 15 de agosto del año 1534 emitieron en Montmartre, sus votos para servir a Dios desde la pobreza y el sacrificio.

Frantzes de Jaso y Azpilcueta seguía por aquel entonces, sin hacer todavía los dichosos “ejercicios espirituales”. Algo que hizo al mes siguiente. Cogió el nabarro y se encerró en una casa solitaria de las afueras de Paris, para pasar solo 30 días. Su maestro de ejercicios lógicamente fue Ignacio de Loyola. Este aparecía de vez en cuando a presentarle diversos temas sobre los que debía meditar, aconsejándole en las dudas que le podían haber surgido, guiando a Frantzes de Jaso y Azpilcueta en todos los aspecto morales y espirituales que la experiencia requería.

Durante el transcurso de estos 30 días, el nabarro Frantzes de Jaso y Azpilcueta murió. En su lugar salió un soldado de Dios llamado Francés de Xavier. Para saber su creador no hay más que mirar como llamó desde entonces a Ignacio de Loyola: Padre de mi alma.

Una de las primeras versiones del sello de la Compañía de Jesús (Iglesia del Gesù, Roma). El trigrama "IHS", comprendido por las tres primeras letras griegas de "IHΣOYΣ" (Jesús). WIKIPEDIA.

A finales de marzo del año 1535, Ignacio de Loyola abandonó Paris, tomando rumbo a Azpeita por motivos de salud. En su equipaje llevó una carta de Francisco de Xabier, la cual iba dirigida a su hermano Juan de Azpilcueta y Jaso, quien residía en Obanos. La decisión irrevocable de Francés de Xavier estaba en dicha misiva. Algo que fue muy mal recibido por los familiares de Frantzes de Jaso y Azpilcueta, pues era la confirmación de su pérdida definitiva, tras haber recibido tiempo atrás noticias de las malas compañías del benjamín de los Jaso.

Incluso en un lenguaje vengativo, Francés de Xavier le dijo en la carta a su hermano lo siguiente:

“(…) Y lo mucho que, Señor, en esta parte sentía era considerarlas muchas penas que V. Merced recibía por informaciones de algunos malos hombres de ruin porte; a los cuales a las claras desseo mucho conocer para darles el pago que merescen. Y porque acá se me hazen todos muy amigos, esme difícil saber quién es; y Dios save la pena que passo en diferirles el pago de la pena que merescen; más solo me da consuelo que quod differtur non aufertur. (…)”

Es decir, las últimas palabras escritas en latín lo dejaba claro “ni olvido ni perdono” dijo Francés de Xavier sobre aquellos que habían informado a su familia de su integración en la “secta” de Ignacio de Loyola, aquel soldado español que combatió contra los nabarros, incluido Miguel y Juan, hermanos suyos.

Incluso, Francés de Xavier dejaba muy bien en la carta a Ignacio de Loyola, no solo con la misión de facilitar la entregar de la misma, sino también con la idea de recaudar fondos para su causa, pero argumentando que estaba necesitado. Es decir, mediante mensajes oscuros, engaños y embustes.

Pero no consiguió mucho, solo algún dinero para auxilios.

Intentando un vuelco en la situación del hermano pequeño, la familia Jaso-Azpilcueta puso en marcha el día 13 de agosto del año 1535, el procedimiento por el cual, los tribunales colonizadores de los gobernantes de la región de Navarra, reconociesen a Frantzes de Jaso y Azpilcueta como varón de noble cuna. Un proceso que se había vuelto bastante por culpa de la ocupación militar española.

En agosto del año 1536, se hizo pública la sentencia que reconocía a Frantzes de Jaso y Azpilcueta como un hidalgo del Reyno de Navarra. Pero ya era tarde, el benjamín de los Jaso había muerto y en su lugar estaba un desconocido, Francés de Xavier.

Por otro lado, nunca se le otorgó a Frantzes de Jaso y Azpilcueta la canonjía en la sede episcopal de Iruinea-Pamplona, sencillamente por la frontal oposición y el veto directo de los españoles.

La guerra entre los Reinos de France y España, trastocó los planes del soldado de Dios Francés de Xavier y de sus compañeros, los cuales habían quedado con Ignacio de Loyola en la ciudad de Venessia-Venezia en marzo del año 1537. Salieron antes de lo previsto y además, por causas de la guerra se dividieron en dos grupos, estando en cada uno de ellos un español y un francés. Así, si se encontraban con tropas de uno u otro bando, hablaría el de la nacionalidad correspondiente. Para más seguridad, todos fueron vestidos de estudiantes.

Hay que decir, que los últimos en unirse al grupo fueron los franceses Pascasio Bröet y Jean Codure. También se unió un compatriota de Pierre Favre, llamado Claudio Jayo. Así eran ya una compañía de 10 miembros.

Fueron a pie, mendigando por los caminos hasta llegar a Meaux. Después tomaron rumbo hacia Metz, Nancy, bordearon el rio Rhin-Rain y cruzaron la frontera por Schwyz-Suiza, de donde pasaron a Trento, para dirigirse finalmente hasta la ciudad de Venessia-Venezia, donde llegaron el 8 de enero del año 1537.

Allí se encontraron los viajeros con su guía espiritual Ignacio de Loyola, el cual llevaba ya un año en la ciudad de los canales, haciendo nuevo adeptos para su particular dogma de fe. Este presentó a Francés de Xavier y al resto del grupo a dos españoles. Uno, un sacerdote andaluz llamado Diego Hozes, y el otro un vascongado, cónsul en la República de Venessia-Venezia del emperador Carlos I de España y V de Alemania, llamado Martín de Zornoza.

Francés de Xavier prestó especial interés a éste último por consejo de Ignacio de Loyola. El cónsul español en la República de Venessia-Venezia había estado en contacto con los clérigos regulares de los Teatinos, cuya fundación databa del año 1524, teniendo casi los mismos planteamientos ideológicos y espirituales que el grupo de Ignacio de Loyola. Después incluso, de que el carácter autoritario y los aires de superioridad del de Azpeitia, le supuso la ruptura total de relaciones con el fundador de dicha orden, el cardenal Gian Pietro Carafa, natural del Reino de Napoli.

También le presentó a dos españoles de la región de Navarra, que realmente eran familiares lejanos suyos, pues el abuelo de estos, el Notario Mayor del Reino de Nabarra, Consejero del Rey de Nabarra y Oidor de Comptos en la Cámara Real de Nabarra Bernart Peritz de Jatsu, era el hermano del abuelo paterno de Francés de Xavier, el Maestro de Finanzas del Reino de Nabarra, Diputado en las Cortes del Reino de Nabarra, Oidor y Maestre de Comptos en la Cámara Real de Nabarra y Contador Mayor de la Casa del príncipe Carlos de Biana Arnalt Peritz de Jatsu.

Tras la euforia del reencuentro, todos ellos se dieron cuenta que tenían que esperar hasta el verano para ir a Tierra Santa.

Pero no estuvieron parados. Francés de Xavier y el resto del grupo, se dedicaron a dar de comer y limpiar a los enfermos, de hacer las camas y de fregar los suelos, además de recoger las heces en un hospital, creando en torno suyo una importante fama.

Francés de Xavier fue llamado por un enfermo de sífilis, el cual le pidió que le rascara la espalda. Una espalda llena de heridas con pus debido a la enfermedad de los franceses, según los ingleses; de los españoles, según los franceses; o de los napolitanos, según los españoles. El soldado de Dios no dudó en sacarle la pus de toda la espalda e incluso introducirse tras ello los dedos en la boca, con los restos de las heridas pegados en sus manos. Un ejemplo del fanatismo existente en el grupo al que pertenecía tras ser convencido mediante con una constante colonización ideológica de carácter religioso, por el enemigo de su Patria natal de Nabarra, Ignacio de Loyola.

Tras continuar con sus buenas obras, junto a esos fanáticos y antihigiénicos actos perjudiciales para su salud, ya en Semana Santa, rancés de Xavier y el resto del grupo, decidieron ir en peregrinación a la Ciudad Eterna, Roma.

Fueron todos salvo Ignacio de Loyola, ya que en Roma tenía a dos poderosos enemigos, el cardenal Gian Pietro Carafa y el doctor Ortiz. Al resto, ya de camino a la Ciudad Eterna se les unieron el español Antonio Arias y el que había sido el criado de Frantzes de Jaso y Azpilcueta, el atormentado nabarro Miguel de Landibar.

La peregrinación la realizaron sin dinero, obteniendo los recursos necesarios para vivir mediante la petición de limosna. Empapados, mal alimentados y peor vestidos, el día 25 de marzo del año 1537, Francés de Xavier y sus compañeros llegaron a Roma.

Tras buscar alojamiento gratuito en los hospitales de cada Nación, su objeto fue el de visitar las siete iglesias. Después contemplaron el lienzo de tela donde los creyentes creen ven impreso el rostro de Cristo. Todo en post de conseguir indulgencias para sus almas.

Ya en Roma, la Curia Romana tenían conocimiento de los compañeros de Ignacio de Loyola y Francés de Xavier. No era de extrañar, ya que sus actos fanáticos eran rápidamente trasmitidos de boca en boca en todas las direcciones, y ya se sabe, todos los caminos llevan a Roma.

Fue el doctor Ortiz quien llamó a su presencia a Francés de Xavier y al resto de sus compañeros. El español los recibió amablemente, siendo amistoso con todos ellos, ofreciéndoles incluso una entrevista con el Jefe de la República Católica y Apostólica de Roma, el papa Paulo III.

El papa los recibió. Ante él, los peregrinos parisinos demostraron sus grandes conocimientos en Filosofía y Teología, dejando los eruditos del grupo de Francés de Xavier muy contenta a su santidad.

Paulo III les ofreció su ayuda, a lo que Francés de Xavier, en nombre de todos, solo le pidió su bendición, permiso para ir a Tierra Santa y licencia para recibir las órdenes mayores y menores de manos de cualquier obispo, y en cualquier momento si así lo decidía.

A finales de abril, todos contaban con los permisos especiales “obligatorios” para ir a Tierra Santa, además de las licencias necesarias para ordenarse como sacerdotes. También recibieron una importante cantidad de dinero de manos del papa, para que así no pasar penurias en su viaje. Esa cantidad se incrementó de forma exponencial cuando los cardenales, especialmente los españoles, imitaron el gesto de su jefe Paulo III.

En mayo ya estaban de vuelta en La ciudad de Venessia-Venezia, para compartir lo vivido junto a Ignacio de Loyola. Pero por el camino Antonio Arias y Miguel de Landibar se dieron a la fuga y abandonaron por completo a Francés de Xavier y al resto de fanáticos.

Para el 24 de junio del año 1537, todo el grupo se había ordenado ya como sacerdotes. Estaba todo preparado para partir a Tierra Santa, pero ya para entonces, la República de Venessia-Venezia había entrado en guerra contra دولت عالیه عثمانیه-Devlet-i Âliye-i Osmâniyye-el Imperio Otomano.

Así pues, vuelta al cuidado de los enfermos. Francés de Xavier fue a la población de Monsélice, junto a su compañero Alfonso Salmeron. Tras cuarenta días de penitencia de uno y después del otro, se dedicaron a pedir limosna, a hablar en las plazas de los pueblos de alrededores, en un idioma donde se mezclaba el latín, el castellano y el italiano.

Si completar los tres meses de retiro acordados, fueron llamados por Ignacio de Loyola para reunirse con él en la ciudad de Vincenza, donde les comunicó el recrudecimiento en la guerra entre venecianos y otomanos. Al poco de llegar y de dar su primera misa, Francés de Xavier se vio atacado por unas fuertes fiebres, postergándolo en la cama durante un largo periodo.

En la reunión se tomaron nuevas decisiones y en ellas a Francés de Xavier le tocó ir a la ciudad de Bulåggna-Bologna-Bolonia, ciudad donde su padre Juan de Jaso y Atondo, en su tiempo, se graduó en Derechos. Una vez “recuperado” le acompañó Nicolás de Bobadilla, pero antes de partir aceptaron el nombre propuesto por Ignacio de Loyola para su congregación: la Compañía de Jesús.

Ciertamente las fiebres que sufrió Francés de Xavier completaron el cambio que le faltaba. Tras muerte ideológica de Frantzes de Jaso y Azpilueta, siguió la desaparición del físico que tuvo aquel atleta y jugador de pelota vasca. Ahora, debido a su fanatismo antihigiénico  por el cual había enfermando, ya no era más que un esqueleto descarnado andante, siervo de Cristo y soldado de Dios.

La Compañía de Jesús volvió a reunirse en Roma por petición nuevamente de Ignacio de Loyola. Allí acudió nuevamente de forma sumisa Francés de Xavier, a predicar en calles y plazas, dar misa y confesar a los habitantes de la ciudad.

Francés de Xavier, al igual que sus compañeros, tuvieron varios enfrentamientos ideológicos con otros predicadores, los cuales acusaron a los miembros de la Compañía de Jesús de ser luteranos, cuyo objetivo era ganar adeptos mediante los denominados “ejercicios espirituales”. La ciudadanía trató a Francés de Xavier y a todos sus compañeros como apestados. El principal acusador fue el nabarro Miguel de Landibar.

Incluso, entre los círculos de poder Romano, donde el jefe de la compañía Ignacio de Loyola había ganado muchos adeptos entre las altas esferas de la Curia Romana, comenzaron a separase de ellos para no verse salpicados por ese escándalo de tal magnitud para la fe. Ignacio de Loyola, Francés de Xavier y el resto de la compañía, tomaron el toro por los cuernos y denunciaron a todos aquellos que les difamaron. Gracias al proceso pudieron recuperar el prestigio y siguieron con su labor de predicar, aquí y allá.

En octubre del año 1538, la compañía se instaló cerca del Capitolio, concretamente en el palacio de Frangipani. La salud de Francés de Xavier continuaba delicada, llegando algún día a gritar de dolor  mientras escupía sangre por nariz y boca. Además, el viaje a Tierra Santa se antojaba casi imposible.

Así pues, Ignacio de Loyola, un enfermo Francés de Xavier y el resto de la compañía, pidieron audiencia a Paulo III, mostrándole nuevamente subordinación y obediencia, poniéndose a su disposición para ser enviados a predicar a cualquier parte del Mundo o cualquier otra misión donde el sumo pontífice lo viera y creyera conveniente.

Mientras Francés de Xavier se dedicó a predicar, cuando su enfermedad se lo permitía eso sí, Ignacio de Loyola realizó las gestiones pertinentes para legitimar en la administración vaticana a la Compañía de Jesús. También se fueron preparando diversos viajes, aunque inicialmente Francés de Xavier no iba a ir en ninguno, sencillamente por su delicado estado de salud.

Uno de esos viajes tenía fijada la fecha para el día 15 de marzo del año 1540. Su destino el Reino de Portugal y una de las obligaciones contraídas con el embajador portugués Pedro Mascarenhas, era la de que tenían que ir dos maestro de la Compañía de Jesús con él. Pero el día anterior solo podía ir uno, Simão Rodrigues de Azevedo. Ignacio de Loyola supuestamente enfermo, le ofreció el otro puesto a Francés de Xavier, que ni lo dudó ni un instante y acepto inmediatamente la misión.

Justo dejó una carta donde aceptaba las constituciones de la orden, la cual, todavía no había sido aprobada por Paulo III. También dejó escrito que su candidato para superior de la compañía era Ignacio de Loyola, siendo ese su voto para el día en que se celebrasen las elecciones.

El viaje a Lisboa llegó a durar 3 meses y medio. En el plan de viaje estaba el pasar por la provincia española de Guipúzcoa-Gipuzkoa. La primera parada de importancia fue en la ciudad de Bulåggna-Bologna-Bolonia, donde Francés de Xavier recibió dos cartas de Ignacio de Loyola. En una recibía órdenes a modo de recomendación, de que escribiese regularmente a Roma, de donde no pensaba moverse el español de Azpeitia. Además le instruía de como tenía que escribirle, utilizando una hoja diferente para los “asuntos secretos” de la Compañía de Jesús, de otro folio con los asuntos oficiales, para que así Ignacio de Loyola se los pudiera mostrar al resto de compañeros.

Francés de Xavier se llevó muy bien con el embajador portugués, gracias a su sumisión y a la continua labor del cuidado del resto de viajeros. Debido a las órdenes recibidas, cuando pararon en Parma, no se acercó hasta Brèsa-Brescia para ayudar a su amigo y compañero de orden Pierre Favre.

Tras pasar por Liyon-Lyon se encaminaron hasta la costa labortana. De la ciudad de Baiona fueron a Donibane Lohizune y después se presentaron en Hendaia. Una vez entraron en el Reino de España, Francés de Xavier se acercó hasta Azpeitia tras pasar por Hondarribia-Fuenterrabía. Concretamente su objetivo era la casa solariega de Ignacio de Loyola, para entregar unas cartas al sobrino de éste, llamado Beltrán.

En la carta, Ignacio de Loyola presentó de una forma muy respetuosa a Francés de Xavier:

“Francisco de Xabier, nabarro, hijo del señor de Xabier, uno de nuestra Compañía. (…)”

Al parecer, el español Ignacio de Loyola todavía veía algo del nabarro aquel que conoció en la ciudad de Paris, y que convenció tras un importante lavado de cerebro, realizado sistemáticamente, para ser soldado de Dios.

Tras su estancia en Azpeitia, el grupo tomó rumbo a Vitoria-Gasteiz. De allí fueron hasta la ciudad de Burgos, después las ciudades de Valladolid y Ciudad Rodrigo.  Finalmente, en el mes de junio del año 1540, la comitiva llegó a la ciudad de Lisboa, la gran capital del imperio portugués.

Simão Rodrigues de Azevedo y Francisco de Xabier fueron llamados a la Corte del rey de Juan III de Portugal. El y su mujer Catalina de Austria, salieron muy contentos de la entrevista, viendo que eran los hombres apropiados para la misión de evangelizar a los indios. Así pues, mientras llegaba la documentación papal con la cual poder viajar a las tierras e islas de las Indias Orientales, los dos miembros de la Compañía de Jesús se dedicaron, por orden del monarca portugués, al cuidado espiritual de los niños que trabajaban como pajes en su Corte.

Pero pronto el volumen de trabajo les superó tras ser elegidos como confesores y guías espirituales de la Corte lisboeta, requeridos sus servicios por muchos nobles de la capital del Reino de Portugal. Tanta fama no fue buena para sus objetivos, ya que el rey Juan III de Portugal se planteó retener a Francisco de Xabier y a su compañero a su lado. Además la flota para la India ya había partido antes de su llegada a la ciudad de Lisboa, por lo que los dos miembros de la Compañía de Jesús debían esperar un año para poder embarcarse.

La nueva misión de los hermanos de la orden, fue la de acudir diariamente a atender a todos los prisioneros encarcelados la Inquisición portuguesa, enseñarles doctrina y confesarlos. Algo que hicieron gustosamente.

Martin de Azpilcueta y Jaureguizar el joven, conocido como Doctor navarrus, familiar de Francisco de Xabier, le escribió una carta para saludarlo, pues el ilustre canonista e intelectual, impartía clase en la Universidad de Coimbra. Además le comunicaba que se había enterado por otro nabarro, el mercader Francisco de Mutiloa.

El de Barasoain tuvo que escribirle dos veces más, para que Francisco de Xabier reaccionara. El Doctor navarrus le preguntó por su vida y a ver si podía acudir hasta la Universidad, para hablar y saber más de cómo funcionaba la Compañía de Jesús.

Francisco de Xabier le contestó el 28 de septiembre del año 1540, agradeciéndole el trato mostrado en sus cartas y que le parecía adecuado reunirse para hablar sobre la Compañía de Jesús. Para finalizar, le pidió que cogiera como alumno al portador de la carta.

En noviembre, nuevamente Francisco de Xabier escribió al Doctor navarrus, comprometiéndose a escribir al prior de Orreaga-Roncesvalles Francisco de Nabarra y Hualde.

Simão Rodrigues de Azevedo y Francisco de Xabier acompañaron a los reyes de Portugal a su retiro invernal a finales de noviembre. Desde allí escribieron nuevamente a Roma contando sus aventuras y solicitando los documentos papales que les acreditasen como embajadores en tierras de la India.

Finalmente, tras las gestinones de Ignacio de Loyola en la ciudad de Roma y las del Doctor navarrus desde la Universidad de Coimbra,  se tomó la decisión de dejar a Simão Rodrigues de Azevedo en el Reino de Portugal, ya que como era portugués le sería más sencillo montar una escuela. Por otro lado, Francisco de Xabier lograba su objetivo, marcharía a las Indias Orientales.

La última carta que escribió en suelo portugués fue el día 18 de marzo del año 1541. Por supuesto, su destinatario fue Ignacio de Loyola.

El 7 de abril, casualmente cuando cumplía 35 años, Francisco de Xabier partió hacia las tierras de la India, en una flota formada por cuatro grandes naos. Él fue en el bautizado como Santiago. Era la nave más grande de todas, en la cual se encontraban casi 500 hombres. El comandante de la expedición era el propio gobernador portugués para las Indias Orientales, capitán del mar de las Indias y duque de Bragança Martim Afonso de Sousa.

A los diez días de su partida, Ignacio de Loyola aceptaba el cargo de general de la Orden, después de haber rechazado por dos veces el voto unánime de sus hermanos. En Europa, la Compañía de Jesús quedó totalmente establecida. Francisco de Xabier sería el encargado de lanzarla al Mundo.

El día 22 de septiembre llegaron a Mozambique-Moçambique, tras un viaje nada agradable. Tormentas y calmas se sucedieron durante la travesía. Es más, la talma fue total a su paso por las Islas de Cabo Verde, quedando las naves completamente paradas durante más de cuarenta días. Hasta llegar a Mozambique-Moçambique, los días de Francisco de Xabier fueron un trajín de idas y venidas, al cuidado de los cuerpos y de las almas de los marineros.

Durante su estancia en esa isla, Francisco de Xabier se fue a ayudar al pequeño hospital que se encontraba allí, el cual estaba lleno de casos de escorbuto y disentería. Su labor se convirtió en imprescindible, hasta que cayó enfermo por fiebres. Llegó a ser sangrado hasta nueve veces, además deliró durante tres días y sus correspondientes noches.

Una vez restablecido, nunca del todo, partió de Mozambique-Moçambique dirección Goa, en los últimos días del mes de febrero del año 1542, deteniéndose primero en Melinde, donde Francisco de Xabier debatió con unos musulmanes. También paro en la isla de Sokotora, donde musulmanes y cristianos convivían, repitiendo incluso una fórmula religiosa que ni ellos entendían. Francisco de Xabier se aburrió de impartir el sacramento del bautismo en los manejables habitantes.

Finalmente, Francisco de Xabier llegó al puerto de Goa el día 6 de mayo de ese mismo año. Como delegado personal del rey de Portugal, Francisco de Xabier debía conocer todos los territorios bajo control del imperio portugués, y comprobar el estado de los nativos cristianizados.

También tenía la orden de inspeccionar y controlar, la labor realizada en esas tierras por clérigos y de las diversas órdenes religiosas que se encontraban allí. Esta orden venía de lo más alto de la cristiandad occidental, es decir, del papa.

Y luego estaba su propio objetivo, como soldado de Dios debía predicar su palabra entre los pobres, cuidar de los enfermos y si era posible, montar una escuela. Para finales de mayo ya había hecho un librico donde estaba escrito el catecismo.

Ya sin pisar tierra, se puso a trabajar en el hospital Real de Goa, asistiendo y cuidando de los enfermos. También escuchó sus confesiones en sus últimos momentos para salvar sus almas. Visitó a los presos de las cárceles y las leproserías, donde ofició misas.

Enseñó en  el colegio de San Pablo, también llamado de Santa Fe, con la intención de expandir la religión Cristiana y Católica de Roma, además de abrir nuevas vías al comercio del imperial Reino de Portugal.

A pesar que ni grandes ni pequeños le entendían a Francisco de Xabier que les hablaba en portugués, este se ponía a cantar con ellos el Credo para que así lo memorizasen.

Rechazó vestir con unos ropajes de seda, que todos los sacerdotes lo llevan por las altas temperaturas y la gran humedad. Francisco de Xabier siguió vistiendo algodón.

Bautizar, confesar, predicar por las calles y leer el Credo a los menos favorecidos, fueron sus principales tareas durante los diez años siguientes. Algo que adoraba y le gustaba hacer.

El gobernador portugués para las Indias Occidentales, un día decidió que Francisco de Xabier debía ir a una importante zona, que los portugueses llamaban Costa de la Pesquería, en la  भारत-India enfrente de ශ්රී ලංකාව-Sri Lanka-Isla de Ceilán. Sin problema alguno y con las espaldas bien cubiertas, Francisco de Xabier fue a evangelizar la zona, es decir, a colonizar de la religión Cristiana y Católica de Roma a los habitantes de la zona.

“(…) En esta tierra conquistada por las fuerzas portuguesas la cruz de los predicadores del Evangelio ha de ir siempre precedida y respaldada por la espada de los capitanes. (…)”

En aquellas idílicas playas con arenas claras y cocoteros, bajo un incesante sol, fueron los pavaras el Pueblo que más se benefició de la labor de Francisco de Xabier.  En la distribución de castas existentes en la भारत-India, eran lo más bajo de lo bajo, considerados como parias por el resto. Ellos se encargaban de los peores y más peligrosos trabajos, como el de ser pescadores de perlas. Además estaban dominados desde mucho tiempo atrás por musulmanes. Así que la llegada de Francisco de Xabier y los portugueses les vino de perlas, nunca mejor dicho.

El enfrentamiento comercial entre portugués y musulmanes, estando en medio los inocentes pavaras, no podía resolverse exclusivamente por las armas. Así que para facilitar las cosas para los portugueses, Francisco de Xabier comenzó a convertir a los pavaras al cristianismo, bueno hacia 8 años que eran cristianos pero sin conocimiento de que suponía eso. También se dedicó a cuidar de los enfermos, siendo especialmente bueno en el cuidado de las fracturas, de los esguinces y toda lesión en el aparato locomotor [¡mano de Santo oiga!] y de todas las demás tareas habituales que realizaba en Goa. Mientras que los portugueses les bajaron los impuestos a lo pavaras, por debajo de los que les habían impuesto los musulmanes.

Francisco de Xabier trató de traducir los evangelios del latín a la lengua nativa, algo que desde la Curia Romana era considerado una herejía. Pero esto lo hacía para que los pavaras comprendieses el Evangelio y así, aplicárselo diariamente en sus vidas.

Francisco de Xabier trató siempre con cariño, cordialidad y respeto a los niños y niñas que se le acercaban, para conocer a ese extraño hombre llegado de tierras lejanas y lengua desconocida.

Francisco de Xabier quedó maravillado con la pesca de las perlas. Un trabajo duro y arriesgado, no solo por los tiburones que acechaban, sino por los problemas pulmonares que causaban las continuas inmersiones.

Francisco de Xabier se deshizo en cuidados con el Pueblo de los pavaras, mientras que aborrecía a los musulmanes y a los brahmanes o casta sacerdotal hindú. Las llevas de San Pedro para unos y la espada de San Pablo para los otros.

Visitó todos los poblados de la costa, tras duras travesía a pie a lo largo de unas playas ardientes por el sol. Francisco de Xabier estuvo con los pavaras un año, concretamente hasta septiembre del año 1543, momento en el cual se presentó el gobernador portugués de las Indias Occidentales, así que vuelta a Goa.

En enero del año 1544, Francisco de Xabier volvió a la Costa de la Pesquería. Pero por petición y/o mandato del rey de Portugal, fue primero a ශ්රී ලංකාව-Sri Lanka-Isla de Ceilán. Su misión era bautizar al rey soberano de la isla, pero Francisco de Xabier tuvo que retirarse junto a las tropas portuguesas, sin conseguir ni un mísero bautizo.

Ya por marzo, Francisco de Xabier comenzó a mostrar su enfado por el trato que sufrían los nativos, mayoritariamente nuevos cristianos, por parte de los soldados y mercantes portugueses. Y así se lo hizo saber a Ignacio de Loyola por carta.

De todas formas, la fama ganada por Francisco de Xabier, tanto entre algunos de los reyes de los nativos, como en los mercaderes portugueses, hizo que lo vieran como un negociador adecuado para sus tejemanejes.

Pero a partir de junio del año 1544, la cosa cambió. Las tribus enemigas de los nuevos cristianos y de los egoístas portugueses, atacaron de improvisto la costa donde residían las poblaciones pacíficas, arrasando poblados y secuestrando a sus gentes. Los que se salvaron huyeron hasta una isla en el cabo de Comorín. Allí fue Francisco de Xabier para ayudar a los perseguidos jugándose la vida en ello. Intentó mediar ante el rey que había atacado, pero el asunto sobrepasaba sus cualidades de negociador. Aún y todo, Francisco de Xabier consiguió la retirada de las tropas atacantes.

Pero otro de los reyes de la zona, receloso y temeroso de Francisco de Xabier y con más razón de los portugueses, se levantó en armas, al creer que se habían aliado con el otro rey, enemigo suyo. Así pues, eran los cristianos de Tuticorín los perseguidos ahora.

Otro de los reyes de ශ්රී ලංකාව-Sri Lanka-Isla de Ceilán, también atacó las islas circundantes, ante la ausencia de las tropas portuguesas. Francisco de Xabier clamó venganza por las persecuciones que este rey produjo entre los isleños cristianos y los portugueses prepararon una flota de castigo.

El propio Francisco de Xabier se ofreció a formar parte de las tropas portuguesas. Marchó a Goa para conseguir el apoyo del gobernador portugués de las Indias Orientales, llegando en la festividad cristiana de la Natividad de Jesús. Aprovechó su estancia en Goa para redactar un buen número de cartas, incluida una al rey de Portugal, para llamarle de la actitud de sus súbditos portugueses con respecto a los nativos cristianizados. Entre tanto, la expedición de castigo por la cual estaba dispuesto a coger las armas Francisco de Xabier, fue finalmente cancelada por el gobernador de los portugueses en las Indias Orientales, por asuntos relacionados con el naufragio de un barco de la marina Real portuguesa, cuya carga había caído en las manos de ese rey de ශ්රී ලංකාව-Sri Lanka-Isla de Ceilán, por lo que ahora se priorizaba la negociación.

Francisco de Xabier viajó a São Thomé, donde visitó la tumba del apóstol Santo Tomás. Allí dedicó un tiempo al descanso y a la meditación, cuando tras varios meses recibió la noticia de que unos reyes de Melaka-Malaca querían convertirse al cristianismo. Estuvo hasta agosto del año 1545, momento en el cual partió haca Masacar-Indonesia.

Esas costas eran peligrosas, pues eran el centro neurálgico del comercio de todas las islas de Indonesia y también de las costas de donde llegaba Francisco de Xabier. Una vez en Melaka-Malaca, el trabajo que realizo fue el habitual al realizado en los otros lugares.

En enero del año 1546, Francisco de Xabier se embarcó rumbo a las Islas de Amboinio-Molucas. Durante el mes y medio de viaje marítimo, se dedicó a predicar en la cubierta del barco y confesar a los marineros. En esas islas el control militar portugués era menor, lo que le dio más libertad de acción a Francisco de Xabier. Acompañado de un intérprete tras no conseguir aprender el malayo, las labores de conversión al cristianismo de las gentes de las islas le resultaron más fáciles. Tampoco olvidó las demás tareas que hacía con igual ilusión.

Visito con las mismas tareas la isla de Seram-Serang-Ceram, donde vivían la tribu de los cazadores de cabezas. Allí el trabajo de Francisco de Xabier no sirvió de nada. Suerte tuvo que no cazaran su cabeza. Por ello navego por las islas pequeñas que rodean a la isla de los famosos cazadores de cabezas, a los cuales Francisco de Xabier no mostró aprecio alguno. En dicha travesía en barco sufrieron varias tormentas.

Pero este viaje le dio la oportunidad de relacionarse con otros europeos, además de los portugueses. Lo hizo con unos españoles de una expedición que había salido de Nueva España-México. Gracias a éstos, Francisco de Xabier se enteró de la existencia de unos islotes llamados las Islas del Moro. 

A Francisco de Xabier le llamó la mala situación que tenían los cristianos de esa zona, los cuales estaban abandonados a su suerte según contaron los españoles. Por ello decidió partir de inmediato a esas tierras donde los musulmanes impedían la entrada de cualquier cristiano.

Antes de partir redactó varias cartas para Roma, India, Costa de la Pesquería, Melaka-Malaca, etc. Incluso para el rey de Portugal informándole de su obligado destino por el bien de la fe, recordándole además al monarca portugués, que debía tener mano dura e inquisitorial con los judíos y los moriscos del Reino luso.

Por aquellas islas estuvo viajando Francisco de Xabier hasta mayo del año 1547, visitando las 29 poblaciones cristianas que aún había. Siempre con el mismo plan de trabajo…

Con tanto viajar su fama fue aumentada exponencialmente.

Pero Francisco de Xabier utilizaba todo lo que tenía a su alcance para convertir a los nativos al cristianismo. En unas islas volcánicas los naturales de las mismas le preguntaron por qué las erupciones que llenaban todo de cenizas mataban a los peces. A lo que Francisco de Xabier les contestó:

“-(…) eso es el infierno, adonde van todos los que adoran en ídolos. (…)”

Por esa zona estuvo Francisco de Xabier mayo del año 1547. Dos meses después se llegó a Melaka-Malaca, donde se encontró con tres miembros de la Compañía de Jesús, que habían sido enviados para ayudarle en la cruzada. Por supuesto le entregaron un montón de cartas, tanto de la India como de Europa. En ellas estaba la triste noticia de la muerte de su amigo Pierre Lavre ocurrida el 1 de agosto del año 1546.

Al comenzar el año 1548, Francisco de Xabier llegó a Cochín. Tras estar por un periodo breve tomó rumbo a la Costa de la Pesquería, donde tras visitar a sus amigos dio órdenes, en forma de reglamento, a los jesuitas que se encontraban en la zona costera. En la mente de Francisco de Xabier estaba 日本国-Japón.

Pero antes, volvió a Goa en marzo del año 1548. Francisco de Xabier quería dejar todo atado antes de partir a Japón. De facto ya había nombrado a su sustituto como Superior de la Orden de la Compañía de Jesús en las Indias Orientales a Antonio Criminali.

Ante la ausencia del nuevo gobernador portugués de las Indias Orientas, con quien debía hablar, Francisco de Xabier reanudó su labor por la costa de la India, donde la relación de los portugueses los nativos, era ya bastante complicada.

El 9 de octubre del año 1548, seis nuevos jesuitas llegaron a Goa. Estaban encabezados por el famoso teólogo Antonio Gomes, quien llegaba con el cargo de rector del colegio existente en dicha ciudad.  Esto fue bien visto por los portugueses, pues traía la idea de fundar mediante la cristiandad, un nuevo Portugal.

Hasta febrero del año 1549 estuvo de aquí para allá, en esas costas, Francisco de Xabier, coordinando todo con sus colaboradores. Escribió cartas para Europa, donde a Ignacio de Loyola le indicó su proyecto de ir al Japón. Al mes siguiente, Fran cisco de Xabier puso todas las cartas sobre la mesa, el viaje no podía esperar. Pidió a los portugueses los permisos necesarios, junto a una buena cantidad de regalos para ganarse así a los nipones.

Pero las cosas en la Compañía de Jesús en las Indias Orientales no iban bien. Francisco de Xabier decidió, sin consultar con ninguno de sus hermanos, enviar a chulesco, altanero y realmente beligerante Antonio Gomes a la distante fortaleza de Ormuz, en el golfo Pérsico. Pere este se enteró de la jugada y saltándose todas las reglas de la orden acudió a las faldas del gobernador portugués para las Islas Orientales y a todos los contactos que en Goa tenía. Finalmente, por las presiones de los portugueses, Antonio Gomes consiguió salirse  con la suya. Francisco de Xabier tomó rumbo al Japón a mediados de abril del año 1549.

El viaje le llevaba de nuevo a Melaka-Malaca. Volvió a embarcase en una chalupa oriental capitaneada por un chino apodado el pirata. Pasó por el estrecho de Singapur, bordeó la costa de Vietnam llegando el 15 de agosto del año 1549 a la ciudad japonesa de Kagoshima.

Francisco de Xabier bajo del barco enfurruñado. Esto fue debido a que tuvo que soportar los ritos religiosos de los chinos, paganos para el cristiano. Incluso les culpó por ello de algunos problemas durante la travesía. Pero al fin, estaba en Japón y el gozo se apoderó de él, había trabajo que hacer.

No estuvo solo Francisco de Xabier, ya que le acompañado por el japonés cristina Anjiró o Pablo, quien como era habitual le hacía de traductor, junto a otros dos nipones cristianos, Antonio y Joane. También estaban dos españoles Cosme de Torres y Juan Fernández. Además de tres siervos, el chino Manuel, el malabar Amador y el mestizo Domingo Dias.

Inicialmente, tanto Francisco de Xabier como los otros europeos, sufrieron un fuerte impacto mental debido a la cultura japonesa y por la estructuración política del Pueblo nipón. La guerra continua entre las regiones vecinas, los bonzos-monjes y demás fueron unos de los aspectos que relató Francisco de Xabier en sus cartas.

En septiembre ya obtuvieron permiso de un daimyo-señor para predicar, incluso este dio autorización a sus súbdito para convertirse al cristianismo. Nuevamente Francisco de Xabier intentó aprender el idioma del lugar. Las cosas le fueron bien hasta que iniciara una campaña contra unos bonzos-monjes de varios templos de la comarca. El daimyio-señor prohibió a Francisco de Xabier predicar y le instó a buscarse otro sitio donde vivir, por lo que tranquilamente abandonó la ciudad japonesa de Kagoshima.

Pese a querer ir a la capital de Japón, Miyako, se encaminó hacia el puerto de Hirado, donde podría contar con el apoyo de los portugueses, y enviar cartas a sus hermanos jesuitas. En Hirado fueron recibidos con salvas de cañón y las banderas al viento, desplegadas en un navío portugués. Ya era el mes de septiembre del año 1550.

El daimyio-señor de Hirado recibió gustoso a los soldados de Dios y les permitió predicar su religión en absoluta libertad. Pero Francisco de Xabier no había llegado para quedarse. A finales del año 1550, Francisco de Xabier ya estaba preparado para ir a Miyako, acompañado de Juan Fernández y otro japonés recientemente cristianizado.

El viaje era largo, por eso Francisco de Xabier tenía previsto para en Yamaguchi. El recorrido fue por tierra y por mar. Los misioneros, vestidos con harapos, sufrieron las inclemencias de la lluvia y de las nieves, unido al desprecio de la población natural. Finalmente en noviembre del año 1550 llegaron a Yamaguchi. Tras alojarse en una modesta casa de las afueras de la ciudad, comenzaron a predicar por las calles de los diferentes barrios. Un rato por la mañana, otro rato por la tarde.

Pasaron los día y el existo fue mínimo. A pesar que los nobles de la ciudad los llaman, no sacaban nada de ellos, ni en lo espiritual, ni en lo material. En definitiva, el trabajo de Francisco de Xabier y de sus compañeros era inútil. Pero eso sí, estaban en boca de todos.

Esto despertó el interés del daimyio-señor, quien llamó a Francisco de Xabier y a Juan Fernández a palacio. Este les estaba escuchando educadamente la lectura del libro que había preparado Anjiró o Pablo, cuando el relato llego a Sodoma y el tema de la sodomía. Cuando los misioneros llamaron cerdos y más viles que los perros a aquellos quienes la practicaban, el daimyio-señor cambió 180º su actitud, ya que la sodomía era una práctica habitual en Japón, por ello fueron expulsados violentamente de palacio.

Ahora, sin el apoyo de los poderos y con el más absoluto desprecio por parte de la población, ya no tenían nada que hacer los soldados de Dios en Yamaguchi.

En enero del año 1551 Francisco de Xabier y sus compañeros llegaron a Miyako. Se encontraron una ciudad completamente arruinada por la guerra. El Ô-emperador vivía encerrado en su palacio y debido a la delicada situación económica, los misioneros no serían recibidos sin valiosos presentes y Francisco de Xabier había dejado todos los regalos en Hirado. Su acceso a palacio fue prohibido.

A nuevo fracaso, nuevas tácticas pensó Francisco de Xabier. Era el momento de vestir lujosas ropas, de agitar al aire los permisos y de presentarse en las Cortes de los daimyio-señores como embajadores del rey de Portugal y especialmente, del Jefe de la República Cristiana y Católica de Roma, el papa.

Con esa idea llegaron los soldados de Dios a Hirado en marzo del año 1551. Una vez cambias sus vestimentas y recogidos los permisos volvieron a Yamaguchi. La titulación de Francisco de Xabier fue nuncio del papa y embajador del rey Juan III de Portugal.

Cargado de regalos se presentó ante el sodomita que les había echado de su palacio. Era ya abril y la reunión fue muy positiva para los objetivos de los misioneros. El daimyio-señor de Yamaguchi les permitió predicar en la ciudad. Incluso les entregó un monasterio para que vivieran en paz. Las conversiones al cristianismo empezaron a tomar un ritmo prometedor ante el enfado de los bonzos-monjes.

Pasado el verano Francisco de Xabier recibió la noticia de que un barco portugués había llegado al puerto de la ciudad de Bungo. El propio daimyio-señor de dicha ciudad requirió los servicios del jesuita. Al visionar a Francisco de Xabier desde el barco, los portugueses nuevamente la emprendieron a cañonazos y agitaron sus banderas.

Tras hacer de embajador portugués y mediador, Francisco de Xabier preguntó por correspondencia. Desde el año 1549 no recibía carta alguna de la India y por su mente estaba el presentimiento de que las cosas no iban bien, más después de la actitud de Antonio Gomes. Por ello decidió volver a las Indias en ese navío portugués.

Partieron en noviembre del año 1551, dejando atrás a sus colaboradores y a su hermano de orden Juan Fernández. Junto a Francisco de Xabier viajaron otros tres colaboradores, japoneses cristianizados, además del cónsul del daimyio-señor de Bungo, para firmar este una alianza con el rey de Portugal.

La primera escala en el viaje es rápida, fondeando en la isla de Sang Chuan-Sancián. Allí, Francisco de Xabier y sus acompañantes quedaron en espera, hasta la llegada de una nave que les lleve a Melaka-Malaca.

No esperaron muchos los viajes, ya que una nao portuguesa de un amigo de Francisco de Xabier llamado Diogo Pereira, fondeo a los pocos días. Recibió de este la noticia de que varios marineros portugueses habían sido apresados por contrabando en 中国-China. También Melaka-Malaca había sido atacada y estaba sufriendo un fuerte asedio.

Francisco de Xabier quería ir a中国-China, pero las antiguas leyes de imperio de Asia no permitían la entrada a extranjeros, salvo que tuvieran algún tipo de permiso especial. Por otro lado, los viajeros tuvieron suerte al encontrase Melaka-Malaca liberada del bloqueo.

Allí Francisco de Xabier se encontró con una gran cantidad de cartas enviadas por sus hermanos de la India y de Roma. En una de ellas esta su nombramiento como Provincial de la Compañía en Oriente, lo cual le otorgaba un poder de decisión absoluto de la orden en Oriente.

Antes de volver a la India, acordó con su amigo Diego Pereira un viaje a China para el año siguiente. Uno como nuncio del papa y el otro como embajador del rey de Portugal. En el trascurso de viaje lo único que hizo Francisco de Xabier, a parte de las necesidades básicas y dormir, fue leer y leer. Así se enteró de todos los asuntos de la orden. Incluida la noticia de la muerte por asesinato de Antonio Criminali, primer mártir jesuita. Y también la de un segundo mártir jesuita, asesinado por envenenamiento.

A su llegada a Goa, Francisco de Xabier se encontró todo manga por hombro. Antonio Gomes había destrozado todo el buen trabajo realizado por Francisco de Xabier, pero éste era ya, de forma oficial el Provincial de la Compañía en Oriente, al cual, todos sus hermanos tenían que acatar sus órdenes cual general. Así pues, Antonio Gomes recibió la orden de ir a la retirada y dificultosa plaza Diu.

Esto no lo aceptó Antonio Gomes y nuevamente se revolvió contra Francisco de Xabier, buscando la ayuda de los portugueses más destacado de Goa. Alegó estar enfermo y que no podía viajar tan lejos, etc. Esto provocaría que la decisión de Francisco de Xabier fuera más dura, obligando a Antonio Gomes a marchar a la lejana fortaleza bajo castigo de expulsión de la orden, algo que ya había dejado por escrito en secreto, pues fue expulsado de la orden cuando ya se había instalado en la fortaleza de Diu.

El 17 de abril del año 1552 partió en barco por última vez de Goa, Francisco de Xabier; una vez dejado en buenas condiciones el hospital, a sus hermanos instruidos en el gobierno de la orden y en cómo debía de ser las relaciones con los portugueses.

Al llegar a Melaka-Malaca se encontró la ciudad con una epidemia de peste. Ni corto ni perezosos, Francisco de Xabier  de forma inmediata se puso a atender a los enfermos, mientras esperaba a su amigo Diego Pereira. No esperó mucho ya que este llegó en la segunda quincena de junio, con pimienta para comerciar con los chinos. Así pues, para partir a China solo faltaba el permiso del encargado del tráfico marítimo portugués Álvaro Ataide, celoso de no ser él, el elegido por Francisco de Xabier para ir a las tierras del mayor imperio de Asia.

Por ello, Álvaro Ataide mandó secuestrar el timón del barco de Diego Pereira, bajo una excusa de necesidad militar. Francisco de Xabier y su propio amigo comenzaron a presionar, mostrando las credenciales de nuncio papal y embajador portugués, para así partir sin problemas. Álvaro Ataide incluso acusó de falsificador a Francisco de Xabier. La confrontación aumentaba en enteros cada semana. Francisco de Xabier recurrió a todos los contactos que tenía en la zona, pero cuanto más presionado estaba Álvaro Ataide, menos cedía en su dictatorial postura.

Francisco de Xabier amenazó con excomulgar a Álvaro Ataide. Este no reconoció la autoridad del jesuita como nuncio papal. Francisco de Xabier finalmente lo excomulgó, pero nadie se atrevió a hacer pública la sentencia del nuncio papal por temor a la autoridad portuaria.

Todo estaba perdido. Pero Francisco de Xabier no se dio por vencido y buscó una embarcación china o indonesia, ya que no rendían cuentas a los portugueses; y con ella poder llegar a la isla de Sang Chuan-Sancián, de donde cualquier barco podría llevarle a China de forma ilegal.

Pero finalmente Francisco de Xabier encontró un navío portugués que le llevó hasta la isla de Sang Chuan-Sancián, casi de manera furtiva, con el hermano Ferreira y el chino Antonio Santa Fe. Eso sí, sin los ricos regalos destinados para la Corte de China. Llegaría a esa isla a primeros del mes de septiembre del año 1552.

Mientras esperaba la llegada de un barco que le llevase a China, Francisco de Xabier no paró de predicar en la isla, dar misa en una iglesia de paja, además de realizar las tareas que el mismo se había impuesto y normalizado en su vida,  como cuidar a los enfermos,…

 Los días pasaban y no había de momento ningún valiente que quisiera llevar a un enfermo Francisco de Xabier, y a sus dos acompañantes a las costas de China. Finalmente, mediante un soborno, Francisco de Xabier consiguió que un capitán-marinero chino se comprometiera a llevar a él y a sus dos acompañantes.

El hermano jesuita Ferreira desertó de la misión y se fue el día 12 o el día 13 de noviembre del año 1552, en uno de los últimos barcos portugueses. El día 19 todavía el capitán-marinero chino no había aparecido. Para colmo llegaba el frío. Las casetas de paja habían sido quemadas por los portugueses para esconder su presencia. Entonces llegó el hambre y con todo ello, se agravó la enfermedad de Francisco de Xabier, que realmente tenía un horroroso estado.

Francisco de Xabier fue purgado y sangrado varias veces, llegando a perder la consciencia. La fiebre estaba muy alta. A partir del día 26 de noviembre empeoraba por momentos. No reconocía a nadie, ni a su fiel acompañante el chino Antonio Santa Fe.

Finalmente y en la única compañía de Antonio Santa Fe, Francisco de Xabier murió el día 3 de diciembre del año 1552. Sus únicas pertenencias eran un hábito desgastado y rasgado por varios sitios, un relicario txikito colgado al cuello de Santo Tomás, el pequeño papel que acreditaba su ingreso en la Compañía de Jesús y una firma de Ignacio de Loyola, la cual había recortado de una de sus cartas.

Su cuerpo fue trasladado por los portugueses hasta la ciudad de Goa, siendo enterrado allí en el año 1554.

BIBLIOGRAFÍA
DIARIO DE NAVARRA. Especial San Francisco Javier, quinto centenario.
ELIÉCER SÁLESMAN, P. Vidas de los Santos.
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LARRAÑAGA, L. F. Francisco de Javier.
PESCADOR MEDRANO, A. Francisco de Xabier. Nacimiento de un mito, muerte de una nación.
RECONDO, J. M. San Francisco Javier.
SALDISE ALDA, I. Heráldica de Nabarra (sin publicar).
SGARBOSSA, M. y GIOVANNINI, L. Un Santo para cada día.
WIKIPEDIA. Varias páginas.

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