Margarita de Jaso y Atondo
Iñigo Saldise Alda
Heráldica 1: Escudo cuartelado en cruz. 1º de gules cuarto de
carbunclo pomelado de oro que es de Nabarra por privilegio otorgado por el
rey de Nabarra Juan de Trastámara, 2º de
plata árbol de sinople con un jabalí de sable pasante sobre el mismo que es de Jaso y 3º de azur dos bandas de oro con
dos lunas en menguante de oro entre ellas que es de Atondo, 4º de gules grifo
de oro armado y membrado de sables que es de los Caritates (Carite).
Margarita de Jaso y Atondo nació
en Donibane Garazi. Su padre Arnalt Peritz de Jaso fue oidor de Comptos de la
Cámara Real y Maestre de Finanzas en Pamplona, pese a tener sus orígenes en la
denominada nobleza baja al ser considerado el linaje de Jaso como de los infanzones
campesinos, algo que cambió en el año 1435 cuando su abuelo Pedro de Jaso subió
en el escalafón de la nobleza nabarra al otorgarle el rey consorte de Nabarra,
Juan de Trastámara, un cargo menor en la administración Real. Esto propició el matrimonio de Arnalt Peritz de Jaso con
Guillerma de Atondo y Ruiz de Esparza en el año 1441; mujer de uno de los más
importantes linajes dentro de la nobleza alta en la vertiente administrativa.
Margarita de Jaso y
Atondo fue la cuarta de los hermanos Jaso-Atondo. Por ello se le educó para el
trabajo de la casa, concertando su matrimonio con el heredero patrimonial del señorío
de Olloki, el caballerizo Real Juan de Olloqui. Muy hija de su madre Guillerma
de Atondo y Ruiz de Esparza con la que se crio y educó en su infancia como una
auténtica etxekoandrea, perspicaz y comprensiva
en su carácter, pero a la par enérgica y firme en sus decisiones.
Se convirtió en señora
de la casa-palacio de Olloki en el año 1493.
Herádica 2: Escudo de oro con tres bastones de sable y bordura de gules con aspas
de oro que es de Olloki-Olloqui.
Ante la invasión y
ocupación del Reino de Nabarra llevada a cabo en el año 1512, de forma ilegal y
ajena al Derecho por parte del ejército español, como miembro de una familia
agramontesa, lealista y patriótica nabarra, se enorgulleció al ver como sus
hijos, del pequeño grupo de auténticos irreductibles patriotas de Nabarra,
llamados Juan y Ramón, combatían sin cesar y sin decaimiento, una y otra vez, a
los soldados extranjeros.
Sufrió el
empobrecimiento de la casa de Olloki, incentivado por las medidas represivas de
los gobernantes españoles de la región de Navarra, especialmente en los
primeros años de la ocupación militar española. Margarita de Jaso y Atondo fue siempre
considerada como sospechosa por ellos, e incluso por la intrusa monarquía
española impuesta violentamente a los nabarros.
Los gobernantes
españoles ordenaron a continuación la confiscación bienes fueron confiscados,
mientras que sus hijos fueron condenados a muerte. El rey español Fernando el falsario y uñas largas, estableció que tras la confiscación del señorío de
Olloki, éste pasase de forma inmediata mediante donación imperial al capitán
español y señor de la casa-palacio y villa salacenca de Ripalda Lorenzo de
Ripalda. Algo que no se llevó a efecto por la valerosa oposición de Margarita
de Jaso y Atondo, a pesar de todas las circunstancias adversas que le rodeaban
logró su restitución.
Fue ciertamente aborrecida por su ejemplar
lealtad a la reina Catalina I de Nabarra y al marido de ésta Juan III de
Nabarra. Sufrió cuando su hijo Juan de Olloqui y Jaso fue apresado junto otros
patriotas nabarros, todos capitaneados por el marischal de Nabarra Pedro de
Nabarra y Lacarra, en Isaba en el año 1516, y conducido preso al castillo
español de Atienza; pero se enorgulleció de las noticias que le llegaban, al comprobar
que su hijo nunca fue doblegado por los torturadores españoles, que le
preguntaba cuales era sus intenciones mientras lo maltrataban.
Su hijo solo respondió con estas
palabras:
“Con la yntinçion de cobrar mis haziendas
e naturaleza e reboltar el dicho Reino de Nabarra e hacerle levantar por el rey
Don Juan e la reyna doña Catalina.”
Aún se hinchó más de
orgullo materno-filial, al saber que los carceleros y torturadores españoles no
paraban de maldecirlo por su espíritu inquebrantable y su gran fortaleza física
demostrando su valor con los encadenados.
Margarita de Jaso y
Atondo contó con la única, pero inestimable colaboración de dos de sus hijas,
Ana y Elena, para subsistir en esos años malignos para la Patria de los nabarros
y nabarras, sacando adelante como podía el mayorazgo de los Olloqui.
En diciembre del año
1523, con sus hijos encastillados en la fortaleza de Hondarribia-Fuenterrabía,
el Grandeza de España, duque de Alba de Tormes, marqués de Coria, conde de
Piedrahita y Salvatierra de Tormes, señor de Valdecorneja y
caballero insigne de la Orden del Toisón de Oro Fabrique Álvarez de
Toledo y Enríquez había hecho merced, de forma fraudulenta e ilegal, del palacio
y hacienda de Olloki a Andrés de Barrionuevo. Éste quiere tomar posesión de
dichos bienes el día 23 de diciembre por mano de alguacil. Margarita de jaso y
Atondo, de forma enérgica se mostró agraviada. Por ello pidió adiamiento
o plazo para comparecer en juicio, declarando que los bienes no son de su hijo
Ramón, el condenado a muerte junto a su hermano Juan, sino suyos propios. El
alguacil decepcionado, se volvió por donde había venido, llevándose consigo las
esperanzas del tal Andrés de Barrionuevo y de la generosidad en lo ajeno del duque
de Alba, jefe de la invasión de Nabarra del año 1512.
Así pues, Margarita de
Jaso y Atondo continuó habitando en la casa-palacio de Olloki, cabeza de una
aldea formada por cinco casas, cuidando de la hacienda, estando ya acompañada
de sus nietos Juanico y Miguelico, hijos del capitán nabarro y
señor titular de señorío de Olloki, Juan de Olloqui y Jaso.
Dama y señora del
culto doméstico, Margarita de Jaso y Atondo, tras la marcha voluntaria de sus
hijos Juan y Ramón a luchar contra los españoles a Flandes, nombró heredero al
mayor de ellos, Juan, pero con la obstinada oposición de otro de sus hijo llamado
Francisco. Éste batalló por echar de la casa-palacio a su madre y a sus
hermanas Ana y Elena, generosas y obedientes auxiliares de la madre, al igual
que a sus sobrinos.
Finalmente, Margarita de
Jaso y Atondo llevó al cabo sus propósitos el día 18 de marzo del año 1538, al
nombrar como tutores a sus sobrinos Miguel y Valentín de Jaso y Lerroux-Lerrutz,
los cuales tomaron posesión de la casa-palacio de Olloki, en nombre del heredero
del mayorazgo Juan de Olloqui y Miranda, bajo un pacto acordado, por el cual la
abuela, Margarita de Jaso y Atondo, proseguiría siendo durante su vida, dueña
y señora mayora de los bienes.
A mediados de agosto
del año 1544, dos elegantes muchachas se apearon de sus mulas delante del
zaguán o vestíbulo de la casa palacio, trayendo con ellas algún cofre lleno de
plumas, sedas, armas doradas, joyas y mil fruslerías de lujo. Estas eran sus
nietas María y Juana de Olloqui y Miranda. Que se habían criado en el Reino de
France, sirviendo como damas de la princesa de France Marguerite de Angoulême-Orleans
y Savoué-Savoie-Saboya en la Corte francesa primero, y ya como reina consorte
de Nabarra en la Corte nabarra después.
La diversidad de
gustos, hábitos, educación e incluso inclinaciones religiosas, fue un choque
brutal a las primeras de cambio. Pero Margarita de Jaso y Atondo, severa, firme
y sin anillos que se pudieran caer de los dedos, les cambió inmediatamente las labores
cortesanas por quehaceres de provecho para el mayorazgo de labranza. Así pues, las
dedicó en las siempre difamadas labores domésticas, fregar, amasar el pan,
cocinar, servir la mesa, (…) incluso segar. Es decir, a todo aquello que se
necesitara.
La misma Margarita de Jaso
y Atondo, asistió todas la veces que se le solicitó, junto a un notario, en aquellos procesos y pleitos que
concernían a la aldea, siendo además ella quien finalmente dictaba sentencia o los
fallaba.
A ese régimen de
sencillez, modestia y duro trabajo, sometió la señora de Olloki Margarita de
Jaso y Atondo, a sus coquetas y frívolas nietas, que le soportaron con no
pequeño desagrado.
El día 21 de marzo del
año 1545 murió la señora de Olloki Margarita de Jaso y Atondo, sin presenciar
las disputas que tras su fallecimiento tuvieron lugar entre su familia por el
señorío y la casa-palacio de Olloki.
BIBLIOGRAFÍA
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Y TORRENTERA DE SANCHO SAN ROMÁN, J. Las casas señoriales de Olloqui y Belaz de
Medrano
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JAIME-BON, A. La familia de S. Francisco de Xabier.
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SALDISE
ALDA, I. Diversos artículos digitales sobre personajes nabarros.
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