Francés de Villaespesa
Iñigo Saldise Alda
In memoriam del
investigador y erudito nabarro José Ramón Castro Álava (1896-1977). Este
trabajo está basado, casi en exclusiva, en uno suyo titulado El Canciller
Villaespesa (1949).
Herádica:
de gules y un castillo de oro, donjonado y almenado de tres almenas, mazonado
de sable y adjurado de azur. Bordura de plata con diez roeles de gules cargado
cada uno de una estrella de ocho puntas de oro (Erriberri-Olite). Otros bordura
de plata con ocho roeles de gules cargado cada uno con una estrella de cinco puntas
de oro (Tutera-Tudela).
Nacido en las tierras
de Teruel pasada la medianía del siglo XIV, bajo el nombre de Francés Sánchez
de las Vacas, siendo hijo de una poderosa e ilustre familia turolense.
Es en el año 1381
cuando se tienen las primeras noticias de él en el Reino de Nabarra, ya con el
nombre cambiado por el de Villaespesa, topónimo próximo a la ciudad de Teruel,
de donde al parecer era natural. Su aparición tuvo lugar gracias a que él fue
el emisario y diplomático eclesiástico del cardenal Pedro Martínez de Luna y
Pérez de Gotor, legado este último del papa Clemente VII de Aviñón, antes de la
entrada de éste último en el Reino de Nabarra.
Francés de Villaespesa
no tardó en entrar como consejero Real al servicio del rey Carlos II de Nabarra,
gracias en gran medida a su alto nivel intelectual y a la posesión de un
título, concretamente el de doctor en decretos.
Gracias a sus
conocimientos jurídicos, unidos a una manifiesta madurez además de gran lealtad
al rey de Nabarra, Francés de Villaespesa adquirió velozmente honores, ocupando
puestos de valor y confianza, sin que su extranjería despertase envidias, ni
recelos, entre los naturales del País. Como Consejero Real de Carlos II de
Nabarra, en el año 1384, percibía ya una pensión de 1.000 florines anuales, como
quedó constancia en los volúmenes de Comptos. Esta renta la recibió hasta que
fue escogido como consejero del infante primogénito del Estado de Nabarra.
Carlos II de Nabarra,
al conocer la noticia del enviudamiento del duque de Breinzh Yann de Moñforzh, inició
las negociaciones para tratar de su matrimonio con la infanta Juana de Nabarra.
Para llevar a cabo dicho proyecto matrimonial, Carlos II de Nabarra preparó una
embajada que había de trasladarse a Breinzh en diciembre del año 1384. En esta
estuvo también Mosén Francés de Villaespesa, que pese a llevar poco tiempo al
servicio del rey de Nabarra, recibió el honor de ser designado para significar
en una empresa, cuyo carácter no sólo tenía interés familiar, sino igualmente
políticos.
Los elegidos para ir al ducado de Breinzh debían embarcar en
Baiona. Estos fueron: Mosén Francés de Villaespesa, el tesorero del Reino Guillem
Plantarrosa, Juan de Langoes, además de a Joanico Ruiz y sus gentes. Finalmente
la expedición se suspendió.
En marzo del año 1385,
Francés de Villaespesa fue enviado por Carlos II de Nabarra, como mensajero
nabarro a la Corte del rey de Aragón. La neutralidad que Carlos II de Nabarra
pretendió guardar en el problema del Cisma, empezó a quebrarse por estas
fechas, vislumbrándose cierto acercamiento a la sede de Aviñón. Clemente VII se
prodigó en realizar testimonios de afecto a la Corte de Nabarra, por lo que Francés
de Villaespesa fue el elegido para explicar el posicionamiento nabarro ante
Pedro IV de Aragón. Ciertamente la postura nabarra ante el Cisma era muy
parecida a la de los aragoneses. Así pues, este acercamiento del Papa de Aviñón
al Estado de Nabarra, fue explicado y expuesto por Mosén Francés de Villaespesa
al monarca aragonés, con los deseos nabarros de obrar de acuerdo con los
aragoneses en lo pertinente al Cisma.
Ese mismo año y
estando en Iruinea-Pamplona el infante heredero, se realizaron diversas gracias,
de distintas y varias cantidades, a las personas que tenían que acompañarlo al
Reino de Castilla y León. Entre ellas estuvo Francés de Villaespesa, a quien se
le entregaron 80 florines. Pocos días después, el infante primogénito de Nabarra
nombró a Francés de Villaespesa su consejero personal, señalándole como pensión
anual 1.000 francos de oro, del cuño del Reino de France.
Es durante ese viaje
cuando el infante de Nabarra Carlos de Nabarra-Évreux y Francés de Villaespesa se
compenetraron casi a la perfección, en forma tal, que el heredero al trono de
Nabarra acudió desde entonces a su buen servidor, en todas las cuestiones transcendentales,
tanto familiares como políticas, en la seguridad de encontrar en Francés de
Villaespesa la prudencia necesaria en el consejo y primordialmente, la lealtad indiscutible
en su conducta.
Estuvo junto al
infante heredero del Reino de Nabarra en Ciudad Rodrigo, después en Plasencia,
Segovia y finalmente en Valladolid. Es durante esta estancia en el Reino de
Castilla y León, cuando Francés de Villaespesa establece el primer contacto con
Leonor de Trastámara, esposa del infante primogénito del Estado nabarro.
Francés de Villaespesa
retornó junto al infante Carlos de Nabarra-Évreux a Erriberri-Olite en marzo del
año 1386 En el Reino de Nabarra pasó junto al infante de Nabarra la primavera y
el verano. Concretamente se pudo ver junto a Carlos de Nabarra-Évreux en Donibane Garazi en agosto, donde el infante
nabarro ordenó de que se pagasen a Francés de Villaespesa 100 francos, adeudados
de su pensión de los meses de marzo, abril y mayo precedentes. Ya en septiembre
estuvieron en Baiona.
Carlos II de Nabarra, mostró
su satisfacción por la labor de Francés de Villaespesa como consejero y
mensajero, otorgándole en abril 400 florines de por vida, además de todas la
pechas y rentas de dinero y pan, y de otras cosas, de Villatuerta y Oteiza.
Dichas pechas y rentas montaban cada año 178 cahíces de trigo y 99 cahíces y
dos cuartales de cebada; y en dineros 16 libras, 7 sueldos y 6 dineros fuertes.
En septiembre del
mismo año, Francés de Villaespesa fue enviado, al cardenal de Aragón bajo el
título de Consejero del rey de Nabarra. Por dicho viaje percibió 30 florines
por mandamiento Real.
Francés de Villaespesa
estuvo junto al infante heredero de Nabarra en Erriberri-Olite en octubre del
mismo año, cuando le llegó la noticia del nacimiento de dos hijas gemelas, las
infantas Blanca y Beatriz, nacidas en Castilla y León.
En noviembre salió el
infante primogénito de Nabarra para el Reino de Castilla y León, junto a él fue
Francés de Villaespesa. Estando en Arévalo, ordenó el infante de Nabarra que
los 1.000 francos que recibía de pensión anual Francés de Villaespesa, le fueran
pagados al precio de 22 maravedís castellanos por cada florín de oro de
aragonés, o de 33 maravedís por un franco francés, porque en el Reino de Castilla
y León, el florín del Reino de Aragón valía 22 maravedís y el franco se
valoraba al precio de tres florines por dos francos, y que se le hiciese tal
pago a partir del día 1 de noviembre, hasta tanto y cuando su consejero personal
permaneciese en dicho Reino extranjero.
El 24 de diciembre el
infante nabarro dio una prueba más de su estimación a su consejero Francés de
Villaespesa, haciéndole donación de 2.200 maravedís en recompensa de su pensión
de 1.000 francos anuales. Pues desde que fue nombrado su consejero hasta el 1
de noviembre, se había pagado a razón de 20 maravedís el florín, durante el
tiempo en que Francés de Villaespesa estuvo en el Reino de Castilla y León el
año anterior, y de nueve a diez groses, durante el tiempo que estuvo en el
Estado de Nabarra, a pesar de que el florín valía, por aquel tiempo, 21
maravedís en Castilla y León, mientras que por algún tiempo más de 10 groses en
el Reino de Nabarra.
En año nuevo del año
1387 murió el rey Carlos II de Nabarra. Francés de Villaespesa se encontraba
junto al heredero de la Corona de Nabarra en el Reino de Castilla y León. Veintiún
días después del fallecimiento del rey Carlos II de Nabarra, el infante
primogénito y su consejero, de origen turolense, entraron en el Estado de
Nabarra.
A los pocos meses de
su retorno al Estado de Nabarra, y en relación con un acto donde el rey de
Aragón mostró su obediencia al papa Clemente VII de Avignon, contando con la
presencia de su legado y cardenal Pedro Martínez de Luna, el rey Carlos III de
Nabarra envió una embajada al rey de Aragón Juan de Aragón-Barcelona. Dicha
comitiva nabarra estuvo encabezada por Francés de Villaespesa junto a Pées de
Laxague, ambos partidarios de la Sede Pontificia de Avignon.
Los embajadores nabarros
se dirigieron a la ciudad condal de Barcelona donde se encontraba el rey de
Aragón y su gran amigo el cardenal Pedro Martínez de Luna. Sólo el Reino de Nabarra,
entre los demás Estado peninsulares, quedaba en aquel instante por pronunciarse
abiertamente en lo relacionado con el Cisma, es decir, a favor de Avignon o a
favor de Roma.
Francés de Villaespesa
se encargó de la mensajería en los meses de mayo, junio y julio del año 1387.
Durante parte de ese tiempo estuvo enfermo en la ciudad condal de Barcelona,
gastando durante su enfermedad 356 florines, los cuales le fueron prestados por
un sagaz lombardo.
Los trabajos realizados
en esta materia por Francés de Villaespesa fueron del agrado del rey Carlos III
de Nabarra. Éste ordenó que no se quitase al turolense la parte correspondiente
que se le debía deducir de su pensión, por el tiempo que estuvo fuera del Reino
nabarro.
Antes de concluir ese
año, Carlos III de Nabarra otorgó una nueva merced a Francés de Villaespesa. Estando
en Gares-Puente la Reina, concretamente en noviembre, le concedió una nueva pensión
de 400 libras anuales, sin perjuicio de lo que ya recaudaba en la cámara de los
dineros y de lo que percibía por las pechas de Oteiza y Villatuerta.
El rey Carlos III de
Nabarra, antes de celebrar el solemne y formal acto de su coronación, envió una
embajada al Reino de France para buscar arreglar el problema de las posesiones nabarras
en la Normaundie. La embajada estuvo compuesta por el obispo de
Iruinea-Pamplona Martín de Zalba, el chambelán del rey de Nabarra Pées de
Laxague, y como no, por Francés de Villaespesa. Antes de partir para al Reino
de France, Mosén Francés de Villaespesa solicitó al rey Carlos III de Nabarra beneplácito
para nombrar procuradores que, en su ausencia, pudieran cobrar las rentas y
donos que tenía en el Reino vascón. Algo que fue aceptado por el rey de
Nabarra, siendo nombrados procuradores el oidor de la Cámara de Comptos Guillem
de Rosas y un mercader zaragozano residente en Iruinea-Pamplona de nombre Martín
Sánchiz de Zaragoza. Francés de Villaespesa recibió para el viaje 372 florines
de oro del Reino de Aragón, y un paño de London encarnado, que costó 85
florines, más otro paño de mezcla de Bristol de 58 florines más, y una mula
valorada en 120 florines.
Las cantidades que
recibieron los embajadores al marchar al Reino de France, no les fueron
suficientes para satisfacer sus gastos, ya que en junio del año 1389 se les
enviaron más dinero por mediación de Gaubert de la Gantru. Francés de
Villaespesa recibió concretamente 800 florines más.
La embajada nabarra
permaneció en el Reino de France por un plazo de 18 meses, buscando inclinar
los ánimos de la corte francesa hacia las aspiraciones del rey Carlos III de
Nabarra.
Finalmente, el obispo
de Iruinea-Pamplona Juan de Zalba, el chambelán del rey Pées de Laxague y el
consejero Real Francés de Villaespesa, fueron expulsados de la Corte de Paris
por Charles VI de France, sin lograr los objetivos marcados.
Estando en el Languedoc,
donde se encontraba el rey de France y por ende la Corte francesa, el emisario Francés
de Villaespesa y los otros embajadores nabarros, recibieron la noticia de la
coronación de Carlos III de Nabarra del propio mariscal de Nabarra Martin Henriquez
de Lacarra.
Cuando regresó al
Estado de Nabarra Francés de Villaespesa, junto a los otros embajadores desplazados
al Reino de France, se forjaban los últimos preparativos para la coronación de
Carlos III de Nabarra. Al poco tiempo, llegaba al Reino de Nabarra el cardenal
de Aragón Pedro Martínez de Luna, que debía estar presente en el acto de la
coronación en la catedral de Iruinea-Pamplona, para hacer pública la
declaración de obediencia del Reino de Nabarra al papa de Avignon Clemente VII.
La coronación de
Carlos III de Nabarra se celebró en la mencionada catedral el día 13 de febrero
del año 1390. La reina consorte de Nabarra no asistió al acto, porque se
encontraba en su Reino natal de Castilla y León por decisión propia y con la
excusa de que era maltratada por los nabarros y nabarras, al no recibir un
trato acorde con su rango de infanta castellana y reina consorte de Nabarra.
Tras los actos de la
coronación, Carlos III de Nabarra volvió a plantear el problema de su situación
familiar, al estar separado de su mujer y de sus hijas. Por ello envió al Reino
de Castilla y León a Ramiro de Arellano y tres días después a su fiel consejero
Francés de Villaespesa. Este último y el mismo día de su partida, solicitó y
obtuvo del rey de Nabarra la gracia de que le perdonase a su familiar y
servidor Sancho de Montagut, los 60 sueldos fuertes que le correspondían pagar como
impuesto por las ayudas que los tres estados del Reino habían otorgado a Carlos
III de Nabarra para los gastos de su coronación.
Los embajadores del
rey de Nabarra coincidieron en el Reino de Castilla y León con el también caballero
nabarro Martín de Aibar.
Los embajadores nabarros
llegaron a Guadalajara, a la ocasión en que el rey Juan I de Castilla y León
estuvo celebrando Cortes en aquella ciudad. Así pues, Francés de Villaespesa,
junto a los otros embajadores nabarros, hablaron con el rey castellano sobre
los deseos que tenía el rey Carlos III de Nabarra en lo relacionado con su
esposa Leonor de Trastámara y sus cuatro hijas.
El rey de Castilla y
León tras hablar con su hermana, creyó necesario consultar a sus consejeros
españoles. Tras dicha consulta, el rey Juan I de Castilla y León llamó a los
embajadores nabarros y les comunicó que para que Leonor de Trastámara y sus
hijas fueran con su marido el rey de Nabarra, este debía entregar un número
importante de fortalezas, villas y castillos nabarros. Los embajadores nabarros
se negaron a ello.
Francés de Villaespesa
marchó entonces hasta Tutera-Tudela, ciudad donde se encontraba el rey de
Nabarra. Carlos III de Nabarra le comunicó que las negociaciones debían variar
su rumbo, y así ponerse como objetivo ahora, una vez convencido el rey de
Nabarra de que su esposa no retornaría junto a él, era lograr traer a su
primogénita Juana, para así ser jurada como heredera del Estado vascón ante los
tres estados del Reino de Nabarra.
Con nítidas instrucciones
para lograr este propósito, regresó Francés de Villaespesa al Reino de Castilla
y León.
Los embajadores nabarros
tras unírseles de nuevo Francés de Villaespesa, comparecieron nuevamente ante
el rey de Castilla y León, consiguiendo que se le entregase a la infanta de
Nabarra Juana de Évreux y Trastámara.
Cuatro días después la
infanta primogénita llegó al Reino de Nabarra, siendo acompañada por los
caballeros Ramiro de Arellano y Francés de Villaespesa.
Carlos III de Nabarra
en su Gran Consejo de Iruinea-Pamplona, en presencia de representantes de los
tres estados como el de Iruinea-Pamplona Martín de Zalba, el obispo de Baiona
García de Eugui, el prior de Orreaga-Roncesvalles y canciller del Reino Ximeno
de Aibar, el abad de Iratxe Juan de Roncesvalles, el prior de la orden de los
Hospitalarios de San Juan de Jerusalen Martin Martínez de Olloqui, el abad de Irantzu
Lope de Eulate, el capitan de Lorda Juan de Biarno, Ramiro de Arellano, Martín
Periz de Solchaga, Pedro Ibañez de Arraztia, los chambelanes del Reino Pées de
Laxague, Martin de Aibar y Ferrando de Ayanz, así como los pamploneses Pascual Cruzat
el mayor, Pascual Moza, Martín Periz de Oloriz, el alcalde de Lizarra-Estella
Xemeno de Echeverria, el tudelano Xemeno de Milagro, el sangüesino Pedro
Navarro, el olitense Xemeno Daparteco, además de otros señores, alcaldes y
muchas otras personas de las distintas ciudades y villas del Estado de Nabarra.
De dicho consejo y concretamente de aquellos representantes de los tres estados
que acudieron a él, salieron los tutores de la infanta heredera de Nabarra,
autorizándoles para:
“(…) jurar a los dictos tres estados et pueblo de nuestro
Regno por eilla en nombre et en persona deilla por quanto no es de perfecta
hedat como dicto es la jura que la dicta nuestra fija deuira e sera tenida de
fazer segunt fuero uso e costumbre del dicto nuestro Regno si eilla fuese de
parfecta hedat (…)”
También para recibir
en su el nombre de la infanta de Nabarra la jura que los tres estados, reunidos
en Cortes, habían de prestarle a Juana de Évreux y Trastámara en nombre de todo
el pueblo del Estado de Nabarra, para recibirla como heredera.
“(…) a falta de fijo
nuestro legitimo maselo et de su criazon legitima (…)”
Dos días después y en
la misma ciudad, el rey de Nabarra, en consideración por los grandes y agradables
servicios y placeres prestados por su consejero Francés de Villaespesa, le
concedió a éste 200 cahizes de pan de las rentas y pechas ordinarias que el rey
Carlos III de Nabarra tenía en la villa de Peralta.
Francés de Villaespesa
pasó en el Reino de Nabarra el verano y parte del otoño de este año. Intervino
en diversos asuntos, como por ejemplo en una petición realizada por las monjas
del Monasterio de Bargota, de la Orden Militar del Hospital de San Juan de Jerusalen, situado en los límites
municipales de Gares-Puente la Reina, que tenían la mayor parte de sus
heredades dentro del término municipal de aquella villa. En dicha petición
suplicaban al rey Carlos III de Nabarra que mandase al alcalde, a los jurados u
al concejo de Gares-Puente la Reina, que no impidiesen a los labradores de las
viñas del Monasterio vender la vendimia dentro del término municipal, a lo que
accedió el rey Carlos III de Nabarra,
entrando después su amante María Miguel de Esparza, madre de Lancelot de
Nabarra, a dicho monasterio.
El día 9 de octubre de
ese año murió en Alcalá de Henares el rey Juan I de Castilla y León, cuñado del
rey Carlos III de Nabarra. Éste, al conocer la noticia, se apresuró en enviar a
sus embajadores para expresar al nuevo Rey de Castilla y León Enrique III, su
estremecimiento por la muerte de su padre. Francés de Villaespesa y Martin de Aibar
salieron del Reino de Nabarra el día 15 de noviembre con 120 florines cada uno
para gastos de embajada. Además Francés de Villaespesa recibió del rey de
Nabarra una mula que fue tomada por 120 florines al oidor de la Cámara de
Comptos Guillen de Rosas.
La estancia de los
embajadores de Nabarra se prolongó más de lo esperado, ya que aparte de llevar
las condolencias al niño-rey español, contaban de nuevo con la misión de
conseguir que la reina consorte de Nabarra Leonor de Trastámara y sus hijas las
infantas del Reino vascón, marcharan con ellos a la Corte de Nabarra. Esto supuso
nuevos gastos, recibiendo primero 150 florines de un mensajero nabarro de a
caballo llamado Jaquet, y después otros 150 florines llevados por Alfonso de
Burgos.
Finalmente, los
embajadores nabarros manifestaron el interés del rey de Nabarra con respecto a
la reina consorte Leonor de Nabarra, a un miembro del Consejo de Regencia de
Castilla y León, concretamente al alférez del Pendón de la Banda, oidor de la
audiencia Real de Castilla y León, camarero y copero mayor de la Corte de
Castilla, alcalde mayor de Toledo, señor de Arceniega, de Torre del Valle de
Orozco y de Valle de Llodio, merino y alcalde mayor de Vitoria, corregidor y
merino mayor de Guipúzcoa, además de camarero de Charles VI de France, Pero
López de Ayala.
Con buenas intenciones
por parte de los castellanos en la cuestión referente de la reina consorte
Leonor de Nabarra y las infantas del Estado nabarro, retornaron al Reino vascón
los diplomáticos nabarros.
Ya en abril y
concretamente en la ciudad de Donibane Garazi, Francés de Villaespesa y Martin
de Aibar, recibieron del tesorero del Reino de Nabarra 100 florines de lo que
se les debía por el viaje al Reino de Castilla y León. En el mes de junio, el
rey Carlos III de Nabarra, estando en Lizarra-Estella, ordenó nuevamente al
tesorero Garcia Lopez de Lizasoain, que pagase a Mosén Francés de Villaespesa,
467 libras, 6 sueldos y 6 dineros fuertes, más 146 florines del Reino de Aragón
por los gastos que hizo el turolense en el tiempo que estuvo en el Reino de
Castilla y Aragón.
Apenas hubo descansado
de su viaje al Reino de Castilla y León, cuando el rey Carlos III de Nabarra
envió a Francés de Villaespesa, esta vez en compañía de Juan Ruiz de Aibar, a
resolver cierta contienda relacionada con el ganado entre los de Salvatierra de
Biarno y los de la tierra de Mixa. Estando el rey Carlos III de Nabarra en
Donibane Garazi en mayo, ordenó a los oidores de Comptos que recibieran en
cuenta y dedujeran de la recepta del tesorero 60 florines, que por su orden
verbal fueron entregados a cada uno de los mensajeros.
El día 13 de junio
recibieron ambos embajadores del tesorero del Estado de Nabarra otros 60
florines más, para marchar a donde se encontraba el conde de Foix y tratar del
mismo asunto. Francés de Villaespesa recibió también 26 florines que se le
decían deber del viaje anterior.
Francés de Villaespesa
entregó en nombre del rey Carlos III de Nabarra, un caballo de su propiedad al
capitán de Lorda y chambelán del rey de Nabarra Juan de Biarno. Por el cual el
rey de Carlos III de Nabarra ordenó el día 8 de agosto al tesorero de Reino, en
Iruinea-Pamplona, que pagase al natural de Teruel 200 florines.
Poco tiempo después, Francés
de Villaespesa y Juan Ruiz de Aibar fueron para tratar con el Rey de France,
negocios del rey Carlos III de Nabarra. Como no podía ser menos recibió Francés
de Villaespesa para dicho viaje 286 florines, más 26 y 55 florines de viajes
anteriores.
En el mandamiento
anterior, ordenó también el rey de Nabarra, que se entregase a Francés de Villaespesa
una pieza de paño de Iprés “de la grant
suert”, la cual fue comprada en la tienda del comerciante zaragozano Martín
Bertrand por 90 florines. Un día antes, el rey Carlos III de Nabarra comunicó al
tesorero del Reino que había dispensado a su consejero Francés de Villaespesa del
pago del veinteno de las rentas que tenía en Peralta, Oteiza y Villatuerta por
el año 1391.
A comienzos del año
1392 los embajadores de Nabarra estuvieron en Paris para calibrar las opciones,
de conseguir algo positivo, con respecto nuevamente a los territorios de la
Normaundie. Pero tuvieron que retornar al Estado de Nabarra ante el primer
episodio psicótico del rey Charles VI de France. A su vuelta en Zangotza-Sangüesa,
Francés de Villaespesa recibió nuevos pagos por sus tareas de embajador.
Antes de que acabase
ese año 1392, Francés de Villaespesa se encamino nuevamente al Reino de
Castilla y León, esta vez para encontrase con Ramiro de Arellano. Michelet des
Mares entregó a Francés de Villaespesa, para sus gastos y los de sus gentes,
240 florines, a razón de cuatro florines por día, más 350 que recibió para
entregar a Ramiro de Arellano, destinados éstos últimos para la compra de
caballos y de mulas para el rey Carlos III de Nabarra. Para este viaje el rey
de Nabarra dio a su consejero una mula que había sido tomada con anterioridad a
Jean de Roux por 80 florines.
También, por otro
lado, el rey Carlos III de Nabarra entregó a Francés de Villaespesa 100
francos, equivalentes a 150 florines, con el encargo de gastarlos en la compra
de un rocín o caballo de trabajo para el barón de Agramont Juan de Agramont. Pero
el consejero Real la utilizó para sus gastos, devolviendo al rey Carlos III de
Nabarra 30 florines.
La compra de caballos
y mulas fue el único objeto del viaje de los mensajeros nabarros, en el que también
estuvieron acompañados y aconsejados por Sancho de Urduncho, Juan de
Roncesvalles, Juan de Galar y otras gentes de escudería. Finalmente se
compraron diez caballos y tres mulas que costaron 1.950 florines, equivalentes
a 2.535 libras.
Carlos III de Nabarra,
estando en Iruinea-Pamplona en julio del año 1393, nombró a sus consejeros Francés
de Villaespesa, Tomás de la Repunta, Martín Périz de Solchaga y a Pedro Ibáñez
de Arrastia, para opinar jurídicamente en los pleitos entablados entre Juana de
Beaumont-Nabarra, mujer del chambelán del rey de Nabarra y ricohombre, señor de
Laxague, Labetze-Bizkai, Somberraute, Irissarry y Gentein Pées de Laxague, y sus
herederos a causa del testamento de éste.
Tras su labor jurídica,
el rey Carlos III de Nabarra envió a Mosén Francés, acompañado de Juan Ruiz de
Aibar, de nuevo al Reino de France con el pago de todos los gastos
correspondientes al viaje y durante su estancia en Paris por el periodo de dos
años y ocho meses. Allí coincidieron con el hijo bastardo del rey Carlos III de
Nabarra, el Patriarca de Alejandría Lancelot de Nabarra, que les prestó 800
francos.
Lancelot de Nabarra y
los embajadores del rey Carlos III de Nabarra retornaron al Estado de Nabarra
en mayo del año 1396. Guillem Platarosa y Jean de Amaury, maestros del hostal
del rey de Nabarra, compraron de Juan Antón, once mesas de tabla de nogal para
la organización de una comida en el castillo de Lizarra-Estella, como
bienvenida para los llegados del Reino de France, el Patriarca de Alejandría y
de los embajadores de Nabarra, estando ya presente la reina consorte de Nabarra
Leonor de Trastámara, junto al rey Carlos III de Nabarra.
A finales de octubre o
bien a principios de ese año, Francés de Villaespesa se casó con la noble dama
tudelana Isabel de Ujué. Este matrimonio fue concertado por el propio rey
Carlos III de Nabarra. La razón fue principalmente política, ya que la
realización de dicho contrato matrimonial significó la renuncia no solo de
eclesiástico, sino también como miembro del Estado de la Iglesia de Avignon
para Francés de Villaespesa, paso obligado para su nacionalización como
nabarro.
El rey de Nabarra se
mostró espléndido con su devoto y fiel consejero. Los obsequios y donaciones se
iniciaron ya meses antes de la boda. Le dio 20 codos de escarlata, más dos
paños de Bristol, el recibidor de Iruinea-Pamplona Eneco de Monreal, por orden
del rey Carlos III de Nabarra le entregó la suma de 100 florines de oro del
cuño del Reino de Aragón, para ayuda de los gastos de su matrimonio. Estando ya
el rey nabarro en Tutera-Tudela, ordenó a los oidores de comptos que reciban en
la cuenta de Michelet des Mares 14 florines que pagó al joyero Juan Garbain por
dos collares, uno de plata y otro de oro con la divisa de la orden del Lebrel Blanco,
uno para Isabel de Ujué y otro para Francés de Villaespesa, quienes ingresaron
como dama y como caballero de la orden del Lebrel Blanco y de la Bonne Foy.
Innumerables fueron
los paños y las pieles que regaló a los nuevos esposos por el rey de Nabarra. Tampoco
le faltó a Francés de Villaespesa la ayuda monetaria del rey Carlos III de
Nabarra, ya que estando éste, le concedió una nueva ayuda para su casamiento, concretamente
tenía por suma de 6.000 florines de oro del Reino de Aragón.
La mujer elegida por el
rey de Nabarra para Francés de Villaespesa pertenecía al noble linaje de los
Ujué, cuyos miembros rigieron la vida de la ciudad de Tutera-Tudela durante
todo el siglo XIV, destacando en los puestos de alcalde, justicia, jurados,
canónigos, notarios, mesnaderos, cambiadores, tributadores, etc.
Isabel de Ujué fue hija
de Pedro Yeneguiz o Iñiguez de Ujué y de Sancha Romeo.
A los pocos meses
después de su matrimonio, Francés de Villaespesa recibió del rey de Nabarra un
altísimo honor. Al obispo de Iruinea-Pamplona y canciller del Reino de Nabarra Martín
de Zalba, le había sido otorgada la púrpura cardenalicia por el papa Clemente
VII de Avignon, al poco tiempo de la coronación oficial del rey nabarro, en testimonio
de la estimación de la Santa Sede de Avignon, por el indudable éxito que había
acompañado a sus trabajos relacionados a la declaración de obediencia del Reino
de Nabarra a favor de aquel Pontífice. A la muerte del papa Clemente VII en el
palacio papal de Aviñón, fue elegido para sucederle el aragonés Pedro Martínez de
Luna, en cuya elección fue importantísima el partido que tomó el cardenal de Iruinea-Pamplona.
Así pues, el purpurado Martin de Zalba llegó a ser el brazo derecho del papa
Benedicto XIII, nombre que adoptó el cardenal Pedro Martínez de Luna.
El rey de Nabarra ante
la continua asistencia en Avignon del cardenal Martin de Zalba junto al Papa
Luna, que no le permitió atender sus deberes de canciller del Reino de Nabarra,
nombró como nuevo canciller para sustituirá éste a su consejero Francés de
Villaespesa. Esto ocurrió en Iruinea-Pamplona en presencia del Gran Consejo de
Nabarra, el día 20 de marzo del año 1397. Firmó por el rey de Nabarra el
secretario Sancho de Oteiza.
“(…) como justa et razonable cosa sea todas personas exalçar
et honrar tanto por su suficiencia meritos buenas virtudes et costumbres como
por seruicios lo vallen et en son dignos et aqueillos tales proueyr de nobles
oficios mayorment daqueillos que sont et toquan al regimiento et goarda de la
justicia fazemos saber a todos que los meritos de la prodomia seso lealtat et
dilligencia que son en la persona de nuestro bien amado et fiel cauaillero et
conseillero mossen Frances de Villa espesa doctor en decreto et esso mesmo los
grandes buenos et agradables seruicios que de luengo tiempo aqua nos ha fecho
et esperamos que nos fara daqui adellant queriendole ser gracioso benigno et
fabo rabie en su persona et prouer et acrescentarlo de seynnallados oficios
honores et dignidades al dicto mossen Frances auemos fecho instituydo et
establecido facemos instituymos et establescemos por tenor de las presentes
nuestro chanceller a tener el dicto oficio et nuestro sieillos de la
chancelleria por eill a los honores prouechos et emolumentos (…)”.
El puesto de canciller
del Reino de Nabarra era el de más alto rango dentro de la política del Estado
nabarro. Francés de Villaespesa se encargó de guardar y custodiar el sello Real
de Carlos III de Nabarra, teniendo además la potestad de autorizar diversos
privilegios y gracias, documentos de ordenanza, junto a las cartas del rey de
Nabarra y de su familia.
En los días otoñales
que pasó el rey en Tutera-Tudela, coincidiendo con la boda de Francés e Isabel,
era patente el propósito de Carlos III de Nabarra de marchar al Reino de France,
según se deduce de un recibo, firmado por el propio Francés de Villaespesa
estando en Tutera-Tudela, donde recibió de Michelet de Mares 200 florines para
prepare para un nuevo viaje al Reino de France junto al rey Carlos III de
Nabarra. Éste último ya había declarado
su firme propósito en las Cortes del Reino de Nabarra, las cuales se habían
reunido en Erriberri-Olite en el mes de septiembre, donde ante los estado
generales de Nabarra fueron juradas como herederas del Reino las infantas María,
Blanca, Beatriz e Isabel.
Los preparativos del
viaje se realizaron de forma inquieta. El séquito que acompañó al rey Carlos
III de Nabarra, estuvo formado por el obispo de Baiona y confesor del rey García de Eugui, Leonel de Nabarra, el alférez
del Estandarte Real de Nabarra Charlot de Beaumont-Nabarra, los señores de
Agramont, de Luxa y de Laxague, el chambelán del rey Bertrán de Lacarra, Martín
de Aibar, Pere Arnaut de Garro, Juan de Domezain, Pierres Sanz de Lizarazu,
Rodrigo de Esparza y otros 20 caballeros al menos. También fueron Sancho
Sánchez de Oteiza, el maestre Bernat y el físico Juce Orabuena, el cirujano del
rey Sancho, el boticario Pero Iñiguez, el astrólogo Remar, además de diversos
capellanes, limosnero, secretarios, pajes, menestriles, trompetas, etc.
Por supuesto el
canciller del Reino de Nabarra también acompañó al rey nabarro junto a Juan
Ruiz de Aibar, pues ambos ya habían realizado diversas embajadas al Reino de
France. El primero recibió de Juce Orabuena dos buenas mulas para su cabalgar
por orden del rey de Nabarra, más 200 florines, además de igual cantidad que
había recibido anteriormente de Michelet de Mares.
Una vez más, el motivo
del viaje fue el mismo que había motivado la prolongada estancia en el Reino de
France de Francés de Villaespesa y Juan de Aibar. Tratar de recuperar los
Estados que le tenían confiscados en la Normaundie por el rey de France. El
viaje significó que el gobierno del Estado de Nabarra quedara confiado a la reina
consorte Leonor de Trastámara.
De Monreal partió el rey
para Orreaga-Roncesvalles, desde donde continuó a Donibane Garazi, continuando el viaje, por Donapaleu y despúes por Dax. Es en este lugar cuando el
rey Carlos III de Nabarra ordenó a los oidores de Comptos que recibiesen en la
cuenta de Jean le Roux la suma de 1.116 francos que había entregado al
canciller Villaespesa el día anterior.
En el año 1398 y estando
ya en Paris, el rey Carlos III de Nabarra ordenó a Jean le Roux que pagase nuevamente
al canciller Villaespesa, de mes en mes, a partir del de diciembre pasado, la
cantidad que le correspondía para sus gastos, los de sus gentes y caballerías,
a razón de 6 francos diarios, y al día siguiente otra vez el monarca nabarro
ordenó que se pagasen a Francés de Villaespesa 60 escudos de oro del cuño del
Reino de France, precio de una mula que se le había tomado al canciller por
parte del rey Carlos III de Nabarra para obsequiar al duque de Bourbon, cuya
cantidad recibió el canciller de Nabarra al día siguiente.
Tras pasar por Nantes
y ya de regreso al Reino de Nabarra, al canciller del Reino se le encomendó una
nueva misión, esta vez en el Reino de Aragón en compañía del alférez del
Estandarte Real de Nabarra Charlot de Beaumont-Nabarra.
Francés de Villaespesa
recibió 150 florines, mientras que Charlot de Beaumont-Nabarra recibió 250
florines, en cuestión de sus gastos de embajada. También el canciller de Nabarra
recibió a su regreso al Estado de Nabarra de parte de Juan Caritat, tesorero
del Reino nabarro, 200 florines de oro del cuño del Reino Aragón, en deducción
de lo que se le debía por lo que había gastado en ese viaje.
El Reino de Aragón estaba
gobernado por Martín de Aragón-Barcelona y Sicilia. Durante la ausencia del
Reino vascón de Carlos III de Nabarra, las gentes del conde de Foix entraron belicosamente
en el Reino de Aragón por el valle de Zaraitzu-Salazar, apoderándose del
castillo de Tiermas. Esto provocó diversos roces en las relaciones que mantenía
los reyes de Nabarra y Aragón, por ello, con la intención de restablecer la
concordia entre el nabarro y el aragonés, es por lo que se dirigieron al Reino
de Aragón el canciller y el alférez del Estandarte Real de Nabarra.
En ausencia del
canciller y del alférez del Estandarte Real de Nabarra, se reunieron en Erriberri-Olite
los tres estados del Reino en Cortes. Allí se celebró la jura del infante Carlos,
el día 26 de noviembre del año 1398. Los embajadores nabarros, ya de regreso en
el Estado de Nabarra el 11 de diciembre, proporcionaron el juramento oportuno
al infante heredero que había nacido en el año 1397.
Durante los años 1398
y 1399, el canciller Villaespesa no realizó viaje alguno, al menos allende de
las fronteras del Reino de Nabarra.
Es el año 1399 un año de
satisfacciones para el canciller de Nabarra. El rey Carlos III de Nabarra,
estando en Tutera-Tudela el 28 de mayo, concedió a su canciller 1.500 florines
de oro del cuño del Reino de Aragón
anuales, libres de los impuestos de decenio y veinteno.
Pero quizás lo más destacando ese año fue el nacimiento de su hijo
varón. En la iglesia de San Pedro de Lizarra-Estella, en el mes de julio, fue
bautizado el primogénito de Francés de Villaespesa y de Beatriz de Ujué,
teniendo como padrino al propio rey de Nabarra. Se le impuso el nombre de
Carlos, el mismo que su padrino y que el infante heredero de Nabarra.
Como era costumbre por
esos años entre la nobleza del Reino, el rey Carlos III de Nabarra obsequió en
aquella alegre ocasión a la madre, al hijo y a la nodriza de éste, con dos
paños de “mostreuiller” a la madre,
que costaron 120 libras, y a la nodriza con 20 florines del cuño del Reino de Aragón.
Francés de Villaespesa
junto a su esposa e hijo, quisieron estabilizar su vida. Es decir, tener casa
propia en la que poder disfrutar de los encantos familiares y así, en agosto del
año 1399, decidieron comprar una casa en Erriberri-Olite, concretamente en la
rúa del Pozo nº 7, junto a la Corte, para cuya compra el rey de Nabarra le hizo
una donación de 350 florines, por supuesto libres de veinteno.
En el año 1400, Francés
de Villaespesa, junto a Leonel de Nabarra y Beltrán de Lacarra, fueron los
testigos que acreditaron en un acta de recepción, la entrega por parte del
caballero Alejo de Viana, de un trocito de la Cruz del Redentor y otro de su Sagrada
Túnica, depositadas por el rey de Nabarra en la catedral de Iruinea-Pamplona.
El caballero llegó al Estado de Nabarra como emisario del emperador Manuel
Paleólogo, que se encontraba en Paris buscando ayuda entre los Reinos
cristianos, tras las victorias turcas de Kossovo y Nicópolis, las cuales
posicionaban en ventaja estratégica militar a los turcos, en sus intenciones de
conquistar Constantinopla.
En el año 1401,
nuevamente el canciller de Nabarra fue al Reino de Aragón. Francés de
Villaespesa salió de Falces, donde se encontraba el rey Carlos III de Nabarra
el día 1 de octubre, regresando el 26 de noviembre. En su partida recibió 150
florines y más tarde, 410 florines más por lo gastado en dicho viaje, según
mandamiento del rey de Nabarra. Se le unió Diego de Baquedano, el cual partió
del Estado de Nabarra 26 días después que el canciller.
El éxito, coronó las gestiones
de Francés de Villaespesa y Diego de Baquedano. El rey Martín I de Aragón
decidió casar a su heredero Martín I de Sicilia, con una Infanta de Nabarra.
El canciller Francés
de Villaespesa no descansó en los primeros días del año 1402. Desde el 9 de
enero hasta el 5 de febrero, anduvo yendo y viniendo de estar con el rey de
Aragón, a estar con el rey de Nabarra, informándole a este último de los
avances en la Cortes de Zaragoza sobre el contrato matrimonial para la infanta
de Nabarra, que finalmente fuera reina de Sicilia. El día de su regreso
definitivo de esta misión, el rey Carlos III de Nabarra sentó a su mesa, en Erriberri-Olite,
a la reina Leonor de Trastámara y a sus damas, a las infantas, al obispo de Baiona
Garcia de Eugi, al canciller Francés de Villaespesa, al mariscal Martin Henriquez
de Lacarra y a otras personas notables del Reino de Nabarra. La elegida
finalmente fue la infanta nabarra Blanca de Évreux y Trastámara, durante otra
comida junto al rey de Aragón, esta vez en Cortes.
En el mes de octubre,
marchó a Biarno el canciller de Nabarra junto al señor de Agramont. Su misión era
la visitar al conde de Foix y tratar del matrimonio de éste con la infanta de
Nabarra Juana de Évreux y Trastámara. No eran las primeras negociaciones que se
instruían con este fin. A decir verdad estaban ya acordados los capítulos
matrimoniales, por los que los reyes de Nabarra se obligaban a entregar 50.000
florines, en concepto de la dote de su hija. Pero en el verano de este año
1402, había ocurrido una desgracia irreparable: la muerte del Infante heredero Carlos.
Esto suponía que quedaba Juana como heredera del Reino de Nabarra a causa de su
primogenitura.
Con este motivo se
acordó entre los condes de Foix y los procuradores de los reyes de Nabarra, el
canciller del Reino Francés de Villaespesa y el señor de Agramont Juan de
Agramont, que éstos entregasen a los condes en el acto 10.000 florines de
Aragón y que antes de abandonar Juana la villa de Donapaleu camino del
vizcondado de Biarno, se entregasen a las personas que designasen los condes,
joyas en garantía
de 15.000 florines y en caso de que los reyes de Nabarra no tengan otro hijo
varón,
queden libres de pagar los 25.000 florines restantes, ya que Juana heredaría el Reino Pirenaico a
la muerte de su padre.
Convinieron también en que el rey Carlos
III de Nabarra haría
toda clase de diligencias para que las tierras que fueron de Inés, hija de Felipe de Évreux
y de la reina Juana, la cual casó con el conde de Foix Gastón de Foix, y que a la
sazón
tenía
el hermano del rey de Nabarra y conde de Mortain Pedro de Nabarra-Évreux, se
entregaran a los condes de Foix. Este convenio se firmó en la capilla del
castillo de Orthez el día
24 de octubre de 1402.
Finalmente El
matrimonio de la infanta nabarra Juana de Évreux y Trastámara con el copríncipe
de Andorra, conde de Foix y de Bigorra, vizconde de Biarno, de Marsan y de
Castelbon Jean de Grailly, se celebró en Erriberri-Olite un domingo, exactamente
el 3 de diciembre del año 1402. El mismo día, en la iglesia parroquial de Santa
María de aquella villa, juró el cumplimiento de los Fueros ante los tres
estados del Reino y fue reconocida como sucesora del trono a falta de varón,
asistiendo al acto, entre los caballeros, Francés de Villaespesa.
De nuevo el canciller de
Nabarra tomo camino del reino de Castilla y León. En el año 1403 fueron frecuentes los viajes a dicho
Estado de enviados y mensajeros de los reyes del Estado de Nabarra. Entre ellos
el realizado por el bachiller de la reina nabarra Alfaro Diego Ferrándiz,
también el mariscal del Reino Martin Henriquez de Lacarra, Pedro Ibáñez de
Arraztia y Pelegrín de Lusarreta, notarios de la Corte. Sus embajadas estaban
dirigidas hacia el infante castellano Fernando, para quien llevó cartas del rey
Carlos III de Nabarra.
Otros emisarios que
fueron al Reino español fueron el maestre del hostal del rey de Nabarra Pierres
de Peralta, Ojer de Mauleón, Lorenzo de Reta, Juan de Barcelona, el mesajero de
la reina Leonor Francisco de Pozuellos, y con más cartar del rey de Nabarra
para su equivalente castellano Lopeco de Echarri. Bernart de Barbazán y por
último Leonel de Navarra y Francés de Villaespesa, los cuales salieron en el
mes de septiembre y a los que llevaron cartas del rey Carlos III de Nabarra
Martico de Azedo, Lopeco de Echarri y
Martin Ferrandiz de Caro, llamado Cascabel, el cual también llevó también
cartas del rey nabarro, esta vez para Samuel Bienbenist, judío de Tutera-Tudela,
que se encontraba en Guadalajara.
Todas estas idas y venidas
estuvieron relacionadas con dos nuevos proyectos matrimoniales. El primero
sobre Juan, hijo del infante de Castilla y León Fernando, conocido por el de
Antequera, y Doña Isabel, hija de los reyes de Nabarra, aunque finalmente no se
realizó.
El segundo, el de
Iñigo Ortiz, hijo de Diego López de Estúñiga, justicia mayor de Castilla, con la
hija natural o bastarda del rey Carlos III de Nabarra, cuyas capitulaciones
matrimoniales, esta vez sí, se habían firmaron en Erriberri-Olite el 8 de marzo
del año 1396, y fueron ratificadas posteriormente en Burgos el 15 de agosto del
año 1403 y en Gares-Puente la Reina el 23 del mismo mes y año, siendo testigo
de este acto, entre otros, Francés de Villaespesa.
Para ese viaje de Francés
de Villaespesa, el rey nabarro había ordenado el día 14 de mayo, que se le
pagasen al canciller de Nabarra 100 francos, precio de una jaca grande que se
compró para dársela a Juan de Echauz, su escudero.
El rey Carlos III de
Nabarra no había renunciada aún de su intención de recuperar lo que el rey de
France, ilegalmente, le había arrebatado en la Normaundie. Por ello preparó un
nuevo viaje al Reino de France, para lo cual, las Cortes reunidas en Monreal en
mayo del año 1401, le habían otorgado una ayuda de 50.000 florines.
El rey de Nabarra no había
olvidado lo que le ocurrió en el Reino de France siendo todavía el infante
heredero del Reino de Nabarra. Por ello tomó sus precauciones para el caso de
que durante su estancia en la nación vecina se viera privado de libertad. Así
pues, el 11 de junio del año 1403, entregó a los notarios apostólicos del Reino
Sancho Sánchez de Oteiza y Pedro Sánchiz de Ripalda, un pergamino secreto.
La entrega de este
documento, el cual solo había de ser abierto en el caso de que el rey de Nabarra
fuese privado de su libertad por los franceses, se hizo en presencia del
canciller de Nabarra Francés de Villaespesa, del chambelán del rey Juan Ruiz de
Aibar, del maestre del hostal del rey Pedro Martínez de Peralta, además de los
oidores de comptos Guillem de Rosas y Pedro García de Eguillor, junto al
procurador fiscal del rey Lope López de Bearin, y de otras personas relevantes
del Reino vascón.
A Francés de
Villaespesa se le asignaron 200 florines por acompañar al rey de Nabarra a
Estado de France. Otros que también acompañaron al rey de los nabarros y
nabarras fueron Iñigo Ortiz de Estúñiga, Juan Ruiz de Aibar, el maestre del
hostal del rey Pierres de Peralta, el hijo del conde Alfonso de Castilla
Enrique de las Asturias, Per Arnaut de Garro, Rodrigo de Esparza, el mariscal
de Nabarra Martin Henriquez de Lacarra, Leonel de Nabarra, Ojer de Mauleón, el
chambelán del rey Arnauton de Luxa, el maestre cirujano Pedro de Avila, el
heraldo del rey Eureux, los juglares Nicolás, Jhoannin, Lopetit Fayssion, Jaquenot,
Materna, Juan de Colonia, etc.
El rey de Nabarra y su
séquito salieron de Iruinea-Pamplona para Urroz el 3 de noviembre, permaneciendo
en dicha villa los días 4 y 5. Después partieron para Erro, marchando a Orreaga-Roncesvalles
el día 7 y permaneciendo en la Real Colegiata de Santa María los días 8, 9, 10
y 11. Ya el día 12 llegó el rey de Nabarra y su gran séquito a Donibane Garazi,
donde continuaron hasta el día 18. Al día siguiente estaban ya en Ahinice y el
día 20 en Donapaleu, donde prolongó su estancia por unos días. En Bordele-Bordeu-Bordeaux
estuvieron el 17 de diciembre, pero ya para entonces Francés de Villaespesa se
había separado de su compañía nabarra.
El canciller de
Nabarra marchó desde Donapaleu para encontrase con el papa Luna, al cual debía
mostrar su lealtad, a modo de adhesión, en nombre del rey Carlos III de
Nabarra. Tras ello el Canciller de Nabarra volvió a la compañía del rey.
Estando en Paris en la
primavera del año 1405, tuvo que marcharse hacia la ciudad condal de Barcelona.
A ella llegó el 1 de mayo, permaneciendo en aquélla más de dos meses, no
regresando al Estado de Nabarra hasta el 25 de julio. Esta visita a la capital
de los condados catalanes estuvo relacionada con temas de unas joyas que los
reyes de Nabarra habían empeñado para pagar la dote de Blanca de Évreux y
Trastámara de su contrato matrimonial con Martin I de Sicilia.
En estas gestiones se
interpusieron los embajadores, destacando un tal Luis, intitulado como rey de
Jerusalen y de Sicilia, a quien el rey de Aragón había hecho cesión de 15.000
florines de la cantidad que habría de cobrar de su homónimo el rey de Nabarra,
por la mencionada dote de la reina de Sicilia, y tuvo que agotar el canciller
de Nabarra su ingenio y su estoicismo, para solucionar todas las abundantes
incidencias que surgieron sobre esta cuestión.
Tras este viaje,
Francés de Villaespesa es retirado de sus funciones de mensajero y diplomático
del Reino de Nabarra. Es por ello que desde entonces sus actividades se
desarrollaron dentro del Estado Pirenaico, interviniendo en actos políticos y
en las Cortes del Reino vascón.
Intervino como árbitro
en un pleito relacionado con la capellanía de Ayensa, en la parroquia de San
Jaime de Tutera-Tudela, dictando sentencia sobre la misma en Iruinea-Pamplona
el 9 de septiembre del año 1406.
Leonel de Nabarra fue
despojado de las rentas de los lugares de Oco y Etayo y de los montes de
Granada, por el rey de Nabarra para darlas a Pedro Belaz de Guevara, por lo que
fue recompensado por su hermanastro con las de Oteiza, las cuales habían sido
asignadas a Francés de Villaespesa en el año 1386. Pero el rey Carlos III de
Nabarra no se olvidó de recompensar al buen canciller de Nabarra de esta
pérdida, ordenando al tesorero del Reino en Tutera-Tudela a mediados del año 1408,
que entregara a Francés de Villaespesa 17 cahíces de trigo, más 9 cahíces, 3
robos, un almud y dos tercios de cebada. Y dos días después, continuando el rey
de Nabarra en dicha ciudad ribera, concedió nuevamente al canciller de Reino 24
cahíces y 3 robos de trigo, más 14 cahíces y 2 cuartales de cebada sobre la
pecha y renta ordinaria de Barasoain.
Una nueva marcha del
rey de Nabarra al Reino de France, propició que el canciller de Nabarra formase
parte activa del consejo de gobernación del Reino de Nabarra, el cual estuvo en
manos de la la infanta primogénita Juana, la cual como pago a su labor y para
provisiones de la casa de Francés de Villaespesa, le concedió 36 cahíces y dos
robos de cebada libres de veinteno.
En el año 1411 y tras
regresar del Reino de France, el rey Carlos III de Nabarra estando en
Tutera-Tudela, sentó a su mesa al Patriarca de Alejandría Lancelot de Nabarra,
al copríncipe de Andorra, conde de Foix y del Bigorra, vizconde de Biarno,
Marsan y Castelblo Jean de Grailly, al canciller de Nabarra Francés de
Villaespesa y otras nobles personas del Reino Pirenaico.
La cotidianidad de la
vida del canciller de Nabarra se vio perturbada en el año 1418 con la muerte de
su mujer Isabel de Ujué, ocurrida en su casa de Erriberri-Olite. Años antes ya
había muerto su heredero, pero mientras se encontraba en una de sus múltiples
misiones diplomáticas.
Las últimas
actuaciones públicas de Francés de Villaespesa tuvieron lugar en el año 1419.
La penúltima fue en Tutera-Tudela
donde asistió como testigo, al matrimonio de la infanta de Nabarra Isabel con
el conde de Armahnac Jean IV, el cual
fue representado por el señor de Mompesat Bertran Desprat. Dicho acto se
celebró en el castillo Real de la ciudad a orillas del Ebro. El papa Luna, Benedicto
XIII, había concedido dispensa a la infanta Isabel para que pudiera casarse con
cualquier pariente en segundo, en tercero y hasta en cuarto grado de
consanguinidad.
El último acto público
del canciller de Nabarra fue a finales del mismo año. De carácter análogo o
similar fue intervención de Francés en Erriberri-Olite, firmando como testigo,
las capitulaciones o rendiciones matrimoniales del infante de Aragón y Sicilia,
duque de Peñafiel y Montblanc, señor de Lara Juan de Aragón-Barcelona, con la
infanta primogénita de Nabarra y reina de Sicilia Blanca.
Francés de Villaespesa
murió en su casa de Erriberri-Olite el 21 de enero del año 1421, martes. Tan
pronto ocurrió la muerte del canciller de Nabarra, las cuatro hijas de éste
mandaron aviso al rey Carlos III de Nabarra, el cual se encontraba en la
entonces villa de Tafalla. El rey de Nabarra se apresuró a trasladarse a Erriberri-Olite
para rendir su último tributo al que fue su fiel servidor.