Love Story
Iñigo Saldise Alda
La princesa Berengela
de Nabarra nació en Tutera-Tudela en el año 1165. Fue la hija la mayor de los
reyes Sancho VI de Nabarra y Sancha de Castilla, reina consorte de Nabarra.
Siendo todavía una preciosa niña, pues solo contaba con diez años, su padre le
donó el señorío de Monreal.
Durante su infancia fue
instruida al modo y costumbres de esa época tan estranguladora para la mujer y
contraria a cualquier atisbo de libertad femenina, especialmente en los temas del
corazón, negándosele la posibilidad de cursar estudios académicos, siendo su
educación encaminada exclusivamente y bajo el oscuro manto de la religión
cristiana, para que fuera una mujer complaciente y sumisa a los designios de
los machos y de sus necesidades políticas; es decir, fue preparada para que
sirviera de moneda de cambio y/o alianza mediante un matrimonio concertado,
solo en busca de un beneficio político-militar para su padre.
El príncipe Ricardo de
Inglaterra nació en el palacio de Beaumont en Oxford en el año 1157. Era el
tercer hijo de Enrique II de Inglaterra y Leonor de Aquitania, reina consorte
de Inglaterra, duquesa de Aquitania y Guyena, además de condesa de Gascuña.
Como macho fue
instruido tanto en los estudios académicos como en las artes políticas y de la
guerra, destacando desde muy temprana edad en sus dotes poéticas y militares. Su
poesía fue escrita en occitano y en francés. Fue instituido como duque de
Aquitania en el año 1168 y nombrado conde de Poitiers en el año 1172. Entre
tanto, concretamente en el año 1169 fue concertado su matrimonio con la agraciada
princesa Alix de Francia. Esta era tres años más joven que él. A poco de estar
en la corte inglesa fue violada por su padre, llegando a ser finalmente la amante
de Enrique II de Inglaterra, el cual pese a ratificar una y otra vez el
compromiso matrimonial contraído entre los Reinos de Inglaterra y Francia con
su homónimo Luis VII de Francia, retuvo a la princesa francesa como su amante hasta
su muerte.
En el año 1177 se llevó
a cabo el Laudo Arbitral de Londres por el rey Enrique II de Inglaterra,
estando como demandantes enfrentados el Reino de Nabarra y el Reino de
Castilla. Tras él y teniendo como fondo dicho contexto político, se llevó a
cabo un gran torneo en Iruinea-Pamplona, al cual acudió el joven príncipe de
veintidós años, Ricardo de Inglaterra.
La princesa Berengera
de Nabarra contaba entonces con trece años y estaba comenzando su pubertad, en
la cual ya se atisbaba que iba a ser una mujer de gran belleza, con porte
esbelto, muy fina y delicada en sus movimientos, revelando su educación
principesca y grandes dotes para la poesía. Entonces ella quedó prendada de un
joven amigo de su hermano el príncipe Sancho de Nabarra. Este era un príncipe
muy atractivo, de ojos azules y cabello colorado, cuyo nombre era Ricardo de
Inglaterra. Su aspecto era muy distinguido a la par de rudo. Alto y de
compresión fuerte que además ensombrecía con su valentía a los otros
competidores.
Pero el príncipe
inglés, duque de Aquitania y conde Poitiers, no mostró mucho interés por la
princesa nabarra, sencillamente por su juventud, aunque si la reconoció como un
joven hermosa y de prometedor futuro, al ser una mujercita muy educada y
refinada. Además, pese a saber con certeza que Alix de Francia era la amante de
su padre, él joven príncipe inglés seguía prometido con el contrato matrimonial
acordado por los Reinos de Francia e Inglaterra. Esto fue en gran medida por
expreso deseo de su madre, la reina consorte de Inglaterra, Leonor de Aquitania.
En la primavera del
año 1190, la belleza de la princesa Berengela de Nabarra estaba en todo su
esplendor. Su hermosura y su belleza, es comparada por los trovadores con la perfección
y elegancia de las flores de las praderas, campos y árboles existentes por todo
el Reino vascón. Sus movimientos acompasados, acordes, prudentes y ligeros como
las olas que rompían en las playas de Donostia-San Sebastian, Hondarribia,...
Unido a la hermosura y dinamismo de su oscuro cabello cuando se encuentra suelto
y libre al viento mientras observaba el horizonte desde las almenas del palacio
de Erriberri-Olite.
Su padre ya estaba
pensando en realizar algún contrato matrimonial con algún poderoso príncipe
europeo, cuando a Iruinea-Pamplona llegó de forma inesperada una delegación
inglesa encabezada por la reina viuda de Inglaterra, Leonor de Aquitania.
Las conversaciones se
trasladaron al palacio de Erriberri-Olite, donde se hallaba la princesa
Berengera de Nabarra, envuelta en sus poemas y que no había olvidado a su
primer amor, Ricardo de Inglaterra. En dichas conversaciones se concertó el
matrimonio de la joven y bella princesa nabarra con el ya rey de Inglaterra,
tras confirmar su madre que su hijo había repudiado a Alix de Francia y que
tenía intenciones de ir como cruzado a la Guerra Santa a Palestina. Que ella,
como madre y reina viuda de Inglaterra estaba preocupada de que su hijo, el ya
rey de Inglaterra, no se había casado todavía y que por dicha preocupación
preguntó a sus damas y al séquito personal de Ricardo I de Inglaterra si había
alguna mujer en la mente y el corazón de su hijo, tras despreciar a la princesa
francesa. Estos le dijeron que solo
solía mencionar a una princesa, Berengela de Nabarra.
Así pues, tras llegar
a un acuerdo en el cual la princesa no aportaría dote, sino que recibiría del
rey inglés. Berengela de Nabarra junto a su hermano Sancho de Nabarra,
marcharon con Leonor de Aquitania y su séquito hacia la corte anglo-aquitana de
Poitiers.
Pero de camino unos
emisarios ingleses previenen a Leonor de Aquitania que su hijo Ricardo I de
Inglaterra ya ha dejado el monasterio de Vezélay, donde se había encontrado con
el rey Felipe II de Francia con quien iba a viajar por el Mediterráneo hacia
los Santos Lugares.
En el año 1191,
estando en Messina en viaje a los Santos Lugares, Ricardo I de Inglaterra
rebela el gran secreto y comunica a su compañero de viaje Felipe II de Francia,
que no se casará con Alix de Francia sino con Berengela de Nabarra. Desde
entonces la enemistad entre ambos reyes irá creciendo.
El rey francés se
enfadó en grado sumo porque Ricardo I de Inglaterra había rehusado casar con su
hermana Alix de Francia. Cuando por fin llegaron a Sicilia Leonor de Aquitania
y Berengela de Nabarra, el rey francés se negó a saludarles y ese mismo día se
embarcó dirigiéndose directamente a Acre.
Berengela de Nabarra
junto a su futura suegra Leonor de Aquitania, habían recorrido la Península
Itálica y se embarcado en el puerto de Brindisi hacia Messina. Berengela de
Nabarra, Sancho de Nabarra y Leonor de Aquitania encuentran finalmente a
Ricardo I de Inglaterra en Messina. Allí Leonor de Aquitania entregó a
Berengela de Nabarra a su hija Juana de Inglaterra, la reina viuda de Sicilia.
Pero la proximidad de la cuaresma hace que la boda se retrase, ya que no es
momento hábil para los esponsales de boda, pues no podrían éstas estar seguidas
de celebraciones y fiestas. Leonor de Aquitania con la imponente escolta de
Sancho de Nabarra, regresó entonces a la corte anglo-aquitana de Poitiers, para
ocuparse de la Regencia en ausencia de su hijo el rey de Inglaterra.
Pero la proximidad de
la cuaresma hace que la boda se retrase, ya que no es momento hábil para los
esponsales de boda, pues no podrían éstas estar seguidas de celebraciones y
fiestas. Leonor de Aquitania con la imponente escolta de Sancho de Nabarra,
regresó entonces a la corte aquitana de Poitiers para ocuparse de la Regencia
en ausencia de su hijo el rey de Inglaterra.
Finalmente Berengela
de Nabarra y Ricardo I de Inglaterra se casaron en la capilla de San Jorge de
Limassol, en Chipre, consumando la parafernalia de su amor ante un clérigo
cristiano. A continuación Ricardo I de Inglaterra redactó la dote que entregaba
a Berengela de Nabarra.
"Ricardo, rey de los Ingleses por la gracia de Dios, a
todos los que (...) Damos a conocer a todos vosotros todo aquello que asignamos
en calidad de dote a Berenguela, esposa Nuestra y reina de Inglaterra, duquesa
de Normandía y condesa de Anjou: todo lo que poseemos en Vasconia más allá del
río Garona: ciudades, castillos, aldeas y todos nuestros dominios, de modo que
ella lo tenga y posea en vida de Nuestra madre, la ilustre reina Leonor, y que
lo tenga bien y pacíficamente, de forma íntegra y plena, y honorable, del mismo
modo en que Nosotros lo tenemos en mano propia."
La boda en Chipre no
había sido programada, ya que la nabarra y el inglés tenían en mente casarse en
Tierra Santa. Pero una tempestad dispersó los navíos y, en el que viajaban
Juana de Inglaterra y Berengela de Nabarra, fue lanzado contra la costa de
Chipre y encalló. El gobernador independiente de la isla Isaac Comnenus,
sobrino del fallecido emperador de Manuel I de Bizancio, las tomó como rehenes
y a continuación pidió rescate. Alertado Ricardo I de Inglaterra en su navío
que ya se había alejado, fue a rescatarlas, capturó la isla. Y solo tras derrotar
a Isaac Comnenus y ser nombrado rey de Chipre, se casó con Beregela de Nabarra.
Una vez casados pasaron
a Acre, donde Ricardo I de Inglaterra combatió a los sarracenos hasta entrado
el año 1192, cuando iniciaron el regreso a Europa en barcos separados. El navío
de Ricardo I de Inglaterra sufrió un accidente y encalló, debiendo el rey
inglés tomar un peligrosa ruta terrestre hasta Poitiers. Berengela de Nabarra,
tras dejar su primera residencia, el castillo de Chinon, pasó a instalarse en
la Corte anglo-aquitana, donde recibió la noticia de que su amado esposo había
sido capturado por Leopoldo V de Austria, siendo llevado cautivo por éste hasta
la presencia del emperador Enrique IV de Alemania. Este lo mandó encerrar en
Dürnstein. Las condiciones mientras estuvo encarcelado no fueron severas,
incluso escribió una canción en occitano.
Berengela de Nabarra y
Leonor de Aquitania colaboraron estrechamente en la obtención del cuantioso
rescate de 100.000 marcos, exigido por el emperador alemán para liberar a
Ricardo I de Nabarra. Incluso pidió ayuda a su padre Sancho VI de Nabarra, el
cual llegó a ofrecer al príncipe Fernando de Nabarra como uno de los rehenes,
para que sirviera de garantía de la parte del rescate que quedaba sin pagar.
La suma requerida fue
finalmente pagada al contribuir en el esfuerzo Juan de Inglaterra ante la
insistencia de su madre Leonor de Aquitania.
A su vuelta al Reino
de Inglaterra en el año 1194, Ricardo I de Inglaterra se coronó por segunda vez
en Winchester, sin la compañía de Berengela de Nabarra que siguió en la corte anglo-aquitana
de Poitiers junto a Leonor de Aquitania. Berengela de Nabarra nunca visitó las
Islas Británicas durante la vida de su esposo.
En el año 1195 el rey
inglés se reunió con su amada esposa Berengela de Nabarra, llegando a
planificar la construcción de una residencia en Thorée dentro del condado de
Anjou. Pero en el año 1196 volvieron a separarse y esta vez para siempre,
debido esta vez por las disputas territoriales entre el rey de Inglaterra y el
rey de Francia. Ricardo corazón de león
murió en combate a la edad de cuarenta y cinco años, concretamente en el sitio
del castillo normando de Châlus-Chabrol en el año 1199. Las vísceras de Ricardo
I de Inglaterra fueron enterradas en el lugar de su muerte, su corazón en Ruan y
el resto de su cuerpo fue sepultado a los pies de su padre en la abadía de
Fontevrault en Anjou.
Berengela de Nabarra
se vio obligada a litigar y disputar con su cuñado Juan II de Inglaterra, por
la negativa de éste a cumplir las disposiciones testamentarias de su esposo
difunto Ricardo de Inglaterra y también la confirmación por parte del nuevo
monarca inglés de la continuación de la alianza anglo-nabarra. Ello le obligó
el tener que ir a Londres, donde no fue recibida por el monarca inglés, pasando
los días, las semanas en esa Corte inglesa, junto a otros príncipes y nobles, además
de asistentes, cocineros, numerosos juglares, actores y bufones. Dicho testamento
incluía el usufructo de numerosas ciudades, aldeas y castillos de Gascuña,
Normandia y la población de Jaunay. Tras la continuada negativa a recibirle
llevada a cabo por el nuevo rey inglés, Berengela de Nabarra regresó a
Aquitania y no volvió a las Islas Británicas, limitándose solo a enviar
emisarios y representantes con sus demandas.
Gracias a la
intervención de los Papas Inocencio III y de su sucesor Honorio III, Berengela
de Nabarra vio recompensada finalmente su lucha por los pagos correspondientes
a su viudedad de la mano de Enrique III de Inglaterra, pues su padre Juan sin tierra nunca llegó a cumplir los
distintos acuerdos alcanzados. En el año 1204, Felipe II de Francia le concedió
a Berengela de Nabarra el señorío de Le Mans a cambio de los derechos que
poseía ésta sobre las ciudades normandas de Falaise y Domfront, que el rey francés
acababa de conquistar militarmente. Allí vivió sola, de forma sencilla y en
estricto luto por su viudedad hasta su muerte en el año 1230. Contaba con
sesenta y cinco años, siendo sepultada en la abadía de L'Epau, de la que fuera
fundadora, y en cuya sala capitular se puede contemplar actualmente su efigie
tumbal.