Eztuniga y/o Zúñiga
Iñigo Saldise Alda
Palaçio de
Eztuniga:
“De plata, banda de sable, bordura de gules cargada de una cadena (filete
pomelado), de oro”. Libro de Armería del Reino de Nabarra. Edición
del año 1575.
Armas de Zúñiga:
“De plata, banda de sable y puesta en
orla, brochante, una cadena, de oro, de ocho eslabones”. Repertorio de los
Blasones de la Comunidad Hispánica, Vicente de Cadenas y Vicent, cronista, rey
de armas y decano del cuerpo en el Reino de España. Edición del año 1987.
El primitivo solar de
Eztuniga, hoy Zúñiga, se encuentra en el valle de la Solana, Merindad de
Lizarra. En él radicó una de las casas nobiliarias más importantes de la edad
media en el Reino de Nabarra y posteriormente en el Reino de Castilla y León.
Cuentan diversos
cronistas, que la Casa de Eztuniga, Estunega, Estuniga, Astunica, Stunica,
Estúñiga, Stúñiga o Zúñiga, tiene sus orígenes en los mismísimos reyes de
Pamplona de la Casa Pirenaica o Nabarra. Resumidamente por línea directa o
recta de varón, de Eneko Haritza o Iñigo Arista, primer rey de Pamplona.
Durante el reinado de Alfonso
el Batallador, rey de Aragón,
Gascuña, Nájera y Pamplona, Diego Iñiguez de Estuniga fue Ricohombre y Alférez
Mayor de Nabarra.
Hay constancia
fidedigna de que Iñigo Ortiz de Stunica y su hijo Diego, estuvieron presentes
ambos junto a 198 caballeros nabarros, a las órdenes de Sancho VII de Nabarra
en la batalla del año 1212 de Las Navas de Tolosa, de la cual hablaremos
posteriormente.
Durante la conocida
como guerra de la Nabarreria, en el año 1274 se ocasionó una querella sobre el
tutelaje durante la minoría de edad de la reina Juana I de Nabarra y de su
matrimonio concertado por la reina madre con el Delfín de Francia, Felipe.
El nieto de Iñigo Ortiz de Stunica coincidente en nombre y que ostentaba el
título de señor de Stunica y de alférez mayor de Nabarra, se niega a apoyar a
la reina madre y abandona el Estado de Nabarra a fines del mismo año, refugiándose
con su familia en Errioxa, tierra vascona que se encontraba ya bajo el yugo
castellanoleonés.
Así pues, el señorío
de Stunica es revertido por primera vez en el año 1276 a la Corona de Nabarra,
mientras el rey de Castilla y León, Alfonso X, lo reconoce como rico-hombre
de Castilla y le dona los señoríos de Las Cuevas, Bañares y otros en La Rioja a
Iñigo Ortiz de Stunica.
Ya dentro del Reino de
Castilla y León, las ramas de la Casa de Stunica florecen y se afianzan dentro
de la Corte castellana, destacando entre todas ellas la de Diego López de Stunica,
el cual sería nombrado Justicia Mayor de Castilla y I señor de Béjar.
Esta rama familiar ostentó importantes títulos feudales castellanoleoneses, como el de alguacil del Reino. Todos ellos de carácter hereditario, siendo Álvaro de Zúñiga y Guzmán quien castellaniza definitivamente el nombre vascón original de Eztuniga. Fue en el año 1476 tras haberse reconciliado con Isabel I de Castilla y León, tras comprobar que fracasaría en su apoyo a Juana, conocida como la Beltraneja.
En el año 1485, la
reina de Castilla y León, le otorga el título de Grandeza de Castilla. Así pues
Álvaro de Zúñiga y Guzman fue Justicia Mayor y Alguacil de Castilla, Primer
Caballero del Reino, alcalde de la fortaleza de Burgos, administrador del
maestrazgo de la Orden de Alcántara, duque de Plasencia, conde de Bañares,
duque de Béjar, señor de Gibraleón, junto a señor de Zúñiga y Mendavia, estos
últimos de forma ilegítima.
Es cierto que esos
títulos nabarros fueron otorgados nuevamente a los Eztuniga por Carlos III de
Nabarra. Concretamente fueron a parar en la persona de Diego López de Estunica.
Esto fue por su labor diplomática durante el tratado de paz, amistad, ayuda y
cooperación del año 1394, llevado a cabo entre el rey de Nabarra y Enrique III
de Castilla y León.
Pero en el año 1396,
dichos títulos y tierras fueron de nuevo revertidos a Nabarra. Esto fue debido
al contrato matrimonial realizado entre Yenego
Ortiz de Estunica, hijo de Diego y Juana, hija natural o bastarda de rey nabarro Carlos
III el Noble.
A Yenego Ortiz de
Estunica se le conoció en algunas crónicas como Mariscal del Reino de Nabarra
durante el reinado de Carlos III. En el año 1429 es enviado como embajador de
Nabarra a la Santa Sede de Roma.
Su hermano Juan,
durante la guerra del año 1430 lucha del lado de Castilla y León, es decir,
contra Nabarra, las tierras de Estuniga y Mendabia fueron confiscadas por
Blanca de Nabarra, las cuales, posteriormente fueron entregadas al Alférez del
Reino de Nabarra, Carlos de Beaumont.
En el año 1450, tras
la reconciliación de Yenego Ortiz de Estunica con Juan II de Nabarra, este
último le restituyó como señor de Eztuniga y Mendabia. Además mandó la
devolución de sus tierras, algo que no se logró por la negativa de Luís II de
Beaumont, Condestable del Reino de Nabarra y I conde de Lerin, el cual se encontraba
posicionado a favor de Carlos príncipe de Biana y por tanto, en guerra contra
Juan el Usurpador.
Los descendientes de
Yenego de Ortiz de Estunica, legítimos poseedores de los títulos nabarros de
señor de Eztuniga y Mendabia, estuvieron “afiliados” al bando agramontés y
finalmente fueron fieles a la soberanía de Nabarra durante la invasión
castellano-leonesa y barcelona-aragonesa del año 1512, donde se encontraban
miembros de la ya castellana por todos los costados, españolizada si queréis,
Casa de Zuñiga. Sirva como un mero ejemplo de ello el militar invasor español, Pedro
Álvarez de Toledo y Zuñiga, hijo del mismísimo duque de Alba.
La Casa de Eztuniga,
una vez su entrada y asentamiento en el Reino de Castilla y León, es
considerada por diversos historiadores, la iniciadora o propulsara de la
leyenda de las Cadenas de Las Navas de Tolosa, las cuales introdujeron en su
blasón, siendo constantes esas armas en Castilla y León desde el año 1402. Esto
se debió a su necesidad o ansias de ascender en el escalafón cortesano y dentro
de nobleza castellana. Por ello se autotitulan
del linaje de uno de los caballeros nabarros que rompieron el palenque que encadenaba
a los esclavos de Miramamolin.
Además y en
consonancia con la leyenda de Las Navas de Tolosa, varios heraldistas de
diversos países, consideran a la Casa castellana de Zuñiga, la primera en
interpretar el carbunclo del blasón del Estado de Nabarra como cadenas.