¿Qué tiene que ofrecer Nabarra al mundo?
Gaika Basaldua Sauto
http://www.deia.com/2014/02/18/opinion/tribuna-abierta/que-tiene-que-ofrecer-nabarra-al-mundo
http://www.deia.com/2014/02/18/opinion/tribuna-abierta/que-tiene-que-ofrecer-nabarra-al-mundo
http://www.noticiasdenavarra.com/2014/02/14/opinion/tribuna-online/que-tiene-que-ofrecer-nabarra-al-mundor
Cuando en el curso de
los acontecimientos humanos se hace necesario que un pueblo disuelva los
vínculos políticos que lo han ligado a otro y tome entre las naciones de la
Tierra el puesto separado e igual al que las leyes de la naturaleza y del Dios
de esa naturaleza le dan derecho, un justo respeto al juicio de la humanidad
exige que declare las causas que lo impulsan a la secesión.
Nosotros no somos las
13 colonias británicas norteamericanas que en 1776 declararon su independencia.
Nuestros condicionantes, nuestras circunstancias, y las motivaciones que nos
mueven pueden perfectamente no parecerse en nada a las de los denominados
padres fundadores. Pero llegado el caso, al igual que ellos deberemos hacer
exposición clara de lo que nos mueve, de lo que nos impulsa a pedir libertad
sin ambages. Y eso será justo.
No nos mueve ni la
codicia ni las ansias de poder. Los que hoy nos reunimos no pretendemos sino la
mejora de la vida de nuestros congéneres, de nuestros conciudadanos. Y lo
pretendemos sin entorpecer la existencia de nadie. No estamos aquí para restar
sino para sumar. Para que aquellos que quieran sumar puedan hacerlo. Pero sin
obligar.
Se está obligando a
demasiadas cosas, de forma demasiado rápida, y sin atender demasiado al
bienestar de la gente. La cuerda se está tensando y terminará por golpear a
alguien en la cara. Godfrey Bloom, europarlamentario británico del UKIP exponía
en la Eurocámara que aquellos que nos gobiernan están jugando con nosotros, que
viven con soltura y sin preocuparse por nada mientras que el ciudadano de a pie
mira impertérrito. Pero les advirtió de que en el momento en el que los
ciudadanos se dieran cuenta de la realidad asaltarían la cámara enfurecidos
para colgarlos a todos, y que tendrían razón.
En Ucrania avanza el
nazismo, el Imperio Ruso sigue mecido por la mano del gangsterismo, EEUU se
atrinchera en el miedo y mientras tanto la Vieja Europa languidece, sin rumbo,
como una voz que se apaga en la noche.
¿Y qué hace la gente?
¿Se puede decir que la gente esté apática? Yo más bien diría que la gente está
sedienta. Sedienta de nuevos paradigmas en los que pueda votar, organizar, dar
forma, construir, definir, estructurar, trabajar, cooperar, orquestar, ser
parte activa o pueda delegar de forma activa. Queremos más que nunca ser
capaces de gestionar nuestra libertad. Decir hasta dónde queremos ejercerla sin
que nos pongan cortapisas.
Queremos, por qué no
decirlo, decidir. Decidir qué se hace con un tren de alta velocidad, qué se
hace con una autopista, qué se hace con los medios de producción eléctrica, qué
se hace con el sistema financiero, qué se hace con los medios productivos, con
la producción agrícola, qué se hace con un representante que se mofa de sus
promesas y se vende a poderes extranjeros y sombríos, poderes sin rostro.
Queremos decidir qué se hace con nuestro estado. Con Nabarra, nuestro estado
conquistado.
Cuando se habla del
derecho a decidir enseguida sintonizamos la radio con el debate
independentista, cuando sólo en parte tiene que ver con ello. En realidad, el
derecho a decidir es algo mucho más pequeño, más sencillo, más primario. El
derecho a decidir es la base de la libertad, y cuando éste es negado se
convierte en la base de la rebelión, que según La Fayette era el más sagrado de
los derechos y el más indispensable de los deberes.
En esta encrucijada,
la lucha por la vuelta a la independencia del estado de Nabarra es una lucha
por la libertad y por el derecho a decidir, una lucha para recobrar el control
de nuestros destinos que nos ha sido robado y ultrajado, no sólo a los vascos,
sino también a los castellanos, a los aragoneses, a los riojanos, a los
pasiegos, a los gascones, a los extremeños y manchegos que habitan el viejo
reino, todos ellos navarros por derecho de sangre y suelo.
No se reclama la
independencia de Nabarra por que sí. No somos arlotes que se juntan porque no
tienen nada mejor que hacer. La independencia de Nabarra tiene un fin concreto
que es la mejora de la vida de la gente y toda su administración debe tener
como objetivo único dicha meta. El espíritu conciliador del edicto de Nantes no
hace sino reflejar la idiosincrasia de su precursor, Enrique de Nabarra y del
ser navarro en general. “Una gallina en las ollas de todos los campesinos”. No
estaría mal que viendo el percal, empezáramos por ahí. Aunque sin duda
tendríamos muchos frentes entre los que elegir un comienzo.
Se decía de Esparta
que sus murallas eran los escudos de sus espartiatas y sus fronteras las puntas
de sus lanzas. En una sociedad de la antigüedad como era la de las poleis griegas
e incluso hasta hace no demasiados años, los estados se construían a golpe de
mandoble y a paso de ganso. En la sociedad del siglo XXI no se debería
reconstruir ningún estado ni obligar a ninguna sociedad (caso de la navarra) a
ser parte de un estado por la fuerza de las armas. Las herramientas de que
disponemos son mucho más sutiles, no requieren del sufrimiento ni de la muerte,
y sin embargo pueden ser realmente poderosas. El ejemplo espartano es
interesante por lo sutil y amoldable.
En el caso de la
definición del territorio navarro tenemos claro cuál ha sido la extensión
máxima de Nabarra en su historia. ¿Quiere esto decir que ésa debe ser la
extensión del estado? Obviamente no, es un marco en el cual nos movemos para
poder reconocer unos derechos pero en ningún momento es principio y fin. Las
fronteras de Nabarra no serán definidas por un mapa, ni por la punta de
nuestras lanzas, sino por la libre decisión de sus ciudadanos, los cuales,
rompiendo con marcos impuestos, sean los de las provincias españolas o los de
un muy mal entendido “zazpiak bat” deberán pronunciarse y proclamarse como
navarros, como miembros del estado navarro.
Y en su defensa no
será necesario que construyan murallas pues su escudo será todo un corpus legal
ya existente desde la edad media que una vez actualizado a los tiempos podrá
dar voz, decisión y libertad a los ciudadanos. Pieza central de la organización
política y social, en los Fueros encontramos la herramienta clave para la
articulación de los esfuerzos de la sociedad. A través del ejercicio del
derecho a decidir y teniendo claro que ya teníamos nuestras propias leyes que
no han sido sino pervertidas durante 800 años, no nos queda sino plantarnos y
decir que basta. Que basta de conquista, que basta de atropellos, que basta de
no poder decidir nuestro futuro. Que queremos organizarnos en asambleas
municipales, comarcales, provinciales y estatales. A través bien sea de la
participación activa o de la delegación activa.
Ver a través de ello
que nos podemos entender, que podemos convivir seamos de la etnia que seamos o
de la ideología que seamos, que podemos conseguir el bien común, que no somos
unos zotes a los que hay que decir qué es lo bueno y qué es lo malo porque
tenemos discernimiento propio y concienzudo, y que podemos conseguir la
liberación de las mentes de los ciudadanos. Al igual que Churchill no tenemos
nada más que ofrecer sino sangre, esfuerzo, lágrimas y sudor, y cuando nos
pregunten, ¿qué tiene que ofrecer Nabarra al mundo? Podremos decir, libertad.