Las
fronteras de Vasconia (y II)
Fernando Sánchez Aranaz, Gasteiz-Nabarra
Martin Ttipia Kultur Elkartea Bloga
Hasta ese momento el
ducado de Vasconia y el reino godo de Hispania habían mantenido una oscilante
frontera militar, cuya retaguardia, según nos revela la arqueología, se
determina por la presencia de necrópolis de claro carácter guerrero,
relacionadas con tipologías aquitanas, que marcan una línea entre Buzaga
(Elorz), Pamplona, San Pelayo (Alegría-Dulantzi), Aldaieta (Langraitz Ganboa),
en la Llanada Alavesa, y Finaga, en Basauri (Bizkaia). Más al sur se encuentra
una zona de complicada orografía, en la que abundan los eremitorios
troglodíticos, que podría corresponder a una tierra de nadie, habitada por
vascones pero sometida a las incursiones tanto visigóticas, primero, como
astures y musulmanas más tarde. Juan Plazaola se pregunta (RIEV 45/2/2000), “¿habrá
que pensar que eran precisamente esos eremitorios los que marcaban el limes que
quisieron mantener y garantizar los Vascones?”.
Justamente en
Alegría-Dulantzi, en el transcurso de unas excavaciones desarrolladas entre
noviembre de 2009 y mayo de 2010, dirigida por los arqueólogos Miguel Loza
Uriarte y Javier Niso Lorenzo, se realizó el hallazgo de los restos de una gran
edificación, datada entre los siglos VI y VII, con trazas de haber sufrido
saqueos y arrasamientos posteriores. Este edificio sería contemporáneo de los
yacimientos, citados, perdurando como tal hasta finales del siglo VIII, época
en que la Llanada fue objeto de ataques por parte del emirato de Córdoba, y
siendo usado como almacén hasta el siglo X. Este hallazgo, en opinión de los
arqueólogos, deja constancia de cómo “una vez más ha quedado claro que los
habitantes de los pueblos históricos alaveses son la herencia directa de sus
antepasados premedievales”.
Orreaga
Carlos Martel,
mayordomo de palacio del reino de Austrasia, acabó con la dinastía merovingia,
ejerciendo ilegítimamente como rey de los francos, legando el poder a sus
hijos Carlomán y Pipino a su muerte en 741. Antes, en 732, el emir de Córdoba,
Abd-el-Rahman pretendió la conquista de Vasconia‑Aquitania y del Reino Franco.
Eudón se ve obligado a pedir ayuda a Carlos Martel y ambos ejércitos vencen a
los musulmanes en las cercanías de Poitiers. A partir de ese momento, las
relaciones de Vasconia con los francos fueron cada vez más difíciles, hasta que
Carlomagno, hijo de Pipino, quien desde 747 era el único rey de los francos,
rebasará el Garona en 769, venciendo al nuevo duque Hunaldo II. Carlomagno
intentará también la conquista de la Vasconia surpirenaica, pero será vencido
por los vascones en Orreaga en 778.
Los vascones se rebelaron
contra los carolingios, una vez más, en 787, encabezados por el duque
Adeleriko, pero fueron vencidos en 790. El nuevo rey franco, Ludovico Pío,
intentará nuevamente conquistar la Vasconia transpirenaica, siendo derrotado
otra vez por los vascones en Orreaga en 823. Esta victoria sería el detonante
para la transformación de lo que quedaba del Ducado de Vasconia en Reino, bajo
el gobierno de Eneko Arista.
La Crónica de
Eginardo, titulada Vita Karoli Magni, escrita entre 829 y 836, nos
describe los dominios de Carlomagno. “Él
mismo [Carlomagno] en memorable guerra sometió primero a Aquitania y a Vasconia
y todos los montes Pirineos y hasta el río Ebro, que nace junto a [las tierras
de] los navarros”. De lo que se deduce que los carolingios consideraban el
área descrita como un todo, como un solo país que iba del Garona al Ebro y
desde las fuentes de ese río, hasta las del otro en los montes Pirineos y, en
segundo lugar, que los vascones rebeldes al poder carolingio, aglutinados en
torno a la Iruña de Pamplona, se denominaban a sí mismos navarros.
La crónica de Alfonso
III, redactada en la segunda mitad del siglo IX, pero que nos remite a los
hechos del reinado de Alfonso I (739-757), nos informa de que “Álava, Bizkaia, Alaon (¿Ayala?) y Orduña, ocurre que están
poseídas por los suyos, del mismo modo que Pamplona, Deio y la Berrueza”.
Junto a esa constatación de la independencia y la unidad de los vascones, queda
en evidencia la constante presión del reino astur sobre Vasconia a lo largo de
todo el siglo VIII, continuadora de la de los visigodos.
En resumen, no es
posible entender la historia de las sucesivas entidades estatales navarras,
reino de Pamplona, reino de Pamplona y Aragón, reino de Navarra y Corona de
Navarra, sin remitirnos a la realidad previa del Ducado de Vasconia, tal como
se desarrolla su historia entre los siglos VI y principios del IX.
Así lo entendía
Ricardo Corazón de León, duque
de Aquitania y rey de Inglaterra, cuando en su testamento, fechado en 1191,
legaba a su esposa Berenguela, hija de Sancho VI y hermana de Sancho VII, reyes
de Navarra, todas sus posesiones “en Vasconia más allá del Garona”.