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2009/05/20

Iruinea, mayo 2009

Iñigo Saldise Alda
La guerra de Navarra
CAPÍTULO II

Segunda parte

Presión papal, amputación territorial y llegada de un extraño
Soberanía de Navarra

“Lo que se obtiene con violencia, solamente se puede mantener con violencia.” Mahatma Gandhi

Sancho VII el Fuerte, a diferencia de su sabio padre, tenía escasa visión política frente al gran enemigo del Estado de Navarra, el imperio castellano. Tras volver de Gascuña, donde se encontraba luchado contra los franceses junto a su cuñado Ricardo I de Inglaterra, es nombrado rey de los vascones libres o navarros.

En el año 1195 es llamado por el emperador castellano, junto al rey de León, para luchar contra los musulmanes. Realmente el emperador castellano no espera ni al monarca leones, ni por supuesto al navarro y es derrotado en Alarcos por los musulmanes, quedando 30.000 castellanos muertos en el campo de batalla. El castellano humillado, se retira a Toledo dejando a Diego López de Haro, señor de Bizkaia, el mandato de salvar el honor castellano frente a los soldados del Islam. El rey navarro volvió sobre sus pasos hasta el Reino vascón, muy descontento con el emperador castellano.

Al año siguiente los reyes de Aragón, Castilla y Navarra se reúnen entre Agreda y Tarazona, zona limítrofe de los tres reinos, sin llegar en la practica, a ningún acuerdo entre ellos. Para colmo el emperador castellano denuncia a los reyes de Navarra y Aragón ante el emperador de Roma, Celestino III. Sobre Navarra aún permanecía la bula que negaba el título de rey al jefe de los vascones libres, uniéndosele a la denuncia castellana, la llegada a Iruñea del Cardenal Angeli, quien portaba una nueva amenaza de excomunión.

En ese mismo año, el 1196, el Fuerte parte a Marruecos para conocer a la hija del almohade, el cual había mandado una embajada a Iruñea, ofreciendo la mano de su hija, tesoros y todo Al-Andalus, es decir, la mitad sur de Península Ibérica. Pero el papa Celestino III, tras encargo del emperador castellano, Alfonso VIII, le incita a abandonar tal empresa mediante la bula Exultavit spiritus y unirse a castellanos y aragoneses, enemigos naturales de los navarros, contra los hispano-musulmanes. Sancho VII ve forzado a partir a Roma en el año 1197, para negociar con el emperador de Roma. Mientras, Aben Jacob, emisario del emir musulmán, vuelve a Marruecos para sofocar una rebelión producida en la capital de su reino almohade.

En el año 1198, de nuevo el monarca aragonés y el castellano se reúnen en Calatayud, teniendo sobre la mesa un único punto, como repartirse el estado de los navarros. Castilla decidió incorporase la línea que iba desde Orreaga hasta Milagro, cortando Iruñea en dos pedazos, amparándose en la bula papal existente desde la muerte de Alfonso I el Batallador. Rápidamente pasan a la acción y atacan el Estado navarro. Sancho VII se vio obligado a pactar, prometiendo en matrimonio a su hermana con el rey de Aragón, Pedro. A este matrimonio se opusieron también los canónigos cristianos, ya que eran primos de tercer grado. Hecho que posteriormente alimentaría el desmedido apetito imperial castellano.

En 1199 Sancho VII acude a Marruecos en busca de Aben Jacub y culminar el matrimonio o en su defecto, sellar un pacto con el musulmán. Pero Aben Jacub había muerto y la regencia cae en manos de su hermano, siendo el heredero su hijo de corta edad, Muhammad al-Nasir, con lo que la gestión se complica y Sancho VII el Fuerte debe permanecer en tierras africanas guerreando. Esto es aprovechado por el mayor enemigo del Estado vascón, el reino de Castilla, que lanza un ataque bestial sobre territorio navarro.

Las tropas castellanas invaden Araba y Gipuzkoa en el año 1199. Nuevamente algunos funcionarios desertan de su condición navarra y se pasan a las filas enemigas castellanas. Trebiño resiste al invasor, dado un gran ejemplo de leatad. Ese mismo año comienza el brutal asedio castellano a la leal ciudad navarra de Gasteiz, la cual se rinde en enero del año 1200, tras recibir el permiso del monarca navarro, el cual no podía acudir a la ayuda de los hambrientos civiles navarros de la ciudad.

El monarca navarro regresa al Reino de Navarra a comienzos del año 1202, cuando ya se había consumado la tragedia. Incluso al inexpugnable villa de Trebiño, tubo que ser entregada al invasor castellano, a cambio de fortalezas situadas estratégicamente, más al interior del Reino vascón. Se pierde el acceso al Océano, tras ocupar los castellanos la tierra de Gipuzpoa, con los puertos navarros de la ciudad de Donostia y Hondarribia. Pese a todo, todavía quedaban navarros en esas tierras vasconas recién saquedas por los castellanos.

Al norte de los Pirineos, Sancho VII el Fuerte, ratifica una alianza del año 1201, con el nuevo rey de Inglaterra, Juan I sin Tierra. También se produce la unión voluntaria al Reino de Navarra, del señor de Agramont ese mismo año.

El insaciable rey castellano pone sus miras en la Gascuña esgrimiendo sus derechos de dote, por casarse con Eleonor, hija de Eduardo II de Inglaterra. Ante la inminente invasión del Reino de Navarra y la Gascuña inglesa, los representantes de las ciudades de Baiona y Dax envían cartas al rey navarro sellando su lealtad a Navarra. Solo el obispo de Baiona apoya al castellano. Castilla busca un aliado en el rey de Francia, pero sin llegar a conseguir grandes logros militares.

Juan sin Tierra y Sancho el Fuerte, firman dos nuevos tratados más, concretamente en Chinon y Angulema, en los cuales no se admitía ni comercio, ni amistad con el reino de Castilla. Esto es aceptado agradablemente por los burgueses de Baiona, lo que propicia el tratado de amistad y ayuda recíproca del año 1204 en Iruñea. Fidelidad a los ingleses y ninguna ayuda a los castellanos. Mientras Luis VIII de Francia asedia La Rochelle, partiendo en ayuda de la ciudad gascona desde Baiona 20 navíos y 10 galeras, con tripulación navarra, ante la indiferencia de Dax.

En ese mismo año, una grave enfermedad hace tener por la vida del rey castellano, el cual realiza la siguiente plegaria:

"Prometo, si Dios me diere salud, restituir al rey de Navarra todo lo que tengo desde el puente Aranillo hasta Fuenterrabia, y los castillos de Burandón, de San Vicente de Toro, de Marañón, de Alcazar, de Santa Cruz de Campezo, la villa de Antoñana y el castillo de Atauri y de Portela de Cortes. Porque sé que todos los lugares reseñados deben ser del Reino de Navarra y pertenecer a él."

Pero el emperador castellano se recupera rápidamente de su enfermedad, y se olvida de su promesa al altísimo. La ciudad de Dax se somete a la autoridad del reino de Castilla, enfrentándose así al Estado navarro. La unidad relativa de Baiona con el Reino de Navarra, provoca que las relaciones entre los reinos de Castilla y de Francia, se tornen cuando menos difíciles.

Los años transcurren en relativa calma hasta llegar al año 1212, cuando Inocencio III hace un nuevo llamamiento de cruzada para la Península Ibérica. Esta es acogida con gran deseo por las ansias imperiales castellanas; y mientras que el rey aragonés, Pedro II, acepta de buen gusto la llamada, esta es desatendida por el rey de León, y Sancho VII el Fuerte se muestra reticente. El navarro es convencido finalmente por las amenazas del obispo de Narbona y del papa, pero sobre todo, por la importante devolución del título de rey para el jefe de los vascones libres o navarros.

Las tropas navarras de Sancho VII el Fuerte, que acuden al ejército de la cristiandad, estaban formadas por 200 caballeros, a los cuales se unen los ganboinos o vasco(ne)s partidarios de la soberanía navarra, que se encontraban bajo imposición del reino de Castilla. El ejército cristiano opta finalmente por la opción o estrategia navarra, que consistía en atacar directamente a las tropas de Al-Nasir, también conocido como Miramamolin.

Las tropas cristianas se adentran en la planicie llamada Las Navas de Tolosa. El rey castellano, Alfonso VIII se coloca en el centro, a su lado el arzobispo de Toledo y en vanguardia de las tropas castellanas, Diego López de Haro, conocido por los españoles como el Bueno, que a su vez estaba ayudado por su hijo Lope Díaz. En el ala izquierda las tropas aragonesas, comandadas por su rey Pedro II, siendo las tropas navarras de Sancho VII el Fuerte, las que ocupaban el ala derecha.

La vanguardia cristiana flaquea. El rey de Castilla teme por la derrota cristiana, cuando en ese preciso instante el rey navarro reacciona. El centro de las tropas cristianas está a punto de ser doblegado, cuando los navarros realizan un movimiento envolvente que conduce directamente al mismo campamento de Al-Nasir. Desde su tienda el jefe musulmán estaba ordenando el combate, seguro tras una hueste de camellos y de esclavos africanos encadenados entre si y condenados a luchar por salvar su vida.

Sancho VII El Fuerte consigue abrir una brecha en la defensa musulmana, lo que provoca que el rey moro emprenda la huida. El ardor y la determinación de los navarros, consiguió una inesperada victoria para la cristiandad. Pese a ello, la victoria no conllevó una restauración de las tierras navarras robadas al Reino vascón. No existió ni bula papal, ni agradecimiento consistente en devolución territorial por parte del castellano, únicamente el rey navarro, consiguió un gran botín que enriqueció las necesitadas arcas navarras.

El señor de Luxa en el año 1222 se une al Reino vascón, lo que reafirmaba el territorio navarro del norte de los Pirineos. Esto permite que los navarros cuenten con un acceso seguro al puerto de Baiona, facilitándose de nuevo así, el comercio por mar para los navarros.

Una enfermedad obliga al monarca navarro a recluirse en Tutera. Su hijo Ferrant Calabaza, muere en un accidente de caza. Así el heredero más próximo es su sobrino Teobaldo, hijo del conde de Champaña y su hermana Blanca, el cual realiza un primer viaje de prospección al Reino vascón, en el año 1225.

El monarca navarro pone sus miras en el joven rey de Aragón, Jaime I. Eso se traduce en un extraño acuerdo realizado en el año 1231 en Tutera. En él, los dos reyes se declaraban mutuamente herederos de sus respectivos vienes. El rey aragonés recibía 100.000 sueldos y por ello entrega las fortalezas de Gallur, Peña, Petilla y Xabier, entre otras. El rey aragonés se comprometía a enviar a 2.000 caballeros, los cuales junto a los navarros se enfrentarían a las castellanas de Lope Díaz de Haro y su rey Fernando III de Castilla y León.

El rey aragonés incumple su promesa, entregando a cambio algunos castillos más, como el de Sadaba. Al año siguiente el aragonés vuelve a entregar algunos castillos, incumpliendo lo prometido al navarro. Esto provoca una ruptura del extraño pacto entre ambos monarcas. Sancho VII el Fuerte, muere en Tutera en el año 1234, quedando el Reino navarro en manos de un extranjero, Teobaldo de Campaña, desconocedor de las leyes ancestrales de los vascones o Fuero.

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©NABARTZALE BILDUMA 2011

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