Los títulos nobiliarios nabarros y el futuro de Nabarra
Iñigo Saldise Alda
Partiendo de la incuestionable premisa, de que a comienzos del siglo XXI es incomprensible para la mayoría de ciudadanos y ciudadanas de a pie de la totalidad territorial de Nabarra, la instalación de una Familia Real nabarra que produciría enormes gastos sencillamente en su faceta representativa, algo que ya señaló en su día el que fuera miembro del Consejo Real de Nabarra hasta hace unos pocos años, el historiador y ex profesor de la prestigiosa Universidad de Cambridge, Jon Oria Oses, debemos, mejor dicho, incluso podríamos decir que estamos obligados a tener presente su importancia, no solo a nivel de la legitimidad independentista nabarra ante la Comunidad y la Jurisprudencia Internacional, sino también de su valor frente a la Casa Real española configurada actualmente por la dinastía de la Casa de Borbón, en la continuada lucha pacífica por la recuperación de la plena soberanía del Estado de Nabarra.
La Familia Real española que llega hasta la actualidad, siempre de manera fraudulenta como veremos a continuación, ha ido utilizando los títulos de “Príncipe de Viana” e incluso el de “Soberano de Navarra” de manera reiterada desde la brutal, ilegal y violenta invasión y ocupación del Reino de Nabarra del año 1512. Tras la denominada guerra de sucesión a la Corona de España, que significó el cambio de la dinastía de Habsburgo o Austria por la de Bourbon o Borbón, donde esta última llevó a cabo horrendos genocidios contra los españoles del año 1700 por hacerse con el trono, tuvo lugar el conocido como Tratado de Utrecht, donde la cláusula firmada en el año 1714 especifica claramente que Felipe V de Borbón y todos sus descendientes de la rama de Anjou, no pueden ser reconocidos nunca como reyes de Francia y tampoco como reyes de Nabarra.
Así pues, la utilización a lo largo de la historia de los títulos nobiliarios de rey de Nabarra y de príncipe de Biana por parte de cualquier descendiente de Felipe V de España, ya sean estos de la denominada rama isabelina o de la muy conocida por estos parajes rama carlista, es una simple e incuestionable usurpación, tanto de índole político como jurídico, de los mismos.
Por otro lado, a pesar de lo que algunos y algunas puedan pensar, de existir algún descendiente de Louis XIV de France, firmante junto a su sobrino Felipe V de España del mencionado Tratado, este tampoco tendría derecho alguno en utilizar los títulos nobiliarios de rey de Nabarra y de príncipe de Biana. Esto es debido a que el 7 de junio del año 1607, en las Cortes soberanas nabarras situadas en Pau, fue aprobado el testamento de Enrique de Bourbon y Albret, III de Nabarra y IV de Francia, en el cual permanecían dividas las Coronas de Nabarra y de Francia, especificándose además, que la Corona de Nabarra volvía a la Casa de Albret cuyo titular más directo por aquel entonces era la duquesa de Loundum.
Actualmente y tras la muerte de Pierre-Desiré de la Motte-Méssemé, legítimo heredero por vía directa y vertical de los reyes privativos de Nabarra Catalina I y Juan III, la Familia Real de Nabarra ha guardado silencio, siendo los últimos manifiestos realizados al Pueblo-Nación de Nabarra los del que fuera Jefe Custodio de la Corona de Nabarra, el difunto Timothy de Foix, el propio Pierre-Desiré de la Motte-Méssemé, doña Leonor de Foix y Blas de Beaumont-Evreux, los cuales son muy interesantes y además recomiendo leerlos a aquellas personas que estén interesadas en la libertad de nuestro País, Nabarra, al dejar muy a las claras cual es la postura de la Familia Real nabarra sobre el Estado de Nabarra.
Desde mi postura como Secretario General de la Comisión Soberanista de Nabarra y con un pensamiento político sobre el planteamiento institucional para el Estado de Nabarra muy alejado del sistema monárquico, debo decir que soy actualmente codemandante político y civil contra el Reino de España y también, contra la República de Francia en las Naciones Unidas junto a Blas de Beaumont-Evreux, actual Jefe de la Casa Real de Nabarra. Por ello insto públicamente al duque de Beaumont-Evreux y a los herederos de Pierre-Desiré de la Motte-Méssemé, a la realización de nuevos manifiestos destinados a la Nación Nabarra, en los cuales se reafirmen en las posturas realizadas con anterioridad y especificando una vez más su postura para una futura gobernabilidad soberana para el Estado de Nabarra, pues ello nos llevaría a consolidar ante el Pueblo nuestra postura independentista y soberanista, sin olvidarnos de los resultados políticos que nos pueden dar ante la Comunidad Internacional.
SOBERANÍA DE NAVARRA by Nabartzale bilduma. Este es el correo para escritos, artículos, comentarios y sugerencias. Los artículos, escritos y comentarios deben estar debidamente firmados por su autor o autora en formato Word. Solo se publicaran aquellos escritos que estén realizados desde la independencia y soberanía de su autor o autora siguiendo los criterios editoriales de los miembros de NABARRAKO BURUJABETASUN-SOBERANÍA DE NAVARRA. nabartzale@gmail.com
2011/08/27
2011/08/25
2011/08/23
Soberanía o sumisión, libertad o esclavitud
Soberanía o sumisión, libertad o esclavitud
J.X. Mauleon, Cadreita-Nabarra
La proximidad de unas nuevas elecciones para el Parlamento y el Senado en el imperio español el próximo 20 de noviembre, me ha llevado de nuevo a la realización de una profunda reflexión política, con la sana y nabarra intención de hacer también reflexionar a los nabarros y nabarras, cada vez más numerosos, que se han hartado de vivir como siervos o esclavos de los españoles, a lo sumo, como españoles bastardos.
Quisiera desde mi humilde posición soberanista, emplazar a los partidos políticos-regionalistas y nacionalistas-dados de alta en el imperio español, y que por tanto legitiman su Constitución, que definan si lo que quieren para nuestra amada Nabarra es continuar siendo una colonia, con todo lo negativo que ello conlleva o, por el contrario, quieren vivir como ciudadanos de un país libre, independiente y soberano. Vamos, las opciones están claras, seguir como esclavos o alcanzar de nuevo la libertad.
Mientras sigamos colaborando con la maraña imperial de la jurisprudencia y política española y/o francesa, seguiremos indudablemente colonizados por las metrópolis de Madrid y/o Paris, se acentuará la desesperanza en la juventud e incluso en la diáspora, padeceremos una impositora educación franco-española que elimina cualquier vestigio histórico de nuestro pasado soberano y seguiremos un retroceso económico insoportable pero finalmente beneficioso para España y Francia.
Es realmente utópico, por no decir majadero, pensar que los representantes que pueden acudir a Madrid (o Paris) de cualquier partido nacionalista o regionalista de nuestras tierras, consigan que el Gobierno que se genere de las elecciones del 20N o cualquier otra futura, logren pronunciarse a favor y que acepten la independencia y soberanía de Nabarra. Ese día en el cual se realizará un nuevo acto de legitimación del actual estado ilegal de colonización de Nabarra por parte española, nosotros, el Pueblo-Nación más antiguo de Europa, tendremos que decir claramente si seguimos aceptando el sometimiento que padecemos o por el contrario no.
Partiendo de la sencilla y clara premisa que, tanto España como Francia nunca nos devolverán la libertad arrebatada por la violencia armada, asentada nuestra esclavitud posteriormente con su violencia política y jurídica, la abstención activa es primer acto de rebeldía y libertad, que indudablemente servirá como primer paso hacia la recuperación de la independencia y soberanía de nuestro Estado, Nabarra.
Los políticos nacionalistas y regionalistas, innegablemente, son los primeros responsables del actual estatus de colonización que padecemos al aceptar los marcos constitucionales extranjeros que impiden cualquier camino hacia nuestra libertad. Pero, nosotros si acudimos al llamamiento del rey español o del presidente de la república francesa, no dejamos de ser menos culpables y debemos ser conscientes de ello. Por ello, la continuación del oscuro presente actual y del negro porvenir que padecemos los nabarros está en nuestras manos. La abstención activa con un axiomático y exclusivo fondo patriótico nabarro, es un modo activo de desobediencia civil y política contra el imperialismo franco-español. Por el contrario, si actúan de otra forma acudiendo a las urnas impuestas en nuestro territorio por españoles y/o franceses, estaremos dando carta blanca al poder imperial franco-español que nos esclaviza.
Gora Nabarra Estatua! Gora Nabarra osoa! Gora Nabarra askatuta! Gora Nabar Herria burujabe!
J.X. Mauleon, Cadreita-Nabarra
La proximidad de unas nuevas elecciones para el Parlamento y el Senado en el imperio español el próximo 20 de noviembre, me ha llevado de nuevo a la realización de una profunda reflexión política, con la sana y nabarra intención de hacer también reflexionar a los nabarros y nabarras, cada vez más numerosos, que se han hartado de vivir como siervos o esclavos de los españoles, a lo sumo, como españoles bastardos.
Quisiera desde mi humilde posición soberanista, emplazar a los partidos políticos-regionalistas y nacionalistas-dados de alta en el imperio español, y que por tanto legitiman su Constitución, que definan si lo que quieren para nuestra amada Nabarra es continuar siendo una colonia, con todo lo negativo que ello conlleva o, por el contrario, quieren vivir como ciudadanos de un país libre, independiente y soberano. Vamos, las opciones están claras, seguir como esclavos o alcanzar de nuevo la libertad.
Mientras sigamos colaborando con la maraña imperial de la jurisprudencia y política española y/o francesa, seguiremos indudablemente colonizados por las metrópolis de Madrid y/o Paris, se acentuará la desesperanza en la juventud e incluso en la diáspora, padeceremos una impositora educación franco-española que elimina cualquier vestigio histórico de nuestro pasado soberano y seguiremos un retroceso económico insoportable pero finalmente beneficioso para España y Francia.
Es realmente utópico, por no decir majadero, pensar que los representantes que pueden acudir a Madrid (o Paris) de cualquier partido nacionalista o regionalista de nuestras tierras, consigan que el Gobierno que se genere de las elecciones del 20N o cualquier otra futura, logren pronunciarse a favor y que acepten la independencia y soberanía de Nabarra. Ese día en el cual se realizará un nuevo acto de legitimación del actual estado ilegal de colonización de Nabarra por parte española, nosotros, el Pueblo-Nación más antiguo de Europa, tendremos que decir claramente si seguimos aceptando el sometimiento que padecemos o por el contrario no.
Partiendo de la sencilla y clara premisa que, tanto España como Francia nunca nos devolverán la libertad arrebatada por la violencia armada, asentada nuestra esclavitud posteriormente con su violencia política y jurídica, la abstención activa es primer acto de rebeldía y libertad, que indudablemente servirá como primer paso hacia la recuperación de la independencia y soberanía de nuestro Estado, Nabarra.
Los políticos nacionalistas y regionalistas, innegablemente, son los primeros responsables del actual estatus de colonización que padecemos al aceptar los marcos constitucionales extranjeros que impiden cualquier camino hacia nuestra libertad. Pero, nosotros si acudimos al llamamiento del rey español o del presidente de la república francesa, no dejamos de ser menos culpables y debemos ser conscientes de ello. Por ello, la continuación del oscuro presente actual y del negro porvenir que padecemos los nabarros está en nuestras manos. La abstención activa con un axiomático y exclusivo fondo patriótico nabarro, es un modo activo de desobediencia civil y política contra el imperialismo franco-español. Por el contrario, si actúan de otra forma acudiendo a las urnas impuestas en nuestro territorio por españoles y/o franceses, estaremos dando carta blanca al poder imperial franco-español que nos esclaviza.
Gora Nabarra Estatua! Gora Nabarra osoa! Gora Nabarra askatuta! Gora Nabar Herria burujabe!
2011/08/20
La Iglesia Católica y Nabarra
La Iglesia Católica y Nabarra
Iñigo Saldise Alda
“… del Nabarrismo se reirán un día las futuras generaciones.” El Papa Clemente VIII
La Iglesia Católica sigue realizando a día de hoy un continuado saqueo sobre el patrimonio de los pueblos nabarros, apropiándose ilegalmente mediante un proceso de privatización, el cual está siendo amparado por la jurisprudencia española, de diferentes iglesias, ermitas, casas, tierras y otros bienes públicos de los pueblos y ciudades de la actual Nabarra residual. Las cifras que conocemos sobre dicho expolio son alarmantes, creciendo año tras año. Unos robos llevados a cabo por la imperial Iglesia Católica con la necesaria complicidad española, según nos informa casi diariamente la Plataforma de la Defensa del Patrimonio Navarro. Está claro, visto lo visto, que el Reino de España paga bien su compromisos negociados a lo largo de la historia con su más y siempre fiel aliada, la imperial Iglesia Católica, Apostólica y Romana.
Para saber de dónde viene dicha unión o alianza anti-nabarra, debemos remontarnos a la primavera del año 824, cuando los vascones independientes o nabarros crean el Reino de Pamplona tras alzar sobre el pavés a su mejor líder militar, Eneko Aritza, y titularlo así como rey ante las continuas amenazas bélicas provenientes de francos y árabes, que ponían en serio peligro la existencia del Pueblo más antiguo de Europa. Pese a ser un Estado cristiano, los primeros reyes de Pamplona o Nabarra, no dudaron en aliarse con los Banu Qasi, vascones estos musulmanizados que vivían en torno a la ciudad de Tutera, que no dudaron en mostrar el apoyo necesario para la formación del Reino o Estado vascón, todo ello, para combatir unidos al poder central del emirato musulmán cordobés y al afán expansionista del Imperio Carolingio, al cual el jefe de la Iglesia Católica o Papa, León X, en el año 800 le había otorgado el título de Protector de la Cristiandad.
La relación existente en los primeros tres siglos entre la Iglesia Católica y el Reino de Pamplona(-Nájera) y Aragón, realmente se la puede considerar como buena y fluida, potenciándose la tendencia pre-romana con los reyes nabarros Sancho V y Pedro I. Pero no es hasta el reinado de Alfonso I el Batallador cuando el Reino nabarro alcanza al fin su mayor esplendor teniendo a su control toda Baskonia, gracias a incrementar de una manera bastante considerable, la relación existente hasta entonces entre la dinastía vascona que gobernaba Nabarra y el Papa o emperador católico de Roma. Pero también durante este reinado, Iruñea volvía a ser la sede más importante del Estado vascón y su obispo se vincula directamente con el rey de Pamplona y Aragón, facilitando con dicho gesto una renovación importante en los altos cargos eclesiásticos existentes en la totalidad de Baskonia-Nabarra, lo que a la postre significaría el comienzo del deterioro en las hasta entonces buenas relaciones que se mantenía entre el Estado nabarro y el heredero de San Pedro, el Papa o Jefe máximo de la Cristiandad Católica.
Tras la muerte de Alfonso I el Batallador, su extraño testamento trajo duras consecuencias para el Estado de los nabarros. En su última voluntad, el rey vascón de Pamplona y Aragón, entregó los Reinos de Pamplona y Aragón a tres órdenes militares cristianas. Estas eran la del Santo Sepulcro, la de San Juan de Jerusalén y la del Temple. La nobleza nabarra se opuso y eligió como rey a García Ramírez el Restaurador, con la clara misión de reponer la monarquía vascona en los Reinos de Pamplona y Aragón; pero la intrusión del Maestre de la Orden del Temple y conde de Barcelona, Ramón Berenguer IV al proponer a Ramiro el Monje, el cual tenía la idea de crear un Estado Teocrático en Nabarra al estilo del Papado, contó con el inestimable apoyo del autotitulado emperador Alfonso VII de León y Castilla, siendo por tanto Ramiro el mejor candidato al trono de Pamplona y Aragón para el Papa o emperador de Roma, lo que finalmente provocaría la división definitiva del antiguo condado vascón de Aragón del resto del Estado nabarro.
El Papa Benedicto IX, se negó a reconocer a García Ramírez como rey, otorgándole únicamente el título de dux, lo que facilitaba las pretensiones invasores de los Reinos cristianos vecinos de los nabarros, provocando así un continuo desmembramiento territorial del Estado vascón a lo largo del siglo XII. Sancho VI el Sabio, tampoco fue reconocido como rey por San León IX, lo que obligó al monarca vascón, entre otras muchas cosas, a cambiar el nombre del Reino de Pamplona por Nabarra, ya conocido y utilizado desde los tiempos de Sancho I. La Iglesia Católica tardó más de setenta años en reconocer el título de rey a los príncipes nabarros y para entonces, los Reinos de Castilla-León, Inglaterra, Aragón y Francia, ya habían comenzado a dar muestras de su desmesurado apetito imperial, invadido y ocupado ilegalmente numerosas tierras nabarras, sometiendo a continuación a los naturales del País y dando comienzo la colonización con asentamientos del ejército invasor, significando ello una importante herida para la soberanía de Nabarra.
En el año 1212 vuelven las continuas amenazadas de excomunión y una nueva retirada del título de rey de Nabarra desde la jefatura de la Iglesia Católica. El Papa Inocencio III facilitaría así nuevas invasiones de los hostiles vecinos que siempre han tenido los nabarros, por ello, el monarca vascón Sancho VII el Fuerte, se ve obligado a luchar en la batalla de Las Navas de Tolosa, junto al mayor enemigo histórico de los nabarros, el rey de Castilla, Alfonso VIII, que en el año 1199 había invadido y ocupado la parte occidental y marítima del Estado vascón. Por el contrario la jefatura Católica es comprensiva con el rey de León, el cual también se negaba a asistir junto al resto de “aliados” cristianos contra los musulmanes y que gracias Sancho VII de Nabarra, los cristianos finalmente lograron una importantísima victoria, la cual sirvió para cambiar decisivamente la balanza del poder religioso en la Península Ibérica, pero que no sirvió para que desde la Iglesia Católica se instara al Reino de Castilla a desalojar y devolver las tierras ocupadas ilícitamente al Reino de Nabarra.
Hasta la invasión y ocupación española del año 1512, las relaciones entre la Iglesia Católica y los nabarros, se puede afirmar que se fueron estabilizando, siendo estas más o menos cordiales. El Reino de Nabarra participó activamente en varias cruzadas contra los musulmanes junto a otros Estados europeos, entre ellos el Reino de Francia, además de asistir a los diferentes concilios organizados por orden del jefe de la Iglesia Católica o Papa. Es en mayo del año 1512, ante la incipiente amenaza militar proveniente del autotitulado rey de España, Fernando II de Aragón, conocido por nosotros los nabarros como el Falsario, cuando la neutral Nabarra mediante su Consejo Real, requiere el Pase o exequáter de las Bulas Pontificias por el Consejo, al estar el Reino de Nabarra totalmente asentado en el espacio de las Naciones Europeas. Esta petición realizada por parte de los nabarros nunca fue atendida por el Papa Julio II, emperador de Roma y aliado acérrimo del maquiavélico Fernando de España.
Para facilitar las ansias invasoras de Fernando de España, el 21 de julio del año 1521, aparece la Bula Pastor ille celestis, falseada esta, donde no se nombra a los monarcas nabarros, Catalina I de Foix y Juan III de Albret, pero en cambio, si se refiere a cierto veneno de herejía que afectaba a los cántabros y nabarros, lo que no justificaba, ni de lejos, la invasión y ocupación del Reino de Nabarra por parte española. El voraz e insaciable apetito imperial del rey de España, Fernando el Falsario, hace que desde la Cancillería de Aragón se falsifique una segunda Bula ese mismo año y que lleva por título Exigit contumatiam, vinculada así al Estado de Nabarra a la condición de colonia española y que ha servido hasta hoy día al Estado español, para justificar toda suerte de atropellos y crímenes realizados por su inquisición, junto a la destrucción de los castillos navarros y la expulsión de la nobleza e intelectualidad humanista del territorio ocupado por soldados españoles, extranjeros en la tierra de Baskonia. La tercer Bula, etsi obstinati, también falsificada ante la complicidad pasiva de la Iglesia Católica, es ya una clara condenación de los reyes nabarros, Catalina I de Foix y Juan III de Albret.
A pesar de que el jefe de la Iglesia Católica, el Papa Julio II, sólo proclamó la bula contra Luís XII de Francia, Universis Santae Matris Ecclesiae, y que las otras tres serían falsificadas por orden expresa del rey de España, Fernando el Falsario, la Iglesia Católica nunca se ha posicionado frontalmente contra la falsa historiografía española, mediante la cual los españoles defienden sus supuestos derechos de conquista basados en la Bula Exigit contumatiam, siendo precisamente esta la que sirvió para asentar realmente la ocupación militar española en el Estado de Nabarra. En ella se dispensaba a los nabarros bajo pena de excomunión, de continuar obedeciendo a sus legítimos y privativos reyes, Catalina I y Juan III, a quienes habían jurado "por Fuero Sacrosanto ancestral" lealtad, nunca jamás hasta entonces violado de manera unilateral. Con ella, el rey de España condenaba personalmente a los reyes de Nabarra, Catalina y Juan, más a todos los nabarros que masivamente les defendían, por lo que el Estado de España no dudó en imponer en esta tierra, su horrenda ley de excepción, la cual arruinó la evolución claramente humanista existente desde los tiempos del príncipe Carlos de Biana. Una imposición que buscaba el sometimiento y la subordinación del Pueblo-Nación de Nabarra y que devastó brutalmente nuestro territorio, al menos aquel situado al sur del Pirineo.
El Papa León X, sustituyó a Julio II como emperador de la cristiandad católica, siendo también un leal escudero para los intereses españoles en el recientemente ocupado Reino de Nabarra. Catalina I y Juan III de Albret, reyes de Nabarra, enviaron innumerables delegaciones a Roma, sede de la Iglesia Católica, las cuales en muchos casos ni siquiera llegaron a ser recibidas por el mayor aliado que han contado los españoles en su ilegal acción contra el Reino de Nabarra. El ascenso al trono del Estado de Nabarra de Enrique II el Sangüesino, significó una mayor reivindicación por parte de los nabarros hacia el emperador católico de Roma. León X debía obligar al Reino de España a retirarse de las tierras ocupadas por su ejército al sur del Pirineo, pero León X, siguiendo con la mayor infamia y tradición católica a los nabarros, dio la espaldaa Enrique II de Nabarra. En diciembre del año 1521 moría León X sin haber hecho nunca nada en favor los nabarros, después de que las tropas españolas hubieran invadido y ocupado de nuevo el Reino de Nabarra, tras derrotar y matar a más de 5000 nabarros en las campas de Noain-Ezkirotz-Barbatain.
Por primera y última vez hasta el día de hoy tras la ilegal invasión por parte española del Estado de Nabarra, un Jefe de la Iglesia Católica se postulaba a favor de la causa de los nabarros. Este fue el Papa Adriano VI, pero su repentina y extraña muerte en septiembre del año 1523, provocó que en Nabarra se celebraran funerales por su defunción. Esto fue aprovechado de nuevo por los españoles, los cuales impidieron el nombramiento de nabarros para altos cargos en la jerarquía eclesiástica en la Nabarra ocupada. Roma miraba a otro lado y volvía a ser así el silencioso y mayor aliado de los españoles, principales enemigos de los nabarros.
La llega al trono católico de Clemente VII realmente fue una mala noticia para los
nabarros. Enrique II de Albret fue hecho prisionero en la batalla de Pavía por las tropas imperiales de Carlos I de España y V de Alemania, junto a su amigo el rey de Francia. Tras la fuga del nabarro, este se casa con la hermana de Francisco I de Francia, Margarita de Angulema, quien se encarga de potenciar el humanismo en la Corte de Nabarra, algo que realmente aborrecía Clemente VII, el cual a pesar de estar prisionero del emperador español Carlos I desde el año 1527, fue cómplice activo en las decisiones de su captor, incluidas las que iban en contra de los nabarros, que soportaron en dicho periodo la incansable y brutal caza de brujas por parte de la inquisición española. Pablo III, tras la muerte en el año 1534 de Clemente VII, toma las riendas del imperio católico. En un principio se posiciona con el Reino de Francia, provocando un ligero enfrentamiento con el Reino de España. Pese a ello, los nabarros no consiguen ningún avance diplomático en sus reclamaciones políticas, principalmente en las concernientes a la materia territorial o geopolítica. Solo se consigue la anulación del primer matrimonio de la princesa de Biana, Juana. La política anti-humanista del Papa, le enfrenta de lleno contra el Nabarrismo incipiente de esa Corte de Pau, en la Nabarra soberana y a su vez, le lleva a aprobar reiteradamente el voraz apetito colonialista llevado a cabo por los invasores españoles en las tierras nabarras ocupadas y sojuzgadas del sur del Pirineo.
Tras su muerte toma el control del imperio cristiano el Papa Julio III. Durante sus cinco años de reinado no atiende ninguna reclamación proveniente del Estado soberano de Nabarra, ya que estaba centrado en el concilio de Trento impulsado por su predecesor. Marcelo II apenas tuvo tiempo de atender alguna reclamación nabarra, ya que no ostentó el cargo de Jefe de la Iglesia Católica ni siquiera un mes. En cambio, el viejo y colérico Pablo IV, tras ponerse al mando del imperio católico de Roma en mayo del año 1555, pondera el denominado Reino del Terror con el cual pretende combatir las reformas protestantes de Lutero y Calvino. El Nabarrismo es un enemigo más al que combatir debido a la “rebeldía” de los nabarros. Su carácter impulsivo le llevó incluso a realizar un boceto donde planteaba entregar la Nabarra soberana del norte del Pirineo a la monarquía católica española.
En diciembre del año 1559, la Corona del Vaticano recae en Pío IV, el cual comienza una política de presión sobre Felipe II de España para buscar la resolución definitiva a la legitimidad de los reyes privativos de Nabarra. Pedro de Albret llevó a Roma la carta de adhesión al nuevo Papa firmada por la mismísima reina de Nabarra Juana III de Albret y su marido Antonio I de Borbón. Pedro de Albert había sido elegido como el encargado de realizar las negociaciones pertinentes, con las cuales se restituirían al Reino Soberano de Nabarra las tierras ocupadas por las tropas españolas. En enero del año 1561, el jefe de la Iglesia Católica nombra a los reyes de Nabarra legítimos soberanos para todos los territorios de Baskonia, incluida las tierras ocupadas y devastadas por las tropas españolas y la inquisición. Pero, el Estado de España reacciona, presiona y se interpone con falsedades y promesas en la resolución del conflicto. Roma entonces rechaza a todas las delegaciones provenientes del Estado de Nabarra. El emperador de Roma traiciona el juramento dado a los nabarros, lo que provoca la entrada definitiva del Nabarrismo religioso en el Reino Pirenaico, contando este con una base calvinista, pero con gran semejanza al Anglicanismo.
Su sucesor el Papa Pío V, gran inquisidor del catolicismo, precisamente en un momento en el cual en el Estado Pirenaico de Nabarra se extendía la tolerancia religiosa y el respeto a las personas y opiniones, coge el relevo de su antecesor. Después de él llegó al trono de Roma, Gregorio XIII. Este emperador católico, tras enterarse del asesinato a manos francesas de la reina Juana III de Nabarra, lo celebró abiertamente y posteriormente tras la matanza de San Bartolomé, ordenó que se cantara Te Deum en las iglesias de Roma. Sus aliados españoles, con su rey Felipe II al frente, también lo celebraron por todo lo alto. El nuevo emperador católico romano, Sixto V, se alió de nuevo con el Reino de España. Por ello instó a la invasión de Inglaterra y de pasó, incentivado por su odio al humanismo nabarro, condenó y excomulgó por hereje a Enrique III de Nabarra. Sixto V realizó la condenación más clara que se ha realizado desde estado Pontificio contra el Nabarrismo, mediante una Bula que obligó firmar a 25 cardenales cristianos, católicos, apostólicos y romanos.
Urbano VII, Gregorio XIV e Inocencio IX, apenas pudieron hacer daño a los nabarros, aunque intentaron incluir al Nabarrismo dentro de la Reforma. Sus mandatos en el imperio católico fuero extremadamente cortos, llegando solo a sumar algo más de un año entre los tres. Su sucesor Clemente VIII, retiró la excomunión a Enrique de Borbón y Albret, pero solo como rey de Francia y manteniéndosela como rey de Nabarra, exigiéndole además la imposición de una única doctrina, la católica, para el Reino Pirenaico de Nabarra, manifestando incluso que el edicto de Nantes era obra del mismísimo diablo. Este emperador de Roma, llegó a afirmar lo siguiente:
“(…) del Navarrismo se reirán un día las futuras generaciones.”
León XI, nunca objetivamente llegó a preocuparse de los asuntos de los nabarros, algo que si sucedió con Pablo V, último emperador católico de Roma que se inmiscuyó en los asuntos de los nabarros libres y soberanos. Pablo V llegó a mencionar en uno de sus conclaves, que habría más paz en el mundo si Enrique III de Nabarra y VI de Francia fuera asesinado, algo que finalmente llevó a efecto el ultra-católico jesuita Ravaillac en el año 1610. Tras la muerte de Margarita de Valois, Luís XIII de Francia, sin contar con legitimidad alguna al trono del Reino de Nabarra, invade y ocupa el Estado Pirenaico, el cual para satisfacción de españoles y principalmente del Jefe de la Iglesia Católica, es declarado tras el ilegal Decreto de la Unión de Paris como parte de la Francia católica, completándose así la destrucción del Estado más humanista y libertario existente hasta entonces en toda Europa, cerniéndose desde entonces la oscuridad retrógrada del catolicismo sobre los nabarros, una doctrina que ha facilitado así la colonización de los imperios español y francés del Estado de Nabarra.
En marzo del año 2000, el jefe de la Iglesia Católica, el Papa Juan Pablo II, pidió públicamente perdón por siete errores históricos de su Iglesia, mediante la Bula Incarnationis Mysterium. A día de hoy, con Benedicto XVI como el Jefe de la Iglesia Católica todavía no han pedido desde la Iglesia Católica perdón a los nabarros por la intolerancia, la violencia, los magnicidios de los jefes de Estado nabarros con las guerras de religión como fondo, el abuso de Inquisición española, las excomuniones a los reyes de Nabarra y su leales súbditos, su hostilidad contra la mitología vasc(on)a, su alianza con los Estados que impiden el Derecho primordial de autodeterminación y soberanía de los nabarros y su continua cerrazón cultural y ética mostrada desde la Iglesia Católica.
Por ello realmente, por muy creyentes que haya entre nosotros, a los nabarros no nos vale únicamente con dicho perdón, sino no está cargado de un gran arrepentimiento, pasmado cuando vuestra Iglesia pague la enorme deuda histórico-política que tiene con el Estado de Nabarra. Pero… ¿Cuando la Iglesia Católica pagará la enorme deuda que tiene con los nabarros y su Estado? Probablemente la respuesta sea nunca y por ello debamos atender de nuevo las palabras del gran dramaturgo inglés, William Shakespeare, que nos dijo: El que muere paga todas sus deudas y anhelar la total desaparición de la faz de la tierra a la gran secta de las sectas, por su ambición desmesurada e imperialismo imparable, que ha alcanzado todo su poder mediante la hipocresía, la violencia, la intransigencia, el fanatismo, la intolerancia, el odio, el miedo, el robo, el asesinato, la desconfianza y el terror, que conocemos como Iglesia Católica, Apostólica y Romana.
BIBLIOGRAFÍA
ADOT, Álvaro. Juan de Albret y Catalina de Foix o la defensa del Estado
navarro, 2005
AGRAMONT, Pedro. Historia de Navarra, 1996
AOIZ, Floren. La vieja herida. De la conquista española al amejoramiento
Foral, 2002
ARBELOA, Víctor Manuel. La corte protestante de Navarra (1527-1563),
1992
BOISSONNADE, Pierre. La conquista de Navarra, 1981
BORDONAVE, George. Enrique IV, 1985
CAMPIÓN, Arturo. Obras completas, 1983
CLAVERÍA, Carlos. Historia del Reino de Navarra, 1971
DE OLAIZOLA, Juan Mª y URZAINQUI, Tomás. La Navarra marítima, 1998
ESARTE, Pello. Navarra 1512-1530, 2001
ESARTE, Pello. Vasconia en el siglo XII. De Reino de Pamplona a Reino de
Navarra, 2004
ESARTE, Pello. Represión y reparto del Estado navarro (siglos XVI y
XVII), 2007
GOÑI GAZTAMBIDE, José. Navarra y las Cruzadas, 1983
HUICI, María Puy. En torno a la conquista de Navarra, 1993
JIMENO, J. Mª. Historia de Navarra. Desde los orígenes hasta nuestros
días, 1980
JOUANNA, Arlette. Historia y diccionario de guerras de religión,
1559–1598, Robert Laffont, colección "Bouquins", 1998
LACARRA, José Mª. Historia política del Reino de Navarra desde sus
orígenes hasta su incorporación a Castilla, 1972
LACARRA, José Mª. Historia del Reino de Navarra en la Edad Media, 1976
MIRANDA, Fermín. Historia de Navarra, 2004
MOOTE, Lloyd. Luís XIII, el justo, 1994
MORET Y ALESON. Annales del Reyno de Navarra, 1980
NARBAITZ, Pierre. Navarra o cuando los vascos tenían reyes, 2007
PÉREZ, María Cruz. Atlas de Navarra. Geografía e historia, 2006
ORIA, Jon. Los últimos reyes de Navarra, 1987
ORIA, Jon. Navarra es una colonia española y francesa, 1994
PESCADOR, Aitor. Francisco de Xabier, nacimiento de un mito, muerte de una nación, 2006
SALDISE ALDA, Iñigo. Los herederos de San Pedro contra los navarros I y
II, 2008 (Artículo)
SALDISE ALDA, Iñigo. La Iglesia Católica y su gran deuda con Nabarra, 2009 (Artículo)
SALDISE ALDA, Iñigo. Nabarra, reflexiones de un patriota, 2010
SAN MARTÍN P. J. Juana III de Albret (1528-1572).La fuerza de una mujer
y la Biblia, 2003.
SERRANO, Bixente. Navarra. Las tramas de la historia, 2006
SORAUREN, Mikel. Historia de Navarra, el Estado Vasco, 1999
URZAINQUI, Tomás. Navarra, sin fronteras impuestas, 2002
URZAINQUI, Tomás. Navarra Estado europeo, 2003
URZAINQUI, Tomás. Soberanía o subordinación, 2005
USUNARIZ, Jesús María. Historia Breve de Navarra, 2006
VV.AA. Historia Ilustrada de Navarra, 1993
VV.AA. Historia de Navarra, 1994
VV.AA. Enrique II de Albret “el sangüesino” (1503-1555), 2003
YANGUAS Y MIRANDA. Crónica de los reyes de Navarra, 1843
YANGUAS Y MIRANDA. Historia compendiada del Reino de Navarra, 1843
Iñigo Saldise Alda
“… del Nabarrismo se reirán un día las futuras generaciones.” El Papa Clemente VIII
La Iglesia Católica sigue realizando a día de hoy un continuado saqueo sobre el patrimonio de los pueblos nabarros, apropiándose ilegalmente mediante un proceso de privatización, el cual está siendo amparado por la jurisprudencia española, de diferentes iglesias, ermitas, casas, tierras y otros bienes públicos de los pueblos y ciudades de la actual Nabarra residual. Las cifras que conocemos sobre dicho expolio son alarmantes, creciendo año tras año. Unos robos llevados a cabo por la imperial Iglesia Católica con la necesaria complicidad española, según nos informa casi diariamente la Plataforma de la Defensa del Patrimonio Navarro. Está claro, visto lo visto, que el Reino de España paga bien su compromisos negociados a lo largo de la historia con su más y siempre fiel aliada, la imperial Iglesia Católica, Apostólica y Romana.
Para saber de dónde viene dicha unión o alianza anti-nabarra, debemos remontarnos a la primavera del año 824, cuando los vascones independientes o nabarros crean el Reino de Pamplona tras alzar sobre el pavés a su mejor líder militar, Eneko Aritza, y titularlo así como rey ante las continuas amenazas bélicas provenientes de francos y árabes, que ponían en serio peligro la existencia del Pueblo más antiguo de Europa. Pese a ser un Estado cristiano, los primeros reyes de Pamplona o Nabarra, no dudaron en aliarse con los Banu Qasi, vascones estos musulmanizados que vivían en torno a la ciudad de Tutera, que no dudaron en mostrar el apoyo necesario para la formación del Reino o Estado vascón, todo ello, para combatir unidos al poder central del emirato musulmán cordobés y al afán expansionista del Imperio Carolingio, al cual el jefe de la Iglesia Católica o Papa, León X, en el año 800 le había otorgado el título de Protector de la Cristiandad.
La relación existente en los primeros tres siglos entre la Iglesia Católica y el Reino de Pamplona(-Nájera) y Aragón, realmente se la puede considerar como buena y fluida, potenciándose la tendencia pre-romana con los reyes nabarros Sancho V y Pedro I. Pero no es hasta el reinado de Alfonso I el Batallador cuando el Reino nabarro alcanza al fin su mayor esplendor teniendo a su control toda Baskonia, gracias a incrementar de una manera bastante considerable, la relación existente hasta entonces entre la dinastía vascona que gobernaba Nabarra y el Papa o emperador católico de Roma. Pero también durante este reinado, Iruñea volvía a ser la sede más importante del Estado vascón y su obispo se vincula directamente con el rey de Pamplona y Aragón, facilitando con dicho gesto una renovación importante en los altos cargos eclesiásticos existentes en la totalidad de Baskonia-Nabarra, lo que a la postre significaría el comienzo del deterioro en las hasta entonces buenas relaciones que se mantenía entre el Estado nabarro y el heredero de San Pedro, el Papa o Jefe máximo de la Cristiandad Católica.
Tras la muerte de Alfonso I el Batallador, su extraño testamento trajo duras consecuencias para el Estado de los nabarros. En su última voluntad, el rey vascón de Pamplona y Aragón, entregó los Reinos de Pamplona y Aragón a tres órdenes militares cristianas. Estas eran la del Santo Sepulcro, la de San Juan de Jerusalén y la del Temple. La nobleza nabarra se opuso y eligió como rey a García Ramírez el Restaurador, con la clara misión de reponer la monarquía vascona en los Reinos de Pamplona y Aragón; pero la intrusión del Maestre de la Orden del Temple y conde de Barcelona, Ramón Berenguer IV al proponer a Ramiro el Monje, el cual tenía la idea de crear un Estado Teocrático en Nabarra al estilo del Papado, contó con el inestimable apoyo del autotitulado emperador Alfonso VII de León y Castilla, siendo por tanto Ramiro el mejor candidato al trono de Pamplona y Aragón para el Papa o emperador de Roma, lo que finalmente provocaría la división definitiva del antiguo condado vascón de Aragón del resto del Estado nabarro.
El Papa Benedicto IX, se negó a reconocer a García Ramírez como rey, otorgándole únicamente el título de dux, lo que facilitaba las pretensiones invasores de los Reinos cristianos vecinos de los nabarros, provocando así un continuo desmembramiento territorial del Estado vascón a lo largo del siglo XII. Sancho VI el Sabio, tampoco fue reconocido como rey por San León IX, lo que obligó al monarca vascón, entre otras muchas cosas, a cambiar el nombre del Reino de Pamplona por Nabarra, ya conocido y utilizado desde los tiempos de Sancho I. La Iglesia Católica tardó más de setenta años en reconocer el título de rey a los príncipes nabarros y para entonces, los Reinos de Castilla-León, Inglaterra, Aragón y Francia, ya habían comenzado a dar muestras de su desmesurado apetito imperial, invadido y ocupado ilegalmente numerosas tierras nabarras, sometiendo a continuación a los naturales del País y dando comienzo la colonización con asentamientos del ejército invasor, significando ello una importante herida para la soberanía de Nabarra.
En el año 1212 vuelven las continuas amenazadas de excomunión y una nueva retirada del título de rey de Nabarra desde la jefatura de la Iglesia Católica. El Papa Inocencio III facilitaría así nuevas invasiones de los hostiles vecinos que siempre han tenido los nabarros, por ello, el monarca vascón Sancho VII el Fuerte, se ve obligado a luchar en la batalla de Las Navas de Tolosa, junto al mayor enemigo histórico de los nabarros, el rey de Castilla, Alfonso VIII, que en el año 1199 había invadido y ocupado la parte occidental y marítima del Estado vascón. Por el contrario la jefatura Católica es comprensiva con el rey de León, el cual también se negaba a asistir junto al resto de “aliados” cristianos contra los musulmanes y que gracias Sancho VII de Nabarra, los cristianos finalmente lograron una importantísima victoria, la cual sirvió para cambiar decisivamente la balanza del poder religioso en la Península Ibérica, pero que no sirvió para que desde la Iglesia Católica se instara al Reino de Castilla a desalojar y devolver las tierras ocupadas ilícitamente al Reino de Nabarra.
Hasta la invasión y ocupación española del año 1512, las relaciones entre la Iglesia Católica y los nabarros, se puede afirmar que se fueron estabilizando, siendo estas más o menos cordiales. El Reino de Nabarra participó activamente en varias cruzadas contra los musulmanes junto a otros Estados europeos, entre ellos el Reino de Francia, además de asistir a los diferentes concilios organizados por orden del jefe de la Iglesia Católica o Papa. Es en mayo del año 1512, ante la incipiente amenaza militar proveniente del autotitulado rey de España, Fernando II de Aragón, conocido por nosotros los nabarros como el Falsario, cuando la neutral Nabarra mediante su Consejo Real, requiere el Pase o exequáter de las Bulas Pontificias por el Consejo, al estar el Reino de Nabarra totalmente asentado en el espacio de las Naciones Europeas. Esta petición realizada por parte de los nabarros nunca fue atendida por el Papa Julio II, emperador de Roma y aliado acérrimo del maquiavélico Fernando de España.
Para facilitar las ansias invasoras de Fernando de España, el 21 de julio del año 1521, aparece la Bula Pastor ille celestis, falseada esta, donde no se nombra a los monarcas nabarros, Catalina I de Foix y Juan III de Albret, pero en cambio, si se refiere a cierto veneno de herejía que afectaba a los cántabros y nabarros, lo que no justificaba, ni de lejos, la invasión y ocupación del Reino de Nabarra por parte española. El voraz e insaciable apetito imperial del rey de España, Fernando el Falsario, hace que desde la Cancillería de Aragón se falsifique una segunda Bula ese mismo año y que lleva por título Exigit contumatiam, vinculada así al Estado de Nabarra a la condición de colonia española y que ha servido hasta hoy día al Estado español, para justificar toda suerte de atropellos y crímenes realizados por su inquisición, junto a la destrucción de los castillos navarros y la expulsión de la nobleza e intelectualidad humanista del territorio ocupado por soldados españoles, extranjeros en la tierra de Baskonia. La tercer Bula, etsi obstinati, también falsificada ante la complicidad pasiva de la Iglesia Católica, es ya una clara condenación de los reyes nabarros, Catalina I de Foix y Juan III de Albret.
A pesar de que el jefe de la Iglesia Católica, el Papa Julio II, sólo proclamó la bula contra Luís XII de Francia, Universis Santae Matris Ecclesiae, y que las otras tres serían falsificadas por orden expresa del rey de España, Fernando el Falsario, la Iglesia Católica nunca se ha posicionado frontalmente contra la falsa historiografía española, mediante la cual los españoles defienden sus supuestos derechos de conquista basados en la Bula Exigit contumatiam, siendo precisamente esta la que sirvió para asentar realmente la ocupación militar española en el Estado de Nabarra. En ella se dispensaba a los nabarros bajo pena de excomunión, de continuar obedeciendo a sus legítimos y privativos reyes, Catalina I y Juan III, a quienes habían jurado "por Fuero Sacrosanto ancestral" lealtad, nunca jamás hasta entonces violado de manera unilateral. Con ella, el rey de España condenaba personalmente a los reyes de Nabarra, Catalina y Juan, más a todos los nabarros que masivamente les defendían, por lo que el Estado de España no dudó en imponer en esta tierra, su horrenda ley de excepción, la cual arruinó la evolución claramente humanista existente desde los tiempos del príncipe Carlos de Biana. Una imposición que buscaba el sometimiento y la subordinación del Pueblo-Nación de Nabarra y que devastó brutalmente nuestro territorio, al menos aquel situado al sur del Pirineo.
El Papa León X, sustituyó a Julio II como emperador de la cristiandad católica, siendo también un leal escudero para los intereses españoles en el recientemente ocupado Reino de Nabarra. Catalina I y Juan III de Albret, reyes de Nabarra, enviaron innumerables delegaciones a Roma, sede de la Iglesia Católica, las cuales en muchos casos ni siquiera llegaron a ser recibidas por el mayor aliado que han contado los españoles en su ilegal acción contra el Reino de Nabarra. El ascenso al trono del Estado de Nabarra de Enrique II el Sangüesino, significó una mayor reivindicación por parte de los nabarros hacia el emperador católico de Roma. León X debía obligar al Reino de España a retirarse de las tierras ocupadas por su ejército al sur del Pirineo, pero León X, siguiendo con la mayor infamia y tradición católica a los nabarros, dio la espaldaa Enrique II de Nabarra. En diciembre del año 1521 moría León X sin haber hecho nunca nada en favor los nabarros, después de que las tropas españolas hubieran invadido y ocupado de nuevo el Reino de Nabarra, tras derrotar y matar a más de 5000 nabarros en las campas de Noain-Ezkirotz-Barbatain.
Por primera y última vez hasta el día de hoy tras la ilegal invasión por parte española del Estado de Nabarra, un Jefe de la Iglesia Católica se postulaba a favor de la causa de los nabarros. Este fue el Papa Adriano VI, pero su repentina y extraña muerte en septiembre del año 1523, provocó que en Nabarra se celebraran funerales por su defunción. Esto fue aprovechado de nuevo por los españoles, los cuales impidieron el nombramiento de nabarros para altos cargos en la jerarquía eclesiástica en la Nabarra ocupada. Roma miraba a otro lado y volvía a ser así el silencioso y mayor aliado de los españoles, principales enemigos de los nabarros.
La llega al trono católico de Clemente VII realmente fue una mala noticia para los
nabarros. Enrique II de Albret fue hecho prisionero en la batalla de Pavía por las tropas imperiales de Carlos I de España y V de Alemania, junto a su amigo el rey de Francia. Tras la fuga del nabarro, este se casa con la hermana de Francisco I de Francia, Margarita de Angulema, quien se encarga de potenciar el humanismo en la Corte de Nabarra, algo que realmente aborrecía Clemente VII, el cual a pesar de estar prisionero del emperador español Carlos I desde el año 1527, fue cómplice activo en las decisiones de su captor, incluidas las que iban en contra de los nabarros, que soportaron en dicho periodo la incansable y brutal caza de brujas por parte de la inquisición española. Pablo III, tras la muerte en el año 1534 de Clemente VII, toma las riendas del imperio católico. En un principio se posiciona con el Reino de Francia, provocando un ligero enfrentamiento con el Reino de España. Pese a ello, los nabarros no consiguen ningún avance diplomático en sus reclamaciones políticas, principalmente en las concernientes a la materia territorial o geopolítica. Solo se consigue la anulación del primer matrimonio de la princesa de Biana, Juana. La política anti-humanista del Papa, le enfrenta de lleno contra el Nabarrismo incipiente de esa Corte de Pau, en la Nabarra soberana y a su vez, le lleva a aprobar reiteradamente el voraz apetito colonialista llevado a cabo por los invasores españoles en las tierras nabarras ocupadas y sojuzgadas del sur del Pirineo.
Tras su muerte toma el control del imperio cristiano el Papa Julio III. Durante sus cinco años de reinado no atiende ninguna reclamación proveniente del Estado soberano de Nabarra, ya que estaba centrado en el concilio de Trento impulsado por su predecesor. Marcelo II apenas tuvo tiempo de atender alguna reclamación nabarra, ya que no ostentó el cargo de Jefe de la Iglesia Católica ni siquiera un mes. En cambio, el viejo y colérico Pablo IV, tras ponerse al mando del imperio católico de Roma en mayo del año 1555, pondera el denominado Reino del Terror con el cual pretende combatir las reformas protestantes de Lutero y Calvino. El Nabarrismo es un enemigo más al que combatir debido a la “rebeldía” de los nabarros. Su carácter impulsivo le llevó incluso a realizar un boceto donde planteaba entregar la Nabarra soberana del norte del Pirineo a la monarquía católica española.
En diciembre del año 1559, la Corona del Vaticano recae en Pío IV, el cual comienza una política de presión sobre Felipe II de España para buscar la resolución definitiva a la legitimidad de los reyes privativos de Nabarra. Pedro de Albret llevó a Roma la carta de adhesión al nuevo Papa firmada por la mismísima reina de Nabarra Juana III de Albret y su marido Antonio I de Borbón. Pedro de Albert había sido elegido como el encargado de realizar las negociaciones pertinentes, con las cuales se restituirían al Reino Soberano de Nabarra las tierras ocupadas por las tropas españolas. En enero del año 1561, el jefe de la Iglesia Católica nombra a los reyes de Nabarra legítimos soberanos para todos los territorios de Baskonia, incluida las tierras ocupadas y devastadas por las tropas españolas y la inquisición. Pero, el Estado de España reacciona, presiona y se interpone con falsedades y promesas en la resolución del conflicto. Roma entonces rechaza a todas las delegaciones provenientes del Estado de Nabarra. El emperador de Roma traiciona el juramento dado a los nabarros, lo que provoca la entrada definitiva del Nabarrismo religioso en el Reino Pirenaico, contando este con una base calvinista, pero con gran semejanza al Anglicanismo.
Su sucesor el Papa Pío V, gran inquisidor del catolicismo, precisamente en un momento en el cual en el Estado Pirenaico de Nabarra se extendía la tolerancia religiosa y el respeto a las personas y opiniones, coge el relevo de su antecesor. Después de él llegó al trono de Roma, Gregorio XIII. Este emperador católico, tras enterarse del asesinato a manos francesas de la reina Juana III de Nabarra, lo celebró abiertamente y posteriormente tras la matanza de San Bartolomé, ordenó que se cantara Te Deum en las iglesias de Roma. Sus aliados españoles, con su rey Felipe II al frente, también lo celebraron por todo lo alto. El nuevo emperador católico romano, Sixto V, se alió de nuevo con el Reino de España. Por ello instó a la invasión de Inglaterra y de pasó, incentivado por su odio al humanismo nabarro, condenó y excomulgó por hereje a Enrique III de Nabarra. Sixto V realizó la condenación más clara que se ha realizado desde estado Pontificio contra el Nabarrismo, mediante una Bula que obligó firmar a 25 cardenales cristianos, católicos, apostólicos y romanos.
Urbano VII, Gregorio XIV e Inocencio IX, apenas pudieron hacer daño a los nabarros, aunque intentaron incluir al Nabarrismo dentro de la Reforma. Sus mandatos en el imperio católico fuero extremadamente cortos, llegando solo a sumar algo más de un año entre los tres. Su sucesor Clemente VIII, retiró la excomunión a Enrique de Borbón y Albret, pero solo como rey de Francia y manteniéndosela como rey de Nabarra, exigiéndole además la imposición de una única doctrina, la católica, para el Reino Pirenaico de Nabarra, manifestando incluso que el edicto de Nantes era obra del mismísimo diablo. Este emperador de Roma, llegó a afirmar lo siguiente:
“(…) del Navarrismo se reirán un día las futuras generaciones.”
León XI, nunca objetivamente llegó a preocuparse de los asuntos de los nabarros, algo que si sucedió con Pablo V, último emperador católico de Roma que se inmiscuyó en los asuntos de los nabarros libres y soberanos. Pablo V llegó a mencionar en uno de sus conclaves, que habría más paz en el mundo si Enrique III de Nabarra y VI de Francia fuera asesinado, algo que finalmente llevó a efecto el ultra-católico jesuita Ravaillac en el año 1610. Tras la muerte de Margarita de Valois, Luís XIII de Francia, sin contar con legitimidad alguna al trono del Reino de Nabarra, invade y ocupa el Estado Pirenaico, el cual para satisfacción de españoles y principalmente del Jefe de la Iglesia Católica, es declarado tras el ilegal Decreto de la Unión de Paris como parte de la Francia católica, completándose así la destrucción del Estado más humanista y libertario existente hasta entonces en toda Europa, cerniéndose desde entonces la oscuridad retrógrada del catolicismo sobre los nabarros, una doctrina que ha facilitado así la colonización de los imperios español y francés del Estado de Nabarra.
En marzo del año 2000, el jefe de la Iglesia Católica, el Papa Juan Pablo II, pidió públicamente perdón por siete errores históricos de su Iglesia, mediante la Bula Incarnationis Mysterium. A día de hoy, con Benedicto XVI como el Jefe de la Iglesia Católica todavía no han pedido desde la Iglesia Católica perdón a los nabarros por la intolerancia, la violencia, los magnicidios de los jefes de Estado nabarros con las guerras de religión como fondo, el abuso de Inquisición española, las excomuniones a los reyes de Nabarra y su leales súbditos, su hostilidad contra la mitología vasc(on)a, su alianza con los Estados que impiden el Derecho primordial de autodeterminación y soberanía de los nabarros y su continua cerrazón cultural y ética mostrada desde la Iglesia Católica.
Por ello realmente, por muy creyentes que haya entre nosotros, a los nabarros no nos vale únicamente con dicho perdón, sino no está cargado de un gran arrepentimiento, pasmado cuando vuestra Iglesia pague la enorme deuda histórico-política que tiene con el Estado de Nabarra. Pero… ¿Cuando la Iglesia Católica pagará la enorme deuda que tiene con los nabarros y su Estado? Probablemente la respuesta sea nunca y por ello debamos atender de nuevo las palabras del gran dramaturgo inglés, William Shakespeare, que nos dijo: El que muere paga todas sus deudas y anhelar la total desaparición de la faz de la tierra a la gran secta de las sectas, por su ambición desmesurada e imperialismo imparable, que ha alcanzado todo su poder mediante la hipocresía, la violencia, la intransigencia, el fanatismo, la intolerancia, el odio, el miedo, el robo, el asesinato, la desconfianza y el terror, que conocemos como Iglesia Católica, Apostólica y Romana.
BIBLIOGRAFÍA
ADOT, Álvaro. Juan de Albret y Catalina de Foix o la defensa del Estado
navarro, 2005
AGRAMONT, Pedro. Historia de Navarra, 1996
AOIZ, Floren. La vieja herida. De la conquista española al amejoramiento
Foral, 2002
ARBELOA, Víctor Manuel. La corte protestante de Navarra (1527-1563),
1992
BOISSONNADE, Pierre. La conquista de Navarra, 1981
BORDONAVE, George. Enrique IV, 1985
CAMPIÓN, Arturo. Obras completas, 1983
CLAVERÍA, Carlos. Historia del Reino de Navarra, 1971
DE OLAIZOLA, Juan Mª y URZAINQUI, Tomás. La Navarra marítima, 1998
ESARTE, Pello. Navarra 1512-1530, 2001
ESARTE, Pello. Vasconia en el siglo XII. De Reino de Pamplona a Reino de
Navarra, 2004
ESARTE, Pello. Represión y reparto del Estado navarro (siglos XVI y
XVII), 2007
GOÑI GAZTAMBIDE, José. Navarra y las Cruzadas, 1983
HUICI, María Puy. En torno a la conquista de Navarra, 1993
JIMENO, J. Mª. Historia de Navarra. Desde los orígenes hasta nuestros
días, 1980
JOUANNA, Arlette. Historia y diccionario de guerras de religión,
1559–1598, Robert Laffont, colección "Bouquins", 1998
LACARRA, José Mª. Historia política del Reino de Navarra desde sus
orígenes hasta su incorporación a Castilla, 1972
LACARRA, José Mª. Historia del Reino de Navarra en la Edad Media, 1976
MIRANDA, Fermín. Historia de Navarra, 2004
MOOTE, Lloyd. Luís XIII, el justo, 1994
MORET Y ALESON. Annales del Reyno de Navarra, 1980
NARBAITZ, Pierre. Navarra o cuando los vascos tenían reyes, 2007
PÉREZ, María Cruz. Atlas de Navarra. Geografía e historia, 2006
ORIA, Jon. Los últimos reyes de Navarra, 1987
ORIA, Jon. Navarra es una colonia española y francesa, 1994
PESCADOR, Aitor. Francisco de Xabier, nacimiento de un mito, muerte de una nación, 2006
SALDISE ALDA, Iñigo. Los herederos de San Pedro contra los navarros I y
II, 2008 (Artículo)
SALDISE ALDA, Iñigo. La Iglesia Católica y su gran deuda con Nabarra, 2009 (Artículo)
SALDISE ALDA, Iñigo. Nabarra, reflexiones de un patriota, 2010
SAN MARTÍN P. J. Juana III de Albret (1528-1572).La fuerza de una mujer
y la Biblia, 2003.
SERRANO, Bixente. Navarra. Las tramas de la historia, 2006
SORAUREN, Mikel. Historia de Navarra, el Estado Vasco, 1999
URZAINQUI, Tomás. Navarra, sin fronteras impuestas, 2002
URZAINQUI, Tomás. Navarra Estado europeo, 2003
URZAINQUI, Tomás. Soberanía o subordinación, 2005
USUNARIZ, Jesús María. Historia Breve de Navarra, 2006
VV.AA. Historia Ilustrada de Navarra, 1993
VV.AA. Historia de Navarra, 1994
VV.AA. Enrique II de Albret “el sangüesino” (1503-1555), 2003
YANGUAS Y MIRANDA. Crónica de los reyes de Navarra, 1843
YANGUAS Y MIRANDA. Historia compendiada del Reino de Navarra, 1843
Garaño, el castillo oculto
Garaño, el castillo oculto
Nerea Alejos. Egillor-Nabarra
Estratégicamente situado a las puertas de la Cuenca de Pamplona, el castillo de Garaño fue el primero que atacaron las tropas castellanas durante la conquista de Navarra. Un grupo de vecinos ha trabajado duramente para sacar sus restos a la luz.
BAJO el sol implacable del mediodía, azada o espátula en mano, una decena de voluntarios se afanaban ayer en quitarle tierra a una muralla de un metro de alto, la misma que hace cinco siglos perteneció al castillo de Garaño, de origen medieval. Dirigidos por el historiador Iñaki Sagredo y por dos arqueólogos de la empresa navarra Gestión Cultural Larrate, desde mediados de julio han estado subiendo a la colina de Egillor para trabajar en auzolán. La campaña de trabajo, que concluyó ayer, ha sido dura: limpiar maleza y zarzas, desenterrar las piedras de la muralla y acarrear cestos de más de cinco kilos de tierra.
Todos los voluntarios eran vecinos de los pequeños pueblos de Egillor y Ulzurrun, pertenecientes al valle de Ollo. Justo a un kilómetro de Egillor se levanta la colina en la que se construyó el castillo de Garaño, elevado a 600 metros de altitud. La subida es escarpada y resbaladiza, repleta de tierra, pero alcanzar la cima garantiza unas vistas espectaculares del valle.
Debido a su posición estratégica, Garaño fue el primer castillo que tomaron las tropas castellanas del duque de Alba durante la conquista de Navarra, en el verano de 1512. Dos siglos antes, se le había dado un uso residencial al albergar al hijo bastardo del rey Carlos II, quien envió junto a él a su madre y varias nodrizas. Y en el siglo XIII, durante la guerra de la Navarrería, el castillo sufrió el asedio de las tropas francesas, que lanzaron bolas de piedra con una catapulta.
Iñaki Sagredo, autor de los cuatro tomos de la colección Navarra: Castillos que defendieron el Reino, enfatiza el hecho de que el castillo de Garaño se comunica visualmente con otros dos: el de Orarregi, situado en el monte Gaztelu, y el de Aicita, asentado en la cima de Dos Hermanas. En total, forman un triángulo cuya área no supera los diez kilómetros. "Desde Aicita se vigilaba el antiguo paso a Pamplona, y justamente coincide con el trazado de la antigua calzada romana", explica Sagredo. El castillo tenía 70 metros de largo y 50 de ancho, se construyó en planta circular y en su interior se elevaba un torreón del que también han aparecido restos. La forma de esa torre orienta la hipótesis de que el castillo de Garaño, documentado en el siglo XI, podría datar de época romana. "Es una construcción similar a la de los castillos situados junto a las calzadas", confirma.
Piedras de diez kilos
"Da mucho gustico sacar piedras de su sitio", reconocía Izaskun Armendáriz Tirapu, vecina de Egillor, que estaba totalmente enfrascada en desenterrar una de las piedras defensivas del muro. "He llegado a sacar piedras de diez kilos", contaba sin soltar la espátula. El pedrusco que tenía entre manos tenía pinta de pesar todavía más.
"Lo más bonito de este castillo es que está prácticamente oculto y es muy ilusionante volver a sacarlo a la luz. Aquí partes de cero", contaba la joven arqueóloga pamplonesa Andión Arteaga, de Gestión Cultural Larrate.
El pasado mes de julio, antes de que el grupo de vecinos comenzara a excavar la muralla, Sergio Peñalver Primo, de Egillor, se encargó de limpiar el terreno con una desbrozadora y una motosierra. "Todo lo han hecho por amor al arte, porque no hemos recibido ninguna ayuda económica", comenta Iñaki Sagredo. Por su parte, Sergio Peñalver reivindica el valor del castillo de Garaño: "Es un reclamo turístico para el valle, que también cuenta con otros atractivos, como el nacedero de Arteta o el Museo de Ulibarrena".
http://www.diariodenavarra.es/noticias/mas_actualidad/cultura/garano_castillo_oculto.html
Nerea Alejos. Egillor-Nabarra
Estratégicamente situado a las puertas de la Cuenca de Pamplona, el castillo de Garaño fue el primero que atacaron las tropas castellanas durante la conquista de Navarra. Un grupo de vecinos ha trabajado duramente para sacar sus restos a la luz.
BAJO el sol implacable del mediodía, azada o espátula en mano, una decena de voluntarios se afanaban ayer en quitarle tierra a una muralla de un metro de alto, la misma que hace cinco siglos perteneció al castillo de Garaño, de origen medieval. Dirigidos por el historiador Iñaki Sagredo y por dos arqueólogos de la empresa navarra Gestión Cultural Larrate, desde mediados de julio han estado subiendo a la colina de Egillor para trabajar en auzolán. La campaña de trabajo, que concluyó ayer, ha sido dura: limpiar maleza y zarzas, desenterrar las piedras de la muralla y acarrear cestos de más de cinco kilos de tierra.
Todos los voluntarios eran vecinos de los pequeños pueblos de Egillor y Ulzurrun, pertenecientes al valle de Ollo. Justo a un kilómetro de Egillor se levanta la colina en la que se construyó el castillo de Garaño, elevado a 600 metros de altitud. La subida es escarpada y resbaladiza, repleta de tierra, pero alcanzar la cima garantiza unas vistas espectaculares del valle.
Debido a su posición estratégica, Garaño fue el primer castillo que tomaron las tropas castellanas del duque de Alba durante la conquista de Navarra, en el verano de 1512. Dos siglos antes, se le había dado un uso residencial al albergar al hijo bastardo del rey Carlos II, quien envió junto a él a su madre y varias nodrizas. Y en el siglo XIII, durante la guerra de la Navarrería, el castillo sufrió el asedio de las tropas francesas, que lanzaron bolas de piedra con una catapulta.
Iñaki Sagredo, autor de los cuatro tomos de la colección Navarra: Castillos que defendieron el Reino, enfatiza el hecho de que el castillo de Garaño se comunica visualmente con otros dos: el de Orarregi, situado en el monte Gaztelu, y el de Aicita, asentado en la cima de Dos Hermanas. En total, forman un triángulo cuya área no supera los diez kilómetros. "Desde Aicita se vigilaba el antiguo paso a Pamplona, y justamente coincide con el trazado de la antigua calzada romana", explica Sagredo. El castillo tenía 70 metros de largo y 50 de ancho, se construyó en planta circular y en su interior se elevaba un torreón del que también han aparecido restos. La forma de esa torre orienta la hipótesis de que el castillo de Garaño, documentado en el siglo XI, podría datar de época romana. "Es una construcción similar a la de los castillos situados junto a las calzadas", confirma.
Piedras de diez kilos
"Da mucho gustico sacar piedras de su sitio", reconocía Izaskun Armendáriz Tirapu, vecina de Egillor, que estaba totalmente enfrascada en desenterrar una de las piedras defensivas del muro. "He llegado a sacar piedras de diez kilos", contaba sin soltar la espátula. El pedrusco que tenía entre manos tenía pinta de pesar todavía más.
"Lo más bonito de este castillo es que está prácticamente oculto y es muy ilusionante volver a sacarlo a la luz. Aquí partes de cero", contaba la joven arqueóloga pamplonesa Andión Arteaga, de Gestión Cultural Larrate.
El pasado mes de julio, antes de que el grupo de vecinos comenzara a excavar la muralla, Sergio Peñalver Primo, de Egillor, se encargó de limpiar el terreno con una desbrozadora y una motosierra. "Todo lo han hecho por amor al arte, porque no hemos recibido ninguna ayuda económica", comenta Iñaki Sagredo. Por su parte, Sergio Peñalver reivindica el valor del castillo de Garaño: "Es un reclamo turístico para el valle, que también cuenta con otros atractivos, como el nacedero de Arteta o el Museo de Ulibarrena".
http://www.diariodenavarra.es/noticias/mas_actualidad/cultura/garano_castillo_oculto.html
2011/08/18
1512-1841 ¿Soberanía o subordinación?
1512-1841 ¿Soberanía o subordinación?
Iñigo Saldise Alda, secretario general de la Comisión Soberanista de Nabarra (NBK-CSN)
El pasado 17 de agosto, de nuevo el colaborador del DIARIO DE NOTICIAS, el sr. don Patxi Ventura Sanjuan, afirmó sin ningún tipo de seriedad y rigor histórico-político, que el territorio que conforma la actual C.F. de Navarra fue un Estado soberano hasta hace solo 172 años, momento en que le es despojado del título residual de Reino que poseía tras su ilegal, ilegítima e involuntaria anexión a la Corona de Castilla en la ciudad española de Burgos en el año 1515, dando comienzo así el proceso de colonización español, que tuvo su punto álgido en la degradación de la Navarra residual a una simple provincia más del Reino de España en el año 1841 ó 1839, quizás si lo prefieren, principalmente los carlistas y sus herederos ideológicos y políticos al tomar como referente el traicionero abrazo de Bergara.
Si ciertamente el Reino de Nabarra, o mejor dicho, las Cortes existentes para las tierras pertenecientes al mismo que fueron invadidas y ocupadas militarmente, sin previa declaración de guerra en el año 1512 por las tropas españolas hubieran mantenido su legitimidad y su plural representatividad, podrían haber sido consideradas legales y soberanas cuando, bajo coacción militar española junto a las amenazantes y más que probable falsas Bulas Papales, juraron lealtad en el año 1513, tras el fracaso del primer intento de Reconquista de la soberanía nabarra por vía militar, a Fernando II de Aragón, el cual ya se auto-titulaba como rey de España tras la conquista del Granada llevada a cabo junto a su mujer Isabel I de Castilla y León, en el año 1492. Desde el preciso instante que un País o Estado, como es el caso de nuestra amada Nabarra, sufre una ocupación militar ilegítima por parte de una(s) potencia(s) extranjera(s), la cual palpablemente perdura a día de hoy, dicho País o Estado está subordinado políticamente al invasor gracias al sometimiento militar impuesto por el imperio invasor, el cual de una u otra manera, primero solo busca la total aniquilación de la Nación invadida o en su defecto, la total colonización y esclavitud de la misma. En nuestro caso se dio la segunda opción por diferentes motivos, siendo quizás el más importante la verdadera existencia de un Reino soberano de Nabarra al norte de los Pirineos, incluso desde el mismísimo año 1512, ya que los asaltantes militares españoles fueron repelidos desde el Vizcondado del Biarno, unido al Reino de Nabarra desde el año 1484. Por cierto, fue soberano hasta el año 1620, año de otra ilegal invasión militar, esta vez llevada a cabo por el imperio francés.
Por otro lado, es cierto que el territorio que conforma la actual provincia colonial española de Navarra, hasta hace 172 años o quizás como mantenemos algunos solo 170, mantuvo aduanas con los territorios que anteriormente pertenecían al Reino de Nabarra y que fueron invadidos y colonizados con anterioridad por castellano-leoneses y barceloneses. Incluso tuvo una firme frontera con el soberano Reino de Nabarra al norte del Pirineo, eso sí, protegida por tropas españolas. También poseyó moneda propia y una Cortes ilegítimas, recordemos, que convivían un día tras otro en Contrafuero, ya que el virrey era extranjero. Los navarros residuales estaban (y estamos) subordinados y supeditados a los designios españoles. Además, el Derecho Pirenaico de carácter horizontal, fue siendo sustituido paulatinamente por el Derecho Germánico de carácter piramidal. Dicho territorio aparecía como parte integrante del imperio español en todos los mapas políticos tras el año 1530, careciendo por ello de reconocimiento internacional como País libre, independiente o soberano. Todo ello y algunas más cosas, seguro, hacen que sea políticamente inapropiado considerarlo un Reino soberano aunque ello vaya contra nuestras primeras enseñanzas en el seno de una familia carlista o nacionalistas o regionalistas, pues indudablemente puede llevar a la equivocación a nuestros conciudadanos, favoreciendo así la labor colonial española y francesa. Tal vez, a lo sumo, podemos considerarlo como un territorio más o menos autónomo, perteneciente por imposición militar al imperio español y que en la actualidad no queda nada de nuestro Fuero, al menos el basado y regido por el Derecho Pirenaico o propio.
Iñigo Saldise Alda, secretario general de la Comisión Soberanista de Nabarra (NBK-CSN)
El pasado 17 de agosto, de nuevo el colaborador del DIARIO DE NOTICIAS, el sr. don Patxi Ventura Sanjuan, afirmó sin ningún tipo de seriedad y rigor histórico-político, que el territorio que conforma la actual C.F. de Navarra fue un Estado soberano hasta hace solo 172 años, momento en que le es despojado del título residual de Reino que poseía tras su ilegal, ilegítima e involuntaria anexión a la Corona de Castilla en la ciudad española de Burgos en el año 1515, dando comienzo así el proceso de colonización español, que tuvo su punto álgido en la degradación de la Navarra residual a una simple provincia más del Reino de España en el año 1841 ó 1839, quizás si lo prefieren, principalmente los carlistas y sus herederos ideológicos y políticos al tomar como referente el traicionero abrazo de Bergara.
Si ciertamente el Reino de Nabarra, o mejor dicho, las Cortes existentes para las tierras pertenecientes al mismo que fueron invadidas y ocupadas militarmente, sin previa declaración de guerra en el año 1512 por las tropas españolas hubieran mantenido su legitimidad y su plural representatividad, podrían haber sido consideradas legales y soberanas cuando, bajo coacción militar española junto a las amenazantes y más que probable falsas Bulas Papales, juraron lealtad en el año 1513, tras el fracaso del primer intento de Reconquista de la soberanía nabarra por vía militar, a Fernando II de Aragón, el cual ya se auto-titulaba como rey de España tras la conquista del Granada llevada a cabo junto a su mujer Isabel I de Castilla y León, en el año 1492. Desde el preciso instante que un País o Estado, como es el caso de nuestra amada Nabarra, sufre una ocupación militar ilegítima por parte de una(s) potencia(s) extranjera(s), la cual palpablemente perdura a día de hoy, dicho País o Estado está subordinado políticamente al invasor gracias al sometimiento militar impuesto por el imperio invasor, el cual de una u otra manera, primero solo busca la total aniquilación de la Nación invadida o en su defecto, la total colonización y esclavitud de la misma. En nuestro caso se dio la segunda opción por diferentes motivos, siendo quizás el más importante la verdadera existencia de un Reino soberano de Nabarra al norte de los Pirineos, incluso desde el mismísimo año 1512, ya que los asaltantes militares españoles fueron repelidos desde el Vizcondado del Biarno, unido al Reino de Nabarra desde el año 1484. Por cierto, fue soberano hasta el año 1620, año de otra ilegal invasión militar, esta vez llevada a cabo por el imperio francés.
Por otro lado, es cierto que el territorio que conforma la actual provincia colonial española de Navarra, hasta hace 172 años o quizás como mantenemos algunos solo 170, mantuvo aduanas con los territorios que anteriormente pertenecían al Reino de Nabarra y que fueron invadidos y colonizados con anterioridad por castellano-leoneses y barceloneses. Incluso tuvo una firme frontera con el soberano Reino de Nabarra al norte del Pirineo, eso sí, protegida por tropas españolas. También poseyó moneda propia y una Cortes ilegítimas, recordemos, que convivían un día tras otro en Contrafuero, ya que el virrey era extranjero. Los navarros residuales estaban (y estamos) subordinados y supeditados a los designios españoles. Además, el Derecho Pirenaico de carácter horizontal, fue siendo sustituido paulatinamente por el Derecho Germánico de carácter piramidal. Dicho territorio aparecía como parte integrante del imperio español en todos los mapas políticos tras el año 1530, careciendo por ello de reconocimiento internacional como País libre, independiente o soberano. Todo ello y algunas más cosas, seguro, hacen que sea políticamente inapropiado considerarlo un Reino soberano aunque ello vaya contra nuestras primeras enseñanzas en el seno de una familia carlista o nacionalistas o regionalistas, pues indudablemente puede llevar a la equivocación a nuestros conciudadanos, favoreciendo así la labor colonial española y francesa. Tal vez, a lo sumo, podemos considerarlo como un territorio más o menos autónomo, perteneciente por imposición militar al imperio español y que en la actualidad no queda nada de nuestro Fuero, al menos el basado y regido por el Derecho Pirenaico o propio.
2011/08/13
El ejemplo de Orreaga 778
El ejemplo de Orreaga 778
Iñigo Saldise Alda
Lo ocurrido aquel 15 de agosto del año 778, no solo fue un hito para la historia bélica mundial, sino que realmente es un día para recordar y del cual sentirse orgullosos todos los independentistas, estatalistas, soberanistas y legitimistas nabarros. Aquel día de verano tuvo lugar una batalla crucial para el devenir histórico-político de los vascones independientes o nabarros. Pocos días antes de tan importante batalla, el emperador franco Carlomagno había ordenado arrasar la ciudad de los nabarros-Iruñea-tras no poder rendir la plaza musulmana de Zaragoza. Este acto de castigo militar, fue llevado a cabo como medida de represión por la neutralidad intrínseca y natural de este Pueblo, el nabarro, apasionado de su libertad. Este hito mundial, que incontestablemente supuso la única derrota conocida del ejército más poderoso de Europa en esa época, significó la primera muestra de unidad vascona o nabarra ante una agresión militar extranjera, que tristemente pocas veces se ha vuelto alcanzar de nuevo a lo largo de nuestra historia política.
Paganos, cristianos y musulmanes vascones, no pusieron en tela de juicio el tener que unirse ante un enemigo común, los francos, el cual solo buscaba su total extermino o en su defecto, su colonización y esclavitud. Los nabarros, muy bien organizados, pues de lo contrario habría sido imposible alcanzar la victoria, se congregaron en las proximidades del paso natural de Astobizkar, próximo a Orreaga. Conocedores de la superioridad de la caballería carolingia, los vascones independientes sacaron un gran partido a su conocimiento del terreno y su superioridad en el manejo de las armas cortas, más ligeras que las armas que poseían los invasores, disponiendo y coordinaron la batalla de tal manera, que solo podía saldarse con el triunfo del bando nabarro.
Hoy en día, lamentablemente, la mayoría de los vasco(ne)s que queremos recuperar esa libertad arrebatada ilegalmente por la fuerza de las armas, tanto francesas como españolas, a lo largo de las sucesivas invasiones y ocupaciones militares de nuestro territorio que concluyeron con la fragmentación de nuestra Nación y Patria, al ser continuadas con una imperial labor colonizadora por parte de España y Francia, estamos muy lejos de alcanzar la unidad necesaria con la cual recuperar nuestra libertad.
No cabe duda que los independentistas, estatalistas, soberanistas y legitimistas que todavía no hemos sido aniquilados en este País por españoles y franceses, queremos rescatar la independencia que nos arrebataron los imperios de España y Francia, brusca e ilegítimamente. Es indudable que todos nosotros queremos que se nos vuelva a reconocer por nuestro término político, exclusivo y adecuado, pero para ello debemos tener bien claro que solo podrá ser posible con la plena recuperación de la soberanía de aquel Estado que crearon nuestros antepasados, los vascones libres e independientes, que ya fueron nombrados con nuestro apropiado término político de nabarros en el año 769, unos cuantos años de la creación de nuestro Estado.
Pero para lograr nuestro noble y leal objetivo, es imprescindible una unión de acción, pues tenemos la intención de alcanzar el mismo objetivo libertario. Para facilitar dicha unión contamos con herramientas más poderosas de las que poseyeron nuestros antepasados en el año 778. En primer lugar, contamos con la larga historia política de nuestro Estado, con el cual nuestros antepasados fueron libres, gracias al Derecho Pirenaico o Fuero nabarro, donde está especificado que las Leyes son anteriores a los reyes. Un Estado que indudablemente nos representó ante los demás Estados europeos, desde la independencia que otorga la soberanía. Todo ello a pesar de las continuas agresiones ilegales militares que sufrió nuestra Nación, nuestro País, hasta que finalmente un ejército francés, siguiendo el ilegítimo y militar ejemplo castellano-leonés primero y español después, entrara a sangre y fuego en lo que quedaba nuestro territorio soberano, disolviendo violentamente nuestras Cortes y Estados Generales en el año 1620.
A esta larga historia política, debemos sumarle un factor que debe ser determinante, nuestra ideología semejante cuando no idéntica. Eso sí, basada en el ejercicio de la independencia y no en la dependencia a aquellos Estados que únicamente nos quieren exterminar o en su defecto colonizar, esclavizar, mediante sus imposiciones militares, políticas, culturales y económicas, donde sus jueces asignan unas leyes-ad hoc-para nosotros, los vasco(ne)s de esta parte de Europa, que nos impiden el volver a ser nabarros, atrapándonos así en su rueda imperialista y colonialista de personalidad totalitaria o incluso fascista.
Esta herramienta ideológica que debe y puede facilitar la unidad necesaria con la que alcanzar finalmente nuestro noble y pacífico objetivo independentista, solo puede basarse en una política propia, incuestionablemente soberana para no dar concesión alguna a nuestros actuales enemigos, sin olvidarnos de buscar dentro de la obligada unidad, la cohesión de todos los diferentes planteamientos Estatales que poseemos a día de hoy, sin cerrar puertas a teorías aparentemente contradictorias y que realmente son complementarias, aparcando para ello nuestras tendencias sociopolíticas, bien sean de izquierdas, de centro o de derechas, ya que estos son objetivos realmente secundarios en la actualidad para los vasco(ne)s. Por ello hay que limar nuestras diferencias para así poder alcanzar la fuerza necesaria con la que recuperar nuestra libertad.
Para concluir, afirmar que lo ocurrido en las proximidades de Orreaga en el año 778, debe y tiene la obligación de ser un referente imprescindible para todos nosotros. Un ejemplo que estamos necesitados e incluso obligados a seguir, pues al dejar al lado nuestras diferencias sociopolíticas podremos alcanzar esa unidad en torno al objetivo común que compartimos, algo que ya hicieron los vascones independientes o nabarros aquel 15 de agosto, sin conocer, saber o imaginarse si quiera, la trascendencia histórico-política de su acto valeroso, autónomo y libertario, el cual solo puede ser considero como el día de la libertad del Pueblo, de la Nación nabarra.
Iñigo Saldise Alda
Lo ocurrido aquel 15 de agosto del año 778, no solo fue un hito para la historia bélica mundial, sino que realmente es un día para recordar y del cual sentirse orgullosos todos los independentistas, estatalistas, soberanistas y legitimistas nabarros. Aquel día de verano tuvo lugar una batalla crucial para el devenir histórico-político de los vascones independientes o nabarros. Pocos días antes de tan importante batalla, el emperador franco Carlomagno había ordenado arrasar la ciudad de los nabarros-Iruñea-tras no poder rendir la plaza musulmana de Zaragoza. Este acto de castigo militar, fue llevado a cabo como medida de represión por la neutralidad intrínseca y natural de este Pueblo, el nabarro, apasionado de su libertad. Este hito mundial, que incontestablemente supuso la única derrota conocida del ejército más poderoso de Europa en esa época, significó la primera muestra de unidad vascona o nabarra ante una agresión militar extranjera, que tristemente pocas veces se ha vuelto alcanzar de nuevo a lo largo de nuestra historia política.
Paganos, cristianos y musulmanes vascones, no pusieron en tela de juicio el tener que unirse ante un enemigo común, los francos, el cual solo buscaba su total extermino o en su defecto, su colonización y esclavitud. Los nabarros, muy bien organizados, pues de lo contrario habría sido imposible alcanzar la victoria, se congregaron en las proximidades del paso natural de Astobizkar, próximo a Orreaga. Conocedores de la superioridad de la caballería carolingia, los vascones independientes sacaron un gran partido a su conocimiento del terreno y su superioridad en el manejo de las armas cortas, más ligeras que las armas que poseían los invasores, disponiendo y coordinaron la batalla de tal manera, que solo podía saldarse con el triunfo del bando nabarro.
Hoy en día, lamentablemente, la mayoría de los vasco(ne)s que queremos recuperar esa libertad arrebatada ilegalmente por la fuerza de las armas, tanto francesas como españolas, a lo largo de las sucesivas invasiones y ocupaciones militares de nuestro territorio que concluyeron con la fragmentación de nuestra Nación y Patria, al ser continuadas con una imperial labor colonizadora por parte de España y Francia, estamos muy lejos de alcanzar la unidad necesaria con la cual recuperar nuestra libertad.
No cabe duda que los independentistas, estatalistas, soberanistas y legitimistas que todavía no hemos sido aniquilados en este País por españoles y franceses, queremos rescatar la independencia que nos arrebataron los imperios de España y Francia, brusca e ilegítimamente. Es indudable que todos nosotros queremos que se nos vuelva a reconocer por nuestro término político, exclusivo y adecuado, pero para ello debemos tener bien claro que solo podrá ser posible con la plena recuperación de la soberanía de aquel Estado que crearon nuestros antepasados, los vascones libres e independientes, que ya fueron nombrados con nuestro apropiado término político de nabarros en el año 769, unos cuantos años de la creación de nuestro Estado.
Pero para lograr nuestro noble y leal objetivo, es imprescindible una unión de acción, pues tenemos la intención de alcanzar el mismo objetivo libertario. Para facilitar dicha unión contamos con herramientas más poderosas de las que poseyeron nuestros antepasados en el año 778. En primer lugar, contamos con la larga historia política de nuestro Estado, con el cual nuestros antepasados fueron libres, gracias al Derecho Pirenaico o Fuero nabarro, donde está especificado que las Leyes son anteriores a los reyes. Un Estado que indudablemente nos representó ante los demás Estados europeos, desde la independencia que otorga la soberanía. Todo ello a pesar de las continuas agresiones ilegales militares que sufrió nuestra Nación, nuestro País, hasta que finalmente un ejército francés, siguiendo el ilegítimo y militar ejemplo castellano-leonés primero y español después, entrara a sangre y fuego en lo que quedaba nuestro territorio soberano, disolviendo violentamente nuestras Cortes y Estados Generales en el año 1620.
A esta larga historia política, debemos sumarle un factor que debe ser determinante, nuestra ideología semejante cuando no idéntica. Eso sí, basada en el ejercicio de la independencia y no en la dependencia a aquellos Estados que únicamente nos quieren exterminar o en su defecto colonizar, esclavizar, mediante sus imposiciones militares, políticas, culturales y económicas, donde sus jueces asignan unas leyes-ad hoc-para nosotros, los vasco(ne)s de esta parte de Europa, que nos impiden el volver a ser nabarros, atrapándonos así en su rueda imperialista y colonialista de personalidad totalitaria o incluso fascista.
Esta herramienta ideológica que debe y puede facilitar la unidad necesaria con la que alcanzar finalmente nuestro noble y pacífico objetivo independentista, solo puede basarse en una política propia, incuestionablemente soberana para no dar concesión alguna a nuestros actuales enemigos, sin olvidarnos de buscar dentro de la obligada unidad, la cohesión de todos los diferentes planteamientos Estatales que poseemos a día de hoy, sin cerrar puertas a teorías aparentemente contradictorias y que realmente son complementarias, aparcando para ello nuestras tendencias sociopolíticas, bien sean de izquierdas, de centro o de derechas, ya que estos son objetivos realmente secundarios en la actualidad para los vasco(ne)s. Por ello hay que limar nuestras diferencias para así poder alcanzar la fuerza necesaria con la que recuperar nuestra libertad.
Para concluir, afirmar que lo ocurrido en las proximidades de Orreaga en el año 778, debe y tiene la obligación de ser un referente imprescindible para todos nosotros. Un ejemplo que estamos necesitados e incluso obligados a seguir, pues al dejar al lado nuestras diferencias sociopolíticas podremos alcanzar esa unidad en torno al objetivo común que compartimos, algo que ya hicieron los vascones independientes o nabarros aquel 15 de agosto, sin conocer, saber o imaginarse si quiera, la trascendencia histórico-política de su acto valeroso, autónomo y libertario, el cual solo puede ser considero como el día de la libertad del Pueblo, de la Nación nabarra.
El 15 de agosto, una verdad rodeada de falsedades
El 15 de agosto, una verdad rodeada de falsedades
Tomas Urzainqui Mina, jurista e historiador nabarro
Si bien el hecho de la batalla de Orreaga ocurrió realmente, pronto se intentó difuminar qué es lo que allí había pasado, quiénes intervinieron y sobre todo qué consecuencias tuvo. El hecho en sí, y quienes combatieron, está probado de un lado por los documentos conservados y, por otro, con los efectos que dicha batalla trajo consigo para las personas que vivían en un radio de doscientos kilómetros alrededor de Orreaga, especialmente la consolidación de la independencia de los vascones frente a los francos. El primer documento de que se tiene noticia son los anales carolingios, redactados por Éginhard bajo el reinado de Luís el Piadoso, hijo de Carlomagno, donde se recoge el ataque -al regreso de la expedición a Hispania- que sufrió su ejército, después de haber derribado las murallas de Pamplona-Iruña, durante el paso de los Pirineos, a manos de los vascones.
Pierre Narbaitz, al igual que los autores de otras muchas investigaciones, marca con cierta aproximación el lugar de la batalla, "el escenario, o por lo menos como punto de inicio, la tradicional vía romana Burdeos-Astorga, por encima de Ibañeta, sin duda no lejos de Bentarte". La mecánica de la batalla se desarrollaría, con rapidez, así, mientras se produce el agrupamiento del ejército vascón en la cara sur del Txangoa, permiten pasar a la mitad de la armada franca, dejándose a continuación caer desplegados ladera abajo por la vertiente norte del Txangoa sobre la calzada, en donde circulaba ya la retaguardia franca, formada por varios miles de soldados que, batidos con gran fuerza sobre la estrecha y alargada plataforma que forma la calzada, corren a refugiarse ladera abajo fuera de la misma donde son rematados por el resto del ejército vascón que allí les esperaba emboscado. Están suficientemente documentadas las tres sucesivas batallas de Orreaga, en 778, 812 y 824. A consecuencia de esta última victoria nace dicho año el reino de los vascones o de Pamplona con Eneko Aritza como primer rey.
En cada época, se ha utilizado la batalla de Orreaga, relacionada con la leyenda de Compostela, para diversos fines políticos. Sobre el hecho cierto, de una victoria de los vascones, se han superpuesto relatos figurados -a cual de ellos más fantasioso si cabe- que constituyen cuatro temas principales -Santiago, La Chanson de Roland, Castilla seudoprotagonista y las calumnias a los navarros-, que con evidente intencionalidad han ido negando la realidad política y el derecho a existir a la sociedad circumpirenaica que objetivamente no es francesa ni española.
Primero, "Santiago". El arzobispo de Compostela pretendía la primacía sobre el de Toledo, por alegar que Santiago -que jamás estuvo en Hispania- había sido el iniciador del santuario de Compostela. El de Toledo, Rodrigo Jiménez de Rada, dijo que dichas afirmaciones no tienen "otro crédito que el que se puede conceder a los cuentos de las niñeras". Cesar Baronius (1538-1607) funda su crítica a Santiago sobre el estudio de la "Leyenda de Compostela" y sobre una carta del Papa Inocencio I (401-417) donde se aseguraba que Pedro y Pablo habían enviado no a Santiago si no a siete obispos para evangelizar España. En 1879 dicen que "se encuentra" el cuerpo de Santiago. Sin embargo, el Papa León XIII no confirma únicamente la sentencia del arzobispo, la cual, según ella misma no habla más que de reliquias "que, se dice, se dicen son de Santiago el Mayor".
Segundo, "La chanson de Roland". Hay autores que adjudican dicho relato al Obispo francés de Pamplona, Pedro de Anduque (1083-1115), como primer interesado en promocionar Roncesvalles, con el tema del piadoso Roland traicionado por Ganelón relacionándolo con la vía de peregrinaje a Santiago. Surge el mito literario de Carlomago y de Roldán, derrotado ahora por los musulmanes. En la primera redacción del texto todavía no se había insertado el retrato contrario a los navarros.
Tercero, el seudoprotagonismo de Castilla. El Papa Calixto II (1119-1124) convoca una cruzada que le permite a su sobrino Alfonso VII de Castilla proclamarse "emperador". Para ello, según Turpín, Arzobispo de Reims, en su relato llamado "Proto Turpín", Carlomago incitado por Santiago marchó a conquistar y liberar la tierra de musulmanes. En este tiempo alguna crónica expone ya que las tropas de Carlomago en vez de haber sido derrotadas por los sarracenos -según la impostura de "La Chanson de Roldand"- habrían sido derrotadas nada menos que por los castellanos que les habían impedido regresar a su suelo. El rey de Castilla, en la "Crónica de Alfonso VII", se declara, partidario de cumplir el deseo de una supuesta soberanía española hasta el río Ródano.
El cuarto, las calumnias a los navarros en el "Codex Calixtinus". En el "Libro de los Milagros" se incluye un pasaje que constituye la urdimbre de una ignominiosa historia de Navarra a partir de una leyenda imputada a Julio Cesar. Esta versión en los manuscritos anteriores no figura. Se dice que los navarros son producto de tres poblaciones diferentes: los nubianos, los irlandeses -llamados en el texto escoceses- y los caudati de Cornualles. Según el texto estas poblaciones habrían expulsado a los españoles de las regiones que les pertenecían. Que una tal asimilación de navarros a leprosos tenga su plaza en el "Libro de los Milagros", a continuación de la primera versión del "seudo Turpín", trata de sugerir la presencia bajo Carlomagno "del emperador" de España, el rey de Castilla Alfonso VII, para el cual los navarros eran sus enemigos y la presentación de ellos como semisalvajes, justifica la conquista de Castilla bajo los colores de una aparente empresa civilizadora. Lo que resultó el prolegómeno de la conquista por Castilla de la Navarra marítima en 1200, así como en 1512 y en 1620 por los franceses. En la posterior versión del manuscrito de Ripoll el tenor general es la identificación de navarros y gascones, comprendiendo de esta forma a toda Vasconia.
Al manipular, a través de intencionados relatos fantasiosos, el acto victorioso de resistencia del pueblo vascón al imperialismo franco, se convierte en una fuente de relatos literarios de velada apología de las conquistas. Así la justificación al expansionismo de Francia y España deviene desde este origen local intraeuropeo, por el efecto dominó, en un inicio de las empresas coloniales de las naciones europeas en todo el mundo: Portugal, España, Holanda, Inglaterra, Francia ... El 15 de agosto es una buena oportunidad para acudir a Orreaga, siguiendo la convocatoria de Etxabarrengoa elkartea y Orreaga fundazioa, a los actos que comienzan a las doce horas en la Colegiata, para dejar testimonio de defensa y afirmación de la unidad, libertad y del euskera, así como de la recuperación de la soberanía de esta sociedad, en el lugar de la victoria vascona que consolidó la independencia de Navarra. Pro Libertate Nabarra.
http://www.noticiasdegipuzkoa.com/2011/08/13/opinion/tribuna-abierta/el-15-de-agosto-una-verdad-rodeada-de-falsedades
Tomas Urzainqui Mina, jurista e historiador nabarro
Si bien el hecho de la batalla de Orreaga ocurrió realmente, pronto se intentó difuminar qué es lo que allí había pasado, quiénes intervinieron y sobre todo qué consecuencias tuvo. El hecho en sí, y quienes combatieron, está probado de un lado por los documentos conservados y, por otro, con los efectos que dicha batalla trajo consigo para las personas que vivían en un radio de doscientos kilómetros alrededor de Orreaga, especialmente la consolidación de la independencia de los vascones frente a los francos. El primer documento de que se tiene noticia son los anales carolingios, redactados por Éginhard bajo el reinado de Luís el Piadoso, hijo de Carlomagno, donde se recoge el ataque -al regreso de la expedición a Hispania- que sufrió su ejército, después de haber derribado las murallas de Pamplona-Iruña, durante el paso de los Pirineos, a manos de los vascones.
Pierre Narbaitz, al igual que los autores de otras muchas investigaciones, marca con cierta aproximación el lugar de la batalla, "el escenario, o por lo menos como punto de inicio, la tradicional vía romana Burdeos-Astorga, por encima de Ibañeta, sin duda no lejos de Bentarte". La mecánica de la batalla se desarrollaría, con rapidez, así, mientras se produce el agrupamiento del ejército vascón en la cara sur del Txangoa, permiten pasar a la mitad de la armada franca, dejándose a continuación caer desplegados ladera abajo por la vertiente norte del Txangoa sobre la calzada, en donde circulaba ya la retaguardia franca, formada por varios miles de soldados que, batidos con gran fuerza sobre la estrecha y alargada plataforma que forma la calzada, corren a refugiarse ladera abajo fuera de la misma donde son rematados por el resto del ejército vascón que allí les esperaba emboscado. Están suficientemente documentadas las tres sucesivas batallas de Orreaga, en 778, 812 y 824. A consecuencia de esta última victoria nace dicho año el reino de los vascones o de Pamplona con Eneko Aritza como primer rey.
En cada época, se ha utilizado la batalla de Orreaga, relacionada con la leyenda de Compostela, para diversos fines políticos. Sobre el hecho cierto, de una victoria de los vascones, se han superpuesto relatos figurados -a cual de ellos más fantasioso si cabe- que constituyen cuatro temas principales -Santiago, La Chanson de Roland, Castilla seudoprotagonista y las calumnias a los navarros-, que con evidente intencionalidad han ido negando la realidad política y el derecho a existir a la sociedad circumpirenaica que objetivamente no es francesa ni española.
Primero, "Santiago". El arzobispo de Compostela pretendía la primacía sobre el de Toledo, por alegar que Santiago -que jamás estuvo en Hispania- había sido el iniciador del santuario de Compostela. El de Toledo, Rodrigo Jiménez de Rada, dijo que dichas afirmaciones no tienen "otro crédito que el que se puede conceder a los cuentos de las niñeras". Cesar Baronius (1538-1607) funda su crítica a Santiago sobre el estudio de la "Leyenda de Compostela" y sobre una carta del Papa Inocencio I (401-417) donde se aseguraba que Pedro y Pablo habían enviado no a Santiago si no a siete obispos para evangelizar España. En 1879 dicen que "se encuentra" el cuerpo de Santiago. Sin embargo, el Papa León XIII no confirma únicamente la sentencia del arzobispo, la cual, según ella misma no habla más que de reliquias "que, se dice, se dicen son de Santiago el Mayor".
Segundo, "La chanson de Roland". Hay autores que adjudican dicho relato al Obispo francés de Pamplona, Pedro de Anduque (1083-1115), como primer interesado en promocionar Roncesvalles, con el tema del piadoso Roland traicionado por Ganelón relacionándolo con la vía de peregrinaje a Santiago. Surge el mito literario de Carlomago y de Roldán, derrotado ahora por los musulmanes. En la primera redacción del texto todavía no se había insertado el retrato contrario a los navarros.
Tercero, el seudoprotagonismo de Castilla. El Papa Calixto II (1119-1124) convoca una cruzada que le permite a su sobrino Alfonso VII de Castilla proclamarse "emperador". Para ello, según Turpín, Arzobispo de Reims, en su relato llamado "Proto Turpín", Carlomago incitado por Santiago marchó a conquistar y liberar la tierra de musulmanes. En este tiempo alguna crónica expone ya que las tropas de Carlomago en vez de haber sido derrotadas por los sarracenos -según la impostura de "La Chanson de Roldand"- habrían sido derrotadas nada menos que por los castellanos que les habían impedido regresar a su suelo. El rey de Castilla, en la "Crónica de Alfonso VII", se declara, partidario de cumplir el deseo de una supuesta soberanía española hasta el río Ródano.
El cuarto, las calumnias a los navarros en el "Codex Calixtinus". En el "Libro de los Milagros" se incluye un pasaje que constituye la urdimbre de una ignominiosa historia de Navarra a partir de una leyenda imputada a Julio Cesar. Esta versión en los manuscritos anteriores no figura. Se dice que los navarros son producto de tres poblaciones diferentes: los nubianos, los irlandeses -llamados en el texto escoceses- y los caudati de Cornualles. Según el texto estas poblaciones habrían expulsado a los españoles de las regiones que les pertenecían. Que una tal asimilación de navarros a leprosos tenga su plaza en el "Libro de los Milagros", a continuación de la primera versión del "seudo Turpín", trata de sugerir la presencia bajo Carlomagno "del emperador" de España, el rey de Castilla Alfonso VII, para el cual los navarros eran sus enemigos y la presentación de ellos como semisalvajes, justifica la conquista de Castilla bajo los colores de una aparente empresa civilizadora. Lo que resultó el prolegómeno de la conquista por Castilla de la Navarra marítima en 1200, así como en 1512 y en 1620 por los franceses. En la posterior versión del manuscrito de Ripoll el tenor general es la identificación de navarros y gascones, comprendiendo de esta forma a toda Vasconia.
Al manipular, a través de intencionados relatos fantasiosos, el acto victorioso de resistencia del pueblo vascón al imperialismo franco, se convierte en una fuente de relatos literarios de velada apología de las conquistas. Así la justificación al expansionismo de Francia y España deviene desde este origen local intraeuropeo, por el efecto dominó, en un inicio de las empresas coloniales de las naciones europeas en todo el mundo: Portugal, España, Holanda, Inglaterra, Francia ... El 15 de agosto es una buena oportunidad para acudir a Orreaga, siguiendo la convocatoria de Etxabarrengoa elkartea y Orreaga fundazioa, a los actos que comienzan a las doce horas en la Colegiata, para dejar testimonio de defensa y afirmación de la unidad, libertad y del euskera, así como de la recuperación de la soberanía de esta sociedad, en el lugar de la victoria vascona que consolidó la independencia de Navarra. Pro Libertate Nabarra.
http://www.noticiasdegipuzkoa.com/2011/08/13/opinion/tribuna-abierta/el-15-de-agosto-una-verdad-rodeada-de-falsedades
2011/08/12
15 de agosto de 778 y el 'Códice Calextino'
15 de agosto de 778 y el 'Códice Calextino'
Arantzazu Amezaga Iribarren, Bibliotecaria y escritora nabarra
Han robado una de las joyas bibliográficas más preciosas, en el sentido espiritual y económico, de Europa, y que tiene que ver con nosotros: el Códice Calextino o Codex Calixtinus del siglo XII, compuesto por 27 cuadernillos de pergamino cosidos, total 275 folios, escritos por las dos caras, bellamente iluminado y encuadernado en un tomo en 1964. Su implícito es variado: sermones, milagros, textos litúrgicos, piezas polifónicas... centrados en el objetivo de promover el Camino de Santiago. En el último y V libro, Aymeric Picaud, que hizo la peregrinación a caballo en el siglo XII, entre otras cosas, describe poéticamente la naturaleza vasca: "…a quien sube (al Puerto de Size) le parece palpar el cielo con su propia mano" ajena a las otras observaciones despectivas del pueblo vascón que dejó para la historia. Avinagrado por haber sido desvalijado, calificó con epítetos desagradables nuestra lengua y costumbres, chocándole éstas de modo más vivaz que la de los otros pueblos de la rúa. Reseñó lo que podemos señalar como un glosario en euskara. Por haber hecho la peregrinación con el pontífice Calixto, que instauró el Año Santo Jacobeo, el códice recibió tal denominación.
El Libro IV, Las Conquistas de Carlomagno, 28 folios y 26 capítulos, al parecer escrita por el obispo Turpín que, de monje y tesorero de Saint Denis, ascendió a arzobispo del reino carolingio, contándose entre los 12 Pares de Carlomagno, según La Chanson de Roland, y en uno de los ideólogos de las campañas de primavera emprendidas por éste. Cubre el suceso de la batalla de Orreaga con pinceladas épicas: las sublimes visiones de Carlos que le incitaban a la cristianización militar de Europa, su apoyo al milagro de la aparición del cuerpo del apóstol, su identificación, a mi modo de ver lamentable, con la cruzada matamoros en la que permanece inserto el pescador que, desde la soleada Galilea, fue predicando el credo cristiano, con la palabra, no con la espada, hasta la brumosas costas de Galicia. Si es que así fue.
La única derrota de Carlos en su fecunda vida militar aparece rodeada de un halo tan épico, que logra tornarla gloriosa. La muerte de Roldán, prefecto de la Marca de Bretaña, se convierte en una alborada mágica. El apuesto joven, al frente de la retaguardia del ejército que regresaba a sus carteles de invierno tras el incendio de Iruña, defiende en vano su posición ante el ataque eficiente de los vascones. Toca su olifante para reclamar la atención de Carlos que, en vanguardia, había dejado atrás el desfiladero y sus hombres. Apreciando la derrota y la muerte, lanza al aire su espada Durandarte, para librarla de caer en manos enemigas, pero ésta, cual flecha del cielo, aterriza sobre una piedra, hendiéndola en dos. Lo recuerda un monumento hoy día.
Se habla, en los libros de historia, impregnados por la magia de la leyenda literaria, de una escaramuza. En términos militares no es aceptable: el ejército carolingio sufre grave pérdida de vidas humanas, pertrechos y caballería. Resulta muerto todo el Estado mayor, excepto Carlos que, desde Luzaide, a galope accede a su reino, acompañado, al parecer, del maléfico Turpín. En tres semanas recorrió el camino de vuelta. El de venida le costó tres meses. Pero irrumpe en la leyenda con su manto rojo y calzas verdes, en esa escapatoria vergonzosa que parece retratar, mil años antes, la de Napoleón de Rusia.
Otra fábula malévola margina a los vascones de la acción coordinada, temeraria y vengativa del ataque guerrero que culminó en victoria, dándose además el extraño caso de que no hubo, al parecer, persecución (¿Para qué?... ¡Los tenían apiñados en el desfiladero!) ni petición de rescate para los Pares, todos muertos. Los vascones, con fama de gente bravía e indomable, realizaron una operación de guerrilla exitosa. Sin poseer el armamento de Carlos, el mejor de su época, buscaron el recurso que les proporcionaba su geografía montañosa y realizaron una regulada operación de intendencia y una determinada estrategia. Por el camino de regreso de Carlos, de la incendiada Iruña a la actual Burguete, organizaron ataques que dificultaron el paso de los carolingios, aunque no tan intensos como para que procurar alarma. Entró pues el ejército en el desfiladero que habría de convertirse en trampa mortal.
La batalla fue de tal envergadura y la victoria tan rotunda, que dispuso a los vascones a la creación de un reino que, llamándose primero de Pamplona, habrá de registrarse en la historia como Navarra. Su líder, Eneko Aritza, formaliza esa disposición política derivada de una acción bélica, y da los pasos de conformación de una unidad política que contuvo, por siglos, a los pueblos vascos.
Pero nadie, entre nosotros, cantó una hermosa canción de gesta. Gure historia ez dugu inork kontatzen. Nadie, al llegar al alto de Errozabal, se encuentra con la figura de los vencedores del episodio. Ni con la efigie de Eneko Aritza. Nadie, hasta Arturo Campion, fue capaz de escribir en versos lo logrado aquel 15 de agosto de 778.
http://www.noticiasdenavarra.com/2011/08/12/opinion/colaboracion/15-de-agosto-de-778-y-el-39codice-calextino39
Arantzazu Amezaga Iribarren, Bibliotecaria y escritora nabarra
Han robado una de las joyas bibliográficas más preciosas, en el sentido espiritual y económico, de Europa, y que tiene que ver con nosotros: el Códice Calextino o Codex Calixtinus del siglo XII, compuesto por 27 cuadernillos de pergamino cosidos, total 275 folios, escritos por las dos caras, bellamente iluminado y encuadernado en un tomo en 1964. Su implícito es variado: sermones, milagros, textos litúrgicos, piezas polifónicas... centrados en el objetivo de promover el Camino de Santiago. En el último y V libro, Aymeric Picaud, que hizo la peregrinación a caballo en el siglo XII, entre otras cosas, describe poéticamente la naturaleza vasca: "…a quien sube (al Puerto de Size) le parece palpar el cielo con su propia mano" ajena a las otras observaciones despectivas del pueblo vascón que dejó para la historia. Avinagrado por haber sido desvalijado, calificó con epítetos desagradables nuestra lengua y costumbres, chocándole éstas de modo más vivaz que la de los otros pueblos de la rúa. Reseñó lo que podemos señalar como un glosario en euskara. Por haber hecho la peregrinación con el pontífice Calixto, que instauró el Año Santo Jacobeo, el códice recibió tal denominación.
El Libro IV, Las Conquistas de Carlomagno, 28 folios y 26 capítulos, al parecer escrita por el obispo Turpín que, de monje y tesorero de Saint Denis, ascendió a arzobispo del reino carolingio, contándose entre los 12 Pares de Carlomagno, según La Chanson de Roland, y en uno de los ideólogos de las campañas de primavera emprendidas por éste. Cubre el suceso de la batalla de Orreaga con pinceladas épicas: las sublimes visiones de Carlos que le incitaban a la cristianización militar de Europa, su apoyo al milagro de la aparición del cuerpo del apóstol, su identificación, a mi modo de ver lamentable, con la cruzada matamoros en la que permanece inserto el pescador que, desde la soleada Galilea, fue predicando el credo cristiano, con la palabra, no con la espada, hasta la brumosas costas de Galicia. Si es que así fue.
La única derrota de Carlos en su fecunda vida militar aparece rodeada de un halo tan épico, que logra tornarla gloriosa. La muerte de Roldán, prefecto de la Marca de Bretaña, se convierte en una alborada mágica. El apuesto joven, al frente de la retaguardia del ejército que regresaba a sus carteles de invierno tras el incendio de Iruña, defiende en vano su posición ante el ataque eficiente de los vascones. Toca su olifante para reclamar la atención de Carlos que, en vanguardia, había dejado atrás el desfiladero y sus hombres. Apreciando la derrota y la muerte, lanza al aire su espada Durandarte, para librarla de caer en manos enemigas, pero ésta, cual flecha del cielo, aterriza sobre una piedra, hendiéndola en dos. Lo recuerda un monumento hoy día.
Se habla, en los libros de historia, impregnados por la magia de la leyenda literaria, de una escaramuza. En términos militares no es aceptable: el ejército carolingio sufre grave pérdida de vidas humanas, pertrechos y caballería. Resulta muerto todo el Estado mayor, excepto Carlos que, desde Luzaide, a galope accede a su reino, acompañado, al parecer, del maléfico Turpín. En tres semanas recorrió el camino de vuelta. El de venida le costó tres meses. Pero irrumpe en la leyenda con su manto rojo y calzas verdes, en esa escapatoria vergonzosa que parece retratar, mil años antes, la de Napoleón de Rusia.
Otra fábula malévola margina a los vascones de la acción coordinada, temeraria y vengativa del ataque guerrero que culminó en victoria, dándose además el extraño caso de que no hubo, al parecer, persecución (¿Para qué?... ¡Los tenían apiñados en el desfiladero!) ni petición de rescate para los Pares, todos muertos. Los vascones, con fama de gente bravía e indomable, realizaron una operación de guerrilla exitosa. Sin poseer el armamento de Carlos, el mejor de su época, buscaron el recurso que les proporcionaba su geografía montañosa y realizaron una regulada operación de intendencia y una determinada estrategia. Por el camino de regreso de Carlos, de la incendiada Iruña a la actual Burguete, organizaron ataques que dificultaron el paso de los carolingios, aunque no tan intensos como para que procurar alarma. Entró pues el ejército en el desfiladero que habría de convertirse en trampa mortal.
La batalla fue de tal envergadura y la victoria tan rotunda, que dispuso a los vascones a la creación de un reino que, llamándose primero de Pamplona, habrá de registrarse en la historia como Navarra. Su líder, Eneko Aritza, formaliza esa disposición política derivada de una acción bélica, y da los pasos de conformación de una unidad política que contuvo, por siglos, a los pueblos vascos.
Pero nadie, entre nosotros, cantó una hermosa canción de gesta. Gure historia ez dugu inork kontatzen. Nadie, al llegar al alto de Errozabal, se encuentra con la figura de los vencedores del episodio. Ni con la efigie de Eneko Aritza. Nadie, hasta Arturo Campion, fue capaz de escribir en versos lo logrado aquel 15 de agosto de 778.
http://www.noticiasdenavarra.com/2011/08/12/opinion/colaboracion/15-de-agosto-de-778-y-el-39codice-calextino39
2011/08/11
2011/08/08
El compendio colonial
El compendio colonial
J.X. Mauleon, Cadreita-Nabarra
Se entiende como colonialismo universal, al ejercicio de sometimiento y de sojuzgamiento de los Pueblos, de las Naciones y de los Estados a los que pertenecen, realizado por grandes potencias imperialistas. El Estado Europeo de Nabarra y su Pueblo-Nación, sufrió originariamente la actuación violenta e ilegal por parte de los castellano-leoneses (1054), después la agresión sanginaria de la primera alianza militar contra nuestro Estado, que fue llevada a cabo por los castellano-leoneses y los barceloneses (1134), hasta finalmente la llevada a cabo por el incipiente Reino de España (1512-1530). Todas estas acciones militares, bárbaras e ilegales, fueron refrendas desde la Iglesia Católica de Roma, enemigo natural del Estado de los nabarros y nabarras pese a su compromiso manifiesto con la Cristiandad. A todas esas ilegítimas acciones de carácter imperial español y católico, les debemos sumar las acciones sanguinarias francesas llevadas a cabo a lo largo de la historia política de los nabarros y nabarras(778-…-1620). Cada una de estas ilícitas acciones sustentadas en la intransigencia cristiano-católica, fueron y son auténticas violaciones manifiestas a la independencia, a la soberanía y a la libertad de los nabarros y nabarras. Además, a dicho ejercicio de la violencia militar, les han continuado un despiadado y depredador colonialismo, tanto español como francés con consentimiento de la Curia Romana, que dura laentablemente en alguna parte de nuestro territorio, la friolera de casi ya nueve siglos, lo que nos lleva a afirmar sin temor alguno a equivocarnos, que nuestra tierra, nuestro Estado, Nabarra, es actualmente la colonia más antigua del Mundo.
Sin profundizar en la amplia historiografía del colonialismo, pues ello nos llevaría a realizar un estudio más concienzudo del mismo, sí que es significativo destacar algunos aspectos de este lamentable fenómeno mundial, que tristemente sufrimos a día de hoy los nabarros y nabarras, y muchos Pueblos-Naciones del Mundo. Para ello, conviene precisar que el colonialismo comienza inmediatamente después de que una potencial imperial invade y ocupa un territorio, un Estado, pero que a decir verdad tuvo su acentuación en el periodo que comprende desde el año 1873 al año 1914. No es casualidad que coincida cíclicamente con el momento de mayor avance de la denominada Segunda Revolución Industrial. De hecho, el actual modo de colonialismo que padecemos los auténticos nabarros y nabarras en la actualidad, está emanado de dicha Revolución Industrial. Durante ese periodo, las potencias industriales europeas se expandieron hacia tierras de África y Asia, sometiendo por la fuerza a los Pueblos indígenas de esos territorios. Las potencias coloniales más importantes de esos años fueron Inglaterra y Francia, a las que debemos agregar Alemania, Bélgica e Italia, que fueron potencias coloniales secundarias. La labor de los franceses en las tierras nabarras del norte del Pirineo, fue la de ahogar conscientemente la economía rural buscando una emigración masiva de los naturales del País, que fueron sustituidos por colonos adinerados franceses.
Por otro lado el Estado de España, que había tenido el imperio colonial más importante del mundo desde el siglo XVI al XVIII, entró en plena decadencia colonial e imperial durante el XIX. A pesar de experimentar el Estado español una industrialización tardía y francamente escasa, la industrialización de las minas y fábricas existentes en la comarca nabarra de Bizkaia, fue llevada a cabo por trabajadores no autóctonos, es decir, colonos españoles, lo cual influyó en gran medida al pensamiento de los hermanos Arana, que daría finalmente el denominado nacionalismo vasco. Un paradigma interesante y especialmente salvable en materia anticolonial, pero ciertamente erróneo en materia histórico-política y geopolítica, que ha generado un lastre indudablemente importante para la recuperación de la libertad de nuestro Pueblo-Nación, mediante la recuperación de la independencia y soberanía del Estado de Nabarra.
A pesar de la decadencia imperial y colonial española, incluso de los planteamientos de los hermanos Arana y demás acciones políticas de la época de un carácter que podemos llamar vasco-nabarro, más o menos autonomista , federal si queremos, pero ciertamente nunca independentista o mejor dicho soberanista, nunca supusieron un obstáculo a la labor imperial del Estado de España, pues solo hay que mirar los ejemplos continuados del mantenimiento de la ilegal posesión colonial de los territorios pertenecientes legalmente al Estado de Nabarra al sur del Pirineo, o incluso también por ejemplo de las Islas Canarias, Ceuta y Melilla, sino debemos ser conscientes que ciertamente les ha sirvido a los imperialistas españoles para ir consolidando su entramado colonial, algo que no podemos ni debemos debemos olvidar nunca, pues es esto los que sufrimos y padecemos hoy día.
La acción colonizadora actual emanda de cualquier Estado imperial, se identifica en nuestro caso con un Estado ocupado y administrado por unos Estados anteriormente ajenos o extranjeros al nuestro, ejecutada dicha administración extranjera tras una ilegítima e ilegal la invasión y ocupación de nuestras tierras, incomprensiblemente llamada conquista, sin olvidar su caracter militar con el consiguiente genocidio y el asentamiento posterior de poblaciones foráneas o extranjeras en nuestro territorio (¿colonos tal vez?), y en los que se impone una autoridad extranjera, extraña y elícita, tras la eliminación de cualquier signo de autoridad autóctona o Gobierno del Pueblo-Nación que se debe someter.
Puede hablarse de colonialismo cuando un Pueblo o Pueblos, con sus respectivos Gobiernos extienden e imponen su soberanía, su jurisprudencia, a otro(s) Pueblo(s) o Gobierno(s), implantando siempre por la fuerza militar un control político sobre ese territorio y sobre el Pueblo-Nación que lo habita y gobierna, normalmente de forma violenta y siempre, nunca se nos olvide, de forma ilegal e ilegítima, simple y sencillamente debido a una busqueda de una fuente de riqueza y de poder. Esa relación, ciertamente no deseada para el Pueblo-Nación que la sufre, concluye cuando el Pueblo-Nación subyugada alcanza o recupera su propia soberanía, constituyéndose como un Estado independiente o en nuestro caso, recuperando la independencia de nuestro histórico Estado, Nabarra.
Tras finalizar la II Guerra Mundial, las Naciones Unidas se comprometieron con la exterminación del colonialismo en el Mundo. El desarrollo de la conciencia nacional en la mayoría de las colonias, especialmente en aquellas que se encontraban más alejadas de la(s) Metrópoli(s), junto al declive de la influencia política y militar de Europa y el agotamiento de la justificación moral de los imperios, contribuyeron a una rápida descolonización a partir de 1945, la cual fue y debe seguir siendo, amparada desde las Naciones Unidas. Los imperios coloniales, creados por el ejercicio físico de la violencia a lo largo de siglos, fueron desmantelados casi en su totalidad en tres décadas, y la mayoría de las antiguas colonias se constituyeron en Estados libres y soberanos. Algo que no ocurrió con el Estado de Nabarra, que continua como uno de los últimos reductos de los imperios español y francés, sufriendo así sus brutales yugos coloniales los nabarros y nabarras.
Pero independientemente de su contexto histórico, las cuestiones estratégicas y económicas son las más importantes y las que mejor explican el colonialismo imperial. La guerra entre España y Francia hizo muy apetecible colonizar el Estado de Nabarra a comienzos del siglo XVI y sin dudarlo a principios del siglo XVII; anteriormente el deseo imperial castellano-leonés fue incentivado por la salida al mar que dicho Estado (el de los nabarros y nabarras) poseía, o posteriormente el instinto colonial barcelonés, el cual era debido a su interés por las fértiles tierras que poseía el Estados de los nabarros y nabarras (¿los llamamos aragoneses y aragonesas? Berdin da). Ya en el último tercio del siglo XIX, las potencias industriales comenzaron a competir fieramente entre sí por el control de los mercados mundiales. Por ello, dichas potencias imperialistas fueron muy proteccionistas con sus mercados nacionales e intentaron ampliar sus mercados exteriores, precisamente con la expansión colonial o en nuestro caso, con la afirmación colonial. Las conquistas o mejor dicho, sanguinarias adquicisiones de colonias a lo largo de la historia de la humanidad, han sido una manifestación de prestigio político y demostración de fuerza y poder militar. Las perspectivas estratégicas mediante el dominio de los mares y los pasos naturales exigía el control de enclaves importantes, como por ejemplo el control absoluto de los puertos nabarros del Atlántico y de los Pirineos, que perseguían desde siempre los españoles y franceses.
El mejor modo de describir los efectos nocivos del colonialismo, en general, es que sencillamente vulnera los derechos humanos. Para ello debemos analizarlo desde la vertiente de inferioridad y menoscabo de los propios colonizados. Es obvio que las colonias reportaron y reportan numerosos beneficios a las metrópolis, pues si les supondrían realmente pérdidas, los imperios las abandonarían sin problemas, lo que indica claramente el poder de subsistencia, una vez emancipados de las metrópolis y con plena libertad, que supondría para los nabarros y nabarras. La adquisición ilegal de nuevos territorios para la emigración emanada desde los imperios de España y Francia, junto a los recursos estratégicos, hay que sumarle la expansión del comercio y el aumento de las ganancias económicas que supone nuestro sometimiento, pues es ésto lo único que buscan desde los imperios colonialistas, y para ello no dudan, ni dudarán, en utilizar toda su violencia militar, política, judicial, cultural y lingüística en su exclusivo beneficio a costa de los Pueblos-Naciones colonizadas, como el Pueblo-Nación de Nabarra. Por tanto, la afirmación de que la colonización tuvo, y en nuestro caso actualmente tiene, efectos negativos para las gentes colonizadas es incuestionable. No solo se interrumpió violentamente el estilo de vida tradicional o nativo en muchos lugares del Mundo, sino que se destruyeron valores culturales y lingüísticos hoy irrecuperables. Además se impusieron religiones, Pueblos-Naciones enteras fueron alienadas y subyugadas, mirenos el libro de la historia política mundial, pues cuando no, fueron exterminadas; ¿deseas esto para el Pueblo-Nación de Nabarra? Tú Patria.
En el caso único de Nabarra, la primera y más antigua colonia del mundo sin ninguna duda, colonia debido a la violenta e ilegal acción de España y Francia, cuyos colonialismos son intrínsecamente perversos y que han implementado como nadie antes, el fidedigno "compendio colonial" del que tienen hoy día y sin ninguna duda hasta los derechos de autor, es de un estudio especial desde mentes no colonizadas, pues de lo contrario sería contribuir, consciente o inconscientemente, con la esclavitud que sufre hoy día el Pueblo-Nación de Nabarra.
Ciertamente fueron, son, actuaciones imperiales comunes en la impronta del colonialismo Europeo, que en el caso esplícito de nuestra amada Baskonia, fueron y son a día de hoy devastadoras; adquierendo especial virulencia en cada instante, causando mayores estragos al intentar conseguir exterminar cualquier referente político e histórico de nuestro Estado, Nabarra. El primer epígrafe de ese compendio colonial, que tanto España como Francia aplican en nuestras tierras, pretende únicamente finalizar la conquista militar de origen ilegal, impidiendo a toda costa el desarrollo y el necesario despegue económico de la colonia de Nabarra para que dependa únicamente de las metrópolis imperialistas y colonialistas de Madrid y Paris. Ellos nunca han dudado, ni dudan, ni dudarán, en legislar Leyes ajenas a nuestro Derecho Pirenaico, ciertamente restrictivas y que finalmente les proporcionan un insalvable entramado político-jurídico con el único objetivo de nuestro sojuzgamiento. El segundo postulado es la aculturación y la transculturación, con políticas tendentes a mantener en la ignorancia al Pueblo-Nación colonizado y que por consiguiente perdamos así nuestras señas de identidad y autoestima, con todo lo que ello envuelve. La tercera disposición de ese "reglamento de régimen interno" para las colonias, es la explotación sistemática de nuestros recursos naturales y el continuado drenaje de nuestros activos monetarios (¿tendentes a su descapitalización?), y así sucesivamente hasta llegar al total desmantelamiento del sistema productivo, la destrucción masiva del tejido empresarial, la ruina económica y la descomposición social, con la consiguiente marginalidad, paro, hambre, delincuencia, drogas, etcétera.
Para acabar con dicha manifiestación colonial franco-española, el primer paso obligado es no legitimar esta actual situción colonial que padecemos. Por ello, los nabarros y nabarras no debemos-y ciertamente podemos si queremos-dar publicidad a los diferentes partidos españoles y/o franceses; incluso de aquellos que se engañan a sí mismos y nos intentan engañan con supuestos aspectos independantistas y/o soberanistas, falsos o quizásmejor dicho erroneos, ya que la independencia y la soberanía se ejerce, no se pide legitimando a los imperios colonialistas mediante sus antidemocráticas elecciones.
Además debemos alejarnos de algunas empresas dadas de alta en España y/o Francia, que esclusivamente juegan por su beneficio económico con nuestros intereses libertarios, llegando a manipular si les es menester y de forma (mal)intencionada nuestra historia política con la acepación de paradigmas esclusivamente étnico-culturales o quizás populares, que no reales en materia geopolítica e histórico-política, censurando sin remordidiento y sin pudor alguno a auténticos y verdaderos soberanistas, estatalistas, independentistas y legitimistas nabarros y nabarras, cuya esencia política es palpablemente Patriótica, pues a ellos y a ellas, benficiarios sin ninguna duda del colonialismo al igual que los partidos políticos dados de alta en los imperios de España y Francia, les es más fácil y rentable colaborar de forma consciente con la actual situación de esclavitud y colonización que tristemente soportamos el Pueblo-Nación de Nabarra.
J.X. Mauleon, Cadreita-Nabarra
Se entiende como colonialismo universal, al ejercicio de sometimiento y de sojuzgamiento de los Pueblos, de las Naciones y de los Estados a los que pertenecen, realizado por grandes potencias imperialistas. El Estado Europeo de Nabarra y su Pueblo-Nación, sufrió originariamente la actuación violenta e ilegal por parte de los castellano-leoneses (1054), después la agresión sanginaria de la primera alianza militar contra nuestro Estado, que fue llevada a cabo por los castellano-leoneses y los barceloneses (1134), hasta finalmente la llevada a cabo por el incipiente Reino de España (1512-1530). Todas estas acciones militares, bárbaras e ilegales, fueron refrendas desde la Iglesia Católica de Roma, enemigo natural del Estado de los nabarros y nabarras pese a su compromiso manifiesto con la Cristiandad. A todas esas ilegítimas acciones de carácter imperial español y católico, les debemos sumar las acciones sanguinarias francesas llevadas a cabo a lo largo de la historia política de los nabarros y nabarras(778-…-1620). Cada una de estas ilícitas acciones sustentadas en la intransigencia cristiano-católica, fueron y son auténticas violaciones manifiestas a la independencia, a la soberanía y a la libertad de los nabarros y nabarras. Además, a dicho ejercicio de la violencia militar, les han continuado un despiadado y depredador colonialismo, tanto español como francés con consentimiento de la Curia Romana, que dura laentablemente en alguna parte de nuestro territorio, la friolera de casi ya nueve siglos, lo que nos lleva a afirmar sin temor alguno a equivocarnos, que nuestra tierra, nuestro Estado, Nabarra, es actualmente la colonia más antigua del Mundo.
Sin profundizar en la amplia historiografía del colonialismo, pues ello nos llevaría a realizar un estudio más concienzudo del mismo, sí que es significativo destacar algunos aspectos de este lamentable fenómeno mundial, que tristemente sufrimos a día de hoy los nabarros y nabarras, y muchos Pueblos-Naciones del Mundo. Para ello, conviene precisar que el colonialismo comienza inmediatamente después de que una potencial imperial invade y ocupa un territorio, un Estado, pero que a decir verdad tuvo su acentuación en el periodo que comprende desde el año 1873 al año 1914. No es casualidad que coincida cíclicamente con el momento de mayor avance de la denominada Segunda Revolución Industrial. De hecho, el actual modo de colonialismo que padecemos los auténticos nabarros y nabarras en la actualidad, está emanado de dicha Revolución Industrial. Durante ese periodo, las potencias industriales europeas se expandieron hacia tierras de África y Asia, sometiendo por la fuerza a los Pueblos indígenas de esos territorios. Las potencias coloniales más importantes de esos años fueron Inglaterra y Francia, a las que debemos agregar Alemania, Bélgica e Italia, que fueron potencias coloniales secundarias. La labor de los franceses en las tierras nabarras del norte del Pirineo, fue la de ahogar conscientemente la economía rural buscando una emigración masiva de los naturales del País, que fueron sustituidos por colonos adinerados franceses.
Por otro lado el Estado de España, que había tenido el imperio colonial más importante del mundo desde el siglo XVI al XVIII, entró en plena decadencia colonial e imperial durante el XIX. A pesar de experimentar el Estado español una industrialización tardía y francamente escasa, la industrialización de las minas y fábricas existentes en la comarca nabarra de Bizkaia, fue llevada a cabo por trabajadores no autóctonos, es decir, colonos españoles, lo cual influyó en gran medida al pensamiento de los hermanos Arana, que daría finalmente el denominado nacionalismo vasco. Un paradigma interesante y especialmente salvable en materia anticolonial, pero ciertamente erróneo en materia histórico-política y geopolítica, que ha generado un lastre indudablemente importante para la recuperación de la libertad de nuestro Pueblo-Nación, mediante la recuperación de la independencia y soberanía del Estado de Nabarra.
A pesar de la decadencia imperial y colonial española, incluso de los planteamientos de los hermanos Arana y demás acciones políticas de la época de un carácter que podemos llamar vasco-nabarro, más o menos autonomista , federal si queremos, pero ciertamente nunca independentista o mejor dicho soberanista, nunca supusieron un obstáculo a la labor imperial del Estado de España, pues solo hay que mirar los ejemplos continuados del mantenimiento de la ilegal posesión colonial de los territorios pertenecientes legalmente al Estado de Nabarra al sur del Pirineo, o incluso también por ejemplo de las Islas Canarias, Ceuta y Melilla, sino debemos ser conscientes que ciertamente les ha sirvido a los imperialistas españoles para ir consolidando su entramado colonial, algo que no podemos ni debemos debemos olvidar nunca, pues es esto los que sufrimos y padecemos hoy día.
La acción colonizadora actual emanda de cualquier Estado imperial, se identifica en nuestro caso con un Estado ocupado y administrado por unos Estados anteriormente ajenos o extranjeros al nuestro, ejecutada dicha administración extranjera tras una ilegítima e ilegal la invasión y ocupación de nuestras tierras, incomprensiblemente llamada conquista, sin olvidar su caracter militar con el consiguiente genocidio y el asentamiento posterior de poblaciones foráneas o extranjeras en nuestro territorio (¿colonos tal vez?), y en los que se impone una autoridad extranjera, extraña y elícita, tras la eliminación de cualquier signo de autoridad autóctona o Gobierno del Pueblo-Nación que se debe someter.
Puede hablarse de colonialismo cuando un Pueblo o Pueblos, con sus respectivos Gobiernos extienden e imponen su soberanía, su jurisprudencia, a otro(s) Pueblo(s) o Gobierno(s), implantando siempre por la fuerza militar un control político sobre ese territorio y sobre el Pueblo-Nación que lo habita y gobierna, normalmente de forma violenta y siempre, nunca se nos olvide, de forma ilegal e ilegítima, simple y sencillamente debido a una busqueda de una fuente de riqueza y de poder. Esa relación, ciertamente no deseada para el Pueblo-Nación que la sufre, concluye cuando el Pueblo-Nación subyugada alcanza o recupera su propia soberanía, constituyéndose como un Estado independiente o en nuestro caso, recuperando la independencia de nuestro histórico Estado, Nabarra.
Tras finalizar la II Guerra Mundial, las Naciones Unidas se comprometieron con la exterminación del colonialismo en el Mundo. El desarrollo de la conciencia nacional en la mayoría de las colonias, especialmente en aquellas que se encontraban más alejadas de la(s) Metrópoli(s), junto al declive de la influencia política y militar de Europa y el agotamiento de la justificación moral de los imperios, contribuyeron a una rápida descolonización a partir de 1945, la cual fue y debe seguir siendo, amparada desde las Naciones Unidas. Los imperios coloniales, creados por el ejercicio físico de la violencia a lo largo de siglos, fueron desmantelados casi en su totalidad en tres décadas, y la mayoría de las antiguas colonias se constituyeron en Estados libres y soberanos. Algo que no ocurrió con el Estado de Nabarra, que continua como uno de los últimos reductos de los imperios español y francés, sufriendo así sus brutales yugos coloniales los nabarros y nabarras.
Pero independientemente de su contexto histórico, las cuestiones estratégicas y económicas son las más importantes y las que mejor explican el colonialismo imperial. La guerra entre España y Francia hizo muy apetecible colonizar el Estado de Nabarra a comienzos del siglo XVI y sin dudarlo a principios del siglo XVII; anteriormente el deseo imperial castellano-leonés fue incentivado por la salida al mar que dicho Estado (el de los nabarros y nabarras) poseía, o posteriormente el instinto colonial barcelonés, el cual era debido a su interés por las fértiles tierras que poseía el Estados de los nabarros y nabarras (¿los llamamos aragoneses y aragonesas? Berdin da). Ya en el último tercio del siglo XIX, las potencias industriales comenzaron a competir fieramente entre sí por el control de los mercados mundiales. Por ello, dichas potencias imperialistas fueron muy proteccionistas con sus mercados nacionales e intentaron ampliar sus mercados exteriores, precisamente con la expansión colonial o en nuestro caso, con la afirmación colonial. Las conquistas o mejor dicho, sanguinarias adquicisiones de colonias a lo largo de la historia de la humanidad, han sido una manifestación de prestigio político y demostración de fuerza y poder militar. Las perspectivas estratégicas mediante el dominio de los mares y los pasos naturales exigía el control de enclaves importantes, como por ejemplo el control absoluto de los puertos nabarros del Atlántico y de los Pirineos, que perseguían desde siempre los españoles y franceses.
El mejor modo de describir los efectos nocivos del colonialismo, en general, es que sencillamente vulnera los derechos humanos. Para ello debemos analizarlo desde la vertiente de inferioridad y menoscabo de los propios colonizados. Es obvio que las colonias reportaron y reportan numerosos beneficios a las metrópolis, pues si les supondrían realmente pérdidas, los imperios las abandonarían sin problemas, lo que indica claramente el poder de subsistencia, una vez emancipados de las metrópolis y con plena libertad, que supondría para los nabarros y nabarras. La adquisición ilegal de nuevos territorios para la emigración emanada desde los imperios de España y Francia, junto a los recursos estratégicos, hay que sumarle la expansión del comercio y el aumento de las ganancias económicas que supone nuestro sometimiento, pues es ésto lo único que buscan desde los imperios colonialistas, y para ello no dudan, ni dudarán, en utilizar toda su violencia militar, política, judicial, cultural y lingüística en su exclusivo beneficio a costa de los Pueblos-Naciones colonizadas, como el Pueblo-Nación de Nabarra. Por tanto, la afirmación de que la colonización tuvo, y en nuestro caso actualmente tiene, efectos negativos para las gentes colonizadas es incuestionable. No solo se interrumpió violentamente el estilo de vida tradicional o nativo en muchos lugares del Mundo, sino que se destruyeron valores culturales y lingüísticos hoy irrecuperables. Además se impusieron religiones, Pueblos-Naciones enteras fueron alienadas y subyugadas, mirenos el libro de la historia política mundial, pues cuando no, fueron exterminadas; ¿deseas esto para el Pueblo-Nación de Nabarra? Tú Patria.
En el caso único de Nabarra, la primera y más antigua colonia del mundo sin ninguna duda, colonia debido a la violenta e ilegal acción de España y Francia, cuyos colonialismos son intrínsecamente perversos y que han implementado como nadie antes, el fidedigno "compendio colonial" del que tienen hoy día y sin ninguna duda hasta los derechos de autor, es de un estudio especial desde mentes no colonizadas, pues de lo contrario sería contribuir, consciente o inconscientemente, con la esclavitud que sufre hoy día el Pueblo-Nación de Nabarra.
Ciertamente fueron, son, actuaciones imperiales comunes en la impronta del colonialismo Europeo, que en el caso esplícito de nuestra amada Baskonia, fueron y son a día de hoy devastadoras; adquierendo especial virulencia en cada instante, causando mayores estragos al intentar conseguir exterminar cualquier referente político e histórico de nuestro Estado, Nabarra. El primer epígrafe de ese compendio colonial, que tanto España como Francia aplican en nuestras tierras, pretende únicamente finalizar la conquista militar de origen ilegal, impidiendo a toda costa el desarrollo y el necesario despegue económico de la colonia de Nabarra para que dependa únicamente de las metrópolis imperialistas y colonialistas de Madrid y Paris. Ellos nunca han dudado, ni dudan, ni dudarán, en legislar Leyes ajenas a nuestro Derecho Pirenaico, ciertamente restrictivas y que finalmente les proporcionan un insalvable entramado político-jurídico con el único objetivo de nuestro sojuzgamiento. El segundo postulado es la aculturación y la transculturación, con políticas tendentes a mantener en la ignorancia al Pueblo-Nación colonizado y que por consiguiente perdamos así nuestras señas de identidad y autoestima, con todo lo que ello envuelve. La tercera disposición de ese "reglamento de régimen interno" para las colonias, es la explotación sistemática de nuestros recursos naturales y el continuado drenaje de nuestros activos monetarios (¿tendentes a su descapitalización?), y así sucesivamente hasta llegar al total desmantelamiento del sistema productivo, la destrucción masiva del tejido empresarial, la ruina económica y la descomposición social, con la consiguiente marginalidad, paro, hambre, delincuencia, drogas, etcétera.
Para acabar con dicha manifiestación colonial franco-española, el primer paso obligado es no legitimar esta actual situción colonial que padecemos. Por ello, los nabarros y nabarras no debemos-y ciertamente podemos si queremos-dar publicidad a los diferentes partidos españoles y/o franceses; incluso de aquellos que se engañan a sí mismos y nos intentan engañan con supuestos aspectos independantistas y/o soberanistas, falsos o quizásmejor dicho erroneos, ya que la independencia y la soberanía se ejerce, no se pide legitimando a los imperios colonialistas mediante sus antidemocráticas elecciones.
Además debemos alejarnos de algunas empresas dadas de alta en España y/o Francia, que esclusivamente juegan por su beneficio económico con nuestros intereses libertarios, llegando a manipular si les es menester y de forma (mal)intencionada nuestra historia política con la acepación de paradigmas esclusivamente étnico-culturales o quizás populares, que no reales en materia geopolítica e histórico-política, censurando sin remordidiento y sin pudor alguno a auténticos y verdaderos soberanistas, estatalistas, independentistas y legitimistas nabarros y nabarras, cuya esencia política es palpablemente Patriótica, pues a ellos y a ellas, benficiarios sin ninguna duda del colonialismo al igual que los partidos políticos dados de alta en los imperios de España y Francia, les es más fácil y rentable colaborar de forma consciente con la actual situación de esclavitud y colonización que tristemente soportamos el Pueblo-Nación de Nabarra.
2011/08/04
Nabarra libre
Nabarra libre
J.J. Labiano, Arazuri-Nabarra
Tarde o temprano, el Estado de Nabarra logrará recuperar la independencia arrebatada violentamente por las armas del Reino de España y la actual República de Francia. No tiene ningún sentido seguir sobrellevando la humillación secular, histórica, política, lingüística, cultural, jurídica, junto a la marginación social y el desafecto militar impuestos por esos Estados imperialistas y colonialistas. Tanto España como Francia destruyeron nuestras instituciones para imponiéndonos a continuación sus extranjeras leyes y organismos, instrumentos necesarios para asentar la ilegal invasión y alcanzar finalmente nuestro sometimiento y nuestra colonización. Llegará el día en que Nabarra se separará nuevamente de España y de Francia, dentro de un proceso natural y libertario de descolonización. Yo no soy para nada antiespañol, ni tampoco soy antifrancés, pero desde luego solo me siento y soy, únicamente, nabarro. Mis antepasados, nuestros antepasados, lucharon y murieron defendiendo la libertad de sus familias, la independencia de nuestras instituciones y la soberanía del Reino o Estado de Nabarra, si les olvidamos y no les honramos, seremos definitivamente colonizados.
Si hubiésemos sabido crear y mantener una Asamblea Nacional Constituyente, pacífica pero firme en la idea de formar un Gobierno Propio y Plural, reagrupando y uniendo a las diferentes ideologías existentes dentro del marco estatalistas, soberanista, independentista y legitimista nabarro, la soberanía del Estado de Nabarra se recuperaría por mayor prontitud y por una senda de cordura y normalidad. Al objetivo libertario que poseemos y ansiamos los nabarros, nos iría mucho mejor si nos apartáramos definitivamente de las instituciones coloniales y estatales del Reino de España y de la República de Francia. Votar con los verdugos de nuestra independencia es un claro ejemplo de dependencia colonial. Los nabarros hemos sido masoquistas impresentables o si preferís, auténticos negligentes en nuestra lucha libertaria durante muchos siglos. Hemos sufrido continuadamente las imposiciones imperiales franco-españolas a cambio de nada. Hemos sentido y seguimos sintiendo el peso de las botas, de las armaduras, de los uniformes militares extranjeros y de sus armas de fuego sobre nuestras cabezas. Ya no son tiempos de guerras con las espadas, ni con subfusiles automáticos, ni granadas, ni con cañones, es el tiempo de los argumentos, de las razones, de los procedimientos legales y de la palabra. Con ellos podemos llegar muy lejos en las Instituciones Internacionales, pero para ello debemos y tenemos que alejamos de esas instituciones coloniales y extranjeras, que se sustentan en unas Constituciones que nos señala explícitamente la defensa de su ilegal unidad territorial mediante acciones violentas de los ejércitos de España y de Francia. Pero ocurre que ni siquiera lo intentamos y si alguien se atreve a ello, es censurado, insultado, señalado, marcado, estafado e incluso robado por agentes que dicen ser nabarros.
Es el momento de cambiar nuestra actitud miedosa, sumisa, esclava a los circunstancias políticas, militares y jurídicas de España y Francia en definitiva, por nuestra Tierra, por nuestro Pueblo, por nuestra Nación, por nuestro Estado. Sigue existiendo un cierto miedo a proclamar firmemente la soberanía, la independencia. Como si tratarlo en público fuera un tema tabú, como si su ejercicio fuera imposible. Todavía quedan entre los nabarros que escribimos en los periódicos o internet viejos miedos, evidentemente fuera de lugar. Una Nabarra sin complejos coloniales sería maravillosa. Una Nabarra unida que no tuviera temor a lanzar nuevamente el grito de independencia, que agitara muy fuerte la bandera roja de nuestra Patria, que explotara sus recursos basándose en el Derecho Pirenaico y concordia con el Derecho Internacional. Y como no, que acogiera a todos, incluso a España y Francia, con los brazos abiertos desde la igualdad y la soberanía. ¿Llegaremos a verlo? Solo depende de nosotros mismos, de los nabarros.
J.J. Labiano, Arazuri-Nabarra
Tarde o temprano, el Estado de Nabarra logrará recuperar la independencia arrebatada violentamente por las armas del Reino de España y la actual República de Francia. No tiene ningún sentido seguir sobrellevando la humillación secular, histórica, política, lingüística, cultural, jurídica, junto a la marginación social y el desafecto militar impuestos por esos Estados imperialistas y colonialistas. Tanto España como Francia destruyeron nuestras instituciones para imponiéndonos a continuación sus extranjeras leyes y organismos, instrumentos necesarios para asentar la ilegal invasión y alcanzar finalmente nuestro sometimiento y nuestra colonización. Llegará el día en que Nabarra se separará nuevamente de España y de Francia, dentro de un proceso natural y libertario de descolonización. Yo no soy para nada antiespañol, ni tampoco soy antifrancés, pero desde luego solo me siento y soy, únicamente, nabarro. Mis antepasados, nuestros antepasados, lucharon y murieron defendiendo la libertad de sus familias, la independencia de nuestras instituciones y la soberanía del Reino o Estado de Nabarra, si les olvidamos y no les honramos, seremos definitivamente colonizados.
Si hubiésemos sabido crear y mantener una Asamblea Nacional Constituyente, pacífica pero firme en la idea de formar un Gobierno Propio y Plural, reagrupando y uniendo a las diferentes ideologías existentes dentro del marco estatalistas, soberanista, independentista y legitimista nabarro, la soberanía del Estado de Nabarra se recuperaría por mayor prontitud y por una senda de cordura y normalidad. Al objetivo libertario que poseemos y ansiamos los nabarros, nos iría mucho mejor si nos apartáramos definitivamente de las instituciones coloniales y estatales del Reino de España y de la República de Francia. Votar con los verdugos de nuestra independencia es un claro ejemplo de dependencia colonial. Los nabarros hemos sido masoquistas impresentables o si preferís, auténticos negligentes en nuestra lucha libertaria durante muchos siglos. Hemos sufrido continuadamente las imposiciones imperiales franco-españolas a cambio de nada. Hemos sentido y seguimos sintiendo el peso de las botas, de las armaduras, de los uniformes militares extranjeros y de sus armas de fuego sobre nuestras cabezas. Ya no son tiempos de guerras con las espadas, ni con subfusiles automáticos, ni granadas, ni con cañones, es el tiempo de los argumentos, de las razones, de los procedimientos legales y de la palabra. Con ellos podemos llegar muy lejos en las Instituciones Internacionales, pero para ello debemos y tenemos que alejamos de esas instituciones coloniales y extranjeras, que se sustentan en unas Constituciones que nos señala explícitamente la defensa de su ilegal unidad territorial mediante acciones violentas de los ejércitos de España y de Francia. Pero ocurre que ni siquiera lo intentamos y si alguien se atreve a ello, es censurado, insultado, señalado, marcado, estafado e incluso robado por agentes que dicen ser nabarros.
Es el momento de cambiar nuestra actitud miedosa, sumisa, esclava a los circunstancias políticas, militares y jurídicas de España y Francia en definitiva, por nuestra Tierra, por nuestro Pueblo, por nuestra Nación, por nuestro Estado. Sigue existiendo un cierto miedo a proclamar firmemente la soberanía, la independencia. Como si tratarlo en público fuera un tema tabú, como si su ejercicio fuera imposible. Todavía quedan entre los nabarros que escribimos en los periódicos o internet viejos miedos, evidentemente fuera de lugar. Una Nabarra sin complejos coloniales sería maravillosa. Una Nabarra unida que no tuviera temor a lanzar nuevamente el grito de independencia, que agitara muy fuerte la bandera roja de nuestra Patria, que explotara sus recursos basándose en el Derecho Pirenaico y concordia con el Derecho Internacional. Y como no, que acogiera a todos, incluso a España y Francia, con los brazos abiertos desde la igualdad y la soberanía. ¿Llegaremos a verlo? Solo depende de nosotros mismos, de los nabarros.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)
NABARRAKO ERESERKIA
Nabarra, reflexiones de un Patriota
ASKATASUNA = Baskoinak x Nafar Paradigma
"PRO LIBERTATE PATRIA GENS LIBERA STATE"
"Aberri askearen alde jende librea jaiki"
"De pie la gente libre a favor de la libertad de la patria"
"De pie la gente libre a favor de la libertad de la patria"
Navarre shall be the wonder of the world
by WILLIAM SHAKESPEARE