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2015/02/01

Francisco de Nabarra y Hualde

Francisco de Nabarra y Hualde
Iñigo Saldise Alda

Heráldica: de gules cinco panelas de plata que es de los Hualde de Tafalla, el todo bajo un jefe de gules con medio carbunclo de oro cerrado y pomelado naciente que es de Nabarra.

Nación en Tafalla en el año 1498, siendo hijo de suelta del Gran Mariscal de Nabarra Pedro de Nabarra y Lacarra, con una dama de la casa de los infanzones Hualde de Tafalla.

Fue criado en la casa del linaje materno, pero corriendo con los gastos de su manutención el Gran Mariscal de Nabarra, el cual no desatendió nunca los cuidados de su hijo. Desde muy “muetico” tuvo una esmeradísima educación, la cual estaba dirigida a la vida religiosa. Los hijos  que tuvo el Gran Mariscal de Nabarra con la castellana Mayor de la Cueva, le trataran como a un verdadero hermano más desde muy temprana edad.

Tras estudiar la lengua latina y humanidades en Tafalla, a los doce años de edad, concretamente en el año 1510, fue a estudiar a Tolosa-Toulouse Derecho Canónigo bajo la dirección de Martin de Azpilcueta y Jaureguizar, gracias a la magnífica colocación realizada por su padre, el Gran Mariscal de Nabarra.

Una vez en la universidad de Tolosa-Toulouse, Francisco de Nabarra y Hualde cursó estudios de Derecho Canónigo y Civil, junto a los de Filosofía y Teología. Durante su estancia en el Reino de France, desarrolló una gran amistad con el ya conocido en esos lares como Doctor Navarrus.

En el año 1511, el prior de Orreaga-Roncesvalles Fernando de Egües, había designado como su sucesor a Francisco de Nabarra Hualde. Por eso en el año 1518, estando aún vivo Fernando de Egües y el tafallés todavía en la universidad francesa, gracias a la labor diplomática llevada a cabo desde el inicio por el nabarro Martin de Rada en Roma, el papa Leone X le nombró prior de la Real Colegiata de Santa María de Orreaga-Roncesvalles, a pesar de un feroz posicionamiento, totalmente enfermizo y contrario del rey Carlos I de España, Nápoles, Sicilia y Cerdeña, archiduque de Austria y duque titular de Borgoña.

Inicialmente, Carlos I de España esgrimió contra la designación como prior de Orreaga-Roncesvalles, que Fernando de Egüés había hecho la resignación sin delegación alguna del papa, algo habitual y natural en aquella época al no ser estrictamente necesaria.

Ya como emperador, Carlos I de España y V de Alemania siguió sin aceptar la designación de Francisco de Nabarra y Hualde para el priorato de Orreaga-Roncesvalles. Por ello, concretamente en dos veces, intentó impugnarla de un modo u otro. Primero, en marzo del año 1522, a través del virrey de Navarra y conde de Miranda Francisco López de Zúñiga y Avellaneda. Dicha impugnación contra el hijo de Tafalla, era a su vez en favor del capellán regio español y vicario general del obispado de Iruinea-Pamplona, el clérigo veneciano Juan Rena; y después, a finales de ese mismo año el beneficiario sería un consejero del emperador y predicador español de su capilla real Luis Núñez Coronel. Para esta segunda vez, contó el emperador español con ayuda de la duquesa de Sessa Elvira Fernández de Córdoba, la cual se encontraba como embajadora española en Roma.

El emperador español alegó fundamentalmente su derecho de patronato sobre el hospital, que el papa Adriano VI negó sin dudarlo, al corresponder desde antiguo al monasterio de Orreaga-Roncesvalles elegir a su prior, circunstancia que en realidad, también hay que decirlo, no se daba mucho por entonces. Por lo demás, el papa se mantuvo irreductible en su reconocimiento de Francisco de Nabarra y Hualde, que desde el año 1518 ya venía cobrando los 100 ducados de cámara; abreviadamente, de una pensión concedida por Leone X a Fernando de Egües sobre las rentas del priorato.

A su regreso al Estado de Nabarra en el año 1523, se lo encontró en su mayoría territorial, ocupado por las invasoras fuerzas militares españolas del emperador Carlos I de España y V de Alemania. Ya en Orreaga se hizo cargo del puesto de prior de los Canónigos Regulares de Santa María de Roncesvalles, en cuya comunidad tuvo durante un año a un novicio, que había sido su maestro en la universidad de Tolosa-Toulouse, su amigo Martin de Azpilcueta y Jaureguizar.

El Prior de Orreaga, comprendió que el retener a su amigo el Doctor Navarrus en el monasterio, era una idea muy ilógica. Comprendió que su amigo natural de Barasoain, debía seguir impartiendo sus sapiencias y su sabiduría en alguna universidad. La decisión fue consensuada y entre ambos, ante la nueva situación política tras la rendición de los legitimistas nabarros en Hondarribia en el año 1524, pensaron que era más aconsejable, por el bien de sus familiares y amigos, no volver al Reino de France y por ello, decidieron entonces partir al Reino de España. Concretamente hacia la castellana ciudad de Salamanca, plaza donde se encontraba una de las universidades más afamadas de la época.

Bajo la dirección de Martin de Azpilcueta y Jaureguizar, el prior de Orreaga concluyó sus estudios de jurisprudencia. Además Francisco de Nabarra y Hualde adquirió gran niveles en el ejercicio de la erudición, debido en gran medida a su gran aptitud y especial compromiso en los estudios.

Tras graduarse y doctorarse en Cánones, Francisco de Nabarra y Hualde volvió al monasterio de Orreaga-Roncesvalles en marzo del año 1528. Poco después durante ese mismo año, el español Pedro de Villalón, nombrado dean de Tutera-Tudela por el papa Julio II en el año 1507 con la oposición de los tudelanos, ordenó formar un proceso contra Francisco de Nabarra y Hualde por el asiente o posición que ostentaba el prior de Orreaga-Roncesvalles, en unas ilegítimas Cortes asentadas en la ocupada militarmente por los españoles Iruinea-Pamplona, subordinadas sin ninguna duda ellas a los intereses imperiales españoles. Una reclamación sin base de derecho, la cual veía haciendo el dean de Tutera-Tudela desde el año 1524. La causa finalmente fue ganada por el nabarro de Tafalla en el año 1530.

Ocurrió algo similar con el prior de la Orden de los Hospitalarios de San Juan de Jerusalen en Nabarra Juan López de Eulate, el cual también disputó el asiento en esas ilegítimas Cortes de Navarra al estar sometidas al yugo imperial español, al prior de la Real Colegiata de Santa María de Orreaga-Roncesvalles, saliendo victorioso nuevamente Francisco de Nabarra y Hualde.

En el año 1529, ante la vacante del puesto de rector de la universidad de Salamanca, el prior de Orreaga fue propuesto para dicho cargo desde la propia universidad, en competencia con otras personas de renombre, como Antonio de Fonseca, el maestro la Gasca, Yñigo Sarmiento y otros muchos. Finalmente Francisco de Nabarra y Hualde fue el rector de la universidad salmantina por el periodo de un año.

De vuelto al priorato pirenaico, Francisco de Nabarra y Hualde se centró en completar la tarea reformista del monasterio nabarro, iniciada en el año 1523 junto a su amigo, el también nabarro Martin de Azpilcueta y Jaureguizar. Preparó entonces la conocida como Bula Tripartita, la cual dio por terminada el prior de Orreaga-Roncesvalles el 4 de mayo del año 1531, siendo a continuación aprobada por el cabildo del monasterio y dando su consentimiento, como patrono el emperador Carlos I  de España y V de Alemania, concretamente el 4 mayo del año 1534. Dicha bula recibió la legal confirmación por parte del papa Paulo III el 3 de noviembre de ese mismo año.

Antes de que el papa diera su consentimiento a la bula preparada por los nabarros Martin de Azpilcueta y Juareguizar junto a Francisco de Nabarra y Hualde, este último acudió como jefe del brazo eclesiástico a unas nuevas e ilegales Cortes Generales de Navarra, esta vez en Zangotza-Sangüesa. El prior de Orreaga-Roncesvalles encabezó una petición formal en la cual se negaba el derecho a asistir a Cortes al doctor español Castillo, fiscal del Consejo Real del emperador Carlos I de España y V de Alemania, sencillamente por ser extranjero.

Ante los continuados agravios producidos por el imperialismo español, los síndicos nabarros formalizaron la idea de formar una comisión que protestará directamente al emperador español en su Corte. El agramontés Francisco de Nabarra y Hualde fue designado como interlocutor de los nabarros junto al beaumontés señor de Guendulain Frantzes de Ayanz, mediante carta credencial del 15 de diciembre del año 1534.

Enterado el emperador español, mando una notificación al virrey español de Navarra, mediante una célula firmada en febrero del año 1535, ordenando la suspensión del viaje de los mensajeros nabarros, posponiéndola hasta la finalización de las Cortes ilegales de Navarra tras aceptar forzosamente la presencia del doctor español.

Los síndicos nabarros finalmente no enviaron a los mensajeros, pero tampoco acabaron esas ilegales Cortes, manchándose cada uno a sus respectivos hogares, enviando únicamente al señor de Sarria Frantzes de Lodosa al Palacio Real de Nabarra el 5 de junio, el cual ya estaba ocupado militarmente por nuevo el virrey español, el marqués de Cañete Diego Hurtado de Mendoza y Silva. Además, los delegados nabarros pasaron factura de gastos al virrey español por el viaje del señor de Sarria a Iruinea-Pamplona.

Estos sucesos enfadaron nuevamente y en grado sumo al emperador Carlos I de España y V de Alemania, el cual señaló como culpable a Francisco de Nabarra y Hualde. Como era habitual en el emperador español, utilizó la política de dispersión, es decir, trasladar coactivamente desde las tierras de Nabarra a las tierras de España, a aquellos agentes nabarros que le eran contrarios, a los cuales siempre los calificó como subversivos y rebeldes, sin equivocación alguna en la mayoría de los casos, considerando sus actos como dañinos para los interés político-militares del imperio español. Bien bajo horribles condenas y penas o bien a otros cargos o puestos bien gratificados y retribuidos, con la única intención de evitar un nuevo levantamiento legitimista por parte de los nabarros. Con el prior de Orreaga-Roncesvalles optó por la segunda opción al correr “sangre Real” por las venas del tafallés, la misma sangre que su padre el Gran Mariscal de Nabarra Pedro de Nabarra y Lacarra, al cual mandó asesinar en la cárcel de Simancas en el año 1522 el emperador español.  

Así pues, tuvo su oportunidad en el año 1541 el emperador Carlos I de España y V de Alemania, debido al traspaso, quizás buscado, de Antonio Ramírez de Haro a la diócesis de Ourense, presentó para obispo de la Santa Iglesia de Ciudad Rodrigo, al nabarro de Tafalla. Ese mismo año mediante el denominado proceso de la concordia, la bula de la división de rentas se aplicó por primera vez en el monasterio de Orreaga-Roncesvalles, poco antes de abandonar Francisco de Nabarra y Hualde el priorato pirenaico para ocupar  su nuevo y bien remunerado puesto dentro de la República Romana, Apostólica y Católica, aunque de manera obligada en el obispado de Ciudad Rodrigo, del cual se hizo cargo a partir del año 1542 tras nombramiento de Paulo III, eso sí, una vez cesado como prior de Orreaga-Roncesvalles.

Con esto, el emperador Carlos I de España y V de Alemania mató dos pájaros de un tiro. Alejo de la ocupada Navarra aún legitimista nabarro, por ende enemigo del imperio español, y también posicionó a un prior español en el estratégico monasterio de Orreaga-Roncesvalles situado en el paso natural del Pirineo.

Nuevamente fue postulado para otra silla episcopal el nabarro de Tafalla. Esta vez la muerte de Jerónimo Suarez en el año 1545, dejó vacante el obispado de Badajoz. Ya con el título de obispo de Badajoz, Francisco de Nabarra y Hualde estuvo presente en la apertura y participó en las dos primeras sesiones del concilio de Trento llevadas a cabo en diciembre de ese año. En la primera protestó ante la iniciativa de trasladar el concilio a Bulåggna-Bolongna-Bolonia y en la segunda contra el decreto de suspensión, con su particular y brillante oratoria.

Estando en Trento en el 1546, el emperador Carlos I de España y V de Alemania, nombró a Francisco de Nabarra y Hualde  para el importante puesto de presidente de la chancillería de Granada, pero el nabarro de Tafalla rehusó dicho nombramiento excusándose de su incompatibilidad con el cargo de obispo de Badajoz. En Trento permaneció ininterrumpidamente durante las dos primeras etapas conciliares, salvo una obligada salida a Venessia-Venezia-Venecia por motivos de salud en la primavera del año 1547.

Nuevamente en Trento, la estancia del obispo de Badajoz Francisco de Nabarra y Hualde duró hasta el año 1549, y es entonces cuando viajó por primera vez a Badajoz para tomar posesión real de la silla episcopal de la mencionada ciudad.

Ya en el año 1551, el obispo de Badajoz Francisco de Nabarra y Hualde, participó nuevamente en el concilio de Trento hasta la finalización del mismo al año siguiente, mostrándose partidario de llevar a acabo una Reforma de la Iglesia para combatir así las “herejías” que recorrían Europa. El concilio fue suspendido al año siguiente.

De vuelta ya en el Reino de España, concretamente en Badajoz, el obispo Francisco de Nabarra y Hualde realizó dos sínodos en los años 1554 y 1555.

Ostentó el cargo de obispo Badajoz hasta el año 1556, año en que fue promovido para el puesto eclesiástico de arzobispo de Valencia tras la vacante dejada por Francisco Tomás de Villanueva. Esta vez fue postulado al rey Felipe II de España para el puesto, por el virrey español de Valencia y duque de Maqueda Bernandino de Cárdenas y Pacheco.

El 4 de mayo del año 1556 el papa Paulo IV lo nombró arzobispo de Valencia. El 22 de junio del mismo año, Francisco de Nabarra y Hualde tomó posesión del Arzobispado por medio de procurador. El tafallés realizo una entrada solemne en la Ciudad de Valencia el 16 de octubre de dicho año, tras haber estado hospedado unos cuantos días en el monasterio de San Miguel de los Reyes.

En su arzobispado en Valencia destacó mayormente por su vida ejemplar y por mostrar una gran caridad con todos. Dispuso que sus funcionarios anduvieran por toda la Diócesis visitando los lugares de los nuevos convertidos. También, Francisco de Nabarra y Hualde mandó comprobar si era verdad que los rectores cumplían con sus obligaciones pastorales.

Convocada la tercera sesión del Concilio de Trento para el 18 de enero del año 1562, Francisco de Nabarra y Hualde pidió a Felipe II de España que lo dispensase de asistir, excusándose que con ello podría continuar atendiendo la evangelización de sus diocesanos, y especialmente de los moriscos o mahometanos. El rey Felipe II de España no lo dudó y concedió la obligada dispensa, permitiendo así que el tafallés se quedara en la diócesis valenciana.

Pero el rey español también quiso servirse de sus consejos para tratar sobre las materias que se tenían que deliberar en la asamblea conciliar. Así en la primavera del año 1561 lo llamó a la corte española para recibir su asesoramiento.

Francisco de Nabarra y Hualde sufrió en sus últimos años hidropesía, y con tanto trasiego su salud se fue minando paulativamente. El nabarro de Tafalla falleció el 14 de diciembre del año 1563 en su retiro de Torrente. Fue entenado con todos los honores, dignos de su cargo de arzobispo, en la Catedral de Valencia.

BIBLIOGRAFÍA
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VACA DE OSMA, J.A. Carlos I y Felipe II frente a frente.
VV. AA. Imágenes históricas de Felipe II.

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Nabarra, reflexiones de un Patriota

Reflexiones de un Patriota by Iñigo Saldise Alda

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EUSKARA-LINGUA NAVARRORUM

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©NABARTZALE BILDUMA 2011

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