J.J. Labiano; Arazuri-Nabarra
El 24 de julio del año 1512, un ejército
español, extranjero e invasor, acampaba
en las puertas de la ciudad de Iruñea, concretamente en la Taconera.
Este ejército invasor estaba formado por 15.000 soldados pertrechados con
veinte piezas de artillería y un gran número de armas ligeras de fuego. Por
otro lado, Iruñea no era una ciudad-fortaleza, sin apenas artillería y con un vecindario
entre 6.000 y 10.000 personas entre hombres, mujeres y niños.
Ese mismo día, los jurados de Iruñea
acudieron al convento de Santa Eulalia,
que previamente había sido saqueado por la soldadesca española, donde en una de
sus mejores instancia se encontraba el jefe del ejército extranjero, el duque
de Alba. La intención de los representantes de Iruñea era presentar sus
condiciones para la rendición de la capital del Estado de Nabarra. El duque
español contestó lo siguiente:
“No
son los vencidos quienes imponen leyes a los vencedores, sino que las reciben
de éstos. Marchad pues y comunicad a vuestros convecinos que, o se entreguen
sin condición alguna, poniendo en mis manos todos los bienes eclesiásticos y
públicos -en cuyo caso disfrutarán de absoluta libertad y de sus haciendas-, o
si no les placen estas condiciones, sepan que han de pasar por todo lo que
acontece en el asedio de las ciudades: matanzas, sin respetar edad ni sexo;
incendio de las haciendas, tanto eclesiásticas como privadas, y saqueo de toda
clase bienes.”
La intimidación y el aplastamiento moral
surtieron efecto y los representantes de la ciudad más antigua de los vascones
se rindieron al invasor español. A las nueve de la mañana del 25 de julio del
año 1512, con las tropas invasoras españolas engalanadas desfilaron y ocuparon la
capital del Reino de Nabarra al son de las trompetas y los timbales entrando
por la puerta de San Lorenzo. Ya dentro de la ciudad vascona, el jefe del
ejército invasor y ocupante extranjero, el duque de Alba, recibió de manos de
los regidores las llaves de Iruñea y el juramento obligado de obediencia.
El día 26 de julio del año 1512, Iruñea
amaneció ocupada por el ejército invasor español. El vecindario de Iruñea había
perdido su libertad y el miedo a la soldadesca ocupante española se apoderó
completamente del mismo.
Ilustración de Martín Altzueta |