J.J. Labiano, Arazuri-Nabarra
El 15 de agosto del año 778 una terrorífica batalla
sobrecogió al Pirineo vascón. Durante largas horas, miles de personas se machacaron
con armas de metal hasta la muerte. En cuanto no quedó perdedor alguno con
vida, los vencedores de la jornada se retiraron. Fue el enfrentamiento armado
más grave de su época, un hecho que conmocionó a la Europa del siglo VIII.
El marco histórico
El año 476 ha sido considerado por la mayoría de los historiadores como el final del Imperio romano. El Imperio romano, auténtica cárcel de personas esclavizadas y sometidas, era un robo armado a la libertad, que escondía bajo su débil capa de refinado barniz a un infortunado y apolillado aglomerado de Pueblos. No es de extrañar por tanto, que las revueltas sociales y sediciones populares estuvieran al orden del día. De ahí que cuando el Imperio terminó por hundirse en el siglo V, hubiera territorios libertados por doquier, ya fueran estos bajo unas repúblicas comunitarias multirraciales o con atribución de confirmaciones nacionales en unidades organizativas convenientes y propias, lejos de las formas impuestas por el imperialismo esclavista romano-cristiano.
El año 476 ha sido considerado por la mayoría de los historiadores como el final del Imperio romano. El Imperio romano, auténtica cárcel de personas esclavizadas y sometidas, era un robo armado a la libertad, que escondía bajo su débil capa de refinado barniz a un infortunado y apolillado aglomerado de Pueblos. No es de extrañar por tanto, que las revueltas sociales y sediciones populares estuvieran al orden del día. De ahí que cuando el Imperio terminó por hundirse en el siglo V, hubiera territorios libertados por doquier, ya fueran estos bajo unas repúblicas comunitarias multirraciales o con atribución de confirmaciones nacionales en unidades organizativas convenientes y propias, lejos de las formas impuestas por el imperialismo esclavista romano-cristiano.
Esto mismo sucedió en Vasconia, esa tierra de lengua
euskaldun, vestigio preindoeuropeo, que desde los aún olvidados límites
occidentales y meridionales, ocupaba casi todo el Pirineo y descendía por las
llanuras aquitanas hasta la ciudad de Bordele-Burdeos. Intentar definir hoy día
cuál era el peso de la maquinaria represora romana, la posterior rebelión
social y la lucha nacional en el año 476, es pedir mucho más de lo que
conocemos. Lo único seguro es que el Imperio romano se movía en retirada ante
el auge de las formas alternativas de la población vascona, con un
enfrentamiento vigente que se daba a todos los niveles, evidentemente también
armado.
Pero el Imperio romano, en contra de lo que nos dice
la opinión general, no cayó. Solo se transformó, y la estatua Imperial de jaspe
albino dio paso a un monstruo con aspecto romano, ropajes cristianos y zarpas
germanas. En síntesis, se llevó a cabo un nuevo reparto del mundo, al cual
tampoco estaban convidadas las naciones que habían resistido a más de medio
milenio bajo la sanguinaria espada de las legiones romanas.
Naciones que en los siglos siguientes resistieron a la
asimilación mientras les fue posible, conservando las libertades recuperadas
durante el desmayo de la aglutinación y centralización Imperial. Libertades en
el ámbito jurídico que contaban con diferentes variaciones en el Derecho. Ahí
está nuestro Derecho Pirenaico del cual un rescoldo son los Fueros. Este
Derecho propio de los vascones nos muestra papel social del grupo, de la mujer.
Con un carácter religioso que apuesta por el paganismo, el animismo ancestral.
Un sentido económico sin obediencia a los centros de poder mundiales. En
materia lingüística independiente, mediante la revitalización de las lenguas
nacionales en perjuicio de las impuestas desde el exterior. En resumen, poder
político y soberanía plena para Vasconia.
Los siglos V, VI y VII vieron con el agotamiento del
nuevo sistema establecido desde arriba, en el continente europeo, era incompetente
para frenar el expansionismo libertador que defendían algunos Pueblos como los
vascones. Unos Pueblos que ahondaban en sus realidades internas, creando mundos
cada vez más distantes de la faraónica obra en la que confiaban y confesaban el
Papado, junto a los nobles y reyes germánicos. Visigodos y francos eran unos
instrumentos ineficaces de tropas contra los vascones, al tiempo que el desafío
musulmán les quitaba fuentes de financiación al sur y al este del Mediterráneo.
Diversas razones, entre las que no hay que minimizar
un potente crecimiento demográfico en ciertas zonas de Europa, unido a una dura
voluntad del ya consolidado nuevo sistema europeo, que tenía como objetivo
político-militar y religioso, zanjar la cuestión libertaria de los Pueblos como
el vascón, aceleraron el nombramiento de un nuevo emperador en Occidente tras
siglos vacío. Esto llevó a la ruina a los proyectos alternativos con base
nacional como el vascón.
La batalla
En el siglo VIII, derrotada la resistencia vascona a lo largo de las amplias tierras de estos al norte del Pirineo, tropas vasconas presentaron batalla en las cercanías de París, disponiendo de líneas de abastecimiento y fortificaciones en el hoy centro francés. Carlomagno, que ha pasado a la historia como el genocida de vascones y bretones, decidió concluir su tarea y para ello, quiso someter todo el valle del Ebro, entonces en manos de dominaciones musulmanas. Un plan táctico claro cuyo objetivo fue la ciudad de Zaragoza. Un fin estratégico, el control de los vascones.
En el siglo VIII, derrotada la resistencia vascona a lo largo de las amplias tierras de estos al norte del Pirineo, tropas vasconas presentaron batalla en las cercanías de París, disponiendo de líneas de abastecimiento y fortificaciones en el hoy centro francés. Carlomagno, que ha pasado a la historia como el genocida de vascones y bretones, decidió concluir su tarea y para ello, quiso someter todo el valle del Ebro, entonces en manos de dominaciones musulmanas. Un plan táctico claro cuyo objetivo fue la ciudad de Zaragoza. Un fin estratégico, el control de los vascones.
Con un imponente ejército de mercenarios bien pagados y
procedentes de mil rincones de Europa, los mandos imperiales francos entraron
divididos en dos cuerpos, al este y al oeste del Pirineo. Fracasada finalmente la
toma de la ciudad de Zaragoza, y presuntamente alarmados por la rebelión del
Pueblo sajón, Pueblo germano que vivía subordinado bajo la bota imperial
franca, Carlomagno ordenó el regreso.
De vuelta, Carlomagno arrasó cuanto pudo para lograr
al menos algunos de sus objetivos originarios. Es en este contexto donde la quema
y destrucción de Iruñea queda encuadrada. Pero por aquel entonces, Vasconia ya
contaba y gozaba de una organización propia. Puertos, ciudades, industrias y
tecnología punta militar que, pese a las inestables labores defensivas que
resultaron inútiles durante decenios, les permitió a los vascones a concentrar
de nuevo un importante ejército nacional en el Pirineo occidental, con todo
tipo de provisiones y mandos para miles de combatientes que, estos sí,
eligieron con mimo fecha y lugar, para propinar un terrible golpe al ejército
imperial franco.
Fue la mayor victoria vascona frente a la potestad del
sistema imperial. Miles de mercenarios extranjeros, soldados de élite, quedaron
en el campo de batalla muertos por las armas vasconas, entre ellos Roldán, sobrino
del mismísimo Carlomagno y perfecto de la marca de Bretaña. El Estado Mayor
imperial franco se dejó la piel en la batalla, pero Carlomagno futuro emperador
de Occidente, se salvó.
Desenlace
Tres años más tarde de la gran victoria vascona o
nabarra en Orreaga, un ataque masivo combinado desde el Califato de Córdoba y
del Imperio franco de Carlomagno, aliados por aquel entonces, llevó a la ruina
y a la desesperación del conocido como Ducado de Vasconia, el cual apenas pudo
resistirse. Las crónicas de la época hablan de numerosos y compactos grupos a
lo largo del Pirineo occidental, que en fechas posteriores pretendieron hacer
frente a ejércitos muy superiores. Sólo quienes se sometieron al nuevo orden
mundial salvaron sus vidas, otros lucharon hasta el final. Aquellos jefes militares
que optaron por la rendición realmente se vendieron al imperialismo invasor.
Pero debido a derrotas como la de Orreaga, el sistema imperial no pudo implantarse del todo y cambió la estrategia del exterminio por una estrategia de absorción, manteniéndose durante toda la Edad Media una independencia menguante para las tierras de Vasconia. Es en este contexto en donde debe situarse la creación del Reino de Iruñea, luego de Nabarra.