La vía nabarra
Iñigo Saldise Alda
Diferentes agentes culturales y políticos de
nuestro País, Nabarra, incluso estando entre ellos algunos que podemos
considerar como referentes de nuestra Nación, se encuentran embobados y embelesados
por el movimiento Nacional que está viviendo Catalunya. La última Diada celebrada
el 11 de septiembre, fue masiva; indiscutiblemente. Hubo una gran diversidad de
actos y cientos de miles de personas de diferentes edades salieron a la calle reivindicando
la independencia del Reino de España, ensalzando especialmente su personal
lengua, cultura y folklore, símbolos ideológicos del nacionalismo catalán
surgido a finales del siglo XIX.
Estoy convencido que dicho embobamiento le viene
dado a estas personas, incluidas las que algunos consideran como referentes de
nuestro País, por una interiorizada ideología política conocida como nacionalista
vasca, la cual, también, surgió a finales del siglo XIX, contando con similares
símbolos ideológicos a los del nacionalismo catalán. Es decir, lengua y cultura
diferenciada, además de grandes matices en su origen racial y que hoy mejor
dicho debemos considerar étnicos.
Bien, solidarizándome con el movimiento
independentista y soberanista catalán, y a su vez deseándoles que logren sus patrióticos
objetivos, nosotros debemos saber y considerar que nuestro País no se parece en
nada a Catalunya; originaria y sencillamente porque a diferencia de los
catalanes, los nabarros si hemos poseído un Estado libre y soberano, el cual debemos
siempre recordar que fue ilegal y violentamente invadido, ocupado, conquistado
con genocidio y colonizado, por españoles y franceses.
Así pues, observando desde fuera el proceso de
la vía catalana por la independencia, debemos interiorizar políticamente nuestro
actual estatus de ser una colonia francesa y española, por muy doloroso y
lamentable que ello sea, pues… esta es nuestra nefasta realidad.
Estamos oprimidos, sojuzgados, sometidos y subyugados,
así de simple. Y para poder romper con esas cadenas que nos impiden vivir como
hombres libres, tenemos que organizarnos en independencia de las instituciones
coloniales y colonialistas, pues de lo contrario seguiremos legitimando nuestra
propia esclavitud al sufrir el síndrome del Tío Tom junto al del síndrome del
colonizado, juntos.
Pese a todo, ya sean dado avances desde la vía
nabarra. Realmente hay proposiciones serias para formar una Asamblea Nacional
Nabarra con vistas a una Unidad Nacional. Incluso hay una firme propuesta para
la creación de una Mesa por la Descolonización de nuestro Estado, las cuales
han sido reiteradamente ignoradas.
Estas fórmulas, personalmente no me opondría a
otras siempre y cuando reine la no censura y con ello el respeto mutuo, el
Pueblo-Nación de Nabarra debe saber que han sido ocultados tanto por los
negacionismos imperialistas españoles y franceses, como por el negacionismo
complaciente y pesebrero de diversos agentes políticos dados de alta en el
sistema constitucional español y/o francés como partidos políticos, como por
diversos agentes culturales interesados más en subvenciones y migajas de las
instituciones coloniales y colonialistas impuestas en nuestro País, que de
buscar una vía nabarra por la independencia.
Así bien, para que la
noble y legítima causa patriótica de nuestro Pueblo-Nación, el cual pese a todo
mantiene vivo el sueño de recuperar la libertad, ha de llevarse tras una
obligada auto-descolonización mental de toda nuestra sociedad, tanto política
como cultural pero especialmente de aquellos que mantienen un idilio con esa
política de índole romántico, ciertamente folklórica y sin sustento histórico
alguno que conocemos como aranista o abertzale, indiferentemente de su ideología
sociopolítica de derechas, centro o izquierdas.
Nuestra
lucha tiene que ser pacífica, eso sí, dentro de la realidad violenta que es en
sí la propia política en la denominada correlación de fuerzas, de ahí la importancia
de una unidad entorno a nuestra Patria, nuestro Estado, Nabarra, debe, inicialmente,
estar encuadrada exclusivamente en el ámbito propio o Nacional, para
posteriormente extrapolarla al obligado marco internacional, tanto en Europa
como en el resto del mundo.