Origen del antinabarrismo
Iñigo Saldise Alda
El nabarrismo es una
opción política, de carácter patriótico, que está basada en una defensa a
ultranza de la soberanía y libertad del Estado de Nabarra. Unido a su vez a una
defensa de las diferentes culturas y lenguas de los pueblos que forman la
Nación Nabarra, incentivando la cultura y lengua primogénita, que no es otra
que la vascona.
Dicho esto, podemos
afirmar sin ningún tipo de rubor, que el antinabarrismo es todo lo contrario. Además,
como pretendemos con este escrito, lo consideramos una parte importante y necesaria
en las labores esclavistas que el colonialismo español y francés ejerce sobre
los nabarros, sin olvidarnos un colonialismo más oscuro, el religioso del Cristianismo Católico.
Bien, una de las grandes cualidades que han tenido y
también tienen los imperialismos en la actualidad, lógicamente entre ellos están
incluidos tanto el español como el francés, es la de conseguir darle la vuelta
a todas las situaciones que les señalan e incluso les inculpan ante la opinión
política y jurídica Mundial. Normalmente se colocan siempre en el lado de una
supuesta democracia, de una inexistente humanidad
y por supuesto de una imaginaria justicia, siendo todas ellas innegablemente
ficticias, engañosas y falsarias, pudiéndose incluso definir como de política
infame y siniestra contra la humanidad, concluyentemente carente de toda
veracidad histórica.
Todos los Estados imperialistas tienen como primera
premisa, una vez llevadas a cabo las violentas e ilegales invasiones y
ocupaciones, una vez no logrado el objetivo del exterminio, el conseguir la
total o absoluta colonización y sumisión de los nativos, aborígenes o personas
originarias del lugar, que son finalmente los naturales y dueños del Territorio,
País o Estado conquistado.
Los imperios persiguen por todos sus medios, sin
importarles lo más mínimo que estos sean violentos e ilegales, que sean los
propios colonizados los que renieguen de su pasado en libertad, aceptando con
ello su triste situación de ocupación y sometimiento.
Concretando en el imperialismo español y francés, legitimados
desde el Vaticano, incluso han conseguido que la mayoría de los nabarros se puedan
sentir hoy día cuales hombres libres, mostrando ante la opinión mundial la
posibilidad de participar en unas elecciones con las cuales finalmente
legitiman sus imperios y nuestra indudable situación colonial.
Muchos nabarros son incapaces de apreciar las cadenas
que les tienen prisioneros, sometidos, subordinados y sumisos cuales esclavos.
Esta labor colonizadora ha llegado a tal extremo, que los imperialistas españoles y franceses
muestran incluso en símbolos patrios originarios de los nabarros dichas
cadenas, eso sí, una vez manipulas y transformadas en beneficio de su engañosa
y frágil unidad imperial. Una unidad innegablemente forzada y ciertamente nunca
pactada, al menos en el caso nabarro, ya que fue realizada a través de diversas
acciones violentas e ilegales de las armas.
Esta sensación de una supuesta libertad, de esa sensación
engañosa y falsa en los naturales del Territorio, País o Estado Nabarro, está palpablemente
ligada a la semilla colonialista española y francesa, necesaria al fin a cabo para
el surgimiento del movimiento antinabarrista. Este principio político directamente
contrario al nabarrismo, cuya iniciación es indudablemente de índole colonial,
hunde sus raíces tras las primeras acciones armadas llevadas a cabo por los
vecinos imperialistas de nuestro Estado, aunque Goñi Gaztambide lo sitúa incluso
antes, concretamente en el asentamiento en tierras nabarras de nuevos núcleos
de población franca y extranjera, con exclusión explícita de los naturales del
País, los vascones libres o nabarros.
Hay incluso quien señala directamente a los monjes franceses
de Cluny y de las Órdenes Militares Cristianas, quienes se encargaron de
cambiar el Camino nabarro a Santiago, por el Camino francés, incentivando de
paso el arte con esencia visigótica-hispánica-mozárabe en esa corriente
clunianense reformista y gregoriana, con la introducción de la liturgia romana.
Esto ocurrió durante el reinado Sancho Ramírez de Pamplona y Aragón.
El antinabarrismo de la Orden de Cluny quedó
finalmente claro en el año 1076, cuando sin legitimidad política alguna, otorga
el monasterio de Naiara-Nájera al emperador Alfonso VI de León y Castilla.
Dicho templo fue fundado como Santa María la Real por el rey García Sánchez III
de Pamplona y Aragón, y que había servido desde su consagración o fundación
como panteón Real de Nabarra. La propaganda procastellana y antinabarra se
potencia tras el año 1076 en dicho monasterio, siendo una pieza clave de ello
la conocida como Crónica Najeriense.
Esto se da en otros monasterios, los cuales tras la
forzada y violentada desmembración territorial de Nabarra tras la muerte de
Alfonso I de Pamplona y Aragón, se posicionan con mayor o menor rapidez del
lado antinabarro, es decir, del lado del invasor y colonizador.
No podemos olvidar el antibarrismo con el cual
actuaron los diferentes tenentes o funcionaros del Estado nabarro, al posicionarse
con los distintos invasores y colonizadores, contando con el pago de títulos nobiliarios
extranjeros, todos ellos siendo además de carácter hereditario y cuantiosas rentas
personales.
Hoy día sigue vigente el antinabarrismo en muchos
sectores de nuestra sociedad a lo largo y ancho de nuestro total y legítimo
territorio. Incluso hay muchas variantes del mismo, las cuales merecen un análisis
más exhaustivo y profundo, pero teniendo presente siempre las cusas de su
origen que son la injerencia de agentes políticos, militares e incluso
religiosos ajenos a los naturales del País; las ilegales invasiones y
ocupaciones de nuestra Tierra por ejércitos extranjeros que dieron paso a la
colonización, junto a la traición de importantes funcionarios del Estado
nabarro para su beneficio personal y el de los imperios o Estados ajenos a los
naturales del País y a todos aquellos pueblos que conviven con respeto y
compromiso nabarro con los vascones del siglo XXI o vascos de esta parte de
Europa.