Iohan
Ramírez de Baquedano, un héroe olvidado
Iñigo Larramendi, Martin Ttipia
I: Contexto geográfico e histórico
Desde tiempos inmemoriales, el valle de las
Amescoas/Amezkoa, encajonado entre las Sierras de Urbasa y Lokitz, y situado en
la ancestral ruta entre Lizarrerria/Tierra Estella y la Llanada Oriental, ha
mantenido una estrecha relación con las comarcas alavesas adyacentes de la
Llanada Oriental y el Valle de Harana/Arana. Lo que conocemos del euskera
amescoano, a partir de la toponimia y de algunos textos, así parece
corroborarlo.
No en vano, lo que hoy conocemos como “Amescoa
Alta”, constituida por los municipios de Larraona, Aranaratxe y Eulate, fue
conocido como “val de Arana”, hasta bien entrado el siglo XVI. “Casualmente”,
la primera mención escrita como “Amescoa Baja” de lo que hasta entonces
simplemente había sido “Amescoa” es de 1512… La mentalidad popular, como se ve,
también tardó en olvidar que allí, antes, no hubo frontera alguna…
Y es que, hasta la conquista castellana del año
1200, no hubo ninguna frontera política, como tampoco la hay a nivel
geográfico, entre Larraona y Contrasta, el más nororiental de los pueblos del
valle alavés de Harana/Arana, “que avía antenombre Arana”, según Fuero
concedido por Alfonso X de Castilla en 1256.
Si la defensa por el lado castellano, tras
entroncar con los Gauna, quedó desde mediados del siglo XV en manos de la
poderosa familia oñacina guipuzcoana de los Lazcano, sólidamente asentada en
Contrasta, correspondió a la familia de los Baquedano el papel más destacado en
el territorio que se mantuvo dentro del reino navarro. Y aquí nos vamos a
detener….
Y es que es durante el siglo XV cuando empezamos
a tener menciones destacadas de esta familia, ocupando cargos como el de Merino
Mayor de Estella, o Alcaide del castillo de Zalatambor (en Estella-Lizarra)
durante el ataque castellano de 1460. Recordemos que, como consecuencia de esta
serie de ataques, el reino navarro perdió la Sonsierra (actual Rioja Alavesa) y
el llamado “partido de Los Arcos” (reincorporado en 1753): a buen seguro, y de
no mediar la férrea defensa de las fortificaciones estellesas, toda la Merindad
habría pasado a poder de Castilla, según prescribía el Laudo Arbitral de Baiona
del 23 de abril de 1463.
Volviendo a nuestro valle, los Baquedano tenían
asentado su solar principal en la torre-palacio de San Martín de Amescoa,
siendo titulares también del palacio de la localidad contigua de Ecala. No está
de más matizar que, tras esta pomposa denominación de “Palacio”, no se escondía
algo mucho más lujoso que las casas de los vecinos labradores. Apenas les
diferenciaba el uso de la piedra, el carácter militar y, sobre todo, los
derechos de participación institucional de que hacía titular a su dueño, rasgo
característico de nuestro Derecho consuetudinario.
Nada queda ya del Palacio de Ecala, pero sí que
se conserva buena parte del Palacio de San Martín (s. XV), en la localidad
homónima. Aunque en la actualidad no destaque especialmente entre el resto de
casas del pueblo, una observación más atenta nos permite descubrir un matacán
aquí, un cubo cilíndrico del recinto amurallado allá…. que nos recuerdan el
pasado militar de la construcción.
Eso sí, no hay ninguna placa o recordatorio que
nos haga saber que aquella construcción fue también protagonista de uno de los
episodios más valerosos y, a la vez, trágicos, de nuestra azarosa Historia…
Heráldica: Escudo fajado de oro y plata; de oro tres fajas de plata. (Otros, El palacio de... de plata tres fajas de gules).
II: Una vida de lucha y compromiso
Circunstancias
personales
Poco es lo que sabemos de las circunstancias
personales del personaje hasta la Conquista de Navarra, iniciada en 1512. No
obstante, contamos con unos pocos datos que, indirectamente, nos pueden aportar
algo de información de interés.
Así, sabemos que en 1498 Iohan Ferrándiz
–Fernández- de Baquedano concede el Mayorazgo del linaje a su nieto, que es
precisamente nuestro protagonista. Por lo tanto, sabemos que su fecha de
nacimiento es anterior a esta fecha.
Por otro lado, sabemos, por la documentación de
los procesos para la restitución del patrimonio expropiado a la familia, que su
esposa se llamaba Catalina, y que en junio de 1513 su heredero -Diego- tenía
apenas un año de edad. De hecho, en 1524 es todavía Catalina la titular de las reclamaciones,
lo cual corrobora que entonces el heredero era aún joven -12 años-, y que no
había hijos anteriores. Diego sí aparece como titular, en cambio, en un proceso
del año 1539 -27 años-. En resumen, parece razonable pensar que nuestro
protagonista tuviera, probablemente, poco más de 20 años en 1512. Demasiado
joven para tantas responsabilidades…
Para terminar, si tenemos en cuenta que en 1629
el mismo obispo de Pamplona, en visita a Baquedano, confirma que “la
Bascongada es la (lengua) común del valle”, es lógico pensar que el señor
de San Martín (así suele constar en la documentación) sería, muy
probablemente, euskaldun. Aún en 1863 dice Luis Luciano Bonaparte que “me
han asegurado que en todo el partido de Estella no hay más que estos pueblos
donde se sigue hablando esta lengua (el euskera)”; si bien, de ser cierta
esta referencia, su situación sería ya agónica.
1512-1515:
De la heroica defensa de los castillos de Estella al exilio
El 21 de julio de 1512, una tropa de 10.000
hombres, encabezada por el Duque de Alba, penetra desde Agurain por Ziordia, en
la Sakana. Iohan Ramírez -o Remíriz- de Baquedano cruza Urbasa y se interpone
cerca de Ataun, pero se ve obligado a replegarse. Apenas 4 días después -25 de
julio- cae Pamplona, y en el mes y medio siguiente irán cayendo todas las
ciudades y fortificaciones, salvo algunas de Ultrapuertos (Baja Navarra) y los
castillos de Estella.
En agosto, Fernando de Aragón, a sus 60
años, -casado desde 1505 con Germana de Foix, 35 años más joven- se instala en
Logroño, para exigir a los principales líderes del Reyno que le juren
fidelidad. El Mariscal Pedro de Navarra, y con él el señor de San Martín, lo
hacen finalmente el 31 de agosto, tras reiteradas presiones. En
consecuencia, Iohan Ramírez de Baquedano es autorizado a regresar a su hogar.
Eso sí, por poco tiempo…
Apenas un mes después, el 30 de septiembre,
Juan de Albret anuncia su intención de recuperar el Reyno arrebatado, y 4 días
después el Mariscal Pedro de Navarra se escapa de su prisión en Logroño. Para
entonces el señor de San Martín ya había reunido a nada menos que 700 infantes
de la Merindad de Estella, y el 5 de octubre, rompiendo el cerco
castellano, entra en el castillo de Estella-Lizarra, el único que resistía en
la Navarra peninsular, bajo mando del bajo-navarro señor de Zala…”puro francés”,
según listado secreto hecho por los castellanos en junio de 1512.
En los días siguientes, la Ciudad de Estella,
así como numerosas localidades y fortificaciones del Reyno, se alzaron contra
las tropas ocupantes, y el 16 octubre las tropas de Juan de Albret
entraban desde Zuberoa por el puerto de Larraine, a los pies del Orhi. Entre
los españoles se encendieron todas las alarmas: Estella era la ciudad mejor
fortificada del Reyno, y cortaba las lineas logísticas con la capital, mientras
hacia la misma se dirigía un poderoso ejército…
En este momento hace su aparición un importante
personaje: Diego Martínez de Álava, diputado general de Álava. El mismo día 6
de octubre, solicita al rey Fernando que se deje al cargo de tropas alavesas el
cerco de los castillos de Estella, y en los días siguientes 1.200 alaveses se
apuestan a los pies de la orgullosa Peña de los Castillos de la Ciudad del Ega.
Para su financiación se recurre a los bienes requisados a quienes no
acudieron al llamamiento de las Juntas… poco había, pues, de “voluntario” en
esta iniciativa.
Y para que no quedara lugar a dudas, ante las
dificultades para someter la fortaleza estellesa, el 27 de octubre las
Juntas alavesas convocan a 1.000 hombres más “so pena de las vidas e perdimiento
de todos sus bienes”: se puede decir más alto, pero no más claro.
La situación es insostenible: las tropas del legítimo
rey Juan de Albret están aún lejos, y a los castellanos no les interesa alargar
el cerco, sino concentrarse en Pamplona. El 28 de octubreacuerdan la
entrega del castillo, a cambio del perdón, la devolución de los bienes y la
libertad de movimiento para los sitiados. Algunos vuelven a su hogar….pero
Iohan Ramírez de Baquedano, inasequible al desaliento, se une a las tropas de
Juan de Albret en Atarrabia, a las puertas de Iruñea….
Sin embargo, los castellanos logran
concentrar sus fuerzas y el invierno se echa encima. El 30 de noviembre las
tropas navarras tienen que levantar el cerco y volver apresuradamente, antes de
que la nieve bloquee los puertos. El señor de San Martín, dejando atrás a su
mujer y a su hijo de unos meses, parte con Juan de Albret hacia el Bearn…
III: Sin descanso, hacia la libertad
1516-1519:
Nuevo intento de recuperación del Reyno y deportación
Una vez malogrado el intento de recuperación del
Reyno en otoño de 1512, los conquistadores españoles (o castellano-aragoneses,
si se prefiere) se centran en afianzar el control efectivo del territorio
conquistado.
Sin embargo, surgen dificultades que hacen
ciertamente precaria su situación: así, algunos de los nobles navarros que
colaboraron en 1512 no ven satisfechas sus aspiraciones; la relación de la
Corona con la nobleza castellana es más que tirante; Francisco I de Francia
afianza su posición en Italia; y, como colofón, la salud del rey Fernando se
deteriora notablemente.
Constituye todo ello el caldo de cultivo para un
nuevo levantamiento, cuyo desencadenante es la muerte, el 23 de enero de
1516, de Fernando de Aragón. Tras diversos preparativos, el 15 de marzo se
ponen en marcha las tropas legitimistas. No obstante, lo hacen seriamente
limitadas por no poder contar con la ayuda inicialmente prometida por Francisco
I de Francia, al producirse un contraataque de las tropas imperiales en Italia.
Pese a las dificultades, las tropas,
constituidas casi exclusivamente por navarros, bearneses y zuberotarras,
irrumpen en el Reyno conquistado por dos vías: una, liderada por el rey Juan de
Albret, hacia Orreaga-Roncesvalles; y la otra, liderada por el Mariscal Pedro
de Navarra, a través del paso de Arrakogoiti (en el roncalés valle de Belagua),
en la cual se integra Iohan Ramírez de Baquedano.
Una vez franqueado el Pirineo, la segunda
columna se dirige al encuentro de la primera en el altiplano de Auritz/Burguete
para, ya juntas, dirigirse hacia Iruñea. Pero la nieve ralentiza notablemente
el avance, y las tropas españolas, bien informadas por su red de espionaje,
controlan firmemente dicho altiplano y bloquean a la columna de Juan de Albret
en Donibane Garazi.
Vista la situación, el Mariscal prefiere dar
marcha atrás, pero en su persecución se dirigen las tropas lideradas por el
coronel Villalba, con la ayuda de algunos nobles navarros fieles. Entre el 22
y el 25 de marzo (según las fuentes) los alcanzan en una Isaba cubierta
por la nieve, obligándoles a rendirse.
Por orden expresa de Cisneros, y pese a que
parece que ésas no eran las condiciones acordadas para la rendición, la mayor
parte de los prisioneros, entre ellos el Mariscal y el señor de San Martín,
fueron trasladados al castillo de Estella/Lizarra, y de allí al castillo de
Atienza, en Guadalajara, donde se encontraban ya para finales de abril de
1516.
Separados en dos grupos, a los del grupo en que
se encontraba Iohan Ramírez de Baquedano se les colocaron grilletes de 3 kilos,
y se les encerró en una sórdida mazmorra, aislada tras tres puertas y cuatro
cerraduras.
Totalmente aislados, amenazados incluso los
residentes de Atienza ante cualquier negligencia, sólo alguna visita aislada y
algunas cartas de su mujer recibidas a través de Pedro Lópiz, vecino de Eulate,
hacen más llevadera su situación…
1519-1521:
Hacia el breve sueño de la libertad
A partir de la Navidad de 1516 algunos
prisioneros empiezan a ser liberados, por mediación y con las garantías
personales de poderosos parientes castellanos. No obstante, este proceso fue un
goteo totalmente individualizado del que, por ejemplo, no se
benefició el Mariscal Pedro de Navarra: fue trasladado a Simancas (Valladolid),
y murió allí, en muy dudosas circunstancias, el 24 de noviembre de 1522.
Aunque no conocemos los detalles exactos de la
liberación de Iohan Ramírez de Baquedano, sabemos que en julio de 1519 Diego
Martínez de Álava se quejaba, en carta a Carlos V, de que el señor de San
Martín había empezado a pleitear para recuperar su patrimonio.
Un año después, en el verano de 1520,
estalla en Castilla la rebelión de los Comuneros, y en noviembre Ramírez de
Baquedano es obligado a trasladarse a Briviesca para integrarse en las tropas
del Condestable de Castilla. El conflicto comunero terminaría con la batalla de
Villalar el 23 de abril de 1521. Mientras tanto, en Araba se rebelaba
Pedro López de Ayala, Conde de Salvatierra, quien fue derrotado por las mismas
fechas. También su patrimonio pasó a manos de Diego Martínez de Álava…
El masivo y obligado desplazamiento de tropas a
Castilla había dejado casi desguarnecido el Reyno, lo cual abrió las puertas a
un nuevo intento de recuperación de la soberanía.
Éste llega el 9 de mayo de 1521, y lo
encabeza en esta ocasión Enrique II, hijo de Juan de Albret, quien había
fallecido el 17 de junio de 1516. En esta ocasión, la mejor organización del
ataque, la aportación de tropas francesas, y la extrema debilidad del ejército
ocupante facilitaron la recuperación de Iruñea para el 18 de mayo. Estella se
rebeló el 21 de mayo, y para finales de mayo todo el territorio
soberano en 1512 había sido recuperado.
Iohan Ramírez de Baquedano participa reclutando
fuerzas en la Merindad de Estella para bloquear los posibles ataques
castellanos por Entzia y la Sakana. Recupera sus bienes por la fuerza, y a finales
de mayo se une a los señores de Lizarraga y Eraso para hacer frente a un
ataque encabezado por los señores de Berastegi y Andueza, con la colaboración
de algunos señores beamonteses. Éstos son derrotados en el término de Zegarrain
u Oihanederra, al norte de Irurtzun, entre Urritza (Imotz) y Arruitz (Larraun).
Tras menos
de un mes de lucha, Navarra volvía a ser independiente…
Llegada la primavera, Iohan Ramírez de Baquedano
es acusado, en abril de 1513, de crimen de lesa majestad, una
gravísima acusación. El 6 de junio de 1513 es condenado en rebeldía,
y todo su patrimonio y sus derechos son entregados a…. sí, a Diego Martínez de
Álava. Aún en ese trance, el conde de Oñati, Pedro Vélez de Guevara, trata de
mediar a su favor frente al rey español, a cambio de su lealtad. Pero Baquedano
lo rechaza, sellando así su destino…
Siempre indómito, el señor de San Martín visitó
clandestinamente en varias ocasiones a su familia, y en una de ellas escapó por
muy poco. No tuvo tanta suerte su cómplice y paisano Gonzalo de San Martín,
quien fue delatado, prendido y ahorcado públicamente en Pamplona. Y es que los
Imperios no perdonan…
IV: Luchando hasta el último aliento
Noain: el
comienzo del fin
Poco dura la alegría en la casa del pobre… El
fin de la guerra de las Comunidades en Castilla permite el retorno de las
fuerzas imperiales. Éstas levantan el cerco de Logroño y obligan a las tropas
legitimistas a replegarse, concentrándose en las cercanías de Noain para
enfrentarse a las tropas invasoras que, se suponía, entrarían en la Cuenca de
Pamplona por El Carrascal: en todas estas acciones está presente Iohan Ramírez
de Baquedano. Como es bien sabido, los navarros son derrotados y diezmados el 30
de junio de 1521: el breve sueño de libertad toca a su fin.
El señor de San Martin se repliega a Arazuri,
pasando luego a Pamplona y Ultrapuertos, donde detiene varios ataques dirigidos
por el coronel Vera contra Donibane Garazi. Finalmente, el 20 de julio la
ciudad es sitiada y asaltada. Ramírez de Baquedano es capturado y enviado a
Pamplona, pero en el camino, en un enésimo acto de dignidad, se escapa.
En otoño de 1521 se produce una nueva
ofensiva. En esta ocasión, no se opera directamente contra Iruñea, sino que se
dirige a la toma del castillo de Amaiur (3 de octubre), para pasar luego a
Senpere (Lapurdi) y atacar finalmente Hondarribia. Cruzaron para ello el
Bidasoa por el vado de Behobia y tomaron el castillo de Irún-Uranzu, que
controlaba el Camino Real entre Irún y el paso de Behobia. El 18 de
octubre, las tropas franco-navarras entraban en Hondarribia.
Nuevamente cundió el pánico en Castilla. Tanto
es así, que los gobernadores castellanos (entre ellos Adriano de Utrecht,
Adriano VI desde el 9 de febrero de 1522) tienen que desplazarse a Gasteiz
para coordinar la actuación de sus tropas. El invierno paraliza las acciones
militares, y en primavera se producen varias escaramuzas aisladas que no
alteran la situación.
San
Marcial: el final del sueño
El 26 de junio de 1522 el castillo de
Irún-Uranzu, en Behobia cae en manos de tropas guipuzcoanas, amenazando así el
abastecimiento de Hondarribia. El 28 de junio el gobernador de Baiona
envió varias unidades de infantería a través del vado de Behobia, entre ellas
400 lansquenetes alemanes bajo el mando de Iohan Ramírez de Baquedano, pero
fueron rechazadas por las milicias de Irún.
Al día siguiente, domingo 29 de junio de
1522, volvieron a cruzar el Bidasoa, situándose en esta ocasión en el Monte
Aldabe o Alto de San Marcial, que desde el Sur domina el castillo de
Irún-Uranzu, para bombardear el castillo. Durante la noche siguiente, tropas
guipuzcoanas (unos 1.500 hombres, con numerosa caballería) encabezadas por los
capitanes Azcue y Ambulodi, treparon sigilosamente a las espaldas de las tropas
comandadas por Ramírez de Baquedano, mientras con antorchas portadas por
civiles se les hacía pensar que transitaban por el Camino Real.
Al amanecer del lunes 30 de junio de 1522,
atacaron por sorpresa a la infantería alemana comandada por Iohan Ramírez de
Baquedano. Éste contraatacó con brío, en dirección a las peñas de Aldabe, pero,
junto con el alférez de los lansquenetes, cayó abatido por el fuego de las
milicias guipuzcoanas, apostadas en dichas peñas…
Numerosos soldados de los comandados por el
valeroso Señor de San Martín cayeron también en esta acción, a consecuencia de
la cual se edificó la ermita de San Marcial junto al lugar de los hechos.
Además, como es bien sabido, el relato oficial hace derivar de este
acontecimiento el anual Alarde de Irún (30 de junio), que, en definitiva, no
hace sino rememorar los antiguos alardes de las milicias forales.
Poco después, un emisario se presentó en el
lugar para tratar de averiguar si el señor de San Martín seguía vivo. Al
encontrar su cadáver, solicitó permiso para hacerse cargo del mismo. El capitán
general de Gipuzkoa, Beltrán de la Cueva, paradójicamente sobrino del Mariscal,
así lo autorizó, y así “fue llevado a Francia, su tierra (sic),
donde le sepultaron”.
Y así terminó sus días, enterrado a escondidas
en algún lugar desconocido de Lapurdi, a muchas decenas de kilómetros de su
familia, uno de los líderes más carismáticos, incorruptibles e íntegros en la
lucha por la independencia del único Estado que políticamente ha colocado a los
vascos en el mapa: Nabarra, la hija de Baskonia.
Los conquistadores, empero, no tuvieron
suficiente con ello. Fue excluido de los perdones imperiales de 10 de mayo de
1522 y 15 de diciembre de 1523, y su viuda siguió desposeída de su patrimonio
tras el perdón general (condicionado, por supuesto, al juramento de obediencia
y vasallaje) que precedió a la toma de Hondarribia, último reducto navarro
independiente al Sur del Bidasoa (29 de febrero de 1524).
En 1539, la no menos valerosa Catalina seguía
litigando contra Margarita de Beaumont, esposa de Diego Martínez de Álava e
integrante del linaje de los Condes de Lerín, para poder obtener, al menos, la
dote que había aportado a su matrimonio con Iohan Ramírez de Baquedano.
Sin embargo, nunca lograron, pese a todos sus
desvelos, derrotar a Iohan Ramírez –o Remíriz- de Baquedano, señor de San
Martín, en la más importante de las batallas: la de la memoria.
BIBLIOGRAFIA:
“Las
Amescoas. Estudio Histórico-Etnográfico” Luciano Lapuente Martínez.
Aristubeltza, 1990.
“Navarra
1512-1530. Conquista, ocupación y sometimiento militar, civil y eclesiástico” Pedro
Esarte Muniain. Pamiela, 2001
“La
Guerra de Navarra (1512-1529). Crónica de la conquista española” Peio
Monteano. Pamiela, 2010.
“La
participación de las villas y las Juntas alavesas en la conquista de Navarra”, por
Estíbaliz González Dios. Actas del II Congreso de Historiadores de Navarra,
Oñati 2011. Txertoa, 2011.
“Catálogo
de los Libros de Mercedes Reales del Reino de Navarra (1336-1859)”. Alfonso
Etayo Pérez. Pamiela, 2011
“Libro
de Armería del Reino de Navarra”. F.N., 1982
“Los
Lazcano y su casa fuerte de Contrasta en Álava”. Luis Vasallo Toranzo.
Ondare. 20, 2001. 241-258
“Estellerriko
euskara Arabako eta Nafarroa Garaiko hizkeren bidegurutzean” Iñaki Camino,
2004 EUSKERA – XLIX, 2004, 2
V: Algunas
reflexiones finales
No puedo resistirme a
terminar sin dar respuesta a una pregunta que a algunos se les puede pasar por
la cabeza: ¿por qué hablar ahora, en pleno siglo XXI, de Iohan Ramírez de
Baquedano?
-A- Empezando por lo
más superficial: creo que nadie podrá negar que, objetivamente, las biografías
de nuestro protagonista y, no la quiero olvidar, su mujer Catalina, no
desmerecerían de cualquierproducción histórica de esas que países de todo
el mundo no tienen empacho en producir a todo lujo, como la serie “Isabel” en
TVE, la coproducción europea “Enrique de Navarra”, la serie “Los Tudor”, o
cualquier película británica basada en las obras de William Shakespeare
referentes a distintos reyes ingleses.
Hollywood, por su
parte, no dudó en echar mano de héroes escoceses como “Rob Roy” o,
destacadamente, William Wallace “Braveheart”, el héroe escocés por excelencia.
Producciones todas ellas, por cierto, que consiguieron altos niveles de
audiencia. Y es que los pueblos que tienen una identidad sólida no tienen
complejos en abordar su propia Historia.
-B- Pero es que,
además de eso, acompañando al señor de San Martín podemos ser testigos de
toda una época de cambios sustanciales sin los cuales sería imposible
entender nuestro presente.
Así, y como hemos
visto, está presente en todos los escenarios importantes de la Conquista de
Navarra a partir de 1512 (maticemos que Navarra ya había empezado a ser
conquistada siglos antes…). De su mano vemos cómo el papel de la nobleza está
cambiando, y la nobleza rural tradicional, muy ligada al territorio, se ve
desplazada por una nobleza más urbana y ligada a la Corte de un Imperio en
expansión; Diego Martínez de Álava es un buen ejemplo de la misma. Sobre esta
clase se edificará el orden institucional e ideológico que marcará los siglos
sucesivos (como comentaremos más adelante) y que llega hasta nuestros días.
No hay que olvidar
tampoco el creciente peso de las ciudades en la actividad económica, así como
el desarrollo de un inmenso aparato burocrático que hará posible el
sometimiento al poder real. Conceptos como el espionaje y la publicidad como
arma política (ejército francés, invasión francesa) pasan al primer
plano. Estamos, pues, ante un cambio de Era.
-C- Hay quien puede
objetar que se resiste a reconocer este referente porque:
Supondría poner al individuo por
encima de la colectividad como protagonista de la Historia:
Ciertamente, la mayoría de quienes han hecho la Historia no aparecen en los
documentos. Pero no es menos cierto que todos los Estados o pueblos
destacan ciertos sujetos claves de su Historia a los que consideran, más que
como protagonistas, como reflejo de sus valores compartidos. Si negamos el
valor de quienes han dado su vida por la libertad, ¿cuáles son nuestros
valores?
Era de clase noble,
representaba sus intereses de clase: Evidentemente, esos intereses existen. Sin
ir más lejos, descendientes de los Baquedano tuvieron serios conflictos con los
concejos del valle, que defendieron sus derechos con vigor. Pero, en la tesitura
de la conquista, todos – labradores e hijosdalgo- perdían. Ramírez de Baquedano
no habría podido visitar su casa a escondidas ni recibir cartas durante su
cautiverio en Atienza sin la colaboración de sus paisanos, por encima de
clases.
Era fiel a unos reyes,
no a ningún concepto colectivo o nacional: Al negarse a jurar fidelidad a
Carlos V, dijo el Mariscal de Navarra que no podía hacerlo porque “era
obligado a guardar esta fe como buen caballero que había dado a don Juan de
Labrit y a doña Catalina, reyna propietaria de Navarra, y a su patria”.
Miguel de Olite, secretario de Enrique II, afirmó cómo el reino comprendía “Guipuzcoa,
Bizcaya y Alaba y mucha parte de Rioja hasta el holmo de Burgos”. Sobran
comentarios.
-D- Para terminar,
pero no por ello menos importante, es en esta época cuando se consolidan losconceptos
políticos que conforman el paradigma “tardoforal” (por oposición a la
foralidad previa a las conquistas) que hoy marca completamente la política
vasco-navarra de forma hegemónica, en el sentido dado al término por
Antonio Gramsci.
Algunos de esos
conceptos son: negación de la estatalidad vasca; desaparición del
concepto de independencia negada por la fuerza; reinterpretación del
concepto del Pacto o unión “eque principal”, de principio democrático a
mítica justificación de la subordinación disfrazada de bilateralidad;
afianzamiento de la territorialidad e institucionalización actuales,
con la división propia como elemento de identidad; erradicación de toda
identidad euskaldun o políticamente navarra fuera de ese ámbito territorial;
mito de los territorios como Estados soberanos e indubitables sujetos
de decisión política; y muchos otros que sería demasiado prolijo detallar….
Lo resume
magníficamente en 1513 (es decir, de manera coetánea) Nicolás Maquiavelo en “El
príncipe”(cap. V) cuando dice que, para gobernar Estados o ciudades
acostumbrados a vivir con sus propias leyes, el príncipe debe, o bien
destruirlos, o bien irse a vivir allí, o bien “dejarlos vivir con sus
leyes, imponiéndoles un tributo e implantando en ellas un gobierno minoritario
que te las conserve fieles. Lo último no presenta excesivas dificultades, ya
que, al haber sido creado dicho gobierno por aquel príncipe, sabe que no puede
mantenerse sin su apoyo y su poder, por lo cual hará todo lo que esté en su
mano para conservar tu autoridad”.
En esta lógica se basó
el establecimiento de nuestro vigente orden institucional, y a día de hoy lo
sigue haciendo exactamente igual. Deberíamos leer más a Maquiavelo…
…que indica un poco
más adelante que, a la larga, “quien pasa a ser señor de una ciudad
acostumbrada a vivir libre y no la destruye, que espere ser destruido por ella,
pues en la rebelión siempre encontrará refugio y justificación en el nombre de
la libertad y en sus antiguas instituciones, cosas que jamás se olvidan a pesar
del paso del tiempo y de la generosidad del nuevo señor”.