Nacionalismo vasco y el territorio de nuestro
Estado
J.J. Labiano,
Arazuri-Nabarra
El término territorio
no solo se refiere a un concepto físico, no, ya que también es una
significación jurídica por y para la política de un Estado. Debido a esto, uno
de los semblantes más transcendentales que especifican a un Estado, es su
extensión territorial y la consiguiente configuración de sus fronteras con
relación al Estado o Estados vecinos. En el caso que nos compete y ataña, el
del Estado de Nabarra, debemos decir que ha sufrido y padecido a lo largo de
los siglos de su historia independiente, numerosas invasiones militares con sus
consiguientes ocupaciones ilegales, que han significado una amputación
paulatina y constante de numerosas comarcas o territorios, evidentemente pertenecientes
o quizás legalmente componentes del Reino de Nabarra, hasta conseguir
posteriormente, nuevamente por vía manu
militari tanto por parte de los españoles como de los franceses, que el
Estado de los nabarros haya desaparecido momentáneamente de los mapas políticos
mundiales.
Varios siglos después de estas contingencias o mejor dicho fatalidades, que nos han privado hoy día de nuestra independencia y libertad, continua vigente entre los soberanistas nabarros el al parecer perenne debate político de la territorial axiomática, legítima e incluso legal y natural de nuestro Estado, debido en gran medida y a mi entender de manera indiscutible, a la eternizada maquinaria colonizadora española y francesa, que incluso han influido en algunas ideologías políticas surgidas en este oscuro periodo de nuestra historia, solo encuadrado dentro del sojuzgamiento y sometimiento que sufre el Pueblo-Nación de Nabarra, incluso en algunos casos de innegable independentista, como puede ser el denominado nacionalismo vasco.
La importancia de este
movimiento ideológico propio, a modo de resistencia frente al imperialismo
colonial de los Estados de España y Francia, es indiscutible e incuestionable.
Digno de alabanzas y reseñas históricas en materia libertaria.
El nacionalista vasco tiene
un largo periodo evolutivo. La mayoría de autores emplazan su inicio a finales
del siglo XVIII. Esto ha supuesto que el nacionalismo vasco esté muy arraigado
en las gentes de diversas comarcas de nuestro Estado; pero estando suscrito su
desarrollo ideológico al periodo histórico de sometimiento político, jurídico,
económico, cultural y lingüístico de nuestro Pueblo-Nación a los designios de
los Estados de España y Francia, siempre de carácter imperial y colonial, hasta
llegar finalmente al planteamiento que actualmente es aceptado como el origen
del nacionalismo vasco moderno, el cual fue diseñado por los hermanos Arana a
finales del siglo XIX.
Bien dicho esto, son
los hermanos Arana los cuales finalmente matizan su concepto político en
materia territorial, dentro de la ideología del nacionalismo vasco, circunscribiéndolo al denominado Zazpiak Bat, cuyo origen
se remonta al siglo XVIII; concretamente basado en la obra de francés Louis Lucien Bonaparte Bleschamp:
"Cartes des Sept Provinces Basques montrant la délimitation actuelle de
l'Euskara et sa division en dialectes, sous-dialectes et variétés".
Desde una ideología nabarra de carácter soberanista y/o independentista, esta
aceptación de unas fronteras impuestas por un político francés, fue y es un
error brutal con respecto a la visión correcta dentro de la perspectiva
histórica-política de las reales fronteras de nuestro Estado, Nabarra, ya que a
lo largo de nuestra travesía histórica nunca existieron.
Esta teoría territorial en la que se basa el nacionalismo vasco, tristemente,
está siendo mantenida en los libros de texto numerosos centros educativos, e
incluso en los herederos políticos de la ideología aranista, ya sean estos de
derechas, centro o izquierdas. Incluso se puede comprobar este planteamiento
territorial en charlas, cursos de historia, etc., realizados por agentes
políticos y empresariales que se autodenominan como nabarros.
Hablar de Nabarra y reducir las fronteras del Reino, es decir el Estado
vasco(n), a solo siete provincias o herrialdes, con el conocimiento actual que poseemos
es un traspiés imperdonable y además está haciendo mucho mal, tanto a la
memoria histórica que pretendemos recuperar como a la restauración de nuestro
Estado.
Olvidarse por ejemplo que Errioxa fue siempre territorio vasco(n) y eje del
Reino cuando su capital fue Naiara, como olvidarse de Aragoi tierra llena de
topónimos euskaros, como olvidarse del Biarno y la ciudad de Pau, la última
capital soberana que tuvimos los nabarros y donde se conservaron nuestras leyes
y nuestras Cortes hasta su violenta disolución militar por parte de los
franceses, demuestra el desconocimiento de nuestra historia debido al alto
grado de colonización que poseemos, siendo además muy dañina la labor política
en materia territorial que estamos haciendo.
Los invasores y ocupantes, tanto españoles como franceses, ya se encargaron
de desmembrar nuestro Estado en mil pedazos, por ello, nosotros los nabarros, no
seamos tan indoctos e inocentes, negándonos a nosotros mismos renunciado
precisamente a la reinstauración plena de nuestro Estado en todos nuestros
Territorios Históricos, bien definidos en su día por la nueva ideología del
nacionalista vasco Federico Krutwig. Un Estado moderno basado y regido por nuestro Derecho Pirenaico con más
de 7 millones de habitantes.
No más imaginarias fronteras diseñadas por unos y por otros, pues renunciar
a los distintos y numerosos herrialdes de la Nabarra Plena e Irredenta,
equivale a renunciar a la idea misma de Nabarra en tanto que Nación soberana,
complaciendo con ello a un eterno limbo regionalista compuesto por personas cuyas
mentes se encuentran dominadas por el denominado como síndrome del colonizado.