El colonizado
colonizador
Iñigo Saldise Alda
Definimos como
colonizado a una persona, un grupo de personas, un pueblo, una nación o incluso
a la totalidad de una sociedad originariamente libre, que haya sufrido o esté
sufriendo el sometimiento militar, político, institucional, administrativo,
jurídico, cultural, lingüístico y/o económico, por parte de uno o varios
imperios.
Todo ello siempre
viene dado mediante unas injerencias externas transgresoras e imperialistas,
cimentadas inicialmente a través de una violenta, sangrienta y siempre ilegal
invasión del territorio que habita o del Estado que crearon en libertad esas
personas, pueblos, naciones o sociedades. Estas invasiones marciales de
intencionado carácter e índole político irreversible para el o los imperios que
la realizaron, sido solo posible perpetuarla mediante la consiguiente ilegítima
ocupación del territorio o Estado. A esto hay que añadirle un genocidio
continuado en todos los ámbitos, tanto individuales como colectivos, a nivel
jurídico, político, cultural, lingüístico, etc., que siempre tienen como
objetivo único la dominación y la esclavitud mediante la total subordinación y
conquista del colonizado.
Para ello, los
imperios colonizadores se valdrán de todas las armas que tengan a su alcance. Y
una de más importante es la asimilación dentro de sus Leyes y Constituciones,
de aquellos representantes o agentes políticos que surjan de esa sociedad
colonizada, donde se distinguen principalmente los denominados partidos
políticos, que aceptan y acatan las imposiciones Jurídicas y Constitucionales
emanadas y sancionadas desde las metrópolis imperiales.
Independientemente de
su ideología sociopolítica, incluso de su carácter regionalista o de
nacionalismo étnico, todos ellos comparten la mayoría o quizás en algunos
casos, la totalidad de los síntomas que se han encuadro dentro del síndrome del
colonizado.
Entre los principales
podemos destacar inicialmente un claro y palpable defecto de compresión de la
realidad que padece la sociedad, negando incluso la situación colonial en la
que viven. Para ello no tiene ningún problema en rehuir incluso de la
utilización de dicho término en sus respectivos programas, panfletos, parloteos
y/o discursos políticos, siendo así una muestra de su pasmosa actitud
acomplejada, de arraigado sentimiento de inferioridad y unos agentes más
colonizadores.
Así pues, debemos
partir que es la imposición imperial radical, indudablemente agresiva, siempre
discriminatoria y de carácter unilateral del respectivo imperio, está
encaminada a generar un mayor nivel de conflictividad en las sociedades
asimiladas de forma violenta e ilegal. Por ello, principalmente, es en los
propios grupos colonizados donde surgen esto factores al haber sido
históricamente arraigados por una implacable maquinaria esclavista y
autoritaria proveniente de los Estados invasores, generándose así entre ellos
una competitividad interna, de agresividad y conflictividad con sus semejantes
colonizados, etc., lo que precipita indiscutiblemente la aceleración de la
conquista, mediante un mayor de los grupos colonizados ya colonizadores, pues
luchan entre sí dentro de las imposiciones imperiales, colaborando en el
mantenimiento perpetuo de una sociedad subordinada, discriminada, siempre
agredida o indiscutiblemente autoinfravalorada.
Estos diversos grupos
dispares, existen en la totalidad territorial de actual dividida, fragmentada,
separada y violada, colonia de Nabarra. Ninguno de ellos por sí mismo, muestra
una coherencia en su distribución territorial a lo largo y ancho de nuestras
fronteras reales, siendo supeditada su existencia a divisiones impuestas y por
tanto ajenas a nuestro pueblo, nación, sociedad, patria o Estado. Por todo
ello, a pesar de compartir el mismo síndrome del colonizado, podemos apreciar
diversas propiedades en ellos, en algunos casos compartidas en otros no, que se
encuadran o mejor dicho tienen las propiedades propias de otros síndromes.
Insto al lector o
lectora, si es que está habido o habida de una necesidad altanera con la cual
alcanzar la libertad, mediante la consecución autónoma e inapelable de la
independencia a través de la recuperación de la soberanía de Nabarra, analice
los siguientes síndromes: el síndrome del tío Tom, el síndrome de Estocolmo y
el síndrome de la mujer maltratada, adecuándolos posteriormente a la lamentable
realidad política colonial que padecemos, pues se pueden encontrar grandes
similitudes con los actos y las acciones políticas de los diversos partidos
políticos que se dicen de nuestro País, cuya etiqueta de colonizado colonizador
es indiscutible al colaborar activamente con la maligna división y
subordinación de nuestra Patria, indistintamente de sus siglas, de su supuesta
ideología política o de sus innegables sentimientos, los cuales son
traicionados por ellos mismos.
Antes de concluir
decir que el auto-complacimiento o el auto-convencimiento llevado a cabo por
ellos mismos, sus afiliados y votantes, solo sirve para perpetuar la necesidad
de participación en unas instituciones coloniales o incluso imperiales, donde
la imposibilidad de recuperar nuestra libertad, autodeterminación,
independencia y soberanía son nulas o imposibles. A esto le podríamos equiparar
al síndrome del yonqui, donde la mentira que generan trata de justificar su
adicción a unos puestos y a unos sueldos en un marco colonial de corrupción
absoluta.