Gitanos y euskaldunes: xenofobia por partida doble
Alots Gezuraga ,
Errigoiti-Nabarra
Artículo facilitado a este blog por nuestro colaborador Txisppy
La Confederación
Española de la Asamblea Nacional del Pueblo Gitano, ha denunciado a la Real
Academia de la Lengua Española (RAE) ante el Tribunal Europeo de Derechos
Humanos de Estrasburgo porque en su cuarta acepción de la voz “gitano” es,
coloquialmente, la persona “Que estafa u obra de engaño”. La Confederación
Gitana pedirá ante este Tribunal que "se condene tanto al Estado español
como a la RAE a una ejemplar indemnización por los perjuicios y daños morales
que históricamente se han producido con el pueblo gitano debido a esta
definición", pide esta Asamblea gitana "más sensibilidad y ser de
pensamiento más acorde con los tiempos actuales del siglo XXI y no permitir que
en ninguno de sus documentos se promuevan e inciten ideologías de tipo xenófobo".
La RAE ha respondido a la cuestión a través de su Director Darío Villanueva:
“Nosotros nunca haremos un diccionario políticamente correcto”, ya que el
lexicógrafo (la elaboración de diccionarios) nace "de la persona que
utiliza la palabra que ofende". Pero no está diciendo toda la verdad.
La RAE fue creada en
1713 con la llegada a la corona de las Españas del francés Bourbon Philippe V
de Anjou para unificar el castellano o crear un castellano “batua”: “La
principal tarea de la actual RAE es la de elaborar las reglas normativas del
español que garanticen un estándar lingüístico común”, del que nació el curioso
y enjuagado lema: Limpia, fija y da
esplendor.
Los gitanos llegaron a
la península ibérica en el siglo XV con sus tradiciones y su lengua romaní de
la familia indo-aria relacionada con el sánscrito, pues su origen es
indio-paquistaní, y a cuya variante europea occidental se llama idioma caló.
Llegaron a través de Persia y Egipto donde se asentaron en el siglo XI y XIV
respectivamente, de ahí su nombre: gitanos, gypsi en inglés o ijitu en euskara.
Entre nosotros reciben también el nombre de “buhamea” o bohemios, por el
salvoconducto del rey de Bohemia que usaron para poderse mover por Europa.
Venían los gitanos a Europa a solicitar la bendición del Papa por haberse
convertido al mahometismo en su paso por los países del Islam, con sus “Condes
y Duques de Egipto Menor” a la cabeza; el Papa les perdonó pero les impuso como
penitencia siete años de peregrinaciones.
Las primeras noticias
sobre la presencia de gitanos en la península ibérica, son dentro de la corona
de Aragón sobre el año 1415 y en tierras baskonas en 1435 en Olite, dentro del
reino soberano de Nabarra. Pero pronto, su buena acogida en los reinos
cristianos cambió, los llamados Reyes Católicos (finales del s. XV), creadores
de lo que será España tras la conquista del reino de Granada (1492) y de gran
parte de Nabarra (1200-1512), les exhortaron a “tomar asiento y servir a
señores” y a que “nunca más vaguen juntos por los reinos”, pues “viven sin
tener oficios ni otra manera de vivir alguna salvo pidiendo limosna, hurtando y
robando, engañando y haciendo hechizos”.
Su leyenda negra ha
dejado huella en los cantos y cuentos de Euskal Herria desde el siglo XVI,
siendo expulsados de Lapurdi en 1538, de Alta Navarra en 1549 “por ladrones y
mentirosos”, de Bizkaia en 1567 y de Gipuzkoa en 1697. En Baja Navarra ya
conquistada por Francia (1620), fue establecida en 1722 una recompensa de 60
francos a todo aquel que atrapase a un gitano.
Pero las medidas más
duras fueros las tomadas por el reino de Castilla y después por la corona de
las Españas. En 1594 Las Cortes de Castilla, como órgano ejecutivo de su
Estado, intentaron la primera eliminación física o exterminio conocido, así,
por Real Decreto, dictaminó la separación de “gitanos de las gitanas, a fin de
obtener la extinción de laraza”. Con la llegada de los borbones a la corona de
las Españas, su situación empeoró: se les prohibió casarse por sus ritos,
celebrar sus fiestas, hablar su idioma, dar de mamar a sus hijos internándolos
en inclusas etc. En 1749, en un solo día, se encarcelaron a 10.000 gitanos en
España, se llamó “Prisión general de Gitanos”, tras la cual fueron separados
los hombres de las mujeres (recluidas en Casas de la Misericordia). Otros
muchos gitanos fueron deportados a América y África en ese siglo.
Hitler también intentó
acabar con ellos quemándolos en las cámaras de gas y Franco, a imitación de
Mussolini, les prohibió el uso de su lengua como a los demás pueblos
peninsulares ocupados, y se les aplicó la famosa "Ley sobre Vagos y
Maleantes" de 1942, que servía para la represión de gitanos, homosexuales
y de los disidentes políticos del régimen franquista, “los rojos y los
separatistas”. La Guardia Civil, en su reglamento, declaraba a los mercheros y
a los gitanos como personas sospechosas, a vigilar. Estas medidas impidieron
cualquier integración del gitano en un mundo de payos.
Viniendo al presente,
según su Director, la RAE no quiere eliminar las acepciones xenófobas de sus
diccionarios si son de uso corriente por la población, pero no es así en todos
los casos. No deja de ser llamativo que la RAE no recoja algunas acepciones
populares como “polaco” para un catalán y “españolazo” para el facha español, y
que matice que “gabacho” es “despectivo, coloquialmente francés” o que
“maqueto” es “familiarmente despectivo en el País Vasco: Inmigrante que procede
de otra región española y no conoce ni habla vascuence” (aunque
se olvida que esta palabra proviene de la actual Cantabria donde designa al
castellano del interior y desde donde se extendió a las minas bizkaínas). Por
tanto, polaco y españolazo, no son términos aceptados
aunque sean de uso popular y, gabacho y maqueto son “despectivos” para un
francés y un español, pero “gitano” es coloquialmente el que “estafa u obra de
engaño”, lo cual, es eminentemente xenófobo por parte del que usa así el término,
pero tiene un componente xenófobo añadido la forma de explicarlo por la Real
Academia de la Lengua Española, para la cual no es una palabra “despectiva”.
El idioma de los
gitanos euskaldunes formó un dialecto, llamado “erromintxela” o caló vasco
(mezcla de romaní y euskera). Es más, se cree que la última población de
euskaldunes monolingües eran los gitanos de la localidad bajonavarra de
Orzaize, ya que al no ser escolarizados no sabían francés; pasaba lo mismo con
algunos municipios catalanes. Estos gitanos euskaldunes serían incluso
doblemente estigmatizados por la propia RAE, la cual en su tercera acepción de
la voz “vascuence” o euskera dice: “Aquello que está tan confuso y oscuro, que
no se puede entender”, sin matices ni aclaración de que es un término
despectivo o en desuso, pues, al parecer, no lo considera así, mientras que el
idioma español es “limpio y espléndido”, gracias a la RAE.
Ni Euskaltzaindia como
Academia de la Lengua Vasca, ni alguno de los gobiernos autonómicos donde se
habla el euskera, parece que vaya a interponer demanda alguna ante Estrasburgo
ni en ningún otro tribunal por el uso despectivo del euskera y de su
persecución sistemática durante siglos (y por tanto del pueblo que es su
poseedor).
Por
otra parte, me llama poderosamente la atención, que un pueblo fragmentado y
perseguido durante siglos como el gitano, que nunca ha constituido un Estado
propio y que tiene su población desperdigada por un montón de Estados
constituyendo una minoría en todos ellos, tiene un órgano administrativo-político
que lo defienda, y, nosotros los nabarros, con un Estado de 1000 años de
historia, instituciones propias durante mucho más tiempo y que tenemos incluso
hoy en día políticos que hablan en nuestro nombre constantemente, carecemos de
ese órgano o Gobierno nacional. No estaría nada mal volverlo a crear y así
dejaríamos quizás de estar tan “vascuences”, es decir, tan confusos y oscuros
que no se nos puede ni entender.