Luis Martínez Erro, el
verdugo de Pamplona
En
Pamplona por la Memoria de los Fusilados en el 1936, un nieto de aquellos que
no pudisteis matar.
Iñigo Saldise Alda
A la izquierda Luis Martínez Erro a la derecha uno de sus camaradas |
“Desde su carlismo militante, procuró servir a su pueblo del
mejor modo al que imaginó tener acceso, en aquellos tiempos y en su situación”.
Luis María Martínez Garate (Iturralde, Nabarralde S.L., e hijo del verdugo de
Pamplona).
Luis Martínez Erro fue
un activo muy importante en Pamplona para el conocido como Alzamiento Nacional,
durante la sublevación militar llevada a cabo contra la II República de España.
Muy joven se alistó en el denominado Carlismo, a decir verdad, más
concretamente en la Comunión Tradicionalista, para pasar de forma inmediata a
ser miembro de su brazo armado, los conocidos como Requetés.
Apoyó desde ese brazo
armado, militar o terrorista, el pronunciamiento del 18 de julio de 1936. Pero
antes, formó parte de la secretaría del general golpista Mola desde el 14 de
marzo. Así como secretario y matón, perdón guardaespaldas, del designado en
Madrid como cabeza de la insurrección, participó en actos criminales contra el
legítimo gobierno de la II República de España, pese a estar los dirigentes de
la cúpula nacional-católica y española de los carlistas en Navarra, reacios a
algunos aspectos de los dictámenes del general Mola.
Es en la Bajada de
Javier, calle muy conocida del casco viejo de Pamplona, concretamente en la
tienda de objetos religiosos que lleva por nombre Martínez Erro, donde Luis, en
presencia y con la colaboración de su hermano, pasó a máquina las directivas,
instrucciones e informes reservados, entre los cuales estaba la lista de
ciudadanos de Pamplona y de la Cuenca, a los cuales los paramilitares requetés
debía arrestar para posteriormente ejecutar.
Tras las detenciones y
torturas, se llevaron a cabo diversos fusilamientos en Pamplona y Comarca,
entre ellos el de la Vuelta el Castillo, donde Luis Martínez Erro participó
activamente como verdugo, “gatillero”.
Tras “limpiar”
Pamplona se alistó junto a numerosos paramilitares requetés en el ejército de
los sublevados, marchando y combatiendo en los frentes vasco y cántabro.
Siempre contra aquellos libertarios republicanos españoles, anarquistas,
socialistas y comunistas. Además de matar a estos, tanto en el frente y en la retaguardia, la
misma terrible suerte corrieron los milicianos vascos de los partidos políticos
EAJ-PNV y EAE-ANV, entre otros. Tampoco en sus actos de barbarie en nombre de
Dios y por España, se olvidaron las mujeres y los niños, victimas también de su
sed de sangre.
En el año 1937 la
Comunión Tradicionalista despareció por mandato del general Francisco Franco
mediante el Decreto de la Unificación, pasando los requetés y con ellos, como
no podía ser de otra manera, Luis Martínez Erro a formar parte la Falange
Española Tradicionalista y de las JONS.
Indudablemente por
ello, sin ningún tipo de duda, su hijo Luís María Martínez Garate cantaba en su
más que benévola y agraciada niñez:
Camisa
azul
Y boina colorada
Falange fiel
Y bravo requeté.
Y boina colorada
Falange fiel
Y bravo requeté.
Así pues, mientras Luis
María Martínez Garate cantaba despreocupado de jovenzuelo, en una época de la
vida donde se adsorber las ideas y los actos de los progenitores como
verdaderas esponjas, los conocimientos y sobre todo las formas de actuar totalitarias
de su padre y como no, las canciones que le enseñaba el verdugo de Pamplona.
Por supuesto, gracias
a ese “gatillero” carlista, sus hijos contaron con las ventajas que da siempre
el tener gran poder adquisitivo, aunque este sea gracias a los hurtos y robos
llevados a cabo por su “respetable” padre. Mientras que muchos otros niños y niñas, que
lograron salvarse del exterminio carlista, falangista, tradicionalista católico
nacional español, tanto en Pamplona, Comarca y en todas las partes de la geografía
navarra y vascongada que habían “limpiado” Luis y sus bravos requetés, no
pudieron ni siquiera conocer a sus padres, ni donde estaban enterrados, aparte
de pasar hambre, desnutrición y las más duras de las penurias, todas ellas
infringidas por un golpe de Estado en España, antidemocrático, sanguinario y
violento, conocido con el rimbombante nombre del Alzamiento Nacional.
“Ni olvido, ni perdón”
Ni al
padre, ni al hijo, ni al espíritu santo del totalitarismo.
Memoria
y justicia.