Ilegitimidad de la monarquía y lacayos navarros
Pedro Esarte Muniain, Nabarralde, S.L.; Baztan-Nabarra
Extraído de la
hemeroteca del Diario de Noticias de Navarra
He leído las opiniones
de tres expresidentes de Navarra en defensa de la institucionalización
monárquica en el siglo XXI, impuesta desde el siglo XVI, que solo puede
calificar a sus autores como de lacayos. El primero es el de Jaime Ignacio del
Burgo, que aunque indirectamente, defiende los resultados del golpe de Estado.
Incluso alude "a la revolución incruenta que acabó en 1931 con el reinado
de Alfonso XIII" y se abstiene de la cruenta con más de 3.400 muertos en
Navarra sin frente de guerra, que impuso la monarquía, que él defiende como la "de la libertad y de la
concordia", y de que "el
rey salvó a la democracia". Tan verdad como las historietas del
derecho foral navarro conservado, que él tan mentirosamente ha contado.
El segundo
expresidente que hace apología a favor de la presidencia del Estado por
herencia genética es Juan Cruz Alli, y lo hace a favor de que "este régimen es la garantía
institucional en el relevo". Ni un resquicio a si el rey o reina
sucesores salen tontos, cuando el nombramiento se hace de por vida y herencia: "una decisión puramente voluntaria, es
el rey quien marca los tiempos con su prudencia y sagacidad al servicio del
país y de la institución". Alli fue quien siendo presidente dio a Juan
Carlos el título de príncipe de Viana.
Cuando Carlos III
instituyó el principado a favor de su nieto el año 1423, lo condicionó a que "Toda vez por cuanto, según fuero, y
costumbre del dicho reino de Navarra, aquel es indivisible, y non se puede
partir, por esto, el dicho infante, non podrá dar en caso alguno, vender, y
alienar, empeynar, y dividir, ni distrayer, en ninguna manera, las dichas
villas y castillos, y lugares en todo, ni en partida, en tiempo alguno en
alguna manera; antes aquellas quedarán íntegramente, é perpetualmente, á la
corona de Navarra".
Toda una serie de
valores y obligaciones que contradicen en toda su extensión el contrafuero que
representa dar posesión o admitir en Navarra como príncipe de Viana a un rey
extranjero, solo porque un mermado presidente de Navarra actuara de eunuco al
rendir pleitesía al régimen impuesto por los borbones en Navarra.
Y me viene a la mente
que el año 1715, todavía pretendía el recopilador Elizondo que se admitiera el
derecho y fuero circunscrito al Privilegio de la Unión de Pamplona firmado el 8
de septiembre de 1423 por el rey Carlos III el noble, que tampoco se aceptó.
Monarquía quebradora de derechos, que encuentra lacayos también en las
universidades, y al propio Juan Cruz Alli cuando escribe sobre historia, y
oculta y/o falsea los hechos.
El tercer expresidente
de Navarra que hunde la testuz ante la monarquía heredera de los invasores,
amplió y extenso colaborador de ella en el tiempo sobre los navarros, atiende
por el nombre de Miguel Sanz. Considera este supuesto señor que "la renuncia voluntaria al cargo de la
jefatura del Estado a mi juicio es un acto más de servicio a España en unos
momentos complejos y difíciles desde el punto de vista político, económico y
personal"; ni una mención a su beneficio personal ni a la herencia
familiar que obtiene en tal acto.
Luego se permite
afirmar sobre el cesante rey entre otras boutades, que "los muchos aciertos acumulados a lo largo y ancho de su alta
responsabilidad. … Su talante y personalidad ha generado confianza y respeto
entre emprendedores y trabajadores y … D. Juan Carlos siempre creyó en la
España descentralizada, abierta, competitiva y sostenible … para que las
autonomías también se sintieran Estado … porque lo he vivido en las pocas
oportunidades que he tenido de compartir inquietudes y preocupaciones".
Y sostiene el eminente
próceder sobre el rey abdicante "que
quería a Navarra de una manera especial, -y- sí me arriesgo a afirmar que la
sentía de una manera diferente, quizás porque sabía que sus raíces dinásticas
se hundían en el viejo Reyno". ¡Y esto lo dice sobre una dinastía que
no admitió ningún fuero ni derecho anterior a 1512!
Cuando el expresidente
Sanz (que si lo sabe oculta estos hechos), hace estas y otras precisiones de
vasallaje, tendríamos que preguntarnos por qué lo hace. Y porque no hace
balance de la pérdida de la Caja de Ahorros de Navarra por quebranto; la de los
auto-regalos de relojes y viajes; la de los 157 cuadros desaparecidos (o, en su
caso, repartidos); la de los sueldos autopuestos; la de las sesiones sin otro
tema que la asistencia para el cobro; sobre los cargos propios generados u
obtenidos, etcétera.
Hace falta poca vergüenza
para, desde la oscuridad de su pasado hacia los navarros, afirmar que "A través de estas líneas, como navarro
…" pase a describir lo ya expuesto sobre actuaciones en que ha tenido
responsabilidad, cuando le queda por explicar su oscuro y largo pasado por la
presidencia del Gobierno de Navarra, en la que el provecho producido está en su
propio avance económico y de puestos heredados; no es pues extraño su
posicionamiento a favor al régimen que sufrimos la mayoría de los navarros y
que a él lo ha enriquecido.