Lope de Eulate
Iñigo Saldise Alda
Lope de Eulate
nació durante la segunda mitad del siglo XV en la ciudad de Lizarra-Estella,
siendo hijo del señor de Arinzano y de los palacios de Berbinzana y Luquin Lope
Martiniz de Eulate. Sus estudios estuvieron encaminados a las letras
principalmente, pero sin olvidar el oficio de armas.
Como
representante de las universidades de los tres Estados del Reino de Nabarra,
concretamente por la ciudad de Lizarra-Estella, Lope de Eulate asistió a la
coronación de los reyes de Nabarra Catalina de Foix y Juan de Albret en la
catedral de Iruinea-Pamplona el día 13 de enero del año 1494.
El día 10 de agosto del 1494, Lope de Eulate reunió a los parroquianos de la
iglesia estellica de San Miguel Arcángel. A continuación les expuso su deseo de
ampliar y cubrir la capilla de San Sebastián y de la Santa Cruz, las cuales
habían erigido sus antepasados, para lo que era necesario cambiar de sitio la
escalera de acceso al campanario y habilitar otro local para la cera. La
parroquia accedió a su deseo, dándole un plazo máximo de siete años para
realizar las obras.
Ejecutadas las obras, Lope de Eulate ayudado por un documento mediante el
cual, varios cardenales otorgaron 100 días de indulgencia a cuantos fieles
visitasen la citada capilla, obtuvo en el año 1502, concretamente del vicario
general del cardenal de Santa Práxedes y administrador de la diócesis de
Iruinea-Pamplona Antonio Pallavicini Gentili, el permiso definitivo para
ampliar la capilla. Incluso, acarreando por ello el derribo de paredes, cambio
de lugar de los altares, de los retablos e incluso de las sepulturas existentes
con antelación, y cerrar la capilla con una reja para impedir que entraran
gentes ajenas a la familia.
Además, Lope de Eulate, con la excusa de poder erradicar una epidemia que
azotaba la ciudad del Ega, recibió la autorización de poder pedir limosna para aumentar
la luz de la capilla. Este punto, indudablemente pernicioso para los intereses
económicos de la parroquia, provocó un conflicto que se solucionó mediante la
mediación del prior de la vecina parroquia de San Pedro de Larrua, el cual
estableció las normas en las que se decía el cuándo, el dónde y el cómo se
podía pedir, además del destino que se le debía dar al dinero.
El día 22 de
diciembre del año 1511, los reyes de Nabarra Catalina de Foix y Juan de Albret,
vieron bien la petición hecha por los tres Estados por la cual, los alcaldes de
Corte se debían de encargar de la reforma de los Fueros y de las Leyes del Estado
de Nabarra. Designaron para este asunto al doctor de derecho canónigo, maestre
de las reales finanzas de Nabarra, presidente del consejo real de Nabarra,
alcaide de la Corte mayor, embajador y diplomático del Reino de Nabarra, señor
de Idocin, Subiza, Ibiricu y Cizur Mayor, además de señor consorte de Xabier y
Azpilcueta Juan de Jaso y Atondo, al también doctor de derecho canónigo y
civil, tesorero de la catedral de Iruinea-Pamplona, vicario de la diócesis
pamplonesa, consejero real y ordinario de la reina Catalina de Nabarra y
embajador del Reino de Nabarra Remiro de Goyni y Gurpide, al maestre Lope de
Liedena, al bachiller de Iruinea-Pamplona Martin de Liçaraçu, al fiscal de
Nabarra Miguel de Espinal y al protonotario real Martin de Jaureguiçar, nombrando
para la primera reforma en lugar de los que faltaban del Consejo, al bachiller
de Sarria, al consejero ordinario Lope de Eulate, al bachiller de Redín y al
consejero ordinario, maestre de hostal del rey consorte de Nabarra y tesorero
general del Reino de Nabarra Sancho de Ezpeleta.
Tras la ilegal
y violenta invasión militar española del Reino de Nabarra, Lope de Eulate se
mantuvo leal a los legítimos soberanos del Estado de Nabarra Catalina de Foix y
Juan de Albret. Incluso participó a las órdenes de Juan Belaz de Medrano en la sublevación
contra el invasor español en la ciudad y una de las fortalezas de
Lizarra-Estella, atendiendo el llamamiento realizado por el rey consorte de
Nabarra Juan de Albret y Châtillon.
Los invasores
españoles comenzaron rápidamente con la colonización de los estamentos
estatales nabarros, incluido el Consejo Real o del Reino de Nabarra. Para ello
prometieron devolver los cargos de dichos organismos a sus anteriores
poseedores. Lope de Eunate era miembro del Tribunal del Consejo Real antes de
la ilegal y violenta agresión militar de los invasores españoles y solo para mantener
su cargo, debía jurar obediencia a Fernando V de España, algo que no ocurrió y
por consiguiente fue retirado ilegítimamente de su cargo de funcionario del
Estado de Nabarra en el año 1514 por los colonizadores españoles.
Ya en el año
1516 antes incluso del nuevo intento de recuperación de la soberanía de las
tierras nabarras ocupadas por los invasores españoles de forma militar, Lope de
Eunate fue señalado, denunciado y acusado por los colonizadores españoles, por
simpatizar por la cusa legitimista del Reino de Nabarra, es decir, por seguir
los mandatos de los reyes de Nabarra Catalina y Juan. Tras el fracaso de esta
nueva intentona militar nacional nabarra, a Lope de Eunate se le procedió a la
confiscación de su patrimonio y bienes por parte de los tribunales coloniales españoles
de Nabarra.
En el año 1520,
Lope de Eulate consiguió recuperar sus bienes, incluido el señorío de Arinzano,
pero no así su cargo en el Tribunal del Consejo Real de Nabarra, tras rendir vasallaje
a rey de los invasores Carlos I de España y emperador de los germánicos como
Carlos V.
A año
siguiente, durante la sublevación de los nabarros sojuzgados por los invasores
españoles y la entrada de un nuevo contingente de tropas de liberación
nabarro-francés, Lope de Eunate atendió a la llamada del apellido realizada por
Jaime Belaz de Medrano, participando en diversas batallas contra los españoles
tras reunirse en la casa de Lope de San Juan justicia de Lizarra-Estella. Tras
la liberación total de las tierras pertenecientes al Reino de Nabarra en el año
1512 antes de la ilegal y violenta agresión española, Lope de Eunate se
trasladó a Iruinea-Pamplona para recuperar su cargo en el Tribunal del Consejo
Real de Nabarra.
Lope de Eunate
estuvo presente en la batalla de Noain junto a Remiro de Goyni. Tras la derrota
nabarra huyó junto a otros patriotas nabarros hasta Ezpeleta, junto a Jaime
Belaz de Medrano y otros estellicas.
Lope de Eunate
fue incluido en la lista de condenados a muerte y se le procedió a confiscar
nuevamente sus bienes, por parte de los extranjeros españoles y sus ilegales
leyes, con la acusación de crimen de lesa
majestad contra el emperador Carlos I de España y V de Alemania.
Lope de Eunate
estuvo encerrado en el castillo de Hondarribia-Fuenterrabia junto al marischal
Pedro de Nabarra y de la Cueva. Juanto a éste, Lope de Eunate fue excluido de
la “anmistía general” del emperador español del año 1523.
Tras la
rendición de la plaza costera de Nabarra a las tropas imperiales españolas,
Lope de Eunate regresó junto al resto de anmistiados por Carlos I de España y V
de Alemania, a la ciudad de Lizarra-Estella. Allí tuvo que litigar para
recuperar sus patrimonios.
En el año 1530, se comenzó a labrar la sepultura de fray Juan López de
Eunate, hermano de Lope de Eunate, en la parroquia de San Miguel Arcángel de la
ciudad de Lizarra-Estella. Miembros del linaje de los Baquedano procedieron a
romper y a cegar el sepulcro en construcción, llegando incluso a derribar el
arco y la bóveda, quedando por ello maltrechos altares y retablos. Los hermanos Euante presentaron pleito ante
el Tribunal del Consejo Real Colonizado de Nabarra, por un precio 20 veces superior
al coste real de los desperfecto, el cual era de 100 ducados. Debido a la
cuantiosa suma, pronto llegaron a un acuerdo los Baquedano y los Eunate.
En el año 1436, el vecino de Lizarra-Estella y señor de Arinzano Lope de
Eulate fue demandado ante la cCorte de Justicia colonial española de
Iruinea-Pamplona, por el señor de Learza y del palacio de Iguzquiza Juan Belaz de Medrano. La demanda trataba sobre la
oposición primero a la ejecución del palacio y segundo a los términos de
Arinzano por 1.440 robos de trigo y 100 florines, en cumplimiento de una
sentencia arbitraria realizada con anterioridad. Tras ello no tardaría mucho en
morir.