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2009/06/15
Iruinea, junio 2009
La guerra de Navarra
CAPÍTULO III
Cuarta parte
Navarra y los Tratámara: Usurpación y codicia. División e irreconciliación
Soberanía de Navarra
“Nadie sabe lo que hace mientras actúa correctamente, pero de lo que está mal uno siempre es consciente.” Johann Wolfgang Goethe
En el año 1442, Carlos de Biana, lugarteniente del Reino de Navarra, acompaña a su hermana Leonor hasta Donibane Garazi, al estar prometida a Gastón, conde Foix. Una vez en Donibane Garazi la confía a su chambelán Baltasar. El derrochador príncipe de Biana, celebra con gran pompa las exequias de una prima, complicándose en gran modo sus finanzas.
Mientras Juan II de Navarra, sufre continuas nuevas decepciones en sus pretensiones castellanas, lo que le acerca más al Reino de Navarra y a su hijo el lugarteniente. Los problemas entre ambos se acrecientan, cuando Juan II se inmiscuye en las finanzas del Estado navarro y sobre todo cuando se instala en Erriberri junto a varios nobles castellanos, los cuales están completamente arruinados y junto a Juan II de Trastámara, también está su hijo bastardo, Alfonso de Aragón, señor de Calatrava.
Juan II no tiene ninguna consideración con el príncipe de Biana, procurándose solo en hacer frente al reino de Castilla-León y busca obtener del Reino de Navarra, la mayor cantidad de recursos posibles para sus actividades bélicas. Esto sumado a las facciones que ya se agitan desde hacía muchos años y los enfrentamientos son cada vez, más o menos abiertos, la guerra por el poder en el Reino vascón, está apunto de estallar.
Juan II de Navarra se casa con Juana Enríquez, hija del Almirante del reino de Castilla y León, en el año 1447, nada más llegar las dispensas de Roma. El matrimonio de Juan II el Usurpador con la castellana Juana Enríquez es el principal detonante de una guerra por el poder en el Estado vasco. La habilidad política de Juana Enríquez, la convierte en la auténtica lugarteniente del rey, relegando al príncipe de Biana a una segunda o tercera fila. Juan II de Navarra se niega a renunciar al título de rey, usurpándoselo a Carlos, príncipe de Biana que se ve acorralado y opta por la huida. Pronto es visto en Segura, donde se le unen algunos hombres de su confianza, como el condestable de Navarra, Luís de Beaumont, Juan de Luxe y Martín Mongelos.
Juan II el Usurpador estalla en cólera ante la huida del príncipe. Envia en su busca al franciscano Otxoa de Gascue y al agustino Otxoa de Otxagabia, pero los dos lobos son asaltados en el camino, desnudados y sometidos a vergonzosas crueldades, mientras los partidarios del príncipe se organizan, desde Etxarri-Aranaz a Donibane Garazi. Donibane Garazi se había posicionado a favor del rey y en contra del príncipe, al ser un feudo agramontés. Esto es suficiente para que el barón de Luxe se apodere de la castellanía de Ultrapuertos. Juan II ordena al señor de Zangoza que se apodere del citado barón de Luxe y del castillo, pero en la ciudad de Ultrapuertos, Luís de Beaumont y Juan de Luxe muestran una resistencia tenaz a la autoridad real.
Luís de Beaumont, I conde de Lerin, título otorgado por Carlos III al casarse con su hija bastarda Juana, al igual que el de condestable de Navarra, en un principio se posicionó del lado del rey Juan II, pero rápidamente cambió de bando. Su hijo, también Luís II conde de Lerin, se intitula lugarteniente y capital general del príncipe de Biana, en el año 1450 lo que provoca que en ese mismo año se le embarguen sus bienes por orden del rey Juan II el Usurpador.
Juan II de Navarra, en ese mismo año, se une a los ingleses ante la acometida final lanzada por los franceses contra la Gascuña, los cuales cuentan con un gran apoyo de tropas castellanas.
Juana Enríquez abandona Erriberri y se retira a Zangoza. Entre tanto el príncipe de Biana es localizado en Donostia y se somete al rey Juan II el Usurpador en el año 1451. Las turbulencias en Navarra son aprovechas por su gran enemigo, el reino de Castilla-León. El ejército castellano irrumpe hasta Burandón y Lizarra, llegando aún acuerdo militar con el príncipe de Biana. Tras firmar el acuerdo en Gares y Lizarra, las tropas castellanas evacuan el Reino de Navarra, pero la guerra entre el príncipe y el rey queda ahora abiertamente declarada.
El acuerdo entre el príncipe de Biana y los castellanos irrita en sumo al rey Juan II el Usurpador. Briones vuelve al reino de Castilla y León, además no se puede dar ya, una reconciliación entre padre e hijo, sin tener un acuerdo antes con el imperio castellano. Además el príncipe de Biana debe casarse con la hija del conde de Haro y uno de los hijos de éste lo haría con Ana, hija de Luís de Beaumont. Larraga y Mendavia iran en prenda al reino de Castilla y León, a la espera de ser canjeadas por Biasteri y Biana.
El matrimonio de la hija del I conde de Lerin, Juana, con Pere de Latsaga hace que esta casa se una al partido beaumontés. El hermano del conde, Juan de Beaumont, es una persona fuera de lo común en esta familia. Prior de San Juan de Jerusalén es un hombre venerable y noble, en este conflicto en ciernes y lleno de desmanes por ambos lados.
Juan de Beaumont es el gobernador de Iruñea, dentro de la parte del Reino que permanece fiel al príncipe de Biana. Es hecho prisionero en el reino de Francia por el conflicto interno que vive el Estado de Navarra y tiene que pagar un rescate por su liberación. El II conde de Lerin, también llamado Luís de Beaumont, tiene las misma determinación para servir la causa del príncipe. Sus bienes y señoríos en el Reino de Navarra, habían ido a parar a un notorio agramontés, Pierres de Peralta y a uno de sus mayores enemigos, Felipe de Navarra, mariscal del Reino.
Otras casas se van agrupando entorno a los Beaumont, mostrando el mismo encarnizamiento que ellos. Entre ellas la de Luxe, enemiga acérrima de los Agramont, jugando un papel decisivo en los comienzos del conflicto, por lo que su nombre llegó a designar durante mucho tiempo, incluso más que el de Beaumont, al bando partidario de Carlos, príncipe de Biana.
Los Agramont rivales y enemigos de los de Luxe, se convierten por ende, en adversarios de los Beaumont, teniendo al sur del Pirineo unos apoyos y unos correligionarios igual de acérrimos que ellos. La fuerza e incluso la virulencia de los partidarios de Juan II de Navarra, deriva biológicamente en dos familias igual de próximas que la de Beaumont a la casa real, los Navarra y los Peralta.
Al frente se encuentra Felipe de Navarra, mariscal del Reino, el cual esta casado con Juana, hija del famoso Mosén Pedro de Peralta I. Su hijo Pedro de Navarra será el primer jefe auténtico del partido agramontés, lo que le provoca que el príncipe de Biana le incaute sus bienes, que son entregados después a su caballero Carlos de Cortes. Martín de Peralta asume en la práctica la dirección de las operaciones contra el partido beaumontés y los castellanos. Partidario feroz de Juan II, se le pudo ver allá donde hay un beaumontés o un castellano al que hacer morder el polvo.
Martín de Peralta comanda en el sitio de Aibar, presentándose después en Arakil, luchando por el rey en las montañas del valle de Erro y Salazar, surgiendo de pronto ante los muros de la beaumontesa Donibane Garazi, desde donde conduce la artillería del conde de Foix y de Bigorre, hasta Urroz.
El reino Pirenaico es un inmenso paraíso para bandoleros por un problema de legitimidad de trasfondo, solo el príncipe de Biana aparenta ser inocente, arrastrado en ocasiones a adoptar decisiones imprudentes para librarse de las emboscadas que le tendían guerrilleros furiosos y por encima de todo de un rey con una ambición diabólica. ¡Y ese rey es su padre!
Luxe y Beaumont, Agramont y Peralta, mucho más allá de todo lo que en realidad les opone, tenen en común la misma rabia frenética. Pero hay uno que destaca por encima de todos, el nuevo condestable Luís II de Beaumont, el adversario más encarnizado de los Agramont y de los reyes de Navarra.
El condestable de Navarra, Luís de Beaumont, II Conde de Lerín, es de pequeña estatura, aspecto feroz, dotado de una fuerza poco común; tiene todas las cualidades de un soldado: la bravura, la audacia, la indomable tenacidad. Posee una ambición insaciable que lo devora en su interior, y hasta llega a sospechar que aspira a la corona de Navarra. Hombre duro, sin piedad, tortura a sus prisioneros, sin moral como sin escrúpulos, viola la fe jurada y no se detiene ante el crimen para saciar sus venganzas. Traidor del país, es el genio malvado del Reino de Navarra.
Hay un simulacro de conclusión de la contienda bélica, con una transición. El príncipe obtendría, además de perdón para sus correligionarios y la devolución de sus fortalezas y rentas confiscadas, el gobierno del Reino durante las ausencias de su padre Juan II, junto al disfrute de la mitad de las rentas reales. Pero esto debía ser con el asentamiento del mayor enemigo de Navarra, Castilla-León, en diversa fortalezas dentro del Reino vasco.
Pero la impaciencia de los más excitados beaumonteses, consuma lo irreparable en Aibar y la lucha continua por las villas y campos de Navarra con extrema dureza. Juan II el Usurpador no se queda atrás y decreta la guerra total, a sangre y fuego.
Por parte del príncipe de Biana, su jefe es el venerable Juan de Beaumont, prior de San Juan de Jerusalén, quien nombrando capitán general a su sobrino Luís de Beaumont, Por parte de el Usurpador, encontramos al célebre Piarres de Peralta, furioso capitán general agramontés.
Todo sucede en una confusión indescriptible, en la que todos saben que estan en guerra, pero no saben realmente el porqué, ni en ocasiones quienes son sus adversarios. Iruñea y Erriberri, de manera general, están con el príncipe, junto a los valles de la montaña, a excepción del Ronkal, que permanece fiel a Juan II, asegurando así el contacto con un poderoso aliado, el conde Foix.
Una parte de la Ribera, que comprende a Tutera, siguen al rey, lo mismo que Lizarra, pero Lerin, Sesma y Mendavia son partidarias del príncipe, o lo que es lo mismo, de Juan de Beaumont. En la tierra de Ultrapuertos, Donibane Garazi está en manos de los Beaumont.
El fuego lo detona un incidente, no más grave que otros, el es cuando el príncipe de Biana es hecho prisionero cerca de Aibar. Este es conducido de prisión en prisión, de Tafalla a Zaragoza, pasando por Tudela, Mallén y Monroyo.
Durante su estancia en prisión compone sus crónicas de los Reyes de Navarra, inspiradas en buena medida en una obra de Lope de Orreaga. No es una obra genial, original tampoco, pero no deja de ser una de las primeras contribuciones a la historia del Estado vasco, con un halo grande de ingenuidad, de un príncipe por otro lado es erudito e ilustrado.
Finalmente le llega la liberación, más concedida que concertada, pues el despiadado Juan II nunca acepta recibir a los enviados de su hijo. Pero esta liberación no supone la llegada de la paz al reino vasco. Los bandos permanecen armados y exacerbados por los últimos combates, la prisión que les siguió y reemprenden de inmediato la lucha con más y nueva saña.
En el año 1453, los partidarios de príncipe se apoderan de Monreal, teniéndola que abandonar casi de inmediato. Mientras, a Carlos de Biana, se le complican sus asuntos en el reino de Castilla y León. Su aliado y verdadero jefe del ejército del príncipe, Álvaro de Luna es ejecutado, para regocijo de Juan II el Usurpador. Y el príncipe de Asturias, Enrique, llamado el impotente, obtiene el divorcio y se prepara de inmediato un nuevo matrimonio, esta vez con Blanca de Navarra.
La guerra de los cien años llega a su fin con la toma de Baiona por tropas castellano-francesas ese mismo, a pesar de la valiente defensa de la ciudad llevada a cabo por ingleses y navarros de la facción agramontesa.
El 7 de Diciembre de 1453 se acuerda una tregua entre los partidarios del príncipe y del rey, de un año y se confirma el 16 de marzo del año siguiente, por Alfonso el Magnánimo, rey de Aragón, prorrogándose en el mismo lugar el alto el fuego, hasta finales del año 1455.
En Barcelona, el 3 de diciembre de 1454, en presencia de Leonor, hermana del príncipe de Biana y de su esposo Gaston IV de Foix, especialmente convocados, Juan II dio cuenta de una verdadera imposición. El príncipe Carlos y su hermana Blanca deben someterse en el mes de enero del año siguiente. Quedan con ello privados de todos sus derechos hereditarios y son considerados como muertos.
La tregua no impide en la práctica, que sigan los enfrentamientos armados entre los bandos. Donibane Garazi, es tomada por los partidarios del príncipe el 27 de marzo del año 1455 y recuperada posteriormente para el conde Foix, para el rey de Navarra.
El Reino de Navarra y ducado de Némours, junto a otros bienes maternos deberán ser transferidos por Carlos de Biana a su hermana Leonor. Gastón de Foix, solicita el acuerdo para el 15 de abril, a más tardar para el 15 de mayo del año 1456, simulando retener al rey de Navarra hasta entonces.
En el mes de junio del año 1456, el señor de Foix parte desde Salvatierra del Bearne, llevando consigo todo su ejército. Los partidarios del Príncipe de Biana se encuentran en Donapaleu, estando al frente de ellos, Luís de Beaumont, el condestable de Navarra y II conde de Lerin, junto a Juan de Beaumont y todos los del bando del partido de Luxe.
El conde de Foix, tras preparar su ejército para el combate se encamina a las puertas de Donapaleu. Cuatrocientos partidarios del príncipe salen en busca del ejército del conde de Foix, pero sin alejarse de su vía de escape. Al comprobar el grueso del ejército del conde de Foix, los partidarios del príncipe emprenden la huida, vuelven a unirse en Donapaleu al grueso del bando beaumontés, cerrando las puertas que daban al Bearne, pero saliendo despavoridos por las del lado contrario, emprendiendo la huida a las montañas sin prestar batalla.
El conde de Foix, tras haberse retirado al Bearne por una enfermedad, emprende de nuevo el camino hacia Orreaga, donde le recibe la segunda esposa de Juan II, Juana Enríquez. Por mandato del rey de Navarra, se ponen camino a Lunbier, tomando varias plazas de guerra e iglesias fortificadas beaumontesas por el camino. En la villa de Lunbier se encuentra Carlos de Artieda, muy bien acompañado por gentes de guerra de a pie y a caballo.
El rey Juan II el Usurpador, llevaba tres meses sitiando la villa de Lunbier, sin haber conseguido ningún avance militar. El conde de Foix comienza a combatir, junto a su ejército al lado del rey de Navarra, pero en el sexto día, el rey y el conde, son informados que Juan de Beaumont, el condestable de Navarra y II conde de Lerin, se encuentran a la afueras de Iruñea, para ir a combatir contra el conde de Foix y el Usurpador.
El conde de Foix se prepara para ir en busca de combate contra los beaumonteses. Los ejércitos se encuentran en la campas de Esparza. Los beaumonteses ente la presencia del ejército del conde de Foix, se dividen y se retiran, unos a Iruñea y otros a la fortaleza de Esparza. Las tropas del conde, con sus huestes del Bearne, Foix y Bigorre persiguen a los beaumonteses. Los muertos y los prisioneros son numerosos.
Las escaramuzas y los combates directos prosiguieron. Donibane Garazi vuelve a caer en manos beaumontesas. Pero el II conde de Lerin es apresado. El príncipe de Biana, desde Mallarlo, negocia con su padre la devolución al rey de las fortalezas y plazas de su obediencia a cambio de la liberación de Luis de Beaumont, II conde de Lerin, algo no aceptado por el resto de beaumonteses hasta el año 1460, ante las órdenes reiteradas de Carlos, príncipe de Biana.
El 2 de abril del año 1463 el cargo de castellano-capitán de Donibane Garazi recae de nuevo en un Agramont, Gracían de nombre, que lo delegó a su vez en su hijo bastardo Fortaner de Agramont, en calidad de lugarteniente. El honesto Pedro Périz de Jassu, del partido agramontés, recibe del rey el diezmo del territorio de Arbelu y se instala en Donibane Garazi. Este es el padre del doctor Jaso, casado con Maria de Azpilkueta, y futuros padres de Frantzes de Jatsu.
Provistos de su propia fuerza y la de un monarca sin miedo y sin escrúpulos, los agramonteses son invencibles. Esto provoca la huida de Carlos, príncipe de Biana. Primero se le ve en Paris, después en Roma, ante el papa, quien no atiende a sus reclamaciones, lo que le lleva finalmente al reino de Nápoles.
El príncipe de Biana no consigue ningún recurso con el cual intentar alcanzar el trono de Navarra. Alfonso V el Magnánimo en cambio, le permite estar en un ambiente literario, de los comienzos del Renacimiento italiano, estando algunos poetas y amigos de Erriberri entre ese ambiente, como por ejemplo su amigo y preceptor Alfonso de la Torre.
Tras la muerte de Alfonso V rey de Aragón y Nápoles, las noticias que recibe el príncipe de Biana desde Iruñea, son poco halagüeñas. La ciudad está en plena lucha de bandos, en concreto alrededor de la sede episcopal. El príncipe propone a su hombre de confianza, Juan de Beaumont, que los canónigos eligan a su sobrino Carlos, pero el Usurpador toma la delantera y obtiene la designación de su candidato, Martín de Peralta.
El príncipe Carlos realiza una protesta sin respuesta. Pero el elegido por el rey Juan II de Navarra muere en Roma, antes de poderse ocupar la sede de Iruñea. Esto provoca que el emperador de Roma nombre al cardenal Besarion, neutral en la guerra entre el rey y el príncipe. Nuevamente esto provoca la ira del rey, partidario de su protegido Nicolás de Etxabarri, hasta el punto de prohibir la obediencia al cardenal bajo pena de muerte.
El príncipe de Biana no permanece mucho en Nápoles, así llega a Sicilia, donde algunos nobles perciben que puede ser el instrumento para sus propósitos. Juan II de Navarra comprende rápidamente que es mejor tener a Carlos como enemigo dentro del Reino de Navarra, que en Sicilia con su consentimiento. Carlos de Biana se presta a asegurar, en varias embajadas, su obediencia y su voluntad de comprometerse como heredero universal de su padre, siendo esto precisamente, lo que no quiere el Usurpador.
Juan II de Navarra ya también de Aragón, rechaza considerar al príncipe de Biana como heredero en el reino de Aragón, y para ello cuenta con más armas que por el mismo pleito en el Reino de Navarra. El sucesor de Aragón, ya había sido designado in pectore, en las mentes del Usurpador y de su segunda esposa, la castellana Juana Enríquez, y que tiene por nombre, Fernando.
El Usurpador invita a su hijo Carlos a acudir a su lado, a lo cual el príncipe de Biana no pone ninguna objeción. Tras partir de Palermo y realizar breves escalas en Cerdeña y en Salou, llega a Mallorca donde su padre le dice que espere sus órdenes.
Estando en Mallorca, el príncipe Carlos recibe los términos de la pretendida concordia de Barcelona, donde se le concede, junto a su hermana y compañera de infortunios Blanca, un generoso y general perdón. El príncipe se compromete a restituir las plazas que le obedecían en el Reino de Navarra, por lo que quedaba privado de cualquier alianza y autonomía.
Juan II de Navarra y Aragón, a cambio le otorgaba su generoso perdón, autorizando al príncipe a residir donde quiera, a excepción de Sicilia y de Navarra. El príncipe no debía presentarse en Corte, del Reino de Navarra, y se buscaría un nuevo matrimonio de su conveniencia para Carlos de Biana, el cual ya tenía puestos los ojos en la hermana de Enrique IV de Castilla y León, llamada Isabel. Se le asignaban unas rentas razonables y se le devolvía el principado de Biana.
La infanta Blanca recibía 3000 libras, al igual que su hermana Leonor, esposa del conde de Foix. Esta última, además recibiría 3000 libras suplementarias otorgadas por los tres Estados de Navarra. Juan II de Navarra, Aragón, Nápoles y Sicilia fija su residencia en Iruñea, donde el príncipe de Biana, tiene prohibida la entrada.
La presencia de Carlos en Barna, está marcada por su desembarco triunfal en la ciudad condal. Esto provoca de nuevo, las iras del rey Juan II, prohibiendo que fuese tratado como primogénito o sucesor designado en el reino de Aragón. Juan II se presenta en Barcelona y pronto sale a relucir el tema del matrimonio. El prior de San Juan, Juan de Beaumont, amigo íntimo de Carlos de Biana, contra todo pronóstico, solicita la mano de Magarita de Portugal.
Juan II pronto pone final al asunto, cuando el rey de Portugal plantea la condición de que el príncipe de Biana sea designado heredero del Reino de Navarra y del reino de Aragón. Más explosiva resulta la idea de una boda con Isabel, hermana de Enrique IV. El rey de Castilla y León, se muestra receptivo a las reivindicaciones de Carlos, pero Juan II tiene reservada a Isabel para su segundo hijo, Fernando.
Así, el príncipe Carlos es de nuevo arrestado, esta vez en Lleida, en compañía de sus hombres de confianza, Juan de Beaumont y Carlos de Miravet. Las Cortes de Aragón, reunidas en Fraga, llaman a la clemencia real, en vano. El príncipe y sus dos leales hombres son trasladados a Aitana, luego a Fraga, a continuación a Zaragoza y por último de nuevo a Fraga.
Esto es debido al trabajo político realizado por Juana Enríquez y su padre Fabrique, que convencieron al rey Juan II, de unas supuestas transacciones del príncipe Carlos con el rey de Castilla y León para destronarlo. El ya viejo Juan II, suspicaz y medio ciego, se cree estos supuestos testimonios escritos que presenta su virulenta esposa.
El viejo rey, pierde su autodominio tratándolos incluso de traidores a la corona a los catalanes, lo que decide que sus diputados proclamen primogénito al príncipe de Biana, que nunca había sido tan popular en Cataluyna, llegándose a decidir la creación de un ejército y la construcción de 24 galeras.
El Usurpador siente miedo y se marcha de Lleida en dirección a Fraga. Allí coge al príncipe de Biana y lo traslada personalmente a Morella, al tiempo que envía a Juan de Beaumont a la fortaleza de Játiva. Las tropas catalanas enviadas a por el rey sobre Fraga no provocan ninguna resistencia en los diputados aragoneses y el condestable Luís de Beaumont, al mando de tropas castellanas, marcha sobre Borja. Los habitantes de Zaragoza piden la liberación del príncipe y un pesado silencio, cargado de amenazas, inquietaba al Reino de Navarra.
El propio Papa envía una bula a los obispos catalanes, incitándoles a solicitar la libación del príncipe navarro. Esto provoca la capitulación del testarudo monarca, y ordena la liberación de Carlos de Biana. La principal culpable del cautiverio del príncipe navarro, la castellana Juana Enríquez, es la encarga de entregar la carta de liberación en Morella.
La reina de Aragón, tiene la desfachatez de acompañar al príncipe navarro hasta Tarragona, donde los catalanes disuaden a la reina de su intención de seguir acompañando al navarro. Así el príncipe Carlos conoce su noche triunfal en la noche del 12 de marzo del año 1461, en Barcelona, lejos del Reino de Navarra.
La reina de Aragón negocia la capitulación de Villafranca del Penedés. Los catalanes unidos y amigos del príncipe, triunfaban en toda la línea. Carlos de Biana es reconocido como primogénito y heredero de todas las posesiones del rey. Protegido por una inmunidad general y se convierte en lugarteniente general irrevocable de Cataluña, Rosellón y Cerdeña. Por otro lado, Juan de Beaumont es liberado en un plazo de quince días y los castillos del Reino de Navarra son confiados a notables de Aragón, Cataluña y Valencia.
Juan II de Navarra y Aragón, acepta que su hijo sea declarado primogénito, aunque se olvida de convocar las Cortes, sin cuyo acuerdo de proclamación carece de valor legal alguno. Carlos de Biana pretende casarse de con Isabel de Castilla y León, sellando con ello una nueva alianza, dando sus poderes el 17 de junio para concluir una alianza con Castilla-León, pero inesperadamente el rey Juan II le arrebata la novia y con ello la alianza, al conseguir el compromiso de un enlace con su segundo hijo, Fernando.
El príncipe de Biana acude ante el rey de Francia, Luís XI, sin conseguir otra cosa que un futuro matrimonio con la hermana del francés, Magdalena. Para sorpresa casi general el 23 de septiembre del año 1461 se anuncia la muerte del primogénito de Aragón y Sicilia, sin nombrar en ninguna crónica de la época, que el Reino que debió gobernar, que no era otro más que el de Navarra.
Se extiende el rumor de una muerte por envenenamiento, recayendo las culpas sobre su madrastra, la castellana Juana Enríquez. Blanca de Navarra, hermana del príncipe, cree firmemente en ello, aunque el príncipe muere de tisis o tuberculosis.
Las exequias por su funeral se realizan en Barcelona y tan solo un grupo pequeño de fieles navarros se encuentra allí, acompañando al venerable Juan de Beaumont, gran prior de San Juan de Jerusalén, y al mismo tiempo jefe y moderador de un movimiento, que sin él, hubiera llegado a los peores extremos. Los bienes de Juan de Beaumont son confiscados por el Usurpador y entregados a Alfonso el Bastardo, infante de Aragón.
Tras la muerte del príncipe de Biana, Juan II y su segunda esposa, Juana Enríquez centran sus iras contra la infanta Blanca de Navarra. Juan II hábil político, desarrolla una tarea diplomática de forma simultanea a ambos lados del Pirineo, es decir con Enrique IV de Castilla y León y Luís XI de Francia, aunque este último consigue desbaratar las artimañas del aragonés.
Blanca de Navarra es la legítima heredera tras la muerte del príncipe de Biana, en función a su edad y de la constitución navarra fijada por las Cortes del reino vasco. Pero al ser la compañera de infortunios de Carlos de Biana para el déspota de Juan II. esta era una tacha imborrable, así que apoya a la tercera hija del primer matrimonio, Leonor.
La princesa Blanca es preparada para su calvario. Se disuelve su matrimonio con Enrique IV de Castilla y León, un matrimonio que duró 13 años y sin que llegara a consumarse por la impotencia del castellano. Tras ello, Juan II la encierra en el castillo de Erriberri.
Tras unas protestas sin respuesta, es acompañada por su implacable enemigo Piarres de Peralta en su marcha a Orthez. A la princesa Blanca, Piarres de Peralta le comunica que no pasaran de Iruñea, a lo sumo llegaran a Donibane Garazi. El 23 de Abril del año 1462, la princesa navarra redacta una protesta en Orreaga, donde afirma que es conducida en contra de su voluntad.
Algunos días después la pobre cautiva procede en Donibane Garazi, aun acto tan extraño como ineficaz, declarando al rey de Castilla y León, el Impotente, heredero del Reino de Navarra, siendo ésta una medida contraria a la constitución, pues esa decisión solo corresponde a las Cortes de Reino vasco.
Así Blanca muere en Orthez el 2 de diciembre del año 1464, en condiciones más misteriosas incluso, que las de su hermano, y nadie duda de la idea de un envenenamiento por mandato de su madrastra, Juana Enríquez.
A pesar que desde el año 1455, cuando el rey Juan II deshereda a Carlos y Blanca, devolviendo con ello todos los derechos a la Corona de Navarra a una casa pirenaica, la de Foix, comenzando con Gastón IV, vizconde del Bearne, gracias al matrimonio con la infanta Leonor de Navarra, esto no ocurre realmente hasta la muerte del autoritario y testarudo Juan II de Navarra, Aragón y Sicilia.
Así que, tanto Leonor como Gastón, solo habían llegado a ser unos meros lugarteniente de Juan II en el Reino de Navarra. El conde de Foix había sido el mejor aliado del Usurpador en sus luchas contra los sublevados catalanes. Mientras Leonor permanecía sujeta por entero en los asuntos internos del Reino de Navarra, por otra parte nada fáciles de resolver, ya que se trataba de conseguir la obediencia de los Beaumont, que cada vez se acercaban más al mayor enemigo de los navarros, Castilla y León.
Pese a ello, y gracias a la nobleza ejemplar de Juan de Beaumont, gran prior de San Juan de Jerusalén, que acepta al monarca Juan II el Usurpador, se consigue un momentáneo acercamiento de los Beaumont al trono real. El prestigio de Juan de Beaumont no era reconocido solamente por sus partidarios, sino también por sus contrarios, los Agramont. Este ilustre y venerable caballero realiza su adhesión al rey Juan II en el año 1464 y es colmando de inmediato de antiguas y nuevas posesiones.
Pero realmente el país siente un verdadero alivio en septiembre del mismo año, cuando algunos de los principales beaumonteses, entre los que se encontraban Carlos de Artieda, Arnaldo de Hosta y otros, prestan juramento al rey en Tarazona. Nicolás de Etxabarri, obispo de Iruñea, es el gran inductor de la reconciliación, algo que pagará con su muerte, a manos de los esbirros de terrible Piarres de Peralta.
La muerte del obispo de Iruñea, viene tras una emboscada preparada por Piarres de Peralta, después de que el agramontés fingiera una reconciliación con el prelado pamplonés, por mandato de la infanta Leonor. La princesa de Biana es gran mecenas de la casa de Navarra y especialmente de la de Peralta, durante esta guerra intestina. Una muerte que pronto es vengada por los Beaumont, los cuales invitan al mariscal Pedro de Navarra a Iruñea.
El confiado mariscal pierde la vida junto a varios de sus hombres, al adentrarse en Iruñea fiándose de la palabra de los jefes beaumonteses. La muerte de Gastón de Foix en el año 1472, se suma al incipiente poder de su hermano de padre, Fernando de Aragón, ya casado con Isabel de Castilla y León, el cual comienza a dar muestras dede sus pretensiones sobre el Reino de Navarra.
Juan II de Navarra, Aragón y Sicilia muere en el año 1479 y las Cortes reunidas en Tutera nombran inmediatamente reina a Leonor, que ya había trasferido el título de príncipe de Biana a su hijo Gastón. Leonor toma los títulos de reina de Navarra, infanta de Aragón y de Sicilia, duquesa de Nemours, de Gandía, de Montblanc y de Peñafiel, condesa de Foix y señora de Bearne, condesa de Bigorre y de Ribagorza y señora de Balaguer.
Alguna de estas pretensiones, son totalmente irrisorias y anacrónicas, desde hace mucho tiempo caducas. Apenas se había ceñido la corona cuando cae enferma. Mujer realista y de coraje redacta su testamento, en el que solamente se olvida nombrar a su hermano de padre, Fernando II de Aragón. El título reina de Navarra, que tanto había deseado, solo le dura 15 días.
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VV.AA. Historia Ilustrada de Navarra, 1993
VV.AA. Historia de Navarra, 1994
WIKIPEDIA. Guerra de los Cien Años, http://es.wikipedia.org/wiki/Guerra_de_los_Cien_A%C3%B1os
YANGUAS Y MIRANDA. Crónica de los reyes de Navarra, 1843
YANGUAS Y MIRANDA. Historia compendiada del Reino de Navarra, 1843
NABARRAKO ERESERKIA
Nabarra, reflexiones de un Patriota
ASKATASUNA = Baskoinak x Nafar Paradigma
"PRO LIBERTATE PATRIA GENS LIBERA STATE"
"Aberri askearen alde jende librea jaiki"
"De pie la gente libre a favor de la libertad de la patria"
"De pie la gente libre a favor de la libertad de la patria"
Navarre shall be the wonder of the world
by WILLIAM SHAKESPEARE