La unidad
triunfa, la desunión nunca
Iñigo Saldise Alda
Si algo nos ha perdido a nosotros, el Pueblo con la lengua más antigua de Europa, es la falta de unidad total en torno al único Estado que crearon nuestros antepasados, una unidad política propia en materia Estatal. Ese Estado, Nabarra, sirvió a nuestros antepasados como representación particular en el concierto político europeo y por consiguiente mundial. Pero la falta de esta unidad en torno ha dicho Estado, significó a la postre la pérdida de la soberanía propia y por consiguiente, el menoscabo de nuestra independencia y libertad ancestral.
Coincidiendo con la caída del imperio romano, pudiendo enmarcar el periodo histórico dentro del movimiento social existente por toda la Europa romanizada y denominado como de los baguada, las diferentes “tribus” que conformaban la Nación vascona se sublevaron de manera particular a la autoridad romana, con el único objetivo de buscar la recuperación de la independencia, la cual, hasta ese momento, solo se había dado en los tiempos prehistóricos, pero eso sí, sin que se diera realmente una verdadera unidad política al actuar de manera diferenciada “las tribus vascas” entre sí.
Más adelante, continuando en nuestra historia, la unidad política realmente no se alcanzó hasta tomar el control político de la denominada marca o ducado de Vasconia, el cual fue precisamente creado por los reyes franco-merovingios, por lo tanto impuesto al Pueblo vascón con el único motivo de controlar a la totalidad de la Nación vascona. Tras tomar el control de dicho ducado los vascones, no es hasta Eudon el Grande, cuando se intenta una declaración firme de independencia con respecto al Reino franco, la cual viene dada al autotitularse Eudon como rey de los vascones, desafiando frontalmente así a la autoridad carolingia.
La invasión musulmana de Europa a través del estrecho de Gibraltar, significó la caída del Reino visigodo existente en la Península Ibérica, cuya monarquía era enemiga acérrima de los vascones. Esto supuso un duro golpe a las pretensiones de Eudon y de sus descendientes, los cuales solo logran sobrevivir de manera independiente al cobijo de las faldas del Pirineo, territorio ancestralmente vascón.
Estos vascones libres e independientes de la autoridad franca al norte y musulmana al sur, comenzaron a ser llamados nabarros y mostraron su poderío estratégico y político, al derrotar a las tropas francas de Carlomagno el 15 de agosto del año 778, ocasionándoles la única derrota conocida al supuesto mejor ejército de Europa de la época. En aquella batalla, acudieron no solo los vascones libres o nabarros, sino que también incluso socorrieron vascones supuestamente no libres o bajo sometimiento franco, e incluso vascones musulmanizados, los banu qasi, dejándonos para la posteridad una fecha de la cual sentirnos orgullos y de importancia Nacional, pues demuestra la continua búsqueda de la libertad a lo largo de la historia llevada a cabo por los nativos europeos. Sin esta gran victoria vascona, nabarra, la cual ha sido intentada ocultar sin éxito por los franceses, descendientes de los francos, habría sido imposible la constitución de un Estado vascón que fue instituido como Reino de Pamplona, posteriormente Nabarra.
Bajo esta estructura política, todas las “tribus vascas” estaban definidas con el término político de nabarros. Solo las ambiciones personales, incluso familiares que se han dado a lo largo los ocho siglos de existencia del Estado Atlántico-Pirenaico, corrompidos por promesas imperialistas españolas y francesas, facilitaron en grado sumo la desaparición de los mapas políticos del único Estado que hemos ostentado de manera soberana y propia los vascos.
Hoy, a comienzos del siglo XXI, los vascos nos vemos en la obligación de
buscar, una vez más, la unidad que nos facilitó alcanzar la victoria aquel 15
de agosto del año 778. Esta unidad soberanista, independentistas y estatalistas,
que nos viene dada por el conocimiento histórico de la existencia de un Estado
propio, independiente de otros Estados europeos. Pero realmente solo podrá ser
lograda, cuando aparquemos nuestros pequeños matices políticos, olvidándonos incluso
de si somos republicanos o monárquicos. Obviando la ideología política, conservadores,
liberales, democratacristianos, ecologista, socialistas, comunistas,… de
nuestros compatriotas y uniéndonos así en el apoyo de la vía política pacífica más
directa que nos lleve a la libertad.