Orreaga, ayer y hoy
Iñigo
Saldise Alda
Un 15 de
agosto del año 778, en el Pirineo nabarro, tuvo lugar una de las batallas más
importantes de toda la historia a nivel mundial. Nuestros antepasados vascones
se unieron y derrotaron al todopoderoso ejército franco de Carlomagno. Este
hito victorioso bélico, esta efeméride patriótica nabarra, hace que el 15 de agosto sea un día para recordar y sentirse
orgullosos de nuestro pasado todos los independentistas, estatalistas,
soberanistas y legitimistas nabarros.
Sin que
sus participantes lo supieran, aquel día de verano tuvo lugar un acto de
autodeterminación que marcaría el devenir histórico y político de los vascones
independientes o nabarros. Ese hito mundial, que indiscutiblemente supuso la
única derrota conocida del ejército francés-franco si se prefiere-de la época, teóricamente
el más poderoso de Europa en el siglo VIII, personificó la primera muestra de
unidad vascona o nabarra ante una agresión militar extranjera. Algo por cierto,
que funestamente pocas veces se ha vuelto a conseguir de nuevo a lo largo de
nuestra larga historia política.
Los
vascones, indiferentemente de sus creencias religiosas, no pusieron en tela de
juicio la obligación de tener que unirse ante un enemigo común, Carlomagno y su
maquinaria militar. Éste mandatario francés solo buscaba el total extermino de
los nabarros o en su defecto, su absoluta colonización y esclavitud.
Por ello
los vascones se organizaron, algo que tenemos que tener presente muy bien, pues
de lo contrario les hubiera sido imposible alcanzar la victoria en el campo de
batalla. Llegados de todas los rincones de Baskonia, los nabarros se
congregaron en las proximidades del paso natural de Astobizkar, muy próximo a
Orreaga. Estos, que no eran vulgares asaltantes como dicen infames crónicas
extranjeras, sino valerosos defensores de su libertad, conocían muy bien la
superioridad de la caballería carolingia. Ante dicho hecho, los vascones
independientes obtuvieron un gran partido a su gran noción del terreno y de su supremacía
en el manejo de las armas cortas, las cuales eran más ligeras que las armas que
gozaban los invasores franceses, disponiendo y coordinando así de tal modo la
batalla, para que solo pudiera liquidarse con el triunfo final del bando
nabarro.
Hoy día y
a mi parecer de una forma lamentable para la Nación Nabarra, la cual continua
sometida por el colonialismo francés y español, el conjunto de los vasco(ne)s
que ambicionamos recuperar esa libertad estamos muy lejos de alcanzar la
necesaria y obligada unidad para logar dicho objetivo patriótico. Esa libertad que
nos fue arrancada ilegal y brutalmente por la acción, siempre bestial, de las
armas. Unas violentas transgresiones llevadas a cabo mediante sucesivas
invasiones y ocupaciones militares de nuestro territorio, con su consiguiente atroz
genocidio y colonización.
Estas
violaciones a la integridad territorial global del Estado de Nabarra y la
represión hacia sus habitantes, se sellaron con la descomposición casi absoluta
de nuestra Nación, de nuestra Patria, al ser continuadas de forma perenne, con
la labor de la apisonadora imperial y colonizadora, tanto por parte del Reino
de España como de la República de Francia.
A pesar
de lo expuesto anteriormente, no cabe duda que todavía existimos
independentistas, estatalistas, soberanistas y legitimistas en este País,
Nabarra, que aún no hemos sido destruidos por la maquinaria colonial de
españoles y franceses. Es indudable que todos nosotros perseguimos rescatar la
independencia que nos fue arrebatada de forma ilegal, violenta y brusca por los
imperios de España y Francia.
Si hay
algo que tenemos todos bien claro, independentistas, estatalistas, soberanistas
y legitimistas, es que solo podrá ser posible la reconquista de la libertad
mediante la desconquista y la plena recuperación de la soberanía de aquel
Estado que crearon nuestros antepasados, los vascones libres e independientes,
que ya fueron nombrados con nuestro apropiado término político de nabarros en
el año 769, concretamente cincuenta y cinco años antes de la creación de
nuestro Estado en el año 824 y nueve años antes de la famosa batalla de Orreaga
del año 778.
Es incontestable
que todos nosotros queremos que se nos vuelva a reconocer por nabarros, nuestro
verdadero término político, exclusivo y adecuado. Pero, para que esto llegue a
ocurrir finalmente, más pronto que tarde, debemos en primer lugar reconocer que
debemos unirnos. Así pues, creo y soy consciente que para lograr nuestro noble,
legítimo y honrado objetivo, es imprescindible una unión de acción en la
totalidad del nabarrismo auténtico, pues todos poseemos la firme intención de obtener
el mismo objetivo libertario.
Poseemos
algo debe ser determinante para alcanzar nuestra obligada unidad,
patrióticamente hablando claro está. Esto es nuestra ideología Nacional por
encima de doctrinas políticas personales o partidistas. Aunque debemos tener
presente que debe ser una unidad basada en el ejercicio de la independencia, no
en la dependencia de aquellos Estados que únicamente nos quieren exterminar o
en su defecto acabar de colonizar y esclavizar, mediante sus imposiciones
militares, políticas, jurídicas, culturales y económicas, que nos atrapan así
en su rueda imperialista y colonialista, de incontestable personalidad
totalitaria o incluso, quizás, fascista.
Esta
herramienta ideológica basada sencillamente en una política propia, es la que
considero que debe y puede facilitar la unidad necesaria y obligada, con la
cual poder alcanzar finalmente nuestro insigne y pacífico objetivo
independentista. Una unidad evidentemente soberana para no dar la más mínima concesión
a nuestros actuales enemigos, sin olvidarnos de buscar dentro de la obligada
unidad, la cohesión necesaria de todos los diferentes planteamientos Estatales
que poseemos a día de hoy, sin cerrar puertas a teorías aparentemente
contradictorias, pues a mi parecer se pueden tomar como complementarias,
aparcando para ello nuestras tendencias sociopolíticas, bien sean estas de
izquierdas, de centro o de derechas, objetivos realmente secundarios al
necesitarse primero estar en libertad e independencia. Por ello considero que
hay que limar asperezas, nuestras diferencias en dichos temas para así poder
alcanzar la fuerza política necesaria con la cual recuperar la plena libertad
de nuestro Pueblo, la total independencia de nuestra Nación y la absoluta
soberanía de nuestro Estado, Nabarra.