Leonor de Trastamara y Evreux
Iñigo Saldise Alda
Leonor
de Trastamara y Evreux nació en Erriberri-Olite el día 2 de febrero del
año 1426. Fue la cuarta hija de la reina de
Nabarra Blanca de Evreux y del rey consorte de Nabarra, infante de Aragón, duque de Peñafiel y señor de
Lara Juan de Trastamara-Aragón y Alburquerque.
Su infancia, al igual
que sus hermanos Carlos de Biana y Blanca, la vivió en su mayor parte en la
Corte de Nabarra sita en Erriberri-Olite, gozando de un ambiente repleto de
festejos y celebraciones, recibiendo una educación muy refinada. Su madre Blanca
de Nabarra era una mujer muy piadosa y por ello, al igual que sus hermanos,
siguió una educación religiosa muy estricta.
Desde muy temprana
edad, la infanta Leonor de Nabarra fue la hija predilecta de su padre. Leonor fue jurada en su caso, lugar y grado,
en la línea sucesoria al trono nabarro por las Cortes de Nabarra reunidas en Iruinea-Pamplona
el día 9 de agosto del año 1427; no obstante, siendo reconocidos como herederos
legítimos a la Corona de Nabarra sus hermanos Carlos y Blanca.
Para la infanta Leonor de Nabarra, sus padres los reyes de Nabarra
pensaron en el año 1434, como un esposo apropiado para ella, al
copríncipe-señor de Andorra, conde de Foix y Bigorra, vizconde de Castelbló,
Biarno, Marsan, Oloron, Gabarret, Brulhes y Lautrec, señor de Montcada,
Castellvell, Donasan y Neubozan Gaston de Foix y Albret. En ese año se
iniciaron las negociones en las que participaron por parte del conde de Foix el
obispo de Tarbes, el señor de Berat y el senescal de Bigorra, los cuales
acudieron en su día a Iruinea-Pamplona, los cuales volvieron a su feudo
llevándose el compromiso firme para la consecución del matrimonio.
Este acuerdo
matrimonial fue ratificado dicho por su
padre, el rey consorte Juan II de Nabarra dos años más tarde, concretamente el día
30 de julio del año 1436, la dote de la infanta Leonor de Nabarra que fijada en
50.000 florines del Reino de Aragón, sobre las villas de Miranda, Larraga y
Falces.
La infanta Leonor de
Nabarra y el conde Gastón de Foix, se casaron finalmente en el año 1441 tras el
fallecimiento de la madre de Leonor, la reina Blanca de Nabarra. La condesa
consorte de Foix tenía entonces 15 años, por los 28 años que contaba el conde
de Foix. La pareja de recién casados pasó un año en el palacio de
Erriberri-Olite, antes de partir hacia el vizcondado del Biarno-Bearn. Ambos
fueron testigos de la aceptación por parte del príncipe Carlos de Biana de su
rango de lugarteniente del Reino de Nabarra.
Su esposo el conde
Gastón de Foix, todavía con la guerra de los cien años como fondo, ayudó en el
año 1442 a Charles VII de Francia en la toma de Tartas. El esposo de la infanta
Leonor de Nabarra, en recompensa de sus acciones fue nombrado en el año 1443
lugarteniente general del rey de Francia en las todas tierras gasconas de
Guyenne.
A diferencia de su
hermana Blanca de Nabarra, la cual continuaba sin consumar sexualmente su
matrimonio con el príncipe Enrique de Asturias, la condesa consorte Leonor de
Foix parió su primer hijo en el año 1444 en la localidad de Libourne. Fue un
niño y le pusieron de nombre Gaston.
Los condes de Foix en
el año 1447 adquirieron el vizcondado de Narbonne. Posteriormente el marido de
Leonor, concretamente en el año 1449 tomó del castillo de Mauleon, así como de
las villas de Saint-Serve e Isle-en-Dodon.
El día 7 de febrero
del año 1449, la infanta Leonor de Nabarra pario a su segundo hijo varón en
Pau. El nombre que eligieron esta vez fue el de Pedro. Al año siguiente paro a
otro varón de nombre Juan en la localidad de Etampes. En Carcasonne pario a su
primera hija a la cual llamaron Maria.
En el año 1453, en las
postrimerías de la guerra de los cien años, el conde de Foix ayudado por el
conde de Dunois, tomó para el rey de Francia las villas de Dax, Bordele-Bordeaux
y Baiona-Bayonne, junto a las plazas de
Medoc y Cadillac, en donde ahorcó a Gaillardet que había tratado de asesinarle
durante las negociaciones.
La infanta Leonor de
Nabarra parió a su segunda hija en Pau en el año 1454; los condes de Foix le
llamaron Juana.
Mientras su esposo
guerreaba, la infanta Leonor de Nabarra se dedicó casi en exclusiva, a gobernar
y administrar sus diferentes feudos. Otras veces acudía a la Corte de Nabarra
posicionada abiertamente por su padre y por ende enfrentada al legítimo
heredero de la Corona de Nabarra, su hermano Carlos.
En el año 1455 se
volvieron las tornas entre el matrimonio. La infanta Leonor de Nabarra fue
nombrada lugarteniente general del Reino de Nabarra por su padre Juan II de
Nabarra, tras desheredar éste a sus dos hermanos, el príncipe Carlos de Biana y
la infanta Blanca de Nabarra.
Para estar más próxima
a las tierras de su marido Gaston de Foix, la infanta Leonor de Nabarra comenzó
su gobierno desde Zangotza-Sangüesa, teniendo a Martin y Pierres de Peralta
como principales asesores, los cuales prácticamente eran los que gobernaban.
El 3 de diciembre del año 1457, se decidió en la ciudad condal de Barcelona
la “infame confederación y alianza” entre Juan II de Nabarra y su hija
la infanta Leonor de Nabarra y con el marido de ésta Gaston de Foix. Juan II de
Nabarra prometió entregar a su yerno, para después de sus días, el Reino de
Nabarra y el ducado de Nemours, para él y sus descendientes. Si para el
siguiente enero del año 1458, sus hijos Carlos y Blanca no se sometían
plenamente a su autoridad, sin condiciones, se declamaría oficialmente el
desheredamiento de ambos y el reconocimiento de los condes de Foix como
sucesores al trono del Reino de Nabarra.
Ya en el año 1458, como
recompensa por los servicios al Reino de Francia, los condes de Foix Gaston y
Leonor, fueron elevados a la dignidad de Pares de Francia. Además los condes de
Foix obtuvieron el compromiso de Charles de Francia, de un enlace matrimonial
para su hijo, también llamado Gaston. Este contrato conyugal era con la infanta
Madeleine de Francia. También la infanta Leonor parió a su tercera fémina en
Clisson, siendo el nombre elegido para ella el de Margarita.
En el año 1460 la
infanta Leonor de Nabarra parió otra hija a la que llamó Catalina y dos años
más tarde parió a otra, llamada Isabel.
Mientras su esposo el
conde Gaston de Foix tenía sus ocupaciones del lado del rey de Francia, la
actitud de la infanta Leonor de Nabarra, hasta el año 1462, fue de absoluta
sumisión y obediencia a su padre Juan II de Aragón y Nabarra.
Sin embargo, cuando su
hijo Gaston casó en Bordele-Bordeaux el día 7 de marzo del año 1462, con la
princesa Madeleine de Francia, los condes de Foix, sintiéndose bien respaldados
por el monarca francés, conciben la posibilidad de apartar a su padre Juan II de Aragón y Nabarra del
trono, para coronarse ellos, una vez fallecido el hermano de la infanta Eleonor
de Foix, el príncipe Carlos de Biana y Girona. Así pues, su único obstáculo a
parte de Juan II de Aragón y Nabarra, era la otra hermana de la condesa
consorte de Foix, la princesa Blanca de Biana.
La presión de los
condes de Foix hacia Juan II de Aragón y Nabarra, con el apoyo explícito de
Louis XI de Francia, se acentuó a raíz del matrimonio del infante Gaston de Nabarra,
hijo de los condes de Foix, la infanta Leonor de Nabarra y el conde Gaston de
Foix, con la infanta Madeleine de Francia, hermana del rey Louis XI de Francia.
Gracias a ella, los condes de Foix estipularon con Juan II de Aragón y Nabarra,
que la princesa Blanca de Biana debía ser alejada del Reino de Nabarra. Ésta
estaba entonces presa en la cárcel de oro que era el palacio de
Erriberri-Olite, y los hablantes quedaron que fuera conducida al castillo de
Orthez, lugar de residencia de los recién casados.
La princesa Blanca de
Biana fue conducida hasta Orthez por Pierres de Peralta.
Leonor de Trastámara y
Evreux, que se titulaba así misma como princesa primogénita, heredera de
Nabarra, infanta de Aragón y Sicilia, condesa de Foix y Bigorra, señora de Biarno,
Lugarteniente General del serenísimo y muy reputado señor y padre el rey Juan
II de Nabarra, también firmó por su cuenta una tregua con el conde de Lerin
en el año 1463, con la cual buscaba el apoyo del conde de Lerin para alcanzar
la Corona de Nabarra. Todo ello mientras mantenía en prisión, concretamente en
la torre de Moncada del castillo de Orthez, propiedad de su esposo Gaston de
Foix-Grailly y Albret, a su hermana, la legítima heredera de Nabarra, la princesa
de Biana e infanta de Aragón Blanca de Trastámara y Evreux.
En enero del año 1464,
la infanta Leonor de Nabarra parió una niña llamada Ana, en la ciudad de
Iruinea-Pamplona.
Los condes de Foix habían
cortado desde el primer día de su cautiverio, cualquier tipo de comunicación
que podría mantener la princesa de Biana, la cual murió en extrañas
circunstancias el día 2 de diciembre de ese año, siendo señalada como su
asesina, mediante envenenamiento, la nueva princesa de Biana, infanta de
Aragón, coprincesa-señora
consorte de Andorra, condesa consorte de Foix y Bigorra, vizcondesa de Narbonne, vizcondesa consorte de Castelbló, Biarno, Marsan,
Oloron, Gabarret, Brulhes y Lautrec, señora consorte de Montcada, Castellvell,
Donasan y Neubozan Leonor de Trastamara y Evreux.
Tras la muerte de su hermana, la princesa Leonor de Nabarra comenzó a
distanciarse, junto a su marido el conde de Foix, de su padre Juan II de Aragón
y Nabarra. Su esposo el conde de Foix se involucró más en los asunto del Reino
de Nabarra.
El 10 de abril del año
1465, la princesa Leonor de Nabarra firmó una tregua con los beamonteses Luis de
Beaumont y Nabarra-Esparza, Carlos de Artieda y Arnaldo de Ozta. Las
negociaciones podían haber aproximado la postura de los beaumonteses a la
política de Juan II de Aragón y Nabarra. El objetivo principal era expulsar a
las tropas castellanoleonesas que permanecían dentro del Estado nabarro.
El conde Gaston de
Foix incluso cruzó con sus tropas el río Ebro y ocupó Calahorra. A continuación
la ofreció al rey de Castilla y León a modo de cambio por los lugares nabarros
ocupados por las tropas españolas en la Sonsierra y Lizarraldea-tierra Estella.
El obispo de Iruinea-Pamplona Nicolás de Echabarri se metió en medio de las
conversaciones y la negociación fracasó. Después, el príncipe consorte de Biana
quiso tomar Alfaro, pero no lo consiguió y se retiró a Tutera-Tudela. Esto fue
aprovechado por los españoles de Calahorra, los cuales pasaron a cuchillo a la
guarnición puesta por el conde de Foix.
Fracasado, Gaston de
Foix tuvo que regresar al vizcondado del Biarno, al no contar con el apoyo militar
acordado de la facción de los Beaumont, Luxa, Gongora, Mauleon, Artieda, Ozta...
En cambio, los beaumonteses se apoderaron de la villa de Biana en el año 1466,
dominando desde ese momento la mayor parte del reino de Nabarra. El conde
Gaston de Foix comprendió entonces que no podía esperar ningún servicio de los
beaumontes y por ello, prescindió desde entonces de ellos.
Por otro lado, el día
6 de diciembre de ese año, la princesa Leonor de Biana se presentó ante Louis
XI de Francia. Ante él se presentó como buena francesa, ofreciéndole la
fidelidad del Reino de Nabarra. Pero Louis XI de Francia no está muy interesado
en las palabras de la dama con el título de Par de Francia.
En el año 1466 la princesa Leonor de Biana parió otra niña, llamada
Leonor.
El día 20 de junio del
año 1467, la princesa Leonor de Biana, acompañada por Martin y Piarres de
Peralta, se reunió con su madrastra, la reina consorte de Aragón, Juana
Enríquez, la cual se la encontraron extrañamente acompañada por el Condestable
de Nabarra, Ricohombre de Nabarra, conde de Lerin, señor de Asiain, San Martin
de Unx, Beire, Arroniz, Mistala, Benilloba y Mendabia Luis de Beaumont y
Nabarra-Esparza, junto al Egea.
Las dos mujeres se
prometieron reciproca alianza. La princesa de Biana reconoció al hijo de Juana
Enríquez y Juan II de Aragón y Nabarra Fernando de Aragón, como heredero de la
Corona de Aragón, mientras que la reina consorte de los aragoneses declaró que
los condes de Foix tenían derecho a la herencia de los Foix y de los Evreux,
incluidos el ducado de Nemours y todos los señoríos que tuvo en vida en la
Península Ibérica Carlos III de Nabarra. También hubo una solemne
reconciliación entre Juana Enríquez y los hermanos Peralta. La reacción de Luis
de Beaumont y Nabarra-Esparza fue inminente, aceptando la oferta de matrimonio
que le había lanzado fechas antes Juan II de Aragón y Nabarra, con la hija
natural de éste llamada Leonor de Aragón -Trastamara y Álvarez.
En verano del año 1468,
la princesa de Biana siguiendo instrucciones de su marido el conde de Foix,
presentó ante las Cortes del Reino de Nabarra, una demanda para que se
definiese con exactitud los poderes que recaían en ella, como lugarteniente del
Reino de Nabarra. Las Cortes del Reino de Nabarra despacharon mensajeros a Juan
II de Aragón y Nabarra en busca de una aclaración.
Mientras Juan II de
Aragón y Nabarra estaba confiando en Pierres de Peralta la misión diplomática
de casar a su hijo el príncipe Fernando de Girona con la princesa Isabel de
Asturias, le llegó la sutil demanda de su otra hija, la princesa Leonor de
Biana. El rey de Aragón, Sicilia, Nápoles y Nabarra le respondió con un
lenguaje realmente violento, recordándole el amargo fin de sus hermanos Carlos
y Blanca.
La princesa Leonor de
Blana volvió a convocar a las Cortes del Reino de Nabarra en noviembre del año para que fueran ellas las que analizasen la
respuesta de Juan II de Aragón y Nabarra. La heredera de la Corona de Nabarra
necesitaba más que nunca algún tipo de concordia entre agramonteses y
beaumonteses, pero cuando parecía que esto iba a suceder, surgió una gran
querella entre el obispo de Iruinea-Pamplona Nicolás de Echabarri y el gran condestable
de Nabarra Pierres de Peralta.
Mientras el gran condestable Pierres de Peralta mostró su fidelidad a al rey, el
obispo Nicolás de Echabarri se posicionó abiertamente por los príncipes,
mostrándoles públicamente su apoyo. Esto produjo la ruptura total en las
relaciones entre el obispo pamplonés y el gran condestable.
Como era de esperar, Juan II de Aragón y Nabarra una
vez enterado, también se enfureció, y mando al capitán de Erriberri Gómez Frías
apresar al obispo de Iruinea-Pamplona, que para aquel entonces se encontraba ya
en el feudo del líder beaumontés, el condestable de Nabarra y conde de Lerin. Finalmente
y no sin importantes dificultades, su hermano Juan Martínez de Eguía logró
liberarlo.
Mientras, la princesa Leonor de Biana y las Cortes del
Reino de Nabarra se dirigieron nuevamente a Juan II de Aragón y Nabarra, mediante
un memorial de agravios. Estos fueron respondidos por Juan II de Aragón y
Nabarra una vez más de forma brusca, e imputando de todos los males del Reino a
la princesa de Biana y al obispo de Iruinea-Pamplona.
Tras su liberación, la princesa Leonor de Biana nombró a Nicolás de Echabarri
su consejero personal. Siguiendo y siguiendo las instrucciones del obispo pamplonés
convocó las Cortes Generales, con el fin de poner unos medios más substanciales
para acabar con las facciones y los odios internos del Reino de Nabarra. Las
Cortes se reunieron en Tafalla en el año 1469, y en ellas el obispo pamplonés condenó
con toda aflicción las luchas intestinas, prediciendo años que de seguir así
desaparecería Nabarra como Estado, y que la culpa no correspondía al pueblo,
sino a los nobles y poderosos.
Incluso llegó a dirigirse al gran condestable Pierres
de Peralta, demostrándole que él era la principal causa por la cual se
sostenían los odios y que finalmente, de él dependía el bienestar del Reino de
Nabarra. El gran condestable de Nabarra, disgustado por las palabras del obispo
de Iruinea-Pamplona, juró venganza.
Pierres de Peralta tras la reunión celebrada el día 23,
se colocó en posición para capturar al obispo de Iruinea-Pamplona, vivo o
muerto. La princesa Leonor de Biana, que estaba hospedada en el convento de San
Francisco de Tafalla, se enteró de los deseos de venganza del gran condestable
y llamó por mensajero a Nicolás de Echabarri prometiéndole salvaguardia. En
primera instancia el obispo pamplonés se negó y ante la insistencia de la
princesa Leonor de Biana, se dirigió a su encuentro. Entonces a la altura de la
iglesia de San Sebastián, fue muerto a lanzadas y desvalijado por los sicarios
del gran condestable Pierres de Peralta, el cual presenció de primera mano el
asesinato del obispo de Iruinea-Pamplona.
No solo la princesa de Biana quedó horrorizada, sino
que varios agramonteses se pasaron al bando beaumontés, mientras que otros se
quedaron siendo leales solo a los príncipes de Biana y condes de Foix. Pero
Juan II de Aragón y Nabarra no quiso castigar al homicida, el líder agramontés,
al cual protegió sin distanciarse tampoco del líder beaumontés, el conde de
Lerin, para así frenar la ambición de los condes de Foix.
Durante el invierno de 1468-1469, se perfiló la
ruptura definitiva de Juan II de Aragón y Nabarra con los condes de Foix. Estos
últimos se proponían goberanr el Reino de Nabarra bajo la protección de Louis
XI de Francia. Además unir todos sus feudos al Reino de Nabarra, formando así
un poderoso Estado Pirenaico. De forma paralela, presentaron firmes protestas
por la entrega al príncipe Fernando de Girona, de los señoríos patrimoniales de
los Evreux y de los Foix; Gandía, Montblanc, Ribagorza y Balaguer, inscribiendo
dicha demanda de forma permanente en sus pliegos de reivindicaciones.
Juan II de Aragón y Nabarra se mostró cauto hasta
conocer la noticia de que la boda de su hijo, el rey de Sicilia y príncipe de
Girona Fernando de Aragón y Enríquez, con la princesa Isabel de Asturias estaba
consumada. Así pues, el 11 de diciembre del año 1469 anunció la creación de un
consejo de regencia, el cual estuvo compuesto por seis personas en
representación de los tres estados del Reino de Nabarra. El consejo fue
realmente equilibrado, reflejando el equilibrio existente en aquel entonces en
las Cortes del Reino de Nabarra, siendo sus miembros de los sectores moderados
de ambos bando, agramonteses y beaumonteses. Estos recibieron todos los poderes
que hasta entonces habían tenido los lugartenientes del Estado de Nabarra,
quedando la princesa Leonor de Biana automáticamente suspendida en sus
funciones.
Así pues, en un acta firmada en Monzón,
Juan II de Aragón y Nabarra destituyó oficialmente a su hija la princesa Leonor
de Biana en la gobernación del Estado de Nabarra, nombrando en su lugar a su
nieto el vizconde de Castelbón Gaston de Foix y Trastamara, el cual llevaba el
título de II príncipe de Biana. El caos llegó a extremos inimaginables y la
destitución de la princesa Leonor de Biana, debió de interpretarse como una
seria advertencia, en el sentido de que la Corona de Nabarra pudiera pasar
directamente al hijo de la princesa Leonor de Biana, y además era yerno de
Louis XI de Francia.
La princesa Leonor de Biana envió a uno de
sus hombres de confianza Fernando de Baquedano, a comunicar a Louis XI de
Francia que ella estaba muy cerca de suceder a su padre en todos los señoríos
de Aragón. También le pidió al rey de los franceses, que le diera a su hijo
Gaston, un gobierno territorial y soldados para hacer la guerra.
El conde Gaston de Foix, sintiéndose
respaldado por su consuegro el rey de Francia, entró en el Reino de Nabarra
para hacer valer sus derechos, de los propios condes de Foix y de su hijo
Gaston, por las armas, renovando sus pretensiones a una independencia del trono
nabarro frente a su suegro Juan II de Aragón y Nabarra, que estaba muy ocupado
en el principado de Cataluña. Rápidamente se apoderó de Peralta y junto a su
esposa la declaró de realengo. Después sitio la ciudad agramontesa de
Tutera-Tudela, pero esta resistió.
Inesperadamente, el hijo de los condes de
Foix murió el día 23 de noviembre del año 1470, por las heridas mal curadas
sufridas en un torneo que se disputó en Libourne. Louis XI de Francia se
apresuró entonces a nombra a la esposa del hijo de los príncipes de Biana y
condes de Foix Leonor y Gaston, e hija suya, la vizcondesa viuda de Castelbón Madeleine,
como tutora de sus hijos Francisco y Catalina, junto a sus patrimonios, incluido
el Reino de Nabarra.
A la sazón, el príncipe consorte de Biana
y conde de Foix elevó una protesta vehemente ante Louis XI de Francia,
reclamando la tutoría de sus nietos para él. Juan II de Aragón y Nabarra se presentó por esas fechas en el Estado
nabarro, lo que supuso un gran apoyo para los agramonteses, mientras ocurría
todo esto, los beaumonteses permanecieron quietos y expectantes, encerrados en
sus propios feudos.
Louis XI de Francia y Gaston de Foix se enemistaron por ello, hasta el
punto de que el rey de Francia se negó a reconocer los derechos del conde de
Foix al trono del Reino de Nabarra. Por ello, Gaston de Foix se colocó del lado
de los enemigos del rey de Francia, el duque François de Bretaña y el duque Charles
de Borgoña. Levantó en armas entonces la Guyenne contra el rey de Francia, pero fue un estrepitoso fracaso
y hubo de refugiarse en el Reino de Nabarra.
Los príncipes de Biana
decidieron entonces reconciliares con el partido agramontés y con Juan II de
Aragón y Nabarra. Por ello la princesa Leonor de BIana se reunió en sigilo con
su padre Juan II de Aragón y Nabarra, además de con una delegación de la
facción agramontesa. La reconciliación plena llegó con un nuevo tratado de
Erriberri-Olite, fechado el día 30 de mayo del año 1471. La princesa de Biana,
reconocieron como rey del Estado nabarro a Juan II de Aragón y Nabarra, en cuyo
trono estaría hasta su muerte y a cambio éste, les nombró gobernadores
perpetuos del Reino de Nabarra. Según los contratos matrimoniales del año 1420, llevados a
cabo entre el infante Juan de Aragón-Trastamara y la infanta Blanca de
Nabarra-Evreux, la Corona de Aragón debía ir a los condes de Foix; pero en este
concierto de Erriberri-Olite, la princesa Leonor de Biana renunció a todos
sus derechos sobre la Corona de Aragón. Por otro lado, Juan II de Aragón y
Nabarra aceptó la designación propuesta por los príncipes de Biana, de Pedro de
Foix para obispo de Iruinea-Pamplona. También se decretó una amnistía general y
la liberación de los presos. Se incluyó una clausula donde se perdonaban “cualesquiera crímenes, excesos, robos,
muertes, resistencias, desobediencias, maleficios y delitos cuales quiera
graves y enormes, del menor hasta el mayor, y aunque fuesen de lesa majestad en
el primer cabo hechos, cometidos y perpetrados, hasta la presente jornada”.
Tras ello, nuevamente
Juan II de Aragón y Nabarra partió hacia el principado de Cataluña.
Este nuevo tratado,
irritó enormemente al líder de los beaumonteses Luis de Beumont y
Nabarra-Esparza, el cual llamó a su facción a Cortes en la ciudad de
Iruinea-Pamplona, cuyo control estaba estipulado en el tratado, que pasaría de
manos beaumontesas a manos agramontesas. En un largo memorial redactado el día 11
de agosto, en nombre de dicha ciudad y de sus Cortes, manifestaron una dura
protesta contra dicho tratado por “(...) deslibertad
nuestra, porque se ha procedido contra Fuero y estilo del reino”. Además de
recordarle a la princesa Leonor de Biana su clama y sosiego tras el asesinato
de Nicolás de Echabarri a manos de los hombres de Pierres de Peralta. Por ello,
el cabildo de Iruinea-Pamplona se opuso al nombramiento de Pedro de Foix como
obispo de esa ciudad.
Hallándose después la princesa Leonor de Biana en la localidad de
Zangotza-Sangüesa, llamó al conde de Lerin Luis de Beaumont y Nabarra-Esparza y
otros beaumonteses para
pedirles que acatasen lo acordado con su padre Juan II de Aragón y Nabarra en Erriberri-Olite,
y se sometieran a la autoridad real. El conde de Lerin y sus fieles, recelosos
de la princesa de Biana, se retiraron a Lunbier para deliberar. Algún tiempo
después, el conde de Lerin le comunicó que no aceptaba lo pactado en Erriberri-Olite
pues suponía la devolución de muchas plazas fuertes que tenían en su poder,
incluida la ciudad de Iruinea-Pamplona y que quedarían desarmados a merced de
sus enemigos.
La princesa Leonor de Biana, que contaba ya con
el apoyo del bando agramontés, quiso entrar en Iruinea-Pamplona para formalizar el nombramiento del nuevo
obispo de la ciudad Pedro de Foix. Envió primero a sus embajadores
para solicitar ser recibida. Pero Luis de Beaumont y Nabarra-Esparza le
contestó - que sería recibida:
"como à
Reina,
pero no
como à gobernadora de su padre”
pero no
como à gobernadora de su padre”
Además, el conde de Lerin le rogó que no trajese con ella al marischal de Nabarra
Pedro de Nabarra y Peralta, para evitar con dicha decisión alteraciones
en la ciudad de Iruinea-Pamplona. Puesto que la princesa Leonor de Baina no se
decidió a ir a la ciudad en esas condiciones, Luis de Beaumont y
Nabarra-Esparza marchó a su condado en Lerin, dejando Iruinea-Pamplona en el
gobierno de su hermano Felipe de Beaumont y Nabarra-Esparza La princesa de
Biana decidió, sin embargo, seguir adelante con su plan y resuelve entrar en
Iruinea-Pamplona, secretamente y por sorpresa, a través del portal de
Zapatería del cual tenía las llaves el
cabo Nicolás Ugarra, regidor de la Población de San Nicolás.
Pero la comitiva Real fue traicionada por Nicolás de Ugarra, por lo que el
séquito de la princesa de Biana tuvo que refugiarse en la Torre del Rey, situado
donde la Cámara de Comptos. En aquella terrible noche el marischal de Nabarra
fue inhumanamente asesinado a puñaladas en el patio de la cámara de Comptos por
Felipe de Beaumont y Nabarra-Esparza. La princesa Leonor de Biana fue humillada
y tuvo que huir de la ciudad abochornada, mientras que todos los soldados agramonteses
de su escolta, fueron sacrificados en una brutal carnicería.
Mientras, El hijo del marischal
de Nabarra asesinado, Felipe de Nabarra y Lacarra, fue hecho prisionero por los
beaumonteses. El traidor
el cabo regidor Ugarra, fue encontrado escondido dentro de una cuba en la
bodega de su casa. La princesa Leonor de Biana declaró al conde de Lerín, a su
hermano Felipe y a muchos otros beaumonteses,
reos de lesa majestad y condenados a muerte con confiscación de sus
bienes, lo que no se pudo llevar a efecto ya que la princesa Leonor de Biana no
llegaba a ejercer autoridad en Iruinea-Pamplona.
El día 26 de marzo del año 1472, el conde de
Foix expuso ante los Estado Generales del vizcondado de Biarno, que su
inclusión en la Corona de Nabarra podría darle la fortaleza política suficiente
al vizcondado bearnés, para salvaguardar su plena soberanía que ellos tanto
reivindicaban. Por ello, el interés de éstos era proporcionarle dinero y armas,
para acabar con el conde de Lerin y la facción que el comandaba.
En este momento, a los
beaumoneteses se les ofreció el conde de Treviño Pedro Manrique, con fuertes
intereses en la comarca de Naiara-Nájera y nada amigo de Pierres de Peralta. Su
idea era conseguir el acercamiento del conde de Lerin al rey de Sicilia,
príncipe de Girona y príncipe consorte de Asturias Fernando de Aragón, que a
fin de cuentas era el hermano político de Luis de Beaumont y Nabarra-Esparza, y
por cuya causa la casa de Manrique trabajaba ardientemente. Pierres de Peralta
alertó a Juan II de Aragón y Nabarra, el cual le prometió abrir una
investigación.
Pr fin, los Estados
Generales de Biano le concedieron tropas al conde Gaston de Foix, pero cuando
pasaba con ellas por Orreaga-Roncesvalles, camino de Iruinea-Pamplona, el
príncipe consorte de Biana murió el día
10 de julio. En su testamento, salvaguardando la posesión del Reino de Nabarra,
de que era propietaria legítima su esposa, la princesa Leonor de Baina,
reconoció el derecho de representación que asistía a su nieto, Francisco “Febo”
de Foix y Francia.
Mientras la facción
beaumontesa envió una delegación hasta la ciudad castellanoleonesa de Dueñas,
donde se encontraron los príncipes de Girona y Asturias, Fernando e Isabel, en
una pequeña Corte dirigida por el arzobispo Carrillo, buscando el apoyo
castellanoleonés. Tras conseguirlo, se levantaron nuevamente en armas contra la
gobernadora del Reino de Nabarra, la princesa de Biana, y contra el partido
agramontés.
La princesa Leonor de
Biana, con la muerte de su esposo, perdió el apoyo de los señoríos de los culea
era titular su marido el conde de Foix, ya que la princesa Madeleine de Francia
se hizo cargo de la tutoría de los nietos de la condesa viuda de Foix, Gaston y
Catalina.
Inicialmente, la
princesa de Biana junto a los agramonteses, consiguieron algunos éxitos, como
los de Santacara, Milagro y Caparroso, pero poco tiempo después tuvo que desistir
al no poderse reunir con su padre para darle cuenta de la situación, porque
Juan II de Aragón y Nabarra estaba enfrascado en los asuntos y problemas que
tenía en el principado de Cataluña y también, ante la superioridad de los
beaumonteses y sus aliados españoles.
Tampoco Louis XI de
Francia estaba en aquellos momentos en condiciones de ayudar a la princesa de
Biana. Por su parte Fernando de Aragón
comenzó a manifestar que su objetivo era la conquista del Reino de
Nabarra y su inclusión bajo el dominio de la Corona de Aragón, algo aceptado
por el conde de Lerin con tal de eliminar a los agramonteses y tener el control político de Reino de
Nabarra, aunque fuera sometido a los españoles.
Los máximos dirigentes de la facción
beaumontesa, el conde de Lerín y Carlos de Artieda, se instalaronn en el
castillo de Aibar, puesto beaumontés a cargo de Carlos de Aoiz, miembro de esa
facción, con la intención de entrevistarse con la princesa Leonor de Biana, la
cual decidió instalarse en el palacio de Erriberri-Olite.
Entonces, se iniciando las negociaciones,
confusas y lentas, acerca de las compensaciones que tenía que ofrecer a los
beaumonteses la princesa de Biana. Ésta,
al mismo tiempo, mantenía relaciones con Louis XI de Francia, a través de su
mayordomo, Juan Pérez de Beraiz, siempre con la esperanza puesta en un apoyo
francés a su legítima causa. El día 7 de abril del año 1473, la princesa Leonor
de Biana, remitió a su padre, a través de Domingo Coscón, un voluminoso paquete
de cartas, en las cuales incluía no sólo
las minutas del eventual acuerdo con los beaumonteses, sino también copias, de
su correspondencia fallida con el rey de Francia.
Juan II
de Aragón y Nabarra, viejo y fatigado, que además atravesaba uno de los peores
momentos de su vida, recibió a Dionisio Coscón en Perpiñán. Después calificó
todo lo hecho por la princesa de Biana, como exorbitantes, abominables, enormes y feas. Exigió de a su hija
nuevos procesos contra los beaumonteses y encolerizado, el cierre de toda
comunicación con el rey de Francia.
Por otor lado, el español conde de Medinaceli
estaba en relación con los beaumonteses, a quienes prometió muchas dádivas a
costa del patrimonio de sus rivales los agramonteses, con la premisa de que le
ayudaran a conquistar el trono del Reino de Nabarra, para su esposa Ana de
Nabarra y Armnendariz, hija natural del difunto príncipe Carlos de Biana y
Girona; por su parte Fernando de Aragón, que se abstenía, de momento, a prestar
ninguna ayuda importante al conde de Lerin, conservaba con éste su amistad y
concordia, porque, a su juicio, la paz en el Reino de Nabarra exigía la
intervención de la casa de Beaumont.
Fernando de Aragón se presentó en el Rosellón
para ayudar a su padre en su guerra con el Reino de Francia. Tras ser
derrotados, el rey de Sicilia y heredero a la Corona de Aragón, obligó a Juan
II de Aragón y Nabarra, a ratificar en Tarragona, el día 30 de agosto del
año 1474, el acuerdo que en su día había
realizado la princesa Leonor de Biana con Carlos de Artieda y Luis de Beaumont
y Nabarra-Esparza, en Eraso el día 4 de este mismo mes.
Hay, por tanto, una fórmula política española en
Fernando de Aragón para someter al Reino de Nabarra, que a decir verdad no
coincidía, ni mucho menos, con los deseos de Juan II de Aragón y Nabarra, pero
que éste se ve obligado a aceptar. A pesar del reconocimiento de los derechos
de la princesa Leonor de Biana, al mismo tiempo, suponía un apoyo absoluto a
los beamonteses y a su programa de gobernación del Reino de Nabarra, supeditado
a los intereses españoles. Tras ello, Fernando de Aragón obligó al conde de
Medinaceli a conformarse con una compensación económica y dejarse de esas absurdas
reivindicaciones dinásticas, contrarias a sus ansias imperialistas.
Tras la coronación de Isabel y Fernando como
reyes de Castilla y León, Juan II de Aragón y Nabarra envió una carta a su
hijo. Entre otras cosas, pidió a su hijo, ya que ahora era el rey consorte de
Castilla y León, que devolviese las plazas fuertes ocupadas por los españoles
al Reino de Nabarra. El rey de Sicilia y Castilla-León, hizo caso omiso a su
padre.
Fernando de Aragón, que ya tenía en el entre cejo la firme
convicción de que hay conquista del Reino de Nabarra, se limitó a darle largas
a su padre, al decirle que se hacía imprescindible una entrevista entre ambos,
para fijar la política más conveniente para el Reino de Nabarra. Por otro lado,
recibió en Medina a los procuradores del conde de Lerín y les aseguró que
estaba decidido a mantener todos sus compromisos con él y con el Reino de
Nabarra, aunque no tenía intención de mezclarse en sus querellas. Pero en el
caso de que se produjera una penetración francesa, el conde de Lerin tendría un
refuerzo de 1.200 caballos y 1.000 peones castellanoleoneses.
Entre los meses de marzo y de junio del año 1476 Hondarribia-Fuenterrabia
sufrió tres ataques de las tropas francesas, de las que estaba al mando el
señor de Albret. Con él, iban numerosos
caballeros nabarros de las Tierras de Vascos. La princesa Leonor de Biana, contribuyó, evidentemente a incrementar el
nerviosismo de Juan II de Aragón y Nabarra, con noticias muy alarmantes: “en cuanto los franceses se adueñen de
Fuenterrabía, tendrán la entrada plena para Estella y Navarra, en donde los
beamonteses trabajan para se juntar con los dichos franceses para dañar a los
dichos señores rey y princesa”.
Pero por otro, Luis de
Beaumont y Nabarra-Esparza, otorgó plenos poderes al español rey de Sicilia y
Castilla-León, para adoptar una solución arbitral.
Tras la retirada del
ejército francés de Hondarribia-Fuenterrabia, el día 13
de agosto, la princesa Leonor de Biana y Juan II de Aragón y Nabarra, tras
pasar éste por la Corte de Nabarra, llegaron a Vitoria. Duraron tres semanas y se
trataron al menos tres cuestiones: el problema del Rosellón, la política a
seguir con el Reino de Francia y los asuntos del Reino de Nabarra. Juan II de
Aragón y Nabarra accedió a posponer la guerra en el Rosellón y abandonó a sus
antiguos partidarios recalcitrantes en el Reino de Castilla y León; El día 16
de agosto se ofreció por parte española, seguridades suficientes al
protonotario Fernando de Baquedano, representante de la princesa Leonor de
Biana, para las negociaciones con el Reino de Francia; y en septiembre poco
antes de abandonar Vitoria, la princesa Leonor de Biana recibió nuevamente en
su gracia al conde de Lerin.
Juan II de
Aragón y Nabarra, se dirigió junto a la princesa de Biana a Tutera-Tudela, para
conferenciar con los agramonteses y obtener de ellos el consentimiento al plan
de paz.
El día 13
de septiembre, Fernando de Aragón les escribió diciendo que los beamonteses
estaban ya de acuerdo. El rey de Sicilia y Castilla-León, se presentó en Tutera-Tudela
el día 30 de septiembre.
El día 2 de octubre en Santa María de Mimanos, en las afueras de Tutera-Tudela,
el conde de Lerin y Pierres de Peralta se prometieron recíprocamente la paz, en
las condiciones que habrían de dictar conjuntamente el rey de Aragón y Nabarra,
junto al rey de Sicilia y Castilla-León.
Al día siguientese hizo la declaración sucesoria
que aseguraba a la princesa Leonor de Biana la herencia de Juan II de Aragón y
Nabarra, y posteriormente, a Francisco de Foix la de su abuela en virtud de
representación. Para garantizar la sumisión de los beaumonteses y al mismo tiempo
asegurar a éstos el disfrute de su patrimonio, se acordó que todas las plazas fuertes retenidas por éstos —Biana, Gares-Puente la Reina, Huarte, Araquil, Lunbier,
Torralba, Zúñiga, Artajona, Larraga, Lerin, Mendabia y Andosilla, con algunas otras
de menor importancia, fuesen depositadas en calidad de tercería, en manos de
Fernando de Aragón. A este último se reconocía el derecho a introducir una
guarnición de 150 lanzas en Iruinea-Pamplona. “Pasado el tiempo a
que el rey mi señor y yo hemos de declarar las diferencias” dijo el rey español Fernando de Aragón, dichas plazas serían
entregadas a la princesa Leonor de Biana o a sus sucesores, pero no devueltas en
ningún caso a los beamonteses. La princesa de Biana a su vez, reconocía que los
gastos de sostenimiento de las fortalezas, tenían que ser asumidos por el
Estado de Nabarra y se comprometió a satisfacerlos enteramente antes de
presentar ninguna reclamación.
El día 8 de octubre, antes de abandonar Tutera-Tudela
el rey español Fernando de Aragón, éste hizo levantar un acta notarial, dejando
constancia expresa de que, en todo este negocio, Pierres de Peralta había
actuado con poder y consentimiento expresos de la princesa Leonor de Biana.
En Pau la noticia del tratado fue recibida con hostilidad: la
princesa Madeleine de Francia llegó a decir que “todo esto se hacía por privar de la sucesión al príncipe don
Francisco, su hijo”. Pero por otro lado, el día 6 de noviembre envió sus
propios mensajeros a Juan II de Aragón y Nabarra, ofreciéndose como mediadora
entre él y su hermano Louis XI de Francia, para resolver, por vía diplomática,
la querella del Rosellón.
Desde diciembre, una guarnición de 150 lanzas
españolas, cifra establecida por el acuerdo de Tutera-Tudela, quedó instalada
en Iruinea-Pamplona. Al mando dichas tropas, estuvo el conde de Monteagudo
Pedro de Mendoza.
La princesa Biana y lugartenencia general del Reino de Nabarra, comenzó
a ejercer nuevamente la gobernación del Estado de Nabarra, desde la localidad
de Erriberri-Olite, pero no tardó en sentirse defraudada en cuanto a los
resultados obtenidos. La paz interior resultaba difícil de administrar, pues
seguían las querellas interiores y no tardaron los beaumonteses en apoderarse
de Zuñiga, quebrantando sus compromisos. Además, había dejado de percibir las
rentas de los Foix y las compensaciones enviadas desdeel Reino de Castilla y
León, resultaban insuficientes. Imaginaba, seguramente con razón, que el rey
español Fernando de Aragón, hacía poca cuenta de ella. Entonces buscó, entre
sus propios hijos, una persona en quien confiar, y la encontró en el infante de
Nabarra y obispo de Iruinea-Pamplona Pedro de Foix, futuro cardenal, a su
consejero personal. Pedro de Foix nunca se mostró enemigo del Reino de Castilla
y León; más bien, al contrario. El apoyo español podía significar una brillante
carrera para el eclesiástico. Pedro de Foix intervino, ya en el año 1477, en
unas negociaciones con el Reino de Francia, al servicio del Reino de Castilla y
León.
El inicio de estas
negociaciones en Baiona-Bayonne, convirtieron
la inquietud de la princesa Leonor de Biana en alarma. Acudió una vez más a su
padre, con temor de que se le sacrificara,
a ella y al Reino de Nabarra, en el
altar de una reconciliación entre franceses y castellanos.
En julio Fernando de
Aragón salía en su defensa, al asegurar que en ningún momento se había tratado
del tema del Reino de Nabarra, y que si alguna vez el cardenal Mendoza aludió a
él, era sólo por vía de tanteo personal, al margen de las instrucciones
recibidas. Además, para salvaguardar su cara personal, ordenó a uno de sus
oficiales que ayudasen a la princesa de Biana en el asunto de Zuñiga. Pero por
otro lado, el rey español no dio respuesta a instancia presentada por los
agramonteses, de manos de Martin de Pueyo, para que pronunciase sentencia
arbitral, como había prometido un año antes.
A dicr verdad, Fernando
de Aragón tomaba en el Reino de Nabarra disposiciones que correspondían
únicamente al soberano del Estado de Nabarra. Cuando murió el alcalde y juez de
Corte doctor Sada, fue él, un español, un extranjero y por tanto en contra
Fuero, quien designó para sustituirle al bachiller de Larrutia. También de
forma ilegal, por su cuenta encomendó al conde de Lerin y a Miguel de Ansa, que
procediesen al examen y reparo de las fortificaciones de Iruinea-Pamplona.
Incluso se atrevió a prometer a Juan de Ribera, uno de sus principales
oficiales militares, es decir un español y por ende extranjero, un cargo de
oidor en la cámara de Comptos, cuando vacase; cobraba en Iruinea-Pamplona los
cuarteles y demás rentas reales; entregó sin derecho alguno a Felipe de Beaumont
y Nabarra-Esparza el gobierno de Huarte Araquil.
La princesa Leonor de Biana, en marzo del año 1478 ordenó al
notario Martin de Alegría que exhumase de los cofres de Erriberri-Olite,
aquellos documentos que le mostraran la forma, por la cual, había llegado a
constituirse el mayorazgo de Peñafiel, con el ducado de este nombre. Ya que en
el contrato matrimonial que firmaran sus padres en el año 1419, incluyeron una
cláusula que reconocía a los descendientes de esta pareja derecho de sucesión
en “todas las tierras, rentas, derechos y
señoríos que el dicho señor infante tiene y posee por mayorazgo y poseerá en
adelante por mayorazgo en los reinos y señoríos de Castilla y de Aragón y en
cada uno de ellos”.
Juan II de Aragón y
Nabarra murió en Tutera-Tudela el día 19 de enero de 1479. Inmediatamente su hija Leonor de Trastamara y
Evreux se convirtió en reina de Nabarra. Tras un reinado fugaz, de sólo
veinticuatro días, la reina Leonor de Nabarra murió el día 12 de febrero del
año 1479.