Juan de
Beaumont y Curton
Iñigo Saldise Alda
Heráldica 1: Escudo partido. 1º de gules trae carbunclo cerrado y pomelado de oro
que es de Nabarra, 2º losanjado de oro y azur propios del linaje paterno.
Nacido en el año 1419, fue el
segundo hijo del alférez de Nabarra, Carlos de Beaumont y Lizarazu y de su
segunda esposa Anne de Curton y Albret, señora de Guiche. Según las costumbres
de la época, al no ser el primogénito, sus estudios los realizó en la Corte de
Nabarra, los cuales fueron inicialmente encaminados hacia una vida religiosa.
Pero antes de poder iniciar su
vida religiosa, siendo muy joven todavía, en el año 1432 muere su padre y
heredada la baronía de Beorlegi, junto a sus rentas. Posteriormente fue
nombrado por la reina de Nabarra, Blanca de Evreux y Trastámara, como ayo del
príncipe de Biana, ejerciendo así desde entonces la importante tarea de ser el
tutor del heredero a la Corona de Nabarra, Carlos de Trastámara y Evreux.
Corría el año 1435, cuando Juan de
Beaumont y Curton ingresó como caballero y fraile en la Orden Religiosa y Militar
de los Hospitalarios de San Juan de Jerusalén y Rodas. La mismísima reina
Blanca de Evreux, se aseguró de que la nueva vestimenta negra con una cruz
blanca que comenzó a portar por aquel entonces frey Juan de Beaumont, no le causara
impedimento alguno en su importantísima tarea de seguir siendo el tutor de
Carlos de Biana. Incluso, ese mismo año, la reina de Nabarra le otorgó dos
títulos de gran responsabilidad; estos fueron el de Preceptor
y el de Guarda Mayor del príncipe nabarro.
Nuevamente en el año
1438 y ante un viaje de frey Juan de Beaumont a la isla de Rodas, la reina de
Nabarra ratificó al beaumontes en dichos puestos con sus correspondientes
salarios.
Frey Juan de Beaumont,
pese a las firmes normas de celibato de la Orden de los Hospitalarios, tuvo su
primer hijo en el año 1439. También ese mismo año recibió por nombramiento de
Blanca de Nabarra, el trascendente cargo de Canciller del Reino. Con dicho
título y por tanto como una gran autoridad del Estado de Nabarra, acudió con un
importante séquito a la villa de Bilbo, para recibir y escoltar hasta el
palacio de Olite a la bella Agnès de Clèves, prometida del príncipe de Biana.
Ese mismo año, frey
Juan de Beaumont firma como testigo el acta notarial del testamento realizado
por la reina Blanca de Evreux, I de Nabarra, donde una pequeña clausula
permitió la legitimidad de usar el título de rey de Nabarra a su marido Juan de
Trastámara y Sánchez de Castilla, mientras que la gobernación del Estado
nabarro era para el príncipe de Biana.
Al año siguiente y
como primer ministro del príncipe Carlos de Biana, formó parte de la comitiva
comandada por la reina de Nabarra, que acompañó a la infanta de Nabarra, Blanca
de Trastámara y Evreux, hasta la ciudad de Logroño, donde fue “entregada” por la
reina Blanca de Nabarra a los castellanos Pedro Velasco conde de Haro, a Iñigo
López de Mendoza señor de Hita y a Alfonso de Cartagena obispo de Burgos, que
habían ido a la ciudad riojana a recogerla en nombre de su prometido el
príncipe de Asturias, Enrique de Trastámara y Aragón-Trastámara.
Finalmente, el Maestre
de la Orden del Hospital de San Juan de Jerusalén y Rodas, en el convento y sede
central de la Orden, nombró (Gran) Prior de la Orden para Nabarra a frey Juan
de Beaumont en el año 1441. Esto fue por un periodo inicial de diez años; dicho
cargo le fue confirmado desde Rodas cada decenio hasta su muerte.
Tras la muerte de la
reina de Nabarra sobrevenida ese mismo año, el príncipe de Biana pasó a ser el
lugarteniente del Reino, mientras que su padre Juan II mantuvo el título de rey
de Nabarra. Todo ello a pesar de estar dicha política en manifiesto contrafuero
en el cual, se prohibía expresamente que un extranjero heredara el título de
rey de Nabarra. De esto tuvo la culpa el testamento de Blanca I de Nabarra, lo
que obligó a uno de sus firmantes, el Prior Juan de Beaumont, a aconsejar al
príncipe calma y sosiego en sus legítimas pretensiones sobre la Corona de
Nabarra. Carlos de Biana formalizó tras ello, el nombramiento del Prior de San
Juan de Jerusalén como miembro de su Consejo personal. Por otro lado, Juan II
de Nabarra agradeció la labor mediadora del beaumontés, mediante la cesión del
castillo de Tiebas, una vez reconstruido, junto a todas las pechas, rentas y
derechos reales del lugar. En el año 1442 cobraba también de los concejos del
valle del Roncal.
El legítimo heredero,
en el trascurso del año 1443, nombró al Prior de San Juan de Jerusalén como su
Camarlengo Mayor y Capitán General del Reino.
Ya entrado el año
1444, el Prior de la Orden Hospitalaria de Nabarra, recibió de Rodas,
concretamente del Maestre de la Orden, Juan de Lastic, una notificación para
acudir a su presencia como abanderado de la Orden que era el Prior sanjunista
de Nabarra, donde discutirían aspectos
importantes de la defensa de Rodas que era continuamente atacada por los
musulmanes.
En el año 1445, ante
la ausencia continuada del rey Juan de Trastámara del Reino de Nabarra, el príncipe de Biana reafirma
al Prior Hospitalario en el cargo de Canciller Mayor del Estado nabarro. La
buena gestión de las labores de gobierno junto a Carlos de Biana, le vale
además para recibir por donación por parte de Juan II de Nabarra del castillo, el horno y el
molino de Cascante. También ese mismo
año le volvió a conceder el señorío de Milagro, con su castillo, rentas, junto
a su jurisdicción baja y mediana.
El príncipe de Biana también llegó
a premiar esta labor al Prior Juan de Beaumont en el año 1447, y fue mediante
la donación de los lugares de Santacara, Murillo el fruto, con los sotos del
rey incluidos y diversas franquicias en Melida.
Además el Prior Juan
de Beaumont consiguió que el asiento que ostentaba en las Cortes la Orden de
los Hospitalarios, dentro del denominado brazo o estado eclesiástico,
precediera al del Prior de Roncesvalles, el cual tradicional e históricamente iba
antes al ser más antiguo. Aun así, esto no suponía la violación de la Ley del
Reino de Nabarra, ni el de la Constitución de las Cortes.
En el año 1448 compró al príncipe
de Biana la villa y castillo de Corella con todas sus
rentas, derechos. Además ese mismo año, el Prior sanjuanista comienza la
construcción, tras la necesaria aprobación del cabildo pamplonés primero y del
mismísimo Estado Pontificio después, de un hospital de freires comendadores en
los mismos terrenos que habían alojado antes en Gares, a un templo de los
Templarios. Esta nueva Hermandad, a la cual se le llamó del Crucifijo, fue
establecida por el Capítulo de la Orden de San Juan reunido en Olite. Fue un
Hospital para los peregrinos que iban a Santiago de Compostela, algo que no le
impidió prosperar al contar con grandes ingresos, pues entre sus cofrades se
encontraban gran número de nobles de Nabarra, encabezados por el rey Juan II y
por su hijo el príncipe Carlos. El escudo pintado que coronaba el interior del
templo junto a varios escudos de la Orden Hospitalaria, fue un escudo
cuartelado con las armas del Reino de Nabarra y las del condado de Evreux,
exclusivamente.
Heráldica
de los escudos de la Iglesia del Crucifijo en Gares
a) Escudo de sable cruz blanca con ocho puntas que representa
las ocho bienaventuranzas y es de la Orden del Hospital y Militar de San Juan
de Jerusalén.
b) Escudo cuartelado 1º y 4º de gules trae carbunclo cerrado y
pomelado de oro, con una esmeralda verde en forma de losange en abismo que es
de Nabarra. 2º y 3º de azur sembrado de flores de lis de oro con una banda
componada de plata y gules, tres y tres, que son de Evreux.
c) Escudo de gules cruz blanca con ocho puntas que representa
las ocho bienaventuranzas y es de la Orden del Hospital y Militar de San Juan
de Jerusalén y Rodas.
Como Consejero personal del
príncipe de Biana y Canciller Mayor del Reino, atendió numerosas delegaciones
internacionales en la Corte de Olite. Principalmente las derivadas por las
andanzas de Juan II de Nabarra en el Reino de Castilla y León, intentando en
todas ellas separar dichas acciones de interés personal a las que podrían los
nabarros en interés Estatal. Pero finalmente, en el año 1451, tropas
castellanas invadieron y ocuparon algunas tierras del Reino de Nabarra. Así
pues, como Capitán General de Nabarra, el Prior Juan de Beaumont fue a socorrer
a la villa de Biana, logrando levantar el sitio que sufría, el cual era
realizado por unas tropas invasoras castellanas superiores en número a las
nabarras.
Ese mismo año, el Prior Juan de
Beaumont a la cabeza de tropas nabarras en auxilio de la plaza inglesa de
Baiona. Esta ciudad era de gran importancia mercantil y por tanto en materia
estratégica para los nabarros, al poder disponer de su puerto por tratado con
los ingleses. Pero los ango-nabarros fueron derrotados por Gaston IV de Foix,lo
que supuso que el Prior sanjuanista fuese encarcelado, impidiéndole con ello el
estar presente en las conversaciones que mantuvo el príncipe de Biana con los
castellanos en Gares. En dichas negociaciones los castellanos se ofrecieron a
expulsar al usurpador Juan de Trastámara y su segunda esposa Juana de Enríquez
y Fernández de Córdoba.
Permaneció encarcelado hasta el
año 1453. Esto fue debido a que Carlos de Biana no pudo pagar su rescate, pues
también permaneció preso hasta ese año, tras ser derrotadas sus tropas
beaumontesas y castellanas, por las agramontesas de Juan de Trastámara.
Ese mismo año fue informado por el
maestre del Orden de los Hospitalarios de San Juan de Jerusalén, Juan de
Lastic, de la caída de Constantinopla en manos de los turcos.
Su hermano Luis II de Beaumont
conde de Lerin, permaneció como rehén de Juan de Trastámara, por eso el Prior
de San Juan tomó la jefatura del bando beaumontés o vianistas, al ser los partidarios
del príncipe de Biana y legítimo heredero, Carlos de Evreux. Éste último le
tituló como vizconde de Albarca y Arbeloa, con las rentas diezmos y la alta
jurisdicción sobre el lugar de Arbeloa.
La prisión de su hermano no fue
impedimento para realizar la permutación de los señoríos de Orkoien, Murco y
Atondo, los cuales poseía el Prior por título de compra, por el señorío de
Castejón, que hasta ese momento pertenecía al conde por herencia paterna.
En el año 1455, el Prior Juan de
Beaumont acudió a Agreda en representación del príncipe de Biana. En dichas
conversaciones se buscaba la reconciliación entre Carlos y su padre. Esto no se
llevó a cabo por la actitud intransigente de este último y de sus consejos, los
cuales consideraban que las reales intenciones del mediador castellano, Juan
Pacheco, eran impedir dicha paz y apoderarse del Reino de Nabarra.
Esto provocó un nuevo
recrudecimiento de los enfrentamientos de los bandos de Agramont-Nabarra-Peralta
frente a Beaumont-Luxa. Una nueva derrota de Carlos de Biana, esta vez en
Lizarra, provocó su partida al exilio en busca de apoyo internacional para su
causa vía Baiona, dejando al mando de sus reclamaciones al Prior Juan de
Beaumont, Canciller de Nabarra y Capitán General, junto a su hermana la infanta
de Nabarra, Blanca de Trastámara, una vez anulado su matrimonio con el ya para
entonces rey Enrique IV de Castilla y León.
En el año 1456, al
Prior Juan de Beaumont se le ofreció el obispado de Iruinea por parte del
Cabildo pamplonés, reconocido incluso por Juan de Trastámara. Finalmente lo
acepto al año siguiente y envió una carta al príncipe de Biana, el cual se
hallaba en la corte del Reino Nápoles, para que éste realizara la petición
pertinente al emperador de la Cristiandad en Roma. Pero Carlos de Trastámara ya
había solicitado al Papado que se postulara por el arcediano de la Tabla de
Pamplona, Carlos de Beaumont y Nabarra-Evreux.
Pese a ese importante revés
en sus intereses personales, el Gobernador del Príncipe, en el año 1457 juntó
las Cortes de la facción vianista en Iruinea y éstas proclamaron como rey de
Nabarra a Carlos de Biana. Dicho acto conllevó la confiscación de sus bienes y
rentas por parte del usurpador Juan de Trastámara y su destitución del puesto
de Canciller de Nabarra, el cual pasó a manos de Martín de Peralta y Ezpeleta,
miembro destacado del partido agramontés o juanista.
Carlos de Biana
escribió al Prior de San Juan tras conocer la noticia de su titulación como rey
de Nabarra. En ella le expresó su asombro y dolor por tal noticia por los
inconvenientes que ello causaba, no solo a su honor y buena fama, sino también
porque exponía las vidas del propio hermano del Prior, Luis II de Beaumont y de
todos los caballeros leales a la causa del príncipe que aún permanecían en las
prisiones del rey usurpador en calidad de rehenes.
La diplomacia llevada
a cabo en el año 1458 por parte del Prior Juan de Beaumont, como Gobernador y
representante del príncipe de Biana, le llevó a reunirse con los representantes
el rey usurpador e incluso ante el mismo, como con delaciones aragonesas y
caslleanoleonesas, bien de forma bilateral como en casos más diversos. Su
interés estaba encaminado, en su mayoría, en alcanzar treguas duraderas en la
larga lucha por el poder que asolaba el Estado de Nabarra, con la finalidad
final de alcanzar la paz. Incluso dicho planteamiento le llevó a mantener
conversaciones a espaldas del padre e hijo, es decir, a espaldas del rey y del
príncipe, ahora ambos también involucrados de lleno en la política de la Corona
de Aragón, tras la muerte del rey Alfonso de Trastámara y Sánchez de Castilla,
V de Aragón, I Nápoles y I Sicilia, como conde Alfonso IV de Barcelona.
La política aragonesa
influyó en la política del Reino de Nabarra. Así pues, en el año 1459 el
Gobernador General del príncipe, recibe de éste al igual que varios de sus
partidarios y Gobernadores en otras plazas, el mandato de entregar al rey Juan
II de Aragón y usurpador de Nabarra, la ciudad de Iruinea, a cambio de la
liberación de Luis de Beaumont y otros caballeros leales a su causa.
En el año 1460, el
Prior de los Hospitalarios de Nabarra, estuvo junto a su hermano el conde de
Lerin y el capitán Menaut de Beaumont, su hijo, en Barcelona junto Carlos
príncipe de Biana y Girona. Lo más importante parecía volver a casar al
príncipe nabarro. Por ello, el Prior Juan de Beaumont envió un mensajero al
Reino de Portugal para pedir la mano de la princesa Catalina de Avis y
Trastámara.
Ante la oposición del
rey Juan II de Aragón y usurpador de Nabarra para la consecución de este
tratado matrimonial, Juan de Beaumont trabajó para conseguir el enlace con la infanta
de Castilla y León, Isabel de Trastámara y Avis-Portugal. Por ello el Prior
sanjuanista fue arrestado en Lleida, junto a Carlos de Biana y Girona, por las
tropas de Juan II de Aragón, ya que dicha princesa era la designada por este
para su otro hijo, Fernando de Trastámara-Aragón y Enríquez.
Las Cortes de Aragón
reunidas en Fraga pidieron la libertad del príncipe de Biana y del Prior Juan
de Beaumont, pero la autoridad real condujo a los nabarros como cautivos a
Aitona, después a Fraga, Zaragoza y de nuevo Fraga. Ahí el Prior de los
sanjuanistas fue separado del príncipe y llevado a la fortaleza de Játiva,
donde permaneció preso.
Una bula papal instó a
los obispos catalanes a solicitar la liberación del príncipe de Biana y Girona.
Una vez liberado, también el Prior Juan de Beaumont fue soltado quince días
después. Juan II realizó la capitulación en Villafranca del Penedès, donde se
incluía la restauración de los derechos hereditarios de su hijo Carlos de
Trastámara despojados en el año 1456 para Nabarra y arrancados para Aragón en
el año 1459. Así pues, en el año 1461, la Generalitat de Cataluña designó al
príncipe de Biana y Girona como lugarteniente del principado catalán, título
natural al ser el heredero a la Corona de Aragón, estando una vez más Juan de
Beaumont, Prior de la Orden Hospitalaria de San Juan de Jerusalén en Nabarra, como
su principal consejero, acompañando al príncipe de Biana y Girona en su entrada
triunfal en la ciudad condal de Barcelona.
Pero la tristeza
inundó al Prior sanjuanista ya que su protegido el príncipe de Biana y Girona, Carlos
de Trastámara, murió en muy poco tiempo. Al parecer de una enfermedad pulmonar,
más concretamente tuberculosis. Pero lo cierto es que su salud tras salir
prisión, donde su carcelera fue la reina consorte de Aragón, empeoró de forma
constante día a día, lo que incitó a muchos en imputar su muerte por
emponzoñamiento o envenenamiento, llevado a cabo por las manos de la reina de
Aragón Juana de Enríquez. Bien era conocida su maldad contra el nabarro y sus avaros
deseos de conseguir la mano de Isabel, infanta de Castilla y León, junto al título
de príncipe de Girona para su hijo Fernando de Trastámara-Aragón, paso
obligatorio para su coronación como rey de Aragón.
Antes de unirse con la
dama de la guadaña, el príncipe Carlos ya había realizado testamento. En él,
entre otras cosas, pedía perdón por haberse alzado en armas contra su padre. El
Prior Juan de Beaumont fue nombrado como ejecutor del mismo, en el cual dejaba
a su hermana Blanca, infanta de Nabarra, como su heredera para el Reino.
Sin tiempo para
lamentaciones y tras las exequias fúnebres por Carlos de Trastámara, el Prior
Juan de Beaumont, jefe del partido beaumontés, cumpliendo las últimas órdenes
de Carlos de Biana y Girona, muestra su apoyo a los derechos dinásticos de la
infanta Blanca de Trastámara, la cual se encontraba prisionera en el castillo
de Olite, pero contando ya con el apoyo de los beaumonteses que permanecían en
el Reino. Estos a su vez, contaban con el apoyo militar de los
castellanoleoneses de Enrique IV que retenían la villa de Biana en nombre del
príncipe Carlos. Tras conocerse la muerte del nabarro, los castellanoleoneses
alzaron en la villa los pendones extranjeros del rey de Castilla y León, el
cual era el exesposo, por anulación debida a “no penetración”, de la ya legítima
princesa de Biana, como indicaba el Derecho o Fuero nabarro, sin importar que
estuviera desheredada desde el año 1456 por su padre Juan II el usurpador.
El nombramiento como
heredera de la infanta de Nabarra Blanca llevado a cabo por el Prior
sanjuanista de Nabarra, provocó que los bienes y rentas que le habían sido
usurpados por Juan II en el Reino en el año 1457, le fueran entregados por el usurpador a su hijo bastardo Alfonso
(Alonso) de Aragón y Escobar.
Pero el Prior Juan de
Beaumont no volvió al Reino de Nabarra, sino que el año 1462 y por iniciativa
de Consell y de la ciudad de Barcelona, al otorgar estos la Corona de Aragón al
rey de Castilla y León, aliado del partido de los Beaumont en Nabarra, propiciándose
así el nombramiento del sanjuanista nabarro como Lugarteniente del principado
de Cataluña. Tras ello llegó desde Castilla un ejército de 2.500
castellanoleoneses que se pusieron a sus órdenes, con los cuales asaltó y tomó
la ciudad de Calatayud.
El Lugarteniente de
Cataluña dividió el ejército mandando la mitad a Tortosa y comandando la otra
mitad hacia Lleida. Pero el Prior Juan de Beaumont se desvió de su destino
original tomando rumbo por Híjar hacia Tortosa, donde finalmente y con el
grueso del ejército llega a Barcelona. Es en la catedral de la ciudad condal
donde formaliza su cargo de Lugarteniente General, tras prestar juramento en su
altar mayor de los fueros, usos, costumbres y libertades del principado catalán
en nombre de Enrique IV de Castilla y León.
El prior Juan de
Beaumont intercambió innumerables cartas con el rey de Castilla y León, no solo
sobre los temas políticos concernientes al principado de Cataluña, sino también
mostrando su preocupación de la suerte que podría estar sufriendo Blanca de
Trastámara, a la cual titulaba como la reina Blanca, II de Nabarra.
Entre sus últimas
cartas dirigidas a Enrique IV de Castilla y León, el nabarro mostraba su
preocupación por el desamparo que hacia el rey castellanoleones a los catalanes
en sus luchas contra Juan II de Aragón. El malestar generalizado en el
principado catalán, provocó finalmente la ruptura total entre la Generalitat y
el rey de Castilla y León. De todas formas, el Prior Juan de Beaumont se
mantuvo como representante del rey de Castilla y León frente a las autoridades
catalanas y de un nuevo Lugarteniente del principado en representación del rey
de Portugal, al cual los catalanes habían cedido ahora la Corona de Aragón.
En una de sus últimas
cartas enviada en el año 1463, el nabarro se mostró muy defraudado con el
castellanoleonés ante su negativa en apoyar la causa catalana. También se
mostró indignado por no cumplir con su obligación, contratada por alianza
político-militar, de defender los intereses de Blanca de Biana, la cual estaba
en Orthez, prisionera de Gastón IV de Foix y de su propia hermana Leonor de
Trastámara y Evreux.
La propia Blanca de
Biana durante su traslado forzoso de Olite a Orthez, concretamente durante una
parada en Donibane Garazi, realizó no un testamento, sino un mandato en vida
por el cual daba el Poder de forma compartida a: el rey de Castilla y León, al
conde de Armañac, al conde de Lerin, a Pedro Pérez de Irurita y al Prior de los
Hospitalarios de San Juan de Jerusalén, Juan de Beaumont. Todos ellos debían en
primer lugar conseguir su liberación por todos los medios y después, buscarle
un contrato matrimonial con cualquier rey o príncipe.
En el año 1464, el
Prior Juan de Beaumont continuaba batallando en favor del principado de
Cataluña, esta vez en calidad de Capitán General. Estando defendiendo con éxito
la plaza de Villafranca del Penedès, cuando recibió la noticia de que le serían
devueltos todos sus bienes y rentas en el Reino de Nabarra. Ante tal hecho, el
Prior sanjuanista rindió la plaza y entregó todas aquellas otras que había
conseguido a Juan II de Aragón.
Antes de regresar al
Reino de Nabarra se le unió en Villafranca del Penedès su hijo el capitán
Menaut de Beaumont, tras rendir el castillo de Catllar a las tropas del monarca
aragonés. La intención de ambos estaba encaminada en formar un grupo leal para
la liberación de la princesa Blanca de Trastámara. Pero el portugués João
de Almada acuso a los Beaumont de traidores a la causa
portuguesa en el principado de Cataluña, desafiando desde Barcelona a Menaut de
Beaumont a batalla a ultranza. El nabarro aceptó el desafío. El juez imparcial
fue el duque de Milán, Francesco I Sforza, y el combate se llevó a cabo en
Mantua, donde el bastardo del Prior Juan de Beaumont halló la muerte.
Tras el terrible e irreparable
desenlace, el Prior de los sanjunistas de Nabarra se encaminó hacia el Reino
nabarro con la firme intención de liberar a la princesa de Biana. Pero esto no
pudo llevarse a cabo debido a la muerte por asesinato de Blanca de Trastámara.
Como con su hermano Carlos el motivo de la muerte tenía dos versiones. La
primera era que fue asesinada por las propias manos de Juan II de Aragón y
usurpador de Nabarra, mientras que la otra versión decía que fue eliminada por
envenenamiento, siendo este llevado a cabo por una doncella de su propia
hermana, Leonor de Trastámara y Evreux, infanta de Nabarra.
Pese a todo esto, en
el año 1465, con una nueva y lamentable situación, el Prior de los
Hospitalarios de Nabarra, fue consecuente una vez más con la legalidad del
Reino, la cual estaba estipulada en los Fueros y el Derecho Pirenaico, pasó
entonces a mostrar su apoyo, como cabeza del partido beaumontés, a la princesa de
Biana, Leonor. Esta era ya desde el año 1457 la lugarteniente del Reino de
Nabarra por mandato del rey Juan II de Aragón y usurpador de Nabarra. Con dicho
acto mostró su total rechazo al testamento realizado por Blanca de Trastámara,
pues en él otorgaba el Reino de Nabarra a un extranjero, Enrique IV de Castilla
y León, siendo dicho acto ilegal y una expresión máxima de Contrafuero. A
continuación cedió la jefatura del partido beaumontés a su sobrino, el conde de
Lerin, Luis III de Beaumont y Nabarra.
Con ello el Prior de
San Juan de Jerusalén en Nabarra se apartaba de la política banderiza y
prácticamente esto le lleva a alejarse de la política del Reino de Nabarra. Tras
acudir a la isla de Rodas ante un nuevo capítulo general de la Orden, en
requerimiento del nuevo maestre Raimundo Zacosta, el Prior de Nabarra, Juan de
Beaumont, para debatir las medidas a tomar ante una nueva amenaza del “gran
truco”.
Heráldica 2: Escudo partido. 1º de gules cruz blanca con ocho puntas que representa
las ocho bienaventuranzas y es de la Orden del Hospital y Militar de San Juan
de Jerusalén y Rodas, 2º cortado de gules trae carbunclo cerrado y pomelado de
oro que es de Nabarra y losanjado de oro y azur propios
del linaje paterno.
A su vuelta al Reino
de Nabarra, el Prior Juan de Beaumont pasó a centrarse en cuadrar sus cuentas
personales y también las del Gran Priorato de Nabarra, de las cuales había
cogido efectivo para la causa vianista. Pero una nueva carta desde Rodas, donde
le instaban a convocar a los distintos caballeros de la Orden del Priorato de
Nabarra, para que desde el Reino de Nabarra fueran enviados dos comendadores
para matizar los asuntos económicos en Nabarra y las acciones bélicas a llevar
a cabo en Ultramar.
En el año 1469,
mediante una carta fundacional, el Prior Juan de Beaumont fundó el convento e
iglesia del Crucifijo en Gares, tras la finalización de las obras iniciadas en
el año 1448. Un año después tuvo su
segundo hijo, Martin, de la relación que mantenía con María de Cristi y Erbiti.
En el año 1477, el
Prior Juan de Beaumont cedió algunas rentas que le correspondían por su cargo
de la Orden, al tesorero común de Nabarra, frey Pedro del espinal. Esto fue por
un periodo de 3 ó 4 años, hasta satisfacerlas cantidades que adeudaba al
monasterio y cabeza de la Orden en Rodas. Estos los lugares y encomiendas eran
los de Ribaforada, Buñuel, Cabanillas y Fustiñana.
Ese mismo año y ante una
nueva amenaza proveniente del turco, se reunió nuevamente el Priorato
sanjuanista de Nabarra. Inicialmente, el nuevo maestre de la Orden, Pedro de Aubusson,
precisaba la asistencia en Rodas bien del Prior en Nabarra o a su Lugarteniente
o de cualquier caballero de la Orden en Nabarra que podría representarles. Pero
finalmente y al año siguiente, fue el Prior Juan de Beaumont el que tuvo que ir
personalmente y por última vez hasta la isla de Rodas.
En el año 1487 el
Prior Juan de Beaumont murió dejando como herederos de sus diferentes títulos y
señoríos a su nieto Gracián, hijo de
Menaut y a su hijo Martín. Su cuerpo fue sepultado primero en la iglesia del
Portal de la Magdalena, para pasar a los años a la iglesia del Crucifijo de
Gares, tras la realización de un mausoleo de alabastro que contaba con su
estatua y estaba situado junto al lado del Evangelio del altar mayor.
Juan de Beaumont y
Curton fue un hombre venerable y respetado incluso por sus adversarios, contrarios
y/o enemigos. A pesar de estar envuelto en un conflicto realmente inhumano,
nunca perdió su nobleza de título y menos aún su caballerosidad como persona.
Hombre religioso y de Leyes, siempre fiel a los Fueros del Reino de Nabarra en
sus acciones con respecto a su Estado. Un patriota. Nunca perdió el dominio de sí
mismo y se mantuvo siempre leal a sus principios, a sus señores naturales y a
la legitimidad. Murió ya en un periodo
donde todo ello ya se había perdido dentro de un partido beaumontés sanguinario
y vengativo, que tras su retirada de la jefatura perdió el norte completamente
a manos de su avariciosos y desleal a su patria, su sobrino Luis III de
Beaumont. Murió ya en un tiempo donde si se le preguntaba a cualquier Agramont
o Beaumont porque seguían a sus respectivas facciones, ninguno sabría contestar
con sapiencia el porqué, salvo que lo hacía porque así lo habían hecho sus
parientes y sus vecinos.