Los
Marischales de Nabarra (VII)
Iñigo Saldise Alda
Pedro II de
Nabarra, VII Mariscal de Nabarra
“Yo no soy
español, ni súbdito de España.”
Heráldica: Escudo de plata con tres fajas de gules que son de
Eusa, mantelado de azur dos leones afrontados propios del linaje, brochante
sobre la partición un cabrio combado de gules cargado de un filete pomelado de
oro que trae de Nabarra, el todo bajo un jefe de gules con medio carbunclo de
oro cerrado y pomelado naciente que es de Nabarra.
Pedro de Nabarra y Lacarra, heredó
los títulos familiares y fue nombrado Mariscal del Reino, tras el asesinato a
lanzadas de su hermano Felipe, el cual fue llevado a cabo por Luis III de
Beaumont, conde de Lerin. Asumió de manera inmediata la jefatura del bando
agramontés, el cual apoyaba a Francisco de Foix, conocido como Febus, I de Nabarra, conde de Foix,
conde de Bigorre y vizconde de Bearne.
Pedro de Nabarra y Lacarra fue
ratificado o sancionado como Mariscal del Reino, legalmente, tras el juramento
a los Fueros realizado por Catalina de Foix y Juan de Albret. Esto ocurrió
antes de la representación misma de la coronación como reyes de Nabarra llevada
a cabo en la Catedral Santa María la Real de Pamplona.
En el año 1498 casó con la castellana Mayor de
la Cueva, hija del duque Beltrán de Albuquerque. Un poco antes y estando en
soltería, tuvo un hijo de suelta con una doncella de los Huarte de Tafalla, que
se llamó Francisco. Por el matrimonio el Mariscal de Nabarra recició de
los reyes Catalina de Foix, I de Nabarra y de Juan de Albret, III de Nabarra
por matrimonio, la cantidad de 3.000 escudos de oro.
El Mariscal de Nabarra, el 28 de abril del año
1504, fue el padrino del infante Enrique de Albret y Foix, llevándolo hasta la
pila bautismal situalda en la Catedral Santa María la Real de Pamplona. Entre
los cincuenta nobles y caballeros de la comitiva, destacaba también la
presencia del Consejero Real, Juan de Jaso. A los pocos día Enrique de Albret
era designado príncipe de Biana y por consiguiente heredero al trono del Reino
de Nabarra, siendo prometido en matrimonio con Isabel, hija de Juana de
Castilla y León, princesa de Asturias, y de Felipe de Habsburgo, archiduque de
Austria, duque de Borgoña y Brabante, y conde de Flandes.
En el año 1511, Pedro
de Nabarra y Lacarra poseía mediante la fórmula de compra, la pecha de los labradores
del lugar de Murugarren. También contó, por donación Real, de las pechas de
Legaria, Muez, Cabrega, Mirafuentes, Ubago, Mendaza, Asarta y Anzin.
En el año 1512 los
ejércitos españoles de Fernando II de Aragón, Granada, Nápoles y Sicilia,
además de regente de Castilla y León, invaden el Reino neutral de Nabarra, con
la excusa de combatir al cismático rey de Francia. El Mariscal de Nabarra se
hace cargo de la escolta de los reyes de Nabarra que se refugian en el
vizcondado de Bearne.
El Mariscal de Nabarra
partió como delegado y diplomático de los reyes de Nabarra hasta Logroño. Donde,
tras mostrarle la primera Bula Pontificia, fue obligado por el rey español
Fernando II de Aragón, el falsario y uñas
largas, a rendirle juramento de fidelidad bajo la pena de ser excomulgado
al igual que los reyes de Nabarra, Catalina I y Juan III.
Pero Pedro de Nabarra
y Lacarra, tras huir de Logroño, se desdijo de un juramento no querido, y
participó de forma activa en el primer intento de liberación del Reino de
Nabarra llevado a cabo en el año 1512, extendiendo el fuego sagrado de la
libertad entre las gentes de Nabarra. Pero la ofensiva libertaria fracasó y
nuevamente se retiró al vizcondado del Bearne, concretamente a la ciudad de Pau,
donde se instaló la legal y legítima Corte del Reino de Nabarra.
El
Mariscal de Nabarra volvió a la senda diplomática por mandato de los reyes
Catalina I y Juan III de Nabarra. Al frente de una delegación nabarra, se
presentó ante el nuevo señor de Roma nombrado en el año 1513, León X, buscando con
ello lograr un veredicto papal, con el cual se llegase a restituir las tierras
ocupadas por los españoles a sus legítimos dueños, los reyes de Nabarra. Pero
una vez más, el Estado Vaticano dio largas a los nabarros defiendo a los
españoles.
A la
muerte de Fernando II de Aragón, el
falsario, Pedro de Nabarra y Lacarra se encontraba totalmente preparado al
frente de 2000 soldados en el vizcondado de Laburdi, concretamente frente a la
costa de Gipuzkoa. Estuvo a la espera de la orden del rey Juan III de Nabarra,
para volver a las tierras ocupadas por los españoles e intentar liberarlas, pero
la orden finalmente no llegó y se replegó al vizcondado de Bearne, donde se
encontraba el cuartel general del ejército libertador nabarro.
Ese mismo año 1516,
finalmente se llevó a cabo un segundo intento de recuperación y liberación del
Reino de Nabarra. En dicha intentona Pedro de Nabarra y Lacarra fue el
encargado de juntar a los Agramont y formar el ejército nabarro. El Mariscal de
Nabarra pasó desde la Baja Nabarra con 1.200 hombres de armas, entre caballeros
y soldados. Pese a sufrir la deserción de 600 hombres, entró por el valle del
Roncal donde se le unieron 120 roncaleses con su capitán Pedro Sánchez a la
cabeza. Sin embargo en aquellos desfiladeros las tropas españolas comandadas
por coronel Villalba, se hicieron rápidamente con los valles de Salazar y
Aezkua.
Ya era
Semana Santa y las tierras nabarras estaban todavía nevadas, pero toda la
población aclamaba la entrada de las tropas de liberación al grito de:
¡La resurrección y el
Mariscal llegan al mismo tiempo!
Pero los soldados del siniestro
coronel español Villalba, junto algunos traidores a su condición de nabarros
como Donamaría, tendieron a los libertadores nabarros una emboscada. Esta se
saldó con el apresamiento del Mariscal de Nabarra y otros jefes agramonteses,
dejando en libertad a la soldadesca.
Pedro de Nabarra y
Lacarra, junto a los líderes agramonteses fueron apresados y maltratados por el
coronel español. A continuación, por mandato del cardenal Cisceros, fueron conducidos
y encarcelados en el castillo-fortaleza de Atienza en tierras valencianas.
Dos años después, el
Mariscal de Nabarra recibió la primera oferta de “perdón” de manos españolas.
Esta sería oficializada por parte del Reino de España a cambio de jurar
fidelidad al Rey Carlos I de España y V de Alemania. El mariscal rechazó de
forma culta y cortesa dicha oferta de perdón, mediante las siguientes palabras:
“Una vez más suplico, con toda humildad posible a su Majestad, se sirva demostrar conmigo la magnificencia que ha de esperarse de semejante Majestad, devolviéndome la libertad entera y el permiso de ir servir a quien estoy obligado. La fidelidad, la limpieza que su Alteza quiere y estima de sus servidores, yo podré guardarla a los míos, y por ello me tornaré cautivo y esclavo de su servicio”
Esta negativa le
supuso su traslado a la prisión-fortaleza de Simancas en tierras castellanas,
donde finalmente fue asesinado a cuchillo por los españoles. El 24 de noviembre
del año 1522 apareció su cadáver asesinado tras haber manteniendo su fidelidad al
Estado de Nabarra, su Patria y a sus legítimos gobernantes. La muerte del
Mariscal de Nabarra fue ocultada hasta el año siguiente, presentándola además
como un suicidio.
Pedro de Nabarra y
Lacarra fue considerado el único líder que podría unir a todos los nabarros. Además
de un ferviente patriota nabarro, fue el último Mariscal de Nabarra,
ateniéndonos como patriotas nabarros a la legitimidad y legalidad propia de
nuestra Nación, siguiendo el Ordenamiento Jurídico propio del Estado de
Nabarra, y en base a nuestro ancestral Derecho Vascón o Pirenaico.
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HERÁLDICA
Libro
de Armería del Reino de Nabarra. Notas de sellos.