Revolución nabarra
Iñigo Saldise Alda
Conocemos como revolución, al canje o transformación radical y penetrante, respecto al pasado inmediato. Una revolución se puede engendrar en varios ámbitos al mismo tiempo, dentro de los espacios políticos, militares, sociales, económicos, culturales, religiosos, etc. Los cambios revolucionarios, además de básicos y profundos, resaltan especialmente todos los que traer consecuencias trascendentales que han de percibirse como repentinas e impetuosas, dándose así una ruptura trascendental con la ley establecida o una interrupción evidente con el estado anterior de las cosas que afecte de forma decisiva a las estructuras existentes.
De no ser de esta manera, simplemente serían una evolución del sistema establecido, a modo de transición o sencillamente se podría considerar la manera de encontrar una solución, para una dificultad coyuntural. Si incluso le llega a faltar un cambio en el sistema que tenga una cierta relevancia, esta acción simplemente es considerada como una revuelta.
Las revoluciones en si mismas, son el resultado de diferentes procesos históricos y de las construcciones colectivas. Centrándonos en la revolución política, debemos de conocer que ésta, es aquella en la cual se da un cambio en el gobierno, o incluso se altera totalmente la forma de gobierno del sistema político del Estado, mientras que las relaciones sociales permanecen intactas.
Las revoluciones políticas se anteponen a las revoluciones sociales, principalmente por que estas últimas alteran de forma sustancial, las relaciones referidas a la propiedad. La revolución francesa del año 1789, es un claro ejemplo de revolución burguesa, mientras que la revolución soviética del año 1917, es considerada el mayor ejemplo de revolución proletaria, pero ambas son a su vez, unos ejemplos que irían más allá de la elemental revolución política, considerándose ambas, ejemplos de la revolución social; la francesa capitalista y la soviética comunista con bases socialistas.
Repasando la historia de los nabarros, podemos afirmar con total rotundidad, que no hemos realizado una revolución propia, y que incluso, dos revoluciones de los Estados que ocuparon nuestro territorio, sirvieron para eliminar la poca autonomía propia existente, de manera dividida a ambos lados del Pirineo.
La revolución francesa del año 1789, significó la perdida total de la poca autonomía nabarra existente después del año 1620, tras la eliminación total, para beneficio del Estado francés claro está, de la última institución conforme a Nabarra existente al norte del Pirineo y situada concretamente en la hermosa ciudad de Pau, que era conocida como el Parlamento Nabarro.
Por el contrario, al sur de Pirineo continuaron existiendo unas Cortes de Nabarra hasta el año 1841, localizadas en Iruñea, pero siendo ilegítimas desde el año 1512. Estas Cortes son eliminadas como consecuencia de la revolución española del año 1820, que daba lugar al denominado trienio liberal, tras obligar a Fernando VII de España, la jura de la Constitución española de Cádiz del año 1812. Tomando como base esta Constitución, el gobierno progresista del Reino de España, realizó una transición hacia una nueva constitución española en el año 1837, donde se establecía el sistema político del Estado español, siendo necesario para lograrlo, el cambio impuesto al Reino de Nabarra, por el cual perdía su pequeño “autogobierno” y pasaba a ser una mera provincia más del Reino de España. Los políticos españoles se vieron beneficiados por la finalización de la I guerra carlista y no duraron el aprovechar la oportunidad para imponer este importante cambio a los nabarros del sur del Pirineo.
Hoy en pleno siglo XXI, a ambos lados del Pirineo, nuestra prioridad debe de ser la de buscar una unidad política y social en torno al objetivo primordial, que no es otro más que alcanzar la libertad de nuestro País.
Para ello, debemos analizar todas las vías posibles existentes en la actualidad, con las que lograr este noble objetivo, y cerrar filas en torno a la que nuestros pensadores y políticos consideren como la más apropiada, pues una vez recuperada nuestra libertad, si es necesario, seremos nosotros los que hagamos una revolución político y social, o realizaremos las evoluciones o transiciones que consideremos apropiadas, desde la autodeterminación que nos otorgará el haber recuperado por fin, la independencia y la soberanía del Estado de Nabarra.