La verdadera idea de la independencia
Iñigo Saldise Alda
La independencia es la condición de un País o Nación que no está sometido a la autoridad de otro u otros, es decir, ser sencillamente un Estado soberano. Hay que tener bien presente, que la libertad y la autonomía de un Estado, no depende de otro u otros. Para ello debemos tomar el término autonomía en el correcto y auténtico sentido íntegro del concepto, y no de la falsa autonomía con que han dotado a Nabarra las dos metrópolis, la francesa y la española, simple y llanamente para perpetuar su actual y demoledora dominación colonial.
La total, absoluta y realmente única independencia política, supone para un País, bien sea Nabarra, Escocia, Flandes, Canarias, Cataluyna, o cualquier otro, la capacidad total de realizar un autogobierno efectivo y propio, por supuesto sin contar con algún tipo de injerencias extranjeras.
Este no es el caso del Estado de Nabarra donde cualquier mequetrefe colonizador, bien francés o español, impone dictatorialmente en nuestra amada Baskonia su santa o mejor dicho, maligna voluntad. ¿De qué les sirve a las autoridades autonómicas de los diferentes territorios nabarros decir que gobiernan en los mismos? Físicamente y tengámoslo presente, ni siquiera deciden y por lo tanto mucho menos administran libremente. Son esos políticos extranjeros, con asiento y mando en Madrid y/o Paris, quienes finalmente determinan lo que van hacer con nuestro idioma, cultura, dinero, etc., a la vez de ser ellos y solo ellos, los que nos imponen sus severas leyes, ajenas a nuestro Derecho Pirenaico, a través de sus inquisitoriales tribunales y quienes incluso nos indican con quién podemos relacionarnos entre nosotros y con quién no, aquí y en la esfera mundial e internacional. En definitiva, fiscalizan, imponen y dirigen la vida de los nabarros y nabarras hasta reducirnos definitivamente a meros esclavos administrativos.
Si entramos detenidamente en el terreno económico, la independencia consiste en que cada Nación subsista por si misma, llegando incluso a ser capaz de producir lo que ciertamente necesita. Pero a decir verdad, este axioma tenía algún sentido en el pasado, en aquella época en la que era indudablemente posible la autarquía; si bien, el concepto de un País completamente autosuficiente jamás ha llegado a materializarse a lo largo de la historia de la Humanidad. Hasta las tribus primitivas, como la nuestra, los vasco(ne)s o indígenas europeos, comerciaban con las tribus celtas, bárbaras o extranjeras llegadas de fuera del continente, inicialmente mediante el método del trueque. De esa forma, un grupo de personas obtenía de otro, o mejor dicho de otros, lo que no era capaz de conseguir o producir por sí mismo, y por supuesto viceversa. La idea moderna de independencia económica se sustenta en la capacidad de sobrevivir o subsistir, y no meramente de la producción propia, sino del intercambio comercial, es decir, de lo que se produce en el País propio junto con lo que se genera en otras tierras ultraperiféricas, de forma que al final la balanza económica quede equilibrada. Si no en la balanza comercial, sí al menos el ajusto global e integro de bienes, servicios políticos y económicos intercambiados.
Uno de los principales argumentos de nuestros detractores-es decir, de los enemigos de Nabarra y amantes de lo español o francés- es que estas tierras son incapaces de valerse por sí mismas, algo evidentemente falso; de hecho ya lo lograron nuestros mayores dentro del Reino de Nabarra. El nivel de vida actual en las tierras de Baskonia, a pesar de las nefastas políticas española y francesa, ciertamente corresponde o es equiparable a cualquier País europeo y occidental. Podemos afirmar incluso que es altamente superior al existente en el Reino de España, debido a la avanzada cultura empresarial e iniciativa del Pueblo más antiguo de Europa, a nuestra incuestionable cultura trabajadora y de investigación industrial.
Los derivados de nuestra situación geoestratégica dentro de Europa, así como los aspectos meteorológicos particulares que nos han proporcionado nuestras grandes bellezas naturales, junto a recursos palpablemente colosales que efectivamente son ocultados desde las metrópolis española y francesa. Cada parte del territorio de nuestra amada Baskonia tiene su propio encanto intrínseco y privativo. No podemos decir lo mismo de los dirigentes políticos que pasan por ser parte de esta tierra, a los cuales, los soberanistas nabarros censuramos por sus engreimientos de grandeza, por su continuada soberbia, por haberle inculcado a la población de Nabarra la falsa idea de que son grandes -objetivamente no son nabarros como los demás, sino que son navarreros, navurros o falsos nacionalistas- y, sobre todo, por seguir engañando a todos, a todos los habitantes de la Nabarra Plena y en general al resto de habitantes del mundo, anteponiendo sus necesidades económicas primarias y exclusivas a la auténtica necesidad libertaria de los nabarros y nabarras.
Los actuales y falsos dirigentes políticos de las tierras de Baskonia, que en su día conformaron el Estado soberano de Nabarra, son los principales responsables políticos de que sigamos sin acceder o recuperar nuestra necesaria independencia y anhelada libertad.
Tengan presente esos falsos líderes y sus bases engañadas, que la recuperación de la plena independencia y soberanía del Estado de Nabarra, comienza por el ejercicio colectivo del reconocimiento de la ilegitimidad franco-española. La recuperación de nuestros Derechos Humanos, ciertamente inexistente en la actualidad en la totalidad del territorio del Estado de Nabarra, pasa exclusivamente por la acción y el ejercicio pacífico de la absoluta desobediencia política, civil y fiscal ante los imperios de la República de Francia y del Reino de España. Nosotros los patriotas nabarros y nabarras debemos tener presente que ninguna ley impositora española o francesa, tiene legitimidad alguna en estas tierras. La independencia no se pide pues realmente se agarra, se coge; así pues la independencia simplemente se ejerce, no se predica.
A los patriotas y soberanistas nabarros y nabarras, realmente no nos asombra la apatía de esos políticos colonizados, supuestamente independentistas, soberanistas o simplemente tienen la desfachatez de autollamarse nabarros, ya que continuadamente demuestran con sus actos incoherentes que están altamente sometidos, colonizados mentalmente o incluso se les puede considerar en algunos casos que son agentes colonizadores. Es el momento de apartarlos del candelero político nabarro. Es el momento de no acudir a la llamada a las urnas realizadas por el rey de España y por el presidente de la República de Francia; es el momento de que el Pueblo Nabarro exija un gobierno propio, declarando de manera unilateral la independencia, recuperando de este modo la plena y necesaria soberanía y libertad de nuestro Estado, Nabarra.